HISTORIA OCCIDENTAL

Historia Occidentalis

Jacques de Vitry

Traducción de José María Lodeiro

CAPITULO II

DE LOS AVAROS Y USUREROS

La bondad tan agradable a Dios y a los hombres, la generosidad, permanecían marginadas mientras que la raíz de todos los males, es decir la peste de la avaricia, ocupaba  casi todos los corazones infestados con el veneno de la avidez. Las cosas habían llegado a tal punto que el crimen de la usura, el peor de todos, expandido tenía poseídos, como si ello  fuera lícito, a los ávidos prestamistas a interés. Por cumplir con estas insaciables sanguijuelas, los caballeros perdían su patrimonio y grandes herencias, los pobres resultaban expoliados, las iglesias quedaban sumergidas en la miseria, mientras el azote de la usura extendía sus tentáculos de manera irrefrenable, aprisionando a la gente con los lazos de los prestamistas. Esta raza, la más innoble, la más repudiable de la tierra, dominaba en todas partes con tanto poder, que no satisfecha de haber invadido ciudades y plazas fuertes, ocupaba también los pueblos, mercaba sin descanso día y noche, a cada hora y a cada instante, al precio de la propia condena, reclamando intereses usurarios a tasas que sobrepasaban el capital recibido, y esto sin la más mínima piedad, aun cuando el Señor dijera: Dad sin esperar devolución, y también: Vosotros no comeréis las presas cazadas por una bestia salvaje. Ellos parecían divertirse con los muertos, con sus hijos e hijas, hasta el punto que todos cedían a la voluntad de quienes detentaban ese dinero funesto y venenoso, a fin de que se cumpliera lo que está escrito: Han sacrificado a sus hijos y a sus hijas a los demonios.

Peor aún, estos hijos de perdición, con menosprecio del mandamiento del Señor, rehusaron devolver íntegramente las prendas que fueran depositadas como capital. Se dijo en el Levítico: Si tu hermano halló la manera de redimir su campo, los frutos serán calculados a partir del momento que lo vendió; pagará el resto al comprador, y luego entrará en posesión de su bien. En otras palabras: el usurero vende su mercadería a precio excesivo, con el pretexto que los tiempos reglamentarios fueron diferidos o, por el contrario, anticipados al momento estipulado del pago; ellos compraron a precio vil las mercaderías que recibirán más tarde; ellos  se exponen a los tormentos de la muerte eterna y de la condenación.