VIRGEN DEL PILAR



Los textos utilizados actualmente para la misa propia del día 12 de octubre, después de la reforma del Vat II, atienden ante todo al significado que la celebración de la Virgen del Pilar ha de tener para el pueblo. Se recuerda a la Virgen, simbolizada por el arca de la alianza en la primera lectura (ICrón 15,3-4.16; 16,1-2): la presencia de Dios en medio de su pueblo, a través de María, es motivo de gozo para la iglesia. La segunda lectura (He 1,12-14) y el evangelio (Lc 11,27-28) nos hablan también de la presencia de la Virgen en la iglesia y de las alabanzas que el pueblo le tributa.

El prefacio celebra las maravillas que Dios ha realizado en María, "esperanza de los fieles y gozo de todo nuestro pueblo". Alusiones al Pilar se observan sobre todo en la colecta, donde se pide por intercesión de la Virgen "fortaleza en la fe, seguridad en la esperanza y constancia en el amor", así como en la oración sobre las ofrendas, donde se muestra el deseo de "permanecer firmes en la fe". Más en concreto, en la antífona de entrada se piensa en la Virgen como "la columna que guiaba y sostenía día y noche al pueblo en el desierto", y en el salmo responsorial se recuerda que "el Señor me ha coronado, sobre la columna me ha exaltado", finalmente, en el Aleluya se canta: "Afianzó mis pies sobre la roca y me puso en la boca un cántico nuevo".

Domina así, en la nueva liturgia en honor de la Virgen del Pilar la idea de su presencia eclesial y de la firmeza que su intercesión y su devoción procura al pueblo de Dios. Estas perspectivas litúrgicas abren el camino para un análisis hermenéutico de la tradición popular pilarista. A veces, lo que parece más inverosímil a los ojos del historiador resulta lo más significativo en el plano de la interpretación del alma popular. Y es natural que la devoción del pueblo a la Virgen haya encontrado en la leyenda cauces de expresión simbólica.

La columna es símbolo del axis mundi, conducto mítico que une el cielo y la tierra, "manifestación de la potencia de Dios en el hombre y la potencia del hombre bajo la influencia de Dios" ". Es soporte de lo sagrado, soporte de la vida, soporte del mundo, lugar donde la tierra se junta con el cielo, eje a cuyo alrededor gira la vida cotidiana. María, la puerta del cielo, la escala de Jacob, ha sido la mujer escogida por Dios para venir a nuestro mundo. En ella la tierra y el cielo se han unido en Jesucristo.

Las columnas garantizan la solidez del edificio, sea arquitectónico o social. Quebrantarlas es amenazar el edificio entero. La columna es la primera piedra del templo, que se desarrolla a su alrededor, es el eje de la construcción que liga entre sí los diferentes niveles. María es también la primera piedra de la iglesia, el templo de Dios; en torno a ella, lo mismo que los apóstoles reunidos el día de pentecostés, va creciendo el pueblo de Dios, Ia fe y la esperanza de la Virgen alientan a los cristianos en su esfuerzo por edificar el reino de Dios.

El Pilar no puede hundirse, las aguas tumultuosas del Ebro no lograrán derribarlo. Firme a las orillas del río, como el zigurat de Babilonia sobre las puertas del Apsu, el caos primordial, será símbolo de Zaragoza, la ciudad inmortal, y de la solidez de la fe de un pueblo que ve en la protección de María la mejor ayuda para mantener su compromiso cristiano en el duro bregar de la vida.

Una columna de fuego por la noche y de nube durante el día acompañaba al pueblo de Israel peregrino por el desierto, dirigiendo su itinerario (Éx 13,21-22). En la Virgen del Pilar el pueblo ve simbolizada "la presencia de Dios, una presencia activa que, en el sentido histórico, guía al pueblo elegido a través de las emboscadas de la ruta".

A. ORTIZ-GARCÍA
DICC-DE-MARIOLOGIA. Págs. 1621s. ...............................

En la carta 67 del epistolario de san Cipriano, por el año 254 se hace referencia a la comunidad cristiana de Caesaraugusta; el obispo Valerio estuvo presente en el concilio de Elvira entre el 300 y el 314; Prudencio cantó a los 18 mártires de la persecución de Diocleciano.