CAMINO DE PERFECCIÓN

 

INTRODUCCIÓN

Este libro trata de avisos y consejos que da Teresa de Jesús a las hermanas religiosas e hijas suyas de los monasterios que con el favor de nuestro Señor y de la gloriosa Virgen Madre de Dios, Señora nuestra, ha fundado de la Regla primera de nuestra Señora del Carmen. En especial le dirige a las hermanas del monasterio de San José de Avila, que fue el primero, de donde ella era priora cuando le escribió (1).

En todo lo que en él dijere, me sujeto a lo que tiene la madre Santa Iglesia Romana, y si alguna cosa fuere contraria a esto, es por no lo entender. Y así, a los letrados que lo han de ver, pido, por amor de nuestro Señor, que muy particularmente lo miren y enmienden si alguna falta en esto hubiere, y otras muchas que tendrá en otras cosas. Si algo hubiere bueno, sea para gloria y honr de Dios y servicio de su sacratísima Madre, Patrona y Señora nuestra, cuyo hábito yo tengo, aunque harto indigna de él (2).

NOTAS

1 Un censor anotó enseguida: "Yo he visto este libro, y lo que de él me parece está escrito al cabo de él y firmado de mi nombre". El fin del libro se halla, en un papel suelto, la "aprobación", pero sin firma. A lo largo del autógrafo, el mismo censor tachó, enmendó y glosó profusamente el texto de la Santa. Los editores han creído tratarse del P. Báñez, pero equivocadamente.

2 Tomamos esta protesta del ms. de Toledo. Fue compuesta por la Santa al preparar el libro para la edición. Precede el encabezamiento: "Comienza el tratado llamado Camino de perfección".

 

PRÓLOGO

1. Sabiendo las hermanas de este monasterio de San José cómo tenía licencia del Padre Presentado Fray Domingo Bañes (1), de la Orden del glorioso Santo Domingo, que al presente es mi confesor, para escribir algunas cosas de oración en que parece podré atinar por haber tratado con muchas personas espirituales y santas, me han tanto importunado les diga algo de ella, que me he determinado a las obedecer, viendo que el amor grande que me tienen puede hacer más acepto lo imperfecto y por mal estilo que yo les dijere, que algunos libros que están muy bien escritos de quien sabía lo que escribe (2). Y confío en sus oraciones que podrá ser por ellas el Señor se sirva acierte a decir algo de lo que al modo y manera de vivir que se lleva en esta casa conviene (3). Y si fuere mal acertado, el Padre Presentado que lo ha de ver primero, lo remediará o lo quemará, y yo no habré perdido nada en obedecer a estas siervas de Dios, y verán lo que tengo de mí cuando Su Majestad no me ayuda.

2. Pienso poner algunos remedios para algunas tentaciones menudas que pone el demonio (4), que -por serlo tanto- por ventura no hacen caso de ellas, y otras cosas, como el Señor me diere a entender y se me fueren acordando, que como no sé lo que he de decir, no puedo decirlo con concierto; y creo es lo mejor no le llevar, pues es cosa tan desconcertada hacer yo esto. El Señor ponga en todo lo que hiciere sus manos para que vaya conforme a su santa voluntad, pues son éstos mis deseos siempre, aunque las obras tan faltas como yo soy.

3. Sé que no falta el amor y deseo en mí para ayudar en lo que yo pudiere para que las almas de mis hermanas vayan muy adelante en el servicio del Señor. Y este amor, junto con los años y experiencia que tengo de algunos monasterios, podrá ser aproveche para atinar en cosas menudas más que los letrados, que por tener otras ocupaciones más importantes y ser varones fuertes no hacen tanto caso de cosas que en sí no parecen nada, y a cosa tan flaca como somos las mujeres todo nos puede dañar; porque las sutilezas del demonio son muchas para las muy encerradas, que ven son menester armas nuevas para dañar. Yo, como ruin, heme sabido mal defender, y así querría escarmentasen mis hermanas en mí. No diré cosa que en mí, o por verla en otras, no la tenga por experiencia (5).

4. Pocos días ha me mandaron escribiese cierta relación de mi vida, adonde también traté algunas cosas de oración (6). Podrá ser no quiera mi confesor le veáis, y por esto pondré aquí alguna cosa de lo que allí va dicho y otras que también me parecerán necesarias. El Señor lo ponga por su mano, como le he suplicado, y lo ordene para su mayor gloria, amén.

NOTAS

1 Un censor (quizá el mismo interesado) tachó: fray Domingo Bañes. El mismo repitió la tacha sobre el propio nombre en el epílogo del libro )c. 42, n. 7). En cambio la Autora, al preparar el ms. de Toledo para la edición tuvo en cuenta el nuevo título del catedrático de Prima y tachó Presentado, para escribir entre líneas: Maestro, añadiendo luego del nombre: catedrático de Salamanca. -Sobre Báñez, véase Vida c. 36, n. 15, nota 27.

2 Al margen anotó uno de los censores: "San Gregorio escribió sobre Job los Morales importunado de siervos de Dios confiando en sus oraciones, como él dice".

3 En la 1ª redacción había escrito así: ... me han tanto importunado lo haga por tenerme tanto amor que, aunque hay libros muchos que de esto tratan y quien sabe bien y ha sabido lo que escribe, parece la voluntad hace aceptas algunas cosas imperfectas y faltas más que otras muy perfectas; y, como digo, ha sido tanto el deseo que las he visto y la importunación, que me he determinado a hacerlo, pareciéndome por sus oraciones y humildad querrá el Señor acierte algo a decir que les aproveche, y me lo dará para que se lo dé.

4 En la 1ª redacción: Pienso poner algunos remedios para tentaciones de religiosas...

5 En la 1ª redacción había añadido: o dada en oración a entender por el Señor.

6 Alude al Libro de la Vida.

 

CAPÍTULO 1

De la causa que me movió a hacer con tanta estrechura este monasterio.

1. Al principio que se comenzó este monasterio a fundar (por las causas que en el libro tengo escrito (1) están dichas, con algunas grandezas del Señor, en que dio a entender se había mucho de servir en esta casa), no era mi intención hubiera tanta aspereza en lo exterior ni que fuese sin renta, antes quisiera hubiera posibilidad para que no faltara nada. En fin, como flaca y ruin; aunque algunos buenos intentos llevaba más que mi regalo.

2. En este tiempo vinieron a mi noticia los daños de Francia y el estrago que habían hecho estos luteranos y cuánto iba en crecimiento esta desventurada secta (2). Dime gran fatiga, y como si yo pudiera algo o fuera algo, lloraba con el Señor y le suplicaba remediase tanto mal. Parecíame que mil vidas pusiera yo para remedio de un alma de las muchas que allí se perdían. Y como me vi mujer y ruin e imposibilitada de aprovechar en lo que yo quisiera en el ser servicio del Señor, y toda mi ansia era, y aún es, que pues tiene tantos enemigos y tan pocos amigos, que ésos fuesen buenos, determiné a hacer eso poquito que era en mí, que es seguir los consejos evangélicos con toda la perfección que yo pudiese y procurar que estas poquitas que están aquí hiciesen lo mismo, confiada en la gran bondad de Dios, que nunca falta de ayudar a quien por él se determina a dejarlo todo; y que siendo tales cuales yo las pintaba en mis deseos, entre sus virtudes no tendrían fuerza mis faltas, y podría yo contentar en algo al Señor, y que todas ocupadas en oración por los que son defendedores de la Iglesia y predicadores y letrados que la defienden, ayudásemos en lo que pudiésemos a este Señor mío, que tan apretado le traen (3) a los que ha hecho tanto bien, que parece le querrían tornar ahora ala cruz estos traidores y que no tuviese adonde reclinar la cabeza.

3. ¡Oh Redentor mío, que no puede mi corazón llegar aquí sin fatigarse mucho! ¿Qué es esto ahora de los cristianos? ¿Siempre han de ser los que más os deben los que os fatiguen? ¿A los que mejores obras hacéis, a los que escogéis para vuestros amigos, entre los que andáis y os comunicáis por los sacramentos? ¿No están hartos de los tormentos que por ellos habéis pasado?

4. Por cierto, Señor mío, no hace nada quien ahora se aparta del mundo. Pues a Vos os tienen tan poco ley, ¿qué esperamos nosotros? ¿Por ventura merecemos nosotros mejor nos la tengan? ¿por ventura hémosles hecho mejores obras para que nos guarden amistad? ¿qué es esto? ¿qué esperamos yo los que por la bondad del Señor estamos sin aquella roña pestilencial, que ya aquéllos son del demonio? Buen castigo han ganado por sus manos y bien han granjeado con sus deleites fuego eterno. ¡Allá se lo hayan!, aunque no me deja de quebrar el corazón ver tantas almas como se pierden. Mas del mal no tanto: querría no ver perder más cada día.

5. ¡Oh hermanas mías en Cristo! ayudadme a suplicar esto al Señor, que para eso os juntó aquí; éste es vuestro llamamiento, éstos han de ser vuestros negocios, éstos han de ser vuestros deseos, aquí vuestras lágrimas, éstas vuestras peticiones; no, hermanas mías, por negocios del mundo; que yo me río y aun me congojo de las cosas que aquí nos vienen a encargar supliquemos a Dios, de pedir a Su Majestad rentas y dineros, y algunas personas que querría yo suplicasen a Dios los repisasen todos. Ellos buena intención tienen y, en fin, se hace por ver su devoción, aunque tengo para mí que en estas cosas nunca me oye. Estáse ardiendo el mundo, quieren tornar a sentenciar a Cristo, como dicen, pues le levantan mil testimonios, quieren poner su Iglesia por el suelo, ¿y hemos de gastar tiempo en cosas que por ventura, si Dios se las diese, tendríamos un alma menos en el cielo? No, hermanas mías, no es tiempo de tratar con Dios negocios de poca importancia.

6. Por cierto que, si no mirase a la flaqueza humana, que se consuela que las ayuden en todo (y) es bien si fuésemos algo), que holgaría se entendiese no son éstas las cosas que se han de suplicar a Dios con tanto cuidado.

NOTAS

1 El Libro de la Vida, de que se ha hablado en el n. anterior: cf. cc. 32-36.

2 Al margen escribió el mismo censor (cf. Pról. n. 1 nota 2): "El intento que le motivó a escribir vida tan estrecha"

3 Completar: tan apretado le traen aquellos a los que... -Sigue una alusión a Lc 9, 58.

 

CAPÍTULO 2

Que trata cómo se han de descuidar de las necesidades corporales, y del bien que hay en la pobreza.

1. No penséis, hermanas mías, que por no andar a contentar a los del mundo os ha de faltar de comer, yo os aseguro. Jamás por artificios humanos pretendáis sustentaros, que moriréis de hambre, y con razón. Los ojos en vuestro esposo; él os ha de sustentar. Contento él, aunque no quieran, os darán de comer los menos vuestros devotos, como lo habéis visto por experiencia. Si haciendo vosotras esto muriereis de hambre, ¡bienaventuradas las monjas de San José! Esto no se os olvide, por amor del Señor. Pues dejáis la renta, dejad el cuidado de la comida; si no, todo va perdido. Los que quiere el Señor que la tengan, tengan enhorabuena esos cuidados, que es mucha razón, pues es su llamamiento; mas nosotras, hermanas, es disparate.

2. Cuidado de rentas ajenas, me parece a mí sería estar pensando en lo que los otros gozan. Sí, que por vuestro cuidado no muda el otro su pensamiento ni se le pone deseo de dar limosna. Dejad ese cuidado a quien los puede mover a todos, que es el Señor de las rentas y de los renteros. Por su mandamiento venimos aquí; verdaderas son sus palabras; no pueden faltar; antes faltarán los cielos y la tierra (1.) No le faltemos nosotras, que no hayáis miedo que falte. Y si alguna vez os faltare, será para mayor bien, como faltaban las vidas a los santos cuando los mataban por el Señor, y era para aumentarles la gloria por el martirio. Buen trueco sería acabar presto con todo y gozar de la hartura perdurable.

3. Mirad, hermanas, que va mucho en esto muerta yo, que para esto os lo dejo escrito; que mientras yo viviere os lo acordaré, que por experiencia veo la gran ganancia: cuando menos hay, más descuidada estoy, y sabe el Señor que, a mi parecer, me da más pena cuando mucho sobra que cuando nos falta. No sé si lo hace como ya tengo visto nos lo da luego el Señor. Sería engañar el mundo otra cosa, hacernos pobres no lo siendo de espíritu, sino en lo exterior. Conciencia se me haría, a manera de decir, y parecerme hía era pedir limosna las ricas, y plega a Dios no sea así, que adonde hay estos cuidados demasiados de que den, una vez u otra se irán por la costumbre, o podrían ir y pedir lo que no han menester, por ventura a quien tiene más necesidad. Y aunque ellos no pueden perder nada sino ganar, nosotras perderíamos. No plega a Dios, mis hijas. Cuando esto hubiera de ser, más quisiera tuvierais renta.

4. En ninguna manera se ocupe en esto el pensamiento, os pido por amor de Dios en limosna. Y la más chiquita, cuando esto entendiese alguna vez en esta casa, clame a Su Majestad y acuérdelo a la mayor. Con humildad le diga que va errada; y valo tanto, que poco a poco se va perdiendo la verdadera pobreza. Yo espero en el Señor no será así ni dejará a sus siervas. Y para esto, aunque no sea para más, aproveche esto que me habéis mandado escribir por despertador.

5. Y crean, mis hijas, que para vuestro bien me ha dado el Señor un poquito a entender los bienes que hay en la santa pobreza, y las que lo probaren lo entenderán, quizá no tanto como yo; porque no sólo no había sido pobre de espíritu, aunque lo tenía profesado, sino loca de espíritu. Ello es un bien que todos los bienes del mundo encierra en sí (2). Es un señorío grande. Digo que es señorear todos los bienes de él otra vez a quien no se le da nada de ellos. ¿Qué se me da a mí de los reyes y señores, si no quiero sus rentas, ni de tenerlos contentos, si un tantito se atraviesa haber de descontentar en algo por ellos a Dios? ¿Ni qué se me da de sus honras, si tengo entendido en lo que está ser muy honrado un pobre, que es en ser verdaderamente pobre?

6. Tengo para mí que honras y dineros casi siempre andan juntos, y que quien quiere honra no aborrece dineros, y que quien los aborrece que se le da poco de honra. Entiéndase bien esto, que me parece que esto de honra siempre trae consigo algún interés de rentas o dineros; porque por maravilla hay honrado (3) en el mundo si es pobre; antes, aunque lo sea en sí, le tienen en poco. La verdadera pobreza trae una honraza consigo que no hay quien la sufra; la pobreza que es tomada por solo Dios, digo, no ha menester contentar a nadie, sino a él. Y es cosa muy cierta, en no habiendo menester a nadie, tener muchos amigos. Yo lo tengo bien visto por experiencia.

7. Porque hay tanto escrito de esta virtud que no lo sabré yo entender, cuánto más decir, y por no la agraviar en loarla yo, no digo más de ella. Sólo he dicho lo que he visto por experiencia, y yo confieso que he ido tan embebida, que no me he entendido hasta ahora. Mas, pues está dicho, por amor del Señor, pues son nuestras armas la santa pobreza y lo que al principio de la fundación de nuestra Orden tanto se estimaba y guardaba en nuestros santos Padres (que) me ha dicho quien la sabe, que de un día para otro no guardaban nada), ya que en tanta perfección en lo exterior no se guarde, en lo interior procuremos tenerla. Dos horas son de vida, grandísimo el premio; y cuando no hubiera ninguno sino cumplir lo que nos aconsejó el Señor, era grande la paga imitar en algo a Su Majestad.

8. Estas armas han de tener nuestras banderas, que de todas maneras lo queramos guardar: en casa, en vestidos, en palabras y mucho más en el pensamiento. Y mientras esto hicieren, no hayan miedo caiga la religión de esta casa, con el favor de Dios; que, como decía Santa Clara, grandes muros son los de la pobreza. De éstos, decía ella, y de humildad quería cercar sus monasterios (4). Y a buen seguro, si se guarda de verdad, que esté la honestidad y todo lo demás fortalecido mucho mejor que con muy suntuosos edificios. De esto se guarden; por amor de Dios y por su sangre se lo pido yo; y si con conciencia puedo decir, que el día que tal hicieren se torne a caer (5).

9. Muy mal parece, hijas mías, de la hacienda de los pobrecitos se hagan grandes casas. No lo permita Dios, sino pobre en todo y chica. Parezcámonos en algo a nuestro Rey, que no tuvo casa, sino en el portal de Belén adonde nació, y la cruz adonde murió. Casas eran éstas adonde se podía tener poca recreación. Los que las hacen grandes, ellos se entenderán; llevan otros intentos santos. Mas trece pobrecitas, cualquier rincón les basta. Si porque es menester por el mucho encerramiento tuvieren campo (y) aun ayuda a la oración y devoción) con algunas ermitas para apartarse a orar, enhorabuena; mas edificios y casa grande ni curioso nada, ¡Dios nos libre! Siempre os acordad se ha de caer todo el día del juicio; ¿qué sabemos si será presto?

10. Pues hacer mucho ruido al caerse casa de trece pobrecillas no es bien, que los pobres verdaderos no han de hacer ruido; gente sin ruido ha de ser para que los hayan lástima. Y cómo se holgarán si ven alguno por la limosna que les ha hecho librarse del infierno; que todo es posible, porque están muy obligadas a rogar por sus almas muy continuamente, pues os dan de comer; (6) que también quiere el Señor que, aunque viene de su parte, lo agradezcamos a las personas por cuyo medio nos lo da; y de esto no haya descuido.

11. No sé lo que había comenzado a decir, que me he divertido. Creo lo ha querido el Señor, porque nunca pensé escribir lo que aquí he dicho. Su Majestad nos tenga siempre de su mano para que no se caiga de ello, amén.

NOTAS

1 Cf. Lc. 21, 33.

2 En la 1ª redacción se lee: ... todos los bienes del mundo encierra en sí y, creo, muchos de los de todas las virtudes. En esto no me afirmo, porque no sé el valor que tiene cada una, y lo que no me parece entiendo bien, no lo dirá; mas tengo para mí que abraza a muchas.

3 Honrado: ser objeto de honores.

4 Lo leyó en una de las vidas de S. Clara. En 1526 se había editado en Toledo la Leyenda mayor de S. Francisco y S. Clara, de S. Buenaventura (n. 13. BAC p. 144).

5 En la 1ª redacción había escrito con mucha más fuerza: y si con conciencia puedo [?] decir que el día que tal quisieren se torne a caer que las mate a todas, yendo con buena conciencia, lo digo y lo suplicará a Dios.

6 El mismo inciso en cursiva está tomado de la 1ª redacción. La Santa lo omitió por descuido al pasar la página. Ya fray Luis de León (p. 10) lo introdujo en el texto. La propia Santa, al corregir el ms. de Salamanca, enmendó entre líneas: "muy obligadas de encomendarlos a Dios".

 

CAPÍTULO 3

Prosigue lo que en el primero comencé a tratar, y persuade a las hermanas a que se ocupen siempre en suplicar a Dios favorezca a los que trabajan por la Iglesia. -Acaba con una exclamación.

1. Tornando a lo principal (1) para lo que el Señor nos juntó en esta casa y por lo que yo mucho deseo seamos algo para que contentemos a Su Majestad, digo que viendo tan grandes males que fuerzas humanas no bastan a atajar este fuego de estos herejes, con que (2) se ha pretendido hacer gente para si pudieran a fuerza de armas remediar tan gran mal y que va tan adelante, hame parecido es menester como cuando los enemigos en tiempo de guerra han corrido toda la tierra, y viéndose el Señor de ella apretado se recoge a una ciudad, que hace muy bien fortalecer, y desde allí acaece algunas veces dar en los contrarios y ser tales los que están en la ciudad, como es gente escogida, que pueden más ellos a solas que con muchos soldados, si eran cobardes, pudieron, y muchas veces se gana de esta manera victoria; al menos, aunque no se gane, no los vencen; porque, como no haya traidor, si no es por hambre, no los pueden ganar. Acá esta hambre no la puede haber que baste a que se rindan; a morir sí, mas no a quedar vencidos.

2. Mas ¿para qué he dicho esto? Para que entendáis, hermanas mías, que lo que hemos de pedir a Dios es que en este castillito que hay ya de buenos cristianos no se nos vaya ya ninguno con los contrarios, y a los capitanes de este castillo o ciudad, los haga muy aventajados en el camino del Señor, que son los predicadores y teólogos; y pues los más están en las religiones, que vayan muy adelante en su perfección y llamamiento, que es muy necesario; que ya, como tengo dicho (3), nos ha de valer el brazo eclesiástico y no el seglar. Y pues para lo uno ni lo otro no valemos nada para ayudar a nuestro Rey, procuremos ser tales que valgan nuestras oraciones para ayudar a estos siervos de Dios, que con tanto trabajo se han fortalecido con letras y buena vida y trabajado para ayudar ahora al Señor.

3. Podrá ser digáis que para qué encarezco tanto esto y digo hemos de ayudar a los que son mejores que nosotras. Yo os lo diré, porque aún no creo entendéis bien lo mucho que debéis al Señor en traeros adonde tan quitadas estáis de negocios y ocasiones y tratos: es grandísima merced ésta; lo que no están los que digo (4), ni es bien que estén, en estos tiempos menos que en otros; porque han de ser los que esfuercen la gente flaca y pongan ánimo a los pequeños. ¡Buenos quedarían los soldados sin capitanes! Han de vivir entre los hombres y tratar con los hombres y estar en los palacios y aun hacerse algunas veces con ellos en lo exterior. ¿Pensáis, hijas mías, que es menester poco para tratar con el mundo y vivir en el mundo y tratar negocios del mundo y hacerse, como he dicho (5), a la conversación del mundo, y ser en lo interior extraños del mundo y enemigos del mundo y estar como quien está en destierro y, en fin, no ser hombres sino ángeles?

Porque a no ser esto así, ni merecen nombre de capitanes, ni permita el Señor salgan de sus celdas, que más daño harán que provecho. Porque no es ahora tiempo de ver imperfecciones en los que han de enseñar; [4] y si en lo interior no están fortalecidos en entender lo mucho que va en tenerlo todo debajo de los pies y estar desasidos de las cosas que se acaban y asidos a las eternas, por mucho que lo quieran encubrir, han de dar señal. Pues ¿con quién lo han sino con el mundo? No hayan miedo se lo perdone, ni que ninguna imperfección dejen de entender. Cosas buenas, muchas se les pasarán por alto, y aun por ventura no las tendrán por tales; mas mala o imperfecta, no hayan miedo. Ahora yo me espanto quién los muestra la perfección, no para guardarla (que) de esto ninguna obligación les parece tienen, harto les parece hacen si guardan razonablemente los mandamientos), sino para condenar, y a las veces lo que es virtud les parece regalo.

Así que no penséis es menester poco favor de Dios para esta gran batalla adonde se meten, sino grandísimo.

5. Para estas dos cosas os pido yo procuréis ser tales que merezcamos alcanzarlas de Dios: la una, que haya muchos, de los muy muchos letrados y religiosos que hay, que tengan las partes que son menester para esto, como he dicho, y a los que no están muy dispuestos, los disponga el Señor; que más hará uno perfecto que muchos que no lo estén. La otra, que después de puestos en esta pelea, que -como digo- (6) no es pequeña, los tenga el Señor de su mano para que puedan librarse de tantos peligros como hay en el mundo y tapar los oídos, en este peligroso mar, del canto de las sirenas. Y si en esto podemos algo con Dios, estando encerradas peleamos por El, y daré yo por muy bien empleados los trabajos que he pasado por hacer este rincón (7), adonde también pretendí se guardase esta Regla de nuestra Señora y Emperadora con la perfección que se comenzó.

6. No os parezca inútil ser continua esta petición, porque hay algunas personas que les parece recia cosa no rezar mucho por su alma; y ¿qué mejor oración que ésta? Si tenéis pena porque no se os descontará la pena del purgatorio, también se os quitará por esta oración, y lo que más faltare, falte. ¿Qué va en que esté yo hasta el día del juicio en el purgatorio, si por mi oración se salvase sola un alma? ¡Cuánto más el provecho de muchas y la honra del Señor! De penas que se acaban no hagáis caso de ellas cuando interviniere algún servicio mayor al que tantas pasó por nosotros. Siempre os informad lo que es más perfecto (8).

Así que os pido por amor del Señor pidáis a Su Majestad nos oiga en esto. Yo, aunque miserable, lo pido a Su Majestad, pues es para gloria suya y bien de su Iglesia, que aquí van mis deseos.

7. Parece atrevimiento pensar yo he de ser alguna parte para alcanzar esto. Confío yo, Señor mío, en estas siervas vuestras que aquí están, que veo y sé no quieren otra cosa ni la pretenden sino contentaros. Por Vos han dejado lo poco que tenían, y quisieran tener más para serviros con ello. Pues no sois Vos, Criador mío, desagradecido para que piense yo dejaréis de hacer lo que os suplican. Ni aborrecisteis, Señor, cuando andabais en el mundo, las mujeres, antes las favorecisteis siempre con mucha piedad (9). Cuando os pidiéremos honras no nos oigáis, o rentas, o dineros, o cosa que sepa a mundo; mas para honra de vuestro Hijo, ¿por qué no nos habéis de oír, Padre eterno, a quien perdería mil honras y mil vidas por Vos? No por nosotras, Señor, que no lo merecemos, sino por la sangre de vuestro Hijo y sus merecimientos.

8. ¡Oh Padre eterno! mirad que no son de olvidar tantos azotes e injurias y tan gravísimos tormentos. Pues, Criador mío, ¿cómo pueden sufrir unas entrañas tan amorosas como las vuestras que lo que se hizo con tan ardiente amor de vuestro Hijo y por más contentaros a Vos (que) mandasteis nos amase) sea tenido en tan poco como hoy día tienen esos herejes el Santísimo Sacramento, que le quitan sus posadas deshaciendo las iglesias? ¡Si le faltara algo por hacer para contentaros! Mas todo lo hizo cumplido. No bastaba, Padre eterno, que no tuvo adonde reclinar la cabeza mientras vivió (10), y siempre en tantos trabajos, sino que ahora las que tiene para convidar sus amigos (por) vernos flacos y saber que es menester que los que han de trabajar se sustenten de tal manjar) se las quiten? ¿Ya no había pagado bastantísimamente por el pecado de Adán? ¿Siempre que tornamos a pecar lo ha de pagar este amantísimo Cordero? No lo permitáis, Emperador mío. Apláquese ya Vuestra Majestad. No miréis a los pecados nuestros, sino a que nos redimió vuestro sacratísimo Hijo, y a los merecimientos suyos y de su Madre gloriosa y de tantos santos y mártires como han muerto por Vos.

9. ¡Ay dolor, Señor, y quién se ha atrevido a hacer esta petición en nombre de todas! ¡Qué mala tercera (11), hijas mías, para ser oídas, y que echase por vosotras la petición! ¡Si ha de indignar más a este soberano Juez verme tan atrevida, y con razón y justicia! Mas mirad, Señor, que ya sois Dios de misericordia; habedla de esta pecadorcilla, gusanillo que así se os atreve. Mirad, Dios mío, mis deseos y las lágrimas con que esto os suplico, y olvidad mis obras, por quien Vos sois, y habed lástima de tantas almas como se pierden, y favoreced vuestra Iglesia. No permitáis ya más daños en la cristiandad, Señor. Dad ya luz a estas tinieblas.

10. Pídoos yo, hermanas mías, por amor del Señor, encomendéis a Su Majestad esta pobrecilla y le supliquéis la dé humildad, como cosa a que tenéis obligación. No os encargo particularmente los reyes y prelados de la Iglesia, en especial nuestro obispo; (12) veo a las de ahora tan cuidadosas de ello, que así me parece no es menester más. Vean las que vinieren que teniendo santo prelado lo serán las súbditas, y como cosa tan importante la poned siempre delante del Señor. Y cuando vuestras oraciones y deseos y disciplinas y ayunos no se emplearen por esto que he dicho, pensad que no hacéis ni cumplís el fin para que aquí os juntó el Señor (13).

NOTAS

1 "Torna" al c. q, n. 2 s: tema misionero de Francia y los protestantes.

2 Con que: equivale a aunque (en la 1ª redacción había escrito aunque). Un corrector tachó toda la frase ("con que... gran mal") en el autógrafo.

3 En el n. 1.

4 Lo que no están (libres de negocios etc.) los que digo (predicadores y teólogos, cf. n. 2).

5 En este mismo n. 3.

6 En los nn. 2-3. -Al margen anotó el censor de turno: "cuánto importan letrados perfectos".

7 El monasterio de San José.

8 Omite a continuación un pasaje interesante de la 1ª redacción: "siempre os informad de lo que es más perfecto, pues, como os rogaré mucho y daré las causas, siempre habéis de tratar con letrados. Ya en la 1ª redacción enmendó la Santa este pasaje.

9 La Santa omitió aquí un hermoso pasaje tachado en la 1ª redacción: Ni aborrecisteis, Señor de mi alma, cuando andabais por el mundo, las mujeres, antes las favorecisteis siempre con mucha piedad, y hallasteis en ellas tanto amor y más fe que en los hombres, pues estaba vuestra sacratísima Madre en cuyos méritos merecemos -y por tener su hábito- lo que desmerecimos por nuestras culpas. No basta, Señor, que nos tiene el mundo acorraladas... que no hagamos cosa que valga nada por Vos en público, ni osemos hablar algunas verdades que lloramos en secreto, sino que no nos habíais de oír petición tan justa. No lo creo yo, Señor, de vuestra bondad y justicia, que sois juez justo y no como los jueces del mundo, que -como son hijos de Adán y, en fin, todos varones- no hay virtud de mujer que no tengan por sospechosa. Sí, que algún día ha de haber, Rey mío, que se conozcan todos. No hablo por mí, que ya tiene conocida el mundo mi ruindad y yo holgado que sea pública; sino porque veo los tiempos de manera que no es razón desechar ánimos virtuosos y fuertes, aunque sean de mujeres. (Los suspensivos son nuestros e indican un paso ilegible del autógrafo).

10 Lc 9, 58. -Precede una alusión a Mc 7, 37.

11 Tercera: intercesora, medianera.

12 Don Alvaro de Mendoza (cf. Vida 33, 16). -En el ms. de Toledo añadió la Santa de propia mano: ... y esta Orden de la Virgen sacratísima y las demás...

13 En la 1ª redacción concluye así: y no permita el Señor esto se quite de vuestra memoria jamás, por quien Su Majestad es.

 

CAPÍTULO 4

En que persuade la guarda de la Regla, y de tres cosas importantes para la vida espiritual.  Declara la primera de estas tres cosas, que es amor del prójimo, y lo que dañan amistades particulares (1).

1. Ya, hijas, habéis visto la gran empresa que pretendemos ganar (2). ¿Qué tales habremos de ser para que en los ojos de Dios y del mundo no nos tengan por muy atrevidas? Está claro que hemos menester trabajar mucho, y ayuda mucho tener altos pensamientos para que nos esforcemos a que lo sean las obras. Pues con que procuremos guardar cumplidamente nuestra Regla y Constituciones con gran cuidado, espero en el Señor admitirá nuestros ruegos; que no os pido cosa nueva, hijas mías, sino que guardemos nuestra profesión, pues es nuestro llamamiento y a lo que estamos obligadas, aunque de guardar a guardar va mucho.

2. Dice en la primera Regla nuestra que oremos sin cesar (3). Con que se haga esto con todo el cuidado que pudiéremos, que es lo más importante, no se dejarán de cumplir los ayunos y disciplinas y silencio que manda la Orden. Porque ya sabéis que para ser la oración verdadera se ha de ayudar con esto; que regalo y oración no se compadece.

3. En esto de oración es lo que me habéis pedido diga alguna cosa, y lo dicho hasta ahora, para en pago de lo que dijere, os pido yo cumpláis y leáis muchas veces de buena gana.

Antes que diga de lo interior, que es la oración, diré algunas cosas que son necesarias tener las que pretenden llevar camino de oración, y tan necesarias que, sin ser muy contemplativas, podrán estar muy adelante en el servicio del Señor, y es imposible si no las tienen ser muy contemplativas, y cuando pensaren lo son, están muy engañadas. El Señor me dé el favor para ello y me enseñe lo que tengo de decir, porque sea para su gloria, amén.

4. No penséis, amigas y hermanas mías, que serán muchas las cosas que os encargaré, porque plega al Señor hagamos las que nuestros santos Padres ordenaron y guardaron, que por este camino merecieron este nombre (4). Yerro sería buscar otro ni deprenderle de nadie. Solas tres me extenderé en declarar, que son de la misma Constitución, porque importa mucho entendamos lo muy mucho que nos va en guardarlas para tener la paz que tanto nos encomendó el Señor, interior y exteriormente: la una es amor unas con otras; otra, desasimiento de todo lo criado; la otra, verdadera humildad, que aunque la digo a la postre, es la principal y las abraza todas (5).

5. Cuanto a la primera, que es amaros mucho unas a otras, va muy mucho; porque no hay cosa enojosa que no se pase con facilidad en los que se aman y recia ha de ser cuando dé enojo. Y si este mandamiento se guardase en el mundo como se ha de guardar, creo aprovecharía mucho para guardar los demás; mas, más o menos, nunca acabamos de guardarle con perfección.

Parece que lo demasiado entre nosotras no puede ser malo, y trae tanto mal y tantas imperfecciones consigo, que no creo lo creerá sino quien ha sido testigo de vista (6). Aquí hace el demonio muchos enredos, que en conciencias que tratan groseramente de contentar a Dios se sienten poco y les parece virtud, y las que tratan de perfección lo entienden mucho, porque poco a poco quita la fuerza a la voluntad para que del todo se emplee en amar a Dios.

6. Y en mujeres creo debe ser esto aun más que en hombres; y hace daños para la comunidad muy notorios; porque de aquí viene el no se amar tanto todas, el sentir el agravio que se hace a la amiga, el desear tener para regalarla, el buscar tiempo para hablarla, y muchas veces más para decirle lo que la quiere y otras cosas impertinentes que lo que ama a Dios. Porque estas amistades grandes pocas veces van ordenadas a ayudarse a amar más a Dios, antes creo las hace comenzar el demonio para comenzar bandos en las religiones; que cuando es para servir a Su Majestad, luego se parece, que no va la voluntad con pasión, sino procurando ayuda para vencer otras pasiones.

7. Y de estas amistades querría yo muchas donde hay gran convento, que en esta casa, que no son más de trece ni lo han de ser (7), aquí todas han de ser amigas, todas se han de amar, todas se han de querer, todas se han de ayudar; y guárdense de estas particularidades, por amor del Señor, por santas que sean, que aun entre hermanos suele ser ponzoña y ningún provecho en ello veo; y si son deudos, muy peor, ¡es pestilencia! (8) Y créanme, hermanas, que aunque os parezca es éste extremo, en él está gran perfección y gran paz, y se quitan muchas ocasiones a las que no están muy fuertes; sino que, si la voluntad se inclinare más a una que a otra (que) no podrá ser menos, que es natural, y muchas veces nos lleva a amar lo más ruin si tiene más gracias de naturaleza), que nos vayamos (9) mucho a la mano a no nos dejar enseñorear de aquella afección. Amemos las virtudes y lo bueno interior, y siempre con estudio traigamos cuidado de apartarnos de hacer caso de esto exterior.

8. No consintamos, oh hermanas, que sea esclava de nadie nuestra voluntad, sino del que la compró por su sangre (10). Miren que, sin entender cómo, se hallarán asidas que no se puedan valer. ¡Oh, válgame Dios!, las niñerías que vienen de aquí no tienen cuento. Y porque son tan menudas que sólo las que lo ven lo entenderán y creerán, no hay para qué las decir aquí más de que en cualquiera será malo y en la prelada pestilencia (11).

9. En atajar estas parcialidades es menester gran cuidado desde el principio que se comience la amistad; esto más con industria y amor que con rigor. Para remedio de esto es gran cosa no estar juntas sino las horas señaladas, ni hablarse, conforme a la costumbre que ahora llevamos, que es no estar juntas, como manda la Regla (12), sino cada una apartada en su celda. Líbrense en San José de tener casa de labor; (13) porque, aunque es loable costumbre, con más facilidad se guarda el silencio cada una por sí, y acostumbrarse a soledad es gran cosa para la oración; y pues éste ha de ser el cimiento de esta casa (14), es menester traer estudio en aficionarnos a lo que a esto más nos ayuda.

10. Tornando al amarnos unas a otras, parece cosa impertinente encomendarlo, porque ¿qué gente hay tan bruta que tratándose siempre y estando en compañía y no habiendo de tener otras conversaciones ni otros tratos ni recreaciones con personas de fuera de casa, y creyendo nos ama Dios y ellas a él pues por Su Majestad lo dejan todo, que no cobre amor? En especial, que la virtud siempre convida a ser amada; y ésta, con el favor de Dios, espero en Su Majestad siempre la habrá en las de esta casa. Así que en esto no hay que encomendar mucho, a mi parecer.

11. En cómo ha de ser este amarse y qué cosa es amor virtuoso -el que yo deseo haya aquí- y en qué veremos tenemos esta virtud, que es bien grande, pues nuestro Señor tanto nos la encomendó y tan encargadamente a sus Apóstoles (15), de esto querría yo decir ahora un poquito conforme a mi rudeza. Y si en otros libros tan menudamente lo hallareis, no toméis nada de mí, que por ventura no sé lo que digo.

12. De dos maneras de amor es lo que trato: una es espiritual, porque ninguna cosa parece toca a la sensualidad ni la ternura de nuestra naturaleza, de manera que quite su puridad; otra es espiritual, y junto con ella nuestra sensualidad y flaqueza o buen amor, que parece lícito, como el de los deudos y amigos. De éste ya queda algo dicho (16).

13. Del que es espiritual, sin que intervenga pasión ninguna, quiero ahora hablar, porque, en habiéndola, va todo desconcertado este concierto; y si con templanza y discreción tratamos personas virtuosas, especialmente confesores, es provechoso. Mas si en el confesor se entendiere va encaminado a alguna vanidad, todo lo tengan por sospechoso, y en ninguna manera, aunque sean buenas pláticas, las tengan con él, sino con brevedad confesarse y concluir. Y lo mejor sería decir a la prelada que no se halla bien su alma con él y mudarle. Esto es lo más acertado, si se puede hacer sin tocarle en la honra.

14. En caso semejante y otros que podría el demonio en cosas dificultosas enredar y no se sabe qué consejo tomar, lo más acertado será procurar hablar a alguna persona que tenga letras; -que habiendo necesidad dase libertad para ello-, y confesarse con él y hacer lo que le dijere en el caso; porque, ya que no se pueda dejar de dar algún medio, podíase errar mucho; y ¡cuántos yerros pasan en el mundo por no hacer las cosas con consejo, en especial en lo que toca a dañar a nadie! Dejar de dar algún medio, no se sufre; porque cuando el demonio comienza por aquí, no es por poco, si no se ataja con brevedad; y así lo que tengo dicho de procurar hablar con otro confesor es lo más acertado, si hay disposición, y espero en el Señor sí habrá.

15. Miren que va mucho en esto, que es cosa peligrosa y un infierno y daño para todas. Y digo que no aguarden a entender mucho mal, sino que al principio lo atajen por todas las vías que pudieren y entendieren con buena conciencia lo pueden hacer. Mas espero yo en el Señor no permitirá que personas que han de tratar siempre en oración puedan tener voluntad sino a quien sea muy siervo de Dios, que esto es muy cierto, o lo es que no tienen oración ni perfección, conforme a lo que aquí se pretende; porque, si no ven que entiende su lenguaje y es aficionado a hablar en Dios, no le podrán amar, porque no es su semejante. Si lo es, con las poquísimas ocasiones que aquí habrá, o será muy simple o no querrá desasosegarse y desasosegar a las siervas de Dios.

16. Ya que he comenzado a hablar en esto, que -como he dicho- (17) es gran daño el que el demonio puede hacer y muy tardío en entenderse, y así se puede ir estragando la perfección sin saber por dónde. Porque si éste (18) quiere dar lugar a vanidad por tenerla él, lo hace todo poco aun para las otras. Dios nos libre, por quien Su Majestad es, de cosas semejantes. A todas las monjas bastaría a turbar, porque sus conciencias les dice al contrario de lo que el confesor y si las aprietan en que tengan uno solo, no saben qué hacer ni cómo se sosegar; porque quien lo había de quietar y remediar es quien hace el daño. Hartas aflicciones debe haber de éstas en algunas partes. Háceme gran lástima, y así no os espantéis ponga mucho en daros a entender este peligro (19).

NOTAS

1 El presente cap. corresponde a los caps. IV y V del autógrafo. En el n. 5 comenzaba nuevo capítulo, pero la propia Santa anotó al margen del ms. de Toledo, luego de tachar el título correspondiente: "No ha de haber aquí capítulo, que es el mismo quinto". -Siguiendo esta indicación, reducimos a uno solo ambos capítulos, pero conservamos el título del "quinto", en la segunda cláusula del presente epígrafe.

2 La 1ª redacción añadía: Por el prelado y obispo que es vuestro prelado, y por la Orden, ya va dicho en lo dicho, pues todo es bien de la Iglesia, y eso cosa que es de obligación...

3 Así se leía en la versión castellana de la Regla carmelitana usada por la Santa: "Estén todos los hermanos siempre en sus celdas, o junto a ellas, meditando y pensando de noche y de día en la ley de Dios y velando en oraciones, si no estuvieren ocupados en otros justos y honestos oficios y ejercicios.

4 La Santa modificó intencionadamente este pasaje; en la 1ª redacción se leía: Plega al Señor hagamos las que nuestro Padres ordenaron en la regla y constituciones cumplidamente, que son con todo cumplimiento de virtud. La modificación del texto se debió, probablemente, a la introducción de nuevas constituciones en el monasterio reformado de S. José.

5 En este punto concluía el cap. IV.

6 Como yo en otras partes, añadió la Santa entre líneas en el ms. de Toledo.

7 La Santa amplió más tarde este número. Cf. Vida, c. 32, n. 13 nota 24. -Por eso, en el ms. de Toledo enmendó el texto así: ... en esta casa que son pocas, todas han de...

8 En la redacción 1ª añadió: "si no, mírenlo por Josef", aludiendo al episodio bíblico de los hijos de Jacob (Gn 37). -La frase siguiente -"¡es pestilencia!- es una especie de anatema teresiano que indica la gravedad y contagiosidad de un mal moral (cf. n. 8)).

9 Vamos, escribió la Santa.

10 Alusión a 1 Pt 1, 19.

11 El ms. de El Escorial ofrece una variante de interés: Y porque no se entiendan tantas flaquezas de mujeres y no deprendan las que no lo saben, no las quiero decir por menudo. Mas, cierto, a mí me espantaban algunas veces verlas, que yo, por la bondad de Dios, en este caso jamás me así mucho, y por ventura sería porque lo estaba en otras cosas peores; mas, como digo, vilo muchas veces. Y en los más monasterios temo que pasa, porque en algunos lo he visto, y sé que para mucha religión y perfección es malísima cosa en todas. En la prelada sería pestilencia; esto ya se está dicho.

12 Constitución, escribió en la 1ª redacción.

13 Casa de labor: oficina para el trabajo en común.

14 La 1ª redacción añadía: ... y a esto nos juntamos, más que ninguna otra cosa hemos de traer estudio en aficionarnos a lo que a esto nos aprovecha.

15 Jn 13, 34.

16 Todo este pasaje fue decididamente modificado por la Autora, que no contenta con la segunda redacción (ms. de Valladolid), arrancó íntegra la hoja del propio autógrafo y la sustituyó con la que ahora leemos. Con todo, la redacción 1ª (ms. del Escorial) sigue siendo interesante, y por ello la trascribimos íntegra: ... otro es espiritual y que junta con él nuestra sensualidad y flaqueza; que esto es lo que hace al caso: estas dos maneras de amarnos sin que intervenga pasión ninguna, porque en habiéndola, va todo desconcertado este concierto; y si con templanza y discreción tratamos el amor que tengo dicho, va todo meritorio, porque lo que nos parece sensualidad se torna en virtud; sino que va tan entremetido, que a veces no hay quien lo entienda, en especial si es con algún confesor; que personas que tratan oración, si le ven santo y las entiende la manera de proceder, tómase mucho amor. Y aquí da el demonio gran batería de escrúpulos, que desasosiega el alma harto, que esto pretende él. En especial si el confesor la trae a más perfección apriétala tanto que le viene a dejar. Y no la deja con otro ni con otro de atormentar aquella tentación.

Lo que en esto pueden hacer es procurar no ocupar el pensamiento en si quieren o no quieren; sino si quisieren, quieran. Porque, pues cobramos amor a quien nos hace algunos bienes al cuerpo, quien siempre procura y trabaja de hacerlos al alma ¿por qué no le hemos de querer? Antes tengo por gran principio de aprovechar mucho tener amor al confesor, y si es santo y espiritual y veo que pone mucho en aprovechar mi alma; porque es tal nuestra flaqueza, que algunas veces nos ayuda mucho para poner por obra cosas muy grandes en servicio de Dios. Si no es tal como he dicho, aquí está el peligro, y puede hacer grandísimo daño entender él que le tienen voluntad, y en casas muy encerradas mucho más que en otras. Y porque con dificultad se entenderá cuál es tan bueno, es menester gran cuidado y aviso; porque decir que no entienda él que hay la voluntad y que no se lo digan, esto sería lo mejor; mas aprieta el demonio de arte, que no da ese lugar, porque todo cuanto tuviere que confesar le parecerá es aquello y que está obligada a confesarlo. Por esto querría yo que creyesen no es nada ni hiciesen caso de ello.

Lleven este aviso: si en el confesor entendieren que todas sus pláticas es para aprovechar su alma y no le vieren ni entendieren otra vanidad (que luego se entiende a quien no se quiere hacer boba), y le entendieren temeroso de Dios, por ninguna tentación que ellas tengan de mucha afición se fatiguen, que de que el demonio se canse se le quitará. Mas si en el confesor entendieren va encaminado a alguna vanidad en lo que les dicen, todo lo tengan por sospechoso, y ninguna manera, -aunque sean pláticas de oración ni de Dios- las tengan con él, sino con brevedad confesarse y concluir; y lo mejor sería decir a la Madre no se halla su alma bien con él y mudarle. Esto es lo más acertado, si hay disposición, y espero en Dios sí habrá; y poner lo que pudiere en no tratar con él, aunque sienta la muerte. -Prosigue en el n. 15. Todo el n. 14 faltaba en la 1ª redacción.

17 En el n. 14.

18 Este: el confesor. -Lo hace todo poco: lo juzga cosa sin importancia.

19 En la 1ª redacción concluía así: He visto en monasterios gran aflicción de esta parte -aunque no en el mío- que me han movido a gran piedad.

 

CAPÍTULO 5

Prosigue en los confesores. Dice lo que importa sean letrados.

1. No dé el Señor a probar a nadie en esta casa el trabajo que queda dicho, por quien Su Majestad es, de verse alma y cuerpo apretadas, o que si la prelada está bien con el confesor, que ni a él de ella ni a ella de él no osan decir nada. Aquí vendrá la tentación de dejar de confesar pecados muy graves, por miedo de no estar en desasosiego. ¡Oh, válgame Dios, qué daño puede hacer aquí el demonio y qué caro les cuesta el apretamiento y honra! Que porque no traten más de un confesor, piensan granjean gran cosa de religión y honra del monasterio, y ordena por esta vía el demonio coger las almas, como no puede por otra. Si piden otro, luego parece va perdido el concierto de la religión, o que si no es de la Orden, aunque sea un santo, aun tratar con él les parece les hace afrenta (1).

2. Esta santa libertad pido yo por amor del Señor a la que estuviere por mayor: (2) procure siempre con el obispo o provincial (3) que, sin los confesores ordinarios, procure algunas veces tratar ella y todas y comunicar sus almas con personas que tengan letras, en especial si los confesores no las tienen, por buenos que sean. Son gran cosa letras para dar en todo luz. Será posible hallar lo uno y lo otro junto en algunas personas. Y mientras más merced el Señor os hiciere en la oración, es menester más ir bien fundadas sus obras y oración.

3. Ya sabéis que la primera piedra ha de ser buena conciencia y con todas vuestras fuerzas libraros aun de pecados veniales y seguir lo más perfecto. Parecerá que esto cualquier confesor lo sabe, y es engaño. A mí me acaeció tratar con uno cosas de conciencia que había oído todo el curso de teología, y me hizo harto daño en cosas que me decía no eran nada; y sé que no pretendía engañarme ni tenía para qué, sino que no supo más. Y con otros dos o tres, sin éste, me acaeció (4).

4. Este tener verdadera luz para guardar la ley de Dios con perfección es todo nuestro bien. Sobre ésta asienta bien la oración. Sin este cimiento fuerte, todo el edificio va falso. Si no les dieren libertad para confesarse, para tratar cosas de su alma con personas semejantes a lo que he dicho (5). Y atrévome más a decir, que aunque el confesor lo tenga todo, algunas veces se haga lo que digo; porque ya puede ser él se engañe, y es bien no se engañen todas por él; procurando siempre no sea cosa contra la obediencia, que medios hay para todo, y vale mucho a las almas, y así es bien por las maneras que pudiere lo procure.

5. Todo esto que he dicho toca a la prelada. Y así la torno a pedir que, pues aquí no se pretende tener otra consolación sino la del alma, procure en esto su consolación, que hay diferentes caminos por donde lleva Dios y no por fuerza los sabrá todos un confesor; que yo aseguro no les falten personas santas que quieran tratarlas y consolar sus almas, si ellas son las que han de ser, aunque seáis pobres; que el que las sustenta los cuerpos despertará y pondrá voluntad a quien con ella dé luz a sus almas, y remédiase este mal, que es el que yo temo; que cuando el demonio tentase al confesor en engañarle en alguna doctrina, como sepa trata con otros iráse a la mano y mirará mejor, en todo, lo que hace (6).

Quitada esta entrada al demonio, yo espero en Dios no la tendrá en esta casa; y así pido por amor del Señor al obispo que fuere, que deje a las hermanas esta libertad y que no se la quite, cuando las personas fueren tales que tengan letras y bondad, que luego se entiende en lugar tan chico como éste.

6. Esto que aquí he dicho, téngolo visto y entendido y tratado con personas doctas y santas, que han mirado lo que más convenía a esta casa para que la perfección de esta casa fuese adelante. Y entre los peligros -que en todo le hay mientras vivimos- éste hallamos ser el menor; y que nunca haya vicario (7) que tenga mano de entrar y salir, ni confesor que tenga esta libertad; sino que éstos sean para celar el recogimiento y honestidad de la casa y aprovechamiento interior y exterior, para decirlo al prelado cuando hubiere falta; mas no que sea él superior.

7. Y esto es lo que se hace ahora, y no por solo mi parecer; porque el obispo que ahora tenemos, debajo de cuya obediencia estamos (que) por causas muchas que hubo, no se dio la obediencia a la Orden) (8), que es persona amiga de toda religión y santidad y gran siervo de Dios (llámase) Don Alvaro de Mendoza, de gran nobleza de linaje, y muy aficionado a favorecer esta casa de todas maneras) (9), hizo juntar personas de letras y espíritu y experiencia para este punto, y se vino a determinar esto. Razón será que los prelados que vinieren se lleguen a este parecer, pues por tan buenos está determinado y con hartas oraciones pedido al Señor alumbrase lo mejor; y, a lo que se entiende hasta ahora, cierto esto lo es. El Señor sea servido llevarlo siempre adelante como más sea para su gloria, amén.

NOTAS

1 En la 1ª redacción había escrito con fina ironía: Si no es de la Orden, aunque fuese un San Jerónimo, luego hacen afrenta a la Orden toda. -Alabad mucho, hijas, a Dios por esta libertad que tenéis que -aunque no ha de ser para con muchos- podréis tratar con algunos, aunque no sean los ordinarios confesores, que os den luz para todo. -Es interesante notar que en este delicado asunto la legislación eclesiástica ha venido a dar la razón a Santa Teresa.

2 Quien estuviere por "mayor": la superiora.

3 O provincial: añadido entre líneas por la Santa. En la 3ª redacción (ms. de Toledo), la Santa tachó además obispo y escribió prelado. -Todo este pasaje tenía sentido diverso en la 1ª redacción: procure siempre tratar con quien tenga letras, y que traten sus monjas. Dios las libre, por espíritu que uno les parezca tenga y en hecho de verdad le tenga, regirse en todo por él, si no es letrado.

4 Véase Vida c. 6, n. 4; y c. 4, n. 7; c. 5, n. 3; c. 8, n. 11; c. 26, n. 3...

45 En el laconismo de esa frase compendia las siguientes de la 1ª redacción: Así que gente de espíritu y de letras han menester tratar. Si el confesor no pudieren lo tenga todo, a tiempos procurar otros; y si por ventura las ponen precepto no se confiesen con otros, sin confesión traten su alma con personas semejantes a lo que digo. -Uno de los censores, luego de haber subrayado largamente el texto del autógrafo, anotó al margen: "Esto es bien; porque hay unos maestros espirituales que, por no errar, condenan cuantos espíritus hay, por demonios, y yerran más en esto, porque ahogan los espíritus del Señor, como dice el Apóstol".

6 La 1ª redacción continuaba: ... no las quite que algunas veces se confiesen con ellos [con letrados] y traten su oración aunque haya confesores; que para muchas cosas sé que conviene, y que el daño que puede haber es ninguno en comparación del grande y disimulado y casi sin remedio, a manera de decir, que hay en lo contrario. Que esto tienen los monasterio: que el bien cáese presto, si con gran cuidado no se guarda; y el mal, si una vez comienza, es dificultosísimo de quitarse, que muy presto la costumbre se hace hábito y naturaleza de cosas imperfectas.

7 Vicario: superior facultado por el Obispo o Provincial Cf. carta al P. Gracián (B.M.C., 350, n. 1) con instrucciones para el gobierno de las carmelitas.

8 En la 1ª redacción continuaba insistiendo: Porque, como digo, hallóse grandes causas para ser esto lo mejor, miradas todas, y que un confesor confiese ordinario que sea el mismo capellán, siendo tal; y que para las veces que hubiere necesidad en un alma, puedan confesarse con personas tales como quedan dichas, nombrándolas al mismo prelado o, si la Madre fuera tal que el Obispo que fuere fíe esto de ella, a su disposición; que, como son pocas, poco tiempo ocuparán a nadie. Esto se determinó después de harta oración y de muchas personas y mía -aunque miserable- y entre personas de grandes letras y entendimiento y oración; y así espero en el Señor es lo más acertado.

9 Véase Vida c. 33, n. 16. -El elogio de D. Alvaro aquí hecho por la Santa, fue borrado por ella misma en el ms. de Toledo, al preparar el libro para la edición, y asimismo en el ms. de Madrid; lo conservó en el ms. de Salamanca.

 

CAPITULO 6

Torna a la materia que comenzó del amor perfecto.

1. Harto me he divertido; mas importa tanto lo que queda dicho, que quien lo entendiere no me culpará. Tornemos ahora al amor que es bien y lícito nos tengamos (1), del que digo es puro espiritual. No sé si sé lo que me digo. Al menos paréceme no es menester mucho hablar en él, porque le tienen pocos. A quien el Señor se le hubiere dado, alábele mucho, porque debe ser de grandísima perfección. En fin, quiero tratar algo de él. Por ventura hará algún provecho, que poniéndonos delante de los ojos la virtud, aficiónase a ella quien la desea y pretende ganar.

2. Plega a Dios yo sepa entenderle, cuánto más decirle, que ni creo sé cuál es espiritual, ni cuándo se mezcla sensual, ni sé cómo me pongo a hablar en ello. Es como quien oye hablar de lejos, que no entiende lo que dicen; así soy yo, que algunas veces no debo entender lo que digo y quiere el Señor sea bien dicho; si otras fuere dislate, es lo más natural a mí no acertar en nada.

3. Paréceme ahora a mí que cuando una persona ha llegado la Dios a claro conocimiento de lo que es el mundo, y qué cosa es mundo, y que hay otro mundo, y la diferencia que hay de lo uno a lo otro, y que lo uno es eterno y lo otro soñado, o qué cosa es amar al Criador o a la criatura (esto) visto por experiencia, que es otro negocio que sólo pensarlo y creerlo), o ver y probar qué se gana con lo uno y se pierde con lo otro, y qué cosa es Criador y qué cosa es criatura, y otras muchas cosas que el Señor enseña a quien se quiere dar a ser enseñado de él en la oración o a quien Su Majestad quiere, que aman muy diferentemente de los que no hemos llegado aquí.

4. Podrá ser, hermanas, que os parezca tratar en esto impertinente y que digáis que estas cosas que he dicho ya todas las sabéis. Plega al Señor sea así que lo sepáis de la manera que hace al caso, imprimido en las entrañas; pues si lo sabéis, veréis que no miento en decir que a quien el Señor llega aquí tiene este amor. Son estas personas que Dios las llega a este estado almas generosas, almas reales; no se contentan con amar cosa tan ruin como estos cuerpos, por hermosos que sean (2), por muchas gracias que tengan, bien que place a la vista y alaban al Criador; mas para detenerse en ello, no. Digo "detenerse", de manera que por estas cosas los tengan amor; parecerles hía que aman cosa sin tomo y que se ponen a querer sombra; correrse hían de sí mismos y no tendrían cara, sin gran afrenta suya, para decir a Dios que le aman.

5. Diréisme: "esos tales no sabrán querer ni pagar la voluntad que se les tuviere".

-Al menos dáseles poco de que se la tengan. Ya que de presto algunas veces el natural lleva a holgarse de ser amados, en tornando sobre sí ven que es disparate, si no son personas que las ha de aprovechar su alma o con doctrina o con oración. Todas las otras voluntades les cansan, que entienden ningún provecho les hace y les podría dañar, no porque las dejan de agradecer y pagar con encomendarlos a Dios. Tómanlo como cosa que echan carga al Señor los que las aman, que entienden viene de allí, porque en sí no les parece que hay qué querer, y luego les parece las quieren porque las quiere Dios, y dejan a Su Majestad lo pague y se lo suplican, y con esto quedan libres, que les parece no les toca. Y bien mirado, si no es con las personas que digo que nos pueden hacer bien para ganar bienes perfectos, yo pienso algunas veces cuán gran ceguedad se trae en este querer que nos quieran.

6. Ahora noten que, como el amor, cuando de alguna persona le queremos, siempre se pretende algún interés de provecho o contento nuestro, y estas personas perfectas ya todos los tienen debajo de los pies los bienes que en el mundo les pueden hacer y regalos, los contentos ya están de suerte, que, aunque ellos quieran, a manera de decir, no le pueden tener que lo sea fuera de con Dios o en tratar de Dios. Pues ¿qué provecho les puede venir de ser amados?

7. Como se les representa esta verdad, de sí mismos se ríen de la pena que algún tiempo les ha dado si era pagada o no su voluntad. Aunque sea buena la voluntad, luego nos es muy natural querer ser pagada. Venido a cobrar esta paga, es en pajas, que todo es aire y sin tomo, que se lo lleva el viento. Porque, cuando mucho nos hayan querido, ¿qué es esto que nos queda? Así que, si no es para provecho de su alma con las personas que tengo dichas, porque ven ser tal nuestro natural que si no hay algún amor luego se cansan, no se les da más ser queridas que no.

Pareceros ha que estos tales no quieren a nadie, ni saben, sino a Dios.

-Mucho más (3), y con más verdadero amor, y con más pasión y más provechoso amor: en fin, es amor. Y estas tales almas son siempre aficionadas a dar, mucho más que no a recibir; aun con el mismo Criador les acaece esto. Digo que merece éste nombre de amor, que esotras aficiones bajas le tienen usurpado el nombre.

8. También os parecerá, que si no aman por las cosas que ven, que ¿a qué se aficionan?

-Verdad es que lo que ven aman y a lo que oyen se aficionan; mas es a cosas que ven son estables. Luego éstos, si aman, pasan por los cuerpos y ponen los ojos en las almas y miran si hay qué amar; y si no lo hay y ven algún principio o disposición para que, si cavan, hallarán oro en esta mina, si la tienen amor, no les duele el trabajo; ninguna cosa se les pone delante que de buena gana no la hiciesen por el bien de aquel alma, porque desean durar en amarla y saben muy bien que, si no tiene bienes y ama mucho a Dios, que es imposible. Y digo que es imposible, aunque más la obligue y se muera queriéndola y la haga todas las buenas obras que pueda y tenga todas las gracias de naturaleza juntas; no tendrá fuerza la voluntad ni la podrá hacer estar con asiento. Ya sabe y tiene experiencia de lo que es todo; no le echarán dado falso; (4) ve que no son para en uno, y que es imposible durar a quererse el uno al otro, porque es amor que se ha de acabar con la vida si el otro no va guardando la ley de Dios y entiende que no le ama y que han de ir a diferentes partes.

9. Y este amor que sólo acá dura, alma de éstas a quien el Señor ya ha infundido verdadera sabiduría, no le estima en más de lo que vale, ni en tanto. Porque para los que gustan de gustar de cosas del mundo, deleites y honras y riquezas, algo valdrá, si es rico o tiene partes para dar pasatiempo y recreación; mas quien todo esto aborrece ya, poco o nonada se le dará de aquello.

Ahora, pues, aquí -si tiene amor- es la pasión para hacer esta alma para ser amada de él; (5) porque, como digo, sabe que no ha de durar en quererla. Es amor muy a su costa. No deja de poner todo lo que puede porque se aproveche. Perdería mil vidas por un pequeño bien suyo.

¡Oh precioso amor, que va imitando al capitán del amor, Jesús, nuestro bien!

NOTAS

1 Reanuda el tema del c. 4, n. 13. -La Santa había escrito: "es bien y lícito...".

2 En el ms. de Toledo la Santa intercaló este inciso: digo amor que sujete y ate.

3 Una segunda mano enmendó el autógrafo así: "Digo que si aman mucho más ...". La corrección no fue incluida por la Santa en el ms. de Toledo, ni pasó a la edición príncipe (p. 21v), ni a la de fray Luis (p. 37). -En el ms. de Toledo la Santa misma corrigió la frase siguiente: "... y con más pasión": "aunque sin pasión", titubeo lexical que se debe a su inseguridad sobre el alcance filosófico técnico del término "pasión": "yo sé poco de estas pasiones del alma" (M. IV, 1, 5). Ver la nota 5.

4 Echar dado falso: engañar. -No son para en uno: no tienen condición para vivir unidos o conformes, o: "no son el uno para el otro".

5 Para ser amada: equivale a "digna de, apta para ...". Uno de los censores corrigió el autógrafo: "... para hacer esta alma ame a Dios para ser amada de él". En el ms. de Toledo la Santa corrige "pasión" y escribe "afición" (frase precedente), pero no acepta la enmienda del corrector, que no pasa a la edición príncipe (p. 23), pero sí a la de fray Luis (p. 39) y a la generalidad de las ediciones. -A continuación: "como digo": alude a lo dicho en el n. 8.

 

CAPITULO 7

En que trata de la misma materia de amor espiritual, y da algunos avisos para ganarle.

1. Es cosa extraña qué apasionado amor es éste, qué de lágrimas cuesta, qué de penitencias y oración, qué cuidado de encomendar a todos los que piensa le han de aprovechar con Dios para que se le encomienden, qué deseo ordinario, un no traer contento si no le ve aprovechar. Pues si le parece está mejorado y le ve que torna algo atrás, no parece ha de tener placer en su vida; ni come ni duerme sino con este cuidado (1), siempre temerosa si alma que tanto quiere se ha de perder, y si se han de apartar para siempre, que la muerte de acá no la tienen en nada, que no quiere asirse a cosa que en un soplo se le va de entre las manos sin poderla asir. Es -como he dicho- (2) amor sin poco ni mucho de interés propio. Todo lo que desea y quiere es ver rica aquella alma de bienes del cielo.

Esta es voluntad, y no estos quereres de por acá desastrados, aun no digo los malos, que de ésos Dios nos libre: [2] en cosa que es infierno no hay que nos cansar en decir mal, que no se puede encarecer el menor mal de él. Este no hay para qué tomarle nosotras, hermanas, en la boca, ni pensar le hay en el mundo, en burlas ni en veras oírle, ni consentir que delante de vosotras se trate ni cuente de semejantes voluntades. Para ninguna cosa es bueno, y podría dañar aun oírlo. Sino de estotros lícitos, como he dicho, que nos tenemos unas a otras, o de deudos y amigas. Toda la voluntad es que no se nos muera: (3) si les duele la cabeza, parece nos duele el alma; si los vemos con trabajos, no queda -como dicen- paciencia; todo de esta manera.

3. Estotra voluntad no es así. Aunque con la flaqueza natural se siente algo de presto, luego la razón mira si es bien para aquel alma, si se enriquece más en virtud y cómo lo lleva, el rogar a Dios la dé paciencia y merezca en los trabajos. Si ve que la tiene, ninguna pena siente, antes se alegra y consuela; bien que lo pasaría de mejor gana que vérselo pasar, si el mérito y ganancia que hay en padecer pudiese todo dársele, mas no para que se inquiete ni desasosiegue.

4. Torno otra vez a decir (4), que se parece y va imitando este amor al que nos tuvo el buen amador Jesús; y así aprovechan tanto, porque no querrían ellos sino abrazar todos los trabajos, y que los otros sin trabajar se aprovechasen de ellos. Así ganan muy mucho los que tienen su amistad; y crean que, o los dejarán de tratar -con particular amistad, digo- o acabarán con nuestro Señor que vayan por su camino, pues van a una tierra, como hizo Santa Mónica (5) con San Agustín. No les sufre el corazón tratar con ellos doblez, porque si les ven torcer el camino, luego se lo dicen, o algunas faltas. No pueden consigo acabar otra cosa. Y como de esto no se enmendarán ni tratan de lisonja con ellos ni de disimularles nada, o ellos se enmendarán o apartarán de la amistad; porque no podrán sufrirlo, ni es de sufrir; para el uno y para el otro es continua guerra. Con andar descuidados de todo el mundo y no trayendo cuenta si sirven a Dios o no porque sólo consigo mismos la tienen, con sus amigos no hay poder hacer esto, ni se les encubre cosa. Las motitas ven. Digo que traen bien pesada cruz (6).

5. Esta manera de amar es la que yo querría tuviésemos nosotras. Aunque a los principios no sea tan perfecta, el Señor la irá perfeccionando. Comencemos en los medios, que aunque lleve algo de ternura, no dañará, como sea en general. Es bueno y necesario algunas veces mostrar ternura en la voluntad, y aun tenerla, y sentir algunos trabajos y enfermedades de las hermanas, aunque sean pequeños; que algunas veces acaece dar una cosa muy liviana tan gran pena como a otra daría un gran trabajo, y a personas que tienen de natural apretarle mucho pocas cosas (7). Si vos le tenéis al contrario, no os dejéis de compadecer; y por ventura quiere nuestro Señor reservarnos de esas penas y las tendremos en otras cosas, y de las que para nosotras son graves -aunque de suyo lo sean- para la otra serán leves. Así que en estas cosas no juzguemos por nosotras ni nos consideremos en el tiempo que, por ventura sin trabajo nuestro, el Señor nos ha hecho más fuertes, sino considerémonos en el tiempo que hemos estado más flacas.

6. Mirad que importa este aviso para sabernos condoler de los trabajos de los prójimos, por pequeños que sean, en especial a almas de las que quedan dichas; (8) que ya éstas, como desean los trabajos, todo se les hace poco, y es muy necesario traer cuidado de mirarse cuando era flaca y ver que si no lo es, no viene de ella; porque podría por aquí el demonio ir enfriando la caridad con los prójimos y hacernos entender es perfección lo que es falta. En todo es menester cuidado y andar despiertas, pues él no duerme, y en los que van en más perfección, más; porque son muy más disimuladas las tentaciones, que no se atreve a otra cosa, que no parece se entiende el daño hasta que está ya hecho, si -como digo- no se trae cuidado. En fin, que es menester siempre velar y orar, que no hay mejor remedio para descubrir estas cosas ocultas del demonio y hacerle dar señal que la oración (9).

7. Procurar también holgaros con las hermanas cuando tienen recreación con necesidad de ella y el rato que es de costumbre, aunque no sea a vuestro gusto, que yendo con consideración todo es amor perfecto (10). Así que es muy bien las unas se apiaden de las necesidades de las otras. Miren no sea con falta de discreción en cosas que sea contra la obediencia. Aunque le parezca áspero dentro en sí lo que mandare la prelada, no lo muestre ni dé a entender a nadie, si no fuere a la misma priora con humildad, que haréis mucho daño. Y sabed entender cuáles son las cosas que se han de sentir y apiadar de las hermanas, y siempre sientan mucho cualquiera falta, si es notoria, que veáis en la hermana. Y aquí se muestra y ejercita bien el amor en sabérsela sufrir y no se espantar de ella, que así harán las otras las que vos tuviereis, que aun de las que no entendéis deben ser muchas más; y encomendarla mucho a Dios, y procurar hacer vos con gran perfección la virtud contraria de la falta que le parece en la otra. Esforzarse a esto, para que enseñe a aquélla por obra lo que por palabra por ventura no lo entenderá, ni le aprovechará, ni castigo. Y esto de hacer una lo que ve resplandecer de virtud en otra, pégase mucho. Este es buen aviso; no se os olvide.

8. ¡Oh, qué bueno y verdadero amor será el de la hermana que puede aprovechar a todas, dejado su provecho por los de las otras, ir muy adelante en todas las virtudes y guardar con gran perfección su Regla! Mejor amistad será ésta que todas las ternuras que se pueden decir, que éstas no se usan ni han de usar en esta casa, tal como "mi vida", "mi alma", "mi bien", y otras cosas semejantes, que a las unas llaman uno y a las otras otro. Estas palabras regaladas déjenlas para con su Esposo, pues tanto han de estar con El y tan a solas, que de todo se habrán menester aprovechar, pues Su Majestad lo sufre, y muy usadas acá no enternecen tanto con el Señor; y sin esto, no hay para qué; es muy de mujeres y no querría yo, hijas mías, lo fueseis en nada, ni lo parecieseis, sino varones fuertes: que si ellas hacen lo que es en sí, el Señor las hará tan varoniles que espanten a los hombres. ¡Y qué fácil es a Su Majestad, pues nos hizo de nonada!

9. Es también muy buena muestra de amor en procurar quitarlas de trabajo y tomarle ella para sí en los oficios de casa, y también de holgarse y alabar mucho al Señor del acrecentamiento que viere en sus virtudes. Todas estas cosas, dejado el gran bien que traen consigo, ayudan mucho a la paz y conformidad de unas con otras, como ahora lo vemos por experiencia, por la bondad de Dios. Plega a Su Majestad lo lleve siempre adelante, porque sería cosa terrible ser al contrario, y muy recio de sufrir, pocas y mal avenidas; no lo permita Dios.

10. Si por dicha (11) alguna palabrilla de presto se atravesare, remédiese luego y hagan gran oración. Y en cualquiera de estas cosas que dure, o bandillos, o deseo de ser más, o puntito de honra (que) parece se me hiela la sangre, cuando esto escribo, de pensar que puede en algún tiempo venir a ser, porque veo es el principal mal de los monasterios), cuando esto hubiese, dense por perdidas. Piensen y crean han echado a su Esposo de casa y que le necesitan a ir a buscar otra posada, pues le echan de su casa propia. Clamen a Su Majestad. Procuren remedio. Porque, si no le pone confesar y comulgar tan a menudo, teman si hay algún Judas.

11. Mire mucho la priora, por amor de Dios, en no dar lugar a esto, atajando mucho los principios, que aquí está todo el daño o remedio; (12) y la que entendiere lo alborota, procure se vaya a otro monasterio, que Dios las dará con qué la doten. Echen de sí esta pestilencia. Corten como pudieren las ramas. Y si no bastare, arranquen la raíz. Y cuando no pudiesen esto, no salga de una cárcel quien de estas cosas tratare: mucho más vale, antes que pegue a todas tan incurable pestilencia. ¡Oh, que es gran mal! Dios nos libre de monasterio donde entra. Yo más querría entrase en éste un fuego que nos abrasase a todas.

Porque en otra parte creo diré algo más de esto -como en cosa que nos va tanto- no me alargo más aquí (13)

NOTAS

1 Entre líneas añadió la Santa en el códice de Toledo: no se ha de entender que es con inquietud interior.

2 En el c. 6, nn. 6 y 9.

3 En el códice de Toledo arregló la Autora este pasaje de suerte que dijese: sea nuestra voluntad tal que no nos quite la paz y libertad.

4 Véase lo dicho al fin del c. 6.

5 Amonica escribe la Santa.

6 La Santa suprimió allí un pasaje interesante de la 1ª redacción: ¡Oh dichosas almas que son amadas de los tales! ¡dichoso el día en que los conocieron! ¡Oh Señor mío! ¿no me haríais merced que hubiese muchas que así me amasen? Por cierto, Señor, de mejor gana lo procuraría que ser amada de todos los reyes y señores del mundo; y con razón, pues éstos no procuran, por cuantas vías pueden, hacer tales que señoreemos el mismo mundo y que nos estén sujetas todas las cosas de él.

Cuando alguna persona semejante conociereis, hermanas, con todas las diligencias que pudiere la Madre procure trate con vosotras. Quered cuanto quisiereis a los tales. Pocos debe haber, mas no deja el Señor de querer se entienda cuando alguno hay que llegue a la perfección. Luego os dirán que no es menester, que basta tener a Dios. Buen medio es para tener a Dios tratar con sus amigos; siempre se saca gran ganancia, yo lo sé por experiencia; que, después del Señor, si no estoy en el infierno, es por personas semejantes, que siempre fui muy aficionada me encomendasen a Dios, y ansí lo procuraba. Ahora tornemos a lo que íbamos.

7 Prosigue la 1ª redacción: Y no se espanten; que el demonio por ventura puso allí todo su poder con más fuerza que para que vos sintieseis las penas y trabajos grandes.

8 Importa este aviso... a almas de las que quedan dichas en el n. 4.

9 Alusión a dos consejos del Señor: Mt 26, 41 y 17, 20.

10 En la 1ª redacción seguían estas dos delicadas confidencias: Y es así que queriendo tratar del que no lo es tanto [tan perfecto], que no hallo camino en esta casa para que me parezca entre nosotras será bien tenerle; porque si por bien es, como digo, todo se ha de volver a su principio, que es el amor que queda dicho.

Pensé decir mucho de esotro [de la segunda especie de amor menos perfecto], y venido a adelgazar, no me parece se sufre aquí con el modo que llevamos; y por eso, lo quiero dejar en lo dicho, que espero en Dios, -aunque no sea con toda perfección- no habrá en esta casa disposición para que haya otra manera de amaros.

11 Por dicha: equivale a "por ventura".

12 Añadía con fuerza en la 1ª redacción: y cuando no bastare con amor, sean graves castigos.

13 El capítulo tenía un hermoso epílogo en la 1ª redacción. Helo aquí: Porque [en] otra parte trataré aún otra vez de esto, no digo aquí más, sino que quiero más que se quieran y amen tiernamente y con regalo (aunque no sea tan perfecto como el amor que queda dicho, como sea en general) que no haya un punto de discordia. No lo permita el Señor, por quien Su Majestad es, amén.