CAPÍTULO II

LOS MOVIMIENTOS RELIGIOSOS DEL SIGLO XII. PREDICADORES ITINERANTES, MONJES Y CANÓNIGOS

La edad gregoriana había iniciado una profunda reforma de la cristiandad occidental y había puesto el acento sobre la pureza del sacerdocio y la libertad de la Iglesia con respecto al poder laico. El monacato había comenzado ya antes su reforma a partir del siglo X, sobre todo la de los benedictinos que se irradia en toda Europa. Se encuentran monasterios cluniacenses en territorio francés, italiano, español o inglés. También se extenderá en todo el imperio la Reforma Lorenesa.

Hacia el 1100 el monacato benedictino no tenía, por tanto, necesidad de una reforma, ya que él mismo era portador de esta reforma. Es cierto que el primer lanzamiento de esta reforma se frenó, pero sumado todo los monasterios benedictinos eran todavía una fuerza espiritual, cultural y económica importante en el mundo occidental.

.Reforma. no podemos entenderla como que primero existía una decadencia y luego un resurgimiento, sino que en la Edad Media significa también una nueva estructuración una nueva orientación de la vida religiosa.

Durante siglos nadie había dudado que el monacato cenobítico, que seguía la Regla de San Benito en occidente, fuera la mejor expresión de la imitación de Cristo, al mismo tiempo que la mejor realización de la Iglesia primitiva de Jerusalén. Constituía el ideal del monacato cluniacense, imitar la vida de la Iglesia del tiempo de los apóstoles.

Los monjes tenían un papel muy preciso en la sociedad feudal. Según el modelo de .las tres rangos de la sociedad feudal., desarrollada por clérigos: oradores, veladores, trabajadores.

·       Los oradores piden por la estabilidad y el bien de la sociedad, siendo sobre todo los monjes, pero en general entendido como los clérigos.

·       Los veladores defienden la sociedad contra sus enemigos. Son el rey, los príncipes, los feudatarios, los caballeros, la nobleza.

·       Los trabajadores son los campesinos que deben proveer a las necesidades alimenticias para los otros dos rangos.

Es famoso el poema del obispo Adalberone de Laon (1030) Carmen ad Robertum regem donde se expresa esta concepción de la sociedad.

Esta división tripartita de la sociedad se pone en duda a finales del siglo XI. Observamos en este momento que los hombres buscan una nueva realización de su vocación cristiana sin seguir los modelos tradicionales feudales.

Las reformas benedictinas eran espléndidas, pero entrar en estos conventos a menudo estaba limitado a los miembros de la aristocracia. Este monopolio de la nobleza, que se extenderá también a los cabildos de las catedrales, vendrá contestado en el XI. Podemos comprobarlo en los escritos de Ildegarda de Rupertsberg a la abadesa de Tenxwindis en Andernach.

Lo que la reforma gregoriana había iniciado con el clero llega ahora incluso a los laicos, que buscan nuevas vías de vivir el evangelio. Podemos descubrir tres ideas fundamentales que guiado la reforma religioso-monástica del siglo XII: pobreza, vida eremítica y predicaciones. Estas tres propuestas se entremezclan y eran sólo en parte conciliables con la Regla de San Benito. La originalidad del .nuevo monacato. consistía en la particular mezcla de estos tres elementos.

Este vasto movimiento monástico-religiosos del XII comprende formas monásticas eremíticas y otras formas que ponen el acento sobre la vida en común, vida cenobítica. Podemos ya encontrar las primeras manifestaciones anticlericales que acabarán siendo heréticas. No podemos caer, no obstante, en la equivocación de identificar las nuevas manifestaciones monacales con las herejías medievales, ya que los confines entre ambas expresiones de suyo son muy vagos, lo cual sirve también para el siglo XIII, la época de las órdenes mendicantes.

Podemos poner como ejemplo el caso de un noble de Lomoges que funda un eremitorio en Muret, tomando el nombre de Esteban de Muret (+1124), tras su muerte sus discípulos fundan un monasterio en la Diócesis de Limoges, en Grandmont. El cuarto abad escribirá una Regla que contiene muchas enseñanzas orales de Estefano de Muret, afirmando que todo lo anterior a su fundador no tiene nada que ver con la raíz del modo de vida cenobítica, las cuales se derivan de vivir santamente el Evangelio.

Muchas órdenes de este momento desean seguir al .Cristo desnudo., presente ya en San Jerónimo. Esta fórmula adquirirá un sentido de pobreza, Así, en diversos lugares de Francia, aparecerán grupos de persona de procedencia no muy definida que se llaman a sí mismos .pobres de Cristo.. Llevarán un estilo de vida severo, su pobreza será real y convincente. Su ideal será sobre todo la .imitación de Cristo.. Apreciaron de modo especial el Evangelio de San Mateo, ya que con los discursos críticos contra los fariseos contenidos en el mismo, podían ser aplicados a la situación de la Iglesia de su tiempo, ya que su crítica se centrará contra los clérigos y los monjes; también aprecian el Evangelio de San Lucas, con su petición de pobreza, para expulsar a los .ricos del Templo., la propia Iglesia de su tiempo. Junto a los evangelios, estos predicadores itinerantes acuden voluntariamente a la vida de los padres del desierto, llevando a hacer aparecer con fuerza en occidente la figura de San Antonio Abad, eremita, llegando a ser muy popular.

De este modo se entremezclan dos ideales cristianos, el de los predicadores itinerantes, que invitan a la gente a la penitencia, siendo la guía de muchas almas insatisfechas de la Iglesia oficial, y el ideal eremita que busca la soledad y la vida simple, llegando a ser así también padre espiritual de las personas que le siguen, de los discípulos. Todo ello bajo el título general de .pobres de Cristo..

La vida eremítica había sido siempre honrada en la Iglesia, aunque en la Iglesia latina fuese más bien una excepción. Desde el XI encontramos una abundancia de eremitismo que se extiende desde Italia hasta Escocia. Los inicios serán en Italia, aunque no se sabe muy bien donde comenzó. Ciertamente en el Mediodía italiano con sus tradiciones griegas nos hablan de un aprecio de los eremitas , pero el despertar del eremitismo no parece que se deba tanto al influjo griego, El centro estará en Toscana y en torno a Ravena siendo el personaje más importante será San Romualdo, que era un carismático predecesor  de los .pobres de Cristo..

Su discípulo Pier Damiano será el encargado de poner la teoría, el cual desde el 1043 dirigirá los Eremitas de Fuente Abelanna. Pier Damiano escribe en 1042 la Vita Romualdi dando a sus hermanos un modelo hagiográfico para imitar. En 1057 redacta su ordenación definitiva para su propios eremitas, una especie de Regla, teniendo gran influencia en otros grupos posteriores, sobre todo en Italia donde poseerán un ideal moderado. Pier Damiano no promueve el eremitismo itinerante, que tendrá gran éxito en Francia, sino una comunidad estable.

El eremitismo francés está menos fundamentado en la Regla de San Benito, y por lo tanto, menos unido a la .stabilitas loci., confundiéndose con la idea del predicador itinerante más que en otros países. En Francia no estarán aislados en una soledad inaccesible sino que viven en los bosques atrayendo a gente pobre que se ubica entorno a su eremitismo. Sus secuaces no son sólo hombres al margen de la sociedad sino también muchas mujeres, algunas prostitutas.

Un ejemplo de este modo de vida lo encontramos en el caso de Roberto de Arbrissel. Nace hacia el 1045 siendo hijo de un párroco. Hacia 1078 va a estudiar a París, llegando a ser sacerdote. En 1095 comienza como predicador itinerante, su aspecto era descuidado, vestido con ropas sucias dejando parte de su cuerpo al descubierto, con largas barbas y cabellos que cubrían sus frente, con los pies descalzos, dando la impresión de ser un mendigo. Su predicación agresiva y apasionada al mismo tiempo, atrajo a una gran multitud de admiradores, sobre todo mujeres, que le seguían por todas partes. En 1096 Urbano II, durante su viaje a Francia para el Concilio de Clermont, le concedió un mandato de predicación unido a un monitum para que se moderase en sus predicaciones.

En 1098 Roberto decidió o le indujeron a fundar una comunidad fija en Fontevrault. El eje de la convivencia casta entre hombres y mujeres era el ideal original. Instaló dos comunidades separadas, una para hombres y otra para mujeres; en otros casos los funda para leprosos y prostitutas.

Roberto se llamará magister, no abad, de su fundación. Encarga la dirección de la fundación a dos viudas nobles de su séquito, cosa que realizará siempre en sus fundaciones, ya que pone a la cabeza una abadesa. El mismo retoma su vida inestable de predicador itinerante fundando otras comunidades similares que siempre estarán guiadas por mujeres.

Muere Roberto en 1116 siendo un personaje muy discutido y controvertido en su tiempo, con admiradores y acérrimos adversarios que le acusarán de descuidar todas las reglas de un comportamiento decente y de instigar a la plebe contra el propio clero, y de saltarse el orden instituido. Uno de sus adversarios fue el obispo Marbodo de Reims (+1123), un hombre muy considerado en la iglesia francesa de su tiempo. Este obispo en una carta abierta que dirigió a Roberto expresaba graves acusaciones contra él y sus fundaciones. Entre las acusaciones vertidas está la escandalosa familiaridad de Roberto y sus hermanos con las mujeres, llegando a sostener incluso que jóvenes de su orden tras sostener relaciones sexuales con él habían dado a luz dentro del convento. Otra acusación se refería a la presunción de sus secuaces que afirmaban ser .discípulos del Maestro.. Con respecto a la predicación de Roberto condena la descalificación global de todos los eclesiásticos que Roberto considera como mentirosos e hipócritas. Termina diciendo que lo Roberto hace .no es predicación sino denigración.

Otro predicador extremista será Norberto de Xanten. Nace entre 1080-1085 como hijo putativo de un noble feudatario de la Baja Renania. Fue destinado desde la infancia al estado clerical, llegará a ser canónigo de la Colegiata de San Víctor de Xanten. Estuvo en Roma, formando parte del séquito del arzobispo de Colonia, en el clamoroso evento de Pascual II en 1111. En 1115 sufrió una conversión, en un momento de extremo peligro para su vida al caerle un rayo en el campo, haciéndose ordenar diácono y sacerdote. Poco después dejará su comunidad de Xanten y comienza una vida de predicador itinerante en Alemania siendo extremadamente crítico con la Iglesia oficial. Por sus dificultades con la jerarquía, en 1118 tiene que comparecer delante de un sínodo ante legados pontificios en Asia. Por estas dificultades en Alemania se traslada a Francia y consigue del papa Gelasio II un permiso de predicación itinerante.

Su actividad en Francia atrajo a mucha gente, sobre todo mujeres, que se le unieron. Tras un intento fallido de transformar el cabildo y la Colegiata de San Martín de Laon, el benévolo obispo de Laon le permitió retirarse con algunos de sus partidarios a un bosque cercano a Laon donde fundó en otoño de 1120 una comunidad de canónigos con ideales eremíticos. En 1121 esta Comunidad, bajo la dirección de Norberto, toma la Regla del .Ordo Monasterii. del círculo de San Agustín, muy severa, siendo el inicio de la Orden de los Premostratenses. También aquí hubo mujeres, al principio, asociadas a los canónigos. Con rapidez imitaron este ejemplo otras comunidades premostratenses, de modo que los primeros conventos eran dobles monasterios, uno para canónigos y otro para hermanas. El número de las mujeres aumentó con rapidez, superando al de los hombres. Será en 1140, en un Capítulo General de la Orden, cuando se decide la abolición de este sistema de los dobles monasterios.

Norberto tras la fundación de Prèmontrè (1121) continuó actuando como predicador itinerante. Fundó también otros monasterios de este tipo como Floreffe y Cappenberg, siempre sin consultar al obispo diocesano fiándose sólo de la protección del emperador Enrique V.

En los primeros momentos no había encontrado una competencia específica para su comunidad, sólo eran un grupo de eremitas que vivían según una regla para canónigos. En una segunda fase (1126), cuando accede a la dignidad de Arzobispo de Magdeburgo, cambiarán las perspectivas y se desentiende de su fundación de Prèmontrè. Es cierto que fundará algunos monasterios incluso en su diócesis, siempre por motivos misioneros, pero su comportamiento personal dejará perplejos a sus antiguos amigos. Encargará predicaciones y cura de almas a las numerosas comunidades premostratenses que se difundieron al oriente del Elba.

Junto con los Cistercienses contribuyeron en gran medida a la expansión de la civilización occidental en los países del este europeo: Hungría, Bohemia y Polonia. Ambas órdenes se difundieron muy rápidamente. Aunque las ideas que sostienen no son originales, tenían dos ventajas: al comienzo tienen hombres excelentes, carismáticos, y una óptima organización. Norberto y Bernardo de Claraval eran afines en sus sentimientos y finalidades, y ambos eran hombres difíciles.

Si Norberto fue el fundador de los Premostratenses, sin su sucesor Hugo de Fosses (+1164) esta fundación quizá no hubiese sobrevivido. Introdujo costumbres escritas inspirándose en las cistercienses, instituyó capítulos generales, reguló las relaciones con los obispos, institucionalizó el orden, por lo que se puede considerar el verdadero fundador. Norberto muere en Magdeburgo en 1134.

La dirección espiritual de casi todas las fundaciones del Nuevo Monacato era al comienzo bastante vago. Suelen comenzar con una fase eremítica contraseñada por extremas condiciones de pobreza. Con respeto a la Regla muchos fundadores consideraron la .Regula Benedicti. menos adaptada a su programa y orientación, por lo que prefieren la de San Agustín, no por ser más severa sino porque les daba más libertad para organizarse como querían. Los Gramontenses de Esteban de Mireux y los Fontevalvrinos que tuvieron al comienzo reglas propias, acabaron transformándose en congregaciones benedictinas. Norberto elegirá una regla de San Agustín, el .Ordo Monasterii.. Tenemos un ejemplo curioso en Gilberto de Serpringham que funda hacia 1130 en Inglaterra un monasterio doble, que llegará a ser el centro de la Congregación de los Gilbertinos. Gilberto había diseñado un instituto bastante complejo, no sólo con monasterios masculinos y femeninos, uno junto al otro, usando la misma iglesia que se construía entre los dos conventos, impidiendo que una comunidad viese a la otra. Las monjas observaron la Regla de San Benito, los canónigos seguían la de San Agustín, y los hermanos y las hermanas laicas sus propias constituciones.

Entre los grupos de eremitas del bosque de Colan, en Borgoña, elegimos dos grupos bastante diversos: Los Certosinos fundados por Bruno de Bolonia y los Cistercienses. Los Certosinos no quieren adoptar ninguna regla antigua, mientras que los Cistercienses vuelven a una observancia más estricta de la Regla de San Benito.

Los Cistercienses, la fundación de Cîteaux, serán muy importantes en la Edad Media, eclipsando a todas las iniciativas hasta aquí descritas, regularizando y clarificando las aspiraciones del Nuevo Monacato. Las fuentes sobre sus inicios son numerosas distinguiéndose de las de las demás órdenes de ese mismo período. No existe una vida del fundador o de los primeros abades. Entre los documentos de fundación del orden figuran cartas de los papas y de los legados papales, y los documentos y privilegios que encontramos en el cartulario del Monasterio de Molesme y de Cîteaux.

Tenemos sobre todo dos textos principales: uno narrativo llamado Exordium parvum y un texto constitucional llamado Carta Caritatis. El Exordium es una intoducción histórica sobre los inicios de Cîteaux, a la constitución del Orden. La Constitución se encuentra en la Carta Caritatis. Ninguna de ellas son obras en sí mismas, sino que forman parte de un conjunto más amplio, de un Corpus Consuetudini, un libro de los usos en el que la vida cisterciense encontraba su expresión concreta. Hasta hace pocos decenios constituyeron materia de discusión entre los especialistas. Lo que está claro es que estos textos han tenido más de una redacción. La Carta Caritatis I sería la que presentó el abad Esteban al papa Calixto II (1119). En la II la posición de Cîteaux pasa a segunda línea en la relación con otras instituciones tras el Capítulo General ya celebrado (1135-1149), actualizándose la redacción.

Los comienzos de Cîteaux están marcados por el carisma personal de los primeros abades, aunque no conocemos muchos detalles de su biografía. El fundador es Roberto de Molesme, típico representante del Nuevo Monacato del siglo XI, el cual ha vivido en mucho monasterios que ha ido abandonando para encontrar su propia vocación. Tras una fase de vida eremítica en el bosque de Colan, fundó en 1075 un monasterio según sus ideas, el de Molesme. Estando descontento con el desarrollo de su fundación, que poco a poco se alejaba del ideal eremítico de soledad y pobreza, en 1098 abandona su fundación con algunos de sus monjes y vuelve a comenzar desde el principio con la fundación de Cîteaux en 1098. La Comunidad de Molesme y los nobles del lugar deseaban el retorno de su abad, consiguiéndolo por medio de un decreto pontificio, donde morirá en 1111.

El hecho nuevo de la convivencia de canónigos y religiosas en la Edad Media, se trata en parte de un movimiento femenino, y los diversos fundadores estarán atentos a este fenómeno por lo que fomentan la institución de monasterios dobles. Los obispos han contemplado este fenómeno con mucha preocupación.

Los cistercienses no tuvieron al comienzo una rama femenina, pero a lo largo del XII y XIII muchos conventos benedictinos femeninos u otros se asociaran al Orden Cisterciense, a pesar de que el Orden no las quería. Un Capítulo General 1222 prohibió expresamente la anexión de monasterios femeninos, pero sin tener éxito, ya que no pocas comunidades femeninas obtuvieron directamente un privilegio papal con el que se presentaron al Capítulo General de los Cistercienses y les obligaron a concederles la anexión.

El sucesor de Roberto de Molesme en Cîteaux será Alberico que dará una dirección estable a la Orden y una fisonomía propia. En 1100 consigue la autonomia del monasterio por un privilegio romano. Alberico dará también una Consuetudine, una forma propia de vida, inspirándose en la Regla de San Benito, siendo una decidida vuelta a la simplicidad de su Regla. Instala también un propio escritorio con la finalidad de procurarse los propios libros de coro y libros para la Lectio Divina, obteniendo así una independencia intelectual y litúrgica de otros monasterios.

Decisiva fue también la obra del tercer abad de Cîteaux Esteban Hardy (1109), un inglés que es calificado como el verdadero fundador del Orden Cisterciense. Dio a la reforma una impronta claramente reconocible sin destacarse del ideal de pobreza del Nuevo Monacato. Un criterio esencial para él era la vuelta a una observancia más estricta de la Regla de San Benito contra una tradición benedictina plurisecular.

Este principio de la .rectitudo Regole. o .puritas Regole., incluso .Regola ad literam., los primeros cistercienses lo han aplicado coherentemente a todos los campos de la vida monástica, como por ejemplo a la liturgia cuya simplificación era revolucionaria, la obligación para todos del trabajo manual, la renuncia a las rentas procedentes de propiedades de tierras cultivadas por campesinos dependientes, soledad, silencio y separación del mundo. Los monasterios se construían de nuevo, según proyectos de edificación muy similares, en lugares preferentemente desiertos, con la iglesia destinada solamente a los monjes, sin campanario, sin órgano, sin imágenes y sin esculturas. Los monasterios no eran accesibles al público, mucho menos a las mujeres.

·       Autonomía de cada una de las abadías, siendo una reacción al sistema de los prioratos y monasterios dependientes de la Congregación de Cluny.

·       Principio de la filiación, concepto nuevo en la tradición monástica, que significa una relación permanente de la .casa madre. con la .abadía hija.. El abad de la .casa madre. tenía el derecho de visita canónica de los monasterios fundados por  su convento.

·       El Capítulo General Anual en Cîteaux en el que el abad de Cîteaux actuaba como presidente, pero siendo sólo un .primus inter pares.. Las decisiones para toda la Orden eran tomadas por los capitulares, que eran los abades de todos los monasterios autónomos que debían participar.

El acontecimiento más clamorosa del abad Hardy fue la entrada del noble Bernardo de Fontaines con 30 socios en la primavera de 1113. Este hecho de la entrada de San Bernardo cambió la situación de Cîteaux, hasta ahora sólo sobrevivía por la falta de vocaciones, desde ahora comenzará la expansión de la reforma.

Para las primeras fundaciones tienen particular importancia dos Clairvaux (Claraval) y Morimond, ambas en 1115. Bernardo será el primer abad de Claraval. En pocos años empieza una expansión vertiginosa que en gran parte se atribuye a la fascinación de la personalidad poliédrica de Bernardo de Claraval. A su muerte (+1153) Bernardo será padre de 68 abadías hijas de Claraval, alas que se sumarán las fundadas por las .hijas., un total de 164 abadías que forman la genealogía de Claraval. Claraval tendrá en 1150, 200 monjes y 300 hermanos conversos. En 1250 habrá 647 abadías cistercienses en todas las artes de Europa y de los Estados Cruzados, con más de 20.000 monjes incluidos los conversos.

Bernardo era un personaje de fama mundial, no era sólo un abad y un escritor espiritual de un refinamiento y profundidad raramente alcanzada o superada, sino también uno de los más influyentes hombres políticos de su tiempo, en continuo contacto con papas, emperadores, reyes, obispos, príncipes... Era una excepción pero también un ejemplo, ya que su carrera -es canonizado en 1174- demuestra cómo el movimiento religioso del Nuevo Monacato que comenzó como un movimiento de protesta, algunas veces anticlerical, desemboca con los Cistercienses y otras órdenes en la Iglesia del XII y XIII dando a la Iglesia insignes cardenales y papas.

Junto a las corrientes cenobítica y eremítica del Nuevo Monacato surge el Movimiento de los Canónigos, frecuentemente olvidado. Lo cierto es que fue más importante de lo que hoy se piensa, estando todavía su estudio muy retrasado aun hoy. Podemos evidenciar algunas fases de este Movimiento:

1.     Distinción entre monjes y canónigos. Se remonta a la Reforma Carolingia y aparece ya en el obispo de Cloredango Metz (+766) el cual escribió una primera Regla para sus canónigos, muy inspirada en la Regla de San Benito.

2.     Sínodo de Aquisgrán (816, Ludovico el Pío, 817-819), manteniendo la distinción monjes y canónigos. Junto a decisiones sobre la observancia monástica publicó también una Institutio Canonicorum. Los canónigos y las canónigas que vivían según esta Regla de Aquisgrán no se obligaban con un voto, ni estaban obligados a la pobreza personal. Consideraban como su empeño llevar una vida en comunidad, una vida en varios aspectos similar a la monástica, pero menos rigurosa. Su finalidad principal era la liturgia solemne en la propia misa.

3.     Durante la reforma eclesiástica del XI comienza otra fase, manifestándose otro ideal, el ideal de la vita communis con pobreza personal siguiendo el ejemplo de la Iglesia primitiva de Jerusalén. El Sínodo Lateranense de 1059 puede situarse en este contexto, fijando expresamente este ideal. Sus recomendaciones no eran novedosas, ya en Alemania hacia el año 1000 se verificó una restauración de la vida de los canónigos, siendo su característica principal la relación de este movimiento alemán con la Iglesia imperial sobre todo con los emperadores sálicos, destacando Hildeshein y Bamberga que se transformarán en modelo para las comunidades de canónigos con carácter cuasi monásticos. En Francia y en Italia la reforma será un poco diversa, no está promovida por los soberanos sino que toma su inspiración o del apoyo de un obispo o de modelos eremíticos. En Italia un primer centro se sitúa en Rávena, donde el obispo Juan de Cesena realizó hacia el 1042 una reforma del clero y de su diócesis, intentando separarse de los monjes  desarrollar una espiritualidad específica para los clérigos; los canónigos se transforman en los verdaderos imitadores de los Apóstoles. Propósitos similares tuvieron lugar en Roma y sus contornos. Las ideas de Rávena fueron rápidamente difundidas por Pier Damiani que sostenía que los canónigos debían abandonar la Regla de Aquisgrán para retornar a la propia fuente, es decir el ejemplo de la vida apostólica como viene descrita en el libro de los Hechos, capítulo 4. Esta claro que la vida apostólica era el objetivo eclesiástico papal desde 1059 que se desarrollará en la Reforma Gregoriana. De suyo el papa Gregorio VII llevará a cabo la cuasi asimilación de los canónigos a los monjes. Los resultados prácticos eran escasos a finales del siglo XI. Un gran obstáculo para esta difusión será la lucha de las investiduras, ya que las colegiatas alemanas estaban muy unidas con el emperador.

4.     Una etapa decisiva será el pontificado de Urbano II (1088-1099). Este papa puso a muchas colegiatas reformadas bajo la protección pontificia y desarrolló todo un programa de reforma que asignaba a los canónigos un puesto bien claro y determinado en toda la Iglesia. Encontramos estas ideas en el privilegio que concedió a la colegiata de Rottenbuch en Baviera, donde aparece por primera vez una explícita referencia a la observancia de la Regla de San Agustín. Hasta este momento la Regla de San Agustín tenía un papel modesto en el programa de los reformadores, pero con Urbano II se transforma en un modelo de vida a imitar por los canónigos y sobre todo el autor de una Regla para observar, como los monjes observan la Regla de San Benito. Lo cierto es que la Regla de San Agustín no era una entidad homogénea, substancialmente consistía de dos partes bastante diversas: el Preceptum, que da más bien una orientación espiritual a la vida monástica, con un sentido bastante moderado; y el Ordo Monasterii que está contraseñado por breves formulaciones y prescripciones bastante ascéticas, que hablan de ayuno, abstinencia, silencio, trabajo manual, largos oficios corales nocturnos, contiene además una ordenación litúrgica muy distinto del romano. Según L. Verheijen el Preceptum es de San Agustín, pero el Ordo Monasterii no lo es, pudiendo ser de su discípulo Alipius, del ambiente africano agustiniano. En el XI y XII ambos son considerados textos agustinianos, aun captando la diversidad de los mismos. La diferencia de las dos reglas provocó diferencias dentro del movimiento de los canónigos. Un grupo consideró vinculante sólo la primera parte, formando así el Ordo Antiquus de los canónigos. Otros canónigos querían observar sólo la segunda parte y se transformaron en el Ordo Novus. Es difícil decir hoy cuantas colegiatas reformadas siguieron uno u otro Ordo. Los Premostratenses eligen el Ordo Novus. En Alemania tendrá la prevalencia también el Novus. En Francia, por medio de Italia se impondrá el Antiquus. En el siglo XII aparecerá el Textus receptus de la Regla de San Agustín, que se convertirá en la auténtica Regla para multitud de órdenes masculinas y femeninas hasta nuestros días. La actual es el Preceptus con la primera fase del Ordo Monasterii.

La multiplicidad y diversidad del Nuevo Monacato que se ha expresado también en seguir tantas reglas, turbaron a no pocos contemporáneos provocando duras afirmaciones críticas. Esto se comprende cuando se ve la radicalidad con que los nuevos monjes intentaban llevar a cabo los nuevos programas, sobre todo en los primeros tiempos. El canónigo premostratense Anselmo de Havelberg hacia mediados del XII, se opuso a estas críticas sosteniendo que la multiplicidad de formas religiosas en la Iglesia no podía maravillar ya que con el progreso del tiempo deberían multiplicarse aun más para renovar la juventud de la Iglesia.