PARUSÍA - TEXTOS

 

1. PARUSIA/VENIDA:J/VUELTA
LA EXPRESIÓN "VUELTA DE CRISTO" ES CONFUSA. PARECE 
INSINUAR QUE SE TRATA DE UNA REPETICIÓN.
El Juicio Final es más bien la manifestación de los caminos ocultos de 
Dios, y con ello la ubicación de todo individuo en el organismo definitivo 
del Reino de Dios consumado. Por eso el NT, cuando habla de la 
Parusía, se expresa en lenguaje litúrgico y en símbolos cósmicos. Se 
trata de la plena revelación y consumación del misterio y de la gloria de 
Dios en JC y en la Iglesia. Se trata también de que JC, medida y criterio 
de la historia, sea reconocido entonces pública y universalmente como 
el Señor. Esta perspectiva unitaria, como indica K.Rahner, muestra que 
la expresión "vuelta de Cristo" es confusa y poco feliz, pues parece 
insinuar que se trata de una repetición de algo que ya ha tenido lugar. 
En realidad se trata de la plenitud de la venida de Jesús acaecida de 
una vez para siempre. Por eso, se hace más justicia a la Escritura si, en 
vez de vuelta de Cristo, se habla de la Parusía como advenimiento 
definitivo y público de Jesús en gloria.
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2. PARUSIA/PRESENCIA: PERUSÍA SIGNIFICA INCLUSO 
ETIMOLÓGICAMENTE ANTES "PRESENCIA" QUE "VENIDA". 
ADV/VENIDA: NO HAY VARIAS VENIDAS SINO UNA SOLA: LA 
ENCARNACIÓN A PARTIR DE LA CUAL LA PRESENCIA DE XTO SE 
ARTICULA DE VARIAS FORMAS.
Por eso parusía es "epifanía", "apocalipsis", manifestación, desvela- 
miento de algo ya en marcha, pero escondido y además sofocado por 
los poderes inhumanos: que el Cristo es el Señor de esta historia, que 
no se "fue" a Dios para alejarse de los hombres y del mundo, sino para 
liberar la historia señoreándola.
La parusía no es la vuelta de un expatriado, puesto que Cristo no se 
"marchó" nunca del mundo. En consecuencia no hay dos venidas, sino 
una sola, la encarnación, a partir de la cual, la presencia de Cristo se 
articula sucesivamente en varias formas: la kénosis del siervo, la 
pascua o exaltación del Kirios y la parusía que desvela la verdadera 
condición de JC. En el fondo se trata siempre de la misma y única 
venida -la intervención salvífica de Dios en el Hijo- diversamente 
manifestada en el tiempo. Parusía significa, incluso etimológicamente, 
antes "presencia" que "venida".

ANTONIO ANDRES
Del "marana tha" al "dies irae",
del "dies irae" al "sine die"
COMMUNIO/85/01,pág 36 ss

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3.LA ESPERANZA ESCATOLÓGICA, CARACTERÍSTICA DEL 
CRISTIANO EP/VENIDA-J:
La esperanza en la vuelta del Señor llena el pensamiento, la vida y 
toda la existencia del cristiano. Los cristianos pueden ser definidos 
como hombres que aman la venida del Señor (/2Tm/04/08). 

SCHMAUS
TEOLOGIA DOGMATICA VII
LOS NOVISIMOS
RIALP. MADRID 1961.Pág. 141 s.)

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4.
IMPORTANCIA DE LA REVELACIÓN DE LA VUELTA DE CRISTO 
PARUSIA/J-VENIDA VENIDA/PARUSIAS:
La vuelta de Cristo no es un hecho entre muchos, sino que es el 
acontecimiento futuro que lo traspasa y domina todo. Cuando Cristo se 
elevó a los cielos desde el monte de los Olivos, los discípulos que le 
contemplaban oyeron el mensaje: "Ese Jesús que ha sido llevado de 
entre vosotros al cielo vendrá así como le habéis visto ir al cielo" 
(/Hch/01/11).
Esperando la vuelta del Señor volvieron los discípulos a casa desde 
el monte de los Olivos; en medio del eón de la muerte, en medio de la 
desesperación y desaliento, concibieron la esperanza (Rom. 4, 18). Su 
esperanza de que Cristo restaurara la antigua gloria del reino antes de 
marcharse y de que les concediera los primeros puestos con tanta 
pasión codiciados, fue desenmascarada y rechazada como 
malentendido pocas horas antes de la despedida. Sin embargo, su fe 
no se apagó. De boca del ángel, testimonio y garantía de aquel mundo, 
hasta hacía poco tan incomprensible para ellos y al que Cristo había 
vuelto, recibieron el consuelo de que la despedida no era definitiva, de 
que el que se apartaba volvería otra vez para llenar el mundo de su luz 
y gloria. 
Tal mensaje no era del todo nuevo para los discípulos. Varias veces 
había aludido Cristo a la hora de su vuelta para libertar a los suyos de 
la violencia del presente. Los discípulos oyeron escandalizados la 
verdad de que Cristo tenía que andar el camino de la muerte. También 
les profetizó a ellos el mismo destino. Pero el camino de la muerte se 
manifestaría como camino de vida para El y para ellos. Por un momento 
pudo parecer que las cosas eran de otro modo, pero al final verían 
claro que sólo se salva quien participa en el destino de Cristo. Porque 
el Hijo del Hombre aparecerá rodeado de ángeles en la gloria de su 
Padre y entonces recompensará a cada uno según sus obras (Mt. 16, 
27; cfr. 10, 23; 25, 31). En su segunda venida determinará para 
siempre los destinos de los hombres. Con una conciencia que llena de 
tensión el presente y el futuro Jesús afirma de sí mismo que es quien 
dirá la última palabra sobre los hombres: "El que quiera venir en pos de 
mí, niéguese a si mismo, tome su cruz y sígame. Pues quien quiera 
salvar su vida, la perderá, y quien pierda la vida por mi y el Evangelio, 
ése la salvará. ¿Y qué aprovecha al hombre ganar todo el mundo y 
perder su alma? ¿Pues qué dará el hombre a cambio de su alma? 
Porque si alguien se avergonzare de mí y de mis palabras ante esta 
generación adúltera y pecadora, también el Hijo del Hombre se 
avergonzará de él cuando venga en la gloria de su Padre con los 
santos ángeles" (Mc. 8, 34-38; Lc. 9, 23-26). 
La esperanza en la vuelta del Señor da a los discípulos fuerza para 
resistir las tribulaciones que sufren por su fe. Los que sólo creen en el 
mundo de la experiencia se sienten intranquilos ante el testimonio del 
mundo del más allá y pretenden librarse a toda costa de los testigos 
con astucia y violencia. Su odio no conoce limites: tiende a la 
aniquilación. La venida de Cristo infundirá pavor desmedido al odiador 
(Mt. 26, 64). Mientras existen las formas de este mundo, se le ha dado 
poder sobre el Hijo del Hombre, que en su modo histórico de existencia 
es desvalido y débil. Pero en aquella hora futura se demostrará que es 
el poderoso, el Señor de la historia y del cosmos.

SCHMAUS
TEOLOGIA DOGMATICA VII
LOS NOVISIMOS
RIALP. MADRID 1961.Pág. 132 ss.

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5.MILENARISMO 
La idea del reino de mil años nació bajo la influencia del 
/Ap/20/01-10 y de distintas profecías viejotestamentarias (Is. 60, 63, 
65, 66; Ez. 36-40 Dan. 7; Tob. 13, 16; 14, 15) y de sus interpretaciones 
en el judaísmo tardío (Apócrifos judíos (4 Esdras) y escritos rabínicos). 
Dominó la idea de que Cristo aparecería al final de la historia e 
instauraría un reino mesiánico terreno que duraría mil años. En él sólo 
resucitarían corporalmente los justos (primera resurrección) y reinarían 
con Cristo durante todo este tiempo. El demonio sería condenado a 
impotencia. Después sería dejado en libertad por un breve espacio de 
tiempo. En el Juicio final sería vencido definitivamente. Sólo entonces 
resucitarán los pecadores con sus cuerpos (segunda resurrección), 
para entrar en la muerte eterna. Pero los justos sólo entrarán en el 
reino celeste para ser definitivamente bienaventurados después del 
Juicio final. Pág. 416
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El milenarismo fue rechazado por el gnosticismo. En el siglo III lo 
defendieron en sentido espiritualizado Metodio de Olimpo (Symp. 9, 5), 
Tertuliano (Contra Marcionem, III, 24), Conmodiano (Carm. apol., 975), 
Lactancio (Div. inst., 7, 14 y sigs), Victorino de Pettau (y probablemente 
también Hipólito de Roma). También encontramos el milenarismo en 
Apolinar de Laodicea. ·Agustín-san defendió algún tiempo una 
interpretación moderadamente milenarista del Apocalipsis, pero al final 
interpreta las dos resurrecciones citadas en el Apocalipsis en el sentido 
de que la una ocurre en la fe y en el bautismo y la otra según el 
cuerpo. Rechaza decididamente el milenarismo materialista. Sobre la 
fórmula "mil-años" dice lo siguiente (De civitate Dei, XX, 7): 
"Los mil años pueden entenderse, en mi opinión, de dos modos: o en 
el sentido de que en los últimos mil años ocurre esto (a saber, que el 
diablo es encadenado), esto es, en el sexto milenio que, como el día 
sexto, ahora está transcurriendo y al que sigue un sábado que no 
tendrá noche, a saber, el descanso de los Santos que no tendrá fin, y 
el vidente habría llamado entonces a la última parte de este día 
milenario, es decir, a la parte que restaba entonces (en tiempos de la 
visión de San Juan) hasta el fin del mundo, mil años, según la figura 
retórica en que se nombra al todo para significar sólo una parte; o tomó 
los mil años por todos los años de este eón (desde la venida de Cristo), 
de forma que con el número redondo quiso expresar la plenitud del 
tiempo. El número mil es el cubo de 10. Diez multiplicado por diez son 
cien, una figura cuadrada, pero figura de superficie únicamente; para 
darle dimensión de profundidad y convertirla en cubo se multiplicará de 
nuevo por diez y da mil. Ahora bien, el número 100 suele usarse para 
designar una totalidad..., por tanto, el número 1.000, en el que se 
alcanza la figura de volumen del cuadrado de 10, significará también 
una totalidad. Y así aquel texto del salmo: "Se acuerda eternamente de 
su alianza, de la promesa que dio para mil generaciones" se interpreta 
del mejor modo refiriéndola a la totalidad de las generaciones: mil 
generaciones equivale a todas las generaciones." 
En esta explicación San Agustín se basa en el donatista Tyconio. 

SCHMAUS
TEOLOGIA DOGMATICA VII
LOS NOVISIMOS
RIALP. MADRID 1961.Págs. 416-418

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