PECADO Y PROYECTO DE DIOS,

HISTORIA Y ENTROPÍA

Congreso anual de la Sociedad Uruguaya de Teología

3 de agosto 2000

Jerónimo Bórmida

 

 

 

I

TODO LO HIZO BIEN:

LA REALIDAD - toda - ES BUENA

La proclamación fundamental

Los Derechos del Hombre

La Conferencia de Puebla no podía eludir el tema de los derechos humanos. Tenía la grave obligación de proclamar, ante los hermanos de América Latina, la dignidad que a todos, sin distinción alguna, les es propia: en el católico Continente Americano la dignidad de la persona era conculcada reiteradamente y en forma extrema (DP 316).

Recordemos la década de los 70. Por un lado los regímenes militares empeñados en defender la seguridad nacional. Por otro, los movimientos de liberación nacional luchando por establecer otros modelos de seguridad en el continente. Los proyectos y las utopías, las sociedades a defender o a construir, legitimaban todos los atropellos a la vida y a la dignidad de las personas.

En el fondo, unos y otros –con valoraciones distintas- veían que el mundo estaba saturado de mal y el morbo hay que eliminarlo, sea como fuere. Los mismos católicos legitimaban, justificaban, el desprecio y avasallamiento de todas las libertades, tanto sociales como individuales. La estructura religiosa católica era una base ideológica incuestionable que sustentaba el derecho de los Estados a la prisión sin juicio y a la tortura.

Expongo solo algunos ejemplos como constituyentes de una cultura católica común: el Lateranense IV, San Bernardo en su elogio a los Templarios, el Concilio de Trento, el Magisterio papal de la segunda mitad del siglo IXX.

La cruzada contra los árabes, la lucha contra herejía y la reforma del clero fueron los motivos impulsores para convocar el Concilio Ecuménico Lateranense IV, en 1215[1]. El Sínodo excomulga, anatematiza y condena a todos los herejes, sin importar el nombre que tengan. La punición implica: castigo apropiado por medio de la potestad secular; degradación de los clérigos; confiscación de los bienes de los condenados; entrega de los sospechosos al ejército; exclusión de los cargos o consejos públicos; incapacidad de todo acto jurídico; obligación de denunciar a quien se sospeche vive como hereje. Por último los católicos que asuman el carácter de cruzados dedicándose al exterminio de los herejes, gozarán de idénticas indulgencias[2], privilegios y subsidios de los que se dirigen a Tierra Santa[3].

Algunos años antes San Bernardo tejía un encendido elogio de los caballeros de Jesucristo que

combaten solamente por los intereses de su Señor, sin temor alguno de incurrir en algún pecado por la muerte de sus enemigos ni en peligro ninguno por la suya propia, porque la muerte que se da o recibe por amor de Jesucristo, muy lejos de ser criminal, es digna de mucha gloria.

Por una parte se hace una ganancia para Jesucristo, por otra es Jesucristo mismo quien se adquiere; porque éste recibe gustoso la muerte de su enemigo en desagravio suyo y se da más gustoso todavía a su fiel soldado para su consuelo.

"Así el soldado de Jesucristo mata seguro a su enemigo, y muere con mayor seguridad. Si muere se hace el bien a sí mismo; si mata, lo hace a Jesucristo, porque no lleva en vano a su lado la espada, pues es ministro de Dios para hacer la venganza sobre los malos y defender la virtud de los buenos.

"Ciertamente, cuando mata a un malhechor no pasa por un homicida, antes bien, si me es permitido hablar así, por un malicida. Por el justo vengador de Jesucristo en la persona de pecadores, y por el legítimo defensor de los cristianos[4].

En la misma línea teológica, en el siglo XVI, se mueve el Concilio de Trento. Véase el Canon 14 sobre el bautismo[5]: el bautizado no es libre de creer o no creer, no tienen porqué ratificar lo que al ser bautizados prometieron en su nombre los padrinos. Tienen que ser obligados con penas a la vida cristiana, penas que están en la línea del IV de Letrán... o de San Bernardo.

Un católico está siempre en lucha para extirpar y eliminar el mal de la tierra[6]. En los años que corren el papa Juan Pablo II afirma que “la verdad no se impone más que por la fuerza de la verdad misma, que penetra en las mentes de modo suave y a la vez con vigor?[7], pero a mediados del siglo IXX, Gregorio XVI hubiera condenado esta actitud como pestífera fuente del indiferentismo. Para los católicos de entonces decir que la libertad de conciencia era un derecho inalienable de cada persona era una sentencia absurda y errónea, el Papa la califica como delirio...[8].

A fines del siglo Pío IX abunda en el tema y aclara que la libertad de la conciencia es una idea totalmente falsa del régimen social. Los católicos de entonces, si eran fieles a la doctrina social de la Iglesia, no podían sostener que en toda sociedad bien constituida los ciudadanos tienen derecho a una omnímoda libertad, que no debe ser coartada por ninguna autoridad eclesiástica o civil, por lo que puedan manifestar y declarar a cara descubierta y públicamente cualesquiera conceptos suyos, de palabra o por escrito o de cualquier otra forma[9].

Para proclamar los derechos humanos, los obispos de Puebla se enfrentaban a una tradición católica que suponía tres cosas:

1)   Que el sujeto de derecho era la verdad, no la persona.

2)   El mal que se apoderó de un mundo lleno de pecado,

3)   Hay que entablar una lucha sin cuartel contra el pecado sin importar los medios, sin preocuparse demasiado de los pecadores que caigan en el camino.

La dignidad de la persona

A pesar de toda la tradición eclesiástica, los obispos de Puebla denuncian - objetiva, valiente y evangélicamente - la violación de los derechos del hombre, como una situación de pecado (DP 1269).

En los umbrales del 2000 ha cambiado mucho la conciencia católica: hoy  la iglesia reconoce que tales situaciones de pecado[10] han pesado en su vida y en su actuar. Como los estados y como los ejércitos, regulares o no, también la iglesia ha empleado medios dudosos para conseguir fines buenos; ha sido aquiescente, especialmente en algunos siglos, con métodos de intolerancia y hasta de violencia en el servicio a la verdad. La Iglesia no ha respetado las conciencias, y ha recurrido a formas de violencia ejercidas en la represión y corrección de los errores[11].

En la década de los 70, Puebla tenía que encontrar muy buenos argumentos, para ir en contra de esta mentalidad dominante y sustentar la dignidad inalienable de cada ser humano en su individualidad irrepetible.

En un primer esquema el grupo de trabajo trató de fundamentar los derechos de la persona con argumentos de tipo filosófico-escolástico, recurriendo a las categorías de naturaleza y análogas[12]. Luego, en diálogo con otros grupos, cayó en la cuenta de que la única legitimación indiscutible para una proclamación cristiana de la dignidad del hombre es la revelación contenida en el mensaje y en la persona misma de Jesucristo[13].

Algunos años después Santo Domingo lo explicita claramente:

La igualdad entre los seres humanos en su dignidad, por ser creados a imagen y semejanza de Dios, se afianza y perfecciona en Cristo. Desde la Encarnación, al asumir el Verbo nuestra naturaleza y sobre todo su acción redentora en la cruz, muestra el valor de cada persona. Por lo mismo Cristo, Dios y hombre, es la fuente más profunda que garantiza la dignidad de la persona y de sus derechos. Toda violación de los derechos humanos contradice el Plan de Dios y es pecado[14].

Desde el mensaje y la persona de Jesús es posible condenar, sin discusión, sin más justificativas o explicaciones, todo menosprecio, reducción o atropello de las personas y de sus derechos inalienables; todo atentado contra la vida humana, desde la oculta en el seno materno, hasta la que se juzga como inútil y la que se está agotando en la ancianidad; toda violación o degradación de la convivencia entre los individuos, los grupos sociales y las naciones[15]. Subrayo la adjetivación reiterada: todo, toda...

Proclamación fundamental

Los obispos consiguen elaborar una fórmula digna de ser adoptada como punto de partida por los manuales de antropología cristiana:

“Profesamos que todo hombre y toda mujer, por más insignificante que parezcan tienen en sí una nobleza inviolable que ellos mismos y los demás deben respetar y hacer respetar sin condiciones, que toda vida humana merece por sí misma, en cualquier circunstancia, su dignificación...” (DP 317).

No me parece abusivo el aplicar lo que el Documento de Puebla dice de los derechos y la dignidad del hombre y de la mujer –el documento se cuida de explicitar el nivel género- a los derechos y dignidad de toda creatura. Toda la realidad participa de la bondad del Creador.

No hay realidad que podamos exceptuar, por más insignificante que pueda parecernos. Y la dignidad proviene de sus propias raíces, es buena en sí y por sí misma: no son necesarios bautismos o consagraciones. La realidad es sacrosanta por su misma naturaleza y además sin condiciones: no cuentan metales preciosos y metales viles, no suman ni restan ideología o religiones. Y no hay pretextos de guerras o de productividad: en cualquier circunstancia la realidad total es sujeto de reverencia, en cuanto obra de Dios.

Los derechos de las creaturas

La “Ruah” divina empolla el caos primordial, el Verbo pronunciado por la boca de Dios hace que toda la realidad sea “muy” buena[16] . Bueno es el sol, buena la luna, buenas las estrellas, buenos los animales, buenas las plantas, buenos los fenómenos aterradores de la naturaleza. Incluso cuando son usados -bajo la forma de ídolos- por los hombres como instrumentos del mal[17]. El hombre está hecho de la misma substancia de la tierra, del barro primordial brotan los vegetales y de barro son hechos también los animales partícipes también del aliento de vida divina y compañía y ayuda para el hombre[18]. Todos los seres participamos de idéntica dignidad, en sí y por sí mismos, sin condiciones y en cualquier circunstancia. 

Recordemos las discusiones de la primera comunidad cristiana en torno a los animales puros e impuros[19] y los razonamientos paulinos acerca de la carne sacrificada a los ídolos[20]. A pesar de la corrupción de la sociedad de Corinto que hace decirse a los cristianos si no será mejor no casarse[21], Pablo condena actitudes maniqueas frente al sexo[22] . Muchas preguntas fueron resueltas en base a la fe en la afirmación radical de la bondad de toda creatura. Porque el Hijo eterno del Padre se ha hecho realidad humana y mundana, y porque todo ha sido hecho por él, en él y para él[23]. Porque él ha derramado su Espíritu sobre todas las cosas a fin de santificar todo lo existente[24], tanto que la materia es apta para  convertirse en instrumentos de la gracia en los sacramentos.

Las potencias oscuras de este mundo están sujetas a los pies de Cristo, y por lo tanto, también a nosotros, sus miembros[25]. Nada puede asustar a los elegidos, ni lo alto, ni lo ancho, ni lo profundo, ni las potencias de este mundo, ni los poderes sobrenaturales[26]. Todo ha sido creado por el Padre, asumido por el Hijo, santificado por el Espíritu, vencido por el crucificado y regalado por Dios a los elegidos[27]. Gratuitamente para el servicio y el bien de los amados por Dios, que no hace acepción de personas[28] .

Algunos presupuestos para confesar la bondad de las cosas, de todos los hombres, de la entera creación, de cada una de las manifestaciones históricas del hombre sobre la tierra:

1.   La bondad y dignidad de los seres –de todos y cada uno- no se conoce por vía científica. sino por connatural y profunda actitud de amor hacia los hombres, la historia, los pueblos, la naturaleza.

2.   Solamente por connatural capacidad de comprensión afectiva que da el amor, se podrá conocer y discernir la bondad de las cosas y sentirse solidarios con toda creatura[29].

3.   Si no queremos padecer una visión distorsionada hemos de establecer el punto de partida de la reflexión sobre el pecado en Dios y no en el hombre. Cada ser del universo es digno, bueno, respetable, porque es hechura de Dios, más allá y más acá de lo que el hombre piense, haga o diga. 

Para ahondar el tema voy a distinguir diversos niveles en la bondad de los seres:

·       una cualidad que apunta a su misma constitución natural, independientemente de su puesta en acto,

·       otra que tiene en cuenta a los seres en cuanto real y efectivamente existentes,

·       otra que focaliza específicamente los actos de los seres con responsabilidad moral, es decir con conciencia y libertad.

 

II

BONDAD ESENCIAL,

SIN MEZCLA DE PECADO ALGUNO

No existe el mal

La bondad esencial radica en el ser mismo de las cosas.

Llamo “esencia” “substancia” a aquello que hace que todo lo existente y todo lo posible de existir exista. Es como la matriz, el proyecto, el plano de lo existente, independiente de su existencia concreta. El plano de la casa, prescindiendo de que ésta haya sido edificada o no.

La “definición” (“proyecto”, “idea”, “plano” de Dios) de todas las cosas reales y posibles es buena “en sí”, “por sí misma”.

La realidad es “buena”, digna y sujeto de dignificación, por definición. A causa de su origen, en virtud y desde su origen, porque Dios es la bondad original y originante de toda realidad, aún la más insignificante. La creación se atribuye[30] al Padre, quién es sólo bondad, solamente Bien, sin mezcla de mal alguno:

El Padre Eterno creó el mundo universo por un libérrimo y misterioso designio de su sabiduría y de su bondad, decretó  elevar a los hombres a la participación de la vida divina y, caídos por el pecado de Adán, no los abandonó, dispensándoles siempre su auxilio, en atención a Cristo Redentor, “que es la imagen de Dios invisible, primogénito de toda criatura” (Col.1,15). A todos los elegidos desde toda la eternidad el Padre “los conoció de antemano y los predestinó a ser conformes con la imagen de su Hijo, para que este sea el primogénito entre muchos hermanos” (Rom. 8,19) [31].

Nos enseña la Sagrada Escritura que no somos nosotros, los hombres, quienes hemos amado primero; Dios es quien primero nos amó. Dios planeó y creó el mundo en Jesucristo, su propia imagen increada (Col. 1, 15-17). Al hacer el mundo, Dios creó a los hombres para que participáramos en esa comunidad divina de amor: el Padre con el Hijo Unigénito en el Espíritu Santo (Ef. 1,1-10)[32] .

San Francisco define a Dios como el bien, el sumo y perfecto bien, de quien procede todo bien[33]. De él proceden todos los bienes, y a él hay que restituirlos[34] , es el sólo merecedor de la alabanza [35] .

En el terreno de las “definiciones”, de las “substancias”, de las “naturalezas”, de aquello por lo cual las cosas son lo que son... no podemos admitir ninguna afirmación que contenga la inclusión del “mal”. Podría decirse que en terreno de la metafísica no hay pecado ni mal.

Toda la realidad, tal como ha sido proyectada por el Padre Dios es sola y únicamente Bien, aunque bien participado y perfectible, y por lo tanto tan limitado como perfecto en su orden. Bien a veces “defectuoso”, o sea con “carencias”. Pero sólo bien. Un piedra es perfectamente piedra como un árbol perfectamente árbol: no hay mal ni imperfección alguna en que un zapallo no sea un ratón.

No existe el mal esencial ni un ser que sea malo por naturaleza. El ser que en la mitología teológica encarna el mal,  el diablo, fue primero un ángel bueno hecho por Dios, su naturaleza fue obra de Dios. El magisterio del siglo VI se levanta contra las opiniones de Maniqueo y Prisciliano que parece sostenían que el diablo es el principio y la sustancia del mal. El diablo habría sido el responsable de la creación de algunas  criaturas y es él el que por su propia autoridad sigue produciendo los truenos, los rayos, las tormentas y las sequías. Más, para esta opinión condenada, la plasmación del cuerpo humano es un invento del diablo y... las concepciones en el seno de las madres toman figura por obra del diablo...[36].

El Concilio de Florencia cree, profesa y predica que Dios Trinidad es el único creador que creó libremente por su bondad todas las criaturas, buenas, ciertamente, por haber sido hechas por el sumo bien, pero mudables, porque fueron hechas de la nada; y afirma que no hay naturaleza alguna del mal, porque toda naturaleza, en cuanto es naturaleza, es buena[37].

Nada ni nadie es “mal” por definición, por origen, por esencia, en sí mismo: el mal en sí no existe.

Bien participado

En Duns Escoto encontramos una doctrina a primera vista extraña: así como el Verbo asumió la naturaleza humana, así podría asumir no importa qué naturaleza. No he podido conferir la cita en los escritos escotistas, pero he leído que para él toda naturaleza podría haber sido asumida por el Hijo de Dios, inclusive la de la piedra.

Tendríamos que entrar en el análisis de su doctrina acerca de la univocidad del Ser[38], desde la cual aparece claro que la naturaleza no intelectual no tiene en sí misma una entidad positiva que pueda oponerse que ser pueda ser asumida.

De todos modos, para Escoto, no sería conveniente que la piedra, o no importa qué creatura no racional, sea asumida por el Verbo: solamente la creatura en potencia al infinito puede ser elevada al infinito por participación, y, por lo tanto, a la participación de la naturaleza divina y de la bienaventuranza. Esta potencia al infinito no existe sino en la creatura racional: la bondad de Dios se participa de modo muy diverso en las diferentes creaturas.

Más allá de teorías de escuela, lo que importa es ubicar a Cristo no solamente en relación al hombre y su historia, sino como razón de ser del cosmos y de la evolución: porque proveniente del único decreto eterno de Dios, llamado Jesús, la bondad de toda creatura se predica unívocamente con la bondad de Dios. Lo que difiere no es el predicable sino el ser existente. Dios no es la creatura, y las creaturas participan de modo diferenciado de la única bondad que solo en Dios es plena.  

Bien evolutivo

Las naturalezas, las esencias, las definiciones, no fueron de una vez para siempre. Son proyecto de Dios, Misterio oculto desde los siglos eternos que se va develando a lo  largo de los milenios[39].

Muchas de las perspectivas habituales en teología tienen que ser corregidas a partir de una cosmovisión evolutiva. El fijismo empobrece, inmovilizándolas, sólo las esencias sino a Dios. Teilhard canta a la naturaleza viviente , la poderosa Materia, Evolución irresistible, Realidad siempre naciente, la que hace estallar constantemente nuestras certezas obligándonos a buscar cada vez más lejos la Verdad.

El bien de la creatura es Duración sin límites, Éter sin orillas... que desbordando y disolviendo nuestras estrechas medidas nos revela las dimensiones de Dios. La realidad está abierta al crecimiento sin fronteras, está cargada de Poder Creador, es un Océano agitado por el Espíritu, Arcilla amasada y animada por el Verbo encarnado...

Sin ti, Materia, sin tus ataques, sin tus arranques, viviríamos inertes, estancados, pueriles, ignorantes de nosotros mismos y de Díos. Tú que castigas y, que curas, tú que resistes y que cedes, tú que trastruecas y que construyes, tú que encadenas y que liberas, Savia de nuestras almas, Mano de Dios, Carne de Cristo, Materia, yo te bendigo[40].

Para Teilhard hemos sido dominados por la ilusión pertinaz de que el fuego nace de las profundidades de la Tierra y que su lumbre se enciende progresivamente a lo largo del brillante andamiaje de la Vida. Hay que invertir esta visión:

Al principio existía la potencia inteligente, amante y activa. Al principio estaba el Verbo soberanamente capaz de consolidar y dar consistencia a toda la materia que iría luego a nacer. Al principio no había frío y tinieblas, estaba el Fuego... Nuestra noche no engendra gradualmente la luz, sino que por el contrario es la luz preexistente la que, paciente e infaliblemente, destierra nuestras sombras[41].

Desde esta perspectiva soberanamente trascendente se vuelve comprensible el tema del desgaste, de la vejez y de la muerte. La evolución implica la muerte.

Mi Comunión sería incompleta (simplemente no sería cristiana) si, con los progresos que me aporta esta nueva jornada, no recibiera en mi nombre y en nombre del Mundo, como la participación más directa a tí mismo, el trabajo, sordo o manifiesto, de desgaste, de vejez y de muerte que mina incesantemente el Universo, para su salvación o para su condenación.

Me abandono perdidamente, oh mi Dios, a las acciones impresionantes de disolución por las cuales hoy tu divina Presencia reemplazará, quiero creerlo ciegamente, mi estrecha personalidad.

Aquel que habrá amado apasionadamente a Jesús escondido en las fuerzas que hacen madurar la Tierra, a él la Tierra extenuada lo apretará en sus brazos gigantes y, junto a ella, se despertará en el seno de Dios[42].

III

BONDAD EXISTENCIAL,

SIN MEZCLA DE PECADO ALGUNO

No sólo la esencia abstracta de las realidades creaturales es buena. Con la misma fuerza y sin ningún tipo de ambigüedad, sin dudas ni equívocos, hemos de afirmar la bondad existencial de la creatura. Hablo de las cosas no en abstracto sino en concreto, cuando la definición es hecha realidad y puesta en la existencia.

Porque el primer existente es el mismo Hijo encarnado. La primera creatura del Padre es Jesús, el Cristo. En él se resume toda la bondad de la existencia. Las cosas no sólo son buenas por definición teórica, sino en cuanto vivientes, dadas, existentes.

En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios.  Ella estaba en el principio con Dios. Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada de cuanto existe[43].

El es Primogénito de toda la creación... todo fue creado por él y para él, él existe con anterioridad a todo, y todo tiene en él su consistencia. El es el Principio, el Primogénito de entre los muertos, para que sea él el primero en todo...[44] . El Hijo no solo el principio, es también el heredero de todo, el que sostiene todo con su palabra poderosa...[45] .

Así como la creación se atribuye al Padre, la existencia concreta de las cosas al Verbo, que es modelo, imagen imaginada-imaginante, causa formal de todos los seres, sin excepción. Es él la cabeza de todo lo creado, el primogénito de toda creatura. El es el primer nacido entre todas las criaturas hermanas, e inclusive es el primero entre los muertos. Cada parcela de la realidad compone un maravilloso mosaico que representa el rostro del Cristo total.

Cristo no es el regalo de Dios a los hombres: los hombres, y el cosmos entero con el hombre, son el maravilloso regalo que el Padre hizo a su Hijo bienamado. Dios no puede regalar a su Hijo sino cosas excelentes.

Por eso los fieles se reconocen miembros del grupo humano en que viven, no se aíslan de la vida cultural y social de sus pueblos; y en sus tradiciones nacionales y religiosas, descubren con gozo y respeto las semillas de la Palabra que en ellas laten[46].

La Iglesia acepta con gozo y respeto, purifica e incorpora al orden de la fe, los diversos “elementos religiosos y humanos” que en las religiosidad popular son “semillas del Verbo[47] , que, presentes en el hondo sentido religioso de las culturas precolombinas, esperaban el fecundo rocío del Espíritu[48].

Los cristianos de América tienen que buscar ocasiones de diálogo con las religiones afroamericanas y de los pueblos indígenas, atentos a las semillas del Verbo[49], ya presentes en los antepasados de los pueblos indígenas capaces de ir descubriendo la presencia del Creador en todas sus criaturas: el sol, la luna, la madre tierra. etc. [50] .

No sólo es bueno el proyecto o los proyectos de Dios para el mundo y para el hombre, la realidad en su  existencia concreta es buena,  más aún buena en grado sumo. Las concretizaciones temporales, las realizaciones concretas del proyecto divino, las cosas realmente existentes, van revelando su plan a través de sus realizaciones históricas[51] .

En Cristo, del cual son imagen y concreción, la realidad, las realidades existentes, tal como existen, son “sobrexcelentes”. Todo ser existente es solamente bien, bien históricamente existente, y sin mezcla de mal alguno.

Históricamente buenas

Todas las cosas son buenas y solamente bien. Dije que en cuanto a su naturaleza son participativamente buenas, en cuanto imagen de su hacedor y del modelo en base al cual fueron hechas. Doy un paso más: en cuanto existentes son históricamente buenas, buenas en el tiempo y en el devenir.

El único existente “eternamente bueno” es Dios[52] . Fuera de Dios la bondad existencial es histórica, evolutiva, perfectible y por ende imperfecta... o mejor dicho, perfecta en sus coordenadas históricas.

Un niño que aún no sabe hablar, que gatea, que tiene que usar pañales, es perfectamente niño. No hay en él ni mal ni imperfección, sólo historia.

Una humanidad que está aprendiendo a convivir, que garabatea sus diálogos con otras personas y sociedades, que comete “errores”, es perfectamente ubicable en el tiempo y en el espacio.

No es erróneo que el Qohelet afirme que “haya un destino común para todos, para el justo y para el malvado, el puro y el manchado, el que hace sacrificios y el que no los hace, así el bueno como el pecador, el que jura como el que se recata de jurar... mientras uno sigue unido a todos los vivientes hay algo seguro, pues vale más perro vivo que león muerto...  los vivos saben que han de morir, pero los muertos no saben nada, y no hay ya paga para ellos, pues se perdió su memoria...[53]. En su contexto histórico cultural no era un “error” no creer en la “otra vida”.

Tampoco existe el mal en el ámbito de la existencias, de las cosas tal cual son, entre las enorme multitud de concretizaciones del proyecto de Dios. Existe, sí, la historia, la contingencia, el aprendizaje, los tanteos, los actos fallidos...

Mal, evolución y entropía

En los millones de años de la evolución del Universo aparecen y desaparecen estrellas, se crean galaxias, nacen planetas, alguno se llena de vida, las especies surgen y mueren... Aquí no podemos hablar de “mal”, sino de evolución.

Terremotos, huracanes, sequías, inundaciones... no son “males”, son aspectos de la evolución con los cuales aún no hemos aprendido a convivir pacíficamente.

Si hace unos 500 millones de años aparecieron los primeros vertebrados, hace 300 los primeros mamíferos, 60 millones los primates, 4 millones el australopitecus, 350 mil homo erectus, 60.000 años el hombre de neandertal,... 20 0 30 mil años el Cro-mañón... el homo sapiens...  resulta que Cristo hace solamente 2 mil años que vivió apenas 33 en un lugar escondido del imperio romano, sin que su vida haya tenido incidencia mayor en los acontecimientos contemporáneos. Si pusiéramos estos datos en una línea dividida en 365 días, como si fuera un año, Cristo aparecería en los últimos segundos del 31 de diciembre... La comunidad de los discípulos de Cristo apenas está aprendiendo a balbucear las palabras del Padre. 

No me parece que pueda ser catalogada  como “mal” la desaparición de los dinosaurios, por citar a unos desaparecidos que se hicieron notar en el planeta. Subráyese, por favor, que la palabra “pecado”, aparecería recién en diciembre, con el hombre, uno de esos últimos llegados de la evolución.

Recuerdo haberme encontrado, en mis años de estudiante, con el concepto de “entropía”, contradiciendo la idea común de que en física nada se pierde, todo se convierte. Teillhard hablaba de un enorme crecimiento, de un derroche de energía en el proceso evolutivo, de una especie de desperdicio, de energía sobrante en la gran eclosión evolutiva.

... La fracción de energía inutilizable, la “entropía”, crece constantemente,... pero tiende a hallar su contrapartida en una corriente inversa, positiva y constructiva...: la de una subida del Universo hacia crecientes estados de improbabilidad y de personalidad. Entropía y vida. Atrás y adelante.

Dos expresiones complementarias de la flecha del tiempo. Para las necesidades de nuestra acción, la Entropía está vacía de sentido. La vida, por el contrario, comprendida como una interiorización creciente de la materia cósmica, proporciona a nuestras libertades una línea precisa de orientación.

¡La marea descendente de la entropía revestida y equi­librada por la marea ascendente de una Noogénesis! ...

En el sentido descendente de la entropía, la materia se desata y se neutraliza la energía. Esto lo sabemos desde hace mucho tiempo. Mas, ¿por qué no tener en cuenta el movimiento cósmico que se efectúa en el otro sentido ‑hacia las síntesis superiores‑ y que “salta a los ojos”?

Este movimiento cósmico sólo encuentra sentido en Cristo:

Las prodigiosas duraciones que preceden a la primera Navidad no están vacías de Cristo, sino penetradas de su influjo poderoso. El bullir de su concepción es el que remueve las masas cósmicas y dirige las primeras corrientes de la biosfera. La preparación de su alumbramiento es la que acelera los progresos del instinto y la eclosión del pensamiento sobre la Tierra.

No nos escandalicemos tontamente de las esperas interminables que nos ha impuesto el Mesías.

Eran necesarios nada menos que los trabajos tremendos y anónimos del hombre primitivo, y la larga hermosura egipcia, y la espera inquieta de Israel, y el perfume lentamente destilado de las místicas orientales, y la sabiduría cien veces refinada de los griegos para que sobre el árbol de Jesé y de la Humanidad pudiese brotar la Flor.

Todas estas preparaciones eran cósmicamente, biológicamente, necesarias para que Cristo hiciera su entrada en la escena humana. Y todo este trabajo estaba maduro por el despertar activo y creador de su alma en cuanto este alma humana había sido elegida para animar al Universo. Cuando Cristo apareció entre los brazos de María, acababa de revolucionar el Mundo[54].

Para poder ver esa realidad que “salta a los ojos” es necesario, dice Teilhard, tener la percepción de los “grandes movimientos lentos”, tan grandes y tan lentos que sólo resultan sensibles en enormes capas de tiempo. La generación de los sistemas siderales, elevación de montañas y continentes, etc.  ; infaliblemente, en cada caso, lo que en otro tiempo nos parecía ser lo más inmóvil y lo más estable se descubre ante nuestra mirada como lo más irresistible y fundamentalmente móvil.

 La Vida pertenece tempóreo-espacialmente a la categoría de los objetos inmensos. Pertenece a lo Inmenso. Si se mueve, se mueve, pues, como lo Inmenso.

Queremos saber, decidir, si la Vida y la Humanidad se mueven. Pues bien, no podremos saberlo más que observándolas (como si fueran la manilla del reloj) sobre una grandísima longitud de tiempo.

Podría decirse que en este momento la Ciencia no progresa más que rompiendo una tras otra, en el mundo, todas las envolventes de estabilidad, ya que el resultado ha de ser que, bajo la inmovilidad de lo ínfimo, aparezcan movimientos extra-rápidos; y, bajo la inmovilidad de lo inmenso, movimientos extra-lentos.

Para entender correctamente el tema del mal -Injusticia, Desigualdad, Sufrimiento, Muerte‑, hay que ubicarlo, el inmenso dolor del Mundo, deviniendo la Evolución una Génesis, aparece como revés inevitable, o todavía mejor, como la condición, o más exac­tamente incluso, como el precio de un éxito inmenso[55].

Desde este punto de vista no podemos hablar -en sentido estricto- en categorías de Bien y de Mal, sino de diversidad e historia, de participación heterogénea en el ser y de procesos evolutivos. No estamos hablando, aún, de la existencia de un tipo de creaturas capaces de oponerse, libres y concientes, al proyecto de Dios.

IV

BONDAD MORAL,

OBRA DEL ESPÍRITU Y RECHAZO DE LA CREATURA

Por último llegamos a la bondad y maldad que damos en llamar moral. Nos introducimos en el campo de los actos realizados por una especie de seres existentes capaces de producir resultados que se nos aparecen como concretizaciones o negaciones del plan de Dios en la historia.

Dejemos de lado a otros seres inteligentes que pueden poblar el universo, llámense Ángeles o Extraterrestres. Desde los actos humanos nos llegan interrogantes y confusiones. Nos sentimos naufragados en un mundo lleno de maldad, de guerras, hambre, miseria, explotaciones, vicios... e infinidad de etcéteras que no es necesario elencar. La realidad “empecatada” nos abruma.

Es bien dura la lectura de la realidad que, por ejemplo, nos presentan los obispos latinoamericanos en sus Sínodos, a pesar querer moderar su lenguaje y de la voluntad de ser positivos y alentadores[56]. Sin querer ser profetas de calamidades, nos ofrecen un cuadro negro de una realidad, que por otra parte salta a los ojos. Pero, aun manteniendo viva, aguzada, la más lúcida y crítica de las conciencias, no podemos ignorar otro dato esencial de la fe cristiana: la imposibilidad de eliminar la acción del Espíritu Santo en la historia personal y colectiva de los seres humanos[57].

Lectura teológica

El magistral plan de la Suma Teológica de Tomás de Aquino[58] parte de la prueba de la existencia de Dios, Una vez ésta “probada”, se pasa a analizar los “nombres de Dios”, “Uno” y “Trino. Acabado el estudio de Dios “en sí” se continúa con la reflexión sobre el “Dios que obra hacia fuera de Dios”. Una vez determinada “la naturaleza” de todas las cosas posibles y existentes, presentes y futuras, Dios decide “elevar” al hombre a un plano sobre-natural. Dios había hecho al hombre como en una creatura naturalmente receptiva de la intervención divina. Y así culmina el tratado sobre Dios y sobre las creaturas de Dios, cuyo destino es volver a Dios de donde salieron. 

Entonces entra en la historia un acto del hombre que trastoca el proyecto de Dios. El pecado del hombre es, en el plano de la Suma Teológica, el elemento central y determinante de todo el devenir

Aparecen, nítidos, dos planes de Dios. Uno antes y otro después del pecado. Cristo es el resultante del pecado del hombre que de alguna manera “obliga” a Dios a tomar la decisión de la Encarnación del Verbo para salvar a la humanidad caída[59].

Pero la de Tomás no es la única visión, por más que sea preponderante. El Dios encarnado por libérrima y gratuita voluntad de Dios está en el centro del proyecto de Dios y no puede ocupar jamás un lugar secundario. Quien lea desprejuiciadamente la escritura no puede negar ni la centralidad de Cristo ni la marginalidad del pecado en la realización histórica del designio de Dios.

La predestinación de Cristo, primer nacido de todas las criaturas[60] y el amor libre de Dios, es el principio de cada cosa, la explicación última del orden de la historia[61]. Toda antropología cristiana se basa en el Sí de Dios a los hombres, sí pronunciado, de una vez para siempre, en la predestinación eterna de Cristo.

El Sí de Dios y el proyecto de Dios están a la raíz, son la causa de todo lo existente, sin excepción. Nuestra bondad no es causa de la benignidad maternal de Dios, sino que sus entrañas maternas[62] han concebido y parido nuestra santidad. El Sí de Dios es fiel: Yahveh es “el Dios del Amén”[63], y Cristo es el Amén, el Testigo fiel y veraz, el Principio de la creación de Dios[64].

Creo que teológicamente hablando tendríamos que afirmar, gritar, llorar de alegría, la confesión de fe de que todo hombre nace mecido por el amor de Dios, es decir nace en gracia, porque el amor de Dios y no el pecado del hombre es lo que teje la historia.

Lectura ética

Ahondemos ahora en el campo de la ética, el de los “actos humanos”.

Primero, lo reitero, no podemos confundir no-bondad con crecimiento, con evolución y perfeccionamiento propio de la creatura a través de la historia.

No es un pecado que el niño aprenda a caminar, es propio de un proceso de maduración de la persona. Recordemos que la creatura-hombre es un recién llegado en el universo y que el cristianismo hace un instante que lucha por conformar el mundo a imagen de  Cristo.

Porque estimo que los sufrimientos del tiempo presente no son comparables con la gloria que se ha de manifestar en nosotros. Pues la ansiosa espera de la creación desea vivamente la revelación de los hijos de Dios. La creación, en efecto, fue sometida a la vanidad, no espontáneamente, sino por aquel que la sometió, en la esperanza de ser liberada de la servidumbre de la corrupción para participar en la gloriosa libertad de los hijos de Dios.  Pues sabemos que la creación entera gime hasta el presente y sufre dolores de parto. Y no sólo ella; también nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu, nosotros mismos gemimos en nuestro interior anhelando el rescate de nuestro cuerpo[65] .

Segundo, siempre hablando el lenguaje de la apropiación de propiedades, en la Trinidad Económica, no podemos olvidar jamás que es del Espíritu de Dios de quien dependen todos los actos humanos: él derrama su vida sobre todos los seres vivientes sea que su acción sea aceptada o rechazada[66].

Es la imagen de la paloma que está como empollando la creación desde los orígenes[67]. Es el que obra la encarnación[68], el que guía a Jesús en su vida pública[69], el que le dará el poder de juzgar a las naciones[70], el que hace hablar a Isabel[71], a Zacarías[72], a Simeón[73], a los discípulos[74], especialmente en momentos de prueba[75], a fin de ser sus testigos[76]. Tanto Jesús[77], como los discípulos[78], son nacidos por el bautismo en el Espíritu, quien está encargado de completar la enseñanza de Jesús[79].  No sigo... el Padre nos ha dado el Espíritu y en el Espíritu obra el hombre, aún sin éste saberlo[80].

Por lo cual si en los actos de Dios no hay maldad, análogamente podríamos afirmar que el hombre es también moralmente sólo bondad, aunque bondad participativa e histórica.

Pero, de hecho, en el ámbito de la “bondad moral” no sólo hemos de admitir carencias y perfectibilidades: enfrentamos la realidad del pecado.

Conclusión: el hombre es capaz de oponerse a Dios 

Frente al hombre concreto y existente quedamos fascinados ante el misterio de una creatura que es capaz de plantarse ante su hacedor y de llegar a frustrar para él el proyecto de Dios[81].

Los fariseos y los legistas, al no aceptar el bautismo de él (de Juan), frustraron el plan de Dios sobre ellos[82].

Pero esa capacidad del hombre ¿supera el límite de lo personal? ¿Puede el hombre frustrar el plan global de Dios?

Si algunos de ellos fueron infieles ¿frustrará, por ventura, su infidelidad la fidelidad de Dios?[83]

Aquí nos topamos con el misterio del mal que convive  con el misterio del bien. Juan Pablo II[84] dice que el mysterium iniquitatis ha de entenderse desde el “mysterium pietatis”, por lo cual, objetivamente hablando, en el mundo de los actos humanos concretos, el bien “tiene que ser” mucho mayor que el mal.

El Concilio Vaticano II, especialmente en la Gaudium et Spes, es consciente de la ambivalencia del mundo y de la existencia del mal: el pecado no es un progreso “inacabado”, sino también degradación. El pecado es la única salida teológica para explicar el porqué el hombre se siente anegado por muchos males, que no pueden tener origen en su santo Creador[85]. No es Dios el culpable, son individuos y colectividades que, mezclado el bien con el mal, hacen que el mundo no sea ya ámbito de una auténtica fraternidad, y que el poder que ha logrado la humanidad está amenazando con destruir al propio género humano[86].

Sea como fuera, de todos modos, recordemos el axioma escolático: el hombre no puede no buscar el bien, aunque a veces lo haga a tientas y equivocándose. Cuando el hombre hace el mal, lo hace “bajo alguna especie de bien”, decía la filosofía que aprendimos en los manuales de escuela.

En todo proceso humano encontramos bondad y gracia, maldad y pecado... No hay acto humano que sea solo bondad, o sólo maldad, sin que podamos establecer una línea divisoria que permita separar seres de seres, personas de personas, grupos de grupos. Ni siquiera podemos soñar con una clave que nos posibilite una división clara y legítima entre actos puramente buenos y actos solamente malos de nuestro ser personal[87].

Eso hace que la GS sea optimista en su lectura de la realidad: El hombre contemporáneo camina hoy hacia el desarrollo pleno de su personalidad y hacia el descubrimiento y afirmación crecientes de sus derechos.  La iglesia sabe que el hombre está atraído sin cesar por el Espíritu de Dios y reconoce y estima en mucho el dinamismo de la época actual[88].

La idolatría, el gran pecado que subyace a todo pecado, no es fruto de la imperfección creatural humana. Porque un animal no puede creerse Dios. Menos aún una piedra. Sólo la admirable perfección de quien fuera hecho a imagen y semejanza de Dios, sólo aquel que lleva desde toda la eternidad la impronta del Verbo encarnado, por quien y para quien y en quien fue imaginado, sólo él puede sentir la tentación de ser Dios. La utopía final del hombre sólo puede ser el mismo Dios.

Configurado desde siempre en Cristo, sintiendo en sí la marca de la ilimitación divina, el hombre termina por admirarse en exceso. Se emborracha de su poder, de su sabiduría, y en acto narcisista se adora a sí mismo o a una imagen que lo representa. Adora sus ideas, sus estructuras, sus ciudades, todas sus hechuras. Las absolutiza[89].

El maniqueísmo ambiental está anclado en la conciencia plurisecular del hombre que allí encuentra una manera fácil de explicar el misterio del bien y del mal co-existentes. Es fácil y fascinantemente operativa la creación de un cielo con dioses buenos y dioses malos, así como una película con vaqueros e indios, con policías y ladrones, alemanes y norteamericanos, patriotas y antipatrias... católicos y herejes. Porque así decidido el campo, es muy simple la solución. Basta eliminar al contrario; matar a los comunistas y fusilar a los capitalistas; exiliar a los malos patriotas; expulsar de la Iglesia; amputar un brazo o quemar una casa...

Pero la falsedad del juicio puede ser más sutil y conducirnos a negar la acción del Espíritu que santifica todas las cosas. Si en cada introspección y en cada extrospección encontramos que somos pecadores, también en cada una de las realidades llevadas a nivel de conciencia hemos de encontrar, saber discernir, la presencia y la acción del Espíritu que hace nuevas y buenas muchas cosas.

Si no logramos develar esta triple dimensión de la bondad creatural, incluso la moral, las consecuencias son claras. O el arribismo: vivir lo mejor que se pueda, aplastando a quien se me interponga en el camino de mi felicidad. O el despotismo: eliminar por el medio que fuere, incluso con la más feroz de las violencias, el mal de la tierra, mal que está siempre y por supuesto en los demás. O el suicidio, habiendo reconocido el mal que está, inevitable, en el interior de cada uno. O los infinitos modelos de escape y alienación de la realidad: droga, alcohol, sexo, religión, y muchos etcéteras.

La aceptación de esta verdad de la naturaleza, de esta bondad de la realidad, exige reconocer que toda la realidad es sacramento de Dios, sumo bien. Como sacramento, la realidad es la progresiva topía de la utopía. Es el lugar donde se va realizando, en el tiempo, el Reino anunciado por Jesús. Podremos aceptar, con los correctivos necesarios, una postura religiosa que se limite a lo intramundano, a la intrarealidad. Pero es inaceptable desde el punto de vista cristiano -y humano- la posición de quienes, desde lo religioso, se quieren escapar de la realidad para relacionarse con Dios y alcanzar la “bondad”.

Con el siguiente esquema concluyo esta parte de la reflexión.

El Padre Dios es la bondad original y originante de toda realidad, aún la más insignificante

La primera creatura del Padre es Jesús, el Cristo. En él se resume toda la bondad de la existencia.

El Espíritu de Dios actúa en todo hombre, independientemente que su acción sea aceptada o rechazada, derrama su vida sobre todos los seres vivientes.

bondad “esencial”

bondad “existencial”

Bondad “moral”

La realidad es “buena” por definición, por su origen, en virtud y desde su origen.

Las cosas existentes son buenas. La cosas tal como existen son buenas.

En el ámbito de la actividad vital  de las realidades existentes encontramos también el mal.

En el terreno de las “definiciones”, de las “substancias”, de las “naturalezas”, de aquello por lo cual las cosas son lo que son... En la definición de la creatura no podemos admitir la inclusión del “mal”.

Las cosas no sólo son buenas por definición teórica, sino en cuanto vivientes, dadas, existentes.

El Verbo Encarnado es modelo, imagen imaginada-imaginante, causa formal de todos los seres, sin excepción.

El hombre es también fundamentalmente bondad en el campo de los actos humanos.

El hombre sólo busca el bien, aunque se equivoque.

El Espíritu Santo es como la paloma que está empollando la creación desde los orígenes

Toda la realidad es sólo bien, aunque bien participado y perfectible, y por lo tanto limitado.

Bien perfecto en su orden.... con carencias en relación o otros seres existentes o posibles. Pero sólo bien

En el campo de la existencia concreta la realidad es buena, sumamente buena, sobreexcelente.

Las realidades tal como existen son solo bien, sin mezcla de mal alguno, aunque históricamente buenas, dentro de un proceso de crecimiento existencial.

Históricamente buenas, porque el único existente “bueno” es Dios.

No confundir no-bondad con crecimiento, con evolución y perfeccionamiento propio de la creatura a través de la historia.

Pero aquí también hay actos malos, opuestos al proyecto de Dios, que contradicen el querer de Dios.

Nada ni nadie es “mal” por definición, por origen, por esencia, en sí mismo.

“El” mal no existe.

Fuera de él bondad existencial participada, perfectible y por ende imperfecta. Aquí tampoco existe el mal.

En todo proceso humano encontramos bondad y maldad, gracia y pecado...

 

La nueva buena de los cristianos se distingue por saber descubrir la bondad en el interior de toda la realidad mundana y corporal.

En el tiempo, el devenir y la historia, el cristiano reconoce visible y operante la acción del Espíritu que va haciendo topía la utopía de Dios con nosotros y nosotros con Dios[90] .

V

¿QUÉ ES EL PECADO?

Pecado personal

El tema del pecado se ha convertido es una de los asuntos teológico-pastorales más difíciles de exponer de modo convincente. No veo cómo hacer una síntesis teológico-bíblica crítica e integradora de los aportes de la teología positiva de la última centuria, cómo plantear una propuesta ética fundamentada en Jesús y menos aún una presentación catequética plausible y satisfactoria -al menos para todos- acerca del pecado.

A nivel ético, están cayendo a pedazos los edificios culturales de valor y contravalor. Si pasamos al nivel teológico y hablamos del proyecto o ley de Dios, están en crisis todos los proyectos ideológicos que se esconden en los proyectos de Dios formulados por hombres que, por añadidura detentan el poder político y económico. Todos sabemos las dificultades para distinguir un sistema de valores de la cultura en la cual se legitima y más aún si pensamos que, de por sí, toda cultura es valedera y tiene que ser asumida por la buena nueva de Jesús. Se oscurece el panorama si somos críticos ante la posible deshumanización que esconden los proyectos que se suceden a ritmo de vértigo.

Se ha intentado ver el pecado como deshumanización, valorando sus diferentes vertientes: trascendiendo lo personal e individual, llegando a los niveles de lo interpersonal, social y estructural. Se ha introducido las categorías de opción fundamental, actitud y acto; se han formulado nuevas fórmulas y nuevos símbolos; se ha sido capaz de dialogar con la psicología, la antropología, la sociología...   Si bien todos estos horizontes nos desdibujan el concepto clásico, no llegan a configurar una imagen clara y convincente de pecado.

El Catecismo de la Iglesia Católica[91] define el pecado (1849-1851) yuxtaponiendo afirmaciones: “El pecado es una ofensa... Se levanta contra... Es una desobediencia... Es diametralmente opuesto a la obediencia de Jesús...”, “una palabra, un acto o un deseo contrarios a la ley eterna” (1849).

El pecado es tanto una ruptura de la comunión con Dios como un atentado contra la comunión con la Iglesia, por lo cual entra en juego tanto el perdón de Dios como la reconciliación con la Iglesia (1440). El pecado es una falta contra la razón, la verdad, la conciencia recta; hiere la naturaleza del hombre y atenta contra la solidaridad humana. (1849). El pecado es una exaltación orgullosa del propio yo del hombre hasta llegar al límite del desprecio de Dios, es diametralmente opuesto a la obediencia de Jesús(1850). La raíz de todos los pecados está en el corazón del hombre(1873). Sus especies y su gravedad se miden principalmente por su objeto (1873); “la cualidad de las personas lesionadas” aumenta la gravedad del pecado[92] (1858).

En sentido estricto (grave, mortal) se daría un pecado cuando alguien elige, formula y ejecuta deliberadamente, es decir, sabiéndolo y queriéndolo, “una palabra, un acto o un deseo”... una cosa, gravemente contraria a la ley divina y al fin último del hombre (1874), o sea en contradicción con la ley eterna (1849). En sentido lato (leve, venial) hablamos de pecado cuando tenemos un desorden moral reparable por la caridad, es decir por el acto humano de amor (1875). El pecado en sentido estricto implica materia grave, pleno conocimiento, entero consentimiento (1857-1860) y puede ser una elección libre y sin retorno del hombre (1861).

En definitiva el pecado es un acto personal, consciente, deliberado, libre, informado. Acto de un hombre que quiere oponerse a Dios y a su proyecto sobre el hombre y sobre el mundo en su devenir

Preguntas:

·       En sentido rigurosamente teológico ¿resulta fácil establecer taxativamente que un acto humano es pecado en sentido estricto?

·       En la vida común de los fieles, en la nuestra propia ¿contamos con muchos de estos actos informados, deliberados, libres, en los cuales decidimos oponernos a Dios y a su proyecto?

·       Objetivamente hablando ¿podemos jugarnos la vida en afirmar que algo es querer y proyecto de Dios y no cultura o ideología?

·       Podemos seguir con otras preguntas que llenan los tratados de los antropólogos y moralistas.

Pecado estructural

El Catecismo introduce un planteamiento novedoso: el pecado estructural:

“... el pecado convierte a los hombres en cómplices unos de otros, hace reinar entre ellos la concupiscencia, la violencia y la injusticia. Los pecados provocan situaciones sociales e institucionales contrarias a la bondad divina. Las estructuras de pecado son expresión y afecto de los pecados personales. Inducen a sus víctimas a cometer a su vez el mal. En un sentido analógico constituyen un pecado social” (1869).

El catecismo conecta el pecado estructural con el teologúmeno del pecado original y con la concepción joannea del pecado del mundo (Jn 1,29). Este concepto proporciona a la moral una mayor sensibilidad social y da una perspectiva válida para analizar las situaciones sociales del mundo actual, que muchas veces se configuran en estructuras injustas (1887).

La encíclica Solicitudo rei socialis abunda en este tema:

Por tanto, hay que destacar que un mundo dividido en bloques, presididos a su vez por ideologías rígidas, donde en lugar de la interdependencia y la solidaridad, dominan diferentes formas de imperialismo, no es más que un mundo sometido a estructuras de pecado Si la situación actual hay que atribuirla a dificultades de diversa índole, se debe hablar de “estructuras de pecado”, las cuales --como ya he dicho en la Exhortación Apostólica Reconciliatio et paenitentia-- se fundan en el pecado personal y, por consiguiente, están unidas siempre a actos concretos de las personas, que las introducen, y hacen difícil su eliminación. Y así estas mismas estructuras se refuerzan, se difunden y son fuente de otros pecados, condicionando la conducta de los hombres.

“Pecado” y “estructuras de pecado”, son categorías que no se aplican frecuentemente a la situación del mundo contemporáneo. Sin embargo, no se puede llegar fácilmente a una comprensión profunda de la realidad que tenemos ante nuestros ojos, sin dar un nombre a la raíz de los males que nos aquejan.

Para el Papa no es suficiente hablar de “egoísmo” y de “estrechez de miras”, de “cálculos políticos errados” o de “decisiones económicas imprudentes”. Es necesario introducir en el análisis de la realidad categorías ético-morales. Un antropología seria no puede analizar la acciones y omisiones de las personas sin hacer de algún modo juicios o referencias de orden ético.

Un análisis socio-político quedaría trunco sin la referencia formal al “pecado” y a las “estructuras de pecado”....

Y como es obvio, no son solamente los individuos quienes pueden ser víctimas de estas dos actitudes de pecado, pueden serlo también las Naciones y los bloques. Y esto favorece mayormente la introducción de las “estructuras de pecado”, de las cuales he hablado antes. Si ciertas formas de “imperialismo” moderno se consideraran a la luz de estos criterios morales, se descubriría que bajo ciertas decisiones, aparentemente inspiradas solamente por la economía o la política, se ocultan verdaderas formas de idolatría: dinero, ideología, clase social y tecnología[93].

Preguntas:

·       ¿No es un abuso hablar de pecado en relación a las estructuras sociales[94]?

·       ¿No es recaer en modelos de cristiandad el hablar de estructura de gracia y de estructuras de pecado? 

El Pecado original

El tema del pecado original[95] traduce y exacerba la noción de pecado estructural y pecado social. En la visión antropocéntrica y hamartiocéntrica de la teología latina[96] la humanidad es definida como humanidad caída, unánime en su perversidad(57). Para el concilio de Trento[97] la teología del pecado original originante parte del supuesto de que Adán, el primer hombre, existió históricamente, que vivió geográficamente en un lugar, y que por su prevaricación ejecutada en el tiempo, perdió la santidad y justicia, fue castigado con la muerte y quedó bajo el cautiverio del demonio[98]. Este primer hombre realmente existente transmite por propagación genética su pecado y sus consecuencias a todos sus descendientes. El género humano heredó el pecado, la muerte y las penas corporales, hasta el límite que las almas de aquellos que mueren sólo con el pecado original, bajan inmediatamente al infierno[99].

Para el catecismo, el pecado original es una verdad esencial de la fe (388), es, por así decirlo, “el reverso” de la Buena Nueva de que Jesús es el Salvador de todos y no se puede menoscabar la doctrina del pecado original sin atentar contra el Misterio de Cristo (389). Reasume ampliamente el relato fabuloso de los orígenes y “el hecho” del pecado de esa pareja mítica de sinántropos, que habría desencadenado tal cólera divina que, después de miles de siglos, los millones de descendientes suyos sufrirían todavía las consecuencias. Desde este primer pecado, una verdadera invasión de pecado inunda el mundo (401), y el diablo adquirió un cierto dominio sobre el hombre(405).

Tengamos muy presente que el pecado original no puede ser llamado “pecado” sino  de manera análoga: es un pecado “contraído”, “no cometido”, un estado y no un acto (404).

Preguntas:

·       ¿Podemos seguir sosteniendo la historicidad de los relatos de la creación del Génesis?

·       Podemos seguir teniendo la pretensión ridícula de que un acto de una creatura aparecida hace muy poco en el proceso evolutivo haya cambiado la faz del universo en evolución?

·       ¿Podemos seguir sosteniendo que un acto humano modifica irreversiblemente el proyecto de Dios?.

·       ¿Podemos seguir afirmando que el hombre nace fuera del amor de Dios, es decir en pecado, en desgracia, condenado al infierno si no aparece el gesto humano del bautismo?

IDEAS FINALES

1)   Es necesario reelaborar teológicamente el tema del pecado dentro de una concepción histórico-evolutiva del devenir del hombre en el cosmos.

2)   Hay que dibujar muy bien las fronteras entre pecado y límites.

3)   Hay que aprender a distinguir entre mal y acontecer evolutivo: ¿es un mal la desaparición de especies enteras a lo largo de los milenios? No podemos seguir vinculando a la ligera las catástrofes naturales con el pecado del hombre, como si existieran entre ambos la relación de causa y efecto. 

4)   No es necesario hacer recurso al pecado para explicar los fenómenos del hambre, la guerra, el sufrimiento de los niños, etc.  Menos aún recurso a un pecado original que no sabemos explicar.

5)   Todo hombre –toda creatura- nace en gracia: somos consecuencia del proyecto eterno libre y amante de Dios, y no hay  causa humana que pueda torcer el designio divino.

La Historia de Salvación:

la historia como pecado o la historia como divinización

Antropocentrismo y Soteriocentrismo

La teología latina ha heredado de su humus cultural greco latino un marcado y casi exclusivo antropocentrismo.

Pero un antropocentrismo que fijó sus ejes en los temas de pecado y del mal, realidades que, sin duda, pesan duramente en la historia, y que constituyen uno de los nudos más difíciles de explicar en la reflexión tanto filosófica como teológica.

En la teología clásica se parte del convencimiento de una primera pareja - Adán y Eva - realmente existentes, de quien todos descendemos, tanto en la naturaleza como en el pecado.

Sobre la base de este presupuesto se teologiza la historia como el camino para salvar al hombre de su pecado, enraizado indisolublemente en los actos, todos los actos, humanos.

En la teología actual acentuamos que Cristo ha venido a rescatar la humanidad del pecado histórico, existente de hecho, sin condicionamientos metahistóricos.

Sea como fuere uno tiene la impresión que la reflexión teológica latina y la consecuente litúrgica, ascética, mística, moral...  se han ido reduciendo a mera soteriología.

La biblia como historia de...

Supuesto lo anterior nos explicamos el éxito de la expresión “Historia de salvación” aplicada a la Biblia y a la vida del Antiguo y del Nuevo Pueblo de Dios.

Es plausible un éxito inmediato en este caldo de cultivo una teología que se reclama a la liberación.

Ya Juan Luis Segundo alertaba sobre este reduccionismo y sugería otros genitivos tan reales como el de salvación. La Biblia puede ser llamada sin problemas:

·       Historia de la alianza, o de las alianzas de Dios con su Pueblo,

·       Historia de la pedagogía de Dios,

·       Historia de la admirable condescendencia de Dios que camino con su Pueblo y con los pasos de su Pueblo,

·       Historia de la progresiva divinización del hombre y del cosmos en Cristo... 

Divinización y salvación metafísica

Si discusión alguna, Jesucristo vino a sanar, por la fuerza del Espíritu, a de toda dolencia y enfermedad, fue enviado por el Padre a anunciar a los pobres la Buena Nueva, a proclamar la liberación a los cautivos, a dar la vista a los ciegos, y dar la libertad a los oprimidos. Esto escandaliza a sus contemporáneos, que están convencidos de que los pobres son los malditos de Dios.

Sin duda alguna que la misión de Jesús implica la salvación de todos los males históricos del hombre, y el anuncio del Reino de Dios donde no habrá más ni sufrimiento alguno, la creación de un cielo nuevo y tierra nueva.

Pero sobre todo habría que afirmar que el efecto fundamental de la encarnación en relación a los hombres es la elección sobrenatural, la adopción o divinización en Cristo, no es la reparación o restitución de una alienación histórica, de un acto pecaminoso, sino la orientación total originaria de la humanidad entera.

En este punto es interesante el pensamiento de Escoto, ubicable en la línea de la patrística griega. La salvación no radica fundamentalmente en la superación de una deficiencia de orden moral, sino la elevación sobrenatural y la superación divina de la deficiencia metafísica del hombre: la encarnación, más allá de toda liberación histórica, haya o no existido el pecado, libera definitivamente al hombre de los límites impuestos por la metafísica: un hombre puede ser Dios, Dios puede ser un hombre...   La redención de Cristo no es simplemente la superación de una deficiencia moral sino fundamentalmente superación de la deficiencia metafísica de la creatura.

Cruz y salvación histórica

La salvación cristiana tiene que ser entendida esencialmente como Historia y no como determinismo naturalista. No existe justicia que exija la muerte del Hombre‑Dios para satisfacer a un Padre herido. El sólo punto de vista correcto para entender la historia es el marco del Orden del Amor libérrimo y gratuito de Dios.

La muerte  en Cruz, la pasibilidad de Cristo, tienen el objetivo de revelar mejor el amor de Dios, y no son fruto de una necesidad objetiva metafísica de una reparación de condigno, que puede ser también realizada de otros modos:

Para acicatear nuestro amor hacia él, según creo, hizo estas cosas: porque quiso que el hombre estuviese más agradecido a Dios. Está siempre presente el gran tema del amor como razón última de todo.

Pau Endokimov escribe esta página maravillosa, contemplando el icono de la crucifixión.

“El Padre es el Amor que crucifica, el Hijo es el Amor crucificado, el Espíritu Santo es el poder invencible de la Cruz”, ha dicho magníficamente el Metropolita de Moscú, Filaretes.  En cierto sentido, es la Crucifixión común en la que cada Persona de la Trinidad tiene su propia manera de participar en el Misterio. La Cruz vivificante es la única respuesta al proceso del ateísmo en el reino del mal.  Se puede aplicar a Dios la noción más paradójica, la de la debilidad, que significa la salvación mediante el libre amor: Dios se presenta y declara su amor, y pide que le paguen con la misma moneda; ... rechazado, espera a la puerta... Por todo el bien que nos ha hecho no pide a cambio más que nuestro amor; como pago de nuestro amor, nos perdona todas nuestras deudas.

Frente al sufrimiento, frente a toda forma del mal, la única respuesta adecuada es decir que Dios es débil y que no puede sino sufrir con nosotros.  Débil, en efecto, no en su omnipotencia, sino en su Amor crucificado...

Al contemplar el icono pensamos en la hermosa reflexión de Nicolás Cabasilas: En función de Cristo ha sido creado el corazón humano, cofre inmenso y suficientemente amplio para contener a Dios mismo... El ojo ha sido creado para la luz, el oído para los sonidos, todas las cosas  para su fin, y el deseo del alma para lanzarse hacia Cristo.

(Paul ENDOKIMOV  El arte del icono Teología de la belleza  MADRID 1991, pp 49 - 55¸ 70 - 71; 309 – 317)

Esta perspectiva nos abre a las cristologías actuales, que tienen en mano instrumentos exegéticos de los cuales no disponía la teología medieval. Cristo murió por ser fiel al mensaje del Padre, por oponerse a los poderosos de su tiempo, por estar al lado de los pobres..., razones históricas, consecuencia de haberse encarnado en la historia y en la contingencia.

Jerónimo Bórmida, Congreso SUT, 29 de julio 1999


 

[1]           Para ampliar el tema véase mi libro: Datos históricos para una eclesiología franciscana, Montevideo 1997.

[2]           La indulgencia plenaria otorgada a quienes matan y mueren en la empresa del crucificado, y a todos los que colaboran en dinero, armas o consejo a su éxito implicaba el pleno perdón de todos los reatos de culpa y de pena por los pecados, y además total garantía de salvación eterna, asegurando la retribución de los justos a todos los luchadores contra mal que se hubieren debidamente confesado.

[3]           Concilio Lateranense IV, 1215, Capítulo 3 Sobre los herejes.

[4]           San Bernardo: De la excelencia de la nueva milicia; Obras completas, B.A.C..

[5]           DZ  869 Can. 14. Si alguno dijere que tales párvulos bautizados han de ser interrogados cuando hubieron crecido, si quieren ratificar lo que al ser bautizados prometieron en su nombre los padrinos, y si respondieron que no quieren, han de ser dejados a su arbitrio y que no debe entretanto obligárseles por ninguna otra pena a la vida cristiana, sino que se les aparte de la recepción de la Eucaristía y de los otros sacramentos, hasta que se arrepientan, sea anatema. PAULO III, 1534-1549 CONCILIO DE TRENTO, 1545-1563 XIX ecuménico Decreto sobre la justificación. Sesión VII (3 de marzo de 1547) Cánones sobre el sacramento del bautismo.

[6]           El sacrosanto, ecuménico y universal Concilio de Trento legítimamente reunido en el Espíritu Santo... para eliminar los errores y extirpar las herejías que en nuestro tiempo... PAULO III, 1534-1549 CONCILIO DE TRENTO, 1545-1563 XIX ecuménico Decreto sobre la justificación. Sesión VII (3 de marzo de 1547)  Proemio.

[7]           TMA 35; DH 1.

[8]           GREGORIO XVI, 1831-1846 Mirari vos arbitramur, de 15 de agosto de 1832)

[9]           Pío IX, 1846-1878 Quanta cura, de 8 de diciembre de 1864).

[10]          Véase el documento elaborado hace pocos meses por la Comisión Teológica Internacional,  Memoria y reconciliación: la iglesia y las culpas del pasado.

[11]          Cf Comisión Teológica Internacional, Memoria y reconciliación: la iglesia y las culpas del pasado,

[12]          La crítica recibida en la dinámica de “rejas” fue devastadora. La dinámica, muy simple, consiste en que un grupo recibe la visita de delegados de otros grupos temáticos, a la vez que envía a éstos sus propios delegados. De ese modo se hacen unos mini plenarios que posibilitan una mejora notable en los esquemas de los grupos. Como el grupo temático estaba constituido por “la verdad” sobre Cristo, el Hombre y la Iglesia,  el grupo de antropología recibió los aportes desde la cristología y la eclesiología.

[13]          DP 316.

[14]          SD 164.

[15]          DP 318

[16]          Gen 1:31 Vio Dios cuanto había hecho, y todo estaba muy bien.

[17]          El primer relato de la creación, de cuño sacerdotal, se cuida de nombrar a los elementos naturales adorados como ídolos: son buenos porque son obras de Dios.

[18]          Gen 2:18-19 Dijo luego Yahveh Dios: «No es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada.» Y Yahveh Dios formó del suelo todos los animales del campo y todas las aves del cielo y los llevó ante el hombre para ver cómo los llamaba, y para que cada ser viviente tuviese el nombre que el hombre le diera.

[19] Lev 11:44 Porque yo soy Yahveh, vuestro Dios; santificaos y sed santos, pues yo soy santo. No os haréis impuros con ninguno de esos bichos que se arrastran por el suelo. Lev 20:25 Habéis de hacer separación entre animales puros e impuros, y entre aves impuras y puras; para que no os hagáis abominables, ni con animales ni con aves, ni con lo que se arrastra por el suelo; porque os he separado todo eso como impuro. Hech 10:14-15 Pedro contestó: «De ninguna manera, Señor; jamás he comido nada profano e impuro.» La voz le dijo por segunda vez: «Lo que Dios ha purificado no lo llames tú profano.»

[20] 1Cor 8:4 Ahora bien, respecto del comer lo sacrificado a los ídolos, sabemos que el ídolo no es nada en el mundo y no hay más que un único Dios. Heb 12:16 Que no haya ningún fornicario o impío como Esaú, que por una comida vendió su primogenitura. COL 2:16 Por tanto, que nadie os critique por cuestiones de comida o bebida, o a propósito de fiestas, de novilunios o sábados.

[21] Véase todo el capítulo 7 de la primera a los Corintios. Los discípulos están diciendo que “bien le está al hombre abstenerse de mujer”... Pablo explica ésta como otras preguntas o afirmaciones de una comunidad problemática: “todo me es lícito”, por ejemplo.

[22] 1Ti 4:1 El Espíritu dice claramente que en los últimos tiempos algunos apostatarán de la fe entregándose a espíritus engañadores y a doctrinas diabólicas, por la hipocresía de embaucadores que tienen marcada a fuego su propia conciencia; éstos prohíben el matrimonio y el uso de alimentos que Dios creó para que fueran comidos con acción de gracias por los creyentes y por los que han conocido la verdad.

[23] Col 1:15 El es Imagen de Dios invisible, Primogénito de toda la creación,  COL 1:16 porque en él fueron creadas todas las cosas, en los cielos y en la tierra, las visibles y las invisibles, los Tronos, las Dominaciones, los Principados, las Potestades: todo fue creado por él y para él, él existe con anterioridad a todo, y todo tiene en él su consistencia.

[24] Véanse las epíklesis de las anáforas del misal romano.

[25] Col 1:16 porque en él fueron creadas todas las cosas, en los cielos y en la tierra, las visibles y las invisibles, los Tronos, las Dominaciones, los Principados, las Potestades: todo fue creado por él y para él. EFE 6:12 Porque nuestra lucha no es contra la carne y la sangre, sino contra los Principados, contra las Potestades, contra los Dominadores de este mundo tenebroso, contra los Espíritus del Mal que están en las alturas. Por eso, tomad las armas de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y después de haber vencido todo, manteneros firmes..

[26] Rom 8:39 ni la altura ni la profundidad ni otra criatura alguna podrá separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús Señor nuestro

[27] Rom 8:28 Por lo demás, sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman; de aquellos que han sido llamados según su designio.

[28] Dt 10:17 porque Yahveh vuestro Dios es el Dios de los dioses y el Señor de los señores, el Dios grande, poderoso y temible, que no hace acepción de personas ni admite soborno; Hech 10:34 Entonces Pedro tomó la palabra y dijo: «Verdaderamente comprendo que Dios no hace acepción de personas, ROM 2:11 que no hay acepción de personas en Dios. EFE 6:9 Amos, obrad de la misma manera con ellos, dejando las amenazas; teniendo presente que está en los cielos el Amo vuestro y de ellos, y que en él no hay acepción de personas.

[29] DP.  397 Para desarrollar su acción evangelizadora con realismo, la Iglesia ha de conocer la cultura de América Latina. Pero parte, ante todo, de una profunda actitud de amor a los pueblos. De esta suerte, no Sólo por vía científica, sino también por la connatural capacidad de comprensión afectiva que da el amor, podrá conocer y discernir las modalidades propias de nuestra cultura, sus crisis y desafíos históricos y solidarizarse, en consecuencia, con ella en el seno de su historia (Cfr. OA 1).

[30]          Sé bien que la creación es obra de la Trinidad, pero me muevo ahora dentro de las atribuciones habituales en la “Trinidad Económica”.

[31] LG.  LG  n °2.

[32] DP 182.

[33] AlD tú eres el bien, todo bien, sumo bien, Señor Dios vivo y verdadero (cf. 1Tes 1,9). ParPN porque tú, Señor, eres el bien sumo, eterno, de quien todo bien procede, sin quien no hay bien alguno.

[34] AlHor  Omnipotente, santísimo, altísimo y sumo Dios, todo bien, sumo bien, bien total, que eres el solo bueno (cf. Lc 18,19), a ti te tributemos toda alabanza, toda gloria, toda gracia, todo honor, toda bendición, y te restituyamos todos los bienes.

[35] 2CtaF 2.  A quien tantos bienes nos ha traído y nos ha de traer en el futuro, toda criatura del cielo y de la tierra, del mar y de los abismos, rinda como a Dios alabanza, gloria, honor y bendición  porque él es el solo bueno, y el solo santo laudable y bendito por los infinitos siglos. Amen.

[36]          CONCILIO DE BRAGA, I 561 Anatematismos contra los herejes, especialmente contra los priscilianistas, DZ  237-238

[37]          CONCILIO DE FLORENCIA, 1438-1445 XVII ecuménico Decreto para los jacobitas, DZ   706. Inocencio III, en 1208, le había impuesto Durando de Huesca  y a sus compañeros valdenses confesar que el diablo se hizo malo no por naturaleza, sino por albedrío. El IVº Concilio de Letrán, en 1215, reitera la fórmula:  el diablo y demás demonios, por Dios ciertamente fueron creados buenos por naturaleza; mas ellos, por sí mismos, se hicieron malos.

[38]          Es un tema largo, que no puedo desarrollar. Por ejemplo, habría que aclarar que para Escoto toda naturaleza puede ser asumida por el Verbo, pero solamente la criatura racional puede ser beatificada, porque solamente ella posee la inteligencia y la voluntad libre sin las cuales la persona no puede existir y sin las cuales la participación a la naturaleza divina es imposible. Del hecho de que inclusive la piedra pueda ser unida al Verbo de Dios no resulta, sin embargo que esta pueda ser personificada, porque personificar no significa simplemente estar unido, sino ser de una unidad intrínseca. Por lo cual, si la naturaleza humana y la naturaleza de la piedra concurren en la posibilidad de dependencia, no pueden coincidir en la razón de la personalidad. En consecuencia, Dios no pude hacer participar a la piedra de su bienaventuranza, ni por potencia absoluta, ni por su poder ordinario.

[39]          Rom 16,25; Ef 1,9; 3, 5.9; Col 1:26

[40]  TEILHARD DE CHARDIN P., Himno del Universo, Madrid, Taurus. 1967, 69.

[41]          Idem, 19.20. de La misa sobre el Mundo.

[42]          Idem, 30.

[43] Jn 1:1-3.

[44] Col 1:15-19.

[45] Heb 1:1-3.

[46] AG  n° 11.

[47] Medellín  Pastoral popular  5.

[48] SD 17.

[49] SD 138.

[50] SD 245 Cf DP 451 Esta piedad popular católica, en América Latina no ha llegado a impregnar adecuadamente o aún no ha logrado la evangelización en algunos grupos culturales autóctonos o de origen africano, que por su parte poseen riquísimos valores y guardan “semillas  del  Verbo”  en espera de la Palabra viva.

[51] DV  n° 2  Dispuso Dios en su sabiduría revelarse a Sí mismo y dar a conocer el misterio de su voluntad, mediante el cual los hombres, por medio de Cristo, Verbo encarnado, tienen acceso al Padre en el Espíritu Santo y se hacen consortes de la naturaleza divina.  En consecuencia, por esta revelación, dios invisible habla a los hombres como amigos, movido por su gran amor y mora con ellos, para invitarlos a la comunicación consigo y recibirlos en su compañía.

[52] Mt 19:17 El le dijo: ¿Por qué me preguntas acerca de lo bueno? Uno solo es el Bueno. Mc 10:18 Jesús le dijo: «¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino sólo Dios.

[53]          Qoh  9,  1-5.

[54]          TEILHARD, 76.

[55]          Esta serie de citas las espigo de el Libro de Teilhard, El porvenir del hombre, Madrid 1964, 64 ss

[56] DP. 328 Pero a la actitud personal del pecado, a la ruptura con Dios que envilece al hombre, corresponde siempre en el plano de las relaciones interpersonales, la actitud de egoísmo, de orgullo, de ambición y envidia que generan injusticia, dominación, violencia a todos los niveles; lucha entre individuos, grupos, clases sociales y pueblos, así como corrupción, hedonismo, exacerbación del sexo y superficialidad en las relaciones mutuas (Cfr. Gál. 5, 19-21. Consiguientemente se establecen situaciones de pecado que, a nivel mundial, esclavizan a tantos hombres y condicionan adversamente la libertad de todos.

[57] DP. 330 El nos hace tomar conciencia del pecado contra la dignidad humana que abunda en América Latina; en cuanto este pecado destruye la vida divina en el hombre, es el mayor daño que una persona puede inferirse a sí misma y a los demás. Jesucristo, en fin, nos ofrece su gracia, más abundante que nuestro pecado (Cfr. Rom. 5, 20). De El nos viene el vigor para liberamos y liberar a otros del misterio de iniquidad.

[58]          Véase mi Teología Fundamental, Montevideo 1999, 231.

[59]          Para ampliar el tema: BÓRMIDA, J., El sí de Dios a los hombre, Jesucristo, el primer predestinado, Soleriana, 1997/2, 49-73.

[60]                    Dice Juan Duns Escoto: El que quiere ordenadamente, sin excepción alguna, debe querer primero lo que está más cercano al fin. Se ha de querer la gloria con anterioridad a la gracia. Entre los predestinados a la gloria, antes tendría que querer la gloria para quien está más próximo a la obtención del fin. Quiere la gloria para el alma de Cristo antes de quererla para cualquier otro. Para todos los demás antes quiere la gracia y la gloria y luego prevé sus hábitos opuestos, el pecado y la condenación. Por lo tanto, antes que prever la caída de Adán, quiso la gloria del alma de Cristo  III Sent. Dist. III q. 3.

[61]          Evidentemente que ni siquiera las Sagradas Escrituras condicionan el querer libre de Dios, es decir que si en la revelación escrita o tradiciones encontramos afirmaciones que contradicen este hecho fundamental... hay que hacer un buen uso de la hermenéutica para entenderlas a la luz del hecho Cristo. Cristo interpreta las escrituras y no a la inversa.

[62]          Misericordia: rejem, rajamim, entrañas en hebreo bíblico.

[63]          Is 65,15.

[64]          Ap. 3,  14. La raíz hebrea aman está en el fondo del amén, de la hemunah, de la hemet de Dios a los hombres y de los hombres a Dios. Firmeza, inmutabilidad, fidelidad: este es el amén de Dios que se llama Cristo.

[65] Rom 8:18 Cf Is 26:17 Como cuando la mujer encinta está próxima al parto sufre, y se queja en su trance, así éramos nosotros delante de ti, Yahveh. GAL 4:19 ¡hijos míos!, por quienes sufro de nuevo dolores de parto, hasta ver a Cristo formado en vosotros.

[66] GS  n° 22  Esto vale no solamente para los cristianos, sino también para todos los hombres de buena voluntad, en cuyo corazón obra la gracia de modo invisible.  Cristo murió por todos, y la vocación suprema del hombre en realidad es una sola, es decir, la divina.  En consecuencia, debemos creer que el Espíritu Santo ofrece a todos la posibilidad de que, en la forma de sólo Dios conocida, se asocien a este misterio pascual.

[67] Gen 1:2 La tierra era caos y confusión y oscuridad por encima del abismo, y el espíritu de Dios incubaba por encima de las aguas.

[68] Mt 1:18 La generación de Jesucristo fue de esta manera: Su madre, María, estaba desposada con José y, antes de empezar a estar juntos ellos, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo. Lc 1:35 El ángel le respondió: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios.

[69] Mt 4:1 Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo. Mc 1:12 A continuación, el Espíritu le empuja al desierto, Lc 4:1 Jesús, lleno de Espíritu Santo, se volvió del Jordán, y era conducido por el Espíritu en el desierto. Lc 4:14 Jesús volvió a Galilea por la fuerza del Espíritu, y su fama se extendió por toda la región. Lc 10:21 En aquel momento, se llenó de gozo Jesús en el Espíritu Santo, y dijo: «Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños. Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito.

[70] Mt 12:18 He aquí mi Siervo, a quien elegí, mi Amado, en quien mi alma se complace. Pondré mi Espíritu sobre él, y anunciará el juicio a las naciones.

[71] Lc 1:41 Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena de Espíritu Santo.

[72] Lc 1:67 Zacarías, su padre, quedó lleno de Espíritu Santo, y profetizó diciendo:

[73] Lc 2:25 Y he aquí que había en Jerusalén un hombre llamado Simeón; este hombre era justo y piadoso, y esperaba la consolación de Israel; y estaba en él el Espíritu Santo.

[74] Mt 10:20 Porque no seréis vosotros los que hablaréis, sino el Espíritu de vuestro Padre el que hablará en vosotros.

[75] Lc 12:12 porque el Espíritu Santo os enseñará en aquel mismo momento lo que conviene decir.»

[76] Hech 1:8 sino que recibiréis la fuerza del Espíritu Santo, que vendrá sobre vosotros, y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra.»

[77] Jn 1:33 Y yo no le conocía pero el que me envió a bautizar con agua, me dijo: “Aquel sobre quien veas que baja el Espíritu y se queda sobre él, ése es el que bautiza con Espíritu Santo.”

[78] Jn 3:5 Respondió Jesús: «En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios.

[79] Jn 14:26 Pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, os lo enseñará todo y os recordará todo lo que yo os he dicho.

[80] Cfr. el texto ya citado de la Gaudium et Spes Nº 22.

[81]          Es recomendable la tesis doctoral de Wolfhart Pannenberg, La dottrina della predestinazione di Duns Scoto nel contesto dello sviluppo della dottrina scolastica. Hecha en 1939, fue editada por los franciscanos en Milán, 1995. El autor dice que Escoto es el único teólogo que tuvo el coraje de afirmar pecado del hombre como la capacidad creatural de plantarse ante la predestinación divina y decir un no frustrante del proyecto eterno del omnipotente. 

[82]          Lc  7,  29-30.

[83]          Rom  3,  3.

[84]          “Reconciliación y penitencia” 19: “en esta economía el pecado no es protagonista, ni mucho menos vencedor”.

[85]          GS  13.

[86]          GS 37.

[87] DP.  253 En este mundo la Iglesia nunca logrará vivir plenamente su vocación universal a la santidad. Permanecerá compuesta de justos y pecadores (Cfr. LG 8c). Más aún: por el corazón de cada cristiano pasa la línea que divide la parte que tenemos de justos y de pecadores.

[88]          GS 41.

[89]          Sab. 13,1-10: “Sin embargo, éstos no merecen sino una ligera reprensión: quizás se extraviaron buscando a Dios y deseándolo hallar: son hombres que buscan a Dios viviendo en medio de sus obras, y se dejan enredar por sus apariencias. ¡Tan hermoso es lo que ven! Sin embargo no tienen excusas: adquieren bastante ciencia para poder investigar el universo, ¿cómo no descubrieron antes al Señor de todo? Son unos desgraciados los que llaman dioses a las obras de manos humanas...”

[90] 1Cor 3:22-23 el mundo, la vida, la muerte, el presente, el futuro, todo es vuestro; vosotros, de Cristo y Cristo de Dios.

[91]          Los números correspondientes del Catecismo aparecen en texto, entre paréntesis.

[92]          Se permanece aún dentro del horizonte cultural feudal de S. Anselmo: matar a un esclavo es menos pecado a que herir al amo... la agresión contra un clérigo es más pecado que contra un laico. De aquí que la  ofensa a Dios es infinita, porque infinito el ofendido: horizonte feudal.

[93]          Juan Pablo II, Solicitudo rei socialis. Nº 36-38.

[94]          Recuerdo que la Conferencia de Puebla encontré a muchos obispos y teólogos que rechinaban ante una expresión que juzgaban como contaminada de teología de la liberación: En esta angustia y dolor, la Iglesia discierne una situación de pecado social, de gravedad tanto mayor por darse en países que se llaman católicos y que tienen la capacidad de cambiar DP 28. Argumentaban que el pecado, en sentido estricto es personal, no social. Por lo cual son las personas y no las instituciones las que piden perdón.

[95]          Sobre el tema puede leerse VILLALMONTE Alejando de; Cristianismo sin pecado original, Salamanca 1999. El libro es un resumen de muchos artículos sobre el tema en la revista Naturaleza y Gracia.

[96]          Algunos prefieren hablar de una teología infralapsaria: todo se entiende –historia, evolución- a la luz de la caída, lapsus, del primer hombre.

[97]          DZ 788 1. PAULO III, 1534-1549 CONCILIO DE TRENTO, 1545-1563 XIX ecuménico  SESIÓN V (17 de junio de 1546) Decreto sobre el pecado original.

[98]          Esta es una extraña afirmación que la retoma el Vaticano II: Cristo nos liberó de la esclavitud del diablo y del pecado, GS  22,  AG  9, derroca el imperio del diablo.

[99]          JUAN XXII, 1316-1334 Del Infierno y del limbo (De la Carta Nequaquam sine dolore a los armenios, de 21 de noviembre de 1321) DZ   493.