CAPITULO
8
Trata
del gran bien que es desasirse de todo lo criado interior y exteriormente.
1.
Ahora vengamos al desasimiento que hemos de tener, porque en esto está el todo,
si va con perfección. Aquí digo está el todo, porque abrazándonos con solo
el Criador y no se nos dando nada por todo lo criado, Su Majestad infunde de
manera las virtudes, que trabajando nosotros poco a poco lo que es en nosotros,
no tendremos mucho más que pelear, que el Señor toma la mano contra los
demonios y contra todo el mundo en nuestra defensa.
¿Pensáis,
hermanas, que es poco bien procurar este bien de darnos todas al Todo sin
hacernos partes? Y pues en él están todos los bienes, como digo, alabémosle
mucho, hermanas, que nos juntó aquí adonde no se trata de otra cosa sino de
esto. Y así no sé para qué lo digo, pues todas las que aquí estáis me
podéis enseñar a mí; que confieso en este caso tan importante no tener la
perfección como la deseo y entiendo conviene (1), y en todas las virtudes; y lo
que aquí digo, lo mismo, que es más fácil de escribir que de obrar; y aun a
esto no atinara, porque algunas veces consiste en experiencia el saberlo decir,
y debo atinar por el contrario de estas virtudes que he tenido.
2.
Cuanto a lo exterior, ya se ve cuán apartadas estamos aquí de todo (2). Oh
hermanas, entended, por amor de Dios, la gran merced que el Señor ha hecho a
las que trajo aquí, y cada una lo piense bien en sí, pues en solas doce quiso
Su Majestad fueseis una. Y qué de ellas mejores que yo, sé que tomaran este
lugar de buena gana, y diómele el Señor a mí, mereciéndole tan mal. Bendito
seáis Vos, mi Dios, y alábeos todo lo criado, que esta merced tampoco se puede
servir, como otras muchas que me habéis hecho, que darme estado de monja fue
grandísima. Y como lo he sido tan ruin, no os fiasteis, Señor, de mí, porque
adonde había muchas juntas buenas no se echara de ver así mi ruindad hasta que
se me acabara la vida, y trajísteisme adonde, por ser tan pocas que parece
imposible dejarse de entender, porque ande con más cuidado, quitáisme todas
las ocasiones. Ya no hay disculpa para mí, Señor, yo lo confieso, y así he
más menester vuestra misericordia, para que perdonéis la que tuviere.
3.
Lo que os pido mucho es que la que viere en sí no es para llevar lo que aquí
se acostumbra, lo diga. Otros monasterios hay adonde se sirve tan bien el
Señor. No turben estas poquitas que aquí Su Majestad ha juntado. En otras
partes hay libertad para consolarse con deudos; aquí, si algunos se admiten, es
para consuelo de los mismos. Mas la monja que deseare ver deudos para su
consuelo, si no son espirituales, téngase por imperfecta; crea no está
desasida, no está sana, no tendrá libertad de espíritu, no tendrá entera
paz, menester ha médico, y digo que, si no se le quita y sana, que no es para
esta casa.
4.
El remedio que veo mejor es no los ver hasta que se vea libre y lo alcance del
Señor con mucha oración. Cuando se vea de manera que lo tome por cruz, véalos
enhorabuena, que entonces les hará provecho a ellos y no daño a sí (3).
NOTAS
1
... que confieso en este caso tan importante soy la más imperfecta; mas, pues
me lo mandáis, tocaré en algunas cosas que se me ofrecen... -Así en la 1ª
redacción.
2
En la 1ª redacción escribió con mucha más espontaneidad y vehemencia: parece
nos quiere el Señor apartar de todo a las que aquí nos trajo, para llegarnos
más sin embarazo a Su Majestad aquí. -¡Oh Criador y Señor mío! ¿Cuándo
merecí yo tan gran dignidad, que parece habéis andando rodeando cómo os
llegar más a nosotras? Plegue a vuestra bondad no lo perdamos por nuestra
culpa. ¿Oh hermanas mías!...
3
En la 1ª redacción insistía: mas si los tiene amor, si le duelen mucho sus
penas y escucha sus sucesos del mundo de buena gana, crea que a sí se dañará,
y a ellos no les hará ningún provecho.
Que
trata del gran bien que hay en huir los deudos los que han dejado el mundo, y
cuán más verdaderos amigos hallan.
1.
¡Oh, si entendiésemos las religiosas el daño que nos viene de tratar mucho
con deudos, cómo huiríamos de ellos! Yo no entiendo qué consolación es ésta
que dan, aun dejado lo que toca a Dios, sino para solo nuestro sosiego y
descanso, que de sus recreaciones no podemos ni es lícito gozar, y sentir sus
trabajos sí; ninguno dejan de llorar, y algunas veces más que los mismos. A
usadas (1), que si algún regalo hacen al cuerpo, que lo paga bien el espíritu.
De eso estáis aquí quitadas, que como todo es en común y ninguna puede tener
regalo particular, así la limosna que las hacen es en general, y queda libre de
contentarlos por esto, que ya sabe que el Señor las ha de proveer por junto.
2.
Espantada estoy el daño que hace tratarlos; no creo lo creerá sino quien lo
tuviere por experiencia. ¡Y qué olvidada parece está el día de hoy en las
religiones esta perfección! (2) No sé yo qué es lo que dejamos del mundo las
que decimos que todo lo dejamos por Dios, si no nos apartamos de lo principal,
que son los parientes. Viene ya la cosa a estado, que tienen por falta de virtud
no querer y tratar mucho los religiosos a sus deudos, y como que lo dicen ellos
y alegan sus razones.
3.
En esta casa, hijas, mucho cuidado de encomendarlos a Dios (3), que es razón;
en lo demás, apartarlos de la memoria lo más que podamos, porque es cosa
natural asirse a ellos nuestra voluntad más que a otras personas.
Yo
he sido querida mucho de ellos, a lo que decían, y yo los quería tanto, que no
los dejaba olvidarme. Y tengo por experiencia, en mí y en otras, que dejados
padres (que) por maravilla dejan de hacer por los hijos, y es razón con ellos
cuando tuvieren necesidad de consuelo, si viéremos no nos hace daño a lo
principal, no seamos extraños, que con desasimiento se puede hacer, y con
hermanos), en los demás, aunque me he visto en trabajos, mis deudos han sido y
quien menos ha ayudado en ellos; los siervos de Dios, sí (4).
4.
Creed, hermanas, que sirviéndole vosotras como debéis, que no hallaréis
mejores deudos que los que Su Majestad os enviare. Yo sé que es así, y puestas
en esto -como lo vais- y entendiendo que en hacer otra cosa faltáis al
verdadero amigo y esposo vuestro, creed que muy en breve ganaréis esta
libertad, y que de los que por solo él os quisieren, podéis fiar más que de
todos vuestros deudos, y que no os faltarán; y en quien no pensáis, hallaréis
padres y hermanos. Porque como éstos pretenden la paga de Dios, hacen por
nosotras; los que la pretenden de nosotras, como nos ven pobres y que en nada
les podemos aprovechar, cánsanse presto. Y aunque esto no sea en general, es lo
más usado ahora en el mundo, porque, en fin, es mundo.
Quien
os dijere otra cosa y que es virtud hacerla, no los creáis, que si dijese todo
el daño que trae consigo, me había de alargar mucho; y porque otros, que saben
lo que dicen mejor, han escrito en esto, baste lo dicho. Paréceme que, pues con
ser tan imperfecta lo he entendido tanto, ¿qué harán los que son perfectos?
5.
Todo este decirnos que huyamos del mundo, que nos aconsejan los Santos, claro
está que es bueno. Pues creedme que lo que, como he dicho (5), más se apega de
él son los deudos y más malo de desapegar. Por eso hacen bien los que huyen de
sus tierras; si les vale, digo, que no creo va en huir el cuerpo, sino en que
determinadamente se abrace el alma con el buen Jesús, Señor nuestro, que como
allí lo halla todo, lo olvida todo; aunque ayuda es apartarnos muy grande hasta
que ya tengamos conocida esta verdad; que después podrá ser quiera el Señor,
por darnos cruz en lo que solíamos tener gusto, que tratemos con ellos.
NOTAS
1
A usadas, escribe la Santa, deformando la expresión clásica "a
osadas", que equivale a "con resolución, sin miedo o bien a
"ciertamente". Cobarruvias la explica así: de osadía "se forma
una manera de decir antigua aosadas, que vale tanto como 'osaría yo
apostar" (s. v. "osar").
2
... al menos en las más, aunque no en todos los santos que escribieron, o
muchos (1ª redacción). -Sigue una alusión a los consejos evangélicos (Lc 14,
33).
3
... después de los dicho que toca a su Iglesia (1ª redacción).
4
Las últimas frases han sido retocadas en los autógrafos y en las ediciones. En
la primera redacción escribió "En los demás, aunque me he visto en
trabajos, mis deudos han sido; y quien me ha ayudado en ellos, los siervos de
Dios". En la nueva redacción, copió materialmente esa frase. Luego la
enmendó, no muy certeramente, tal como se transcribe en el texto. Tanto la
edición príncipe (f 31r) como fray Luis de León (p. 55) deforman el texto.
Aunque la frase es poco feliz, el sentido es claro: en los trabajos, sus deudos
(parientes) la han ayudado menos que los siervos de Dios.
5
Lo ha dicho en el n. 2.
Trata
cómo no basta desasirse de lo dicho, si no nos desasimos de nosotras mismas, y
cómo están juntas esta virtud y la humildad.
1.
Desasiéndonos del mundo y deudos y encerradas aquí con las condiciones que
están dichas, ya parece lo tenemos todo hecho y que no hay que pelear con nada.
¡Oh hermanas mías!, no os aseguréis ni os echéis a dormir, que será como el
que se acuesta muy sosegado habiendo muy bien cerrado sus puertas por miedo de
ladrones, y se los deja en casa. Y ya sabéis que no hay peor ladrón, pues
quedamos nosotras mismas, que si no se anda con gran cuidado y cada una -como en
negocio más importante que todos- no se mira mucho en andar contradiciendo su
voluntad, hay muchas cosas para quitar esta santa libertad de espíritu, que
pueda volar a su Hacedor sin ir cargada de tierra y de plomo.
2.
Gran remedio es para esto traer muy continuo en el pensamiento la vanidad que es
todo y cuán presto se acaba, para quitar las afecciones de las cosas que son
tan baladíes y ponerla en lo que nunca se ha de acabar. Y aunque parece flaco
medio, viene a fortalecer mucho el alma, y en las muy pequeñas cosas traer gran
cuidado; en aficionándonos a alguna, procurar apartar el pensamiento de ella y
volverle a Dios, y Su Majestad ayuda. Y hanos hecho gran merced, que en esta
casa lo más está hecho, puesto que (1) este apartarnos de nosotras mismas y
ser contra nosotras, es recia cosa, porque estamos muy juntas y nos amamos
mucho.
3.
Aquí puede entrar la verdadera humildad, porque esta virtud y estotra (2)
paréceme andan siempre juntas. Son dos hermanas que no hay para qué las
apartar. No son éstos los deudos de que yo aviso se aparten, sino que los
abracen, y las amen y nunca se vean sin ellas. ¡Oh soberanas virtudes, señoras
de todo lo criado, emperadoras del mundo, libradoras de todos los lazos y
enredos que pone el demonio, tan amadas de nuestro enseñador Cristo, que nunca
un punto se vio sin ellas! Quien las tuviere, bien puede salir y pelear con todo
el infierno junto y contra todo el mundo y sus ocasiones. No haya miedo de
nadie, que suyo es el reino de los cielos. No tiene a quién temer, porque nada
no se le da de perderlo todo ni lo tiene por pérdida; sólo teme descontentar a
su Dios; y suplicarle (3) las sustente en ellas porque no las pierda por su
culpa.
4.
Verdad es que estas virtudes tienen tal propiedad, que se esconden de quien las
posee, de manera que nunca las ve ni acaba de creer que tiene ninguna, aunque se
lo digan; mas tiénelas en tanto, que siempre anda procurando tenerlas, y valas
perfeccionando en sí más, aunque bien se señalan los que las tienen; luego se
da a entender a los que los tratan, sin querer ellos.
Mas
¡qué desatino ponerme yo a loar humildad y mortificación, estando tan loadas
del Rey de la gloria y tan confirmadas con tantos trabajos suyos! Pues, hijas
mías, aquí es el trabajar por salir de tierra de Egipto, que en hallándolas
hallaréis el maná; (4) todas las cosas os sabrán bien; por mal sabor que al
gusto de los del mundo tengan, se os harán dulces.
5.
Ahora, pues, lo primero que hemos de procurar es quitar de nosotras el amor de
este cuerpo, que somos algunas tan regaladas de nuestro natural, que no hay poco
que hacer aquí, y tan amigas de nuestra salud, que es cosa para alabar a Dios
la guerra que dan, a monjas en especial, y aun a los que no lo son. Mas algunas
monjas no parece que venimos a otra cosa al monasterio, sino a procurar no
morirnos. Cada una lo procura como puede. Aquí, a la verdad, poco lugar hay de
eso con la obra, mas no querría yo hubiese el deseo. Determinaos, hermanas, que
venís a morir por Cristo, y no a regalaros por Cristo; que esto pone el demonio
"que para llevar y guardar la Orden"; (5) y tanto enhorabuena se
quiere guardar la Orden con procurar la salud para guardarla y conservarla, que
se muere sin cumplirla enteramente un mes, ni por ventura un día. Pues no sé
yo a qué venimos.
6.
No hayan miedo nos falte discreción en este caso por maravilla, que luego temen
los confesores nos hemos de matar con penitencias. Y es tan aborrecido de
nosotras esta falta de discreción, que así lo cumpliésemos todo. Las que lo
hicieren al contrario, yo sé que no se les dará nada de que diga esto, ni a
mí de que digan juzgo por mí, que dicen verdad (6). Tengo para mí que así
quiere el Señor seamos más enfermas; al menos a mí hízome en serlo gran
misericordia, porque como me había de regalar así como así, quiso fuese con
causa.
Pues
es cosa donosa las que andan con este tormento que ellas mismas se dan, y
algunas veces dales un deseo de hacer penitencias sin camino ni concierto, que
duran dos días, a manera de decir. Después pónelas el demonio en la
imaginación que las hizo daño; hácelas temer de la penitencia y no osar
después cumplir la que manda la Orden, "que ya lo probaron". No
guardamos unas cosas muy bajas de la Regla -como el silencio, que no nos ha de
hacer mal- y no nos ha dolido la cabeza, cuando dejamos de ir al coro, -que
tampoco nos mata-, y queremos inventar penitencias de nuestra cabeza para que no
podamos hacer lo uno ni lo otro (7). Y a las veces es poco el mal, y nos parece
no estamos obligadas a hacer nada, que con pedir licencia cumplimos.
7.
Diréis ¿que por qué la da la priora? -A saber lo interior, por ventura no
haría; mas como le hacéis información de necesidad y no falta un médico que
ayuda por la misma que vos le hacéis, y una amiga que llore al lado, o
parienta, ¿qué ha de hacer? Queda con escrúpulo si falta en la caridad.
Quiere más faltéis vos que ella (8).
8.
Estas son cosas que puede ser pasen alguna vez, y porque os guardéis de ellas
las pongo aquí. Porque si el demonio nos comienza a amedrentar con que nos
faltará la salud, nunca haremos nada. El Señor nos dé luz para acertar en
todo, amén.
NOTAS
1
Puesto que, en acepción de aunque. -El pasaje es más claro en la 1ª
redacción: Y hanos hecho gran merced, que en esta casa lo más está hecho; mas
queda desasirnos de nosotros mismos. Este es recio apartar...
2
estotra: la virtud del desasimiento, de que viene hablando.
3
Suplícale debió escribir. En la 1ª redacción concluía así: No tiene a
quién temer, sino suplicar a Dios le sustente en ellas para que no las pierda
por su culpa.
4
Alusión a Sab 16, 20, y al Ex c. 16.
5
Un corrector enmendó sin motivo el autógrafo: "que esto pone el demonio
que es menester para llevar y guardar la orden". -Recuérdese que pone
equivale a sugiere. -Guardar la orden equivale a guardar la observancia de la
Orden. -Tanto enhorabuena: tan enhorabuena.
6
En la 1ª redacción escribió más lacónicamente: Creo, y sélo cierto, que
tengo más compañeras que tendré injuriadas por hacer lo contrario.
7
En la 1ª redacción era más fina la ironía y fuerza de este pasaje. Algunas
veces dales un frenesí de hacer penitencias sin camino ni concierto.... La
imaginación que les pone el demonio 'que las hizo daño' 'que ¡nunca más
penitencia!, ni la que manda la orden que ya lo probaron'. No guardan unas cosas
muy bajas de la Regla -como es el silencio, que no nos ha de hacer mal-, y no
nos ha venido la imaginación de que nos duele la cabeza, cuando dejamos de ir
al coro -que tampoco nos mata-, un día porque nos dolió, y otro porque nos ha
dolido, y otros tres porque no nos duela.
8
Y no le parece justo juzgarnos mal -añadía la 1ª redacción-. -En lugar del
n. siguiente, la redacción primitiva concluía así: ¡Oh, este quejar
-válgame Dios- entre monjas!; que El me lo perdone, que temo es ya costumbre. A
mí me acaeció una vez ver esto: que la tenía una de quejarse de la cabeza, y
quejábaseme mucho de ella. Venido a averiguar, poco ni mucho le dolía, sino en
otra parte tenía algún dolor. -Todo este capítulo es mucho más espontáneo y
finamente cáustico en la redacción escurialense.
Prosigue
en la mortificación, y dice la que se ha de adquirir en las enfermedades.
1.
Cosa imperfecta me parece, hermanas mías, este quejarnos siempre con livianos
males; si podéis sufrirlo, no lo hagáis. Cuando es grave el mal, él mismo se
queja; es otro quejido y luego se parece (1). Mirad que sois pocas, y si una
tiene esta costumbre es para traer fatigadas a todas, si os tenéis amor y hay
caridad; sino que la que estuviere de mal que sea de veras, lo diga y tome lo
necesario; que si perdéis el amor propio, sentiréis tanto cualquier regalo,
que no hayáis miedo le toméis sin necesidad ni os quejéis sin causa. Cuando
la hay, sería muy peor no decirlo que tomarle sin ella, y muy malo si no os
apiadasen.
2.
Mas de eso, a buen seguro que adonde hay caridad y tan pocas, que nunca falte el
cuidado de curaros (2). Mas unas flaquezas y malecillos de mujeres, olvidaos de
quejarlas, que algunas veces pone el demonio imaginación de esos dolores;
quítanse y pónense. Si no se pierde la costumbre de decirlo y quejaros de todo
si no fuere a Dios, nunca acabaréis (3). Porque este cuerpo tiene una falta,
que mientras más le regalan, más necesidades descubre. Es cosa extraña lo que
quiere ser regalado; y como tiene aquí algún buen color, por poca que sea la
necesidad, engaña a la pobre del alma para que no medre.
3.
Acordaos qué de pobres enfermos habrá que no tengan a quién se quejar. Pues
pobres y regaladas, no lleva camino. Acordaos también de muchas casadas; -yo
sé que las hay- y personas de suerte, que con graves males, por no dar enfado a
sus maridos, no se osan quejar, y con graves trabajos. Pues ¡pecadora de mí!,
sí, que no venimos aquí a ser más regaladas que ellas. ¡Oh, que estáis
libres de grandes trabajos del mundo, sabed sufrir un poquito por amor de Dios
sin que lo sepan todos! Pues es una mujer muy malcasada (4), y porque no sepa su
marido lo dice y se queja, pasa mucha malaventura sin descansar con nadie, ¿y
no pasaremos algo entre Dios y nosotras de los males que nos da por nuestros
pecados? ¡Cuánto más que es nonada lo que se aplaca el mal!
4.
En todo esto que he dicho, no trato de males recios, cuando hay calentura mucha,
aunque pido haya moderación y sufrimiento siempre, sino unos malecillos que se
pueden pasar en pie. Mas ¿qué fuera si éste se hubiera de ver fuera de esta
casa?, ¿qué dijeran todas las monjas de mí? Y ¡qué de buena gana, si alguna
se enmendara, lo sufriera yo! Porque por una que haya de esta suerte, viene la
cosa a términos que, por la mayor parte, no creen a ninguna, por graves males
que tenga (5).
Acordémonos
de nuestros Padres santos pasados ermitaños, cuya vida pretendemos imitar:
¡qué pasarían de dolores, y qué a solas, y de fríos y hambre y sol y calor,
sin tener a quién se quejar sino a Dios! ¿Pensáis que eran de hierro? Pues
tan delicados eran como nosotras. Y creed, hijas, que en comenzando a vencer
estos corpezuelos, no nos cansan tanto. Hartas habrá que miren lo que es
menester; descuidaos de vosotras, si no fuere a necesidad conocida. Si no nos
determinamos a tragar de una vez la muerte y la falta de salud, nunca haremos
nada.
5.
Procurad de no temerla, y dejaros toda en Dios, venga lo que viniere. ¿Qué va
en que muramos? De cuantas veces nos ha burlado el cuerpo, ¿no burlaríamos
alguna de él? Y creed que esta determinación importa más de lo que podemos
entender; porque de muchas veces que poco a poco lo vayamos (6) haciendo, con el
favor del Señor, quedaremos señoras de él. Pues vencer un tal enemigo, es
gran negocio para pasar en la batalla de esta vida. Hágalo el Señor como
puede. Bien creo no entiende la ganancia sino quien ya goza de la victoria, que
es tan grande, a lo que creo, que nadie sentiría pasar trabajo por quedar en
este sosiego y señorío.
NOTAS
1
Luego se parece: se pone de manifiesto. -En la 1ª redacción el capítulo
comenzaba en términos más perentorios: Cosa imperfectísima me parece,
hermanas mías, este aullar y quejar siempre y enflaquecer la habla haciéndola
de enferma...
2
... adonde hay "oración" y caridad y tan pocas... -había escrito en
la 1ª redacción.
3
En la 1ª redacción añadía: Pongo tanto en esto, porque tengo para mí
importa y que es una cosa que tiene muy relajados los monasterios.
4
Malcasada: en la acepción de desafortunada en el matrimonio, o -como dice la
Santa- "que pasa mucha malaventura".
5
La 1ª redacción proseguía: En fín, viene la cosa a términos, que pierden
unas por otras; y si alguna hay sufrida, aún los mismos médicos no la creen,
como han visto a otras con poco mal quejarse tanto. (Como es para solas mis
hijas, todo puede pasar).
6
Vamos, escribió la Santa, contracción frecuente en su pluma (como hais por
hayais; cf. este mismo cap. en la 1ª red. n. 1).
Trata
de cómo ha de tener en poco la vida el verdadero amador de Dios, y la honra.
1.
Vamos a otras cosas que también importan harto, aunque parecen menudas. Trabajo
grande parece todo, y con razón, porque es guerra contra nosotros mismos; mas
comenzándose a obrar, obra Dios tanto en el alma y hácela tantas mercedes, que
todo le parece poco cuanto se puede hacer en esta vida. Y pues las monjas
hacemos lo más, que es dar la libertad por amor de Dios poniéndola en otro
poder, y pasan tantos trabajos, ayunos, silencio, encerramiento, servir el coro,
que por mucho que nos queramos regalar es alguna vez, y por ventura sola yo en
muchos monasterios que he visto, pues ¿por qué nos hemos de detener en
mortificar lo interior, pues en esto está el ir todo estotro muy más meritorio
y perfecto, y después obrarlo con más suavidad y descanso? Esto se adquiere
con ir -como he dicho- (1) poco a poco, no haciendo nuestra voluntad y apetito,
aun en cosas menudas, hasta acabar de rendir el cuerpo al espíritu.
2.
Torno a decir (2) que está el todo o gran parte en perder cuidado de nosotros
mismos y nuestro regalo; que quien de verdad comienza a servir al Señor, lo
menos que le puede ofrecer es la vida. Pues le ha dado su voluntad, ¿qué teme?
Claro está que si es verdadero religioso o verdadero orador (3), y pretende
gozar regalos de Dios, que no ha de volver las espaldas a desear morir por él y
pasar martirio. Pues ¿ya no sabéis, hermanas, que la vida del buen religioso y
que quiere ser de los allegados amigos de Dios es un largo martirio? Largo,
porque para compararle a los que de presto los degollaban, puédese llamar
largo; mas toda es corta la vida, y algunas cortísimas. ¿Y qué sabemos si
seremos de tan corta, que desde una hora o momento que nos determinemos a servir
del todo a Dios se acabe? Posible sería; que, en fin, todo lo que tiene fin no
hay que hacer caso de ello; y pensando que cada hora es la postrera, ¿quién no
la trabajará? Pues creedme que pensar esto es lo más seguro.
3.
Por eso mostrémonos a contradecir en todo nuestra voluntad; que si traéis
cuidado, como he dicho (4), sin saber cómo, poco a poco os hallaréis en la
cumbre. Mas ¡qué gran rigor parece decir no nos hagamos placer en nada, como
no se dice qué gustos y deleites trae consigo esta contradicción y lo que se
gana con ella! Aun en esta vida, ¡qué seguridad! Aquí, como todas lo usáis,
estáse lo más hecho; unas a otras se despiertan y ayudan; en esto ha cada una
procurar (5) ir adelante de las otras.
4.
En los movimientos interiores se traiga mucha cuenta, en especial si tocan en
mayorías. Dios nos libre, por su Pasión, de decir ni pensar para detenerse en
ello "si soy más antigua", "si he más años", "si he
trabajado más", "si tratan a la otra mejor". Estos pensamientos,
si vinieren, es menester atajarlos con presteza; que si se detienen en ellos, o
lo ponen en plática, es pestilencia y de donde nacen grandes males (6). Si
tuvieren priora que consiente cosa de éstas, por poco que sea, crean por sus
pecados ha permitido Dios la tengan para comenzarse a perder, y hagan gran
oración porque dé el remedio, porque están en gran peligro (7).
5.
Podrá ser que digan "que para qué pongo tanto en esto" y "que
va con rigor"; "que regalos hace Dios a quien no está tan
desasido".
-Yo
lo creo, que con su sabiduría infinita ve que conviene para traerlos a que lo
dejen todo por El. No llamo "dejarlo", entrar en religión, que
impedimentos puede haber, y en cada parte puede el alma perfecta estar desasida
y humilde; ello a más trabajo suyo, que gran cosa es el aparejo. Mas créanme
una cosa, que si hay punto de honra o de hacienda (8) (y) esto tan bien puede
haberlo en los monasterios como fuera, aunque más quitadas están las ocasiones
y mayor sería la culpa), que aunque tengan muchos años de oración (o,) por
mejor decir, consideración, porque oración perfecta, en fin, quita estos
resabios), que nunca medrarán mucho ni llegarán a gozar el verdadero fruto de
la oración.
6.
Mirad si os va algo, hermanas, en estas cosas, pues no estáis aquí a otra
cosa. Vosotras no quedáis más honradas, y el provecho perdido para lo que
podríais más ganar; así que deshonra y pérdida cabe aquí junto (9).
Cada
una mire en sí lo que tiene de humildad y verá lo que está aprovechada.
Paréceme que al verdadero humilde aun de primer movimiento no osará el demonio
tentarle en cosa de mayorías; porque, como es tan sagaz, teme el golpe. Es
imposible, si uno es humilde, que no gane más fortaleza en esta virtud, y
aprovechamiento, si el demonio le tienta por ahí; porque está claro que ha de
dar vuelta sobre su vida, y mirar (10) lo que ha servido con lo que debe al
Señor, y las grandezas que hizo en bajarse a sí para dejarnos ejemplo de
humildad, y mirar sus pecados y adónde merecía estar por ellos. Sale el alma
tan gananciosa, que no osa tornar (11) otro día por no ir quebrada la cabeza.
7.
Este consejo tomad de mí y no se os olvide: que no sólo en lo interior -que
sería gran mal no quedar con ganancia-, mas en lo exterior procurad la saquen
las hermanas de vuestra tentación; si queréis vengaros del demonio y libraros
más presto de la tentación, que así como os venga pidáis a la prelada que os
mande hacer algún oficio bajo o, como pudiereis, los hagáis vos, y andéis
estudiando en esto cómo doblar vuestra voluntad en cosas contrarias, que el
Señor os las descubrirá, y con esto durará poco la tentación (12). Dios nos
libre de personas que le quieren servir acordarse de honra. Mirad que es mala
ganancia, y -como he dicho- (13) la misma honra se pierde con desearla, en
especial en las mayorías, que no hay tóxico en el mundo que así mate como
estas cosas la perfección.
8.
Diréis "que son cosillas naturales, que no hay que hacer caso".
-No
os burléis con eso, que crece como espuma, y no hay cosa pequeña en tan
notable peligro como son estos puntos de honra y mirar si nos hicieron agravio.
¿Sabéis por qué, sin otras hartas cosas? -Por ventura en una comienza por
poco y no es casi nada, y luego mueve el demonio a que al otro le parezca mucho,
y aun pensará es caridad decirle que cómo consiente aquel agravio, que Dios le
dé paciencia, que se lo ofrezcáis, que no sufriera más un santo. Pone un
caramillo en la lengua de la otra (14), que ya que acabáis con vos de sufrir,
quedáis aún tentada de vanagloria de lo que no sufristeis con la perfección
que se había de sufrir.
9.
Y es esta nuestra naturaleza tan flaca, que aun diciéndonos que no hay qué
sufrir, pensamos hemos hecho algo y lo sentimos, cuánto más ver que lo sienten
por nosotras. Y así va perdiendo el alma las ocasiones que había tenido para
merecer, y queda más flaca y abierta la puerta al demonio para que otra vez
venga con otra cosa peor; y aun podrá acaecer, aun cuando vos queráis
sufrirlo, que vengan a vos y os dirán "que si sois bestia", "que
bien es que se sientan las cosas" (15). ¡Oh, por amor de Dios, hermanas
mías!, que a ninguna le mueva indiscreta caridad para mostrar lástima de la
otra en cosa que toque a estos fingidos agravios, que es como la que tuvieron
los amigos del santo Job con él (16), y su mujer.
NOTAS
1
En el c. 11, n. 5. -Los pensamientos que preceden tenían otro matiz en la 1ª
redacción: Pues ¿por qué nos detenemos en mortificar estos cuerpos en
naderías, que es no hacerlos placer en nada, sino andar en cuidado llevándolos
por donde no quieren hasta tenerlos rendidos al espíritu?
2
Cf. c. 11, n. 4.
3
Verdadero orador: verdadera persona de oración.
4
En el n. 1 y en el c. 11, n. 5. -Uno de los censores acotó este pasaje con una
larga nota, que luego fue introducida en el texto por el amanuense del ms. de
Salamanca. Dice así: No nos hagamos placer etc.: en esta mortificación parece
que en todo se huelgan y hacen placer queriéndolo todo; porque tienen lo que
quieren y quieren lo que tienen, en lo cual consiste nuestro contentamiento
siendo bueno lo que se quiere".
5
En esto ha cada una de procurar...
6
En la 1ª redacción: ...de donde nacen grandes males en los monasterios.
¡Miren que lo sé mucho!
7
En la 1ª redacción: ... clamen a él y toda su oración sea porque dé el
remedio en religioso o persona de oración; que quien de veras la tiene con
determinación de gozar de las mercedes que hace Dios y regalos en ella, esto
del desasimiento a todos conviene.
8
Punto de honra o de hacienda: vana estima o deseo de una u otra. En la 1ª
redacción había escrito: punto de honra o deseo de hacienda.
9
Alusión a una especie de ley del código del honor. En la 1ª redacción la
alusión es explícita.
10
Mirar (comparar) lo que ha servido con lo que debe. Al margen anotó uno de los
censores: "remedio de humildes contra la soberbia".
11
No osa tornar "el demonio", añadió la Santa en el ms. de Madrid.
12
La 1ª redacción añadía: (en cosas contrarias...) y con mortificaciones
públicas, pues se usan en esta casa. Como de pestilencia huid de tales
tentaciones del demonio, y procurad que esté poco con vos".
13
En el n. 6.
14
Caramillo era una flautilla de caña, y en sentido figurado, "chisme o
enredo". "Poner un caramillo en la lengua" es "inducir a
algo seduciendo".
15
En la 1ª redacción añadía una de sus típicas exclamaciones finamente
irónica: ¡Uh, que si hay alguna amiga!
16
Job 2, 11. -En el ms. de Toledo la Santa enmendó la frase final, equívoca: ...
y la que tuvo su mujer.
Prosigue
en la mortificación, y cómo ha de huir de los puntos y razones del mundo para
llegarse a la verdadera razón.
1.
Muchas veces os lo digo, hermanas, y ahora lo quiero dejar escrito aquí, porque
no se os olvide, que en esta casa, y aun toda persona que quisiere ser perfecta,
huya mil leguas de "razón tuve", "hiciéronme sinrazón",
"no tuvo razón quien esto hizo conmigo"... De malas razones nos libre
Dios. ¿Parece que había razón para que nuestro buen Jesús sufriese tantas
injurias y se las hiciesen y tantas sinrazones? La que no quisiere llevar cruz
sino la que le dieren muy puesta en razón, no sé yo para qué está en el
monasterio; tórnese al mundo, adonde aun no le guardarán esas razones. ¿Por
ventura podéis pasar tanto que no debáis más? ¿Qué razón es ésta? Por
cierto, yo no la entiendo.
2.
Cuando nos hicieren alguna honra o regalo o buen tratamiento, saquemos esas
razones, que cierto es contra razón nos le hagan en esta vida. Mas cuando
agravios -que así los nombran sin hacernos agravio-, yo no sé qué hay que
hablar. O somos esposas de tan gran rey, o no. Si lo somos, ¿qué mujer honrada
hay que no participe de las deshonras que a su esposo hacen? Aunque no lo quiera
por su voluntad, en fin, de honra o deshonra participan entrambos. Pues tener
parte en su reino y gozarle, y de las deshonras y trabajos querer quedar sin
ninguna parte, es disparate.
3.
No nos lo deje Dios querer, sino que la que le pareciere es tenida entre todas
en menos, se tenga por más bienaventurada; y así lo es, si lo lleva como lo ha
de llevar, que no le faltará honra en esta vida ni en la otra. Créanme esto a
mí. Mas qué disparate he dicho, que me crean a mí, diciéndolo la verdadera
Sabiduría (1).
Parezcámonos,
hijas mías, en algo a la gran humildad de la Virgen Sacratísima, cuyo hábito
traemos, que es confusión nombrarnos monjas suyas; que por mucho que nos
parezca nos humillamos, quedamos bien cortas para ser hijas de tal Madre y
esposas de tal Esposo.
Así
que si las cosas dichas no se atajan con diligencia, lo que hoy no parece nada
mañana por ventura será pecado venial; y es de tan mala digestión, que si os
dejáis no quedará solo. Es cosa muy mala para congregaciones.
4.
En esto habíamos de mirar mucho las que estamos en ella, por no dañar a las
que trabajan por hacernos bien y darnos buen ejemplo. Y si entendiésemos cuán
gran daño se hace en que se comience una mala costumbre, más querríamos morir
que ser causa de ello; (2) porque es muerte corporal, y pérdidas en las almas
es gran pérdida y que no parece se acaba de perder; porque muertas unas vienen
otras, y a todas por ventura les cabe más parte de una mala costumbre que
pusimos, que de muchas virtudes; porque el demonio no la deja caer, y las
virtudes la misma flaqueza natural las hace perder.
5.
¡Oh, qué grandísima caridad haría y qué gran servicio a Dios la monja que
en sí viese que no puede llevar las costumbres que hay en esta casa, conocerlo
e irse! Y mire que le cumple, si no quiere tener un infierno acá y plega a Dios
no sea otro allá (3), porque hay muchas causas para temer esto, y por ventura
ella ni las demás no lo entenderán como yo.
6.
Créanme en esto, y si no, el tiempo les doy por testigo. Porque el estilo que
pretendemos llevar es no sólo de ser monjas, sino ermitañas, y así se desasen
de todo lo criado, y a quien el Señor ha escogido para aquí, particularmente
veo la hace esta merced. Aunque ahora no sea en toda perfección, vese que va ya
a ella por el gran contento que le da y alegría ver que no ha de tornar a
tratar con cosa de la vida, y el sabor todas las de la Religión.
Torno
a decir que si inclina a cosas del mundo, que se vaya si no se ve ir
aprovechando; e irse, si todavía quiere ser monja, a otro monasterio, y si no,
verá cómo le sucede. No se queje de mí, que comencé éste, porque no la
aviso.
7.
Esta casa es un cielo, si le puede haber en la tierra, para quien se contenta
sólo de contentar a Dios y no hace caso de contento suyo; tiénese muy buena
vida; en queriendo algo más, se perderá todo, porque no lo puede tener; y alma
descontenta es como quien tiene gran hastío, que por bueno que sea el manjar,
la da en rostro, y de lo que los sanos toman gran gusto comer, le hace asco en
el estómago. En otra parte se salvará mejor, y podrá ser que poco o poco
llegue a la perfección que aquí no pudo sufrir por tomarse por junto. Que
aunque en lo interior se aguarde tiempo para del todo desasirse y mortificarse,
en lo exterior ha de ser luego. Y a quien con ver que todas lo hacen y con andar
en tan buena compañía siempre, no le aprovecha en un año, temo que no
aprovechará en muchos, más, sino menos. No digo sea tan cumplidamente como en
las otras, mas que se entienda va cobrando salud, que luego se ve cuándo el mal
es mortal.
NOTAS
1
En la 1ª redacción: ¡Qué disparate he dicho que me crean a mí, diciéndolo
la verdadera Sabiduría -que es la misma Verdad-. Y la Reina de los ángeles.
-Alusión a la sentencia evangélica de Lc 14, 11... y a dos versos del
Magnificat: Lc 1, 48, y 52. -Proseguía enseguida: Siquiera en algo, imitemos
esta su humildad, digo algo, porque por mucho que nos bajemos y humillemos, no
hace nada una como yo, que por sus pecados tenía merecido la hiciesen bajar y
despreciar los demonios, ya que ella no quisiese. Porque aunque no tengan tantos
pecados, por maravilla habrá quien deje de tener alguno por que haya perecido
el infierno.
2
Una mala costumbre de estos puntillos de honra; mas querríamos morir mil
muertes; así en la primera redacción.
3
El releer la Santa este pasaje ya listo para la imprenta, encontró dura su
amenaza "si no quiere tener un infierno acá y otro allá", y la
tachó. Entre líneas completó la frase anterior: ... lo conociese y se fuese
"antes que profesase, como otra vez he dicho".
El
texto de la 1ª redacción era más extensivo y mucho más fuerte: ¡Oh, qué
grandísima caridad haría y qué gran servicio a Dios, la monja que se viese no
puede llevar las perfecciones y costumbres que hay en esta casa, conocerse e
irse y dejar a las otras en paz...! Y aun en todos los monasterios (al menos si
me creen a mí) no lo tendrán ni darán profesión hasta que de muchos años
esté probado a ver si se enmiendan.. -No llamo faltas en la penitencia y
ayunos, porque aunque lo es, no son cosas que hacen tanto daño. Mas unas
condiciones que hay de suyo amigas de ser estimadas y tenidas, y mirar las
faltas ajenas y nunca conocer las suyas y otras cosas semejantes, que
verdaderamente nace de poca humildad; si Dios no favorece con darla gran
espíritu, hasta de muchos años verla enmendada, os libre Dios de que quede en
vuestra compañía. Entended que ni ella sosegará ni os dejará sosegar a
todas. Como no tomáis dote, háceos Dios merced para esto, que es lo que me
lastima de los monasterios: que muchas veces, por no tornar a dar el dinero,
dejan el ladrón que les robe el tesoro, o por la honra de sus deudos. En esta
casa tenéis ya aventurada y perdida la honra del mundo, porque los pobres no
son honrados; no tan a vuestra costa queráis que lo sean los otros. Nuestra
honra, hermanas, ha de ser servir a Dios. Quien pensare que de esto os ha de
estorbar, quédese con su honra en su casa; que para esto ordenaron nuestros
padres la probación de un año, y en nuestra Orden que no se dé en cuatro, que
para esto hay libertad. Aquí querría yo no se diese en diez. La monja humilde
poco se le dará en no ser profesa; ya sabe que si es buena, no la echarán; si
no, ¿para qué quiere hacer daño a este colegio de Cristo. Y no llamo no ser
buena, cosa de vanidad, que, con el favor de Dios, creo estará lejos de esta
casa; llamo no ser buena, no estar mortificada, sino con asimiento de cosas del
mundo o de sí en estas cosas que he dicho. Y la que mucho en sí no le viere,
créame ella mesma y no haga profesión si no quiere tener un infierno acá, y
plega a Dios no sea otro allá, porque hay muchas causas en ella para ello; y
por ventura las mesmas de la casa no las entenderán, ni la mesma, como yo las
tengo entendidas".
4
Y a quien... no le aprovecha en un año, o medio, temo no aprovechará más en
muchos, sino menos; así en la 1ª redacción.
En
que trata lo mucho que importa no dar profesión a ninguna que vaya contrario su
espíritu de las cosas que quedan dichas.
1.
Bien creo que favorece el Señor mucho a quien bien se determina, y por eso se
ha de mirar qué intento tiene la que entra, no sea sólo por remediarse (como)
acaecerá a muchas), puesto que el Señor puede perfeccionar este intento, si es
persona de buen entendimiento, que si no, en ninguna manera se tome; porque ni
ella se entenderá cómo entra, ni después a las que la quisieren poner en lo
mejor. Porque, por la mayor parte, quien esta falta tiene, siempre les parece
atinan más lo que les conviene que los más sabios; y es mal que le tengo por
incurable, porque por maravilla deja de traer consigo malicia. Adonde hay
muchas, podráse tolerar, y entre tan pocas no se podrá sufrir.
2.
Un buen entendimiento, si se comienza a aficionar al bien, ásese a él con
fortaleza, porque ve es lo más acertado; y cuando no aproveche para mucho
espíritu, aprovechará para buen consejo y para hartas cosas, sin cansar a
nadie (1). Cuando éste falta, yo no sé para qué puede aprovechar en
comunidad, y podría dañar harto.
Esta
falta (2) no se ve muy en breve, porque muchas hablan bien y entienden mal, y
otras hablan corto y no muy cortado, y tienen entendimiento para mucho bien. Que
hay unas simplicidades santas que saben poco para negocios y estilo de mundo, y
mucho para tratar con Dios. Por eso es menester gran información para tomarlas
y larga probación para hacerlas profesas. Entienda una vez el mundo que tenéis
libertad para echarlas, que en monasterio donde hay asperezas, muchas ocasiones
hay, y como se use, no lo tendrán por agravio.
3.
Digo esto, porque son tan desventurados estos tiempos y tanta nuestra flaqueza,
que no basta tenerlo por mandamiento de nuestros pasados, para que dejemos de
mirar lo que han tomado por honra los presentes para no agraviar los deudos.
Plega a Dios no lo paguemos en la otra vida las que las admitimos, que nunca
falta un color con que nos hacemos entender se sufre hacerlo (3).
4.
Y éste es un negocio que cada una por sí le había de mirar y encomendar a
Dios y animar a la prelada, pues es cosa que tanto importa. Y así suplico a
Dios en ello os dé luz, que harto bien tenéis en no recibir dotes, que adonde
se toman podría acaecer que por no tornar a dar el dinero -que ya no lo tienen-
dejen el ladrón en casa que les robe el tesoro, que no es pequeña lástima.
Vosotras, para en este caso, no la tengáis de nadie, porque será dañar a
quien pretendéis hacer provecho.
NOTAS
1
Antes, es recreación, proseguía la 1ª redacción.
2
... y las demás! (1ª red.).
3
La 1ª redacción añadía: Y en caso tan importante ninguno es bueno; porque
cuando el Prelado sin afición ni pasión mira lo que está bien a la casa,
nunca creo Dios le dejará errar. Y en mirar estas piedades y puntos necios
tengo para mí que no deja de haber yerro.
Que
trata del gran bien que hay en no disculparse, aunque se vean condenar sin
culpa.
1.
Confusión grande me hace lo que os voy a persuadir (1), porque había de haber
obrado siquiera algo de lo que os digo en esta virtud; es así que yo confieso
haber aprovechado muy poco. Jamás me parece me falta una causa para parecerme
mayor virtud dar disculpa. Como algunas veces es lícito y sería mal no lo
hacer, no tengo discreción -o, por mejor decir, humildad- para hacerlo cuando
conviene. Porque, verdaderamente, es de gran humildad verse condenar sin culpa y
callar, y es gran imitación del Señor que nos quitó todas las culpas. Y así
os ruego mucho traigáis en esto gran estudio, porque trae consigo grandes
ganancias, y en procurar nosotras mismas librarnos de culpa, ninguna, ninguna
veo, si no es -como digo- en algunos casos que podría causar enojo o escándalo
no decir la verdad. Esto quien tuviere más discreción que yo lo entenderá.
2.
Creo va mucho en acostumbrarse a esta virtud, o en procurar alcanzar del Señor
verdadera humildad, que de aquí debe venir; porque el verdadero humilde ha de
desear con verdad ser tenido en poco y perseguido y condenado sin culpa, aun en
cosas graves. Porque si quiere imitar al Señor, ¿en qué mejor puede que en
esto? Que aquí no son menester fuerzas corporales ni ayuda de nadie, sino de
Dios.
3.
Estas virtudes grandes, hermanas mías, querría yo estudiásemos mucho e
hiciésemos penitencia, que en demasiadas penitencias ya sabéis os voy a la
mano, porque pueden hacer daño a la salud si son sin discreción. En estotro no
hay que temer, porque por grandes que sean las virtudes interiores, no quitan
las fuerzas del cuerpo para servir la religión, sino fortalecen el alma; y de
cosas muy pequeñas se pueden -como he dicho otras veces- acostumbrar para salir
con victoria en las grandes (2). En éstas no he yo podido hacer esta prueba,
porque nunca oí decir cosa mala de mí que no viese quedaban cortos; porque,
aunque no era en las mismas cosas, tenía ofendido a Dios en otras muchas, y
parecíame habían hecho harto en dejar aquéllas, y siempre me huelgo yo más
que digan de mí lo que no es, que no las verdades (3).
4.
Ayuda mucho traer consideración de lo mucho que se gana por todas vías y cómo
nunca -bien mirado- nunca nos culpan sin culpas, que siempre andamos llenas de
ellas, pues cae siete veces al día el justo, y sería mentira decir no tenemos
pecado (4). Así que, aunque no sea en lo mismo que nos culpan, nunca estamos
sin culpa del todo, como lo estaba el buen Jesús.
5.
¡Oh Señor mío!, cuando pienso por qué de maneras padecisteis y cómo por
ninguna lo merecíais, no sé qué me diga de mí, ni dónde tuve el seso cuando
no deseaba padecer, ni adónde estoy cuando me disculpo. Ya sabéis Vos, Bien
mío, que si tengo algún bien, que no es dado por otras manos sino por las
vuestras. Pues ¿qué os va, Señor, más en dar mucho que poco? Si es por no lo
merecer yo, tampoco merecía las mercedes que me habéis hecho. ¿Es posible que
he yo de querer que sienta nadie bien de cosa tan mala, habiendo dicho tantos
males de Vos, que sois bien sobre todos los bienes? No se sufre, no se sufre,
Dios mío -ni querría yo lo sufrieseis Vos- que haya en vuestra sierva cosa que
no contente a vuestros ojos. Pues mirad, Señor, que los míos están ciegos y
se contentan de muy poco. Dadme Vos luz y haced que con verdad desee que todos
me aborrezcan, pues tantas veces os he dejado a Vos, amándome con tanta
fidelidad.
6.
¿Qué es esto, mi Dios? ¿Qué pensamos sacar de contentar a las criaturas?
¿Qué nos va en ser muy culpadas de todas ellas, si delante del Señor estamos
sin culpa? ¡Oh hermanas mías, que nunca acabamos de entender esta verdad, y
así nunca acabamos de estar perfectas, si mucho no la andamos considerando y
pensando qué es lo que es y qué es lo que no es!
Pues
cuando no hubiese otra ganancia sino la confusión que le quedará a la persona
que os hubiere culpado de ver que vos sin ella os dejáis condenar, es
grandísimo. Más levanta una cosa de éstas a las veces el alma que diez
sermones. Pues todas hemos de procurar de ser predicadoras de obras, pues el
Apóstol y nuestra inhabilidad nos quita que lo seamos en las palabras (5).
7.
Nunca penséis ha de estar secreto el mal o el bien que hiciereis, por
encerradas que estéis. Y ¿pensáis que aunque vos, hija, no os disculpéis, ha
de faltar quien torne de vos? Mirad cómo respondió el Señor por la Magdalena
en casa del Fariseo y cuando su hermana la culpaba (6). No os llevará por el
rigor que a sí, que ya al tiempo que tuvo un ladrón que tornase por El, estaba
en la cruz; (7) así que Su Majestad moverá a quien torne por vosotras, y
cuando no, no será menester. Esto yo lo he visto y es así, aunque no querría
se os acordase, sino que os holgaseis de quedar culpadas, y el provecho que
veréis en vuestra alma, el tiempo os doy por testigo. Porque se comienza a
ganar libertad y no se da más que digan mal que bien, antes parece es negocio
ajeno. Y es como cuando están hablando dos personas, y como no es con nosotras
mismas, estamos descuidadas de la respuesta. Así es acá: con la costumbre que
está hecha de que no hemos de responder, no parece hablan con nosotras.
Parecerá
esto imposible a los que somos muy sentidos y poco mortificados. A los
principios dificultoso es; mas yo sé que se puede alcanzar esta libertad y
negación y desasimiento de nosotros mismos con el favor del Señor.
NOTAS
1
En la 1ª redacción precedía una introducción interesante: Mas ¡qué
desconcertado escribo! Bien como quien no sabe qué hace. Vosotras tenéis la
culpa, hermanas, pues me lo mandáis. Leedlo como pudiéreis, que así lo
escribo yo como puedo; y si no, quemadlo por mal que va. Quiérese asiento, y yo
tengo tan poco lugar como veis, que se pasan ocho días que no escribo; y así,
se me olvida lo que he dicho y aun lo que voy a decir, que ahora será mal de
mí y rogaros no lo hagáis vosotras en esto que acabo de hacer, que es
disculparme; que veo ser una costumbre perfectísima y de gran edificación y
mérito; y aunque os la enseño muchas veces, y por la bondad de Dios lo
hacéis, nunca Su Majestad me la ha dado.
2
Cf. c. 12, nn. 1-2 y c. 11, n. 5. -En la 1ª redacción añadía: Mas ¡qué
bien se escribe esto, y qué mal lo hago yo! A la verdad, en cosas grandes nunca
he podido hacer esta prueba.
3
La 1ª redacción contenía otros detalles: Estotras cosas, por graves que
fuesen, no. Mas en cosas pequeñas seguía mi naturaleza -y sigo- sin advertir
qué es lo más perfecto. Por eso querría yo lo comenzáseis temprano a
entender, y cada una a traer consideración de lo mucho que gana por todas
vías, y por ninguna pierde, a mi parecer. Gana lo principal en seguir en algo
al Señor. Digo algo, porque -como he dicho- nunca nos culpan sin culpas.
4
Alusiones a Pv 24, 16 y Jn 1, 8-10.
5
Alusión a la prescripción paulina de 1 Cor 16, 34.
6
Lc 7, 36-40 y 10, 38.
7
Lc 23, 41.
De
la diferencia que ha de haber en la perfección de la vida de los contemplativos
a los que se contentan con oración mental, y cómo es posible algunas veces
subir Dios un alma
1.
Y no os parezca mucho todo esto, que voy entablando el juego, como dicen.
Pedísteisme os dijese el principio de oración; yo, hijas, aunque no me llevó
Dios por este principio, porque aún no le debo tener de estas virtudes (2), no
sé otro. Pues creed que quien no sabe concertar las piezas en el juego de
ajedrez, que sabrá mal jugar, y si no sabe dar jaque, no sabrá dar mate. Así
me habéis de reprender porque hablo en cosa de juego, no le habiendo en esta
casa ni habiéndole de haber. Aquí veréis la madre que os dio Dios, que hasta
esta vanidad sabía; mas dicen que es lícito algunas veces. Y cuán lícito
será para nosotras esta manera de jugar, y cuán presto, si mucho lo usamos,
daremos mate a este Rey divino, que no se nos podrá ir de las manos ni querrá.
2.
La dama (3) es la que más guerra le puede hacer en este juego, y todas las
otras piezas ayudan. No hay dama que así le haga rendir como la humildad. Esta
le trajo del cielo en las entrañas de la Virgen, y con ella le traeremos
nosotras de un cabello a nuestras almas (4). Y creed que quien más tuviere,
más le tendrá, y quien menos, menos. Porque no puedo yo entender cómo haya ni
pueda haber humildad sin amor, ni amor sin humildad, ni es posible estar estas
dos virtudes sin gran desasimiento de todo lo criado.
3.
Diréis, mis hijas, "que para qué os hablo en virtudes, que hartos libros
tenéis que os las enseñan, que no queréis sino contemplación". -Digo yo
que aun si pidierais meditación pudiera hablar de ella y aconsejar a todos la
tuvieran, aunque no tengan virtudes; porque es principio para alcanzar todas las
virtudes, y cosa que nos va la vida en comenzarla todos los cristianos, y
ninguno, por perdido que sea, si Dios le despierta a tan gran bien, lo habrá de
dejar, como ya tengo escrito en otra parte (5), y otros muchos que saben lo que
escriben, que yo por cierto que no lo sé; Dios lo sabe.
4.
Mas contemplación es otra cosa, hijas, que éste es el engaño que todos
traemos, que en llegándose uno un rato cada día a pensar sus pecados (que)
está obligado a ello si es cristiano de más que nombre), luego dicen es muy
contemplativo, y luego le quieren con tan grandes virtudes como está obligado a
tener el muy contemplativo, y aun él se quiere, mas yerra. En los principios no
supo entablar el juego: pensó bastaba conocer las piezas para dar mate, y es
imposible, que no se da este Rey sino a quien se le da del todo.
5.
Así que, hijas, si queréis que os diga el camino para llegar a la
contemplación, sufrid que sea un poco larga en cosas aunque no os parezcan
luego tan importantes, aunque a mi parecer no lo dejan de ser. Y si no las
queréis oír ni obrar, quedaos con vuestra oración mental toda vuestra vida,
que yo os aseguro a vosotras y a todas las personas que pretendieren este bien
(ya) puede ser yo me engañe, porque juzgo por mí que lo procuré veinte años)
que no lleguéis a verdadera contemplación.
6.
Quiero ahora declarar -porque algunas no lo entenderéis- qué es oración
mental, y plega a Dios que ésta tengamos como se ha de tener; mas también he
miedo que se tiene con harto trabajo si no se procuran las virtudes, aunque no
en tan alto grado como para la contemplación son menester. Digo que no vendrá
el Rey de la gloria a nuestra alma -digo a estar unido con ella- si no nos
esforzamos a ganar las virtudes grandes. Quiérolo declarar, porque si en alguna
cosa que no sea verdad me tomáis, no creeréis cosa, y tendríais razón si
fuese con advertencia, mas no me dé Dios tal lugar; será no saber más, o no
lo entender. Quiero, pues, decir que algunas veces querrá Dios a personas que
estén en mal estado hacerles tan gran favor para sacarlas por este medio de las
manos al demonio (6).
7.
¡Oh Señor mío, qué de veces os hacemos andar a brazos (7) con el demonio!
¿No bastara que os dejasteis tomar en ellos cuando os llevó al pináculo, para
enseñarnos a vencerle? Mas, ¡qué sería, hijas, ver junto a aquel Sol con las
tinieblas y qué temor llevaría aquel desventurado sin saber de qué, que no
permitió Dios lo entendiese! (8) Bendita sea tanta piedad y misericordia; que
vergüenza habíamos de haber los cristianos de hacerle andar cada día a brazos
-como he dicho- con tan sucia bestia. Bien fue menester, Señor, los tuvieseis
tan fuertes; mas ¿cómo no os quedaron flacos de tantos tormentos como
pasasteis en la cruz? ¡Oh, que todo lo que se pasa con amor torna a soldarse! Y
así creo, si quedarais con la vida, el mismo amor que nos tenéis tornara a
soldar vuestras llagas, que no fuera menester otra medicina (9). ¡Oh Dios mío,
y quién la pusiese tal en todas las cosas, que me diesen pena y trabajos! Qué
de buena gana las desearía, si tuviese cierto ser curada con tan saludable
ungüento!
8.
Tornando a lo que decía (10), hay almas que entiende Dios que por este medio
las puede granjear para sí. Ya que las ve del todo perdidas, quiere Su Majestad
que no quede por El, y aunque estén en mal estado y faltas de virtudes, dale
gustos y regalos y ternura que la comienza a mover los deseos, y aun pónela en
contemplación algunas veces, pocas, y dura poco. Y esto, como digo, hace porque
las prueba si con aquel favor se querrán disponer a gozarle muchas veces. Mas
si no se dispone, perdonen -o perdonadnos Vos, Señor, por mejor decir- que
harto mal es que os lleguéis Vos a un alma de esta suerte, y se llegue ella
después a cosa de la tierra para atarse a ella.
9.
Tengo para mí que hay muchos con quien Dios nuestro Señor hace esta prueba, y
pocos los que se disponen para gozar de esta merced; que cuando el Señor la
hace y no queda por nosotros, tengo por cierto que nunca cesa de dar hasta
llegar a muy alto grado. Cuando no nos damos a Su Majestad con la determinación
que El se da a nosotros, harto hace de dejarnos en oración mental y visitarnos
de cuando en cuando, como a criados que están en su viña (11). Mas estotros
son hijos regalados, no los querría quitar de cabe sí; ni los quita, porque ya
ellos no se quieren quitar; siéntalos a su mesa, dales de lo que come hasta
quitar el bocado de la boca para dársele.
10.
¡Oh dichoso cuidado, hijas mías! ¡Oh bienaventurada dejación de cosas tan
pocas y tan bajas, que llega a tan gran estado! Mirad qué se os dará, estando
en los brazos de Dios, que os culpe todo el mundo. Poderoso es para libraros de
todo, que una vez que mandó hacer el mundo, fue hecho: su querer es obra. Pues
no hayáis miedo que si no es para más bien del que le ama, consienta hablar
contra vos: no quiere tan poco a quien le quiere (12). Pues ¿por qué, mis
hermanas, no le mostraremos nosotras, en cuanto podemos, el amor? Mirad que es
hermoso trueco dar nuestro amor por el suyo. Mirad que lo puede todo y acá no
podemos nada sino lo que El nos hace poder. Pues ¿qué es esto que hacemos por
Vos, Señor, Hacedor nuestro? Que es tanto como nada, una determinacioncilla.
Pues si lo que no es nada quiere Su Majestad que merezcamos por ello el todo, no
seamos desatinadas.
11.
¡Oh Señor! que todo el daño nos viene de no tener puestos los ojos en Vos,
que si no mirásemos otra cosa sino al camino, presto llegaríamos; mas damos
mil caídas y tropiezos y erramos el camino por no poner los ojos -como digo- en
el verdadero camino. Parece que nunca se anduvo, según se nos hace nuevo. Cosa
es para lastimar, por cierto, lo que algunas veces pasa (13).
Pues
tocar en un puntito de ser menos, no se sufre, ni parece se ha de poder sufrir;
luego dicen: "¡no somos santos!". [12] Dios nos libre, hermanas,
cuando algo hiciéremos no perfecto decir: "no somos ángeles",
"no somos santas". Mirad que, aunque no lo somos, es gran bien pensar,
si nos esforzamos, lo podríamos ser, dándonos Dios la mano; y no hayáis miedo
que quede por El, si no queda por nosotras. Y pues no venimos aquí a otra cosa
(14), manos a labor, como dicen: no entendamos cosa en que se sirve más el
Señor, que no presumamos salir con ella con su favor. Esta presunción querría
yo en esta casa, que hace siempre crecer la humildad: tener una santa osadía,
que Dios ayuda a los fuertes y no es aceptador de personas.
13.
Mucho me he divertido. Quiero tornar a lo que decía (15), que es declarar qué
es oración mental y contemplación. Impertinente parece, mas para vosotras todo
pasa; podrá ser lo entendáis mejor por mi grosero estilo que por otros
elegantes. El Señor me dé favor para ello, amén.
NOTAS
1
Los cuatro primeros números de este capítulo están tomados de la primera
redacción. También en la segunda los incluyó la Autora, pero luego arrancó
ella mismas las páginas que los contenían y comenzó con el n. 5. Los cuatro
párrafos suprimidos llevan por título: Que trata de cuán necesario ha sido lo
que queda dicho para comenzar a tratar de oración.
2
Estas virtudes: humildad y silencio cuando se nos acusa (cf. c. 15, nn. 2-3)).
3
La dama: la reina.
4
Alusión a Ct 4, 9.
5
En Vida c. 8, n. 4 y passim.
6
Con esta proposición comienza un pasaje doctrinalmente interesante,
profusamente discutido y comentado por teresianistas y teólogos de la
espiritualidad. Facilitamos su estudio con los siguientes datos de índole
textual: -1º. La proposición que precede enmienda un texto tachado al arrancar
los cuatro primeros números del capítulo, y que decía así: En el capítulo
pasado dije que no vendría el Rey de la gloria a nuestra alma -digo a estar
unido con ella-, si no nos esforzábamos a ganar las virtudes que allí dije.
-2º. Ténganse en cuenta los matices nuevos del segundo planteamiento del
problema en el número 8: aunque estén en mal estado y faltas de virtudes...
-3º. La primera redacción contiene diferencias textuales importantes; en el n.
6: Acaece muchas veces que el Señor pone un alma muy ruin -entiéndase no
estando en pecado mortal entonces, a mi parecer- ... [el sentido queda suspenso;
probablemente quiso escribir: "el Señor pone en contemplación un alma muy
ruin, etc."]; porque una visión, aunque sea muy buena, permitirá el
Señor que la vea uno estando en mal estado para tornarle a sí; mas ponerle en
contemplación no lo puedo creer porque en aquella unión divina, adonde el
Señor se regala con el alma y el alma con El, no lleva camino alma sucia
deleitarse con ella la limpieza de los cielos y el regalo de los ángeles con
cosa que no sea suya, pues ya sabemos que, en pecando uno mortalmente, es del
demonio: con él se puede regalar, pues le ha contentado (que ya sabemos son sus
regalos continuo tormento aun en esta vida), que no le faltará a mi Señor
hijos suyos con quien se huelgue sin que ande a tomar los ajenos. Hará Su
Majestad lo que hace muchas veces, que es sacárselos de las manos. -El comienzo
del n. 8: Ansí que, cuando el Señor quiere, torna el alma a sí; pónela,
estando aun sin tener estas virtudes, en contemplación algunas veces; pocas, y
dura poco. -Finalmente, en la redacción del manuscrito de Toledo, autorizada
por la Santa, se leen nuevas variantes; en el n. 6: "Quiero, pues, decir
que querrá Dios algunas veces hacer tan gran merced a personas que están en
mal estado, que las suba a perfecta contemplación, para sacarlas por este medio
de las manos del demonio".
-Todo
este forcejeo de la Santa por llegar a una formulación satisfactoria de
"su problema", demuestra que había en él datos huidizos, no captados
plenamente por su mente, ni fáciles de expresar.
7
Andar a brazos: luchar a brazo partido, cuerpo a cuerpo. -Sigue una alusión a
Mt 4, 5.
8
... y cuán merecido había por tan gran atrevimiento que criara Dios otro
infierno nuevo para él: frase que tachó la propia Santa en el autógrafo de El
Escorial (1ª red.).
9
La 1ª redacción continuaba: Parece que desatino; pues no hago, que mayores
cosas que éstas hace el amor divino, y por no parecer curiosa -ya que lo soy- y
daros mal ejemplo, no traigo aquí algunas.
10
Tornando a lo que decía en el n. 6.
11
Alusión a Mt 21, 37.
12
La 1ª redacción añadía: de cuantas maneras puede mostrar el amor, le
muestra; pero uno de los censores juzgó poco atildada teológicamente la frase
y la borró.
13
Proseguía la 1ª redacción: Digo que no parecemos cristianos, ni que leímos
la Pasión en nuestra vida. ¡Válgame Dios, tocar en un puntillo de honra!
Luego, quien os dice que no hagáis caso de ello parece no es cristiano. Yo me
reía -o me afligía- alguna vez de lo que veía en el mundo, y aun, por mis
pecados, en las religiones: ¡tocar en un puntillo de ser menos no se sufre!
Luego dicen que no somos santos, o lo decía yo...
14
Aquí otra cosa, escribió la Santa. Lo corregimos por la 1ª redacción.
15
Ef 6, 9. -La 1ª redacción contiene variantes de interés: ... humildad:
siempre estar con ánimo, que Dios le da a los fuertes -y no es aceptador de
personas y os le dará a vosotras y a mí.
16
En el n. 6.
De
cómo no todas las almas son para contemplación, y cómo algunas llegan a ella
tarde,
y
que el verdadero humilde ha de ir contento por el camino que le llevare el
Señor.
1.
Parece que me voy entrando en la oración, y fáltame un poco por decir, que
importa mucho, porque es de la humildad y es necesario en esta casa; (1) porque
es el ejercicio principal de oración y, como he dicho (2), cumple mucho
tratéis de entender cómo ejercitaros mucho en la humildad, y éste es un gran
punto de ella y muy necesario para todas las personas que se ejercitan en
oración: ¿cómo podrá el verdadero humilde pensar que es él tan bueno como
los que llegan a ser contemplativos? Que Dios le puede hacer tal, sí, por su
bondad y misericordia. Mas, de mi consejo, siempre se siente en el más bajo
lugar, que así nos dijo el Señor lo hiciésemos y nos lo enseñó por la obra
(3). Dispóngase para si Dios le quisiere llevar por ese camino. Cuando no, para
eso es la humildad, para tenerse por dichosa en servir a las siervas del Señor
y alabarle porque, mereciendo ser sierva de los demonios en el infierno, la
trajo Su Majestad entre ellas.
2.
No digo esto sin gran causa, porque, como he dicho (4), es cosa que importa
mucho entender que no a todos lleva Dios por un camino, y por ventura el que le
pareciere va por muy más bajo, está más alto en los ojos del Señor.
Así
que no porque en esta casa todas traten de oración, han de ser todas
contemplativas (5). Es imposible. Y será gran desconsolación para la que no lo
es, no entender esta verdad, que esto es cosa que lo da Dios; y pues no es
necesario para la salvación, ni nos lo pide de premio (6), no piense se lo
pedirá nadie. Que por eso no dejará de ser muy perfecta si hace lo que queda
dicho. Antes podrá ser tenga mucho más mérito, porque es a más trabajo suyo
y la lleva el Señor como a fuerte y la tiene guardado junto todo lo que aquí
no goza. No por eso desmaye ni deje la oración y de hacer lo que todas, que a
las veces viene el Señor muy tarde y paga tan bien y tan por junto como en
muchos años ha ido dando a otros.
3.
Yo estuve más de catorce que nunca podía tener aun meditación sino junto con
lección. Habrá muchas personas de este arte, y otras que, aunque sea con la
lección, no puedan tener meditación, sino rezar vocalmente, y aquí se
detienen más. Hay pensamientos tan ligeros que no pueden estar en una cosa,
sino siempre desasosegados, y en tanto extremo que, si quieren detenerle a
pensar en Dios, se les va a mil disparates y escrúpulos y dudas (7).
Yo
conozco una persona bien vieja, de harto buena vida, penitente y muy sierva de
Dios, y gasta hartas horas, hartos años ha, en oración vocal, y en mental no
hay remedio; (8) cuando más puede, poco a poco en las oraciones vocales se va
deteniendo. Y otras personas hay hartas de esta manera, y si hay humildad, no
creo yo saldrán peor libradas al cabo, sino muy en igual de los que llevan
muchos gustos, y con más seguridad en parte; porque no sabemos si los gustos
son de Dios o si los pone el demonio. Y si no son de Dios, es más peligro,
porque en lo que él trabaja aquí es en poner soberbia; que si son de Dios, no
hay que temer; consigo traen la humildad, como escribí muy largo en el otro
libro (9).
4.
Estotros (10) andan con humildad, sospechosos que es por su culpa, siempre con
cuidado de ir adelante. No ven a otros llorar una lágrima, que, si ella no las
tiene, no le parezca está muy atrás en el servicio de Dios, y debe estar por
ventura muy más adelante; porque no son las lágrimas, aunque son buenas, todas
perfectas; y la humildad y mortificación y desasimiento y otras virtudes,
siempre hay más seguridad. No hay qué temer, ni hayáis miedo que dejéis de
llegar a la perfección como los muy contemplativos.
5.
Santa era santa Marta, aunque no dicen era contemplativa. Pues ¿qué más
queréis que poder llegar a ser como esta bienaventurada, que mereció tener a
Cristo nuestro Señor tantas veces en su casa y darle de comer y servirle y
comer a su mesa? (11) Si se estuviera como la Magdalena, embebidas, no hubiera
quien diera de comer a este divino Huésped. Pues pensad que es esta
congregación la casa de santa Marta y que ha de haber de todo. Y las que fueren
llevadas por la vida activa, no murmuren a las que mucho se embebieren en la
contemplación, pues saben ha de tornar el Señor de ellas, aunque callen, que,
por la mayor parte, hace descuidar de sí y de todo (12).
6.
Acuérdense que es menester quien le guise la comida, y ténganse por dichosas
en andar sirviendo con Marta. Miren que la verdadera humildad está mucho en
estar muy prontos en contentarse con lo que el Señor quisiere hacer de ellos, y
siempre hallarse indignos de llamarse sus siervos. Pues si contemplar y tener
oración mental y vocal y curar enfermos y servir en las cosas de casa y
trabajar -sea en lo más bajo-, todo es servir al Huésped que se viene con
nosotras a estar y a comer y recrear, ¿qué más se nos da en lo uno que en lo
otro?
7.
No digo yo que quede por nosotras, sino que lo probéis todo, porque no está
esto en vuestro escoger, sino en el del Señor. Mas si después de muchos años
quisiere a cada una para su oficio, gentil humildad será querer vosotras
escoger. Dejad hacer al Señor de la casa. Sabio es, poderoso es, entiende lo
que os conviene y lo que le conviene a El también. Estad seguras que haciendo
lo que es en vosotras y aparejándoos para contemplación con la perfección que
queda dicha, que si El no os la da (lo) que creo no dejará de dar, si es de
veras el desasimiento y humildad), que os tiene guardado este regalo para
dároslo junto en el cielo, y que -como otra vez he dicho- (13) os quiere llevar
como a fuertes, dándoos acá cruz como siempre Su Majestad la tuvo. ¿Y qué
mejor amistad que querer lo que quiso para Sí para vos? Y pudiera ser no
tuvierais tanto premio en la contemplación. Juicios son suyos, no hay que
meternos en ellos. Harto bien es que no quede a nuestro escoger, que luego -como
nos parece más descanso- fuéramos todos grandes contemplativos.
¡Oh
gran ganancia, no querer ganar por nuestro parecer para no temer pérdida, pues
nunca permite Dios la tenga el bien mortificado, sino para ganar más!
NOTAS
1
Monasterio de San José de Avila.
2
En el c. 12, n. 6-7.
3
Lc 14, 10.
4
En el c. 16, n. 9.
5
Recogemos una variante de la 1ª red.: No porque en esta casa haya costumbre y
ejercicio de oración, es por fuerza que han de ser todas contemplativas... -En
cambio, en el ms. de Toledo borró la Santa la afirmación siguiente: "es
imposible".
6
Premio, escribe la Santa. Fray Luis de León (p. 93) conservó el término. -El
amanuense del ms. toledano trascribió "de premio", y la Santa tachó
simplemente ambos vocablos. -"Pedir de apremio" equivale a exigir.
7
... en la fe: añadía la 1ª red.
8
En la 1ª redacción es más explícita: Yo conozco a una monja bien vieja, -que
pluguiera a Dios fuera mi vida como la suya-, muy santa y penitente y en todo
gran monja y de mucha oración vocal y muy ordinaria.
9
En Vida c. 15, n. 14; c. 17, n. 3; c. 20, nn. 7 y 29, etc.
10
estotros: los no agraciados con gustos espirituales en la oración.
11
Más gráficamente en la 1ª redacción: ... darle de comer y servirle y por
ventura comer a su mesa y aun en su plato? -Alude a Lc 10, 38-42.
12
Tornar... por ellas, que por la mayor parte la contemplación hace descuidar...
13 En el n. 2.