ALERTA !!!
NUEVA ERA (NEW AGE)
Por
Isabel Vidal de Tenreiro (traducido del Inglés)
V
XII
¿QUE HACER ANTE EL NEW AGE?
1.
Darnos
cuenta de que “nuestra lucha no es contra fuerzas humanas... nos
enfrentamos con los espíritus y las fuerzas sobrenaturales del mal.”
Por eso tomemos las armas de Dios para poder resistir al Diablo (cf. Ef 6,
10-13).
2.
De
acuerdo a esta exhortación de San Pablo, el New Age no se puede combatir
principalmente con ideas y discusiones, aunque es importante organizar
conferencias que aborden el tema, distribuir material escrito y grabado, sobre
todo para aquellos que realmente desean buscar la verdad. Leerlo, informarse.
También es vital formarse: el Nuevo Catecismo es una fuente importantísima
de instrucción, así como los documentos del Magisterio de la Iglesia. Y por
supuesto, la Palabra de Dios contenida en la Biblia es fuente de formación y
de oración.
3.
Una
de las “armas de Dios”, de las más importantes, es la oración,
que nos servirá de coraza en este combate, nos dará Sabiduría para poder
discernir dónde están los errores y dónde está la Verdad, y nos
proporcionará la Fortaleza para no sentirnos débiles en la lucha. El Santo
Rosario es arma poderosa, por lo que es importante rezarlo diariamente y,
de ser posible, en familia o por lo menos entre dos personas en el hogar.
Donde se reza el Rosario no puede penetrar el Demonio, por aquello que dijo el
Creador a la Serpiente: “Pondré enemistad entre ti y la Mujer...” (Gen
3,8).
4.
La
oración debe estar cimentada en una vida sacramental adecuada: Santo
Sacrificio de la Misa y Comunión frecuentes, de ser posible diarias. Confesión
al menos mensual y, por supuesto cuando se esté en pecado mortal.
5.
Orar
por las personas que han caído en alguna de las manifestaciones del New Age.
Esto es muy importante, pues la Fe de los cristianos -la fe de cada uno de
nosotros y de nuestros hijos está amenazada. También la Iglesia está
amenazada.
A
estas cinco cosas debemos sumar una cruzada de oración y ayuno. Ante el New
Age parece urgente orar y ayunar, unidos todos en una campaña o Cruzada
contra los errores y las herejías que se propagan en el mundo entero, que no
son otra cosa que la gran estocada que el maligno quiere inflingir al Cuerpo Místico
de Cristo que es Su iglesia.
La
oración es el medio adecuado para vencer las malas tentaciones del enemigo.
Estos errores están llevando a muchos a perder la Fe que nos dejó Jesucristo
y con su difusión se quiere socavar los fundamentos mismos de la Iglesia. Es
necesario orar por todas las personas que han caído y por las que siguen
cayendo en esta trampa del Demonio, para que el Todopoderoso en Su infinito
Amor y Misericordia se apiade de ellos. Debemos estar seguros de que la
victoria final es de Jesucristo - “Tú eres Pedro (piedra, roca) y sobre
esta piedra edificaré mi Iglesia, y las fuerzas del infierno no la podrán
vencer” (Mt 16, 18).
El
ayuno es
un ingrediente adicional y necesario en esta Cruzada, por ser ésta una lucha
contra las fuerzas del Mal. Ayunar por amor a los que están cayendo en estos
errores, almas que son de Dios.
XIII.
CONCLUSIONES
Los
Católicos estamos expuestos al peligro inmediato de caer y de hecho, muchos
-inocentemente y sin darse cuenta, tal vez por la novedad de seguir modas
actuales- están cayendo, en el New Age y en el error básico de esta peligrosa
corriente, el cual es creer que podemos “ser como dioses” al tratar
de desarrollar un supuesto potencial ilimitado que se nos dice tenemos
dentro. Pero... ¡no somos dioses! Somos hijos de Dios y estamos llamados a esa
elevada dignidad. No somos dioses, ni podemos ser como Dios, ni podemos llegar a
ser dios: no podemos llegar a la propia divinización.
Todo
lo que somos o tenemos nos viene de Dios, nuestro Padre y Creador, el Dios Único
y Verdadero, Dios Uno y Trino: Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo -la
Santísima y Divinísima Trinidad- a Quien adoramos únicamente, de Quien
dependemos y a Quien tratamos de amar con toda nuestra alma, con toda nuestra
fuerza y con todo nuestro corazón.
¡Gloria
al Padre! ¡Gloria al Hijo! ¡Gloria al Espíritu Santo!
1997