CONCLUSIÓN

Resumen de la doctrina trinitaria:

El todo en muchos fragmentos

 

  1. Cuando hablamos de Dios, debemos pensar siempre en la santísima Trinidad La Trinidad es el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, siempre juntos y en comunión perfecta. Esta comunión perfecta hace que las tres divinas personas sean un solo Dios-vida-amor.

  2. Es peligroso quedarse sólo con la afirmación de un único Dios fuera de una fe trinitaria. Hay líderes religiosos y politicos que invocan esta comprensión unicista de Dios para justificar su autoritarismo y exclusivismo.

  3. Lo que permite vislumbrar por qué las tres divinas personas son un solo Dios es la perijóresis. Perijóresis significa la interrelación eterna que existe entre los divinos tres. Cada persona vive de la otra, con la otra, por la otra y para la otra persona. Están desde siempre entrelazadas e interpenetradas, de manera que no podemos pensar ni hablar de una persona, por ejemplo, del Padre, sin tener que pensar y hablar también del Hijo y del Espíritu Santo.

  4. Solamente conocemos a la Trinidad en sí misma a partir de las señales que nos ha dejado en la historia, en la vida humana, en las religiones y en la Biblia. En el camino de Jesús y en la acción del Espíritu Santo en los primeros cristianos aparece claro que existe el Dios-Padre, el Dios-Hijo y el Dios-Espíritu Santo, siempre juntos y en eterna comunión recíproca.

  1. El desafío fundamental de la fe trinitaria es éste: ¿Cómo compaginar tres en uno y uno en tres? ¿Cómo se llega de la trinidad de personas a la unidad de un solo Dios y cómo se pasa de la unidad de un solo Dios a la trinidad de personas?

  2. La Iglesia expresa su doctrina oficial de esta forma: Dios es una naturaleza en tres personas. La naturaleza responde a la unidad de la Trinidad. La persona garantiza la Trinidad en la unidad. Existen, además, dos procesiones, esto es, dos maneras por las que una persona procede de la otra. El Padre engendra al Hijo (primera procesión) y el mismo Padre junto con el Hijo espira al Espíritu Santo (segunda procesión). Están, además, las relaciones, esto es, las conexiones que rigen entre los tres: la paternidad, la filiación, la espiración activa y la espiración pasiva. Por las relaciones las personas se distinguen unas de otras. También se distinguen por su propia personalidad específica. Finalmente, están las misiones del Hijo, para liberarnos y hacer hijos e hijas, y del Espíritu Santo, para santificarnos y reconducirnos al seno de la santísima Trinidad.

  3. Hay tres maneras consagradas de profundizar racionalmente en la doctrina trinitaria: las corrientes ortodoxa, latina y moderna. La teología ortodoxa (de la Iglesia ortodoxa de oriente) parte de la unidad de la naturaleza del Padre. El Padre es fuente y origen de toda la divinidad. El por su boca profiere la palabra, que es el Hijo. Al proferir la palabra le sale simultáneamente el soplo, que es el Espíritu Santo. Los tres reciben del Padre toda la naturaleza divina; por eso son consustanciales. La teología latina (de la Iglesia romano-católica) y otras parten de la naturaleza divina, que es espiritual. El Espíritu absoluto, sin principio y origen de todo, es el Padre. El Padre se conoce por su inteligencia y engendra el Hijo. El Padre y el Hijo se aman, y juntos espiran al Espíritu Santo. En los tres se encuentra la misma naturaleza; por eso hay un solo Dios. La teología moderna parte de las tres personas juntas. Destaca el hecho de que las tres están siempre interrelacionadas y en eterna comunión (perijóresis). Esta relación es tan absoluta que los divinos tres se unifican sin fundirse, siendo así un único Dios vivo.

  4. Hay tres maneras equivocadas de pensar la fe en la Trinidad. Está primero el triteísmo, por el que se afirma que existen tres dioses: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. En esta visión no se considera la perijóresis, es decir, el entrelazado eterno entre los divinos tres. Está luego el subordinacionismo, que considera solamente al Padre como el Dios verdadero. El Hijo y el Espíritu Santo están subordinados a él, sin poseer la misma naturaleza divina. Así se niega la igualdad divina entre las tres personas Y está, finalmente, el modalismo, que afirma la existencia de un único Dios, pero con tres modos de manifestarse en el mundo. Cuando el único Dios crea, usa la máscara de Padre; cuando libera, el pseudónimo de Hijo, y cuando santifica y lo reconduce todo hacia el Reino, se presenta con la cara del Espíritu Santo. En esta visión se abandona la trinidad de personas.

  5. Todas las expresiones técnicas que utilizamos para intentar comprender algo de la Trinidad poseen un valor aproximativo, analógico y figurativo, como "generación" por parte del Padre en relación con el Hijo, o "espiración" por parte del Padre y del Hijo respecto al Espíritu Santo, o las demás palabras como "naturaleza", "persona", "relaciones", "procesiones", "misiones". Podernos utilizar también la forma bíblica de expresarse, como "revelación", "reconocimiento", "comunión", "vida" y "amor".

  6. La razón no es el único acceso al corazón de la Trinidad. Existe también la fantasía. Por ella captamos mejor la significación existencial que la santísima Trinidad tiene para nuestra vida. Por la fantasía es como percibimos que la persona humana, la familia, la comunidad, la sociedad, la Iglesia y el cosmos son señales, símbolos y sacramentos de la Trinidad.

  7. En virtud de la interrelación (perijóresis) entre las tres divinas personas, todo en ellas es ternario y participado. Esto no impide que haya acciones propias de cada una de las personas, por las que aparece la propiedad de la persona singular.

  8. La acción propia del Padre es proyectar toda la creación en el acto de "engendrar" al Hijo a la luz del Espíritu Santo. Por eso todos los seres tienen un carácter de misterio (que viene del Padre) y también un carácter filial (que viene del Hijo, engendrado por el Padre), así como un sentido espiritual (lleno de dinamismo, que viene del Espíritu Santo).

  1. La acción propia del Hijo es la plena comunicación de la revelación y la encarnación. Por ella nos libera de nuestra inhumanidad y nos diviniza, haciéndonos hijos e hijas de Dios.

  2. La acción propia del Espíritu Santo es unificar y crear lo nuevo mediante la santificación. Así lo realizó plenamente en Jesús y de un modo totalmente personal en María santísima.

  3. El sentido último de la creación es poder ser receptáculo de comunicación de las tres divinas personas. La comunión trinitaria se abre hacia fuera e invita a la creación, a las personas y a todas las criaturas a participar de su vida de comunión. La creación, al final de la historia, será el cuerpo de la Trinidad.

  4. La comunión, que es la naturaleza de la Trinidad, significa criticar todas las formas de exclusión y de no-participación que existen y persisten en la sociedad y también en las Iglesias. Propugna, además, las transformaciones necesarias para que haya comunión y participación en todas las esferas de la vida social y religiosa. La santísima Trinidad representa el mejor programa para la liberación integral.

  5. La santísima Trinidad es un misterio sacramental. Esto significa que es una realidad que aparece en muchos signos, que puede ser cada vez más conocida, sin que acabe nunca nuestro esfuerzo por conocerla. Por ello, incluso en la eternidad, viviendo dentro de las tres divinas personas, nunca dejaremos de crecer en el conocimiento, siempre abiertos a descubrir nuevos aspectos, sin terminar nunca nuestra sed de saber, de amar, de palpar y de convivir.