DIMENSIÓN RELIGIOSA DE LA EDUCACIÓN

INTRODUCCIÓN (Nº 1-6)

01.- El documento conciliar "Gravissimum educationis" (28 de octubre de 1965) permite subrayar como característica específica de la escuela católica la dimensión religiosa:

a) - en el ambiente educativo;
b) - en el desarrollo de la personalidad juvenil;
c) - en la coordinación entre cultura y Evangelio;
d) - de modo que todo sea iluminado por la fe. (Nº 1).

02.- El presente documento guarda relación con los dos anteriores: "La escuela católica" y "El laico católico, testigo de la fe en la escuela" (Nº 3).
El documento ofrece orientaciones de carácter general. De hecho, las situaciones históricas, ambientales y personales difieren de un lugar a otro y de una escuela a otra (Nº 5).

Está estructurado en 5 grandes partes que a continuación se presentan.

1ª Parte: LOS JÓVENES DE HOY ANTE LA DIMENSIÓN RELIGIOSA DE LA VIDA

1.- La juventud en un mundo que cambia (Nº 7-9).

03.- Los educadores, al igual que el Concilio Vaticano II, deben investigar cuál es la condición juvenil, teniendo en cuenta su propio ambiente (Nº 7).

04.- Muchas escuelas católicas se encuentran en zonas del mundo donde se están produciendo grandes cambios en la mentalidad de la gente y en los estilos de vida. Son grandes áreas urbanizadas e industrializadas donde los jóvenes sufren el impacto de los "mass-media" y escuchan todo género de opiniones (Nº 8).

05.- Los jóvenes reciben gran cantidad de informaciones y no parecen estar capacitados para ordenarlas y sintetizarlas. No suelen tener capacidad crítica para distinguir lo que es verdadero y bueno de lo que no lo es. "El perfil de lo verdadero, de lo bueno, de lo bello ha quedado tan difuso, que los jóvenes no saben qué dirección seguir".

A la escuela le toca investigar, en cada ambiente propio, el comportamiento religioso de los jóvenes para saber qué piensan, cómo viven, cómo reaccionan (Nº 9).

2.- La situación juvenil (Nº 10-23).

A pesar de la diversidad de situaciones ambientales, los jóvenes manifiestan características comunes que los educadores deben valorar:

a.- Muchos jóvenes viven con gran inestabilidad. Se encuentran en un mundo utilitarista y pragmático.

b.- Muchos viven en un ambiente pobre en relaciones y sufren de soledad y falta de afecto.

c.- Una gran masa de jóvenes mira con intranquilidad su propio porvenir. El temor y la inseguridad sobre el futuro implican, sobre todo, una tendencia fuerte a concentrarse en sí mismos.

d.- No pocos, al no saber dar un sentido a su vida, se refugian en el alcohol, la droga, el erotismo.

e.- "La volubilidad juvenil se acentúa con el paso del tiempo, a sus decisiones les falta firmeza; del "sí" de hoy pasan con suma facilidad al "no" del mañana".

f.- En algunas regiones se da el fenómeno del alejamiento de la fe. Hay un abandono gradual de la práctica religiosa. Este fenómeno habiéndose dado en los padres, pasa a las nuevas generaciones. El alejamiento toma, a menudo, aspecto de total indiferencia religiosa (Nº 10-16).

07.- Los educadores no deben limitarse a observar fenómenos, sino que deben buscar sus causas (Nº 17).

08.- Existen numerosos síntomas positivos y muy prometedores: Se encuentran jóvenes ejemplares. Causas: óptimo ambiente familiar ayudado por una comunidad eclesial y por la misma escuela. Hay jóvenes que buscando una religiosidad más consciente se preguntan por el sentido de la vida y encuentran en el Evangelio la respuesta a sus inquietudes (Nº 18).

09.-Hay jóvenes que a pesar de haber permanecido mucho tiempo en la escuela católica no tienen actitudes positivas frente a las principales experiencias de las prácticas cristianas, o adoptan alguna forma de rechazo. "Podríamos tener escuelas irreprochables en el aspecto didáctico, pero que son defectuosas en su testimonio y en la exposición clara de los auténticos valores" (Nº 19).

10.- Se debería conocer mejor la naturaleza de la demanda religiosa juvenil. En muchos jóvenes, la posición crítica frente al mundo, llega a ser demanda crítica ante la religión para saber si ella puede responder a los problemas de la humanidad. En muchos hay una exigencia de profundización en la fe, de vivir con coherencia y de compromiso responsable en la acción (Nº 20-21).

2ª Parte: DIMENSIÓN RELIGIOSA DEL AMBIENTE

1.- Concepto de ambiente educativo cristiano (Nº 24-26).

11.- El ambiente educativo es el "conjunto de elementos coexistentes y cooperantes capaces de ofrecer condiciones favorables al proceso formativo" (Nº 24).

12.- El ambiente de la escuela católica debe estar animado por el espíritu evangélico de caridad y libertad (cf GE, 8). El espíritu evangélico debe manifestarse en un estilo cristiano de pensamiento y de vida que impregne a todos los elementos del ambiente educativo (Nº 25).

13.- Los educadores cristianos, como personas y como comunidad, son los primeros responsables en crear el peculiar estilo cristiano (Nº 26).

2.- La escuela católica como ambiente físico (Nº 27-30).

14.- Es justo que los alumnos sientan la escuela como prolongación de su casa (Nº 27).

15.- La adecuada distribución del edificio contribuye a crear un ambiente agradable. Sin embargo, los alumnos en un ambiente materialmente modesto se encontrarán a gusto, si humana y espiritualmente es rico (Nº 28).

16.- El testimonio de sencillez y pobreza evangélica de la escuela católica no es contrario a la adecuada dotación de material didáctico. No es un lujo sino un deber basado en la finalidad didáctica de la escuela.
El cuidado del ambiente es un capítulo de la educación ecológica cada día más sentida y necesaria (Nº 29).

17.- Contribuye mucho a los fines de la educación el lugar de la capilla u oratorio en el conjunto de la construcción, no como cuerpo extraño, sino como lugar familiar e íntimo donde los jóvenes creyentes encuentran la presencia del Señor (Nº 30).

3.- La escuela católica como ambiente eclesial educador (Nº 31-41).

18.- El paso de la escuela-institución al de escuela-comunidad es un cambio decisivo debido al Vaticano II (cf. GE 6). Esta dimensión comunitaria es fruto de la conciencia que la Iglesia logró de sí misma en el Concilio. Esta dimensión no es una simple categoría sociológica, sino, sobre todo, teológica.
En esta línea de pensamiento la escuela católica desempeña un verdadero y específico servicio pastoral, pues efectúa una mediación cultural, fiel al Evangelio y al mismo tiempo a la autonomía de la investigación científica (Nº 31).

19.- "De la escuela-comunidad forman parte todos los que están, comprometidos directamente en ella: profesores, personal directivo, administrativo y auxiliar; los padres, figura central en cuanto naturales e insustituibles educadores de sus hijos y los alumnos, copartícipes y responsables como verdaderos protagonistas y sujetos activos del proceso educativo" (Nº 32).

20.- La escuela católica tiene desde el Concilio una identidad bien definida: posee todos los elementos que le permiten ser reconocida no sólo como medio privilegiado para hacer presente a la Iglesia en la sociedad, sino también como verdadero y particular sujeto eclesial.
Ella es lugar de evangelización, de auténtico apostolado y de acción pastoral, no en virtud de actividades complementarias o paralelas, sino por la naturaleza misma de su misión, directamente dirigida a formar la personalidad cristiana (Nº 33).

21.- La escuela católica se basa en un Proyecto Educativo en el que se funden armónicamente fe, cultura y vida. Por su medio la Iglesia local evangeliza, educa y colabora en la formación de un ambiente moralmente sano y firme en el pueblo (Nº 34).

22.- La mayor parte de las escuelas católicas dependen de Institutos de vida consagrada. Aportan a la escuela la riqueza de su tradición educativa, moldeada en el carisma fundacional. La Iglesia anima a los educadores a no desistir de su labor, aun cuando vaya acompañada de sufrimientos y dificultades (Nº 35-36).

23.- También los educadores laicos aportan a la escuela católica su competencia y el testimonio de su fe. Este testimonio laical, vivido como ideal, es ejemplo concreto para la vocación de la mayoría de los alumnos (Nº 37).

24.- El Proyecto Educativo debe interesar igualmente a educadores, jóvenes y familias, de modo que cada uno pueda cumplir su parte (Nº 39).

25.- El clima comunitario de las escuelas primarias, dadas las peculiares condiciones de sus alumnos, reproducirá, en lo posible, el ambiente íntimo y acogedor de la familia. La integración entre escuela y familia representa la condición esencial en la que se hacen evidentes y se desarrollan las facultades que los alumnos revelan en relación con uno u otro ambiente (Nº 40).

4.- La escuela católica como comunidad abierta (Nº 42-46)

26.- La colaboración de la escuela católica con las familias tiene por objeto no sólo las cuestiones escolares, sino que tiende, sobre todo, a la realización del Proyecto Educativo y se aumenta cuando se trata de cuestiones delicadas como: la formación religiosa moral y sexual, la orientación profesional y la opción por vocaciones especiales (Nº 42).

27.- Las familias no siempre son conscientes de que los padres son los primeros y principales educadores de sus hijos (cf. GE 3). La escuela, en este caso, asume el deber de instruirlos (Nº 43).
28.- "La presencia de la Iglesia en el campo escolar se manifiesta especialmente por la escuela católica" (GE 8). Esta afirmación del Concilio tiene valor histórico y programático. El Proyecto Educativo de la escuela está abierto a la vida y a los problemas de la Iglesia local y universal, atento al magisterio eclesiástico y dispuesto a la colaboración (Nº 44).

29.- La educación cristiana exige respeto hacia el Estado y sus representantes, observación de las leyes justas y búsqueda del bien común. Acontecimientos y celebraciones nacionales tienen en el Proyecto Educativo la debida resonancia. Igualmente están presentes y se viven los problemas de la sociedad internacional (Nº 45).

3ª Parte: DIMENSIÓN RELIGIOSA DE LA VIDA Y DEL TRABAJO ESCOLARES

1.- La dimensión religiosa de la vida escolar (Nº 47-50)

30.- A menudo se identifica "escuela" con "enseñanza". En realidad la docencia es sólo una parte de la vida escolar. La escuela católica difiere de las otras escuelas en un punto esencial: ella está anclada en el Evangelio, de donde le viene su inspiración y su fuerza. El principio de que ningún acto humano es moralmente indiferente ante la propia conciencia y ante Dios encuentra aplicación precisa en la vida escolar.
El alumno religiosamente sensible sabe que cumple la voluntad de Dios en el trabajo y en las relaciones humanas cotidianas (Nº 47-48).

31.- En el marco de la vida escolar merece mención especial el trabajo intelectual del alumno. Este trabajo no debe ir separado de la vida cristiana. La luz de la fe cristiana enciende el amor a la verdad, que excluye la superficialidad en el aprender y en el juzgar. Reaviva el espíritu crítico, que rechaza la afirmación ingenua de muchas afirmaciones. Conduce al orden, al método y a la precisión, expresión de una mente bien formada y que trabaja con sentido de responsabilidad (Nº 49).

2.- Dimensión religiosa de la cultura escolar (Nº 51-65)

32.- A medida que crecen los alumnos, se impone con exigencia creciente, la coordinación entre cultura y fe. En esta escuela, la cultura humana sigue siendo cultura humana, expuesta con objetividad científica. Pero el profesor y el alumno creyentes exponen y reciben críticamente la cultura sin separarla de la fe. Si se diera esta separación sería un empobrecimiento espiritual.
La coordinación entre el universo cultural humano y el universo religioso se produce en el intelecto y en la conciencia del mismo hombre-creyente. Los puntos de contacto entre estos dos universos se encuentran en la persona humana, protagonista de la cultura y sujeto de la religión.
Cada profesor desarrollará su programa con competencia científica, pero, en el momento adecuado, ayudará a los alumnos a mirar más allá del horizonte limitado de las realidades humanas (Nº 51).

33.- La escuela secundaria prestará atención especial a los desafíos que la cultura lanza a la fe. "Se ayudará a los estudiantes a conseguir la síntesis de fe y cultura, necesaria para la madurez del creyente y a identificar y refutar críticamente las deformaciones culturales que atentan contra la persona y, por tanto, son contrarias al Evangelio" (Juan Pablo II, 1986) (Nº 52).

34.- Sin embargo, hay que subrayar que la justa autonomía de la cultura debe ser distinta de una visión autónoma del hombre y del mundo que niegue los valores espirituales o prescinda de ellos.
Es precioso tener presente que la fe no se identifica con ninguna cultura y es independiente de todas ellas, pero está llamada a inspirar a todas porque "una fe que no se hace cultura es una fe que no ha sido recibida plenamente, ni pensada enteramente, ni vivida fielmente" (Juan Pablo II, 1982) (Nº 53).

35.- A las enseñanzas científica y tecnológica no les puede faltar la dimensión religiosa. El mundo de las ciencias de la naturaleza y sus respectivas tecnologías pertenecen al mundo creado por Dios. No hay contradicción entre fe y verdadera ciencia de la naturaleza, porque Dios es la causa primera de una y otra.
El estudiante que posee armonizadas una y otra en su espíritu, estará mejor preparado, en sus futuras ocupaciones profesionales, para emplear ciencia y técnica al servicio del hombre y de Dios (Nº 54).

36.- La escuela católica debe esforzarse por superar la fragmentación e insuficiencia de los programas de modo que se pueda exponer una visión unitaria del hombre, necesitado de redención, e introducir en ellos la dimensión religiosa (Nº 55).

37.- En efecto, el hombre posee una dignidad y grandeza superior a toda criatura porque es obra de Dios, elevado al orden sobrenatural como hijo de Dios y, por tanto, con un origen divino y un destino eterno que trasciende este universo (Nº 56).

38.- Con base en estos criterios la escuela católica debe esforzarse para que los alumnos capten que, en los temas estudiados y analizados en las asignaturas de filosofía, historia, literatura y arte, pedagogía, ciencias y tecnologías, etc., se puede descubrir la dimensión religiosa de todas las realidades y saberes humanos (Nº 57-63).

39.- El trabajo interdisciplinario obtiene resultados positivos. De hecho, en el proceso didáctico se presentan temas y problemas que superan los límites de cada asignatura. Los profesores de las diversas materias, y entre ellos el profesor de religión, deben prestar su colaboración para dar respuestas y esclarecer cuestiones de su competencia dentro de un espíritu de fraternidad que ayude a los alumnos a crecer en conocimientos y en convicciones (Nº 64-65).

4ª Parte: ENSEÑANZA RELIGIOSA ESCOLAR Y DIMENSIÓN RELIGIOSA DE LA EDUCACIÓN

1.- Identidad de la enseñanza religiosa escolar (Nº 66-70)

40.- Entre los medios que la Iglesia emplea para la evangelización se encuentra la escuela (cf EN, 44). El Papa en la "Catechesi Tradendae", 69 dijo: "Junto a la familia y colaborando con ella, la escuela ofrece a la catequesis posibilidades no despreciables...El carácter propio y la razón profunda de la escuela católica, el motivo por el que los padres deberían preferirla, es precisamente la calidad de la enseñanza religiosa integrada en la educación de los alumnos" (Nº 66).

41.- La escuela tiene por un lado una "estructura civil" con metas, métodos y características comunes a cualquiera otra institución escolar. Y, por otro, se presenta también como "comunidad cristiana", teniendo en su base un Proyecto Educativo cristiano cuya raíz está en Cristo y en su Evangelio. La armonización de ambos no siempre es fácil y requiere una constante atención, para que no se produzca una antinomia con perjuicio del planteamiento serio de la cultura y del recio testimonio del Evangelio (Nº 67).

42.- Entre enseñanza de la religión y catequesis hay un nexo indisoluble y una clara distinción. La catequesis presupone ante todo la aceptación vital del mensaje cristiano como realidad salvífica y trata de promover la maduración espiritual, litúrgica, sacramental y apostólica que se realiza en la comunidad eclesial local. La enseñanza religiosa, por su lado, trata de hacer conocer lo que de hecho constituye la identidad del cristianismo y lo que los cristianos coherentemente se esfuerzan por realizar en su vida.
Es preciso, sin embargo, admitir que la enseñanza religiosa contribuye a reforzar la fe de los alumnos creyentes y que en la catequesis se refuerza la experiencia religiosa con el conocimiento del mensaje cristiano (Nº 68-69).

43.- "En la escuela se trabaja en la formación completa del alumno. La enseñanza de la religión debe, por lo tanto, distinguirse en relación a los objetivos y criterios propios de una estructura escolar moderna" (Juan Pablo II, 05-03-81). Esta enseñanza religiosa debe ocupar un puesto digno en clase entre las demás asignaturas:

- se desarrolla según un programa propio aprobado por la autoridad competente;
- busca útiles relaciones interdisciplinarias con las demás materias;
- junto con las otras enseñanzas tiende a la promoción cultural de los alumnos;
- emplea los mejores medios didácticos en uso en la escuela hoy (Nº 70).

2.- Algunos presupuestos a la enseñanza religiosa escolar (Nº 71-73)

44.- No hay que extrañarse de que los alumnos lleven a la clase lo que oyen o ven en los modelos de pensamiento y de vida de la gente. Algunos alumnos pueden demostrar indiferencia e insensibilidad. El profesor, como experto, acepta a los alumnos como son y los acoge con simpatía y caridad. Los invita amistosamente a descubrir juntos el mensaje evangélico. En esto influye mucho la personalidad y el prestigio del profesor (Nº 71).

45.- Un medio eficaz de sintonizar con los alumnos es hablar con ellos y dejarles hablar. En una atmósfera de confianza pueden aflorar cuestiones que son, para los jóvenes, cuestiones serias que obstaculizan un estudio sereno de la fe. El profesor responderá con paciencia y humildad. Invitará a la clase a expertos en historia y ciencias modernas y pondrá al servicio de los jóvenes su preparación cultural (Nº 72).

46.- No es fácil hacer una presentación actualizada de la fe cristiana como programa de enseñanza religiosa para las escuelas católicas.
Este documento fue publicado cuando el Papa ya había nombrado la Comisión especial encargada de redactar el Catecismo de la Iglesia Católica. Por eso, en espera de ese catecismo el documento presenta, como ejemplo, un esquema de síntesis de la doctrina cristiana. Los números que siguen a continuación presentan tal cometido (Nº 73).

3.- Orientaciones para una presentación orgánica del hecho y del mensaje cristianos (Nº 74-81)

47.- Jesucristo, mediador de la Nueva Alianza. Con las necesarias nociones sobre Sagrada Escritura, en especial sobre los Evangelios, la Revelación y la Tradición viva de la Iglesia, el profesor orienta la investigación sobre el Señor Jesús. Su persona, su mensaje, sus obras y el hecho histórico de su resurrección permiten remontarse al misterio de su divinidad. Junto a El comienza a perfilarse la figura de la Santísima Virgen, colaboradora en su misión.

48.- Para acercar a los jóvenes al misterio revelado por Dios el camino es el indicado por el Salvador: "Quien me ha visto a mí, ha visto al Padre" (Jn 14, 9). Del Señor Jesús se remonta, pues, al misterio de Dios Padre, que creó el universo y envió al Hijo al mundo para la salvación de la humanidad. De Cristo se asciende al misterio del Espíritu Santo, enviado al mundo para dar cumplimiento a su misión. Se nos aproxima, así, al misterio supremo de la Santísima Trinidad, en sí misma y actuante en el mundo (Nº 75).

49.- El valor de la antropología cristiana, en el marco de la historia de la salvación, es evidente. El texto de Juan 3, 16 establece el encuentro entre Dios y el hombre, acaecido en la historia por medio de Cristo. Encuentro que partiendo del amor del Padre se manifiesta en el amor de Jesús hasta el sacrificio extremo (Nº 76).

50.- La historia de la salvación continúa en la Iglesia, realidad histórica visible. En los Evangelios, en los Hechos y en las cartas de los Apóstoles se ve a la Iglesia nacer, crecer y realizarse en el mundo. Iglesia conducida por Jesús, Pastor eterno, guiada por el Espíritu Santo, que la sostiene y renueva continuamente; dirigida visiblemente por los Pastores: el Papa y los Obispos (Nº 77).

51.- Jesucristo está siempre presente en los sacramentos por él instituidos. Su presencia los hace medios eficaces de gracia. El momento culminante del encuentro con el Señor se realiza en la Eucaristía (Nº 78).

52.- Cuando el Señor Jesús se encuentra con cada uno de nosotros en los sacramentos, no deja las cosas como antes. Mediante el Espíritu nos hace crecer en la Iglesia, ofreciéndonos "gracia tras gracia" (cf. Jn 1, 16) (Nº 79).

53.- En el Reino eterno se encuentran los que han creído en él y vivido para él. La Iglesia los llama "santos", si bien no todos son venerados como tales. La primera de todos, María, la Madre de Jesús, viviente en su persona glorificada junto al Hijo. Los que han alcanzado la meta no están separados de nosotros. Ellos forman con nosotros la única Iglesia, pueblo de Dios, todos unidos en la "comunión de los santos" (Nº 81).

4.- Orientaciones para una presentación orgánica de la vida cristiana (Nº 82-95)

54.- Dado que toda verdad de fe es generadora de educación y de vida, es preciso guiar prontamente a los alumnos a descubrir estas conexiones. Pero también es necesario que la presentación de la ética cristiana adopte una forma sistemática. Para mejor establecer la unión entre fe y vida en el campo de la ética religiosa, será útil una reflexión sobre las primeras comunidades cristianas. En ellas el anuncio evangélico iba acompañado de la oración y de las celebraciones sacramentales. Los alumnos llegarán a comprender qué es la virtud de la fe: adhesión plena, libre, personal, afectuosa y ayudada de la gracia de Dios que se revela mediante el Hijo (Nº 82).

55.- La vida de fe se manifiesta con actos de religión. El profesor ayuda a sus alumnos a abrirse confidencialmente al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Esto se realiza en la oración privada y en la litúrgica, que no es una de tantas formas de orar: es la oración oficial de la Iglesia, que actualiza el misterio de Cristo en nosotros (Nº 83).

56.- El hombre está siempre presente en las verdades de fe: creado a "imagen y semejanza" de Dios; elevado por Dios a la dignidad de hijo; infiel a Dios en la culpa original, pero redimido por Cristo; morada del Espíritu Santo; miembro de la Iglesia y destinado a vida inmortal (Nº 84).

57.- El amor cristiano no es sentimentalismo ni se reduce a sentimiento humanitario. Es, por el contrario, realidad nueva que pertenece al mundo de la fe. Jesús vino a nosotros para manifestar el amor del Padre. Su sacrificio supremo es el testimonio de amor por sus amigos (Nº 85).

58.- La ley cristiana es nueva hasta en el oponerse a toda clase de maldad y egoísmo. Es ley revolucionaria. La nueva ética cristiana del amor debe ser entendida y puesta en práctica: en el pequeño mundo de la familia y de la escuela: afecto, respeto, obediencia, gratitud, amabilidad, bondad, ayuda, servicio, ejemplo. En el gran mundo de la Iglesia: amor a todos, sin exclusión alguna por razón de fe, de nación, o de raza; colaboración en el apostolado y en las iniciativas para aliviar los sufrimientos humanos (Nº 86-87).

59.- El fundamento de la ética social cristiana está siempre en la fe. Lo que aquí importa afirmar es el principio de que Dios puso el mundo al servicio del hombre. Si en las relaciones sociales existen violencias e injusticias, éstas provienen del hombre, que no cumple la voluntad de Dios (Nº 88).

60.- Sobre estas bases el profesor guía a los alumnos a conocer los elementos de la ética social cristiana:

- persona humana: centro dinámico del orden social,
- justicia: reconocer a cada uno lo que le es debido,
- libertad: derecho primario de la persona y de la sociedad,
- paz mundial: tranquilidad en el orden y en la justicia a la que todos los hombres tienen derecho,
- bienestar nacional e internacional: los bienes de la tierra no son privilegio de algunos pueblos o personas, con perjuicio de los demás (Nº 89).

61.- Es preciso, pedagógicamente, que el hecho y el mensaje cristianos sean expuestos como "gozosa nueva". El profesor invita a sus alumnos a examinar su propia conciencia. Así adquieren el sentido del pecado: el grande de la humanidad, y el personal, que cada uno descubre en sí mismo.
No todo está perdido, el Señor nos espera en el sacramento de la reconciliación, encuentro personal con El (Nº 92-93).

62.- Al cristiano se le insta ante todo y principalmente a luchar por liberarse de la esclavitud radical del pecado y, consiguientemente, de las otras muchas esclavitudes de orden cultural, económico, social y político (Nº 94).

63.- Los jóvenes están llamados a la perfección cristiana, don de Jesús, mediante el Espíritu, con quien deben colaborar; perfección que se debe hacer patente en la historia con una proyección misionera en el presente y en el futuro (Nº 95).

5.- El profesor de religión (Nº 96-97)

64.- Los frutos de la enseñanza orgánica de la fe y de la ética cristianas, dependen, en gran parte, del profesor del religión: de lo que es y de lo que hace. El es persona-clave, agente esencial en la realización del Proyecto Educativo. La incidencia de su enseñanza está, sin embargo, vinculada a su testimonio de vida. Es maestro de fe; debe ser, también, a semejanza de su modelo, Cristo, maestro de humanidad. No sólo cultura, sino también afecto, tacto, comprensión, rectitud de espíritu, equilibrio en los juicios, paciencia en la escucha, calma en las respuestas, disponibilidad al coloquio personal (Nº 96).

65.- La inserción creciente de laico en la escuela católica obliga a procurarles aquel particular conocimiento experimental del misterio de Cristo y de la Iglesia que los sacerdotes y religiosos adquieren en los años de su formación. Mirando al futuro, se necesita favorecer la creación de Centros para la formación de los profesores (Nº 97).

5ª Parte: SÍNTESIS GENERAL:
DIMENSIÓN RELIGIOSA DEL PROYECTO EDUCATIVO

1.- Idea del proceso educativo cristiano (Nº 98-99)

66.- Se debe concebir la educación cristiana como movimiento, progreso, maduración hacia un fin ideal, que supera toda limitación humana. En efecto, la educación cristiana "no persigue solamente la madurez de la persona humana, sino que busca, sobre todo, que los bautizados se hagan más conscientes cada día del don recibido de la fe" (GE 2), Además, la escuela católica tiene como nota distintiva la de ayudar a los alumnos "para que en el desarrollo de la propia persona crezcan a un tiempo según la nueva criatura que han sido hechos por el bautismo" (GE 8) (Nº 98).

67.- "Se podría describir el proceso educativo cristiano, como un conjunto orgánico de factores orientados a promover una evolución gradual de todas las facultades del alumno, de modo que pueda conseguir una educación completa en el marco de la dimensión religiosa cristiana, con el auxilio de la gracia" (Nº 99).

2.- Proyecto Educativo (Nº 100-112)

68.- La escuela católica tiene el deber de llevar a cabo su propio Proyecto Educativo, encaminado a coordinar el conjunto de la cultura humana con el mensaje de salvación; y ayudar a los alumnos en la actuación de su realidad de nueva criatura y adiestrarlos para sus obligaciones de ciudadano adulto.
En concreto, el Proyecto Educativo se configura como un cuadro de referencias que:

* define la identidad de la escuela, explicitando los valores evangélicos en que se inspira;
* precisa los objetivos en el plano educativo, cultural y didáctico;
* presenta los contenidos-valores que hay que transmitir;
* establece la organización y el funcionamiento;
*prevé algunas partes fijas, preestablecidas por los profesionales (gestores y docentes); qué se debe gestionar conjuntamente con los padres de familia y estudiantes y qué espacios se dejan a su libre iniciativa;
* indica los instrumentos de control y evaluación (Nº 100).

69.- Criterios generales que deberán inspirar y hacer homogéneo todo el Proyecto Educativo:

a) - Fidelidad al Evangelio anunciado por la Iglesia. La acción de la escuela católica se sitúa, ante todo, dentro de la misión evangelizadora de la Iglesia.
b) - Rigor de la investigación cultural y del fundamento crítico, respetando la justa autonomía de las leyes y métodos de investigación de cada una de las ciencias.
c) - Avance gradual y adaptación de la propuesta educativa a las diversas situaciones de cada persona y de las familias.
d) - Corresponsabilidad eclesial. El Proyecto Educativo debe nacer de la confrontación de la comunidad eclesial con las formas de responsabilidad que se juzguen oportunas (Nº 101).

70.- El fin de un año escolar es tiempo de hacer balance inteligente y serio de cuanto en el Proyecto Educativo se ha realizado o se ha incumplido. Educadores, alumnos y familias comprobarán si se han cumplido las previsiones. En caso contrario, se buscarán las causas y los remedios (Nº 102).

71.- La dimensión religiosa del ambiente potencia la calidad del proceso educativo cuando se cumplen algunas condiciones favorables que dependen de los educadores y de los alumnos. Entre otras:

- los alumnos no son meros espectadores, sino que constituyen parte dinámica del ambiente;

- debe crearse una voluntad de llegar a las metas más altas en todos los aspectos, humanos y cristianos, del proceso educativo (Nº 103).

72.- Se precisa un esfuerzo decidido para superar los síntomas patológicos del ambiente, tales como:

- debilidad del Proyecto Educativo,

- preparación insuficiente de las personas responsables,

- atención preferentemente centrada en los éxitos académicos,

- distanciamiento psicológico entre educadores y alumnos,

- antagonismos en los mismos educadores,

- disciplina impuesta externamente,

- relaciones formales o, incluso, tensiones con las familias,

- enseñanza religiosa rutinaria, etc. (Nº 104).

73.- Ya que la persona humana ha sido creada inteligente y libre, no es posible concebir una verdadera educación sin la decisiva colaboración del sujeto de la misma, el cual actúa y reacciona con su inteligencia, libertad, voluntad y con su complejo mundo emotivo (Nº 105).

74.- El alumno, aunque tenga pocos años, capta si la pertenencia al ambiente es grata. Si se siente bien acogido, estimado y querido, surge en él la disposición a colaborar (Nº 106).

75.- Los valores y motivos religiosos que se derivan de la enseñanza religiosa escolar, facilitan mucho el logro de la alegre y voluntaria participación del alumno en el proceso educativo. La experiencia educativa del profesor ayuda a los alumnos a que la verdad religiosa, enseñada y aprendida sea también amada. El profesor-educador sabe que tiene que dar un paso más. El valor debe impulsar a la acción, llegar a ser motivo de actuar. El proceso educativo cristiano se desarrolla en la continua interacción entre la actuación experta de los educadores, la libre cooperación de los alumnos y el auxilio de la gracia (Nº 107).

76.- En cierto número de escuelas católicas - con muchos alumnos de credos e ideologías diversos - no siempre será fácil o posible llevar a cabo el proceso de evangelización. Se deberá, entonces, atender a la pre-evangelización, estos es, a la apertura del sentido religioso de la vida (Nº 108).

77.- La escuela católica es un centro de vida y la vida es síntesis. En este centro vital, el proceso educativo se desarrolla en continuidad mediante un intercambio de acciones y reacciones en sentido horizontal y vertical (Nº 109).

78.- En la relación interpersonal los educadores quieren y manifiestan este amor a los alumnos y no pierden ocasión, por lo tanto, de animarlos y estimularlos en la línea del Proyecto Educativo (Nº 110).

79.- En la escuela católica se va más allá: hacia el continuo intercambio vertical, donde la dimensión religiosa se expresa con toda su fuerza. Por cada uno de los alumnos rezan los educadores, a fin de que la gracia de frecuentar una escuela católica abarque y penetre toda su vida, iluminándola y asistiéndola en todas las necesidades de la existencia cristiana (Nº 111).

80.- Año tras año el alumno tiene la gozosa sensación de que crece no sólo física, sino también intelectual y espiritualmente, hasta conseguir la maduración de su personalidad cristiana (Nº 112).

CONCLUSIÓN (Nº 113-115)

81.- La Iglesia está agradecida a cuantos consagran su propia existencia a la misión fundamental de la escuela católica. Y confía que otros muchos, con el auxilio divino, reciba el carisma y acojan generosamente la apremiante llamada a unirse a ellos en la misma misión (Nº 114).

82.- La Congregación para la Educación Católica querría añadir una invitación cordial a la investigación, estudio y experimentación de cuanto concierne a la dimensión religiosa en la escuela católica. Mucho se ha hecho ya en este sentido. De muchas partes piden que se haga más (N° 115).