Gentileza de http://webs.sinectis.com.ar/sion/jsievers/index.htm
para la BIBLIOTECA CATÓLICA DIGITAL

 

¿QUIÉN ERA FARISEO?

Joseph Sievers

Pontificio Instituto Bíblico, Roma

(Conferencia dictada el 26 de junio de 2001 en la sede de las Religiosas de Nuestra Señora de Sión)

En realidad sabemos muy poco sobre los Fariseos. Los diccionarios, en general, dan dos definiciones. En el diccionario standard italiano de Zingarelli leemos lo siguiente: “1. Seguace di un’antica setta religiosa hebraica che si distingueva per la rigida e formale osservanza della Legge mosaica. 2. (figuradamente) Chi con falsità e ipocrisia se preocupa della forma più che della sostanza delle sua azioni.”1 Con pocas diferencias encontramos definiciones similares en diccionarios de Inglés y Alemán.

[El diccionario de la Real Academia Española da la siguiente definición: “1. Entre los judíos, miembro de una secta que afectaba rigor y austeridad, pero en realidad eludía los preceptos de la ley y, sobre todo, su espíritu. 2. fig. Hombre hipócrita. 3. fig. y fam. Hombre alto, seco y de mala intención o catadura.” (N.T.)]

El problema con estas definiciones es que la primera está en parte equivocada y la segunda está basada en una lectura impropia de algunos textos del Nuevo Testamento. Desgraciadamente, tenemos que admitir, sin embargo, que estamos tratando no con un error de los lexicógrafos sino con una lectura equivocada y difundida del Nuevo Testamento lo que llevó a consecuencias desastrosas. No sólo los libros sino también las palabras tienen destinos propios. Aquí, me gustaría explicar el sentido que tiene el término para las relaciones entre Judaísmo y Cristianismo.

¿Quiénes son esas personas llamadas “Fariseos”? Parece bastante sencillo explicar la palabra “Fariseos” que proviene del término griego pharisaioi, que es una transliteración del arameo perishaya, que, a su vez, es equivalente al hebreo perushim. Las fuentes antiguas más importantes nunca explican el término. Probablemente esté ligado al hebreo parush, en el sentido de “separado”, a pesar de que no sabemos de qué o de quién los Fariseos estaban separados.2 El hecho de que el término haya aparecido muy raramente en fuentes hebreas y arameas y que su uso haya sido frecuentemente polémico y desdeñoso parece decirnos que, por lo menos al comienzo, no era un término usado para autoidentificarse. Parece sí, haber sido usado primeramente por extranjeros, así como luego el término “Protestante” fue introducido por oponentes a Martín Lutero, antes de ser usado para autodesignarse.

Además del problema del nombre, muchos investigadores estudiaron la historia, las ideas y la identidad de los Fariseos con todo detalle.3 En una breve presentación como es esta, no puedo entrar en todas estas cuestiones, y menos dar respuestas exhaustivas y definitivas. El mayor problema que encontramos está en las fuentes. ¿De dónde podemos sacar la información para dar una explicación realista de esa gente llamada “Fariseos”? Diré, brevemente, que hay tres tipos de fuentes: Primeramente, la inmensa literatura rabínica. A sus autores, los rabinos de los siglos segundo, tercero, cuarto, quinto y sexto, se los considera, frecuentemente, sucesores de los Fariseos. La relación entre Fariseos y rabinos, sin embargo, no es tan clara y directa como uno se lo puede imaginar.

De hecho, los investigadores tomaban cada vez más conciencia del carácter problemático de esta relación. Por un lado, no aparecen directamente en las fuentes más antiguas, por otro, cuando se redactó la Mishná poco después de 200 CE, la situación cambió radicalmente. El Templo de Jerusalén había sido destruido en el año 70 y por consiguiente los sacrificios y otras funciones sacerdotales habían cesado. Los diferentes grupos que habían florecido durante el período del Segundo Templo ya no existían: entre ellos los Saduceos, Esenios, Zelotes y aun los Fariseos. Por consiguiente, no podemos utilizar la literatura rabínica indiscriminadamente como una fuente de autoridad para hablar de los Fariseos.

La segunda fuente la constituyen los trabajos del historiador judío Flavio Josefo (c. 37-100 CE) que son indispensables para reconstruir la historia de Palestina (Eretz Israel) en general y de los Fariseos en particular. Más adelante, diremos algo más sobre Josefo y su relación con el Fariseísmo.

La tercera fuente es el Nuevo Testamento, del que la mayoría de los cristianos sacan los principales elementos de su conocimiento sobre los Fariseos. Si no fuera por el nombre “Fariseos”, sería difícil creer que la literatura rabínica, Josefo, los Evangelios, los Hechos de los Apóstoles y Pablo hablan del mismo grupo. Dicho sea de paso, en el pasado, muchos exegetas y teólogos católicos y protestantes basaron su interpretación de los Fariseos casi totalmente en los Evangelios sinópticos, en cuanto que los autores judíos confiaron en los textos rabínicos, llegando a conclusiones completamente diferentes. En esos trabajos, podemos notar, frecuentemente, tendencias antijudías o apologéticas. Ambos extremos llevaron a visiones distorsionadas. Es claro que un estudio serio tiene que tener en cuenta todas las fuentes antiguas disponibles, con atención a las tendencias particulares y los grados de fiabilidad histórica. Un examen detallado de la historia de la investigación sobre los Fariseos fue realizado por Roland Deines.4

El problema crucial sigue siendo el uso de varias fuentes, el origen e historia de los Fariseos, su enseñanza, sus relaciones con otros grupos contemporáneos y con el Judaísmo rabínico. La complejidad de estas cuestiones ha llevado a respuestas divergentes y contradictorias. Es justo decir que la pregunta de quiénes eran los Fariseos y lo que podemos saber sobre ellos nunca estuvo tan abierta como ahora, y eso a pesar de y debido a los esfuerzos de investigación. Esta nueva situación es evidente en un pequeño libro de Stemberger, en el que él muestra cómo muchas suposiciones sobre los Fariseos están mal fundamentadas, a pesar de que no logra ofrecer una imagen alternativa nueva y coherente.5 Después de más de tres décadas de exhaustiva investigación, se ha llegado por lo menos a un resultado: sabemos mucho menos de los Fariseos de lo que se pensaba hace una generación.6

Frecuentemente la pregunta es: “¿Quiénes son los Fariseos?” A veces, cuando queremos llegar a conocer a un grupo de gente, nos ayuda conocer a algunos miembros individuales del grupo, no necesariamente sus líderes. Por consiguiente, me gustaría, ahora, hacer una pregunta diferente: “¿Quién era Fariseo?” Tal vez esto pueda ayudarnos a evitar y aun a superar generalizaciones dudosas, estereotipos y prejuicios. Me gustaría estudiar aquí sólo a aquellos individuos que se hayan identificado ellos mismos como Fariseos o que fueron identificados por otros como tales. Su número es bastante pequeño, alrededor de una docena en fuentes atestadas antes del siglo quinto CE.7 Ciertamente, esto no es un ejemplo representativo de todo el grupo en algún período dado, menos aun de su historia completa. Sin embargo, sería provechoso tratar de ver a los Fariseos no como una colectividad más o menos amorfa, sino como individuos miembros del mismo grupo. Acercándonos de esta manera podremos encontrar elementos para verificar o anular las teorías que existen.

No voy a tratar de los pasajes en Josefo que describen a los Fariseos y algunas de sus doctrinas en términos generales. Tampoco voy a tratar de los pasajes del Evangelio que hablan de los Fariseos como un grupo, a menudo, aunque no siempre, en contextos polémicos.

Este limitado estudio nos llevará a resultados tanto negativos como positivos que pueden ser útiles para entender quiénes fueron los Fariseos, qué es lo que defendieron, y qué podemos saber de sus conexiones con el Judaísmo rabínico tardío. Un primer resultado negativo es que sólo dos o tres de los sabios estudiados por Neusner en su The Rabbinic Traditions about the Pharisees Before 70 sirven para el presente estudio. Los otros no son identificados como Fariseos en fuentes antiguas y no está claro exactamente por qué deberían hoy ser identificados de esa manera. Las casas de Hillel y Shammai, por ejemplo, fueron explícitamente conectadas con los Fariseos por primera vez por sectarios judeo-cristianos citados en el comentario sobre Isaías 8,14 de Jerónimo, escrito en la primera década del siglo quinto.8 La literatura rabínica nunca identifica a nadie como Fariseo.9 Hay una creciente conciencia del hecho de que los sabios tanaíticos no eran necesariamente Fariseos o sucesores de los Fariseos, 10 aunque hay varias líneas de conexión.

A pesar de que mi primer acercamiento es limitado y, de alguna manera, minimalista, mi propósito aquí no es negar la posibilidad de que Hillel, Shammai u otros rabinos de antes del 70, fueran Fariseos, sino empezar a coleccionar material de los individuos explícitamente asociados con el grupo. Esto puede ayudar a tener un fundamento más seguro sobre afirmaciones sobre “el” Fariseo. Puede también ayudar, incidentalmente, a poner en tela de juicio cualquier visión estereotipada del grupo, sea ésta favorable o desfavorable.

1. El primer individuo que podemos considerar como Fariseo es un cierto Eleazar. Es una figura clave en la famosa leyenda de la ruptura entre Juan Hircano (135/4-104 BCE) y los Fariseos, tal como lo cuenta Josefo (Antigüedades 13, 288-298). Durante un banquete ofrecido por Hircano para los amigos Fariseos, estos no encontraron nada que reprocharle. Sólo Eleazar pide que renuncie a ser sumo sacerdote. Hircano, alterado, pide a los Fariseos que determinen una pena para tal arrogancia. Los Fariseos sugieren que Eleazar sea azotado, pero Hircano considera que esa pena tan leve es un insulto a su dignidad. Por consiguiente rompe relaciones con los Fariseos, de los que era o había sido discípulo, 11 y se une (o se acerca) a los Saduceos. Toda la historia es un poco legendaria y sus fuentes históricas no son muy confiables.12 Se menciona a Eleazar junto con los Fariseos, pero no se lo identifica claramente con uno de ellos. Si lo fue, se lo menciona precisamente porque su falta de respeto hacia el sumo sacerdote era excepcional.13

En el relato paralelo del Talmud de Babilonia (b.Qidd. 66a) los nombres, como también otros detalles, son diferentes. Aquí aparece un tal Judá ben Gedidyah, un anciano (Farisaico), que le pide que King Yannai (= el hijo de Juan Hircano y eventual sucesor) renuncie al oficio de sumo sacerdote. El villano de la historia es nuevamente un cierto Eleazar, aquí identificado como hijo de Po‘irah. No está totalmente claro, especialmente a la luz de Josefo, si Judá representa el punto de vista de los Fariseos.

2. La tercera persona que nos interesa aquí aparece en escena en tiempos de Herodes el Grande. Josefo lo llama “Pollion el Fariseo”. Él y su discípulo “Samaias” fueron honrados por Herodes por la ayuda que le habían dado cuando todavía era un estudiante.14 Debido a la semejanza de los nombres, se piensa que Pollion y Samaias son Avtalyon y Shemaya de la literatura rabínica.15 Cuando Josefo menciona a Pollion y a Samaias juntos, solamente dos veces dice del primero que sea Fariseo. Pienso que debemos tomar esta distinción seriamente. Que Juan Hircano y Samaias fueran llamados discípulos de los Fariseos no quiere decir que hayan sido Fariseos.

En todo caso, según Josefo, Pollion fue una persona importante, un hombre con partidarios, que ayudó a Herodes. Por eso, él y sus seguidores fueron exceptuados de un juramento real.16 Es posible que Pollion/Avtalyon fuera un representante de los Fariseos que tuviera autoridad. De Acuerdo a Ant. 14.172-176, su discípulo Samaias era un miembro del Sanedrín, el único a quien Herodes no mató. Los papeles que ambos cumplieron con relación a Herodes están confusos en Josefo.17 Mucho después, la tradición rabínica consideraría a Avtalyion —y Shamiah— como los personajes más importantes de su generación.18

3. El siguiente personaje descrito por Josefo como Fariseo es un tal Saddok (Ant. 18.4) que, junto con Judas el Galileo (o el Gaulanita) fundó la así llamada Cuarta Filosofía en el tiempo del censo de Quirino) c. 6 CE). Josefo no dice nada más sobre Saddok, pero insiste en que “el celo con que Judas y Saddok inspiraron al elemento más joven significó la ruina de nuestra causa”.19 Con característica inconsistencia, Josefo dice, primeramente, que la Cuarta Filosofía no tenía nada en común con los otros grupos judíos (Guerra 2.118). Más adelante, sin embargo, en Ant. 18.23, asegura “En todo lo demás concuerdan con las opiniones de los Fariseos, excepto que tienen una pasión inconquistable por la libertad, porque ven sólo a Dios como [su] líder y maestro.” Mason apunta correctamente que esa “pasión por la libertad” es el principal objetivo de ese grupo, aun en las Antigüedades, y que semejanzas con los Fariseos en áreas de enseñanza no características podrían decirnos más sobre la actitud de Josefo hacia los Fariseos que sobre la proximidad de los dos grupos.20 Por consiguiente, Saddok es otro Fariseo que no es representativo del grupo, aunque Josefo admita (no en la Guerra sino en Antigüedades) la deuda que tiene la Cuarta Filosofía con el Fariseísmo. Esto, de ninguna manera, mitiga el juicio negativo —y torcido— de Josefo sobre sus fundadores.

Si ahora observamos los evangelios, en más o menos 90 referencias a los Fariseos, estos siempre se mencionan en plural. Con una sola excepción (Mt 23,26), Lucas usa el singular cuando Jesús cena en tres ocasiones en la casa de un Fariseo (¿cada vez con uno distinto?).21

4. Solamente se nombra al primero de ellos, Simón (Lc 7,40-44). Lucas sitúa el relato en Galilea. El nombre probablemente es introducido secundariamente de Marcos 14,3, aunque Simón el leproso vivió en Betania y no se lo llama Fariseo.22 Evidentemente, Lucas quiere subrayar que, a pesar de la tensión y las polémicas, Jesús estaba en contacto con algunos Fariseos. Se los pinta a todos como dueños de casa que pueden acomodar a varios invitados en sus hogares.

5. Nicodemo es la única otra persona de la que se dice que es Fariseo en los Evangelios. Aparece sólo en Juan, primeramente hablando con Jesús a la noche (3.1-15), luego defendiéndolo, sin éxito, en el Sanedrín (7,50-52). Finalmente, participa en su entierro (19,39). La confiabilidad histórica de esta información es difícil de afirmar, pero se lo muestra a Nicodemo, aparte de su relación problemática pero permanente con Jesús, no como un mero estereotipo sino como un miembro distinguido de la clase dirigente (“un líder de los Judíos” 3,1) —uno que busca verdad y justicia y ofrece compasión.23

6. En Hechos, Lucas menciona a dos individuos Fariseos: Pablo (sobre el que hablaré en su momento) y su presunto maestro Gamaliel. Se cita a Gamaliel sobre todo en dos ocasiones (5,34-39; 22,3). Es muy importante para la evaluación del movimiento farisaico, porque él y su hijo, Simeon ben Gamaliel, mencionado por Josefo, son las únicas personas identificadas sin ambigüedad como Fariseos y citadas en la literatura rabínica. Por consiguiente, son las únicas relaciones personales entre los Fariseos por un lado y los sabios de la literatura rabínica por otro. Debemos tener en cuenta, sin embargo, que en la cadena de la tradición de la Mishnah Abot 1:16-18, Gamaliel y su hijo aparecen después de Hillel y Shammai, pero sin la fórmula “[ellos] recibieron [la Torá] de ellos”. Esta frase aparece nuevamente en Mishnah Abot 2:8 con referencia a Yohanan ben Zakkai que “recibió de Hillel y Shammai”. Abot de R. Natan, un tratado rabínico antiguo relacionado con la Mishnah Abot, de hecho coloca a Rabban Yohanan ben Zakkai inmediatamente después de Hillel y Shammai.24 Por eso, muchos investigadores concluyen que Gamaliel y su hijo fueron injertados más tarde en un texto ya existente, tal vez para fortalecer reclamos dinásticos de la casa de Judá el Príncipe.25 La relación entre la familia de Gamaliel y los otros sabios es, por consiguiente, más débil que lo que se asume frecuentemente.26

Se describe a Gamaliel en los Hechos como un Fariseo, un miembro del Sanedrín, y “un maestro de la ley, respetado por todo el pueblo” (5,34). Su actitud sabia y tolerante está expresada en la conocida declaración “porque si lo que ellos intentan hacer viene de los hombres, se destruirá por sí mismo, pero si verdaderamente viene de Dios, ustedes no podrán destruirlos y correrán el riesgo de embarcarse en una lucha contra Dios.” (Hechos 5,38-39). Lucas difícilmente podría haber reconstruido un discurso de Gamaliel en una sesión a puertas cerradas del Sanedrín. De hecho, la referencia anacrónica al levantamiento de Teudas (5,36) muestra que el discurso fue compuesto mucho después de esa fecha dramática.27 Nuevamente aquí, pero mucho más en el Evangelio, nos encontramos con la tendencia de Lucas de enfatizar posibles relaciones positivas entre los seguidores de Jesús y los Fariseos.28

En la literatura rabínica no es fácil distinguir las tradiciones de este Gamaliel I (el Viejo) de las de Gamaliel II. Las tradiciones que pueden asignarse a Gamaliel I con cierta exactitud presentan una gran variedad de tópicos.29 Algunas de las decisiones parecen apuntar a mejorar la posición de las mujeres, especialmente en el caso de las viudas, a las que se les permite volver a casarse basándose en un informe de cualquier testigo de la muerte de sus maridos (mYebamot 16:7). Gamaliel, según se dice, escribió cartas refiriéndose al diezmo y la intercalación del calendario en varias comunidades judías en Galilea, en el Sur y en Babilonia. En más de un relato se dice que era modesto y escuchaba la opinión de los demás. Sin embargo, era riguroso al no permitir el uso del Targum de Job. Más tarde se decía que “cuando Rabban Gamaliel el Viejo murió, la gloria de la Ley cesó y murieron la pureza y la abstinencia (perishut).30 Por consiguiente, Lucas y la literatura rabínica nos dan una imagen muy favorable de Gamaliel considerándolo un hombre que defendió a los pobres y perseguidos.

7. Según Hechos 22,3, Pablo era un discípulo de Gamaliel. Hay dudas serias y bien fundamentadas sobre este hecho. Lo que está más allá de las dudas es, sin embargo, que Pablo —por lo menos durante algunos períodos de su vida— se consideró un Fariseo. De hecho, la primera referencia conocida de un Fariseo es Filipenses 3,5-6 en donde Pablo presenta algunos de los principales elementos de su vida, casi en la forma de un breve resumen:

Circuncidado

cuando tenía ocho días

del pueblo

(de) Israel

de la tribu

(de) Benjamín

Hebreo, hijo de Hebreos

...........en cuanto a la Ley:

un Fariseo

..........por el ardor de su celo

...........un perseguidor de la Iglesia

en lo que se refiere a la justicia que procede de la Ley:

...........una conducta irreprochable.

De las 99 referencias a los Fariseos en el Nuevo Testamento, esta es la única fuera de los Evangelios y los Hechos. El corpus paulino no contiene otra mención de los Fariseos. Pablo dice que era un Fariseo “fiel a la ley”, sin más especificaciones, pero el contexto indica que su identificación debería fortalecer sus credenciales a los ojos de la audiencia.

Evidentemente, atribuye a los Fariseos una visión particular o una actitud frente a la Torá. En Gálatas (1,14) en la que da la descripción más detallada de su pasado, dice “y cómo aventajaba en el Judaísmo a muchos compatriotas de mi edad, en mi exceso de celo por las tradiciones paternas”. No estoy seguro si otros Fariseos hubieran estado de acuerdo con esta afirmación,31 pero no hay duda de que Pablo, antes de la experiencia de Damasco, debería considerarse un auténtico Fariseo.32 Está claro que él pretende enfatizar la importancia de la Torá y de las tradiciones de los padres en su comprensión del Judaísmo Farisaico. Como era común entre los rabinos más tardíos, Pablo no ocupaba integralmente su tiempo en el estudio de la Torá. Aparentemente, había aprendido un oficio y era capaz de ganarse la vida aun durante sus viajes misioneros.33

Pablo nunca explica quién o qué lo indujo a perseguir a los seguidores de Jesús, excepto que “por su celo” era “un perseguidor de la Iglesia”. Tampoco dice dónde ni cómo la persiguió. No parece posible que fuera en Jerusalén. Pablo también guarda silencio en cuanto a su lugar de origen y sobre su estadía en Jerusalén antes de la experiencia de su conversión. Solamente cuenta que aun después de su visita a Cefas en Jerusalén no era conocido: “Las Iglesias de Judea que creen en Cristo no me conocían personalmente” (Gál 1,22). En sus propios escritos, Pablo ofrece muy poca información autobiográfica en lo que concierne al tiempo anterior a la experiencia de Damasco.34

Los Hechos agregan muchos más detalles sobre la relación de Pablo con los Fariseos. Mucho de este material refleja los propios intereses de Lucas. Hace decir a Pablo: “Yo soy Judío, nacido en Tarso de Cilicia, pero me he criado en esta ciudad y he sido iniciado a los pies de Gamaliel en la estricta observancia de la Ley de nuestros padres. Estaba lleno de celo por Dios, como ustedes lo están ahora” (Hechos 22,3). Lucas recalca nuevamente la observancia de la Torá y el celo como los elementos centrales del Fariseímo de Pablo. Agrega la palabra akribeia (“precisión”, más que “exactitud”) que es usada a menudo por Josefo cuando se refiere al cuidado y precisión de los Fariseos en interpretar la Torá.35

La afirmación más sorprendente aparece después, en un discurso en defensa propia, cuando Pablo afirma: “Hermanos, yo soy Fariseo, hijo de Fariseos” (Hechos 23,6). ¿Realmente Pablo siguió siendo un Fariseo? ¿Era posible ser un seguidor de Jesús y un Fariseo al mismo tiempo? Para Lucas, por lo menos, la respuesta parece ser afirmativa. En ocasión del así llamado Concilio de Jerusalén, menciona “algunos miembros de la secta de los Fariseos” (Hechos 15,5). Como notamos antes, Lucas insiste en enfatizar la proximidad entre (algunos de) los Fariseos y la primera comunidad cristiana. Según Haenchen, Lucas estaba convencido de que los puentes entre Fariseos y cristianos no habían sido todavía cortados y que la comunión entre los Fariseos y los cristianos aún era posible.36 Aunque se pueda considerar a Pablo como un Fariseo anterior (a pesar de la afirmación de Lucas en contra), los propios escritos de Pablo y los Hechos ofrecen información válida sobre algunos aspectos de la identidad de un Fariseo.

8. El único escritor que fue generalmente considerado Fariseo es Flavio Josefo. Sin embargo, su pertenencia al grupo es tan problemática como la de Pablo. Su relación con el grupo tampoco es muy convincente. Menciona explícitamente su asociación sólo una vez, en su autobiografía: “A los diecinueve años comencé a participar en la vida pública (politeuesthai), asistiendo (katakolouth n) a la escuela de los Fariseos, que está muy cerca de la griega llamada la Escuela Estoica” (Vita 12). Lo esencial del caso es el sentido de los dos verbos indicados. Thackeray, en la traducción de su Loeb Classical Library, y otros interpretan el primero como “gobernar su propia vida”, pero algunos investigadores, más recientemente Mason, arguyen que habría que traducir “participar en la vida pública”. Según Mason, Josefo nunca dijo que se había hecho Fariseo, pero aceptaba sólo el programa político de los Fariseos en cuanto le servía para avanzar en la vida pública.37

Esta hipótesis es muy interesante y explicaría en gran medida las observaciones ambivalentes y, a veces, claramente negativas de Josefo en relación con los Fariseos. Sin embargo, es curioso que, precisamente en este contexto, compare a los Fariseos con los Estoicos cuyas principales características, en el período de Flavio, no parecen haber sido las de un grupo político de presión. Durante el reinado del emperador romano Domiciano, bajo el cual Josefo escribió seguramente estas observaciones (cf. Vita 429), estos representaban la oposición perseguida.38 Hasta Mason admite que por lo menos un punto de comparación entre Fariseos y Estoicos se debe encontrar en su enseñanza —específicamente en su comprensión del destino.39

Aunque Josefo no parece adoptar algunas de las doctrinas de los Fariseos,40 tampoco escribe tal como podríamos esperar de un miembro del grupo. Solamente dos veces se refiere a su propio trato con los Fariseos. Cuenta que en el año 66, al comienzo de la revuelta, “se aventuró fuera del Templo y una vez más se juntó con los sumos sacerdotes y los líderes Fariseos” (Vita 21), para buscar junto con ellos, pero en vano, cómo evitar la escalada de la guerra.

El otro incidente en el que Josefo menciona a algunos Fariseos es bastante complejo. Relata que, a pedido de Juan de Gishala, el Fariseo Simeón ben Gamaliel indujo al sumo sacerdote Saduceo, Ananus, a enviar una delegación de cuatro hombres (entre los cuales tres eran Fariseos) para que lo retiraran a él, Josefo, de su empleo como comandante del ejército en Galilea, y lo arrestaran. Al final, Josefo arresta a dos miembros de la delegación y envía a los cuatro de vuelta a Jerusalén.41 Ciertamente sus relaciones con algunos Fariseos no eran buenas en esa época, aunque podrían haber mejorado más tarde, como lo sugiere la caracterización de Simeón ben Gamaliel en el mismo pasaje.

9. Josefo describe a Simeón ben Gamaliel de la siguiente manera:

un habitante de Jerusalén, de una familia prominente, que pertenecía a la escuela de los Fariseos, que tenía la reputación de sobrepasar a otros por su precisión en lo que concernía a las costumbres ancestrales. Este hombre era muy inteligente y razonaba muy bien. Por su sabiduría práctica era capaz de solucionar situaciones dudosas. Era muy amigo de Juan [de Gishala] desde hacía mucho tiempo, aunque no siempre estaba de acuerdo conmigo. (Vita 191-192).

No está claro por qué Josefo tuvo palabras tan elogiosas hacia alguien que quiso deponerlo de su cargo de oficial y arrestarlo. Mason ve aquí sólo un reconocimiento a pesar de todo de las cualidades conocidas de un adversario, mientras Cohen piensa que una reconciliación —evidenciada por “en esa época”— debe haber tenido lugar.42 En todo caso, es seguro que Simón fue una persona importante. Su antigua amistad con Juan de Gishala, quien, a veces, es caracterizado por Josefo como un líder rebelde e inescrupuloso de Galilea (Guerra 2,585 y passim), es notoria. En otro lugar, sin embargo, Josefo pinta al mismo Juan como un líder moderado que trataba de prevenir una revuelta (Vita 43).

De todas formas, Simón estaba bien conectado en su nativa Jerusalén. Influenció al sumo sacerdote, Ananus (en español, ¿tansliteración del hebreo Janan?) y su partido para que enviara una delegación a fin de retirar a Josefo de su cargo.43 Aparentemente lideró, junto con Ananus, la oposición contra los Zelotes.44 Al mismo círculo pertenecía un sumo sacerdote, Jesús hijo de Gamalas (Vita 193 y passim), a veces identificado con el sumo sacerdote Jesús hijo de Gamaliel.45 Aunque nuestra información sobre las conexiones personales y políticas entre esos hombres es incompleta, está claro que los Fariseos como tales no formaban un partido o representaban un frente unificado opuesto a los Saduceos u otros.46 Simón, en particular, estaba conectado con los círculos sacerdotales que incluían por lo menos a un Saduceo. Tenía influencia pero no tomaba decisiones políticas.

En los textos rabínicos que mencionan a un Simón hijo de Gamaliel (Simón ben Gamliel), encontramos la misma dificultad que con su padre; es decir, que su nombre se repite en varias generaciones de la misma familia. La mayoría de las tradiciones referentes a Simón ben Gamliel se atribuyen a su nieto, que tuvo mucha actividad en el siglo segundo. El criterio más importante para atribuir las tradiciones al Simón más viejo son referencias explícitas o implícitas a la existencia del Templo. A Simón ben Gamaliel I se le acredita el haber reducido drásticamente el precio de las palomas para los sacrificios.47 Según lo que sabemos por Josefo, es muy dudoso que su enseñanza haya tenido un impacto inmediato y decisivo como se describe ahí.

Otro breve relato, contado con algunas variantes en tres fuentes diferentes, relata cómo, durante la fiesta de Sukkot, Simón solía hacer juegos malabares con ocho antorchas encendidas y cómo nadie podía imitar esa u otras acrobacias.48 Probablemente nadie se imaginaría a un líder fariseo en el papel de un artista popular. Esa debe ser una de las razones por las que el relato fue preservado.

Dos tradiciones adicionales se le atribuyen a veces a él, a veces a su padre. Una es la de escribir cartas a varias comunidades judías sobre el calendario y el diezmo y la otra sobre la bendición a una hermosa mujer gentil.49 El material rabínico sobre Simón ben Gamaliel no es extenso. Que decisiones halájicas no fueran casi preservadas en su nombre da que pensar, dada la importancia atribuida a él y especialmente a su familia. Neusner sugiere que el material halájico podría haber sido suprimido porque Simón era partidario de la escuela de Shammai, cuyas reglas fueron reemplazadas más tarde por las de la escuela de Hillel.50 A pesar de que la escasez de tradiciones en su nombre son muy conjeturales, la mejor se encuentra en un dicho atribuido a Simón gen Gamaliel mismo: “Toda mi vida crecí entre los Sabios y no encontré nada mejor para una persona que el silencio. No es el estudio lo que es más importante sino la acción, el que desparrama muchas palabras atrae el pecado” (Mishnah Abot 1:17).

10-12. Los tres Fariseos que quedan pertenecen a la delegación de los cuatro hombres que fueron enviados para destituir a Josefo como general. En su Vita, este los introduce así:

Ellos [Ananus y su entorno] decidieron enviar hombres que eran de diferentes clases sociales, pero del mismo nivel de educación. Dos de ellos, Jonathan y Ananias era laicos,51 afiliados a los Fariseos, el tercero, Jo‘azar (¿?), pertenecía a una familia sacerdotal, y también era Fariseo; Simón, el más joven, era descendiente de sumos sacerdotes. (Vita 197)

La historia de esta delegación ocupa un tercio de la autobiografía de Josefo (Vita 189-332), en cuanto que en un relato más antiguo todo el episodio sólo ocupa algunos párrafos (Guerra 2.626-631). En la Guerra, habla de los cuatro miembros como “hombres distinguidos... oradores muy capaces”. El mismo pasaje difiere de la Vita en otros detalles importantes, incluyendo los nombres de los delegados (Guerra 2.628). Nuestro propósito aquí no es analizar estos pasajes detalladamente, sino ver lo que podemos encontrar de Fariseos en esos personajes.

10. El sacerdote Jo(‘a)zar tiene una posición subordinada en la delegación encabezada por Jonathan. Sabemos por Guerra 2.628 que Joesdrus (=Jo‘azar) era el hijo de un cierto Nomikos, un hombre con un nombre griego muy inusual o un experto en leyes.52 Jo(‘a)zar puede ser idéntico a Jo(‘)azar que fue junto con Josefo a Galilea (Vita 29). Josefo lo acusó a este Jo(‘a)zar de enriquecerse indebidamente cobrando diezmos debidos a los sacerdotes y sobornos (Vita 63,73).

11. Josefo caracteriza tanto a Ananias como a Jonathan como demotikoi. Esta expresión implica un estatus no sacerdotal y un nivel social más bajo, especialmente a los ojos de Josefo, que se enorgullecía de sus antecedentes sacerdotales. En la Guerra, Ananias es identificado como Sadouki, traducido por Thackeray como “hijo de Sadok” (Guerra 2,451, 628 [Loeb Classical Library]). Schlatter puso en duda lo apropiado de esta designación y traducción porque consideraba que Sadouki era un apellido o título (Saduceo), erróneamente introducido aquí.53 ¿Podría ser que Josefo, en un informe anterior haya querido presentar a un Saduceo en lugar de un Fariseo?

Josefo trata a Ananias con mucha hostilidad. Lo describe como un hombre malvado, sin escrúpulos que usa pretextos religiosos para arrestar a Josefo (Vita 290). En un incidente separado, Ananias, junto con otros, fue enviado para negociar el retiro de la guarnición romana de Jerusalén al comienzo de la guerra. Dieron a los romanos una garantía de seguridad, pero rompieron la garantía en cuanto estos depusieron las armas. La guarnición entera, excepto su comandante, fue ejecutada (Guerra 2.451-453). Si tomamos a Josefo con seriedad, teniendo en cuenta sus polémicas personales, pareciera que algunos Fariseos estaban envueltos activamente en la revuelta desde el principio. Al mismo tiempo, algunos estaban, por supuesto, tratando de prevenir la guerra.54

12. Según Vita, en la que se menciona su nombre cincuenta veces, la delegación para arrestar a Josefo estaba liderada por Jonathan. Josefo, de hecho, cita dos cartas que recibió de “Jonathan y de los que estaban con él” (Vita 217,229). Josefo también acusa a Jonathan de haber aprovechado el servicio del Shabbat en la sinagoga de Tiberíades para incitar contra él al populacho (Vita 277, 302). Es difícil medir la veracidad de estas acusaciones pero sugerirían una preponderancia de consideraciones políticas sobre las religiosas.

En Guerra 2.628, el último miembro de la delegación es Judas, hijo de Jonathan, en lugar de Jonathan mismo. Gramáticamente, aparece aquí como hermano de Simón quien, en Vita 197, pertenecía a una familia de sumos sacerdotes. El mismo Judas, hijo de Jonathan, aparece junto con Ananias Sadouki en el incidente de la guarnición. Es difícil decidir en qué tradición confiar: Jonathan el Fariseo laico de Vita, o Judas, hijo de Jonathan y hermano de Simón (¿de la familia de los sumos sacerdotes?) y portavoz de los rebeldes. Probablemente el relato detallado en Vita, escrito para relatar acusaciones específicas por otro historiador y político, Justus de Tiberías (Vita 336), tendría más fundamento. El mejor argumento en su favor sería que se pudiera probar que las cartas de y a Jonathan (Vita 217-218, 226-227, 229) son genuinas, pero dudo que esto sea posible.

CONCLUSIONES

En nuestra búsqueda de las diferentes fuentes hemos podido identificar sólo una docena de individuos Fariseos. Vivieron durante un período de más o menos dos siglos y no son suficientemente numerosos como para sacar conclusiones y hacer una estadística. Debido al carácter de nuestras fuentes, no podemos pretender que constituyeran un ejemplo representativo. Entre los doce, de dos se sabe que se unieron a otros grupos conflictivos (Saddok, Pablo). La identidad farisaica o aun la historicidad de algunos de los otros es dudosa. Dos son sacerdotes (Josefo, Jo‘azar).55

Todos los Fariseos mencionados en Josefo —además, por lo menos, Nicodemo— son políticos activos, aunque más a menudo representan la posición de la minoría o tienen que aceptar la autoridad de otros. Todos excepto Pablo (y el Simón de Lucas) entran y salen de Judea. Pollion, Nicodemo, y también Gamaliel y su hijo, Simón, tienen funciones de liderazgo. Los dos últimos representan el único caso en el que más de un miembro de una familia es conocido como Fariseo.56 Ninguna mujer —ni Shalomzion Alexandra ni ninguna mujer sin nombre— es llamada Farisea. Esto no sorprende demasiado. Sin embargo, si bien los Saduceos eran aun menos conocidos que los Fariseos, la Mishnah menciona mujeres Saduceas.57 En ningún caso tenemos información de cómo alguien se hace Fariseo, excepto la problemática declaración de Josefo de que había decidido seguirlos.

Se nos impone una pregunta: ¿por qué conocemos tan pocos individuos Fariseos? La respuesta más común ha sido que “Fariseo” no era una designación propia y que otros términos, como “sabio” o “escriba” se usaban en su lugar. Está claro que el término parush (“separado”) se usó a menudo con connotaciones negativas en fuentes hebreas y arameas.58 Sin embargo Pablo y Josefo lo usaron para identificarse. Separación “del común de la gente” también se describe como un acto voluntario por parte de los autores de un documento importante y famoso de Qumran, el llamado “Carta Halájica” o 4QMMT.59 Aunque presumiblemente Esenios, defendían posiciones halájicas atribuidas a los Saduceos en la Mishnah.60 Por consiguiente, no podemos simplemente asegurar que “los separados” (= “Fariseos”) fuera, necesariamente, un término peyorativo.

En toda su obra, Josefo menciona sólo a dos Saduceos61 y cuatro Esenios. En el Nuevo Testamento, sólo Hechos 5,17 identifica al sumo sacerdote y su entorno con los Saduceos. Como se sabe muy bien, nunca se mencionan a los Esenios en el Nuevo Testamento ni en la literatura rabínica. Por consiguiente, con la excepción de los seguidores de Jesús, los Fariseos son los miembros individuales más conocidos entre los grupos judíos que eran activos antes de los acontecimientos que llevaron a la revuelta del 66 CE.62

A pesar de estas conclusiones un poco minimalistas, espero que esta investigación “prosopográfica” pueda ayudar a continuar con un estudio más general del Fariseísmo y del Judaísmo del Segundo Templo en varias formas.

Primeramente, debemos aceptar las limitaciones de nuestro conocimiento en lo que se refiere a los Fariseos debido a la naturaleza de nuestras fuentes.

Segundo, a pesar de que un acercamiento “prosopográfico” pueda enseñarnos muy poco sobre la doctrina y observancia de los Fariseos, tenemos algunos atisbos de la vida no de los Fariseos sino de algunos Fariseos. Al mirarlos como individuos, los estereotipos tanto negativos como positivos se ponen en duda.

Tercero, a pesar de no poder generalizar demasiado, todos los individuos estudiados tenían alguna importancia. Muchos, sin embargo, se encontraban en posiciones de minorías o tenían que aceptar la autoridad de otros.

Cuarto, Neusner incluyó más de cincuenta “Fariseos” en su nuevo estudio The Rabbinic Traditions About the Pharisees Before 70. De estos, sólo dos o tres pueden identificarse como tales. Algunos de los excluidos de nuestra lista (e.g. Hillel, Shammai, Simon ben Shetah) podrían haber sido Fariseos, pero su conexión con el grupo sólo aparece en fuentes del siglo quinto o después y no las podemos considerar evidentes.63

Quinto, toda la metodología para identificar a una persona, una doctrina o una composición literaria como Farisaica debe cambiar. En contraste con las generaciones tempranas, hoy los investigadores se sienten incapaces de atribuir con certeza ningún documento anterior al 70 como proveniente de un autor Fariseo.64 Por consiguiente, para entender a los Fariseos primeramente tenemos que reconocer que sabemos mucho menos de lo que creíamos saber.

1 Il Nouvo Zingarelli: Vocabolario della lingua italiana di Nicola Zingarelli, Bologna, 11ª. Ed., 1986.

2 Ver Albert I. Baumgarten, “The Name of the Pharisees”, Journal of Biblical Literature 102 (1983), 411-428.

3 A. Michel-J. Le Moyne, «Pharisiens», Dictionnaire de la Bible. Supplément, Vol. 7 (1966) 1022-1115. Es la más extensa colección de fuentes, que presta especial atención a las relaciones de Jesús y del Nuevo Testamento con los Fariseos.

Jacob Neusner, The Rabbinic Traditions About the Pharisees Before 70. (3 vols. Leiden, 1971); Ofrece un estudio crítico de las tradiciones rabínicas de sabios de antes del 70 y sobre las escuelas de Hillel y Shammai. La afiliación farisea de todos los sabios es asumida más que discutida.

Idem, From Politics to Piety: The Emergence of Pharisaic Judaism (Englewood Cliffs, New Jersey, 1973). Una reconstrucción basada en estudios separados de los Fariseos en Josefo, el Nuevo Testamento y la literatura rabínica.

Ellis Rivkin, A Hidden Revolution. The Pharisees’ Search for the Kingdom Within (Nashville, 1978). Una reconstrucción original, basada en el uso, de alguna manera, acrítico de las fuentes.

Anthony J. Saldarini, Pharisees, Scribes, and Sadducees in Palestinian Society. A Sociological Approach (Wilmington, Delaware, 1988). Usa modelos sociológicos para tratar de elucidar la función de los grupos estudiados.

Marcel Pelletier, Les Pharisiens. Histoire d’un parti méconnu (Paris, 1990). Un panorama general. Desgraciadamente, los estudios mencionados arriba no han sido tomados suficientemente en consideración.

Steve Mason, Flavius Josephus on the Pharisees: A Composition-Critical Study (Leiden, 1991). Un estudio sistemático y crítico de todos los pasajes en los que Josefo habla de los Fariseos.

David B. Gowler, Host, Guest, Enemy, and Friend: Portraits of the Pharisees in Luke and Acts (Emory Studies in Early Christianity), New York: Peter Lang Publishing, 1991. Se concentra en la función literaria de los Fariseos en Lucas y Hechos.

4 Roland Deines, _________________; ver también una revisión crítica, y a veces polémica, de la literatura temprana en Neusner, Rabbinic Traditions About the Pharisees, 3. 320-368; Charlotte Klein, Anti-Judaism in Christian Theology (London, 1978), 67-91; E.P. Sanders, Paul and Palestinian Judaism (London, 1977), 1-12, 33-75).

5 G. Stemberger, Pharisäer, Sadduzäer, Essener (Stuttgarter Bibel-Studien 144; Suttgart, 1991) (Traducido al ingles y al italiano).

6 Cf. Louis Finkelstein, The Pharisees: The Sociological Background of Their Faith, 3rd. ed. with supplement, Philadelphia: JPS, 1962. Idem, The Cambridge History of Judaism, vol. 2, (Cambridge, 1989), 229-277).

7 Shaye J.D. Cohen (“The Significance of Yavneh: Pharisees, Rabbis, and the End of Jewish Sectarianism”, Hebrew Union College Annual 55 [1984] 36n. 20) registra once de ellos. Un fragmento de un evangelio apócrifo (Papyrus Oxyrrhynchus 840.10-11) menciona “un cierto Fariseo sumo sacerdote llamado...” Desgraciadamente, la lectura del nombre es muy dudosa a pesar de que los editores cautamente sugieren el nombre de Levi. Se dice que el sacerdote tiene una discusión con Jesús en el área del Templo sobre los requisitos de purificación. A pesar de haber sido preservado sólo en una copia de alrededor de 400 CE, este texto traiciona un conocimiento detallado no esperado de algunas regulaciones de pureza judías. (e.g. el doble escalón usado en los baños rituales). Este hecho, sin embargo, concede probabilidad histórica sobre el incidente referido. Ver Adolph Bücher, “The New Fragment of an Uncanonical Gospel”, Jewish Quarterly Review 20 (1908), 330-346; François Bovon, “Fragment Oxyrhynchus 840, Fragment of a Lost Gospel, Witness of an Early Christian Controversy Over Purity”, Journal of Biblical Literature 119 (2000), 705-728. Otro Fariseo llamado Arimanius es mencionado en un texto gnóstico de Nag Hammadi (II.1.8,12). Esta pregunta “[¿Dónde] está tu maestro al que sigues?” dirigida a Juan el hijo de Zebedeo, sirve de base a la exposición teológica del tratado. Arimanius aquí parece ser un mecanismo literario más que una figura histórica.

8 Ad Is 8,14: “Duas domus Nazarei... duas familias interpretantur, Sammai et Hellel, ex quibus orti sunt scribae et pharisaei” (“Los Nazarenos interpretan las dos casas [de Is 8,14] como las dos familias, de Shammai y de Hillel, de las que se originan los escribas y Fariseos”) Corpus Christianorum. Series Latina, vol. 73. ed. M. Adriaen, Paris-Turnhout, 1963, p. 116; PL 24.119. Cf. A.F.J. Klijn, “Jerome’s Quotations from a Nazoraean Interpretation of Isaiah”, in Judéo-Christianisme: Récherches… offertes… à J. Danielou (= Récherches de science religieuse 60 [1972] 249-251. S.J.D. Cohen, Significance 52-53.

9 ¿Sobre Judah ben Gedidyah ver más abajo.

10 E.P. Sanders, Paul and Palestinian Judaism, Philadelphia: Fortress, 1977, pp. 60-62; J. Neusner, Judaism: The Evidence of the Mishnah, Chicago: Univ. of Chicago Press, 1981, pp. 70-71; S.J.D. Cohen, Significance, pp. 36-42; Stemberger, Pharisäer, pp. 40, 129-135.

11 Ant. 13.289. La diferencia está en el tiempo verbal. El significado de discípulo (mathts) en este contexto no está claro. Por una parte, puede ser tomado como una manera extraña de decir que Hircano era un Fariseo, como puede inferirse de Ant. 13.296, según lo cual abandonó a los Fariseos por los Saduceos. Por otro lado, a Hircano se lo distingue claramente de “todos los Fariseos” Ant. 13.292. El problema es, sobre todo, literario: ¿Cuál es la idea que quieren dar Josefo y/o sus fuentes de Hircano? Parece que se lo presenta como un alumno o seguidor de los Fariseos, pero nunca como un miembro del grupo.

12 Ver Joseph Sievers, The Hasmoneans and Their Supporters: From Mattathias to the Death of John Hyrcanus, Atlanta: Scholars Press, 1990, pp. 147-150: Emmanuelle Main, “Les Sadducéens vus par Flavius Josèphe”, Revue Biblique 97 (1990) 161-206, especialmente 190-202.

13 Cf. Steve Mason, Flavius Josephus on the Pharisees: A Composition-Critical Study, Leiden: Brill, 1991, pp. 229-230.

14Ant. 15.3-4, 370. Josefo es muy inconsistente en su referencia al juicio por homicidio de Herodes. En la Guerra no menciona ni a Pollion ni a Samaias. En las Antigüedades primeramente cuenta la intervención de Damaias (14.172-176), pero más adelante lo relaciona con Pollion (15,4; cf. 370).

15 mHagiga 2,2; mAvot 1,10-11. Louis Feldman, “The Identity of Pollio, the Pharisee”, Jewish Quarterly Review 49 (1958-59) 53-62. Contra esta identificación J. Neusner, Pharisees I.159.

16 Ant. 15.370: [Herodes] “trató de persuadir también a la gente que rodeaba a Pollion el Fariseo y Samaias y a la mayoría que estaban con ellas que prestaran juramento”.

17 Cf. Ant. 14.172-176 en donde Samaias habla con Ant. 15.370, donde se refiere a Pollion como el protagonista en la misma ocasión. En Ant, 15,3.4, la mayoría de los manuscritos asignan el papel protagónico a Pollion, mientras que otros armonizan la historia con Ant. 14, mencionando en su lugar a Samaias.

18 bPesajim 66a. Para otras tradiciones que les son atribuidas ver Neusner, Rabbinic Traditions, 1.142-58.

19 Ant. 18.10 (trad. Louis Feldman, Loeb Classical Library).

20 Cf. Steve Mason, Flavius Josephus on the Pharisees: A Composition-Critical Study, Leiden: Brill, 1991, pp.282-285.

21 Lc 7,36; 11,7; 14,1. La historia del Fariseo y el recolector de impuestos (Lc 18,9-14) es una parábola que no discutiremos aquí.

22 Muchos autores notan que la base histórica de los relatos del banquete lucano no es cierta. Cf. Gérard Rossé, Il Vangelo di Luca: Commento exegetico e teologico (Roma, 1992), 274; Mark Allan Powell, “The Religious Leaders in Luke: A Literary Critical Study”, Journal of Biblical Literature 109 (1990) 93-110; John T. Carroll, “Luke’s Portrayal of the Pharisees”. Catholic Biblical Quaterly 50 (1988) 604-621).

23 Cf. Jouette M. Bassler, “Mixed Signals: Nicodemus in the Fourth Gospel”, Journal of Biblical Literature 108 (1989) 635-646. El llamado “Evangelio de Nicodemo”, también conocido como los “Hechos de Pilatos”, está inspirado en reminiscencias del Nicodemo de Juan, pero no tiene conexiones históricas con él. Cf. Mario Erbetta, Gli Apocrifi del Nuovo Testamento, vol. I/2, Genova: Marietti, 1981, p. 233).

24 Abot R. Nat. A 14 (Schechter p. 57). En lo que concierne a la(s) relación(es) entre Abot de R. Natan y Mishnah Abot ver Günter Stemberger, Einleitung in Talmud und Midrash (8th ed.; München, 1992) 224.

25 Ver E.G. Giessener Mischna, Abot.

26 Es posible que haya habido más de un prominente Gamaliel en la mitad del siglo I, porque el sumo sacerdote, Jesús, hijo de Gamaliel (Ant. 20.123,223), no parece ser un hermano de su contemporáneo, Simon, hijo de Gamaliel.

27 Ver Schürer-Vermes-Millar Vol. I p.456 n. 6.

28 En algunos textos gnósticos, Gamaliel se transforma en el nombre de un ángel. Cf. “The Gospel of the Egyptians” III.2.52.21 en James A. Robinson, The Nag Hammadi Library, San Francisco: Harper & Row, 1977, p. 199. Un evangelio enteramente apócrifo, datado del siglo V o VI, es atribuido a Gamaliel (Mario Erbetta), Gli Apocrifi del Nuovo Testamento I-III, 1966-1981, I/2, 346-366. Gamaliel es citado en otro Nuevo Testamento apócrifo, pero ninguno de estos textos parece ofrecer información fehaciente independiente de los evangelios canónicos.

29 Ver Neusner, Rabbinic Traditions, 1.341-376, especialmente 364-367 para una conveniente aunque incompleta lista de las 26 tradiciones atribuidas a Gamaliel el Mayor. I. Konovitz (Tannaitic Symposia, Vol. 1 R. Abba-Rabban Gamliel bar Yehudah ha-Nasi [Jerusalem, 1967] pp. 264-274) cita 45 tradiciones diferentes (en hebreo/arameo), pero omite algunas listadas por Neusner e incluye otras que se refieren a Yavneh y que, por consiguiente, deberían ser atribuidas a Gamaliel II.

30 m.Sota 9,15. perishut es una palabra abstracta de la misma raíz que parash como en “Fariseo”. Aquí no parece indicar ninguna conexión con el Fariseísmo. Este texto se encuentra en un apéndice de la Mishnah que contiene material posterior a Judá el Patriarca, su principal redactor. Para el origen de la designación “Fariseo”, ver Albert I. Baumgarten, “The Name of the Pharisees”, Journal of Biblical Literature 102 (1983) 411-428).

31 También Josefo habla en el mismo sentido de él mismo en Vita 8-9.

32 La afirmación de Hyam Maccoby (Paul and Hellenism [London and Philadelphia, 1991] de que “era Jesús el que era el Fariseo, y Pablo el no-Fariseo” es interesante pero infundada. Maccoby piensa que el conocimiento de Pablo de las enseñanzas farisaicas era inadecuado y que, por ende, Pablo no podía haber sido un (¿buen?) Fariseo. Esto nos hace preguntar: ¿Cuáles eran los principales criterios para pertenecer a los Fariseos?

33 1Tes 2,9; 1Cor 4,12; 9,6; cf. Hechos 18,3.

34 Alan F. Segal, Paul the Convert: The Apostolate and Apostasy of Saul the Pharisee (New Haven, 1990), 26. Para discusiones detalladas sobre el Fariseímo de Pablo ver Martín Hengel y Roland Deines, The pre-Christian Paul (London and Philadelphia, 1991) 27-53; K.W. Niebuhr, Heidenapostel aus Israel: Die jüdische Identität des Paulus nach ihrer Darstellung in seinen Briefen (WUNT 62; Tübingen, 1992), 48-57, 108-109.

35 Guerra 2.162; Ant. 17.41; Vita 191.

36 Ernst Haenchen, Die Apostelgeschichte (7th ed.; Göttingen, 1977), 615. Similarmente Franz Mussner, Apostelgeschichte (Neue Bibel; Würzburg, 19840, 138.

37 Steve Mason, Flavius Josephus on the Pharisees, 342-356.

38 Por consiguiente la afirmación de Mason (Flavius Josephus on the Pharisees, 354 n. 37) que el punto principal de comparación es el hecho de que Fariseos y Estoicos tenían funciones similares en sus respectivas sociedades es bastante problemático.

39 Flavius Josephus on the Pharisees, 140.

40 Libro albedrío y providencia: Ant. 16.398; cf. Guerra 2.163; Ant. 13.172; 18.13. Ver Harold W. Attridge, “Josephus and His Works”, en Jewish Writings of the Second Temple Period, ed. By Michael Stone (Compendia… Section 2 Vol. II). Assen: Van Gorcum, 1984, pp. 226-227. Idem. The Interpretation of Biblical History in the Antiquitates Judaicae of Flavius Josephus, Missoula: Scholars Press, 1976, pp. 178-179. Seth Schwartz (Josephus and Judaean Politics, Leiden: Brill, 1990, pp. 172-208) observa cómo la observancia de la Torá es un tema central de las Antigüedades, citado en Ant. 1.14. Como hemos visto, es también central en el Fariseísmo de Pablo. Es también una de las principales facetas del Judaísmo rabínico tardío. Según Schwartz, las Antiquities es propaganda para este postfarisaico tipo de Judaísmo.

41 Vita 191-332; cf. Guerra 2.627-631; Shaye J. D. Cohen, Josephus in Galilee and Rome, Leiden: Brill, 1979.

42 Mason, Flavius Josephus on the Pharisees, 365; Shaye J. D. Cohen, Josephus in Galilee and Rome (Leiden, 1979, 144-145.

43 Vita 193-196. Ananus es la única persona a quien Josefo llama Saduceo (Ant. 20.199) después del amigo de Juan Hircano, Jonathan, casi dos siglos antes (Ant. 13.293-298).

44 Guerra 4.159-160. Aquí la ortografía es Symeon hijo de Gamaliel, pero la identidad de la persona no debería ponerse en duda.

45 Ant. 20.213.223. En algún momento, Schürer-Vermes (History, vol. 1431 n. 5) distingue a los dos, pero en otro (2.232) los considera la misma persona, identificándolos con Joshua hijo de Gamla y Ben Gamla. Louis Feldman (Josephus, Loeb Classical Library vol. 9/10, General Index s.v. “Gamaliel”considera que el sumo sacerdote Jesús ben Gamaliel es un hermano de Simón, pero lo distingue de Jesús hijo de Gamalas. Josefo menciona su propia amistad con Jesús hijo de Gamalas (Vita 204), pero no hace alusión a ninguna relación familiar entre el último y Simón. Ver ahora también Flavius Josephus, Aus meinem Leben (Vita): Kritische Ausgabe. Übersetzung und Kommentar (ed. F. Siegert et al.; Tübingen, 2001), 203.

46 Para un estudio detallado de las poderosas relaciones en Jerusalén, ver Martín Goodman, The Ruling Class of Judaea: The Origins of the Jewish Revolt Against Rome A.D. 66-70 (Cambridge, 1987), esp. 164, 183-187.

47 Mishnah Keritot 1:7; ver Neusner, Rabbinic Traditions, 1.377-378.

48 Ver t.Sukkah 4:4; y.Sukkah 5:4; b.Sukkah 53a.

49 Cartas: t.Sanedrín 2:6; Midrash Tannaim to Deuteronomy 26:13; beautiful Gentile: y.Abodah Zarah 1:9; b.Abodah Zarah 20a.

50 Neusner, Rabbinic Traditions, 1.387.

51 demotikoi es traducido por Tackeray (Loeb Classical Library) como “de los niveles más bajos”. El vocablo tiene la connotación de “común” u “ordinario”. Aquí, sin embargo, parece servir, en primer lugar, para distinguir a los que no eran sacerdotes de los sacerdotes.

52 Muchos traductores toman la palabra como un nombre personal, pero también puede ser un sustantivo común: “experto en leyes”, “escriba”, “abogado” (cf. K.H. Rengstorf et al., A Complete Concordance to Flavius Josephus, 4 vols. [Leiden, 1973-83], s.v. nomikos. El artículo definido precedente hace aparecer algo rara esta solución (cf. sin embargo, Mat 13,55). En contraste con Lucas 7,30, 11,45-52, y 14,3, Josefo nunca conecta Fariseos con nomikoi. Joachim Jeremias (Jerusalem in the Time of Jesus [Philadelphia, 1969], 234) asume sin más pruebas que tanto Jozar/Joezer como su padre eran escribas. Nimikos es un nombre personal común en épocas bizantinas, pero aparentemente no anterior. El padre puede haber tenido un nombre griego, en cuanto que el del hijo era hebreo. Este fenómeno era raro —lo contrario era mucho más común— pero ocurría. Por consiguiente, es imposible llegar a ninguna conclusión definitiva sobre si era una helenización (¿un nombre griego?) o una posición profesional (escriba/abogado) de Jo‘azar o su padre.

53 Adolf Schlatter, Die hebräischen Namen bei Josephus (Gütersloh, 1013), 93 (re-editado en A. Schlatter, Kleinere Schriften zu Flavius Josephus [ed. K.H. Rengstorf, Darmstadt, 1970], 205); cf. S.J.D. Cohen, Josephus, 224 n. 88; Jonathan Price, Jerusalem Under Siege: The Collapse of the Jewish State 66-70 C.E. (Leiden, 19920, 44.

54 Josefo describe tanto la masacre de la guarnición romana como su encuentro “con los sumos sacerdotes y los líderes Fariseos” (Vita 21) enseguida después del asesinato de Menajem. Desde el momento en que cree que en su tentativa de prevenir una guerra total “concordamos con sus opiniones [i.e. de los revolucionarios]” (Vita 22), es posible que Ananias estuviera tratando de colaborar con los revolucionarios para prevenir algo peor. Pero Josefo no lo aclara.

55 Sobre el sumo sacerdote Fariseo mencionado en Papyrus Oxyrrhynchus 840 ver nota 7 más arriba.

56 Ver, sin embargo, Hechos 23,6, en donde se dice que Pablo proclama “Soy Fariseo e hijo de Fariseos”.

57 El término ’ishah perushah en Mishnah Sotah 3:4, a menudo traducido como “mujer Farisea”, debería entenderse como “una mujer que se abstiene” (¿de relaciones maritales?); cf. E. Rivkin, “Defining the Pharisees”, 240-241. Mujeres Saduceas, más precisamente “hijas de los Saduceos”, aparecen en Mishnah Niddah 4:2 y en otros lugares.

58 Ver E. Rivkin, “Defining the Pharisees”. 234-238.

59 E. Quimron y J. Strugnell (eds.), Qumran Cave 4 V: Miqsat Ma’ase Ha-Torah (Discoveries in the Judaean Desert 10; Oxford, 1994).

60 Ibid. 116-117, 162, 187-188, 191-200.

61 Sobre Ananus, ver ahora James Mc.Laren, Journal of Theological Studies 2001.

62 Otros grupos, pequeños y grandes, son mencionados por Josefo y algunos también en el Nuevo Testamento, como la “Cuarta Filosofía” los Sicarios, los Zelotes, Teudas y sus seguidores, un Egipcio y sus seguidores, los Herodianos. Exceptuando a los Zelotes y Sicarios durante la gran revuelta, nuestra información sobre esos grupos es muy limitada.

63 A menudo se ha dado por sentado —y Rivkin (“Defining the Pharisees”, 214-220) trató de demostrar que todos los sabios de antes del 70 eran Fariseos. Esta afirmación no tiene fundamento. Ver Stemberger, Pharisäer, 50.

64 Ver J.H. Chalesworth, The Old Testament Pseudepigrapha (2 vols.; Garden City, NY, 1983-85), 2.642: “Es imprudente rotular estos salmos [los Salmos de Salomón] como si fueran Farisaicos o Esenios”. De hecho, ninguno de los trabajos incluidos en estos dos volúmenes es considerado de origen Farisaico.