¿Qué nos enseña nuestra fe acerca de la Eucaristía?
Nuestra fe nos enseña que aquello que proclamamos en la Eucaristía, la muerte y
resurrección de Cristo, también se hace presente en ese mismo acto por el poder
del amor y la bondad de Dios. Este es el corazón de nuestra fe en el sacramento
que denominamos Eucaristía, el santo sacrificio de la Misa, la real presencia de
Cristo.
¿De qué diversas maneras se describe la Eucaristía?
El Catecismo de la Iglesia Católica comienza el articulo sobre la Eucaristía con
una reflexión acerca de los nombres con los que se identifica dicho sacramento.
Allí leemos que cada nombre del sacramento evoca algunos de sus aspectos . Se le
llama "Eucaristía porque es acción de gracias a Dios (1328). A veces se lo
denomina "Fracción del pan porque Jesús usó este rito, sobre todo, en la Última
Cena (1 329). También se dice que la Eucaristía es "el memorial de la pasión y
resurrección del Señor... el Santo Sacrificio porque actualiza el sacrificio de
Cristo Salvador e incluye la ofrenda de la Iglesia (1330).
¿Por qué es la Eucaristía tan importante para la Iglesia?
La Eucaristía se encuentra en el corazón mismo de la vida de la Iglesia. En la
celebración de este misterio de fe, Cristo mismo se hace presente ante su
pueblo. La Eucaristía, rica en simbolismo e incluso más rica en realidad, lleva
intrínsecamente toda la realidad de Cristo y actúa cómo mediador de su obra
hacia nosotros. En pocas palabras, cuando la Iglesia se reúne para adorar a Dios
y ofrece el sacrificio Eucarístico, Cristo no sólo está presente de forma real y
verdadera en la forma del pan y el vino sino que también continúa su obra
salvadora para nuestra salvación.
¿Qué es lo que realmente se hace presente con la Eucaristía?
En la Eucaristía, Jesús ha instituido un sacramento en el que la misma pasión,
muerte y resurrección que el sufriría se haría presente nuevamente en nuestras
vidas de una forma que nos permite compartir los beneficios de la cruz. Hablamos
de la muerte ante el pecado y el nacimiento en una nueva vida porque
participamos en el misterio de la muerte y resurrección de Jesús. La Iglesia usa
la palabra "re-presentar" (hacer presente nuevamente) para referirse a lo que
sucede en la Misa. La frase "santo sacrificio dc la Misa también es exacta
porque por medio del sacramento, la muerte y resurrección de Jesús se hacen
presentes nuevamente. El sacrificio de Cristo y el sacrificio de la Eucaristía
son un único sacrificio.
¿Cuándo y por qué se instituyó la Eucaristía?
Con gran claridad, la constitución del Concilio Vaticano II sobre la Sagrada
Liturgia nos enseña: "Nuestro Salvador, en la Última Cena, la noche que le
traicionaban, instituyó el Sacrificio Eucarístico de su Cuerpo y Sangre, con lo
cual iba a perpetuar por los siglos, hasta su vuelta, el Sacrificio de la Cruz y
a confiar a su Esposa, la Iglesia, el Memorial de su Muerte y Resurrección:
sacramento de piedad, signo de unidad, vínculo de caridad, banquete pascual, en
el cual se come a Cristo, el alma se llena de gracia y se nos da una prenda de
la gloria venidera (SC 47).
¿Qué relación existe entre la Eucaristía y la Ultima Cena?
Los orígenes de la Eucaristía se encuentran en la Última Cena. EI Catecismo nos
enseña que "para dejarles una prenda de este amor, para no alejarse nunca de los
suyos y hacerles partícipes de su Pascua, instituyó la Eucaristía como memorial
de su muerte y de su resurrección y ordenó a sus apóstoles celebrarlo hasta su
retorno; constituyéndoles entonces sacerdotes del Nuevo Testamento (1337). En el
contexto de la Última Cena, Jesús instituyó un nuevo sacrificio memorial. Como
memorial de su muerte y resurrección en el curso de la Cena Pascual con sus
apóstoles, Jesús tomo pan, "pronuncio la bendición, lo partió y lo dio a sus
discípulos, diciendo: "Tomen, coman, éste es mí cuerpo" (Mt 26, 26). De la misma
manera, tomó la copa ceremonial de vino, "dio gracias y se la pasó diciendo:
"Esta copa es la alianza nueva sellada con mi sangre, que es derramada por
ustedes" (Lc 22, 20). Finalmente, les ordenó: "Hagan esto en memoria mía" (1 Co
11,24).
Al igual que la Cena Pascual, este sacrificio memorial del nuevo orden es tanto
sacrificio como comida sagrada. Ambos aspectos son parte, en forma inseparable,
del mismo misterio. En una representación sin sangre del sacrificio de la cruz y
aplicando su poder de salvación, el Señor se ofrece en el sacrificio de la Misa
cuando a través de las palabras de la consagración y la efusión del Espíritu
Santo, Cristo está presente en forma sacramental en la forma del pan y el vino
para convertirse en el alimento espiritual de los fieles.
¿Qué significa que Jesús murió una vez y para siempre?
Es verdad que sólo existe un único sacrificio: la ofrenda personal de Cristo en
la cruz en el Calvario. Jesús, que fue la víctima de nuestros pecados, se
ofreció una vez y para siempre para nuestra redención. "Por eso Cristo es el
mediador de un nuevo testamento o alianza. Por su muerte fueron redimidas las
faltas cometidas bajo el régimen de la primera alianza, y desde entonces la
promesa se cumple en los que Dios llama para la herencia eterna (Heb 9, 15).
Este gran sacrificio fue ofrecido por Jesús, el sacerdote y víctima, que se
ofreció a sí mismo en el altar de la cruz para nuestra redención. Este
sacrificio no se debe y no se puede repetir, pero se lo puede presentar
nuevamente de manera que podamos, en forma sacramental y espiritual, participar
en él y obtener alimento espiritual de este sacrificio. Si bien es cierto que no
podemos estar físicamente presentes en el Calvario, estamos presentes en un
sentido real, sacramental y espiritual cuando participamos en la Eucaristía, ya
que los méritos obtenidos para nosotros mediante la muerte de Jesús se nos
ofrecen en lo que denominamos el misterio pascual la pascua de la muerte a la
vida.
¿Durante cuánto tiempo hemos celebrado los cristianos a Eucaristía como lo
hacemos ahora?
Uno de los aspectos más curiosos de la celebración de la Eucaristía es el hecho
de que haya cambiado tan POCO a lo largo de veinte siglos. Los elementos
esenciales se encuentran en la narrativa de la institución de la Eucaristía tal
como se la describe en los evangelios. La estructura litúrgica de la celebración
evolucionó muy rápidamente en los primeros años de vida de la Iglesia, tal como
vemos en la Primera Carta del Apóstol San Pablo a los Corintios (1 Co 11, 26) y
los elementos esenciales se han mantenido sin cambios. Incluso en muchos de los
detalles, encontramos hoy en la celebración de la liturgia una identidad con lo
que sucedió antes de nosotros durante tantos siglos.
Tal como leemos en la Instrucción General del Misal Romano, la Iglesia siempre
ha respetado el mandato de Cristo de preparar una gran sala amueblada y lista
donde pudiera celebrar con sus miembros la Cena Pascual e instituir el
sacrificio de su cuerpo y sangre (Mc 14, 12-16; Mt 26, 17-19; Lc 22, 7-13) y
toma bajo su responsabilidad dar directivas respecto de la preparación de las
almas de los creyentes y el lugar, los ritos y el texto de la celebración de la
santa Eucaristía. Las normas descritas en el misal para la celebración de la
Misa de acuerdo con el Rito Romano "constituyen una nueva demostración de este
interés de la Iglesia, de su fe y de su amor inalterable al sublime misterio
eucarístico (Instrucción General, Introducción, 1).
¿Qué pruebas históricas
existen de la celebración de la Eucaristía en las primeras comunidades
Cristianas?
Al referirse a la continuidad de la celebración de la liturgia actual respecto
de las formas más antiguas, el Catecismo presenta para su análisis el texto de
san .Justino mártir, que vivió en el segundo siglo de la era cristiana: "Desde
el siglo II, según el testimonio de san Justino mártir, tenemos las grandes
líneas del desarrollo de la celebración eucarística. Estas han permanecido
invariables hasta nuestros días a través de la diversidad de tradiciones
rituales litúrgicas (1345).
Actualmente, el orden de la Misa convoca al sacerdote que la preside y a la
comunidad con quien celebrará la reunión, especial y particularmente los
domingos. Este día es el que conmemora la resurrección de Cristo y, por lo
tanto, para los cristianos, es el Día del Señor, nuestro día santo, el momento
de celebrar el memorial de su muerte y resurrección, que Cristo nos pidió que
realizáramos en su memoria.
¿Cuál es el significado de la Liturgia de la Palabra en la celebración de la
Eucaristía?
La liturgia se divide en dos partes, la Liturgia de la Palabra y la Liturgia de
la Eucaristía. Los domingos y los días festivos, se hacen tres lecturas. La
distribución usual es una lectura del Antiguo Testamento, una lectura de los
Hechos, las Cartas o el Libro de la Revelación y una tercera lectura, siempre
tomada de uno de los cuatro evangelios. En las celebraciones de los días de
semana, normalmente se hacen dos lecturas. La primera se toma tanto del Antiguo
Testamento como del Nuevo Testamento (fuera de los evangelios) y la segunda
lectura es de uno de los evangelios. San Justino escribe: "se leen, en cuanto el
tiempo lo permite, los Recuerdos de los Apóstoles o los escritos de los profetas
(1345).
Actualmente, en la instrucción de la celebración de la Eucaristía, leemos:
"Cuando se leen en la Iglesia las Sagradas Escrituras es Dios mismo quien habla
a su pueblo, y Cristo, presente en su Palabra, quien anuncia la Buena nueva
(Instrucción General, Capítulo Segundo, 9).
Una destacada parte integral de la celebración de la Liturgia de la Palabra es
la homilía del sacerdote, acerca de las lecturas o algún otro elemento de la fe
y la vida de la Iglesia. Dado que tantos aspectos de nuestra cultura cambian
rápidamente, resulta esencial que las enseñanzas de Cristo se apliquen a las
circunstancias de nuestro día de manera tal que los fieles puedan comprender
todo lo que conlleva su profesión de fe. La Instrucción General nos dice que "su
eficacia aumenta con una explanación viva, es decir, con la homilía, que viene
así a ser parte de la acción litúrgica (Capítulo Segundo, 9).
En este punto de la liturgia, se reza como resumen de nuestra profesión de fe el
Credo, en el que reconocernos que hemos leído la palabra de Dios y anunciamos
que nos unimos a las enseñanzas de Cristo y la profesión de su Iglesia, de
manera que podemos proceder a celebrar dignamente la Eucaristía. El sacerdote
luego invita a los fieles a ofrecer sus oraciones por las necesidades de la
Iglesia, la comunidad y sus preocupaciones personales. Esto se denomina oración
de los fieles.
¿Qué significa la Liturgia de la Eucaristía?
La Liturgia de la Eucaristía es el corazón mismo de la Misa. El sacerdote reza
sobre los dones, pronunciando una de las oraciones eucarísticas aprobadas,
solicita la efusión del Espíritu Santo sobre los dones, recita el texto de
consagración, eleva la hostia y el cáliz para que los fieles los reverencien y
procede a invocar la pasión, resurrección y gloriosa venida de nuestro Señor
Jesús. En este acto sagrado y sacramental, el pan y el vino se convierten en el
Cuerpo y la Sangre de Cristo y nosotros, por medio de nuestra participación en
este misterio de fe, compartimos espiritualmente la muerte y resurrección de
Jesús. San Justino describe esta elevada oración de acción de gracias y luego
destaca: "cuando ha concluido, todos los presentes pronuncian una aclamación
diciendo "Amén"?.
En su descripción de la Liturgia de la Eucaristía, el Catecismo nos dice:
"Cumplimos este mandato del Señor celebrando el memorial de su sacrificio. Al
hacerlo, ofrecemos al Padre lo que Él mismo nos ha dado: los dones de su
Creación, el pan y el vino, convertidos por el poder del Espíritu Santo y las
palabras de Cristo, en el Cuerno y la Sangre del mismo Cristo: así Cristo se
hace real y misteriosamente presente" (1357).
Luego se procede a la comunión del Cuerpo y la Sangre de Cristo. Leemos en la
Instrucción General que en este punto de la Misa: "Luego el sacerdote muestra a
los fieles el pan eucarístico que recibirán en la comunión, y los invita al
banquete de Cristo; y juntamente con los fieles formula, usando palabras
evangélicas, un acto de humildad. Es muy de desear que los fieles participen del
Cuerpo del Señor con hostias consagradas en esa misma Misa y, en los casos
previstos, participen del cáliz, de modo que aparezca mejor, por signos
exteriores, que la comunión es una participación en el sacrificio que en ese
momento se celebra" (Capítulo Segundo, 56 g, h).
A su vez, el Catecismo nos dice: "La Santa Comunión acrecienta nuestra unión con
Cristo". El principal fruto de recibir la Eucaristía en la Santa Comunión es una
unión íntima con Jesucristo. Por cierto, el Señor dijo: "Quien come mi carne y
bebe mi sangre habita en mí y yo en él" (Jn 6, 56). La vida en Cristo encuentra
su fundamento en el Banquete Eucarístico: "Lo mismo que me ha enviado el Padre,
que vive, y yo vivo por el Padre, también el que me coma vivirá por mí" (Jn 6,
57) (1391).
¿Qué significa la real presencia de Cristo en la Eucaristía?
La fe de la Iglesia respecto de la presencia real de Jesús en la Eucaristía en
la apariencia del pan y del vino se remonta a las palabras del mismo Jesús, tal
como se las describe en el evangelio según San Juan. En el discurso eucarístico
después de la multiplicación del pan, nuestro Señor comparó el pan ordinario con
un pan que no es de este mundo, sino que contiene la vida eterna para aquellos
que lo comen. El dijo: "Yo soy el pan de vida... Yo soy el pan vivo que ha
bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá para siempre. El pan que yo
daré es mi carne y lo daré para la vida del mundo" (Jn 6, 48.51).
Lo que Jesús nos ofrece es su presencia continua y perdurable cada vez que
celebramos la Eucaristía. El pan y el vino se convierten en su cuerpo y su
sangre. "Éste es mi cuerpo... ésta es la copa de mi sangre".
La forma en que Jesús está presente en la Eucaristía no se puede explicar en
términos físicos ya que trasciende las necesidades ordinarias de espacio y
medida. El hecho de que la persona que está completamente presente en la Misa
sea el mismo Salvador Resucitado que está sentado a la derecha del Padre es un
misterio supernatural. La condición de Cristo no cambia al hacerse presente en
forma sacramental. No es necesario que abandone el cielo para hacerse presente
en la tierra.
¿Qué significa la transubstanciación?
Al explicar esta doctrina de la fe, el Catecismo cita al Concilio de Trento, que
resumió nuestra fe católica. "Porque Cristo, nuestro Redentor, dijo que lo que
ofrecía bajo la especie de pan era verdaderamente su Cuerpo, se ha mantenido
siempre en la Iglesia esta convicción, que declara de nuevo el Santo Concilio:
por la consagración del pan y del Vino se opera el cambio de toda la substancia
del pan en la substancia del Cuerpo de Cristo nuestro Señor y de toda la
substancia del vino en la substancia de su Sangre; la Iglesia católica ha
llamado justa y apropiadamente a este cambio transubstanciación" (1376).
¿Por qué se guarda la Eucaristía en el tabernáculo?
La presencia real perdura después de la celebración de la liturgia eucarística.
Por este motivo hay un tabernáculo en las iglesias. Una vez que se ha
distribuido la comunión, las hostias restantes se colocan en el tabernáculo para
proporcionar viáticos a aquellos que acuden a la Iglesia en su hora final y
también, para presentar un punto concentrado de oración y adoración de Cristo en
su presencia real.
Con el correr del tiempo, la reflexión reverente llevó a la Iglesia a enriquecer
su devoción eucarística. La fe en que Jesús está realmente presente en el
sacramento llevó a los creyentes a adorar la morada de Cristo en nosotros
permanentemente en el sacramento. Dondequiera que se encuentre el sacramento,
allí está Cristo, que es nuestro Señor y nuestro Dios; por lo tanto, se le debe
venerar eternamente en este misterio. Esta veneración se expresa de muchas
maneras: en las genuflexiones, en la adoración de la Eucaristía y en las muchas
formas de devoción eucarística que ha alimentado nuestra fe.
La popularidad de la fiesta de Corpus Christi (el Cuerpo y la Sangre de Cristo),
con sus alegres himnos y procesiones públicas, alentó un mayor desarrollo de las
devociones eucarísticas. En ocasiones, el Santísimo Sacramento se retira del
tabernáculo en el que se lo guarda regularmente y se lo coloca en el altar para
su adoración. Estos períodos de exposición se extienden, en ocasiones, a las
horas santas. La tradición parroquial de celebrar un día eucarístico o días
eucarísticos (por ejemplo, las Cuarenta Horas de devoción), con la exposición
del Santísimo Sacramento y una homilía que presta una atención particular a este
don glorioso y divino, goza de mucha popularidad. Cuando concluyen estas
devociones, la congregación recibe la bendición de la Eucaristía, que se
denomina Bendición del Santísimo Sacramento.
Bibliografía: "Proclamando la
fe en el Tercer Milenio"
Por Los Obispos Católicos de Pennsylvania.
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