RESUMEN
DE LA PARSHÁ
EKEV
A
medida que los judíos se iban acercando a la Tierra Prometida, Moshé les reseñaba
los acontecimientos y vivencias que experimentaron durante sus años de trajinar
por el desierto. El rememoraba cómo ante el monte Jorev (Sinaí) Di-s les había
ordenado levantar el campamento y avanzar hacia su meta, la tierra de Canaán.
Moshé había clamado que sin ayuda sería incapaz de soportar la carga del
liderazgo, de modo que fueron designados jueces y administradores para
auxiliarlo en el desempeño de su pesada misión. El pueblo estaba a punto de
entrar en la Tierra Prometida, pero fue desanimado por el informe pesimista de
los meraglim (espías) y querelló contra Di-s. Esta pérdida de la fe provocó
el alargamiento del peregrinaje por el desierto, tiempo durante el cual murió
casi toda la vieja generación.
Moshé
animó a Iehoshúa a fin de que no temiese a las naciones que vivían en Eretz
Israel.
¿Qué
Aprendemos esta Semana de la Parshá?
"SACIEDAD
Y HAMBRE"
Al
llevar a cabo Moshé frente a los hijos de Israel el repaso de los sucesos
ocurridos durante su deambular por el desierto, destaca también el man que
comieron durante los cuarenta años. En dos oportunidades se menciona al man en
nuestra Parshá, y en ambas Moshé enfatiza que su consumición fue una suerte
de aflicción: "y te afligió, te hizo pasar hambre y te hizo comer el man."
Y a continuación- "quien te hace comer man en el desierto... para
afligirte y para probarte".
Es
verdad, los judíos se quejaron del man utilizando los términos "y ahora
nuestra alma está reseca, sin nada, sólo hacia el man están dirigidos
nuestros ojos". Y asimismo "estamos asqueados del pan podrido".
Esto es asombroso, puesto que la Torá describe el gusto excepcional del man
diciendo: "y su gusto es cual una torta de miel". Nuestros Sabios, a
su vez agregan y explican que este era un alimento Divino, fuera de lo normal.
El hombre podía degustar con él todos los sabores del mundo. Además era
digerido totalmente por el comensal, sin dejar desecho alguno. ¿Por qué comer
el man era para ellos una mortificación?
ESE
ES SU SISTEMA
La
Guemará explica que justamente estas virtudes mencionadas acerca del man,
dejaban en los hijos de Israel una sensación de hambre. Les costaba
acostumbrarse a un "pan del Cielo" que no tenía desechos y con el que
pedían probar todos los gustos. Ellos deseaban comer un pan corriente, con el
que se saborea lo que se ve.
Pero
en realidad, estas críticas por el man eran producto del Ietzer Hará, el
instinto del mal. Ése es su sistema: comienza disuadiendo en las cosas pequeñas,
y lo va derrumbando hacia los pecados de gravedad. Lo mismo ocurrió con los judíos:
comenzaron con quejas por el man, y de eso llegaron a "lloraba por las
familias", que como explican nuestros Sabios, alude a que se lamentaban por
las prohibiciones recibidas con respecto a la vida familiar, las graves leyes de
adulterio, incesto, etc.
EL
MAN EN NUESTROS DÍAS
Este
tipo de incitación del Ietzer Hará existe en toda época y en todo lugar.
También en nosotros se queja del "pan del Cielo" y trata de persuadir
al hombre a desear "el pan de la tierra". El man, pan del Cielo,
simboliza la sabiduría de la Torá. Mientras que el pan de la Tierra representa
las ciencias naturales, las ciencias seculares. El Ietzer Hará argumenta que la
Torá, el pan del Cielo, no lo llena, que con su racionalidad se queda con
hambre.
El
instinto del mal objeta: La Torá es infinita. Aunque la estudies, no llegarás
a su final. Por el contrario, cuanto más estudies, más te percatarás de su
infinidad. Es preferible estudiar las ciencias seculares, donde podrás sentir
la plenitud del saciado y deleitarte con tu logro personal.
ESTAR
LLENO EN EL ALMA
En
un nivel más sutil y delicado, el Ietzer Hará intenta convencer para que no se
estudien las enseñanzas del jasidismo, la dimensión interior de la Torá, la
que se compara con "el pan del Cielo", y que uno se de por satisfecho
con el estudio de la parte revelada y abierta de la Torá, el "pan de la
tierra". Y con argumentos similares.
Pero
lo opuesto es la verdad: siendo que el judío es esencialmente una entidad
espiritual, es imposible que experimente la verdadera plenitud interior de los
temas terrenales. La verdadera saciedad del alma Divina puede darse solo a través
del estudio de la Torá y de la dimensión interior de la Torá, a través de
las cuales se une el alma con el infinito de Di-s.
Likutei
Sijot tomo 4, Pág. 1102