BUDDHISMO:

Escrituras Sagradas "Tratado de Filosofía Buddhista" 



PRIMERA PARTE



Capítulo I: Versos Gemelos


1. Todos los estados encuentran su origen en la mente. La mente es 
su fundamento y son creaciones de la mente. Si uno habla o actúa con 
un pensamiento impuro, entonces el sufrimiento le sigue de la misma 
manera que la rueda sigue la pezuña del buey... 

2. Todos los estados encuentran su origen en la mente. La mente es 
su fundamento y son creaciones de la mente. Si uno habla o actúa con 
un pensamiento puro, entonces la felicidad le sigue como una sombra 
que jamás le abandona. 

3. "Me maltrató, me golpeó, me derrotó, me robó". El odio de 
aquellos que almacenan tales pensamientos jamás se extingue. 

4. "Me maltrató, me golpeó, me derrotó, me robó". Quienes no 
albergan tales pensamientos se liberan del odio. 

5. El odio nunca se extingue por el odio en este mundo; solamente 
se apaga a través del amor. Tal es una antigua ley eterna. 

6. Muchos desconocen que al disputar, perecemos; pero aquellos 
que lo comprenden, refrenan por completo sus disputas. 

7. Al que vive apegado al placer, con los sentidos irrefrenados, sin 
moderación en la comida, indolente, inactivo, a ese Mara lo derriba, 
como el viento derriba a un árbol débil. 

8. Al que vive consciente de las impurezas, con los sentidos 
refrenados, moderado en la comida, lleno de fe, lleno de sustentadora 
energía, a ese Mara no lo derribará, como el viento no derribará a la 
montaña. 

9. Quienquiera que sea que carezca de autocontrol y no permanezca 
en la verdad, aunque se vista con la túnica amarilla, no es merecedor 
de ella. 

10. El que se ha liberado de toda mancilla, está establecido en la 
moralidad y se curte en el autocontrol y la verdad, tal es merecedor de 
la túnica amarilla. 

11. Los que imaginan lo no esencial como esencial y lo esencial 
como no esencial, debido a tan equivocado juicio nunca llegan a lo 
Esencial (Nibbana, el supremo refugio más allá de las ataduras). 

12. Pero aquellos que ven lo esencial en lo esencial y lo inesencial 
en lo inesencial, debido a su correcta visión, perciben la esencia. 

13. Así como la lluvia penetra en una casa mal techada, la avidez 
penetra en una mente no desarrollada. 

14. Así como el agua no penetra en una casa bien techada, la avidez 
no penetra en una mente bien desarrollada. 

15. El malhechor se lamenta ahora y se lamenta después. Se 
lamenta tanto aquí como allí. Siempre se lamenta y sufre percibiendo la 
impureza de sus propios actos. 

16. El bienhechor se regocija ahora y se regocija después. Tanto 
aquí como allí se regocija. Se regocija; se regocija enormemente, 
percibiendo la pureza de sus propios actos. 
17. Sufre ahora y sufre después. Sufre en ambos estados. «He 
actuado mal», se dice sufriendo. Además, sufre abocándose a un 
estado más doloroso. Así el que mal obra. 

18. Goza ahora y goza después. En ambos estados es 
verdaderamente feliz. «He actuado bien, se dice feliz. Además, 
abocándose a un apacible estado es feliz. Así el que bien obra. 

19. Aunque uno recite muy a menudo las escrituras, si es negligente 
y no actúa en consecuencia, es como el vaquero que cuenta las vacas 
de los otros. No obtiene los frutos de la Vida Santa. 

20. Aunque uno recite poco las escrituras, si se conduce según la 
Enseñanza, abandonando el deseo, el odio v la ilusión, provisto con 
una mente bien liberada y no apegándose a nada ni aquí ni después, 
obtiene los frutos de la Vida Santa.

* * * * *

Capítulo II: La Atención


21. La atención es el camino hacia la inmortalidad; la inatención es el 
sendero hacia la muerte. Los que están atentos no mueren; los 
inatentos son como si ya hubieran muerto. 

22. Distinguiendo esto claramente, los sabios se establecen en la 
atención y se deleitan con la atención, disfrutando del terreno de los 
Nobles. 

23. Aquel que medita constantemente y persevera, se libera de las 
ataduras y obtiene el supremo Nibbana. 

24. Gloria para aquel que se esfuerza, permanece vigilante, es puro 
en conducta, considerado, autocontrolado, recto en su forma de vida y 
capaz de permanecer en creciente atención. 

25. A través del esfuerzo, la diligencia, la disciplina y el autocontrol, 
que el hombre sabio haga de sí mismo una isla que ninguna 
inundación pueda anegar. 

26. El ignorante es indulgente con la in atención; el hombre sabio 
custodia la atención como el mayor tesoro. 

27. No os recreéis en la negligencia. No intiméis con los placeres 
sensoriales. El hombre que medita con diligencia, verdaderamente 
alcanza mucha felicidad. 

28. Cuando un sabio supera la inatención cultivando la atención, 
libre de tribulaciones, asciende al palacio de la sabiduría y observa a la 
gente sufriente como el sabio montañero contempla a los ignorantes 
que están abajo. 

29. Atento entre los inatentos, plenamente despierto entre los 
dormidos, el sabio avanza como un corcel de carreras se adelanta 
sobre un jamelgo decrépito. 

30. Por permanecer alerta, Indra se impuso a los dieses. Así, la 
atención es elogiada y la negligencia subestimada. 

31. El monje que se deleita en la atención y observa con temor la 
inatención, avanza como el fuego, superando todo escollo grande o 
pequeño. 

32. El monje que se deleita en la atención y observa con temor la 
inatención, no es tendente a la caída. Está en presencia del Nibbana.


* * * * *

Capítulo III: La Mente


33. Esta mente voluble e inestable, tan difícil de gobernar, la 
endereza el sabio como el arquero la flecha. 

34. Esta mente tiembla como un pez cuando lo sacas del agua y lo 
dejas caer sobre la arena. Por ello, hay que abandonar el campo de 
las pasiones. 

35. Es bueno controlar la mente: difícil de dominar, voluble y 
tendente a posarse allí donde le place. Una mente controlada conduce 
a la felicidad. 

36. La mente es muy difícil de percibir, extremadamente sutil, y vuela 
tras sus fantasías. El sabio la controla. Una mente controlada lleva a la 
felicidad. 

37. Dispersa, vagando sola, incorpórea, oculta en una cueva, es la 
mente. Aquellos que la someten se liberan de las cadenas de Mara. 

38. Aquel cuya mente es inestable, no conoce la enseñanza sublime, 
y aquel cuya confianza vacila, su sabiduría no alcanzará la plenitud. 

39. Aquel cuya mente no está sometida a la avidez ni es afectada por 
el odio, habiendo trascendido tanto lo bueno como lo malo, permanece 
vigilante y sin miedo. 

40. Percibiendo que este cuerpo es frágil como una vasija, y 
convirtiendo su mente tan fuerte como una ciudad fortificada vencerá a 
Mara con el cuchillo de la sabiduría. Velará por su conquista y vivirá sin 
apego. 

41. Antes de que pase mucho tiempo, este cuerpo, desprovisto de la 
consciencia, yacerá arrojado sobre la tierra, siendo de tan poco valor 
como un leño. 

42. Cualquier daño que un enemigo puede hacer a su enemigo, o 
uno que odia a uno que es odiado, mayor daño puede ocasionar una 
mente mal dirigida. 

43. El bien que ni la madre, ni el padre, ni cualquier otro pariente 
pueda hacer a un hombre, se lo proporciona una mente bien dirigida, 
ennobleciéndolo de este modo. 

41. Antes de que pase mucho tiempo, este cuerpo, desprovisto de la 
consciencia, yacerá arrojado sobre la tierra, siendo de tan poco valor 
como un leño. 

42. Cualquier daño que un enemigo puede hacer a su enemigo, o 
uno que odia a uno que es odiado, mayor daño puede ocasionar una 
mente mal dirigida. 

43. El bien que ni la madre, ni el padre, ni cualquier otro pariente 
pueda hacer a un hombre, se lo proporciona una mente bien dirigida, 
ennobleciéndolo de este modo. 


* * * * *

Capítulo IV: Flores


44. ¿Quién comprenderá esta tierra y el terreno de Yama y este 
mundo de los devas? ¿Quién investigará el bendito Camino de la 
Virtud como el experto que selecciona las mejores flores? 

45. El discípulo que se ejercita, comprenderá esta tierra y el terreno 
de Yama y el mundo de los devas. El discípulo que se ejercita, 
investigará el bendito Camino de la Virtud, como el experto que 
selecciona las mejores flores. 

46. Percibiendo este cuerpo como la espuma y comprendiendo que 
es como un espejismo, aniquilará las espinas de las pasiones 
sensuales y burlará la vigilancia del rey de la muerte. 

47. Al que recoge tan sólo las flores (de los placeres sensoriales)y 
cuya mente se distrae (en los objetos de los sentidos), la muerte le 
arrastra como una enorme inundación arrasa a un pueblo entero 
mientras duerme. 

48. Al hombre que toma las flores (de los placeres sensoriales)y 
cuya mente se distrae, insaciable en sus deseos, el Destructor lo pone 
bajo su dominio. 

49. Así como la abeja liba en la flor, sin dañar su color y esencia, y 
luego se aleja, llevándose únicamente la miel, así el sabio pasa por 
esta existencia. 

50. No deberíamos considerar los fallos de los demás, ni lo que los 
otros han hecho o dejado de hacer, sino nuestros propios actos 
cometidos u omitidos. 

51. Igual que una flor bella y de brillante color, pero sin perfume, así 
son de estériles las buenas palabras de quien no las pone en práctica. 


52. Igual que una flor bella y de brillante color, y asimismo rebosante 
de perfume, son de fructíferas las buenas palabras de quien las pone 
en práctica. 

53. De la misma manera que un montón de flores hacen muchas 
guirnaldas, así muchos actos buenos deben ser efectuados por aquel 
que nace como ser humane. 

54. El perfume de las flores no se propaga contra el viento, como 
tampoco la fragancia de la madera del sándalo, del rododendro o del 
jazmín, pero la fragancia del virtuoso se esparce contra el viento. La 
del hombre virtuoso se expande en todas las direcciones. 

55. Madera de sándalo, rododendro, loto, jazmín: muy superior a 
todas estas clases de fragancia es la de la virtud. 

56. De pequeño alcance es la fragancia del rododendro o del 
sándalo, pero la de la virtud es suprema y se esparce incluso entre los 
dioses. 

57. Mara no encuentra el sendero hacia aquellos que son perfectos 
en la virtud, viviendo vigilantes y libres de mancillas, a través de la 
perfecta realización (de las Verdades). 

58-59. Del mismo modo que puede germinar y florecer un aromático 
loto en un estercolero, así, entre los ofuscados, deslumbra en 
sabiduría el discípulo que sigue al Perfecto Iluminado (el Buda). 


* * * * *

Capítulo V: Necios


60. Larga es la noche para aquel que está despierto. Largo es el 
camino para el viajero cansado. Larga es la existencia repetida para 
los necios que no conocen la Enseñanza sublime. 

61. Si un hombre busca y no puede encontrar alguien que es mejor o 
igual que él, que prosiga reciamente la senda de la vida. No puede 
haber amistad con un necio. 

62. «Tengo hijos, tengo riqueza», así contabiliza el necio en su 
mente. Pero él mismo no se pertenece. ¡Cuánto menos los hijos y la 
riqueza! 

63. Un necio consciente de su necedad es por tal razón un hombre 
sabio, pero el necio que piensa que es un sabio es verdaderamente un 
necio. 

64. Aun si toda su vida un necio se asocia con un sabio, no 
comprenderá la Enseñanza, igual que la cuchara nunca captará el 
saber de la sopa. 

65. Si un hombre inteligente se asocia con uno sabio, aunque sólo 
sea por un momento, rápidamente comprenderá la Enseñanza, como la 
lengua capta el saber de la sopa. 

66. Necios, hombres de inteligencia inferior, se comportan como sus 
propios enemigos, cometiendo males actos que producen frutos 
amargos. 

67. No está bien hecho aquel acto que causa remordimiento después 
de llevado a cabo, y cuyo resultado uno experimenta lamentándolo con 
lágrimas en la cara. 

68. Bien hecho es aquel acto que no causa arrepentimiento y cuyo 
resultado uno experimenta con la mente llena de gran deleite y 
felicidad. 

69. Mientras un mal acto cometido no da su fruto, durante ese tiempo 
el necio lo cree tan dulce como la miel, pero cuando el mal acto 
madura, el necio se enfrenta al dolor. 

70. Aunque mes tras mes un necio sólo pudiera comer como mucho 
alimento un pellizco de hierba kusa, aun eso no sería la sexta parte. 

71. Un acto malo ejecutado no da su fruto inmediatamente, igual que 
la leche no se vuelve agria enseguida. Tal como el fuego cubierto de 
cenizas arde, así el mal acto persigue al necio quemándolo. 

72. Para su ruina, por supuesto, consigue el necio conocimiento y 
fama, que oscurecen su destine y ofuscan su mente. 

73. Ese necio desea reputación y prioridad entre los monjes, 
autoridad en los monasterios y honores entre otras familias. 

74. Deja que laicos y monjes piensen que él es el que ejecuta cada 
trabajo, grande o pequeño, dejando que se refieran a él. Así es la 
ambición de este necio, aumentando sus deseos y su orgullo. 

75. Mas, ciertamente, uno es el sendero que conduce a las 
conquistas mundanas y otro el que lleva al Nibbana. Comprendiéndolo 
así el monje, no se regocija con los favores mundanos, sino que cultiva 
el desapego. 


* * * * *

Capítulo VI: El Sabio


76. Si uno encuentra un hombre sabio, quien como un descubridor 
de tesoros te señala tus defectos y te llama la atención sobre los 
mismos, debe asociarse con tal persona. Uno irá bien y no mal en la 
compañía de esta persona. 

77. Dejadle que os aconseje y exhorte y os disuada del error. Esta 
persona es valiosa para los nobles, pero desagradable para los 
mezquinos. 

78. No os asociéis con amigos mezquinos; no mantengáis la 
compañía de hombres innobles. Asociaos con amigos nobles; 
conservad la compañía de los mejores entre los hombres. 

79. Aquel que bebe en la fuente de la Enseñanza vive felizmente con 
una mente serena. El hombre sabio siempre goza en la Enseñanza 
proclamada por los nobles iluminados. 

80. Los que riegan, canalizan el agua; los arqueros enderezan la 
flecha; los carpinteros tallan la madera; los sabios se disciplinan. 

81. Como una sólida roca no se mueve con el viento, así el sabio 
permanece imperturbado ante la calumnia y el halago. 

82. Como un lago profundo es transparente y tranquilo, así se 
vuelven los sabios al escuchar la Enseñanza. 

83. El santo se desapega de todo y no se implica en la avidez 
sensual. Cuando le alcanza la felicidad o el sufrimiento, con sabiduría 
no se deja afectar ni por la euforia ni por el abatimiento. 

84. Ni para sí mismo ni para otros desea hijos, riquezas o reinos; ni 
con equívocos busca su propio éxito. Una persona así es, por 
supuesto, virtuosa, sabia y recta. 

85. Pocos entre los seres humanos son los que cruzan a la otra 
orilla. La mayoría solamente suben y bajan por la misma orilla. 

86. Pero aquellos que obran rectamente de acuerdo con la 
Enseñanza, que está bien establecida, cruzan más allá de las pasiones 
y alcanzan el Nibbana. 

87-88. Viniendo desde el hogar al estado sin hogar, que el hombre 
sabio abandone los estados de ofuscación y cultive la lucidez. Por 
difícil que resulte, que busque el deleitamiento y el disfrute en el 
desapego. Superando los placeres sensuales, sin impedimentos, el 
sabio se libra a si mismo de las impurezas de la mente. 

89. Aquellos que perfeccionan sus mentes en los Factores de 
Iluminación, sin ataduras, deleitándose en el abandono de la avidez, 
esos, libres de corrupción, esclarecidos, alcanzan el Nibbana incluso 
en este mundo. 


* * * * *

Capítulo VII: El Honesto


90. Para aquellos cuyo viaje está concluido, libres de dolor, 
plenamente liberados de todo y que han puesto fin a todas las 
ataduras, se extinguió el fuego (de las pasiones). 

91. Se esfuerzan por permanecer atentos. A ningún lugar se apegan. 
Como cisnes que dejan su lago, abandonan lugar tras lugar y marchan. 


92. Para ellos no hay acumulación, y su alimento no es otro que la 
Liberación, que es Vacío e Indefinible: tal es su objeto. Su curse es 
como el de los pájaros en el aire: no deja huella. 

93. Uno tal ha eliminado las corrupciones, no está apegado al 
alimento; tiene como objeto la liberación, que es Vacía e Indefinible. Su 
andar, como el de los pájaros en el aire, no deja huella. 

94. Aquel que controla firmemente sus sentidos, como el auriga sus 
caballos; aquel que está purificado del orgullo y desprovisto de las 
pasiones, a ese tal hasta los dioses envidian. 

95. Como la tierra, una persona ecuánime y bien disciplinada no se 
resiente. Es comparable a una columna. Es como un lago cristalino. 
Alguien de tal ecuanimidad escapa a nuevos nacimientos. 

96. Su mente es tranquila, tranquila es su palabra y tranquilos sus 
actos para quien está liberado a través del conocimiento perfecto, 
residiendo firme y en paz. 

97. El hombre que no es crédulo, que ha comprendido lo Increado, 
que ha cortado las cadenas, ha puesto fin a la ocasión (del bien y del 
mal) y ha erradicado los deseos, ese hombre es el hombre supremo. 

98. Verdaderamente delicioso es aquel lugar donde los iluminados 
moran: sea en el pueblo o en el bosque, sea en la espesura o en el 
claro. 

99. Deliciosos son los bosques donde las personas comunes no 
encuentran placer. Allí disfrutan los que han quemado sus pasiones. 
Pues éstos no son buscadores de los placeres sensoriales. 


* * * * *

Capítulo VIII: Miles


100. Mejor que mil disertaciones, mejor que un mero revoltijo de 
palabras sin significado, es una frase sensata, al escuchar la cual uno 
se calma. 

101. Mejor que mil versos de palabras inútiles, es uno con una 
simple y beneficiosa línea que al escucharla uno se serene. 

102. Mejor es una simple palabra de la Doctrina [que pacifica al que 
la oye] que cien versos de innumerables palabras. 

103. Más grande que la conquista en batalla de mil veces mil 
hombres es la conquista de uno mismo. 

104-105. Mejor conquistarse a uno mismo que conquistar a los 
demás. Ni un dios ni un semidiós, ni Mara ni Brahma, pueden deshacer 
la victoria de aquel que se ha amaestrado a sí mismo y se conduce 
siempre con moderación. 

106. Aunque mes tras mes, hasta mil, uno hiciera ofrendas durante 
cien años, pero otro honrase a un iluminado solamente por un 
momento, esta reverencia es mejor que el sacrificio de cien años. 

107. Aunque durante un siglo un hombre hiciera el rito del fuego en 
el bosque, si por un solo momento honrase a un iluminado, esta 
reverencia es mejor que el sacrificio del fuego durante un siglo. 

108. Lo que uno ofrezca en este mundo durante un año, o los 
regales que efectúe para alcanzar mérito, es una nimiedad al lado de lo 
que representa honrar a aquel santo que es excelente. 

109. Para el que cultiva el hábito de reverenciar constantemente a 
los mayores y respetarlos, cuatro bendiciones van en aumento: edad, 
belleza, bendición y fuerza. 

110. Un solo día de la vida de una persona virtuosa y meditativa vale 
más que los cien anos de la vida de una persona inmoral y 
descontrolada. 

111. Un solo día de la vida de una persona que se esfuerza con 
firme resolución vale más que cien años de la vida de una persona 
perezosa e indolente. 

112. Un solo día de la vida de una persona que hace un intenso 
esfuerzo vale más que cien años en la vida de uno que es perezoso e 
inactivo. 

113. Un solo día de la vida de una persona que comprenda cómo 
todas las cosas surgen y se desvanecen, vale más que cien años de la 
vida de una persona que no comprende cómo las cosas surgen y se 
desvanecen. 

114. Un solo día de la vida de una persona que vea el Estado 
Inmortal vale más que cien días de la vida de una persona sin la visión 
del Estado Inmortal. 

115. Un solo día de la vida de una persona que perciba la Sublime 
Verdad vale más que cien años de la vida de una persona que no 
perciba la Sublime Verdad. 


* * * * *

Capítulo IX: El Mal


116. Apresuraos en hacer el bien; refrenad vuestra mente hacia el 
mal, ya que quienquiera que es lento en hacer el bien, se recrea en el 
mal. 

117. Si un hombre obra mal, que no lo haga una y otra vez, que no 
se recree en ello. Dolorosa es la acumulación del mal. 

118. Si un hombre obra bien, que lo haga una y otra vez, que se 
recree en ello. Feliz es la acumulación del bien. 

119. El malhechor todo lo ve bien hasta que su mala acción da fruto, 
pero cuando madura la fruta, entonces ve sus desafortunados efectos. 


120. Incluso una buena persona puede experimentar dolor al obrar 
bien, pero en cuanto el fruto se produce, entonces experimenta los 
buenos resultados. 

121. No penséis con ligereza sobre el mal diciéndoos «no vendrá a 
mí». Igual que un cántaro se llena gota a gota, del mismo modo el 
necio, acumulándolo poco a poco, se llena de maldad. 

122. No penséis con ligereza sobre el bien diciéndoos «no vendrá a 
mí». Igual que un cántaro se llena gota a gota, del mismo modo el 
sabio, acumulándolo poco a poco, se llena de bondad. 

123. Igual que un comerciante con una pequeña caravana 
transportando mucha riqueza evitaría un camino peligroso, y así como 
un hombre que ama la vida evitaría el veneno, así uno debería evitar el 
mal. 

124. Del mismo modo que el veneno no puede dañar la mano que lo 
transporta, pues el veneno no afecta si no hay herida, así no sufre 
daño quien no está equivocado. 

125. Quienquiera que hiere a un hombre inocente, puro y sin falta, 
aquel mal se vuelve contra ese necio, así como el polvo que se ha 
lanzado contra el viento. 

126. Algunos nacen de matriz; los malévolos nacen en estados 
desgraciados; los autodominados van a estados benditos; los 
iluminados obtienen el Nibbana. 

127. Ni en los cielos ni en medio del océano, ni en una gruta en las 
montañas se halla un lugar donde uno pueda permanecer a salve de 
las consecuencias de sus males actos. 

128. Ni en los cielos ni en medio del océano, ni en una gruta en las 
montañas se halla un lugar donde uno pueda permanecer a salve de la 
muerte. 


* * * * *

Capítulo X: Castigo


129. Todos tiemblan ante el castigo. Todos temen la muerte. Si 
comparamos a los otros con uno mismo, ni mataremos ni provocaremos 
muerte. 

130. Todos temen el castigo; todos aman la vida. Comparándose con 
los demás, uno no debe matar ni provocar la muerte. 

131. Quienquiera que buscando su propia felicidad daña a los que 
igual que él la buscan, no la obtendrá después de la muerte. 

132. Quienquiera que busca su propia felicidad y no daña a los que 
igual que él la buscan, la hallará después de la muerte. 

133. No habléis agresivamente con nadie, porque los que atacáis 
podrán replicaros de igual manera. Las discusiones crean dolor y 
podréis recibir golpe por golpe. 

134. Si permaneces en silencio, como un inservible gong, alcanzarás 
el Nibbana; hallarás la paz. 

135. Igual que un vaquero con un palo conduce las vacas a la 
pradera, así la vejez y la muerte conducen la vida de los seres a su 
conclusión. 

136. Cuando un necio obra mal, por sus propios hechos este 
estúpido hombre estará atormentando, como uno abrasado por el 
fuego. 

137-138-139-140. Aquel que hiere con sus armas a los que son 
inocentes e inofensivos, pronto se precipitará en uno de estos estados: 
mucho dolor, heridas corporales o grave enfermedad, pérdida de la 
mente u opresión por un monarca, o graves acusaciones, o pérdida de 
familiares, o ruina, o un incendio que incluso arrase su hogar. Y tras la 
disolución del cuerpo nacerá en el infierno. 

141. No es ir desnudo, ni tener el cabello enmarañado, ni 
permanecer sucio o ayunar, ni yacer en el suelo, ni embadurnarse el 
cuerpo con cenizas, ni caminar sin ponerse erguido, lo que puede 
purificar al mortal que no se ha liberado de sus dudas. 

142. Aunque vista correctamente, si vive en paz, sometidas las 
pasiones y controlados los sentidos, es puro y a nadie hiere, él es un 
Brahman, un asceta, un monje. 

143. Es difícil hallar en este mundo alguien que, refrenado por la 
modestia, evite todo reproche, como el corcel evita el látigo. 

144. Esforzaos y sed rigurosos, como lo es el corcel cuando siente el 
látigo. Por la confianza, la virtud, el esfuerzo, la concentración, la 
investigación de la Verdad, el recto conocimiento y conducta, la 
atención mental, superaréis el gran sufrimiento. 

145. Los que riegan, canalizan las aguas. Los fabricantes de flechas, 
las enderezan. Los carpinteros trabajan la madera. Los virtuosos se 
autocontrolan. 


* * * * *

Capítulo XI: Vejez


146. ¿Qué risa, qué gozo puede haber cuando siempre se está 
ardiendo (en las pasiones)? Si estuvierais envueltos en la oscuridad, 
¿no buscaríais la luz? 

147. Contemplad este bello cuerpo, masa de dolores, montón de 
grumos, trastornado, en el que nada dura, nada persiste. 

148. Decadencia para este cuerpo, nido de enfermedades, 
perecedero. Esta putrescible masa se destruye. Verdaderamente, la 
vida acaba en la muerte. 

149. Como vacías calabazas en otoño son estos resecos huesos. 
¿Qué placer hay en mirarlos? 

150. Este cuerpo es una ciudadela hecha de huesos cubiertos de 
carne y sangre en donde se almacenan el envejecimiento y la muerte, 
el orgullo y el engaño. 

151. Incluso los fastuosos carruajes reales envejecen. También el 
cuerpo envejece. Pero la Enseñanza de los Buenos nunca envejece. 
Así, lo Bueno permanece entre los Buenos. 

152. Aquel que aprende poco, crece como un buey; crece en carne, 
pero no en sabiduría. 

153. A través de muchas vidas he errado en el samsara buscando, 
pero no encontrando, al constructor de la casa. Sufrimiento total en 
este volver y volver a nacer. 

154. ¡Oh, constructor de la casa! Ahora te he percibido. No volverás 
a construir esta casa. Todas las vigas han sido quebradas. Se ha 
aniquilado el soporte central. Mi mente ha alcanzado lo incondicionado. 
Habiéndolo alcanzado, representa el fin del apego. 

155. Al no haber vivido la noble vida, al no haber adquirido tal 
riqueza en su juventud, tales hombres desfallecen como viejas garzas 
en un estanque sin peces. 

156. Aquellos que no han observado la Vida Santa, que en su 
juventud no han adquirido tesoros, se tornan como inútiles arcos, 
mirando hacia el pasado. 


* * * * *

Capítulo XII: Autocontrol


157. Si uno se aprecia a sí mismo, deberá protegerse bien. El 
hombre sabio permanece atento en cada una de las tres vigilias. 

158. Establézcase primero uno mismo en lo que es apropiado antes 
de aconsejar a los demás. Actuando de esta manera, el hombre sabio 
no caerá en desgracia. 

159. Según aconseja a los demás, debe él mismo actuar. Bien 
controlado él mismo, puede guiar a los otros. Verdaderamente es difícil 
controlarse a uno mismo. 

160. Uno mismo es su propio refugio. ¡Qué otro refugio podría 
haber! Habiéndose controlado a uno mismo, se obtiene un refugio 
difícil de conseguir. 

161. Por uno mismo es hecho el mal; en uno mismo nace y uno 
mismo lo causa. El mal muele al necio como el diamante muele la dura 
gema. 

162. La corrupción que sobrepasa al hombre es como la enredadera 
maluva estrangulando al árbol sala y lo convierte en aquello que para 
él desearía su propio enemigo. 

163. De fácil ejecución son las cosas nocivas y dañinas. Lo bueno y 
beneficioso es verdaderamente difícil de hacer. 

164. El hombre estúpido que, por su falsa visión, desprecia las 
enseñanzas de los Iluminados, los Nobles y los Rectos, cultiva frutos 
que, como le sucede al kashta, producen su propia destrucción. 

165. Por uno mismo se hace el mal y uno mismo se contamina. Por 
uno mismo se deja de hacer el mal y uno mismo se purifica. La pureza 
y la impureza dependen de uno mismo. Nadie puede purificar a otro. 

166. Por buscar el logro (espiritual) de los otros, no obstante, no 
debe uno ser negligente en la búsqueda del propio logro. Percibiendo 
claramente la propia meta, permita que otro intente su propio 
resultado


* * * * *

Capítulo XIII: El Mundo


167. ¡No persigáis cosas mezquinas! ¡No viváis en la negligencia! 
¡No abracéis falsos puntos de vista! ¡No apoyéis el mundo! (Al 
prolongar el ciclo de la existencia y la continuidad: samsara). 

168. ¡Despertaos! Nunca seáis negligentes. Seguid la ley de la 
virtud. El que practica la virtud vive felizmente en este mundo y en el 
próximo. 

169. Seguid el sendero de la virtud y no el del mal. El que practica la 
virtud vive felizmente en este mundo y en el próximo. 

170. Si uno percibe el mundo como una burbuja de espuma y como 
un espejismo, a ese no lo ve el Dios de la Muerte. 

171. ¡Venid, contemplad este mundo adornado como un carro real 
donde los necios están inmersos! Pero para los sabios no existe 
ningún apego hacia aquél. 

172. Pero el que antes era necio y después no, ese tal es como 
cuando la luna ilumina la tierra liberándose de las nubes. 

173. Aquel cuyas buenas acciones superan las malas, ilumina este 
mundo como la luna emergiendo de las nubes. 

174. Este mundo está ciego. Solamente unos pocos aquí pueden ver 
con claridad. Tan solo unos pocos van a un reino divino, como pájaros 
liberados de las redes. 

175. Volando, los cisnes siguen el sendero del sol. Los hombres 
surcan el aire por poderes psíquicos. Los sabios se apartan de este 
mundo, habiendo conquistado a Mara y sus huestes. 

176. No hay mal que no pueda hacer un mentiroso que haya 
transgredido la única Ley y que se muestra indiferente al mundo de 
más allá. 

177. Verdaderamente los míseros no irán al reino celestial. Los 
necios no alcanzarán, por supuesto, la liberación. Los hombres sabios 
se regocijan en la generosidad y van a un reino más feliz. 

178. Mejor que el poder sobre todo lo terreno, mejor que habitar en 
los cielos, mejor que el dominio sobre los vastos mundos, es el fruto del 
Vencedor de lo Ilusorio. 


* * * * *

Capítulo XIV: El Buda


179. Quien conquista la pasión, no vuelve a ser derrotado; ¿qué 
podría perturbar al Buda omnisciente, libre de cualquier pasión y cuyo 
camino conduce a él? 

180. Él, en quien no hay enredo, liberado de la avidez que hace 
renacer, ¿qué podría perturbar al Buda omnisciente y cuyo camino 
conduce a él? 

181. Los sabios se adiestran en la meditación y se deleitan en la paz 
de la renuncia; tales Budas de mente perfecta incluso por los dioses 
son muy queridos. 

182. Raro es el nacimiento como un ser humano. Difícil es la vida de 
los mortales. Extraño es escuchar la Sublime Enseñanza. Rara es la 
aparición de los Budas. 

183. El abandono del mal, el cultivo del bien y la purificación de la 
mente: tal es la enseñanza de los Budas. 

184. La paciencia y la tolerancia son la más alta ascesis. Los Budas 
proclaman que el Nibbana es el supremo. No es un renunciante ni un 
asceta el que agrede a los otros. 

185. No reprochar, no hacer ningún daño, practicar la moderación 
según los preceptos fundamentales, ser moderado en la alimentación, 
residir en la soledad, aplicarse uno mismo a la concentración mental 
elevada, tal es la enseñanza de los Budas. 

186-187. Ni un torrente de monedas de oro hace la felicidad 
levantando placeres sensuales. De pequeñas dulzuras y penas son los 
placeres sensuales. Conociendo esto, el hombre sabio no encuentra 
felicidad ni siquiera en placeres celestiales. El discípulo del Todo 
Iluminado se deleita en la aniquilación del apego. 

188-189. Conducidos por el miedo, los hombres acuden a muchos 
refugios, a montañas, bosques, grutas, árboles y temples. Tales, 
empero, no son refugios seguros. Acudiendo a estos refugios, uno no 
se libera del dolor. 

190-191-192. Pero aquel que toma refugio en el Buda, la Enseñanza 
y la Orden y ve con recta comprensión las Cuatro Nobles Verdades; tal 
es en realidad el refugio seguro; ése es en verdad el refugio supremo. 
Recurriendo a este refugio, uno se libera de todo sufrimiento. 
193. Difícil es hallar al hombre de gran sabiduría: tal hombre no nace 
en cualquier parte. Cuando nace un hombre así, que la familia se 
sienta muy dichosa. 

194. Feliz es el nacimiento de los Budas; feliz es la Enseñanza de la 
Doctrina sublime; feliz es la unidad de la Orden; feliz es la vida austera 
de los unidos. 

195-196. Qué valiosa es la reverencia de aquel que reverencia al 
Buda y sus discípulos; éstos han superado los impedimentos y se han 
liberado de la pena y la lamentación. El mérito de quien reverencia a 
tales hombres pacíficos y sin miedo por nadie ni nada puede ser 
medido.