CAPITULO IV

EL PAPADO AVIGNONENSE (1309-1378)

 

1.- Las premisas.

Podemos preguntarnos en este capítulo ¿El cambio hacia Avignon fue casual?.

1.1.- La inseguridad de Roma:

La primera razón que se aduce es la de la situación de Roma. Era una ciudad dividida en facciones nobles (Colonna, Orsini, Caetani), por la presencia de los Angioini, por la amenaza imperial, y por el incipiente movimiento comunal.

Los papas habiéndose negado a la ayuda del emperador, buscaron refugio en localidades más seguras. Así los papas en el 200 y en el 300 estuvieron más fuera de Roma que en la propia ciudad. Las sedes en las que fueron elegidos y vivieron son: Perugia, Viterbo, Nápoles, Anagni, Arezo.

1.2.- La política francesa:

Por un lado la Francia capetingia tendía a sustituir su propia influencia por la alemana, por otro, esto llevaba a la asunción de la máxima responsabilidad en el Estado Pontificio.

Cuenta Dupré Theseide que mientras estaba Gregorio X en Lyon, llegaron los embajadores de Felipe el audaz y le aconsejaron que sería bueno para él estar bajo el gobierno de del rey de Francia. A esto el papa respondió de una manera vaga diciendo que era algo que no dependía de él.

2.- Clemente v.

Clemente V (1305-1314) tuvo algunos problemas urgentes que resolver, que los había heredado de sus predecesores:

·el proceso a Bonifacio VIII, querido por Felipe el hermoso, y aquel contra los que atentaron contra el papa Caetani en Anagni;

·la necesidad de crear un colegio cardenalicio que no fuese inmovilizado por los vetos;

·concluir la paz entre Francia e Inglaterra, para atender a la cruzada

·la cuestión de los Templarios;

·la grave situación que había en Italia, especialmente en Roma.

El retorno a Roma estaba en el programa: Clemente lo prometió y fijó la fecha para el 1311. Pero no lo llegó a realizar. Era un hombre débil de salud y de carácter, para él, el problema principal no era el bien de la Iglesia, sino el lugar donde se podía encontrar mejor. Por esto en el 1309 estableció su lugar de residencia en Avignon, territorio que era un feudo bajo la jurisdicción de los Angioini de Nápoles.

Fue un papa nepotista. Cinco familiares fueron promovidos cardenal, con lo cual reforzó el partido francés. Durante su pontificado creó 24 cardenales, de los cuales 23 eran franceses y 1 inglés.

Frente al rey de Francia tenía una posición muy débil. Existía el problema de la herencia bonifacia. Felipe el hermoso insistía en el propósito de venganza y preguntaba por la apertura de un proceso contra Bonifacio. Los del partido de Bonifacio pretendían una condena de los culpables de la afrenta de Anagni.

La solución fue de compromiso. Los acusadores fueron escuchados en la presencia de los defensores del papa difunto. Estos últimos no combatieron las acusaciones, sino que se limitaron sólo a repetir que un papa no puede ser procesado por el sucesor. Todo se concluye sin ninguna sentencia. Mientras tanto con una bula se mostró la inocencia del rey. Sciarra Colonna y los habitantes de Anagni fueron absueltos, excepto los responsables del saqueo del tesoro papal.

Para testimoniar el favor hacia el rey canonizó a Pietro del Morrone (no pues Celestino V), pero el rey no se contentó con esto, y pidió la desaparición de los Templarios, a lo que tuvo que ceder el papa.

2.1.- El proceso a los Templarios:

Las razones de la animadversión del rey de Francia hacia los Templarios, son aún desconocidas.

Fueron fundados en el 1119 en Jerusalén por Hugo de Penyes y Godofredo de St. Omer. Su fin era para defender los lugares santos y a los peregrinos. Eran llamados .Templarios. porque su sede principal estaba en la zona llamada .Templum Salomonis.. Tenían una regla inspirada en San Bernardo, que para ellos había compuesto el .De laude novae militae ad Milites Templi.. Realizaban tres votos, más el cuarto de defender los lugares santos y a los peregrinos. Se dividían en tres categorías:

1.Chevaliers (nobles).

2.Freres sergents (escuderos)

3.Freres servants des metiers

Había además algunos sacerdotes con las mansiones típicas de su ministerio. La estructura era típica de este tipo de órdenes:

 

Los miembros eran sobre 4000; de los cuales el 50% eran franceses. Estaban bien organizados y con una fuerte disciplina, tenían sus bienes bien administrados, como en general en las órdenes religiosas. Su riqueza era menor que la de los cistercienses, o los mismos Hospitalarios. A diferencia de estos administraban el dinero con un método moderno, como un banco, que disponía de una gran liquidez, y que prestaban sin interés. Tuvieron a finales del 1295 la administración del tesoro del rey de Francia y que se restituyó en el 1303. Eran por lo tanto muy estimados. Su campo de batalla estaba señalado por el coraje y la devoción a la causa.

En el pasado habían tenido problemas por razones jurisdiccionales, porque dependiendo del papa, habían entrado en conflicto con los obispos locales. En el 200 hicieron los proyectos para una unificación de las ordenes caballerescas, con vistas a una cruzada. Parecía lógico, que antes de usar el dinero de los estados, se utilizase las riquezas ya destinadas para este fin.

También se empezó a hablar de incontinencia sexual, de excesos en el beber. Las ceremonias secretas para aceptar a los novicios habían suscitado sospechas.

Inesperadamente en el 1305 Felipe el hermoso comenzó la lucha contra los templarios, siendo las razones muy oscuras. Podemos conjeturar que:

·el rey tenía necesidad de dinero; el pretexto de utilizarlo para la cruzada era una buena forma para apoderarse;

·la orden era un obstáculo para llevar a cabo la política de reforzar el poder del estado deseado por el rey y sus ministros.

Todo comenzó cuando un francés Esquiu de Floyran (1305), que afirmaba haber pertenecido a la orden lanzó una serie de acusaciones:

·en el momento de la admisión de los novicios, estos debían pisotear el crucifijo y escupirle en la cara,

·debían renegar de Cristo,

·debían adorar un ídolo, llamado Bafomet,

·se manchaban con la sodomía, y otras cosas escandalosas.

Clemente, ante las incesantes presiones del rey, consintió la apertura de una severa instrucción contra los Templarios. Parecía que la cosa estaba en manos del papa. Pero el rey continuaba apresando a todos los que vivían en Francia, y confiscaron todos sus bienes, haciendo creer que la operación era con el consentimiento del papa, aunque toda era obra suya. Invitó también a los demás soberanos a hacer lo mismos en sus reinos.

Los interrogatorios fueron acompañados de torturas, que daban los resultados queridos, porque la alternativa era: o confesar para salvar la vida o no confesar y ser condenado a muerte. La mayoría confesó todo aquello que le impusieron.

El papa estaba muy impresionado ante las confesiones de los acusados. Ordenó a todos los soberanos que apresaran a los Templarios y que confiscaran sus bienes en favor de la Iglesia.

La solución final se tomó en el concilio de Vienne, el IX concilio ecuménico, celebrado entre el octubre del 1311 y el Mayo del 1312. El objetivo era:

·resolver definitivamente el problema de los Templarios

·la fe de la Iglesia

·la cruzada

·la reforma.

El método usado era: se trabajaba y discutía en las comisiones, estas pasaban el material al Consistorio que preparaba la bula conclusiva. Esta venía leída en la sesión solemne, sin voto y sin discusión.

Se llegó así a la disolución de la orden. Se declaró concluido el proceso contra Bonifacio VIII. Para la cruzada se acordó la concesión de los diezmos por seis años y una vaga promesa de los reyes de Francia e Inglaterra. El concilio afrontó algunas cuestiones doctrinales, como las relativas a la pobreza en la orden franciscana, la condena de Pier di Giovanni Olivi y a la enseñanza de las lenguas orientales en la universidad.

3.- La elección de Avignon. Los Papas.

1. Juan XXII (1316-34);

2. Nicolás V (1328-30), antipapa;

3.Benedicto XII (1334-42);

4.Clemente VI (1342-52);

5.Inocencio VI (1352-62);

6.Urbano V (1362-70);

7.Gregorio XI (1370-78).

La elección de Avignon no fue casual. El continuo desplazamiento de Clemente V no le gustaba a su sucesor. Una administración además tiene necesidad de una sede estable y fácilmente alcanzable. Avignon estaba en una posición favorable. Estaba a mitad de camino entre Italia y España. Se llegaba fácilmente desde Alemania y desde los estados del Norte. Tenía una buena colocación estratégica. Estaba bajo la jurisdicción del conde de Provenza, vasallo de la Iglesia por el reino de Sicilia, estaba cerca de Francia sin ser un súbdito

Tenía todas las ventajas para ser una buena capital, pero le faltaba la apostolicidad, era una elección política, pero no espiritual.

Fue Juan XXII el que la eligió y el sucesor estableció la curia. Clemente VI en el 1348 ofreció por la ciudad de Avignon y su territorio 80.000 escudos de oro a la reina Juana I de Nápoles. Por fuerza de esta legítima posesión, Avignon con el Condado Venassino forma parte del Estado Pontificio hasta la Revolución Francesa. Si examinamos el colegio cardenalicio en el periodo avignonense vemos la preponderancia de los franceses.

Los .limosini. constituían la facción dominante. Podía dirigir la elección del papa a su placer e influir en la elección cardenalicia de los mismos.

3.1.- El palacio de los papas:

Para evitar el desorden de la época de Clemente V, Juan XXII decide de sistematizar su curia de forma digna y funcional. Restauró el palacio del obispo. Hace construir las torres angulares y establece sus habitaciones en la parte Sur. En la parte Este viene colocada la cocina, el comedor y el consistorio. El resto de la corte viene a alojada en la zona Oeste. Además el palacio de los papas asume una propia fisonomía bajo Benedicto XII, que construye el Palacio viejo, mientras el Palacio nuevo fue obra de Clemente VI.

3.2.- El conflicto con Ludovico el Bávaro:

Después de dos años y tres meses de cónclave fue elegido Giacomo Duèse de Cahors, que tomó el nombre de Juan XXII (1316-1334). Fue un papa de alto perfil. Tenía una buena preparación teológica y era un magnífico administrador. Pero era un doctrinal sobre todo rígido y un decidido sostenedor de los intereses franceses.

El hecho dominante de su pontificado fue el conflicto con el imperio germánico. A la muerte de Enrique VII, la mayoría de los electores eligieron al duque Ludovico de Baviera con el nombre de Ludovico IV (1314-1347), mientras el partido de Ausburgo había elegido al duque Federico el Hermoso de Austria, nieto de Rodolfo de Ausburgo (1314). El papa, al que habían acudido los dos contendientes se declara neutral; su pensamiento era que en caso de duda debían esperar a que la Santa Sede dirimiera el caso. Y tal postura la mantiene también después de la victoria de Ludovico en Muhldorf (1322).

Se abre un conflicto por la cuestión de Italia. Según la teoría de la curia, Juan XXII reivindicaba para el papado, como vicario imperial, el derecho de gobernar Italia durante el periodo de sede vacante de la corona imperial. Por tanto declaró la .vacatio imperial. y confirmó a Roberto de Angió en calidad de .vicario imperial.. Ludovico reacciona y va hacia Italia en el 1323 como su vicario Bertoldo de Neiffen. El papa que estaba bajo el influjo francés, ordenó deponer en tres meses el gobierno de Alemania, y la decisión fue tomada por la Santa Sede. (Octubre 1323).

Ludovico protestó en Nuremberg (diciembre 1323), acusó al papa de ser un promotor de herejías y apeló a un concilio. El papa lo excomulgó y desvinculó a los súbditos de la obediencia (23 marzo 1324). Ludovico acusó de nuevo al papa de hereje por la definición que había dado sobre la pobreza de Cristo en contra de los franciscanos más rígidos, por lo que no lo consideraba papa legítimo.

Comienza una batalla literaria, con una amplia producción de libros polémicos. En primer lugar estaban los franciscanos espirituales. Occam escribe el .Dialogus de imperatorum et pontificum potestate. (1347). En este y en otros tratados sostiene la tesis de que el primado del papa no es una institución absolutamente necesaria, derivada de Cristo.

Ludovico en 1327 llega a Italia y el 17 de enero 1328, se hace coronar emperador en Roma, en nombre del pueblo romano por Sciarra Colonna. Después hace declarar a Juan XXII depuesto del pontificado como herético, y hace elegir como antipapa un franciscano italiano, de la facción de los espiritualistas, Pedro de Corvara, que toma el nombre de Nicolás V (1328-1330), como respuesta el papa de Avignon proclamó la cruzada y Ludovico debió volver a Alemania donde las posiciones eran muy fuertes.

Una reconciliación era posible pero no era este el pensamiento del pontífice, que, en los últimos años, fue implicado en una disputa teológica sobre el estado de las almas de los justos. En algunas predicaciones de 1331 él había dicho que el alma de los justos, incluyendo la Virgen y los apóstoles, llegaría a la visión beatífica de Dios sólo después del Juicio Universal. Se desencadenó una violenta polémica y en el lecho de muerte se retracto de estas posiciones.

Con su sucesor, Benedicto XII (1334-42) la reconciliación era posible, pero hubo obstáculos ya sea por Felipe VI de Francia o por Roberto de Nápoles. en Alemania se tomo mal el hecho, produciéndose una fuerte reacción nacional. Los obispos firmaron una carta colectiva con la petición de una reconciliación. Los príncipes electores juraron una liga perpetua para la defensa de los derechos y el honor del imperio. Así mismo, proclamaron por acuerdo que el emperador elegido no tendría necesidad de ninguna confirmación papal para asumir el título de rey para gobernar los territorios del imperio germánico (16 julio 1338 en Rhens). En la dieta de Francfort se reafirman en el mismo sentido. Al papa sólo le quedaba el derecho de coronar al elegido.

En 1341 se produce un cambio, Ludovico con el pretexto de casar a su hijo Ludovico, marqués de Brandeburgo, con su cuñada Margarita Maultasch, condesa del Tirol, disuelve por su propia autoridad, con el consejo de Marsilio y Occam, el matrimonio existente con anterioridad de Margarita con el príncipe Juan Enrique de Bohemia. El papa reacciona (Clemente VI) y excomulga a Ludovico el Bávaro, invitando a realizar una nueva elección. La muerte de Ludovico abre el camino a Carlos IV de Luxemburgo, marqués de Moravia, hijo del rey Juan de Bohemia y nieto de Enrique VII. Fue definido .Rex clericorum. por cuanto debía conceder a la curia de Avignon, sin dañar los derechos del imperio y de la nación. Fue un notable emperador.

4.- La corte en Avignon.

La corte pontificia se presenta como una familia en torno al papa,. Comprendía los familiares del papa y los oficiales de la Sede Apostólica. Es un conjunto en torno a 650 personas

Para el gobierno de la Iglesia, estaba el papa ayudado por algunos órganos que hacían las veces de verdaderos ministerios:

·la Cancillería (con funciones deliberativas);

·la Cámara Apostólica (tesoro);

·la Rota;

·la Penitenciaría;

·la Casa del papa.

4.1.- La Cancillería:

Constituía el centro motor del gobierno. Estaba presidida por un Vicecanciller, que con Clemente V era siempre un cardenal. Formalmente debía .expedir las cartas.. En realidad su cometido era el de decidir sobre las cuestiones de política eclesiástica. Se ocupaba de las relaciones con los príncipes, los legados y nuncios, vigilar sobre los estados de la Iglesia y responder a las demandas de favores y beneficios.

Comprendía 7 oficinas:

·de las Súplicas;

·de los Exámenes;

·de las Minutas;

·de la Grossa (la redacción definitiva de los documentos en littera grossata);

·del Corrector;

·del Sello;

·del Registro.

La actividad mayor estaba unida a la respuesta a las súplicas. Éstas, salvo la respuesta negativa, debían ser redactadas en el estilo de la curia. Eran presentadas al papa que, si consentía, hacía escribir: .Fiat, fiat ut petitur..

4.2.- La Cámara Apostólica:

Era un verdadero ministerio de las finanzas, puesto en las dependencias papales. Era conducida por el Camerarius, siempre un obispo, destinado al cardenalato. Podemos decir que en un cierto sentido era el brazo derecho del papa, encargado de enviar las cartas más delicadas en nombre del papa. En el siglo XIV la Cámara recibía la jurisdicción civil y criminal para los estados de la Iglesia.

Para las causas había un tribunal. En primera instancia era competencia del auditor de la Cámara y el viceauditor. El debate venía entre el procurador fiscal y los abogados fiscales. En última instancia era competencia del camararius, cuya sentencia era definitiva y juzgaba. La Cámara disponía también de una prisión.

Los recursos de la Cámara comprendían las entradas de los estados de la Iglesia, los censos de los estados vasallos, el dinero de S. Pedro y sobre todo el disfrute de los beneficios eclesiásticos:

·Servicios comunes: era la tasa pagada en el acto de elección de un obispo o abad, y correspondía por Bonifacio VIII a un tercio del rédito de las mesas episcopales, que superaban los 100 florines. La mitad de ellas eran para la Cámara y la otra mitad para los cardenales presentes en la curia.

·Décima: impuesto extraordinario, la décima parte del rédito neto de un beneficio en una ocasión particular y de urgente necesidad.

·Servicios minutas: era lo que tenían que donar los nuevos electos al personal de corte y a los cardenales.

·Sagrada: con ocasión de la consagración de un obispo o de la bendición de un abad, tenían que pagar una tasa que venía dividida entre el personal de la curia.

·Derechos de Cancillería: Eran las tasas para pagar en algunas ocasiones, como por ejemplo, el envío de una bula.

·Anual: cuando un beneficiado tomaba posesión de un beneficio debía pagar una tasa correspondiente a los frutos del mismo en el primer año.

·Sedes vacantes: eran los réditos de los beneficios vacantes, durante todo el tiempo que estaba en esta situación.

·Derecho de espolio: cuando moría un obispo o un abad los colectores de la Cámara apostólica tenían el derecho de coger todo lo que se encontraran, dejando a los herederos lo que restaba.

·Subsidios caritativos: era en realidad un pretexto para una nueva tasa.

·Procurationes: tasa que debían pagar cuando un obispo no hacía una visita, que era obligada de hacer.

4.3.- El tribunal de la Rota:

Para dirimir los numerosos litigios no eran suficientes los capellanes del papa o auditores de las causas. En su poder sólo estaba el instruir las causas, pero las sentencias eran del papa, con el aumento de las causas y de los recursos, fue necesario crear un aparato de justicia. En primer plano estaba el Consistorio Apostólico, corte de justicia donde los jueces eran el papa y los cardenales (Audiencia cardenalicia), u otros jueces con poder delegado (Audiencia de las causas del papacio Apostólico). Clemente V en el 1309 había encargado a un colegio de auditores de ocuparse de las discusiones de las causas. En el 1337 aparece el nombre de Rota. Introducida la causa, se designaba el auditor, citando por tres veces a la parte adversa. La causa se iniciaba cuando la campana de la catedral tocaba tres veces.

4.4.- La Penitenciaría:

Tenia la labor de absolver los pecados reservados y de levantar las excomuniones y se ocupaba de las irregularidades y las dispensas. El jefe era el penitenciario mayor que era un cardenal ayudado de personal cualificado, que conocían varias lenguas, y que eran capaces de escribir las cartas.

4.5.- La casa del papa:

Tenía un amplio personal que se ocupaba de la vida cotidiana. Una recompensa muy importante era la de entrar a formar parte de los capellanes del papa; que contaban con los oficiales y tenían diversos privilegios, unos grandes estipendios y un status importante.

5.- El retorno del papa a Roma.

Mientras que los papas estuvieron en Avignon la situación en Italia y en el estado pontificio se precipitaba. Muchas ciudades se rebelaron contra el dominio de los papas.

La restauración del poder pontificio en Italia estaba condicionado a un retorno de este a Roma. Esto lo lleva a cabo el cardenal Egido de Albornoz, con dos expediciones (1353-57, 1358-67) devolvió orden y restituyó el poder papal en el estado pontificio.

El retorno del papa era querido por toda la cristiandad menos por Francia. El primero en empeñarse seriamente fue Urbano V (1362-70, era benedictino), fue un papa pío, lleno de celo por la reforma, iluminado. Es venerado como beato. A pesar de la protesta del rey de Francia y de los cardenales franceses, en 1367 dejó Avignon y se trasladó a Roma donde fue acogido con entusiasmo. No obstante la situación no era todavía segura, por lo cual el papa, a pesar de la amonestación de Sta. Brígida, en otoño de 1370 volvió a Avignon, donde poco después murió.

En este punto la situación se hace explosiva, por un lado por el duro gobierno de los legados franceses, y por el otro por la propaganda de Florencia que incitaba a la rebelión.

Es elegido Gregorio XI (1370-78), que declaró la guerra a Florencia (.guerra de los Ocho Santos.), excomulgando a la ciudad. Este papa enérgico de 42 años mandó sobre Italia las tropas bretonas que había reclutado él mismo. Los soldados se sobrepasaron de tal manera que el odio en la ciudad creció desmesuradamente.

Sta. Catalina de Siena puso empeño para que el papa volviese a Roma. No obstante la decisión ciertamente procede del propio papa, fue él quien quiso proceder después de haber llevado a cabo una total regulación. En particular la santa le alentaba a venir sin concesiones y desarmado. El papa buscó volver con una suficiente dotación financiera y se hizo acompañar de 2000 soldados, dirigidos por Roberto de Turenne. Así en enero de 1377 el papa entraba en su ciudad. Desde este momento la residencia papal será el Vaticano y no el Laterano como lo había sido en los siglos pasados, a pesar de todas las esperanzas de la santa, la situación no había cambiado, así termina el exilio y comienza el cisma.

6.- Avignon en la historiografía.

Es un caso historiográfico muy delicado, los juicios hasta no hace mucho tiempo estaban divididos, contrapuestos, por una parte estaban los italianos y los alemanes, y por otra los franceses.

Estos historiadores dependían de cuanto habían dicho los contemporáneos, para los cuales, Avignon era .Babilonia., y el periodo pasado allí por lo papas venía juzgado como exilio, cautividad, llegando incluso al punto crítico de identificar al papa con el Anticristo. El conflicto se produce sobre la valoración de la permanencia en Avignon, que para unos sería negativo en tanto en cuanto supone el origen del centralismo administrativo, de la fiscalidad, del nepotismo, de la relajación de costumbres; y para otros positivo, ya que habría permitido al papado, organizarse mejor, atender a las artes, a la cultura y promover las misiones.

Se preguntan también sobre la relación con Francia (¿Los papas fueron capellanes o siervos de los reyes franceses?), con Italia, con el imperio, y con el pueblo cristiano.

Otras preguntas se refieren a la relación papa-cardenales, donde estos últimos adquieren derechos con respecto al papa, llegándose incluso a concebir la Iglesia romana como un conjunto de papa y cardenales. Pretendían ser de derecho divino y por lo tanto condicionar al papa.

Tras la apertura de los archivos vaticanos por León XIII, fue posible acceder al enorme material, ahí conservado. Mollat ofrece una reconstrucción histórica objetiva, informada, segura, capaz de reconocer debilidades y errores, sombras, pero también luces, de esta visión no podemos prescindir. No obstante falta la lectura eclesiológica, que nos ofrece Dupré Theseider, el cual ha sacado a la luz el aislamiento de Bonifacio VIII contra el cardenalato, .dominado de una clara tendencia oligárquica.. Pero después ha afirmado con claridad que el nudo del problema no era esta o aquella ventaja, el juicio no era sobre el valor de la administración, o la capacidad de la fiscalidad, sino por el hecho inequívoco de que el papa es tal por ser obispo de Roma.

En contra de la visión anterior se muestra John E. Wrigley, que afirma que la colocación de Avignon era mejor que la de Roma, al estar más centrada y segura; la curia de Avignon pudo por tanto experimentar una administración más eficiente, que permitía al papa, jugar un papel más marcado desde el punto de vista económico y político. Para él el error no fue ir a Avignon sino volver. El cisma fue su consecuencia.

Raoul Manselli dice que la oposición entre la iglesia espiritual y la carnal fue uno de los componentes de la vida del papado en Avignon. También hay que destacar el distanciamiento cada vez mayor entre el pueblo y la jerarquía, la cual se centró nada más en consolidar su status cuasi de corte principesca, dejando de lado la iglesia espiritual.

Jean Favier, ha sacado a la luz las reacciones del clero francés a la vuelta a Roma y a la consumación del cisma. El clero se acostumbró a tener el papa en Avignon. El clero se tomó el cisma casi como un retorno a Avignon, similar al de Urbano V. Por tanto el pueblo cristiano en el inicio no permanece traumatizado, para el pueblo lo importante es tener los sacramentos, del cisma se ocupó el clero instruido, los universitarios, los políticos.

Edith Pásztor ha manifestado que las premisas del cisma ya estaban en Avignon. Los cardenales en los 70 años de permanencia en Francia se habían constituido en una oligarquía, en manos de las grandes familias francesas e influenciadas por el rey, excluyendo a los italianos. Prevalece en ellos el interés político, quieren reducir el poder del papa, y condicionarlo, y les molesta el discurso sobre la reforma.

Con Urbano V el contraste con los cardenales se hace evidente, por lo cual, con el fin de volver a Italia, debía crear cardenales que le fueran fieles. La elección de Gregorio XI se debe al favor de los .limosini., que pensaban así evitar la vuelta a Italia.