El noviazgo |
Autor: P. Jorge Loring |
Los novios deben
tratarse íntimamente.
Pero en este trato íntimo y con confianza no han de permitirse ciertas
«confianzas» ni «intimidades».
Es más, deben ser muy discretos en permitirse ciertas manifestaciones
amorosas, si no quieren manchar sus relaciones de pecados. No puedes
permitirle a tu cariño muchas cosas que él te pide con fuerza.
Es necesario que aprendas a llevar tu noviazgo con la austeridad que exige el
Evangelio.
Es muy importante que te propongas firmemente llevar tu noviazgo en gracia de
Dios.
Eso será atesorar bendiciones del cielo para el matrimonio.
En cambio, si siembras de pecados el camino del matrimonio, ¿puedes esperar con
confianza que Dios os bendiga después?
«En los muchísimos casos de matrimonios desgraciados, con graves problemas, he
tenido la curiosidad de preguntar cómo les fue en el noviazgo. Hasta ahora ni un
solo caso ha desmentido esta ley inexorable: fueron noviazgos con grandes
descuidos morales y con enormes lagunas en su preparación».(49)
Que tus relaciones sean cariñosas, pero castas.
Que tus manifestaciones de cariño sean limpias.
Todas las condescendencias que tengáis en el noviazgo con la pasión impura, han
de redundar, tarde o temprano, en perjuicio de vuestra verdadera y perdurable
felicidad.
Cuando unos novios viven un amor sucio, después les amarga.
En cambio, unos novios que han luchado por vencerse y mantener unas relaciones
puras, tienen una ilusión, una felicidad y un amor muchísimo mayores. La
experiencia de la vida confirma esto continuamente.
«Todos los esfuerzos que hayan realizado -solos o en común- para respetar las
exigencias de la castidad antes del matrimonio, les ayudarán poderosamente a
respetar más tarde todas las exigencias de la castidad en el matrimonio. Se
cosecha lo que se sembró. Todo esfuerzo en este punto tendrá un día su
recompensa».(50)
«He visto a menudo novios que estaban muy a gusto el uno junto al otro, se
abrazaban largamente y a cada instante..., y en el momento de su matrimonio
estaban ya cansados.
»Nosotros nos acariciamos de vez en cuando, y muchas veces nos cogemos
simplemente de la mano.
»Tal vez alguien nos crea tontos, pero yo creo que así somos más felices.
»Todo es fresco entre nosotros.
»Nada está enmohecido.
»Nuestra posibilidad de felicidad no está embotada, ni lo estará jamás...
»Estoy seguro que el respeto es el guardián de la felicidad de los esposos.
»Los hogares duran en proporción inversa a las concesiones pasionales que los
precedieron.
»Cualquier cosa que se usa sin medida y sin control acaba hartando»(51)
En el noviazgo todo se ve con luz alegre y radiante, y es necesario saber que el
Sol todos los días se pone tras las montañas.
La vida del matrimonio no es lo mismo que la del noviazgo, ni el noviazgo puede
ser lo mismo que el matrimonio.
Por eso debes tener mucha cautela en tus manifestaciones de amor.
Los novios todavía no son esposos.
Muchas cosas que entre esposos son perfectamente lícitas, entre novios son un
pecado o por lo menos un peligro de pecar.
Las manifestaciones de cariño deben evitar una excitación sexual.
La excitación tiende a la satisfacción completa.
Es muy difícil que los novios que no son prudentes en sus manifestaciones de
amor, permanezcan en el límite de las intimidades lícitas.
Una caricia lleva a otra mayor; y es preferible renunciar a la lícita antes que
arriesgarse a caer en la que es pecado.
Para que las caricias sean ciertamente inofensivas, conténtate con que sean
breves, delicadas y tan sólo «de los hombros para arriba, bajando sólo por el
brazo».
«Se debe amonestar lo más seriamente posible al cristiano acerca del peligro de
jugar con la sexualidad».(52)
Los novios, como todos los demás solteros, pecan gravemente si con sus mutuas
caricias se provocan voluntariamente un deleite carnal; o se ponen,
voluntariamente y sin necesidad, en peligro próximo de provocarlo. Y en las
excitaciones sexuales involuntarias, tienen obligación de resistirlas y no
consentir en ellas.
«Es evidente que antes del matrimonio no tendrían que darse ciertas
intimidades y confidencias sexuales (caricias íntimas, etc.), dado que por su
misma naturaleza conducen a la relación completa».(53)
El amor es insaciable; siempre pide más.
A veces, las barreras morales le cortan el camino, pero él quiere saltar por
encima de todo.
Por eso hace falta que la razón controle el amor para mantenerle en la línea de
la moralidad.
Los novios todavía no están casados.
Su amor les lleva al deseo de la entrega total, pero todavía no tienen ese
derecho.
Sería como dar la absolución sacramental el que todavía no ha sido ordenado de
sacerdote.
Dice el célebre moralista Häring: «Un novio no tiene más derecho al
cuerpo de su prometida que al que tendría al de cualquier otra mujer. El acto
sexual expresa por su misma naturaleza el vínculo irrevocable e indisoluble
entre la pareja».(54)
Dice el Nuevo Catecismo de la Iglesia Católica:
« Los novios están llamados a vivir la castidad en la continencia.
»En esta prueba han de ver un descubrimiento del mutuo respeto y un aprendizaje
de la fidelidad.
»Reservarán para el matrimonio las manifestaciones de ternura específicas del
amor conyugal.
»Deben ayudarse mutuamente a crecer en la castidad».(55)
Esto se consigue con la ayuda de Jesucristo.
Sin la gracia de Dios es imposible. De ahí la necesidad de una vida sacramental
durante el noviazgo.
Te recomiendo que estéis siempre en sitios bien visibles.
Nada de sitios solitarios y oscuros.
La oscuridad y la soledad son peligrosas.
Una de las mejores defensas morales para el comportamiento de los novios son
unos ojos ajenos que los estén mirando.
El comportamiento de los novios debe ser tal que en todo momento puedan ser
observados por sus padres.
«La castidad, aunque a veces es difícil y exigente, es no obstante posible en el
noviazgo; pero con ciertas condiciones.
»Quien quiera conservarla es preciso que pague su precio.
»Los que no tengan voluntad para hacer los esfuerzos que se necesitan, para
echar mano de las fuerzas sobrenaturales mediante la oración y los sacramentos,
que no se extrañen de su fracaso y de sus caídas.
»La experiencia, a Dios gracias, atestigua que muchos novios cristianos han
vivido y viven un noviazgo casto».(56)
Por otra parte, si ella fue para él una «mujer fácil» no será raro que, después
de casados, a él le atormenten los celos de que también lo pueda ser para otros.
Una mujer así no ofrece garantías de fidelidad matrimonial.
Desgraciado el hombre que se casa con una mujer lujuriosa. Tendrá dudas
horribles sobre si los hijos de su mujer son de él o son de otro hombre. Conozco
casos dramáticos.
Además, esas caídas en el pecado seguro que os dejan asqueados.
Os sentiríais mucho más felices si vuestro amor os uniera con Cristo en
la comunión, que no en la degradación del pecado.
Sé de novios que tuvieron una época de pasión desenfrenada, y que cuando luego
orientaron su vida por un camino de rectitud y pureza, me confesaron que este
segundo modo de amar les hacía mucho más felices.
Algunos chicos les dicen a las chicas que ellos prefieren a las que ya lo han
probado todo. Pero eso es un truco para lograr de ellas más fácilmente lo que
quieren sacar, y luego abandonarlas con la misma facilidad, de quien tira un
trapo viejo.
¡Es lógico!
Un chico sensato no se casa con una chica que el día de mañana puede salirle
«rana».
Si no ha respetado su pureza de soltera, ¿qué garantías tiene de que no
resultará adúltera después de casada?
Una vez le oí decir a un chico que a él le interesaban dos tipos de chicas: las
que sólo sirven para uso sexual, y las que son dignas de amor y matrimonio.
Pero, por desgracia, las segundas escasean.
Algunas chicas quieren retener a un chico haciendo concesiones ilícitas.
Pero cuando no hay amor, esto puede retrasar la ruptura, no la evita.
Y si ruptura ha de llegar, es mejor que ocurra antes de la boda.
A la mujer, ordinariamente, no le interesa el sexo si no va precedido del amor y
la ternura. El hombre es más impulsivo y pasional, y puede separar el sexo del
amor .
Que el chico tenga momentos en que pierda la cabeza y quiera lo que no debe, es
natural. Pero si ella no quieres, no pasará nada.
Y en estas ocasiones ella es mucho más serena.
Debes por lo tanto imponerte.
Y no creas que por eso vas a perderle. Aunque él se enfade, la cosa será
pasajera.
Si te quiere, volverá a ti.
Y si no vuelve, es que no te quería a ti, sino que quería usar de ti para saciar
sus apetitos.
Y quien te rebaja de esta manera, es indigno de ti.
Ése, más vale que se vaya.
Si te casaras con él, no serías la reina, sino la esclava. Y antes de ser
esclava, más vale quedarse libre.
El quedarse soltera no tiene por qué ser una desgracia; y un matrimonio
fracasado, sí lo es. Y de la peor especie.
La mujer soltera sólo es desgraciada cuando no sabe llenar su vida con un ideal
de servicio al prójimo, que la haga sentirse realizada. La que logra hacerlo
puede ser más feliz que una casada.
Oye, además, lo que severamente dice Jesucristo:
Si tu ojo, tu mano o tu pie, son causa de escándalo, es decir, de pecado,
arrójalos lejos de ti, porque más te vale entrar con, sólo un ojo, una mano o un
pie en el cielo que con los dos ojos, las dos manos o los dos pies, ser arrojada
al infierno. Aplícalo a tu caso actual de relaciones: Más vale entrar sin novio
en el reino de los cielos, que con novio, ser arrojada al infierno.
Sé una novia digna, limpia y pura.
No olvides, que tu novio, es únicamente un novio, que puede no llegar a ser tu
marido. Ámalo, sí con ilusión y cariño; pero sin mancharte.
Cuanto más cristiana y delicada seas en tus relaciones, más feliz serás el día
de tu boda, ¡más bella aparecerás ese día ante Dios y ante él...! No transijas.
¡Pura hasta el altar!
Defiende con entereza tu castidad, y haz de tus amores la más bella e
ilusionada historia que un día puedas ofrecerles a tus hijos, sin tener nada que
ocultarles, ni nada de qué avergonzarte.
Que tus hijas, al contarles tus amores, puedan decirte con orgullo y envidia:
«¡Qué hermoso es el amor así! ¡Nosotras también queremos ser unas novias tan
buenas y puras como tú...!»
¿Tendrás valor para decirles que sean puras, si tú no lo fuiste?
Piensa en tus futuros hijos. Ellos, no es fácil que sepan cómo se desarrollaron
las relaciones de sus padres, pero sí que te verán a ti, su madre, con tus
defectos y virtudes. Y éstas no se improvisan.
Si fuiste una novia intachable, serás sin duda alguna una madre ejemplar. Piensa
en el consuelo inmenso que tendrás, si algún día tu hijo te dice que su mayor
ilusión es encontrar una novia que sea como tú eres.
No olvides que el encanto de la mujer, le viene de ser pura, recatada cuando es
joven; y de ser madre cuando es mayor.
Las dos cosas se han reunido en María. Ella, Virgen y Madre. Ella, Inmaculada.
Legiones de jóvenes, puestos sus ojos en María, han conservado íntegro el tesoro
de su pureza.
Admirable y encantador el ejemplo de Santa María Goretti, que se deja
matar antes de perder la castidad.
Y gracias a Dios las «goretis» son muchas. Recuerda a Josefina Vilaseca y
otras muchas en España, menos conocidas pero no menos heroicas.