MARIA NUEVA EVA
Si la expresión nueva Eva es relativamente rara y tardía', el paralelo entre Eva y María se
presenta de un modo explícito desde fines del s. II, con presupuestos implícitos ya en el NT.
Este cotejo es de considerable importancia en cuanto expresión del papel de María en la
historia de la salvación, de su vínculo con Cristo y de su significado antropológico. Las
primeras presentaciones de este tema son densas y significativas. Aparecen como el primer
núcleo de una teología digna de este nombre a propósito de María: una teología simbólica y
antropológica, olvidada en los tiempos de la contrarreforma, pero que el Vat II ha invitado a
redescubrir.
I. El camino histórico del paralelismo Eva-María
1. LOS DATOS BÍBLICOS. Eva es nombrada explícitamente sólo dos veces en el NT, por
el apóstol Pablo como figura de la seducción en el origen del pecado (2 Cor 11,3; ITim
2,13-14). Estos versículos han abonado la tesis de una misoginia del apóstol.
Pero hay referencias a Eva, con alusión implícita a Gén 3,15-20, también en Jn 19,25-27,
que han de relacionarse con Jn 2,1-12. En estos dos pasajes Jesús da a María
no el título de madre, que era el uso, sino el nombre de mujer, que parece tener explicación
por referencia a Gén 2-3. En esta perspectiva hay una referencia, si no a Gén 3,15, al
menos a Gén 3,20, donde Eva es llamada madre de los vivientes, función que Jesús
atribuye a María en Jn 19,25-27.
La referencia es más bien débil, pero está acreditada por algunas alusiones que
convergen hacia la nueva creación. E. Hoskyns ha hecho el inventario de las referencias de
Juan a Génesis, desde el "principio" de Jn 1,1 hasta el "huerto" de 19,41, que permite
pensar en el jardín de la caída. Además, el c. 12 del Apocalipsis reúne los temas principales
de Jn 2,1-12, y sobre todo 19,25-27: "La mujer", madre del mesías "que rige las naciones
con cetro de hierro" (12,5) y ejercita su maternidad en relación con los discípulos (Ap
12,17). La alusión a Gén 3,15 es cierta al menos en Ap 12,133.
El paralelismo de Adán con Cristo (Adán es nombrado nueve veces en el NT) sobre todo
en Rom 5,14 y en ICor 15,22-45, y con Eva en ITim 2,13-14 preparaba un paralelo de Eva
con la iglesia y con cada cristiano. Sobre este último punto Pablo es explícito: "Os he
prometido a un único esposo para presentaros a Cristo como vírgenes castas. Pero temo
que así como la serpiente con su malicia sedujo a Eva, seduzca también vuestros
pensamientos" (2Cor 11,2-3).
El tema de la nueva creación inspira los dos evangelios de la infancia. En Mt 1,2 se
subrayan con insistencia las dos primeras perícopas: génesis de Jesucristo (Mt 1,1-18), para
recordar que la escatología del mesías es un nuevo comienzo: el Espíritu está sobre María
(Mt 1,18-20; Lc 1,35) como estaba sobre las aguas primordiales (Gén 1,2). Las referencias
escatológicas en Lc 1-2 son más sutiles. Hace remontarse la genealogía de Jesucristo hasta
Adán (3,38) y el anuncio hecho a María se presta a la comparación con la escena
antinómica de la seducción de Eva. No se puede, sin embargo, probar que haya pensado
formalmente en ello, aunque es esta perícopa la que inspiró el paralelismo Eva-María a
Justino e Ireneo en el s. II. Este conjunto de datos bíblicos explica la rápida
explicitación de este tema en la tradición.
2. LA TRADICIÓN ECLESIAL. El paralelismo Eva-María pasó ciertamente a través de la
interpretación gnóstica. Se encuentra ya atribuido a María en el Evangelio según Felipe (s.
II), en el que se puede leer esta notable expresión: "Adán ha sido formado por dos vírgenes:
el Espíritu y la tierra virgen. Por esto Cristo ha nacido de la Virgen para poner remedio al
pecado ocurrido al principio" 4.
a) ·Justino-san. El paralelismo de María con Eva parece que fue explicitado por primera
vez por el mártir san Justino (+ 165) en el Diálogo con Trifón (interlocutor judío que
contribuye a inspirar este paralelismo): "Si por medio de la Virgen Cristo se hizo hombre, es
porque el plan divino establece que por el mismo camino en que comenzó la desobediencia
de la serpiente se encontrara también la solución. En realidad, Eva era virgen e incorrupta
cuando acogió en su seno la palabra que le dirigió la serpiente y dio a luz la desobediencia
y la muerte, por el contrario la virgen María concibió fe y alegría cuando el ángel Gabriel le
anunció la buena nueva (evangelizoménou) de que el Espíritu del Señor vendría sobre ella
y el poder del Altísimo la cubriría con su sombra, de manera que el ser santo nacido de
ella sería Hijo de Dios (Lc 1,35). Ella respondió: Hágase en mi según tu palabra (Lc 1,38)".
Hay ahí un paralelismo entre Eva y María sólo en cuanto son vírgenes invioladas, que
acogen una palabra; pero lo restante está en oposición. Por un lado, Eva crea
desobediencia y muerte, por el otro María concibe fe y gloria: Cristo hecho hombre por
medio del Espíritu Santo. Esta primera explicitación se hace, pues, partiendo de la
anunciación. Más que las analogías y los contrastes, cuyos detalles constituyen lo
interesante del tema, es importante destacar el designio escondido de Dios, que hace pasar
la solución a través del mismo camino por el que la desobediencia había tenido su origen;
puesto que la oposición Eva-María está completada con la de la serpiente y el ángel
Gabriel, los dos explícitamente mencionados.
b) ·Ireneo-san. En Ireneo (+ 202) el tema encontrará no sólo más relieve y explicitación,
sino incluso un estatuto teológico. El cotejo Eva-María no es en este autor un simple
paralelo, sino la consecuencia casi necesaria de una idea esencial: el plan salvífico de Dios
no es una simple reparación de la obra primera. Es un volver a comenzar desde el origen,
una regeneración a través de la cabeza, una recapitulación en Cristo. En esta renovación
radical cada uno de los elementos corrompidos en el momento de la caída es renovado
radicalmente... La recapitulatio (tema paulino) se convierte en recirculatio. Es un tema
nuevo, que se puede resumir así: el mal contraído desde el comienzo es resuelto con un
circuito contrario: Cristo recuerda a Adán; la cruz, al árbol de la caída. En esta visión,
María, que recuerda a Eva, ocupa un puesto de primer plano. Según Ireneo, su puesto es
necesario dentro de la lógica del designio divino, y por esto el paralelismo Eva-María
comienza con un consequenter tan audaz, tan desconcertante, que es evitado por los
traductores: "En estrecha conexión, traduce Sagnard. No, no es una simple conexión lo que
se expresa, sino una consecuencia que reviste, en la teología de la historia y en la
antropología de Ireneo, una especie de necesidad: la de la reanudación o recapitulación de
todas las cosas en Cristo. "En consecuencia (...), se encuentra María, virgen obediente (...),
Eva, todavía virgen, se hizo desobediente y llegó a ser, para sí misma y para todo el género
humano, causa de muerte. María, virgen obediente, se convierte para sí misma y para todo
el género humano en causa de salvación (...). De María a Eva se reimplanta el mismo
circuito (recirculatio)... Porque no hay otro modo de desatar lo que ha sido atado sino
retomando en sentido contrario los cabos de la ligadura (...). Por esto Lucas, que comienza
su genealogía por el Señor, se remonta hasta Adán, manifestando así que (el verdadero
movimiento de) la generación va no desde sus antepasados hacia él, sino de él hacia ellos,
según la generación, en el evangelio de la vida. De este modo la desobediencia de Eva ha
sido rescatada por la obediencia de María, ya que lo que la virgen Eva ligó con la
incredulidad, María lo desligó con la fe".
El texto se desarrolla como una concatenación de consecuencias. Por eso la
recapitulación de Cristo retrocede en el tiempo e invierte la genealogía para sanarla desde
sus orígenes, y así la desobediencia de Eva (mencionada dos veces) es rescatada por la
obediencia de María. Así lo que había sido ligado por la incredulidad ha sido desatado por
la fe, según el principio de la recirculación, que expresa el funcionamiento dinámico de la
recapitulación. Eso tiene como consecuencia que María sea llamada "causa de salvación
para todo el género humano", así como Eva había sido causa de muerte. Se encuentra en
otra parte un simple eco de este desarrollo: "Así como el género humano ha sido ligado
(adstrictum) a la muerte por una virgen, así ha sido salvado por una Virgen" (otra expresión
del tema: causa de salvación). Según la lógica de la recirculación, María es llamada por
Ireneo "la abogada de Eva"; y este título vuelve a aparecer en el Epideixis, que ha llegado
a nosotros en lengua armenia: "Por causa de una virgen desobediente el hombre fue
tentado, cayó y murió; igualmente por la Virgen, que obedeció a la palabra de Dios, el
hombre (...) ha encontrado la vida (...). Era justo y necesario que Adán fuese reconstituido
en Cristo a fin de que el mortal fuese absorbido y engullido por la inmortalidad, y que Eva
fuese reconstituida en María, para que una Virgen, convertida en abogada de una virgen,
cancelase y anulase la desobediencia de una virgen con su obediencia de Virgen". La
fuerza del paralelismo Eva-María que utiliza san Ireneo no será superada jamás. Lo que es
preciso entender bien para comprender esta evolución es que no se trata de una simple
analogía o cotejo entre dos figuras, abusando de las analogías o contrastes entre las
mismas. Los dos temas Eva-María están unidos por un tercero: el designio de Dios. Eva era
un esbozo antropológico de la mujer. María es la restauración y perfeccionamiento del
proyecto que había fallado.
El designio antropológico de Dios no se limita a Eva y a María. En la misma perspectiva
antropológica encontraremos otros paralelismos de Eva, sea con toda alma cristiana (como
ya en 2Cor 11,2-3), sea con la iglesia tomada en sentido colectivo, sea con diversas
mujeres particulares: María Magdalena, la mujer de Job, etc. Es importante subrayar que el
tema de Eva no es mariológico. María tiene su puesto en un conjunto más amplio, fuera del
cual su significado quedaría alterado. Paradójicamente, la fórmula nueva Eva no fue creada
para María, sino para la mujer de Job, que instigaba a su marido al pecado: "Nueva Eva,
pero él no fue un nuevo Adán". Y la Magdalena recuerda a Eva, pero en sentido positivo,
como María.
En esta misma perspectiva, los dos principales paralelismos: Eva-María, Eva-iglesia, se
desarrollan en lineas diferentes. Según los padres que desarrollan estos temas María
recuerda el papel de Eva en el momento de la caída, pone remedio a la desobediencia de
aquélla con su propia obediencia, la iglesia recuerda el papel de Eva antes y después de la
caída; como esposa de Adán, su ayuda (Gén 2,18) y, con él, madre de los vivientes (Gén
3,20). Lenta y progresivamente se reconocerán en María todos los aspectos del papel de
Eva, algunos de los cuales se habían reservado a la iglesia.
c) Otros autores. Desde el año 377, Epifanio ve en María a la "madre de los vivientes",
según la fórmula de Gén 3,20. Será en la segunda mitad del s. XIII cuando se ponga en
evidencia el último trazo del paralelismo: María como ayuda semejante para el nuevo Adán,
según la fórmula de Gén 2,18. Hermann de Tournai (t 1137) había ya atribuido a María el
ser "adjutorium simile sibi" de Gén 2,18 ", pero parece interpretarlo más como "ayuda del
Padre" que como "ayuda de Cristo". El pseudo-Alberto es el primero que atribuye a María el
tema de "ayuda de Cristo". Este último desarrollo sufrió un retraso por dos razones: 1) la
extracción de Eva del costado de Adán era considerada como un atributo específico de la
iglesia, nacida en el Calvario del costado de Cristo; 2) san Ambrosio había establecido una
barrera impresionante en tres textos donde establece el principio: "Jesús no tenía
necesidad de ayuda para la redención de todo el género humano" . Entre los griegos hay
que esperar a Cabasilas (+ 1396) para encontrar la atribución a María de Gén 2,18: "Eva
fue una ayuda (boethós, Gén 2,18) para Adán. Solamente María ayudó a Dios en la
manifestación de su bondad".
Olvidado en los últimos siglos, el tema de María como nueva Eva fue repuesto
honrosamente por el cardenal Billot5, y antes incluso por J. H. Newman.
A su vez, el Vat II vuelve sobre el tema del paralelismo Eva-María: "Con razón, pues,
piensan los santos padres que María no fue un instrumento puramente pasivo en las manos
de Dios, sino que cooperó a la salvación de los hombres con fe y obediencia libres. Como
dice san Ireneo, obedeciendo, se convirtió en causa de salvación para sí misma y para
todo el género humano. Por eso no pocos padres antiguos afirman gustosamente con él en
su predicación que el nudo de la desobediencia de Eva fue desatado por la obediencia de
María; que lo atado por la virgen Eva con su incredulidad fue desatado por la virgen María
mediante su fe; y comparándola con Eva, llaman a María madre de los vivientes, afirmando
aún con mayor frecuencia que la muerte vino por Eva, la vida por María" (LG 56).
3. CONSIDERACIONES CONCLUSIVAS. El tema Eva-María, olvidado en el tiempo de la
contrarreforma por la mariología de los privilegios, ha sido con todo derecho rescatado por
razones dignas de interés. Este tema, en efecto, pertenece a una simbología que fue
demasiado olvidada por un racionalismo teológico sea escolástico, sea reductivo en la línea
de la desmitologización. Pero es un tema que pertenece a la historia de la salvación, y que
ha sido dejado a un lado por concepciones demasiado abstractas y reductoras. María en
esta historia, y en la nueva creación anunciada por los profetas, tiene un puesto sin igual,
que el paralelismo con Eva ayuda a poner en claro. Pertenece además, a una antropología
en la que la mujer tiene su puesto, y que atestigua que Dios creó al hombre macho y
hembra (Gén 1,27); evidencia muy a menudo olvidada por una teología machista abstracta
(todavía más fuerte en las lenguas que no disponen del equivalente latino homo, sino sólo
de vir, como es el caso del inglés con man y woman). Igualmente no sería fiel a la tradición
si pusiéramos solamente a María en contraste con Eva, y a las otras mujeres en
paralelismo. Los santos padres han desarrollado un cotejo positivo para las santas mujeres
y para toda alma cristiana. Y es importante no rebajar este tema a un simple parangón más
o menos sutil. Una vía para comprender el plan de Dios es la historia de la salvación, donde
María es un nuevo punto de partida: nueva Eva, madre del nuevo Adán según el Espíritu
para que nazca según la carne. Si el feminismo está indignado con la narración del Génesis
donde la mujer es sacada del hombre, el nuevo Adán invierte esta tesis naciendo de la
mujer sin cooperación viril, pero a través de la obra trascendental de Dios.
(·Laurentin-R)
II. Desarrollo teológico de la nueva Eva: la corredentora
M/CORREDENTORA: Los contenidos doctrinales sobreentendidos en el antiguo
paralelismo patrístico Eva-María y en el calificativo de nueva-Eva han confluido y se han
remansado en el tema reciente de la corredención (tema expresado por aparecer María al
lado de Cristo redentor, profundizado y formulado sistemáticamente por la reflexión
teológica; indicado por los últimos pontífices e introducido en los textos litúrgicos); y quedan
significados en el título específico de corredentora, atribuido a María. El título de
corredentora aparece en el s. xv, derivado del más antiguo título de redentora, pero
entendido en el sentido de madre del Redentor en cuanto tal. Comienza a usarse
comúnmente entre los teólogos católicos sólo en el s. XIX, y entre la primera y segunda
guerra mundial del s. xx, como consecuencia del desarrollo de las cuestiones acerca de la
mediación. En este marco se formula y profundiza una doctrina teológica sistemática para
esclarecer su naturaleza y significado. Contemporáneamente a esta reciente
sistematización teológica también el magisterio de los papas se ha ocupado, de varios
modos y con intención de precisar su contenido, de la cuestión específica de la
cooperación de María a la redención, no desdeñando utilizar a su vez, también, el título de
corredentora. También el Vat II, en el c. Vlll de la Lumen gentium, afrontó y desarrolló la
cuestión; pero por razones de carácter pastoral y ecuménico evitó utilizar el título de
corredentora y hablar de corredención.
1. LA DOCTRINA TEOLÓGICA DEL TiTULO. Es obvio, en la teología católica, que el
título corredentora y el término corredención son correlativos y toman significado del título
de redentor dado a Cristo y del término redención dado a su obra para rescatar al género
humano. Por redención, en general, se entiende el acto con el cual una persona o una cosa
antes poseída y después perdida, viene de nuevo rescatada, o vuelta a comprar, mediante
un precio adecuado. Aplicado el término específicamente a la obra de Cristo para rescatar
al género humano la redención significa el precio adecuado pagado por Cristo, Hijo de Dios
y cabeza de los hombres, especialmente con su supremo sacrificio de la cruz en favor de
los hombres. Con él rescata a los seres humanos, que pecando habían perdido la gracia en
la que fueron creados, o sea, la amistad con Dios y la filiación divina adoptiva con derecho
a la vida eterna. En esta concepción teológica el elemento formal de la redención está
constituido por el pago del precio del rescate, esto es, la pasión y muerte de Cristo, que son
de valor infinito, y por tanto capaces de redimir al hombre del pecado. Correlativamente a
este concepto cristológico, los teólogos han atribuido a María el titulo de corredentora, para
significar la cooperación de María, con sus méritos y satisfacciones, particularmente en el
Calvario, al precio de la redención. En general, la teología católica sostiene que la
cooperación de María a la redención es una verdadera cooperación formal, sea por haber
consentido libremente a la encarnación redentora, engendrando y nutriendo al sacerdote y
victima del sacrificio redentor, sea porque durante su vida unió su fe, obediencia y caridad,
y sus dolores, especialmente al pie de la cruz, a los de su divino Hijo, anhelando unirse a él
para la redención de los hombres. Esta unanimidad de interpretación se pierde sin
embargo, cuando se llega a determinar si la cooperación de María a la redención puede
calificarse de inmediata (próxima) o sólo mediata (remota). Estas diversas interpretaciones
las clasifica Roschini en tres principales hipótesis teológicas que resumimos aquí
brevemente:
a) La cooperación inmediata. Esta primera hipótesis, que agrupa en torno a ella el
mayor consentimiento entre los teólogos, sostiene que la cooperación de María a la
redención debe interpretarse como inmediata, en el sentido de que Dios dispuso que la
redención a los hombres viniese, además de por los méritos y satisfacción de Jesucristo,
también por los de María. Sin embargo, mientras que Cristo es el único redentor, en cuanto
que es el principal independiente, autosuficiente y necesario, María es corredentora en
cuanto secundaria, dependiente de Cristo, insuficiente por sí misma y sólo hipotéticamente
necesaria. Los méritos de María, por tanto, han tenido un verdadero valor corredentivo para
la redención de los hombres en sí misma, es decir, para la llamada redención objetiva.
Constituyen para ella un elemento esencial, tanto que sin ellos no se tendría la redención
tal como Dios la decretó en su designio eterno. En el pensamiento de estos teólogos, este
tipo de corredención no perjudica de ninguna manera la unicidad del Redentor proclamada
por san Pablo, porque ella seria análoga a la cooperación de cada uno de nosotros a la
propia redención subjetiva, es decir, a la gracia divina que nos viene aplicada. Igualmente,
el hecho de que María haya sido redimida no prejuzga su misión de corredentora. María no
habría cooperado a su redención, sino sólo a la de los otros hombres. Siendo único el
sacrificio de Cristo, es doble, sin embargo, la oferta hecha por él: primero (en orden lógico y
no cronológico), para la redención preservativa de su madre; y después, con la cooblación
de María, para la redención liberadora de todos los hombres. Esta doble intención está
implícita en el concepto de redención preservativa de la Virgen y en el de redención
liberadora de los otros hombres. El fin por el que el Redentor primeramente redimió a María
(esto es, el fin de la inmaculada concepción) sería precisamente, además de la maternidad
divina, el de hacerla capaz de cooperar con él, de modo inmediato, a la redención de los
hombres.
b) La cooperación mediata. Esta segunda hipótesis teológica, expresada por un
pequeño grupo, propone la cooperación de María a la redención como mediata, remota,
más bien previa a la redención misma, en cuanto que expresa la libre aceptación de María
a ser la madre del Redentor, el cual sobre la cruz en solitario, cumple la redención de los
hombres. La unión de los dolores de María a los del Redentor al pie de la cruz expresaría
su cooperación a la redención subjetiva más bien que su cooperación a una redención
objetiva, porque ella misma ha sido redimida en vista de esta misma redención operada por
Cristo. Según este parecer, solamente los méritos de Cristo nos han obtenido la redención;
los méritos de María le confieren un derecho a la aplicación de los frutos de la redención,
es decir, a dispensar la gracia obtenido por Cristo solo.
c) La cooperación inmediata pasiva. Esta tercera hipótesis, presentada principalmente
por la escuela alemana, quiere ser un intento de aproximar las dos precedentes. Propone la
cooperación de María a la redención objetiva como inmediata según la primera hipótesis,
pero a continuación distingue dos modos de ejercer esta cooperación: la manera activa y la
manera pasiva. La de María sería sólo una cooperación pasiva a la acción activa meritoria
que es sólo de Cristo. María, como miembro elegido de la humanidad y primer miembro de
la iglesia, habría cooperado en el Calvario inmediata, pero pasivamente, al cumplimiento de
la redención, en cuanto que habría aceptado o recibido la primera, como comienzo de la
iglesia, los frutos de la redención y los habría hecho transmisibles a toda la iglesia. Esta
hipótesis subraya en la mariología la novedad que ve el misterio de María unido al de la
iglesia y coloca estas dos realidades unidas entre sí dentro del más amplio tema de la
historia entera de la salvación. Este intento de enmarcar eclesiológicamente el misterio de
María arranca de Scheeben y alcanzó en los años precedentes al Vat II resonancia y
desarrollo por obra de otros numerosos teólogos alemanes.
d) La cooperación mariana en la teología protestante. Llegados a este punto es
oportuno conocer también algo de la doctrina de los hermanos separados para tener un
cuadro completo de la actual reflexión teológica en el mundo cristiano occidental, y un
elemento importante con el que leer críticamente la doctrina propuesta por el Vat II sobre tal
cuestión. En el campo de los hermanos separados, tanto en el pasado como al presente,
Cristo es el único Redentor en absoluto de todo el género humano, bien porque es el único
que puede redimir, bien porque ninguna creatura está en grado de prestar ninguna forma
de cooperación formal a la redención, sino sólo de recibirla. A este respecto, María no se
diferencia de ningún otro miembro de la humanidad y de la iglesia necesitado de salvación.
Ella ha expresado sólo una cooperación material a Cristo redentor, en cuanto que ha sido a
modo de un canal físico por donde ha pasado el Redentor para llegar hasta nosotros y
operar en la naturaleza humana la salvación. Dar a María el titulo de corredentora o hablar
de una cooperación suya a la obra de Cristo, para los hermanos separados no sólo
significa anular la eficacia de la redención operada por el Señor, sino que comporta también
ir en contra de la sagrada Escritura y ofender la fe. Por eso ellos aborrecen el titulo de
corredentora en cualquier significado o acepción que quiera darle la teología católica.
2. LA DOCTRINA DEL VAT II. El concilio Vat II ha sintetizado en el c. Vlll de la Lumen
gentium todo el misterio de la persona y de la misión de María. La perspectiva nueva desde
la cual ha sido expuesta la doctrina mariana está constituida por la historia de la salvación,
es decir, por el único misterio de Cristo, salvador y redentor de su iglesia, sacramento de
salvación. Esta dimensión teológica le permitió al Vat II dar un particular relieve también a la
cooperación prestada por María a la obra redentora de Cristo. Además los criterios
interpretativos utilizados para profundizar en la incidencia de María en la historia de la
salvación -como son el bíblico, pastoral, ecuménico y antropológico- le permitieron al
concilio elaborar una doctrina sobre la cooperación de María más critica, serena y segura,
no sólo para los católicos, sino también para todo el mundo cristiano.
a) Algunas notas previas. Ante todo, para el Vat II la cooperación de María a la
redención no es un hecho casual o contingente, sino previsto y predestinado desde la
eternidad en el plan salvífico de Dios. El c. VlIl de la LG, refiriéndose a la impostación
doctrinal del prólogo de la bula Ineffabilis Deus (DS 2800), ya citado también en la
Munificentissimus Deus, donde María es presentada estrechamente unida a Cristo y a su
misión desde el único e idéntico proyecto eterno de Dios subraya: "La santísima Virgen,
predestinada desde toda la eternidad como Madre de Dios juntamente con la encarnación
del Verbo, por disposición de la divina Providencia fue en la tierra la madre excelsa dei
divino Redentor, compañera singularmente generosa entre todas las criaturas y humilde
esclava del Señor" (LG 61). Así pues, por disposición de la divina Providencia, María, en la
historia, ha sido la madre del Redentor y su socia del todo excepcional.
La intención general del Vat II es además dar una doctrina cierta, profundizada
críticamente, válida para la fe de toda la iglesia, capaz de renovar la verdadera devoción
hacia la virgen María. No intenta, pues, proponer un tratado de mariología, ni dirimir
cuestiones teológicas todavía debatidas, por lo cual deja plena libertad de opinión acerca
de las cuestiones controvertidas entre los teólogos (LG 54). Por esto el c. VIII se limita a
exponer la doctrina ilustrada por el magisterio ordinario de los pontífices, que por lo tanto es
aceptada universalmente por todo el mundo católico como un dato de la fe común. Aunque
no respalda ninguna opinión teológica particular, pero tampoco la rechaza, el Vat II precisa,
sin embargo, algunos elementos fundamentales que deben valer como elementos críticos
para la futura reflexión teológica.
Otra nota previa está constituida por los principios de metodología teológica enunciados
por el c. VIII para que pueda ser entendida en toda la dimensión de su valor la figura de la
mujer que ha sido la madre del Redentor en cuanto tal. La incidencia de esta mujer en la
historia de la salvación se pone de relieve por la lectura sucesiva y conjunta de los libros
del AT y del NT y de los de la venerable tradición tal como son leídos en la iglesia. Esos
libros ponen de manifiesto y nos proponen cada vez más explícitamente, además de la
venida y la obra de Cristo redentor, también la figura y la obra de su madre y socia (LG 55).
Coherente con estos principios, el c. VIII elabora la doctrina sobre la cooperación de María
a la redención de Cristo, releyendo toda la sagrada Escritura y la más antigua tradición
patrística y conservando las precedentes interpretaciones dadas por el magisterio de la
iglesia. Y mientras los teólogos se habían detenido principalmente en el momento de la
anunciación y de la muerte de Cristo en la cruz, el c. VlIl lee toda la vida y obra de Cristo y
la unión de María con él para ilustrar la cooperación de la Virgen a la redención.
Una última nota nos parece necesario adelantar aquí antes de pasar a los contenidos
doctrinales del Vat II sobre nuestra cuestión. Es que en el c. VlIl no se encuentra el titulo de
corredentora, como no se encuentra tampoco el de corredención, ampliamente utilizados
por los manuales de mariología, indicados, como hemos visto, también por Pío Xl y usados
en el lenguaje litúrgico. En lugar de corredentora, el c. VlIl prefiere hablar de generosa
colaboradora del Redentor, ya propuesto por la Munificentissimus Deus, y en lugar de
corredención prefiere hablar de cooperación a la redención. Esta preferencia no se debe a
superficialidad o incertidumbre. Adrede ha preferido el concilio esta terminología, y ello bien
porque ha querido permanecer fiel a su intento de no interferir en cuestiones teológicas
todavía en discusión, bien para realizar sus criterios bíblicos, pastorales y ecuménicos. El
titulo corredentora y el término corredención, en efecto además de no ser bíblicos, podrían
engendrar equívocos interpretativos, sea en el pueblo de Dios, no familiarizado con
sutilezas teológicas, sea entre los hermanos separados particularmente hostiles a tal
terminología. Mejor, pues, expresar la doctrina común con otros términos.
b) Contenidos doctrinales. Las aserciones fundamentales del concilio sobre la
cooperación de María a la redención operada por Cristo, y sobre su valor doctrinal, pueden
reducirse a tres: 1) María ha cooperado de un modo del todo especial a la obra del
Salvador: "... por eso es nuestra madre en el orden de la gracia" (LG 61). 2) "María no fue
un instrumento meramente pasivo en las manos de Dios, sino que... cooperó a la salvación
del hombre con fe y obediencia libres" (LG 56)76. 3) María "es verdadera madre de los
miembros (de Cristo)... por haber cooperado con su amor a que naciesen en la iglesia los
fieles que son miembros de aquella cabeza" (LG 53). Esta triple aserción presenta, además
del hecho de la cooperación mariana a la obra redentora de Cristo, algunos elementos
formales que la constituyen, como la fe, la obediencia, la caridad, e indica ya, en cierto
modo, el contenido doctrinal de los dos títulos que el Vat II da a María: madre del Salvador y
colaboradora del Redentor. De toda la doctrina del c. VlIl se desprende explícitamente que
la relación entre Jesucristo y la virgen María, durante su vida terrena, no puede quedar
reducida al solo lazo del parentesco que se da entre una madre y su hijo. María es también
una persona humana, dotada de libertad y autonomía; una mujer esclava del Señor, que se
eleva entre los humildes y los pobres del Señor, que se pone a su servicio, el primero y más
calificado miembro de la iglesia de la nueva alianza, que con ella tiene su comienzo
histórico (LG 53.55.56.61. 63.65). Y de aquí se sigue que también bajo este aspecto
especifico está considerada la relación entre Cristo, salvador y redentor, y María, primer
miembro eminente de una humanidad nueva y de una iglesia nueva, y por tanto
colaboradora suya en la obra de la redención. Sin embargo, también ella ha tenido
necesidad como persona histórica, de ser redimida del pecado original, igual que todas las
personas que nacen de la generación de Adán. Más aún, es ella la primera persona que ha
sido rescatada de una forma del todo singular: la de ser preservada del pecado en vista de
los méritos de Cristo (LG 53.59), a fin de que, una vez preservada del pecado, ella pudiese
cumplir no sólo su misión de madre de Dios, sino también el papel de colaboradora
generosa de Cristo redentor. Durante toda la obra redentora de Cristo, desde la
anunciación hasta la ascensión al cielo, ella se consagró total y libremente a él, sirviendo
con él y en dependencia de él con la gracia de Dios omnipotente al misterio de la redención
(LG 56).
A diferencia de la reflexión teológica preconciliar, que veía la cooperación de la virgen
María a la redención preferentemente al pie de la cruz, en el momento de la muerte de
Cristo como hecho esencial de la redención humana, el Vat II indica toda la vida y obra del
Redentor como duración de la cooperación y de la unión de María a Cristo para la
redención de los hombres (LG 56-59.61). No ha dejado, sin embargo de subrayar
debidamente el valor de la presencia de María al pie de la cruz, a la luz no tanto de la
especulación teológica como de la doctrina ya precedentemente anunciada por Pío XII.
Para el c. VIII de la LG, María está presente en la muerte de Cristo, sufrió profundamente
con el Hijo, se asoció con ánimo materno a sus dolores, consintiendo con amor en la
inmolación de la victima por ella engendrada, porque así ha sido querido en los designios
divinos (LG 58). Con todo, la cooperación de María no añade ni quita nada al valor y a la
eficacia de la obra de Cristo, único Redentor. Ella es el primer fruto de la eficacia de la
redención operada por Cristo, y se encuentra entre las cooperaciones humanas a la
salvación suscitadas por el divino Redentor. Su actitud de amor y de servicio, su libre
consentimiento a la obra de Cristo, dan a su misión un valor de eminencia entre todas las
otras cooperaciones humanas previstas y queridas por Dios en el plan de la redención (LG
60.62). En este sentido ha de entenderse el titulo de generosa colaboradora del Redentor,
y por esto podemos también mantener el titulo de nueva Eva, en cuanto que se sitúa en un
espíritu de servicio y de consagración al lado del nuevo Adán para rescatar a los hombres
del pecado.
c) Elementos formales. Aunque presenta como don y gracia de Dios la misión de María
al lado del Redentor, el c. VlIl de la LG ha subrayado los elementos psicológicos y
espirituales con los que ella vivió su misión. Son los elementos que hacen de la
cooperación de María una aportación verdaderamente formal a la obra de Cristo y que se
resumen todos en la calificación de sierva del Señor: la fe y la obediencia, el amor y el
sufrimiento, la consagración y el servicio al plan de Dios. El apelativo "sierva del Señor"
conserva, para el concilio, el contenido psicológico y espiritual característico de los "siervos
de Yavé" del AT. María, aunque llamada y santificada gratuitamente por Dios, no
permaneció como persona puramente pasiva en las manos de Dios. Ella expresó su
consentimiento libre y conscientemente a todo el proyecto divino. Se empeñó
responsablemente en un servicio, gozoso y doloroso al mismo tiempo, a la persona y la
obra de su Hijo, consagrándose totalmente con él y bajo él al servicio del misterio de la
salvación y de la redención. Éstas pueden considerarse las características psicológicas
expresadas en su cooperación exquisitamente humana.
Pero más allá de las mismas, la colaboradora y madre del Redentor vivió su misión de
servicio con fe y obediencia, amor y sufrimiento, virtudes éstas que constituyen el elemento
espiritual de su aportación. De hecho, María caminó y avanzó en la fe y en la obediencia
diariamente, de una forma real, como todos los hombres, desde el primer momento de su
conciencia humana madura hasta el día de su asunción al cielo. Durante todo el tiempo de
su misión en la tierra expresó la caridad hacia Dios y hacia los hombres, que la llevó a
concebir al Redentor antes en el corazón que en su cuerpo, y vivió, después de un primer
momento de gozo mesiánico, todo el dolor padecido por su Hijo, en sintonía con él, hasta el
momento de la cruz. Todas estas características, psicológicas y espirituales, constituyen el
elemento verdaderamente formal de la madre y colaboradora del Redentor, e indican todo
el alcance, moral y religioso, de su cooperación humana, verdaderamente eminente, a la
obra de la redención de los hombres efectuada por el Hijo de Dios e Hijo suyo.
3. CONCLUSIÓN. Desde los datos bíblicos y desde el primitivo paralelismo Eva-María
de los padres hasta el desarrollo doctrinal de la nueva Eva, la reflexión teológica del último
medio siglo y la aportación magisterial de los últimos pontífices han permitido a la fe católica
profundizar y esclarecer cada vez más la doctrina sobre la cooperación activa y formal de
María a la obra redentora realizada por Cristo durante su vida histórica. El Vat II ha llevado
a término y fijado lo que de seguro y universal se puede decir y sentir acerca de la misión
histórica de la colaboradora generosa del Redentor, del valor de su aportación y de los
elementos formales que la caracterizan. El relieve dado al elemento antropológico
expresado por María, la interpretación crítica y exegética dada a los textos bíblicos
marianos y a los patrísticos y magisteriales, el tacto ecuménico con el que ha sido tratada
toda la cuestión mariana, ha hecho que el c. VlIl de la LG enunciase una doctrina clara,
segura y profunda sobre la cooperación humana expresada por la colaboradora del
Redentor para el rescate de los hombres. Es claro que la finalidad del Vat II no ha sido tanto
de carácter dogmático como de carácter pastoral. Esto quiere decir que su doctrina debe
ser entendida como un incentivo para que la iglesia mire a María no como un ser particular,
lejano de todos los restantes seres humanos, sino como su modelo especifico. Si, de
hecho, María ha sido llamada a colaborar con Cristo para la adquisición de la gracia, la
iglesia está llamada a perpetuar esta cooperación para la aplicación de los frutos de la
redención a todos los hombres. Debe, pues, mirar a María como a su modelo operativo.
(·MEO-S. _DICC-DE-MARIOLOGIA. Págs. 1474-1485)
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M/EVA:
Se entregó por completo a la voluntad del Padre: es pura receptividad frente a Dios. En
Ella ocurrirá lo que Dios disponga. Por su entrega sin reservas y por su abandono a la
voluntad divina es apta para recibir en su seno a la misma infinitud. Su "sí" no fue
pronunciado para Ella misma o para su provecho, sino en nombre de todo el universo
necesitado de redención. Por haberse puesto a disposición de Dios, crea el ámbito
adecuado para que Dios pueda entrar sin violentar a la criatura, a la que no quiere nunca
imponer su gracia. Con su apertura abre las puertas del mundo a Dios. No hay que olvidar
que su obediencia y su fe han sido despertadas y fundadas por Dios. María se convierte
así en la segunda Eva. En los Santos Padres se encuentra a menudo este pensamiento de
que, así como por la primera Eva nos vino la desgracia, por la segunda -que es María- nos
llegó la salud.
·Justino-SAN (Diálogo con el Judío Trifón, cap. 100, sec. 1) dice: "Cristo es el Hijo de
Dios..., que nació de la Virgen como hombre, a fin de que por el mismo camino que tuvo
principio la desobediencia de la serpiente, por ése también fuera destruida. Porque Eva,
cuando aún era virgen e incorrupta, habiendo concebido la palabra que le dijo la serpiente,
dio a luz la desobediencia y la muerte; más la Virgen María concibió fe y alegría cuando el
ángel Gabriel le dio la buena noticia de que el Espíritu Santo vendría sobre ella y la fuerza
del Altísimo la sombrearía." San ·CIRILO-JERUSALEN-S de Jerusalén (Catequesis, 12,
cap. 13): "Ya que por una virgen, Eva, nos vino la muerte, debía venirnos la vida de una
Virgen." ·Ireneo-SAN (Contra Haer. lib. 5, cap. 19) añade: "Que el Señor iba a aparecerse
y que iba a llevar a Dios la propia creación que la había sido llevada y que iba a reparar la
desobediencia del árbol con la obediencia en la cruz y a vencer la tentación en la que tan
desgraciadamente había caído la virgen Eva... Esto es lo que fue anunciado por el ángel a
la Virgen María. Como aquélla había sido tentada por las palabras de un ángel a rebelarse
contra Dios y desobedecer sus palabras, así oyó ésta de boca del ángel que había de
concebir al mismo Dios por haber sido obediente a sus palabras. Aquélla desobedeció a
Dios y ésta le siguió voluntariamente, para que la Virgen María fuera abogada de la virgen
Eva. Y así como el género humano fue prisionero de la muerte por culpa de una virgen, así
después sería salvado por una Virgen." Y en la Demostración del mensaje apostólico (lib. 1,
sección 3, 33): "Y así como el hombre cayó por la desobediencia de una virgen, fracasó y
murió, también por una virgen, que oyó la palabra divina, fue bendecido con la Vida. Pues
el Señor vino a buscar la oveja perdida y perdido estaba el hombre. No tomó una nueva
naturaleza ni fue una nueva criatura, sino que conservó la pertenencia al género de Adán.
Pues era necesario que en la reaparición de Adán en Cristo se mezclaran lo mortal e
inmortal y fueran incorporados a él y Eva por María para que la Virgen fuera intercesora de
la virgen y la desobediencia de una virgen fuera vencida y compensada por la obediencia
de la Virgen."
(·SCHMAUS-3.Pág. 446)
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