SAN BUENAVENTURA

Los franciscanos han desarrollado un papel decisivo en el desarrollo de la doctrina y de la devoción marianas. Sus maestros mds eminentes, Alejandro de Halés, San Buenaventura Y Duns Escoto, se encuentran entre los principales teólogos de la Virgen; Duns Escoto es el primero de los grandes doctores que ha sostenido la Inmaculada Concepción . Pero la nota más sobresaliente en la predicación de los franciscanos es que es popular, devota, y sin duda se debe a esta característica su importancia doctrinal en todo lo que concierne a María.

La devoción afectiva es tan acusada en San Buenaventura (1221-1274), que se le han atribuido muchos sermones en donde se difundía esta devoción. Hay en la literatura piadosa un ciclo buenaventuriano, del mismo modo que ha habido lino de San Anselmo y otro de San Bernardo. Y siempre en el mismo sentido, y siempre a favor de un conocimiento más cordial de María.

MARÍA EN EL CALVARIO

 

No se debe de ninguna manera dudar que la bienaventurada Madre y Virgen María, con un corazón fuerte y con la más constante determinación, quería dar a su Hijo, para la salvación del género humano, y así la Madre estuvo conforme en todo con el Padre. Por eso, lo que es más necesario alabar y venerar de Ella es que haya aceptado que su único Hijo fuese sacrificado para la salvación de los hombres. Y, sin embargo, esto le dolía de tal modo que hubiera tomado de buena gana sobre sí todos los tormentos que su Hijo sufría, si esto hubiera sido posible. Verdaderamente, Ella fue fuerte y tierna, dulce y firme a la vez, olvidada de sí misma y generosa con nosotros A Ella es a quien conviene amar y reverenciar por encima de todas las cosas, después de la Trinidad Suprema y de su Niño Santísimo, Nuestro Señor Jesucristo, cuyo misterio divino ninguna boca pueda expresar.