MARIA HIJA DE SIÓN
I. Las recientes investigaciones exegéticas
1. EL REDESCUBRIMIENTO DE UN TÍTULO. Fue el Vat II el que dio el titulo de hija de
Sión a la Virgen, en el contexto vivo de un discurso sobre María. Es una invitación a
profundizar el fundamento bíblico de la expresión y sus implicaciones en el plano teológico.
ecuménico y pastoral. El problema mariano lo sitúa el concilio en el misterio de la iglesia; ese
mismo camino hay que recorrer para el titulo en cuestión.
El concilio propone como anuncios de la madre del Salvador los textos
veterotestamentarios clásicos (Gén 3,15; Is 7,14; Miq 5,2-3), con esta precisión: "... Estos
primeros documentos. tal como son leídos en la iglesia y son entendidos bajo la luz de una
ulterior y más plena revelación..." (LG 55). En esta perspectiva y con estas premisas, añade
luego: "Ella (María) misma sobresale entre los humildes y pobres del Señor, que de él
esperan con confianza y reciben la salvación. En fin, con ella, excelsa hija de Sión, tras larga
espera de la promesa, se cumple la plenitud de los tiempos y se inaugura la nueva
economía, cuando el Hijo de Dios asumió de ella la naturaleza humana para librar al hombre
del pecado mediante los misterios de su carne" (LG 55).
La referencia a los dos temas humildes y pobres (los anawim) e hija de Sión se toma en
consideración porque no está apoyada por ninguna cita escriturística, ni explícita ni
implícita. Es puesta de relieve, y en cierto sentido explicada por G. Philips, que tanta parte
tuvo en los preparativos de la constitución dogmática Lumen gentium: "Ninguno de los dos
vocablos va acompañado de una referencia porque ambos forman una especie de lugar
común de la piedad veterotestamentaria. La hija de Sión, figura del pueblo elegido, lleva la
promesa que
se cumplirá en la plenitud de los tiempos".
Queda el hecho de que el titulo hija de Sión ha encontrado sitio en la constitución
dogmática. Los pareceres de los exegetas son en parte discordes, si bien las divergencias,
al menos para muchos, versan más sobre el método de la investigación que sobre la
sustancia.
2. ORIGEN Y SIGNIFICADO DEL TÍTULO "HlJA DE SIÓN". Según los historiadores y los
exegetas, Sión designaba la fortaleza de la Jerusalén jebusea entre el valle del Cedrón y el
Tiropeón. En el AT Sión aparece por primera vez en el relato de la conquista de Jerusalén
por David (2Sam 5,6-10; 1 Crón 1 1,4-9). El joven rey construyó allí su palacio, por lo cual
Jerusalén-Sión fue llamada "ciudad de David': A esta roca hizo trasladar David el arca (2Sam
6,112); por este motivo se la llama "morada del Señor" Cuando Salomón trasladó el arca al
templo, se designó con el nombre de Sión sobre todo el monte del templo. Además pasó con
frecuencia a designar toda Jerusalén (1s 37,32; 52,1-2; Jer 26,18), o bien todo Israel, pero
en este caso con bastante menos frecuencia (Is 46,13; Sal 149,2).
Sión es mencionada 152 veces en el AT y, excepto un caso, está siempre unida a la
acción de Dios para con su pueblo, ocupa el centro de la historia de la salvación. Jerusalén
es nombrada muchas más veces: 640, a menudo en sentido geográfico, pero
frecuentemente también con una carga teológica. El término hija de Sión tiene una historia.
Muy a menudo en los libros poéticos se denomina a una región con su nombre propio
precedido del término hija: hija de Babilonia, hija de Tiro, hija de Edón.
Con esta personificación femenina de carácter figurativo se quiere indicar ora la región o
la ciudad, ora sus habitantes. Esto se aplica también a Jerusalén, para la cual tenemos el
titulo de "hija de Sión"(ls 10,32; Jer 6,2), "hija de Jerusalén'' (Is 37,22; Lam 2,13; 2Re
19,21). Dado el carácter central de Jerusalén, con el Señor que desde el templo mora en
medio de su pueblo, la expresión hija de Sión pasa a designar a Israel entero. Veremos
luego la lenta compenetración entre los diversos títulos y su extensión. Hija de Sión se
encuentra por primera vez en Miqueas (1,13; 4,10 y 13), usándose luego a menudo. Se
encuentra también en el NT (Mt 21,5; Jn 12,15, que citan Zac 9,9) con motivo de la entrada
de Jesús en la ciudad santa.
H. Cazelles ha propuesto una interpretación muy elaborada del titulo, y en muchos
aspectos sugestiva. Cuando la expresión aparece en Miqueas, hacía ya tiempo que se
hablaba en Israel de "hija de una ciudad". Esta expresión se encuentra en los estratos más
antiguos del Pentateuco a propósito de aglomerados que dependen de una ciudad más
importante; se trata casi seguramente de pueblos fortificados. En el estado actual de las
investigaciones se podría decir que el profeta Miqueas, en la segunda mitad del s. VIII a.C.,
es el primero en adaptar a Sión una expresión muy particular en Israel, pero ya antigua y
que le viene del norte. La "hija de Sión" sería el barrio nuevo de Jerusalén, al norte de la
ciudad de David, que agrupa a la población refugiada del norte después del desastre de
Samaría, el "resto de Israel". Esta población se estableció en la colina del templo; un barrio
orientado hacia el norte, hacia la patria devastada y perdida, orientado también hacia Asiria
adonde los hijos de Israel han sido llevados esclavos.
En conclusión, a partir de Miqueas parece que no significa la totalidad de Israel, sino una
parte, un resto que ha sido probado, pero que todavía es portador de una esperanza
nueva. A estos dos elementos: hija de Sión, pero distinta de Sión aunque unida a ella, e
Israel herido, pero portador de un potencial nuevo, se añade la imagen del parto.
Para Cazelles, con Miqueas comienza la teología bíblica de la hija de Sión, que da a luz
con dolor un pueblo liberado (4,9-10). La argumentación es a menudo muy sutil, pero hay
que retener varios elementos.
3. LA TRADICIÓN EN EL AT. Ha sido el anglicano A.G. Hebert uno de los primeros en
plantear el problema en términos explícitos: "¿Es posible que una sana exégesis del
evangelio de Lucas exija pensar que cuando la virgen María recibe el mensaje del ángel y
cuando entona el Magníficat el evangelista vea en ella a la hija de Sión que nos es familiar
en el AT? ¿Se pueden encontrar en otras partes del mismo evangelio o en otros lugares del
NT indicaciones más amplias de la misma idea?" Si así fuera, prosigue el autor, se habría
proyectado una luz importante sobre el puesto que ocupa la madre de Jesús en el plan
bíblico quedaría más iluminada la relación entre Jesús y su madre en Nazaret y en la vida
pública.
El camino se ha hecho por etapas. Al principio la atención se detuvo en el saludo con
que el ángel se dirige a María: jaîre = alégrate, goza. S. Lyonnet ha puesto de manifiesto
que jaîre, usado cuatro veces en los LXX (Sof 3,14; Jl 2,21; Zac 9,9 cf Lam 4,21), no
expresa un saludo vulgar (equivalente al shalom hebreo), sino que expresa el anuncio del
gozo mesiánico. Este es también el sentido del jaîre del saludo del ángel a María en la
anunciación (/Lc/01/28). Posteriormente ha vuelto sobre el tema, profundizando los
contactos entre el relato entero de la anunciación (Lc 126-38) y los profetas citados. Al
mismo tiempo, R. Laurentin alcanzaba los mismos resultados y los daba a conocer en una
obra bastante profunda y documentada, que goza aún de amplia resonancia. Los tres textos
de Sof 3,14-17; Jl 2,21-27; Zac 9,9-10 coinciden en lo esencial del mensaje; van todos
dirigidos a la "hija de Sión", o sea, al Israel personificado. Tienen por objeto el anuncio del
gozo mesiánico, cuya expresión más característica es alégrate. Sigue la expresión más
usual: no temas. El objeto del mensaje es el mismo: El Señor viene a morar en Sión como
rey y como salvador. Todos estos rasgos se encuentran en Lc 1,28-33, con dos
transposiciones: 1) el mensaje va dirigido a "María kejoritoméne": y no ya a la hija de Sión;
2) es Jesús, hijo del Altísimo, el que viene a morar en ella como rey y salvador (Lyonnet).
R. Laurentin ha hecho un examen profundo, sobre todo del texto de Sofonías, del cual
parece que dependen los otros dos. Es mérito suyo haber resaltado el modo
constantemente alusivo de Lucas al referirse a los textos del AT, si bien no todos están de
acuerdo en definirlo como método midrásico. Y cree poder concluir que "la presentación de
la anunciación en términos tomados de Sofonías implica una doble identificación de María
con la hija de Sión y de Jesús con el Señor, rey y salvador. La transposición podría
expresarse así: la hija de Sión, personificación abstracta de Israel, es actualizada en la
persona de María, que acoge la promesa mesiánica en nombre de Israel. La residencia del
Señor en la hija de Sión se verifica en el misterio de la concepción virginal".
Y casi como conclusión de su investigación, el autor puede afirmar que para establecer
la identificación María=hija de Sión, los puntos de apoyo sólidos son la anunciación (Lc
1,28-32), el Magnificat (1,46-54) y, de modo más endeble, el nacimiento (2,1-11) y la
presentación en el templo (2,35). En todos estos pasajes Lucas actualiza en la persona de
María textos que se refieren a Sión. Para Lucas 1-2, María es la hija de Sión de modo
particular en cuanto que ésta, según Sofonías, es el lugar de la morada divina.
La linea de investigación se ha demostrado válida, si bien ha dado pie a varios disensos.
Con ello se ha incrementado una investigación más amplia. Se ha resaltado más el hecho
de que la invitación al gozo mesiánico en los textos veterotestamentarios va siempre
dirigida a una colectividad y nunca a una persona particular. María, en cambio, es
interpelada personalmente; por supuesto, se ve en ella también una entidad colectiva; no
puede ser más que la correspondiente de la hija de Sión de los tiempos nuevos. Además, la
invitación al gozo se inserta para ella de modo original en el misterio de una llamada. No se
trata, en efecto, como alguien apresuradamente había afirmado, de un simple saludo por
parte del ángel (Lc 1,29), sino de un anuncio y de una implicación en el misterio de la
maternidad mesiánica y divina, a la cual María debe responder con plena conciencia y
colaboración. Que todo el relato de la anunciación apunta a la maternidad divina es un
hecho indiscutible. Los mismos textos relativos a la hija de Sión, si se los lee atentamente,
hacen referencia a una maternidad gozosa y dolorosa, que no siempre se ha tenido en la
debida consideración.
4. HIJA DE SIÓN. SIÓN, JERUSALÉN. Podría decirse que, en un primer tiempo, "hija de
Sión" tiene un significado bastante preciso; representa una parte específica del pueblo,
como un resto que aspira a la liberación. Pero existe una conexión entre hija de Sión, Sión
y Jerusalén (Israel). Miqueas habla de un parto doloroso de la hija de Sión, del cual sale un
pueblo nuevo (4,10). Sofonías incita al gozo a la hija de Sión, colocada en paralelo con
Israel (3,12-20). Jeremías habla de la "hija de mi pueblo", y aplica la expresión a Jerusalén
(4,11). La hija de Sión, amenazada por los pueblos del norte, es invitada a hacer duelo
como por un hijo único (Jer 6,23). El tema gozoso de la hija de Sión, en Jeremías, está todo
él sobrecargado de los dolores del tema de la Jerusalén herida y conculcada. Después de
la catástrofe de la ciudad santa, es en Jerusalén devastada donde se encuentra la
esperanza que expresa el tema de la hija de Sión. En las Lamentaciones se da el constante
intercambio entre los distintos temas de Sión, hija de Sión, etc.
H. Cazelles, después de haber afirmado que con Jeremías y Lamentaciones termina una
época de la revelación, puede añadir que, después de las Lamentaciones, Sión y la hija de
Sión no forman más que una sola cosa, en la alegría y en el dolor; y lo que antes era la hija
de Sión en relación a Sión lo ha llegado a ser Sión en relación a todo Israel. También en la
tradición posterior al exilio la gloria de la nueva Jerusalén se expresa con el antiguo término
de hija de Sión (Is 62,11). Ésta se encuentra acompañada por el Señor, así como por una
población numerosa, calificada como "recompensa" (Is 62,11), que será llamada "pueblo
santo redimidos por el Señor" (Is 62,12). Es significativo notar que en estos últimos
capítulos de Isaías, en un clima de gozo, se le haya cambiado a Jerusalén el nombre
repetidas veces: "No se te llamará más la abandonada ni tu tierra será dicha desierta. sino
que se te llamará mi complacencia, y a tu tierra desposada, porque en ti se complace el
Señor y tu tierra tendrá un esposo" (Is 62,4). Parece una invitación a recordar que también
María es invitada al gozo de la maternidad mesiánica con un titulo que parece casi un
nombre nuevo: kejaritoméne" (Lc 1,28). Además, estos últimos capítulos de Isaías están
dominados por la presencia de un pueblo nuevo, de nombre nuevo, que Sión-Jerusalén
paren con gozo (66,ó-10). Y el profeta parece hacer suyos los acentos de Sofonías. Sión
asume la función del parto, atribuido a la hija de Sión por Miqueas (4,9-10). En la tradición
de los salmos se canta a menudo a Sión, su monte y su santuario, y poco a la hija de Sión.
Los salmistas atribuyen a Sión también la fecundidad y el gozo del parto. Baste recordar
por todos el Sal 87, que la Biblia de Jerusalén titula: "Sión, madre de los pueblos". El Señor
ha elegido su montaña santa como morada, pero los pueblos están inscritos allí como
nacidos entre sus murallas; una especie de adopción divina por parte de Sión respecto a
los pueblos paganos. Se indica igualmente que también la relación entre Sión y Jerusalén
se ha vuelto progresivamente más estrecha. En ciertos documentos parece que no se
evidencia la diversidad (cf Is 1,27; 33,5). En algún pasaje ambas denominaciones
representan un paralelismo poético (Sal 51,18; 1s 10,12; 24,23; 31,4; 40,9; Jl 3,16). En la
literatura profética hay un camino cada vez más convergente al respecto. De una
denominación geográfica (Sión, Jerusalén) se pasa a determinar los habitantes; y luego, en
un segundo momento, la suerte feliz o adversa que se predice a las poblaciones
aglomeradas en torno a Sión.
Resumiendo. Hemos tenido en cuenta sobre todo Miq 4,10-13; Sof 3,14-18; Zac 2,14 y
9,9-10, y sus contextos. No se puede subestimar una cierta relación entre ellos, incluso en
el plano literario. Pero lo que más importa es una convergencia en los temas de fondo,
como ha notado A. Petitjean, que se podrían sintetizar así en sus líneas más significativas:
la venida del Señor es el fundamento de todas las demás manifestaciones; la presencia del
Señor en Sión y en el templo mediante el arca; la elección de Sión-Jerusalén; el pueblo de
Dios reconoce la grandeza y exalta el privilegio de Sión-Jerusalén; el clima de gozo
religioso; el futuro prometido a la ciudad es el de la felicidad por un pueblo de nuevo
reunido, finalmente, la realeza y la salvación del Señor se proyectan en la escatología, en la
cual las naciones encontrarán su puesto.
Como lo hemos ilustrado, es bastante verosímil un paralelismo literario, normalmente
alusivo y a veces más explícito, entre el relato de Lucas y las composiciones de estos
profetas; pero es aún más evidente una relación de correspondencia en temas
fundamentales. Como en estos profetas, Lucas insiste, sobre todo en la anunciación, en
algunos puntos: 1) el hecho de Dios: todo viene sólo de él, tal es el significado del ángel
Gabriel "enviado por Dios" (Lc 1,26); el "Señor está contigo" para estar con su pueblo; todo
es "gracia" (= jaris), por lo cual María es "objeto de favor divino" kejoritoméne) (1,28); 2) el
Señor está presente, y como siempre obra con su omnipotencia (1,35); 3) la acción es en
favor de un mesianismo davídico, porque las promesas de Dios no están nunca sujetas al
arrepentimiento (1,32); 4) la respuesta a la iniciativa de Dios, la presencia y la promesa son
la fuente del gozo mesiánico: "alégrate" (1,28), "no temas" (1,30); el mesianismo asegura la
continuidad de la realeza (1,33) por medio de un salvador (Jesús = "el Señor salva", 1,31) y
por medio del Hijo de Dios (1,35).
Si la mayor parte de los exegetas admite una correspondencia sustancial entre las
promesas hechas a Sión (y a la hija de Sión) y el relato de la anunciación, nada tiene de
extraño que Lucas haya sustituido a propósito la hija de Sión por María.
La tradición lucana es el lugar privilegiado de la teología de la hija de Sión. Pero también
la tradición joanea hace alusión a ella, según conclusiones de estudios recientes realizados
con sólido fundamento. En efecto, Juan parece que modela el episodio de Caná (2,1-11),
tan importante para "el comienzo de los signos" de Jesús, siguiendo el acontecimiento
central del AT: la gran teofanía del Sinaí, relatada en Éx 19 y 24. A esto corresponderían el
cómputo de los días (Jn 1,19-2,12) y las palabras relevantes de María: "Haced lo que él os
diga" (2,6), que corresponden al compromiso del pueblo de la alianza: "Nosotros haremos
cuanto el Señor ha dicho" (Ex 19,8; 24,3.7). Estaríamos, pues, ante una fórmula de alianza;
esta tipología no estaría fuera de lugar en el cuarto evangelio". Estamos así orientados
hacia una identificación indirecta entre la comunidad del éxodo y María en el comienzo del
ministerio de Jesús. En efecto, el evangelista hace que María exprese la profesión de fe
que toda la comunidad del pueblo elegido proclamó un día en el Sinaí.
M/MUJER MUJER/M: El término mujer con que Jesús designa a María (Jn 2,4) podría
haber sido elegido para poner de relieve la personificación del antiguo Israel, llegado a la
plenitud de los tiempos. También en la cruz, en el momento en que tiene lugar la gran
reunión de los "hijos dispersos de Dios", según la profecía (Jn 11,51-52), se pone muy de
relieve a la mujer, que escucha de labios de Jesús el anuncio del misterio de su maternidad
espiritual para con los discípulos (Jn 19,25-27). Es la nueva Sión de los tiempos
mesiánicos, que engendra al pueblo nuevo. Retorna el tema de la maternidad de la hija de
Sión, gozosa en Belén y dolorosa Hija de Sión en el Calvario. Todo ello en el pleno
desarrollo de aquella hora, que en Caná no había llegado aún. En el Calvario, en cambio,
tenemos la realización completa del plan preanunciado por las Escrituras, dado que "todo
está consumado (=tetélestai)" (Jn 19,28), una vez que Jesús ha hecho a su madre y al
discípulo la última revelación.
Parece bastante lógico que, a consecuencia de estas investigaciones exegéticas, se
considere que el término mujer en Juan representa el equivalente de hija de Sión en Lucas.
II. Significado bíblico y teológico
Esta larga consideración entre las propuestas de los diversos autores no se ha realizado
por erudición, sino para buscar, con rigor y coherencia, las implicaciones de un título, como
lo quería el concilio.
Dios, cuando se ha dirigido a grupos lo mismo que a personas, ha querido siempre obrar
en orden a la salvación de todo el pueblo. No hay ninguna historia personal que esté
separada de la historia general. La hija de Sión ha sido a menudo un pequeño resto,
silencioso, casi insignificante; a veces parece reducirse a alguna persona. Justamente
Sofonías es el que identifica (3,12-13) el resto de Israel con los pobres y los humildes, que
han tenido una parte tan destacada en la historia de la salvación y en la espiritualidad del
AT. Es la historia de los anawim, esos clientes de Dios que lo esperan todo de él y que
están disponibles para todas sus llamadas; así se convierten en los verdaderos
protagonistas.
Con el uso de un titulo o de otro en una determinada situación histórica, se puede
establecer concretamente de qué modo ha intervenido Dios en la vida de Israel o de este o
el otro israelita para la salvación del pueblo y el establecimiento de la iglesia de Cristo. Con
el titulo de hija de Sión, el Señor ha querido indicar constantemente a los que, en los
momentos más cruciales, han sido capaces de infundir las nuevas esperanzas.
P. Benoit ha propuesto algunas reflexiones, aludiendo justamente al tema de la hija de
Sión, que vamos a utilizar. La correspondencia entre la hija de Sión y María se podría
proponer como relación entre tipo y antitipo, pero teniendo muy en cuenta que no se trata
de figuras literarias o de símbolos, sino de realidades históricas que poseen ya un valor en
sí mismas. Es Dios el que suscita el tipo y el antitipo con su significado inmediato y sus
relaciones. Solamente en la plenitud de la luz de Cristo adquieren las realidades su sentido
v su evidencia.
"María, hija de Israel, salida del ambiente de los pobres, elegido para ser la madre del
mesías, lleva verdaderamente en su persona concreta el destino del pueblo elegido. En
nombre del pequeño resto, esta verdadera hija de Sión acoge al mesías en la obediencia y
el gozo, pero debe también verse lacerada por el rechazo de muchos". Se podría entrever
un doble paralelismo de relaciones entre el A y el NT. En el centro de todo está el mesías,
que es Jesucristo. Toda la economía del AT habla de él y está en función de él: personas,
instituciones, acontecimientos, desde Adán, Abrahán, Moisés, al siervo del Señor, el
cordero pascual, el profeta y las diversas figuras del mesías. Pero a Cristo no se le puede
reducir al papel de antitipo aun admitiendo la existencia de una verdadera tipología. Él
supera con mucho cualquier esquema o paralelismo, porque es el enviado único y definitivo
que realiza todas las promesas, superándolas de modo eminente e inaugurando los tiempos
nuevos y definitivos. Mas se podría ver en el AT, junto a la corriente que prepara al mesías'
una corriente inferior y paralela que prepara al pueblo mesiánico de la nueva alianza y que
tiene en la hija de Sión una de sus expresiones más características. No es difícil comprobar
cómo esta corriente desemboca en María. Una y otra corriente llevan en sí los destinos del
mesías y de su pueblo. "En María es la comunidad mesiánica la que da nacimiento al
mesías según el anuncio de los profetas; en Jesús, que confía los discípulos a su madre
(Jn 19,26-27), es el mesías el que da su salvación al pueblo nuevo. Ésta parece al menos
la enseñanza de la tipología de la hija de Sión, tal como se encuentra particularmente en
Lucas y en los escritos joaneos".
Se podría dar un paso más, basándose en el conjunto de las investigaciones actuales.
Los textos del NT, sobre todo Lucas y Juan, parecen haber encontrado en María a la hija
de Sión madre y personificación del pueblo nuevo, no sólo por una reflexión sobre la
tipología y el sentido pleno, sino además como indicación lógica del sentido literal.
Una visión adecuada del misterio de la iglesia encuentra uno de sus componentes
fundamentales en la teología de la hija de Sión. Se puede estar de acuerdo con el que ha
afirmado: "Al decir que María es la hija de Sión se quiere indicar que es la realización más
pura e intensa del misterio de la iglesia, la del AT que prepara la venida de Cristo, y la del
NT, que prolonga en el tiempo y en el espacio la presencia de Jesús entre los hombres".
lIl. Incidencia sobre la mariología, el ecumenismo y la pastoral
El tema de la hija de Sión no ha entrado todavía de manera completa en la reflexión
teológica, por lo cual no ha repercutido aún de modo adecuado en la pastoral. Es un
proceso de maduración en vías de realización.
1. HIJA DE SIÓN Y MARIOLOGÍA. M/I/RELACION: El concilio hizo una
opción de grandes consecuencias, al incluir en el misterio de Cristo y de la iglesia a la
Virgen bienaventurada. Se sigue de ahí que la visión católica de la iglesia no tiene a María
como simple componente, sino que todo el misterio del pueblo de Dios se encuentra en ella
y tiene en ella su expresión eminente. Por otra parte, es igualmente cierto que la persona y
la misión de María no encuentran su inserción más que en la iglesia, en su misterio y en su
realización. No se trata de dos misiones separadas, sino de dos modos complementarios de
expresar la única misión, que viene del Padre, en la persona del Hijo Jesucristo, con la
acción del EspÍritu.
AT/MADRES-FIGURAS: La mariologÍa da así una cierta angulación a la eclesiologÍa y
recibe de ella una luz particular. Ambas realidades se fecundan recíprocamente. El aspecto
comunitario, y por tanto eclesial de María, debe recuperar todo su valor. Es el significado
de la hija de Sión. Dios ha revelado constantemente un aspecto materno en su pueblo, y
por tanto en su iglesia. Por eso el AT está dominado por las grandes figuras de las madres
de Israel: Sara, Rebeca, Raquel, Tamar, Judit, María la hermana de Moisés, la hija de Sión.
La hija de Sión, Sión, Jerusalén llegan a estar en paralelo, pero después de que el
concepto de hija de Sión ha introducido en la tradición bíblica una noción nueva del
simbolismo femenino. Es la ciudad santa, pero en cuanto que da a luz un pueblo nuevo, un
pueblo salvado y redimido por la presencia de Dios en su templo: templo de piedra bajo el
régimen de la ley, y templo de carne gracias a la encarnación del Hijo de Dios, convertido
en hijo de David por la aceptación de la madre del mesías.
La misión del resto, que en su historia de pruebas y sufrimientos asegura la continuidad
y perennidad de las promesas divinas, desemboca infaliblemente en la generación del
pueblo nuevo. La función de María, tal como es presentada en la obra de Lucas desde la
anunciación a pentecostés, es la del orante. Es la intercesión, suscitada por Dios, la que
hace de ella el instrumento privilegiado de la gracia, porque los hijos de Dios no nacen de
la carne y de la sangre (Jn I,13), sino del agua y del Espíritu (Jn 3,5). La gran revelación de
los tiempos nuevos es la hija de Sión, madre de un pueblo real, sacerdotal, profético. Los
privilegios de María, su misión, tienen siempre como fin a Jesús (LC 67). En esta
perspectiva se coloca la aportación de la hija de Sión a la mariología.
2. EN EL DIÁLOGO ECUMÉNICO. No está muy lejano el tiempo en el que una cierta
mariología se nutría de reflexiones teológicas bastante apartadas de la palabra de Dios, o
se movía en un plano psicológico y afectivo no siempre iluminado. El redescubrimiento del
tema de la hija de Sión supone un esfuerzo de investigación no sólo para los católicos, sino
también para las iglesias ortodoxas y reformadas.
La comunidad fiel, congregada por la palabra y el Espíritu, vive en la escucha y en la
respuesta de fe a las renovadas propuestas de Dios. Aquí está el terreno privilegiado del
diálogo ecuménico. A los interrogantes pertinentes de las iglesias de la reforma sobre la
aparente desproporción entre el puesto de María en la vida y en la tradición católica y la
escasez de los textos deL NT que hablan de ella, hay que responder proponiendo una
"escucha religiosa" (DV 1) de la palabra en toda la amplitud de su revelación. El AT tiende
de continuo a la plenitud del NT. Los autores del NT han escrito, inspirados por Dios, en la
comunidad y para la comunidad; muchas veces su catequesis es el eco de la fe vivida. No
tiene importancia la cantidad de lo que Mateo, Lucas y Juan han querido escribir sobre
María. Lo que importa es el camino de gracia que han querido transmitir también a
propósito de la Virgen. Si nuestros análisis son válidos exegéticamente hay que concluir
que el evangelio de la infancia es parte integrante del único evangelio, y es justamente la
palabra de Dios la que, sobre todo en Lucas y Juan, proclama que la realidad de la hija de
Sión no es una llamada limitada del AT, sino que se realiza plenamente en María en los
tiempos nuevos. Una lectura puntillosa de la palabra forma parte aún de la letra mientras
que una lectura armoniosa y global es la actitud del espÍritu. Todos los autores del NT han
demostrado lo que es una lectura cristiana del AT. Es lo que ocurre en los relatos lucanos
de la anunciación, de la visitación, en el canto del Magníficat, etc., lo mismo que en las
perícopas juaneas de Caná y del Calvario.
Son demasiado evidentes e insistentes las referencias a las figuras y a las realidades del
AT para hablar de coincidencias ocasionales. El componente expresado de la hija de Sión
en el AT no se agota, sino que se actualiza en María. Ella es el Israel cualitativo, el arca de
la alianza escatológica por ser madre del mesías, es morada de Dios en los tiempos
nuevos, en los cuales son engendrados, por medio del Espíritu, los hijos de la salvación. El
recurso constante a la palabra de Dios, tal como ha sido leída en la tradición común es un
compromiso ecuménico también para los otros aspectos de la mariología.
3. EN EL PLANO PASTORAL. Algunas pistas de investigación han sido ya indicadas,
por lo cual es suficiente presentar una breve síntesis. El tema de la hija de Sión tiene un
gran valor educativo y operativo en el plano pastoral. Es la afirmación del aspecto armónico
de la redención. La comunidad cristiana debe sentir que es la continuación de la comunidad
veterotestamentaria. Los textos relativos a la hija de Sión deben convertirse en patrimonio
común en la celebración de la palabra y de la liturgia, con una constante apertura y
subrayado del valor global, porque hay una sola biblia. También hoy la comunidad
pertenece a Dios y es constantemente interpelada por él. La pequeñez del resto debe
evidenciar aún más la potencia y la eficacia de la fe. Hay que volver a hacer viva la relación
iglesia-María y María-iglesia. La comunidad cristiana tiene en María no sólo un modelo,
sino que tiene en ella una relación de vida. Dios ha querido expresar su amor materno a los
hombres suscitando la iglesia madre en todos los tiempos. La hija de Sión ha representado
la vocación de maternidad perenne del pueblo elegido; María es la madre de la comunidad
de los últimos tiempos; es también madre de la comunidad. "En María se realiza la promesa
del nacimiento de un pueblo nuevo, del que Cristo es la cabeza y los cristianos son los
miembros. Por medio de María, Sión ha dado a luz un pueblo nuevo y tiene hijos
numerosos que su madre amamanta y consuela (Is 66,11-13) gracias a Dios y a su Espíritu
(Is 61,1). Ella es madre de los miembros de Cristo, como se dice en LG 53".
Todo fiel, en la iglesia, goza de este don divino pero al mismo tiempo debe participar
también de la misión materna de la iglesia, expresada en María. Cada vez que la iglesia
obra, anuncia, celebra, santifica con los sacramentos, están implicados todos los miembros
de la comunidad, cada uno con su propio carisma y su función propia. Es la continuidad de
la hija de Sión.
(·MORI-E-G. _DICC-DE-MARIOLOGIA. Págs. 824-833)
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