6. La Historia de los Francos

1. Intención y Forma

En su prefacio Gregorio se lamenta que en la Galia de su tiempo "... no se puede encontrar un hombre que escriba un libro sobre lo que pasa hoy ..." En algún momento, después de su consagración en agosto del 573, habiendo sopesado cuidadosamente las demandas sobre su tiempo y su fuerza para sus nuevas responsabilidades; y teniendo una creciente necesidad de descanso, se propuso escribir un libro de historia contemporánea. Continuó trabajando en éste hasta el año de su muerte (594), aunque su libro termina el 591. Naturalmente iba a pensar en términos de crónica, porque "... en el siglo sexto un historiador de eventos contemporáneos significaba un historiógrafo, y un historiógrafo significaba un cronista, un registrador que listaba los hechos forma cuasi diaria mientras ocurrían, escogiendo entresacando su material sin duda, pero escribiéndolos en orden cronológico."

La Historia de los Francos de Gregorio es, por supuesto, mucho más que una crónica. Hay un fuerte sentido narrativo, los eventos más importantes están construidos en secuencias dramáticas, y Gregorio no es un mal cuentista; mientras que los incidentes pequeños son escritos a la manera de una crónica. La alternativa de recolectar material durante un cierto número de años y entonces, en un momento propicio, sentarse a escribir una historia filosófica y razonada, vista en perspectiva, con causas y efectos, en su debida proporción y balanceada apropiadamente, no se le ocurrió a Gregorio. Desde su ventajoso punto en Tours, quería describir lo que pasaba en el momento. La vida era mucho más incierta entonces, y si hubiera adoptado un punto de vista moderno para escribir, habría muerto con todas sus notas alrededor y sin ningún libro.

Todavía tenemos el problema de decidir cuándo empezó, en la Historia que tenemos, la narrativa contemporánea. Podemos asumir, junto a Thorpe, que esto se sitúa al principio del libro V, con el asesinato del rey Sigiberto el 575. Pero al mismo tiempo Gregorio miraba hacia atrás, investigando. Se inspiró en las lecturas de las crónicas de Eusebio, Paulo Orosio y San Jerónimo, y su propio conocimiento de la Biblia. Así, se dio el trabajo de hilar la historia del mundo desde Adán y Eva hasta la muerte de San Martín de Tours el 397, es decir, resumir en un libro de 35 capítulos '5596 años de historia'. Thorpe asume que fue escrito antes que los libros V-X. El paso siguiente era rellenar el vacío entre el año 397 y el 575, es decir, escribir los libros II, III y IV, desde Trajano hasta su propio episcopado, sobrepasándose ligeramente en el tiempo con el libro V.

Un cuarto paso, probablemente después del año 584 cuando escribía el Liber in Gloria Martyrum Beatorum, el Liber Vitae Patruum y el Liber in gloria Confessorum, fue agregar 68 capítulos con información eclesial (vidas de santos, concilios, historias de obispos, asuntos de la Iglesia etc.)

2. Deudas Históricas y Literarias

La mayor parte del libro I es una reescritura del viejo y nuevo testamento. En éste y el siguiente, Gregorio menciona constantemente los nombres de Eusebio, Jerónimo y Paulo Orosio. También se refiere a diversos textos como Sulpicio Severo (Gesta Pilati, Historiae Sacrae), Victorio de Aquitania (Cursus Paschalis), San Jerónimo (De Viris Illustribus), y a otros libros anónimos como el Sancti Saturnini, Passio Sancti Irenaei, Vita Sancti Hilarii Pictavensis Episcopi, Inventio Sanctae Crucis, y Itinerarium Theodosii de Situ Terrae Sanctae.

En los capítulos 8 y 9 del segundo libro Gregorio se lanza a descubrir la primera mención de un rey franco, y se dirige a un material hoy perdido, como la Historia de Renatus Profuturus Frigeridus, y la Historia de Sulpicio Alexander, de donde cita amplios pasajes. Toma más material de Paulo Orosio, la Eneida, luego se refiere a la Vita Sancti Aniani, dos cartas de Sidonio Apolinar, y a las Cartas y Homilías de San Avitus. Cita una carta de San Eugenio, y otros detalles son extraídos del Passiones martyrum in Africa, la Vita Sancyi Remigii episcopi Remensis y la Vita Sancti Maxentii.

En los 8 libros restantes se cita en menor cantidad a estos autores, más tres contemporáneos: Ferreolus, Sulpicio Severo y Venancio Fortunatus (próximo obispo de Tours). Pero a cambio, transcribió el texto original de siete documentos:

     

  1. La carta de fundación enviada a los obispos vecinos por Santa Radegunda cuando estaba estableciendo su convento en Poitiers. (HF, IX, 42)

     

     

  2. La respuesta enviada a Santa Radegunda por siete obispos: Eufronius de Tours, Praetextatus de Rouen, Germanus de París, Félix de Nantes, Domitianus de Angers, Victorio de Rennes y Domnolus de Le Mans. (HF, IX 39)

     

     

  3. El texto del tratado de Andelot firmado por el rey Guntram y el rey Childeberto II el 587. (HF, IX, 20)

     

     

  4. El discurso que el Papa Gregorio envió a los habitantes de Roma asolados por las plagas, justo antes de su consagración el 590. (HF, X, 1)

     

     

  5. La carta de simpatía y soporte enviada el 590 por diez de sus compañeros prelados a Gundegisil, obispo de Bordeaux y metropolitano, quien falló en controlar la rebelión en el convento de Santa Radegunda en Poitiers. Los obispos que firmaron la carta son: Aetherius de Lyons, Syagrio de Autun, Aunacharius de Auxerre, Hesychius de Grenoble, Agrícola de Nevers, Urbicus de Riez, Félix de Belley, Veranus de Cavaillon, Bertram de Le Mans y Félix de Châlons-sur-Marne. (HF, IX, 41)

     

     

  6. El juicio, en el año 590, dado a la abadesa Leubovera y las dos monjas rebeldes Clotilde y Basina. Éste fue hecho por Gregorio Metropolitano de Tours, Ebregesil obispo de Colonia, Maroveus obispo de Poitiers, Gundegisil Metropolitano de Bourdeaux, y otros obispos de dicha provincia. (HF, X, 15)

     

     

  7. La lista de ayunos, abstinencias y vigilias observadas en la Catedral y otras iglesias de Tours. (HF, X, 31)

     

Es una lista impresionante, según Thorpe. Recordemos que estos documentos se han conservado sólo porque Gregorio los transcribió en la Historia de los Francos. Con los números 3, 6 y 7 Gregorio tenía relaciones personales. El número 4 fue traído de Roma el 590 por el diácono Agiulfo, de memoria o en un escrito. Los numerales concernientes al convento de Santa Radegunda deben haber sido copiados de los archivos parroquiales de Tours.

La educación de Gregorio fue más eclesiástica que secular. Como hemos visto, desde los 12 años fue educado por el archidiácono Avitus en Clermont-Ferrand. Los textos latinos que estudió en su niñez, fueron los Salmos, los Evangelios y las Epístolas, más que trabajos de los escritores clásicos romanos que estaban a su disposición. No parece haber remediado este vacío, excepto por algunas lecturas de la Eneida, aunque esto puede ser un rastro de la enseñanza de Avitus.

3. Conocimiento Personal

Para obtener información sobre los eventos ocurridos antes del año 539, con la invasión de Theudebert a Italia, nuestro santo sólo podía apoyarse en libros y rumores. Su propia observación de los eventos nacionales no puede haber empezado antes del 563, cuando a la edad de 25 años fue ordenado diácono.

Por otra parte, como hemos visto, tenía muchos amigos y conexiones en altos puestos, por lo que no hay duda que tuvo serias conversaciones sobre los acontecimientos de su tiempo con san Avitus de Clermont-Ferrand, con su tío abuelo el obispo Nicetio, y su primo el obispo Eufronius. Para el período comprendido entre el año 538 y el 573, tenía medios para obtener información confiable, aunque él no formara parte de los eventos que describía. Esto nos lleva del libro III, 32 al libro IV, 57. Es claramente los libros V al X donde debemos buscar sus contribuciones personales.

4. Credibilidad

Con los límites impuestos por las circunstancias Gregorio de Tours era concienzudo y afinado escritor de eventos, y así ha sido reconocido a través de los siglos. Claude Fauchet lo llamó el "padre de la historia francesa", y J. J. Ampére lo describió como "el Heródoto de la Barbarie". Mucho de lo que describió lo vio con sus propios ojos. De tiempo en tiempo, copiaba documentos originales completos para sostener sus argumentos. La Historia contiene referencias a un gran número de libros que el obispo consultó con cuidado.

Cuando había recogido información oral, añadió a las palabras fertur/ferunt, se dice, dicen; para dejar en claro que escribía las opiniones de otras personas. Cuando no estaba seguro de algo, lo admitía. Aunque sus descubrimientos son algo confusos, el intento de descubrir la primera ocasión en la cual un líder de los francos recibió el título de Rey, es una pieza de primera calidad de investigación histórica; sus 'autoridades' están expuestas de una manera ordenada, con los pasajes importantes copiados extensamente, autores que hoy en día no poseemos o de los cuales nunca oímos nada.

Pero comentarios adversos también se han hecho. Gregorio era un galo-romano escribiendo una historia de los francos: ha sido acusado por teutones patrióticos de ser injusto con los merovingios al exagerar su brutalidad. Gregorio era un celoso hombre de iglesia, y naturalmente veía todas las situaciones desde el punto de vista de la iglesia; y un rey que asistiera regularmente a misa, o un conde que hiciera grandes esfuerzos para proteger a la iglesia y sus propiedades, puede esperar ver sus vicios reducidos o perdonados. Como ha sido explicado, nuestro obispo inventaba ágiles conversaciones acomodadas a las situaciones; un aparato dramático ocupado con gran efecto hasta por historiadores ingleses del siglo XIX.

La documentación ha sido puesta contra él, ha sido acusado de explayarse en eventos menores donde él jugaba un rol importante, en detrimento de procesos más importantes. Se ha dicho que miraba al mundo desde las ventanas de su iglesia en Tours y que se complacía en charlas locales intrascendentes. Esto no se puede negar, pero es impugnar su escogencia de material y su sentido de juicio; recordando que a la vez nos enseña mucho de lo que deseamos saber de la sociedad de su tiempo. Cometió algunos errores en fechas y nombres, siempre en tono menor: "Gregorio a veces afirma cosas que no son ciertas, pero esto pasa cuando no sabía la verdad, o era mal informado por sus fuentes. Nunca ha sido culpado de calumnia o falsedad."

5. Lenguaje

Gregorio escribía como hablaba. Su lenguaje es el latín hablado cotidianamente en la Galia del siglo VI, usado por un hombre criado por una familia culta y distinguida, y muy consciente de su posición como obispo metropolitano. No hay evidencia de que haya dictado la Historia de los Francos. En cuanto a los primeros libros, consultó sus fuentes y preparó su propia versión de las circunstancias que deseaba describir. En el resto de los libros, las partes más interesantes de la historia, los eventos pasaban y Gregorio formaba parte de ellos o juntaba información. Después, en un momento adecuado, añadía algunas páginas a su creciente manuscrito. No hay duda que tenía amanuenses para hacer copias, pues era un hombre ocupado.

No es apropiado ni importante comparar su latín con el de los clásicos como César o Cicerón, y es injusto comparar su estilo con el latín de Eginardo u otros escritores del Renacimiento Carolingio. Su lengua es vernácula, moviéndose rápidamente del discurso de la era de Augusto hacia los primeros textos del Viejo Francés. Es rico en su vocabulario, sus sintaxis se libera gradualmente de las reglas, su morfología cambia de una estructura sintética a una analítica, donde las preposiciones y los artículos reemplazan a las declinaciones latinas.

Está consciente de las carencias de su lenguaje. "Mi latín puede ser provincial pero no puedo dejar pasar en silencio las cosas que he visto" y otras frases por el estilo nos lo demuestra. Es provincial en tanto cuanto es de la Provincia de la Galia. En efecto, él es el primero de quejarse de lo mal que se habla en su tiempo.

Gregorio de Tours estaba rodeado de francos, y la mayor parte de ellos debe haber hablado su propia lengua antes que el latín, o solamente el franco. No hay evidencia que él hablara el dialecto, y ciertamente no conocía el griego.

Su estilo es plano y sin adornos. Las palabras tienen una simple función narrativa: cuentan una historia, dejan constancia de un juicio, en alguna ocasión expresan emociones, nada más. Su lenguaje es rico y variado pero no ornamentado. Está consciente de ello como escribe en el prefacio: "Mi estilo no es muy refinado", y en otras partes.

7. Los Roles Femeninos

El estado de guerra constante y de peligro permanente, ya sea humano o divino, ayudó a perpetuar el elemento germánico de la flexibilidad de los roles. Margaret Wade explica que la naturaleza generalmente desordenada de la sociedad permitía un marco de acción más amplio para la influencia personal de las mujeres. Los recursos humanos, tan escasos, debían ser utilizados de acuerdo con el talento de cada uno, éstos debían fluir según las necesidades más urgentes de la sociedad en formación. A continuación analizaremos los datos de la Historia de los Francos, en relación a los tres roles.

1. Función Económica

Este rol se refiere, principalmente, a dos aspectos. El primero tiene que ver con la morgengabe, y el segundo con la administración del tesoro y las joyas.

En la mañana siguiente a la primera noche juntos, los reyes merovingios entregaban a sus reinas ciertas ciudades y los ingresos provenientes de éstas. A esta práctica Gregorio la denomina morgengabe, una de las pocas palabras del dialecto franco que se ven en sus páginas. En el tratado de Andelot, firmado el 28 de noviembre del 588, se decidió lo siguiente:

"Respecto a las ciudades de Bordeaux, Limoges, Cahors, Lescar y Cieuntat, que, es incuestionable, Galswinth, hermana de la Dama Brunhild, recibió como dote, o morgengabe, es decir, un regalo de mañana [morning gift], cuando vino por primera vez a la tierra de los Francos, y se reconoce que la Dama Brunhild las heredó; por decreto del rey Guntram y el consentimiento de los Francos, durante la vida del rey Chilperico y el rey Sigiberto, se ha acordado que la Dama Brunhild reciba entre sus posesiones la ciudad de Cahors, con toda su tierra y sus habitantes ...."

Estas ciudades eran administradas por estas damas nobles, junto a los obispos y/o duques y condes correspondientes. La influencia que otorgaba el poder del dinero y de las tierras era claramente ejercida por las reinas. San Gregorio nos cuenta que la reina Fredegunda, en un momento de profundo dolor por la muerte de su primer hijo Samson, "... ordenó que pusieran frente a ella los registros de impuestos, traídos por Mark, desde sus ciudades, y los echó al fuego." De dicha administración estas damas sacaban el dinero que usaban para fundar iglesias y conventos, para dotar monasterios y construir ajuares para sus hijas.

La princesa Rigunth, la hija de Fredegunda y Chilperico, se iba a casar con Recaredo, hijo del rey visigodo Leovigildo. Cuando iba a partir, con un inmenso ajuar:

"Entonces él [Chilperico] la entregó a los enviados visigodos, proveyéndola con una tremenda dote. Su madre añadió una gran cantidad de oro y plata, y muchas ropas finas. Cuando él vio esto, el rey Chilperico pensó que no le quedaba nada. La reina Fredegunda advirtió que estaba enojado. Se volvió a los Francos y dijo: " No se imaginen, hombres, que algo de esto viene del tesoro amasado por los reyes anteriores. Todo lo que ven me pertenece. Su ilustre rey ha sido muy generoso conmigo, y yo he puesto mucho de mis propios recursos, de las haciendas regaladas, de ingresos e impuestos. Ustedes, también, me han hecho frecuentes regalos. De estas fuentes vienen los tesoros que ustedes ven ante sí. Ninguno ha sido sacado del tesoro público." El rey se calmó cuando oyó esto."

Chilperico tenía todas las razones para sentirse nervioso, pues era la reina quien administraba el tesoro público de las casas reales: los salarios de los funcionarios y de los criados pasaban por sus manos. El papel central de una reina en lo tocante a dar y recibir regalos le ayudaba a ganarse amigos y crear lazos de obligación. Muchas damas nobles intervenían considerablemente en los asuntos eclesiásticos, porque la capacidad de convertir en obispo a un protegido manejable podía extender y consolidar su propia influencia.

Una de las funciones importantes de una reina en esta época era organizar los espectáculos de la corte y adornarlos ella misma. El poder y la riqueza del rey debían resultar impresionantes, a fin de intimidar a sus revoltosos nobles; la riqueza y la categoría que una reina podía aportar con sus propios bienes e importante linaje eran, por tanto, una parte lógica de la ostentación real. En el caso de Fredegunda es más impresionante aún, pues era una sirvienta, sin linaje noble, que ascendió al trono enamorando al rey.

La princesa visigótica Galswinth, la segunda esposa del rey Chilperico, fue "amada tiernamente, porque había traído una gran dote", lo que no impidió que el matrimonio acabara mal, pues la poligamia del rey la molestaba. Ella "rogó que le permitieran volver a su hogar, aunque significara dejar atrás todos los tesoros que había traído con ella." Al final, murió estrangulada en su cama por orden de su marido.

La libertad económica sobre sus bienes era una característica de las mujeres nobles francas. En el tratado de Andelot se escribió también el siguiente párrafo: "Es, también, específicamente acordado, y debe ser observado, que cualquier cosa que Rey Guntram haya donado a su hija Clotilde, o vaya, por la gracia de Dios, en el futuro a donar, en propiedades de cualquier tipo, en hombres, ciudades, tierras o ingresos, permanezcan en su poder o bajo su control. Se ha acordado que si ella decide por su propia voluntad disponer de cualquier parte de las tierras, ingresos o dineros, o de donarlas a cualquier persona, que por la gracia de Dios sean poseídos por esa persona a perpetuidad, y que no le sean quitados en ningún momento por ninguna otra persona. Más aún, ella puede, bajo la protección y vigilancia del rey Childeberto mantener seguro con todo el honor y dignidad, todo lo que ella posea en el momento de la muerte de su padre." Las seguridades que provee para la posesión de los bienes es algo inusitado para su tiempo, donde la fortuna dependía de la voluntad de los reyes, y la inseguridad era común.

En el trabajo anterior escribí: "La reina carolingia supervisará el palacio, los estados reales, y representará a su marido en ausencia de éste. La posición la adquiría cuando era ungida y coronada, y las concubinas no llegaron a tener este poder. En su Capitulare de Villis, Carlomagno declaró que lo que la reina ordenara a los jueces, ministros, senescales y escanciadores, debía ejecutarse al pie de la letra. En una época en que no se distinguía entre el poder privado y público de un gobernante, era éste un poder enorme. Hincmar de Reims explicó, dos generaciones después, que la reina, con ayuda del chambelán, también estaba a cargo del tesoro real. Agregó que el rey no podía verse implicado en tales trivialidades domésticas. Las reinas merovingias también tenían acceso al palacio y al tesoro, que las carolingias heredarán."

2. Función Religiosa

Las mujeres ejercieron un papel muy importante en la conversión de los hombres al cristianismo, especialmente las princesas y reinas. En la era pagana, cuenta Tácito, que "piensan que hay en ellas algo de santo y profético, por lo que no desprecian sus consejos ni desdeñan sus respuestas. Vimos, en el reinado del divino Vespasiano, a Veleda [profetisa de los brúcteros e instigadora de la rebelión de Civil], considerada por muchos como una deidad, y en otro tiempo veneraron a Aurinia, y a muchas otras, no por adulación ni por divinizarlas."

Régine Pernoud, en "La Mujer en el Tiempo de las Catedrales", explica el por qué de esta afinidad entre las mujeres y el cristianismo. La condición de la mujer romana era, brevemente, la de objeto en relación a su contraparte masculina: padre, hermano, marido. El mensaje del cristianismo, al contrario, es resalta la igualdad esencial entre el hombre y la mujer: "Quien repudia a su mujer y se casa con otra comete adulterio para con la primera; y si una mujer repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio" (Marcos X, 11-12; Mateo XIX, 9) Esto se une a la vertiente germana de la flexibilidad en las funciones, del compartir los roles sociales. De ahí la importancia radical que adquieren las mujeres como difusoras de la fe, mártires, monjas, religiosas, conversoras en general. Así, "¿La Iglesia es asunto de quién? De las mujeres."

"Nuestra historia llega a ser la historia de Francia con la llegada de una mujer." escribe la historiadora. Se refiere a Clotilde, la esposa de Clodoveo, el rey de los francos. Gregorio de Tours le da mucha importancia en su relato a esta reina en la conversión del pueblo franco a esta princesa burgunda, en quien se complementan las funciones religiosas y político-reproductivas. El obispo lo cuenta así:

"Gondebaudo asesinó a su hermano Chilperico haciendo tirar al agua a la mujer, con una piedra al cuello, y exilió a las dos hijas; la mayor, que tomó el velo, se llamaba Crona; la menor, Clotilde. Con ocasión de una de las numerosas embajadas enviadas por Clodoveo a los burgundios, sus enviados encontraron a la joven Clotilde. Informaron a Clodoveo de la gracia y de la sabiduría que habían constatado en ella y de los informes que habían recibido acerca de su origen regio. Sin tardar, la pidió en matrimonio a Gondebaudo. Este, considerando las consecuencias de una negativa, la remitió a los enviados que se apresuraron en llevarla ante Clodoveo. Al verla el rey quedó encantado y la desposó, a pesar de que una concubina le había dado ya un hijo, Thierry."

Clodoveo es pagano, Clotilde católica. Cuando nace su primer hijo, Ingomer, la reina lo bautiza y éste muere. En la narración de Gregorio, las súplicas que constantemente dirige ésta a su esposo, e incluso sus fracasos y dolores, contienen una bella argumentación sobre la superioridad del cristianismo católico, sobre el poder de Dios. Su esposo escucha, calla, vacila, quiere una prueba de la divinidad de ese Dios, una prueba de poder. Nace el siguiente hijo, Clodomir, que es bautizado y cae gravemente enfermo, "[Y] el rey dijo: "No le podía pasar sino lo que a su hermano, es decir, morir tan pronto como hubiese sido bautizado en el nombre de vuestro Cristo". Pero gracias a las oraciones de su madre, el niño se restableció bajo la orden del Señor."

Luego viene la prueba personal de Clodoveo. En una batalla, que va perdiendo, decide invocar al "Dios de Clotilde", pues sus dioses no le han respondido. Gana la batalla contra los Alamanes, y entonces la reina llama a san Remigio, obispo de Reims, para que catequice a Clodoveo. El día de Navidad, entre el año 496 al 498, el rey de los francos se bautiza junto a tres mil de sus guerreros. Así se incorporan en conjunto al catolicismo, la religión de los galo-romanos.

En el romántico relato de Gregorio de Tours se ve que la conversión es principalmente religiosa. Pero sabemos que es a la vez política, pues así obtiene la ayuda de la Iglesia (la romanidad) y se 'une' a los galo-romanos, como un solo pueblo. Esta controversia la trabaja Carlos Araya, por lo que no diré más, en este sentido.

"Tanto para los eruditos más escrupulosos como para los cronistas más divulgadores, el bautismo de Clodoveo es el primer hito de nuestra historia, y su representación en la cúpula de la catedral de Reims ha atravesado los siglos. Ese bautismo es el logro de una mujer. Decisión esencial en la medida en que el conjunto del pueblo sobre el cual, gracias a sus sucesivas victorias, Clodoveo ejercerá gradualmente una supremacía tal vez más nominal que real, pero que le otorgará unidad por primera vez, es un pueblo cristiano. ... De manera que esta conversión tiene a la vez un carácter religioso y político."

Un caso parecido es el de Ingunda, princesa franca, que se caso con Hermenegildo, hijo del rey arriano visigodo Leovigildo. Después de sufrir maltrato físico y verbal a manos de su suegra Goiswinth, convirtió a su marido al catolicismo. Éste luego se rebeló contra su padre, y dejó a su esposa a cargo de las tropas bizantinas de Tiberio II. Mientras iba hacia Constantinopla, vía África, murió y fue enterrada ahí. Su marido murió poco después, en la cárcel.

Una vez convertido el pueblo franco al catolicismo, surge una nueva faceta del rol religioso entre las mujeres nobles. Ya vimos que en lo económico se podían manejar autónomamente, que entablaban relaciones con obispos y abades, y que construían iglesias, monasterios y lugares de devoción. Así, solteras y viudas, las damas nobles se retiraban a los conventos patrocinados por ellas o sus familiares. Desempeñaron un papel esencial en la transmisión de la cultura, a través de la cristianización mediante la fundación de claustros femeninos, centros de producción y cultura.

Santa Radegunda (518 - 587) era princesa de Turingia por nacimiento. Había sido capturada por Clotario, el hijo más joven de Clodoveo, primer rey cristiano de los Francos. La princesa, que fue educada en un convento francés en Athies, donde se convirtió en una mujer católica y culta, que leía el latín con facilidad. Según Margaret Wade L. Clotario seguía siendo un bárbaro, y tuvo por lo menos cinco mujeres. Su matrimonio fue un fracaso, sobre todo porque no tuvieron hijos, y al marido le incomodaban las actividades devotas, caritativas y ascéticas de Radegunda. Según Venantius Fortunatus, el biógrafo de la reina, ésta ejercía los poderes propios de una reina en el ámbito judicial y administrativo, contrariando a su marido. Después de quince años vino el quiebre del matrimonio, cuando Clotario mandó a asesinar al hermano de Radegunda. Esta huyó del rey y de la corte, logrando convencer al santo obispo Medardro, de que le permitiera profesar para defenderse de la persecución de su marido. Fundó en Poitiers el monasterio de Ste-Croix, que se convirtió en un centro de letras, y más tarde el centro de una revuelta, que ocupa gran parte de los libros IX y X de la Historia de los Francos.

Gregorio de Tours fue al entierro de esta santa reina de Francia, y uno de los textos copiados por completo en su texto es la carta de fundación del convento de Radegunda. En este lugar vivieron las dos princesas francas, Basina y Clotilde, que se rebelaron contra su abadesa Leubovera, la sucesora de la priora Agnes (nombrada por la reina). Este es un episodio violento, donde el poder económico y la violencia tienen una gran relevancia. Basina y Clotilde, sintiéndose humilladas, escaparon del convento junto a otras monjas (en contra de la regla de Cesáreo de Arles), y visitaron a sus parientes reales para exigir una reparación. Mientras esto sucedía, las monjas fugitivas se refugiaron en la iglesia de San Hilario, donde se juntó un grupo de seguidores "ladrones, asesinos, malvados". Desde ahí intentaron varias veces asaltar el convento y matar a la abadesa, pero sin resultado. Entonces se tomaron las tierras y la producción del convento, y el caos creció. Luego atacaron al obispo Maroveus, a quien culparon de la situación, y a los obispos acompañantes. Finalmente, en el juicio conciliar que presidió Gregorio de Tours, se rehabilitó a la abadesa Leubovera y se excomulgó a las princesas y monjas rebeldes, que luego se reconciliarían con la Iglesia. Basina volvería al convento, mientras que Clotilde vivió en sus tierras, con sus ingresos.

Las peleas económicas entre religiosas es inusual, pero Gregorio expone varios casos edificantes, como el siguiente. Ingitrude funda un convento en Tours, junto a la tumba de San Martín, que tiene varias damas nobles como Berthefled, hija del rey Chariberto. Su hija Berthegund abandona a sus hijos y su marido (con sus riquezas), y su hermano Bertram, obispo de Bordeaux, la protege. El marido se queja ante el rey Guntram, "Tu me has quitado a mi esposa y mis sirvientes" dice, refiriéndose a Bertram. Pero éste se muere al poco tiempo, mientras que Berthegund tomaba el hábito de monja para no volver con su marido. Entonces viene la pelea por la herencia del hermano entre la madre y la hija. El rey decide darle 3/4 a Ingitrude y el resto a Berthegund. Pasan los años, e Ingitrude nombra como abadesa a su sobrina, a la que le pide que le prohiba la entrada en el monasterio a su hija, y que no le permita rezar en su tumba. Cuando muere, Berthegund reclama las posesiones del monasterio, y deja a las monjas 'en la calle'. Gregorio dice: "Ella hizo tantas cosas malas que encuentro imposible escribirlas en orden para ustedes. Cuando se hubo llevado todo a lo que pudo ponerle la mano, se devolvió a Poitiers. No tenía nada más que abusos para con la Madre Superiora, su pariente más cercano."

Muchas reinas francas terminaron sus días en un convento, como la reina Clotilde; Ingoberg, esposa de Chariberto; Basina y Clotilde, princesas y monjas; Theudechild, hija de un sacerdote y concubina del rey Chariberto, a quien Guntram le roba sus riquezas y la encierra en un convento en Arles; o Chroma, hermana de santa Clotilde, también religiosa.

3. Función Política-Reproductiva

La influencia política que tenían las damas nobles francas en esta sociedad naciente es inseparable de sus roles económicos y religiosos, estudiados anteriormente. Pero la faceta de las alianzas dinástico matrimoniales fue una práctica muy común entre los reinos romano germánicos. Mediante estas alianzas, y la consiguiente procreación de herederos/parientes, se buscaba ampliar los territorios (con la morgengabe), los tesoros y las conexiones políticas. La contraparte de esta práctica es que los problemas de un reino se convertían en problemas familiares.

Los germanos descritos por Tácito practicaban las políticas de alianzas mediante matrimonios. Esta costumbre se mantuvo y fue practicada por reyes de todas las naciones germanas. Estos repartieron a sus hijas entre sus aliados, entre antiguos enemigos (para sellar la paz), y entre sus iguales (otros reyes). Las prácticas del matrimonio obedecen también al hecho que no se podían casar entre parientes cercanos (hasta el séptimo grado), por lo que debían buscar esposas lejos de su patria.

También, desde los tiempos de Tácito, tenían los jefes germanos la costumbre de la poligamia, costumbre que mantendrán hasta el siglo IX. Entre los merovingios se observa en varios casos, y a estos reyes no les importa realmente el origen social de sus esposas. Clodoveo, el fundador del reino franco católico, tuvo dos mujeres, una concubina y la princesa Clotilde. El hijo de la concubina, Thierry/Theuderic, era legítimo y heredó un cuarto del reino en el momento de la división de la herencia. Lothar I, hijo de Clodoveo y Clotilde, tuvo 4 esposas, Radegunda, Ingunda, Aregunda, y Chunsina. Charibert, nieto de Thierry/Theuderic, tuvo 4 mujeres: Ingoberg, Theudechild, Merofled y Marcovefa (estas últimas eran hermanas y esposas al mismo tiempo). Su hermano Guntram tuvo tres, Veneranda, Marcatrude y Austrechilde. Chilperico, hijo de Lothar I, tuvo tres esposas, Audovera, Galswinth y Fredegunda.

Había otros reyes a los que sí les importaba el rango social, como Sigiberto, rey de Austrasia. Éste "observó que sus hermanos estaban tomando esposas completamente indignas de su rango, y se degradaban casándose con sus sirvientas. Él, entonces, mandó mensajeros cargados de regalos a España y pidió la mano de Brunhild, la hija del rey Atanagildo. Esta joven mujer era elegante en todo lo que hacía, encantadora de mirar, casta y decorosa en su comportamiento, sabia y de buena casta. Su padre no la rehusó a Sigiberto, sino que la mandó con una gran dote." Al ver esto, su hermano y rey de Soissons Chilperico, pidió la mano de la hermana mayor de Brunhild, Galswinth, 'aunque ya tenía varias esposas' dice Gregorio. "Le comunicó a los mensajeros que dijeran que prometía deshacerse de ellas [las concubinas], si sólo fuera considerado suficientemente valioso como para casarse con la hija de un rey, de igual rango que él."

Clotilde, la única hija de Clodoveo y Clotilde, se casó con Amalarico el Visigodo, un arriano. Éste la maltrataba por su fe, hasta que su hermano Childeberto la 'visitó' en Barcelona, mató a su cuñado, y trajo de vuelta a Francia a su hermana y las riquezas de la ciudad. Murió en París al poco tiempo.

El intercambio de mujeres en alianzas matrimoniales entre los visigodos, los francos, los bretones, los turingios, los lombardos y los ostrogodos, fue una práctica común y conscientemente política.

8. Conclusiones

A través de este breve análisis de los roles femeninos, según podemos observar en la obra de Gregorio de Tours, vemos un mundo cambiante y caótico, violento y 'fundacional'. Es casi asombroso ver en este libro como las mujeres amaban, odiaban, administraban, peleaban, reclamaban, cuidaban y sentían. Las descripciones y juicios de este obispo respecto al género femenino son iguales a las de los hombres, es decir, la maldad y la bondad están repartidas por igual en este mundo, no es una cuestión de género. Las mujeres no son consideradas inferiores (dentro de la clase social que describe) a los hombres, porque ambos son útiles y necesarios para los fines de Dios.

Al no ser un gran teólogo y filósofo de la historia, sino un excelente cronista, Gregorio nos presenta un mundo en el cual lo que importa es la fe, el respeto a la Iglesia y al dogma, y las buenas acciones. Desde ahí juzga y explica los eventos y procesos que observa. Las funciones que analicé anteriormente no son, obviamente, exclusivas de las mujeres. Los hombres también administraban, oraban y se casaban. Pero en la misma cantidad y calidad que sus mujeres. Son compañeras de las difíciles empresas en que se embarcan sus hombres. Y esta sociedad flexible se perpetúa al concederles un gran espacio en la vida práctica y cotidiana, que san Gregorio de Tours refleja en sus páginas.

9. Bibliografía General
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Trabajo realizado por:
Fernanda Hevia
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