GUIRAUT RIQUIER

En los siglos XII y XIII, el ideal caballeresco y la poesía de la corte confieren matices nuevos a la devoción a la Virgen, a quien se le llama preferentemente Nuestra Señora. El trovador Guiraut Riquíer, de Narbona, es el mejor testimonio de esta transposición, que, a la vez, contribuye a purificar el amor humano.

Muchas veces pensé en pasados tiempos, en cantar al amor, pero no lo conocía, porque llarnaba amor a mi locura; ahora el amor me hace amar a una Dama tal a la que no puedo respetar ni honrar bastante, ni amarla como lo merece. Es de una belleza tan grande que nada puede re. bajarla; nada le falta, resplandece noche y día No estoy celoso del que busca el amor de la que yo amo; por el contrario, me alegro, y cuando alguien no se digna amarla me disgusto hondamente; pues creo con firmeza que de su amor vienen todos los bienes. Ruego a mi Señora que proteja a los enamorados, para que todos vean sus anhelos cumplidos.

... Ni los meses cálidos o fríos, ni la estación templada en la que aparecen las flores, me sirven para cantar el amor perfecto hacia mi Dama de la que yo soy el rendido amante. Flero canto en toda estación, cuando me agrada, porque Ella es la mejor y más graciosa que haya existido jamás, y espero que me hará alegre, aunque no le soy aún del todo sometido, porque todavía pienso en viles acciones.

El que quiera el socorro de mi Dama no debe complacerse en el mal; porque Ella ni siquiera lo ha pensado nunca. Y cuando considero su gran bondad, el grande y singular honor que me ha hecho, cuando pienso que me quiere para siervo suyo, tengo que sujetar mi corazón. Tengo que sujetarlo para que mi voluntad loca no me haga cometer yerro contra la Hermosa que quiero; porque me consideraré colmado de riquezas si Ella me ama... Todo hombre que obtiene el amor de mi Dama aprende de Ella a conducirse con cortesía y sinceridad. Que mi Señora ruegue a Aquel a quien rezan todos los perfectos amantes,para que haga de mí también un amnate perfecto.