LA FAMILIA EN TRANSICIÓN:
Si el agua crea al pez, ¿puede el pez crear el agua?


VICENTE J. SASTRE
Director del "Instituto de Investigación 
en Ciencias Sociales. Valencia


Talcott Parsons señala que la familia es algo connatural para la 
generalidad de un medio social y cultural; algo así como el habla del 
idioma nativo. En el lenguaje, decir "día mala", una expresión 
gramatical incorrecta o desviada del uso habitual, sorprende y 
extraña. Una construcción gramatical o una palabra es correcta 
porque está en uso, pero muchas veces no podemos dar razón de su 
existencia actual. Algo semejante sucede con los modelos familiares 
heredados del pasado. Nos parecen correctos porque están en uso, 
pero no es fácil determinar, más allá de la tradición y la costumbre, las 
razones de su legitimidad.
Tal vez estas consideraciones preliminares pueden desorientar al 
creyente y hacerle pensar que la legitimidad de la realidad familiar no 
se halla en la costumbre o el uso, sino en la ley divina, que es norma 
suprema de la realidad humana. Esta posición del creyente bastaría 
para legitimar las formas cristianas de unión y relación familiar, pero 
sería insuficiente para el diálogo con una comunidad humana en la 
que la opción cristiana no sea un sobreentendido compartido.
La perspectiva desde la que queremos contemplar aquí "la familia 
en transición" es la del creyente en diálogo con un mundo pluralista. 
Se pretende dar razón de la realidad familiar y comprender los 
cambios funcionales y estructurales que la afectan. La apelación a la 
razón y a las Ciencias Humanas no tiene por qué sustituirse a otras 
apelaciones ni renunciar a ser su complemento.

1. El problema de los orígenes.
La discusión sobre los orígenes de la institución familiar ha 
producido mucha letra impresa. En el proceso de hominización se 
habla incluso de formas de relación familiar previas a la plena 
constitución del ser humano. Según la antropología, la familia como 
hecho institucional, con compromisos y formas de relación estables, 
ha sido una constante de todas las sociedades y culturas. Nuestros 
códigos de derecho civil no se desentienden de la forma como se 
establecen y mantienen las relaciones familiares por ser fuente de 
derechos y mutuas obligaciones.
Pero la controversia sobre los orígenes de la familia viene a la 
escena una y otra vez; se pretende no sólo legislar, sino fundamentar 
lo legislado. A Jesús de Nazaret llegó la discusión en forma de trampa 
dialéctica, y él mismo, después de reconocer las fluctuaciones 
históricas del modelo familiar monógamo, tuvo que apelar a los 
orígenes al decir: "pero al principio no fue así, y os digo más: el que 
repudia a su mujer -excepto en el caso de unión ilícita- comete 
adulterio".
Quienes defienden que la hominización se produjo por el desarrollo 
en el hombre de la razón instrumental capaz de dominar la naturaleza 
y asegurarse la pervivencia, tienden a pensar que la relación 
hombre-mujer tuvo la misma forma instrumental, aplicada a satisfacer 
los impulsos naturales de la sexualidad. Esta perspectiva podría 
justificar la promiscuidad sexual y la hegemonía del más fuerte; así se 
produjeron las formas familiares de poligamia.
La perspectiva antropológica de la emergencia del ser humano a 
través de la comunicación valora, sobre todo, el encuentro personal y 
la génesis de un proceso cultural de relaciones personales que harían 
que la relación sexual se situara en el marco de la comunicación 
interhumana. Cuando fue posible la comunicación de experiencias, 
sentimientos y proyectos, nació la familia humana. La relación sexual 
no sería el principio de la relación humana, sino su término.
Estas dos visiones de los orígenes no son imparciales, y suponen 
cada una una visión antropológica de la familia y sus funciones 
humanizadoras con plena vigencia en el mundo actual. Casi todas las 
teorías modernas sobre la familia podrían asignarse a una u otra 
corriente de pensamiento. Es evidente que la visión cristiana de la 
familia encaja más holgadamente en la corriente de la razón 
comunicativa, en la que el hecho de la Revelación -que en su 
sustancia es comunicación- encuentra pleno sentido.

2. La antropología cultural.
Los primeros antropólogos se lanzaron afanosamente a la 
búsqueda del eslabón perdido de una supuesta cadena que, por fin, 
uniera al hombre con sus ascendientes en la evolución. La idea de la 
evolución sedujo a muchos espíritus que buscaban la razón del 
hombre en la evolución natural de los vivientes. La verdad es que en 
la búsqueda de antecesores no se ha hallado todavía, ni en los 
hombres primitivos ni en los primates evoIucionados, algo que se 
pudiera calificar de semi-hombres.
Ralf Linton, al hablar de las teorías de los orígenes, señala:
«Lo que sabemos de las características físicas y psicológicas no 
sólo del hombre, sino de los primates en general, nos induce a 
considerar estas primeras especulaciones como puras fantasías. Al 
parecer, los únicos primates que viven en hordas 'sexualmente 
promiscuas son los monos araguatos de la América del Sur', una 
especie muy alejada de nuestra propia linea de descendencia. Los 
restantes primates son o bien monógamos o bien polígamos; el tiempo 
que acostumbran a durar sus relaciones se considerarla un buen 
record en Hollywood. Aunque la mayoría de las especies muestran 
una activa curiosidad sexual y se insinúan a los individuos extranjeros, 
estos episodios no destruyen la pauta familiar» 1.

Ante esta evidencia, casi todos los científicos sociales han 
abandonado la vieja teoría de la promiscuidad primitiva.
«Por todo lo que sabemos de la organización de las sociedades 
humanas que viven todavía en niveles inferiores del desarrollo 
económico y tecnológico, lo más prudente es suponer que incluso los 
primeros representantes de nuestra especie tenían relaciones 
sexuales bastante permanentes. Es además muy probable que la 
mayoría de estas uniones fuesen monógamas, como en todas las 
sociedades de que tenemos testimonio directo».2

La Antropología cultural ha sido más fecunda en sus 
investigaciones y más atrayente en sus descubrimientos. Sobre todo, 
vale esta afirmación en lo que se refiere a la institución familiar. De 
momento sabemos que la familia no es igual en todas las culturas y 
que, en medio de una forma monógama muy general, existen grupos 
culturales en los que se da la poligamia. La familia formada por un 
varón con varias mujeres tiene en las culturas que la aceptan una 
estricta normativa social y constituye una auténtica institución familiar 
muy lejos de la anomía (falta de normas) propia de la cultura técnica 
occidental, en la que imperan esferas de relación humana de carácter 
instrumental.
Los antropólogos culturales han descubierto en los distintos tipos 
de familia un microcosmos social apasionante. La mayoría de ellos 
han hecho análisis minuciosos de las relaciones, roles y competencias 
de los componentes familiares. Estas investigaciones han descubierto 
el papel central de la institución familiar en las diversas culturas y su 
plena adaptación a los condicionantes ambientales, económicos y 
sociales en que se desenvuelven. Muchos científicos dedicados al 
estudio de las sociedades primitivas han centrado sus investigaciones 
en la institución familiar como clave de la estructura social y reflejo de 
las formas con que el hombre ha ido respondiendo a la necesidad de 
crear normas sociales de convivencia de acuerdo con una experiencia 
histórica concreta.

3. Familia y Cultura.
FAM/CULTURA: Max Horkheimer, uno de los fundadores de la 
Teoría Crítica de la Sociedad, afirma que "la familia como realidad es 
el obstáculo más fuerte y efectivo contra la recaída en la barbarie que 
amenaza a todos los seres humanos en el curso de su desarrollo".3 
Con esta expresión el pensador de la Escuela de Frankfurt muestra la 
dimensión cultural de la familia, y entiende como "cultura" la 
capacidad del hombre para construir su mundo sobre la base de una 
"natura" que lo identificaría con el reino de la necesidad, del impulso 
sin normas convivenciales; en una palabra, con el reino de la 
"barbarie".
La relación "natura-cultura" se ha prestado a discusión desde otros 
puntos de vista. El problema se plantea cuando se formula el 
concepto de "naturaleza-humana". Con él se quiere señalar que 
existen unas constantes que definen lo humano. Se trata de un 
terreno dentro de cuyos límites se perfilan las exigencias 
fundamentales del ser hombre. Más allá de esos límites se recae en la 
ley de la selva, la barbarie o la inhumanidad. Las constantes que 
definen ese terreno algunos filósofos las han denominado 
"ley-natural".
La discusión en este terreno tiene muchas implicaciones filosóficas 
y antropológicas cuando busca el fundamento último de los 
comportamientos humanos. A veces se dice que la familia es un 
"constructo" cultural, y con ello se insinúa que puede ser o no ser una 
exigencia humana en el futuro. Pero la disyuntiva está en si es posible 
o no la vida humana sin constructos culturales y si la familia es o no 
una de las instituciones culturales para la pervivencia de la especie y 
del ser humano como tal. De momento hay que decir que la institución 
familiar es una constante de las culturas que han sobrevivido hasta el 
presente. No es poco que lo podamos afirmar como punto de partida 
del análisis de la familia en transición. Más aún, René Koenig afirma 
que la institución familiar "es simplemente tan antigua como la cultura 
misma", ..."más aún, precedió a la cultura".4 En otras palabras, en el 
origen del hombre y su cultura se halla el microcosmos familiar Los 
relatos del Génesis se refieren a lo mismo.
Pero antes de seguir adelante es necesario aclarar algo más el 
término "institución familiar".

4. La «institución familiar».
INSTITUCION/NECESARIA: Los sociólogos tratan de analizar las 
estructuras y comportamientos sociales; estos no tienen nada de 
arbitrarios; siguen unas pautas que los hacen inteligibles y 
significativos para los demás. Sin esas constantes que hacen que la 
acción social tenga un sentido, no es posible la realidad de lo social ni 
la convivencia humana. Esas constantes se organizan en estructuras 
más o menos complejas; se llaman instituciones cuando tratan de 
responder establemente a necesidades humanas que exigen un 
mínimo de permanencia para ser comprendidas por los demás. Son 
indispensables para la convivencia y podríamos decir que son reglas 
de juego indispensables para la relación social.
Según lo expuesto, se entiende que en todas las sociedades existe 
la "institución familiar" como estructura que trata de facilitar el juego 
social. No se puede jugar sin unas reglas de juego. Las reglas o 
normas sociales son a la vez coacción y libertad. El lenguaje mismo 
está sujeto a estructuras gramaticales, pero su uso es tan connatural 
que cuando uno habla su idioma nativo siente una profunda 
sensación de espontaneidad dentro de sus estructuras gramaticales.
En la institución familiar puede ocurrir y ocurre lo mismo que en 
una estructura de relación que parece connatural; sus formas de 
relación y comunicación pueden percibirse como expresión 
espontánea del vínculo entre un hombre, una mujer, unos hijos y una 
parentela ascendente, colateral o descendente.
La crisis familiar, como institución social, comienza a ser 
problemática cuando deja de percibirse más como camisa de fuerza 
que como espacio de libertad. La familia, en épocas de transición 
cultural, cuando se viven cambios sociales profundos y acelerados, se 
vuelve problemática como la sociedad misma. Pero antes de analizar 
la situación actual será necesario preguntarnos sobre el modelo de 
familia que se ha ido perfilando en la tradición cultural europea.

5. El modelo familiar en la tradición europea.
La cultura europea tiene unos padres bien conocidos. Grecia hizo 
el gran experimento de la cultura ciudadana; ella desarrolló las 
estructuras fundamentales de la construcción cultural europea. Los 
relatos homéricos, ocho siglos antes de Cristo, muestran y dan por 
sobreentendida una familia patriarcal con una estructura de 
relaciones muy definida.
La organización imperial de Roma y sus instituciones jurídicas 
perfilar en todavía más el tipo de familia vigente en la cultura europea. 
El cristianismo, que sustituyó las genealogías del Olimpo por el Dios 
único, Padre de todos los hombres, aportaba a la cultura de Roma y 
Grecia el componente judeo-cristiano.
Con estas raíces culturales y religiosas, el modelo familiar europeo 
quedó fraguado por muchos siglos: una familia patriarcal, conyugal, 
monógama, extensa, patrimonial, etc.
MUJER/MARGINACION: El pensamiento europeo sobre la familia 
nace con la filosofía, con Platón y Aristóteles. El primero, más idealista 
en sus planteamientos, llega a imaginar una ciudad-estado de 
carácter comunal mientras que el segundo trata de justificar el 
patriarcado: "puesto que el varón es superior y la mujer es inferior por 
naturaleza, el varón es el que gobierna y la hembra es el súbdito" 
(Arist., Pol. I, cap. 2). Esta afirmación es tanto más escandalosa al 
oído contemporáneo porque toda esta reflexión la hace el gran 
filósofo en el contexto de un análisis de la subordinación y tomando 
como paradigma la esclavitud al uso.
Tertuliano en su defensa del cristianismo frente al mundo pagano, 
llega a decir: "¡Oh miserable Aristóteles que no pudiste conocer la 
sabiduría cristiana!". En efecto, aunque no hay una ruptura brusca de 
la tradición cultural, se abre paso la igualdad del hombre y la mujer. 
La predicación de San Pablo no soslaya el ordenamiento jerárquico 
de la familia, pero lo sitúa en una nueva perspectiva, ya que la 
subordinación en ella es "en Cristo", y éste establece una nueva 
forma de relación según la cual quien se considera mayor ha de ser 
servidor de los demás. Más aún, en Cristo "ya no hay judío ni griego, 
ni esclavo ni libre, ni hombre ni mujer, ya que todos sois uno en Cristo 
Jesús" (Gal 3,28).
La nueva sensibilidad del cristianismo aportó a la cultura 
greco-romana nuevas exigencias para las relaciones familiares, pero 
la dimensión jurídica de la realidad familiar siguió los esquemas del 
derecho romano, que tenía en el concepto jurídico de propiedad el 
esquema fundamental de las relaciones entre cosas y personas. En 
esta concepción, las funciones sociales, económicas, afectivas, 
reproductivas y educativas formaron un todo (familia pecuniaque). 
Posteriormente se producirá una disgregación funcional, y con ello 
comenzó la crítica y crisis de la institución familiar.

5. La Modernidad y la Cultura Técnica.
No cace la menor duda de que al final del siglo XVIII se inicia en 
Europa una revolución cultural. La familia extensa había sido durante 
siglos la institución social de pertenencia que realizaba casi la 
totalidad de las funciones sociales. La economía, la política, el 
prestigio, la religión, la educación, etc., eran competencias familiares 
que englobaban la vida del individuo.
La estructura social equivalía a la estructura de las familias, que a 
su vez se jerarquizaban en familias reales, nobles, plebeyas, 
servidoras, etc. La ascendencia de la "sangre" situaba a los individuos 
en un sistema fuertemente estructurado, con repercusiones 
universales. Las tierras, los oficios, la actividad mercantil, eran "cosa 
familiar". La solidaridad familiar cubría toda la gama de las 
seguridades sociales
Con la época de las revoluciones políticas y sociales vino también 
la revolución del pensamiento, de las estructuras de solidaridad y 
finalmente, de mano de la ciencia y de la técnica, la revolución 
industrial. La familia se ha ido despojando progresivamente de sus 
funciones tradicionales y, con las crisis políticas, económicas, sociales 
y culturales, llegaron las crisis familiares.
«Cuando hablamos de las grandes revoluciones que han dado 
origen a la era moderna, tanto en el vicio como en el nuevo mundo 
pensamos más en el individuo que en la familia. La bandera sagrada 
bajo la cual 'os pueblos se rebelaron contra las fuerzas del pasado 
era la de los derechos del individuo... El símbolo del pasado eran las 
formas jerárquicas; el del futuro, en cambio, el del individuo unido a 
sus Iguales. Estos acontecimientos históricos constituyeron sin duda 
un paso adelante en la atomización de la sociedad, pero no afectaron 
m mucho menos, a todas las formas de limitación social del individuo». 
5

La atomización del individuo ha reducido a la familia a ser reducto 
de solidaridad afectiva y espacio de relaciones personales sin 
proyección social. La esfera de lo político, lo económico y lo educativo 
ha sustraído a la familia toda competencia relevante, hasta hacerla 
socialmente insignificante.
Pero la dinámica desencadenada por la modernidad ha ido todavía 
mas lejos. La cultura moderna es el producto de la hegemonía sin 
limites de la razón instrumental, cuya sustancia es la técnica. El 
avance avasallador de la técnica ha tratado de penetrar toda la 
sustancia de la vida humana y ha generado una cultura de medios sin 
objetivos. Todo es reducido irremediablemente a la eficacia, al imperio 
de lo útil. Ni siquiera ha sido respetada la relación humana del imperio 
de lo útil. Los intercambios económicos -como en otro tiempo la 
propiedad- se han constituido en esquema de lo que es socialmente 
relevante. Frente a esa nueva forma de barbarie se alza la crítica 
cultural.

7. Familia y critica cultural.
A/MERCANTILIZADO: La cultura técnica se caracteriza por la 
supremacía de la eficacia en la producción e intercambio de bienes 
fungibles. Todo lo que no sea vendible como objeto de consumo 
carece de valor. La técnica se ha encargado de producir masivamente 
y con el menor trabajo posible toda clase de bienes de intercambio. 
Los mismos bienes culturales producidos por las relaciones humanas 
entran en el mercado como productos de la industria cultural y son 
presentados al consumo por los medios técnicos de comunicación 
social.
«En una cultura en la que prevalece la orientación mercantil y en la 
que el éxito material constituye el valor predominante, no hay en 
realidad motivos para sorprenderse de que las relaciones amorosas 
humanas sigan el mismo esquema de intercambio que gobierna el 
mercado de bienes y de trabajo.» 6

Según esta dinámica cultural, criticada por los sociólogos de la 
Escuela de Frankfurt, toda realidad humana adquiere forma de 
mercancía sujeta a un proceso de despersonalización y cosificación 
crecientes. El sentido de comunión humana analizado por F. Toennies 
y desarrollada posteriormente por G. Gurvitch no cuadra con la 
exaltación del individualismo que impone la sociedad técnica del usar 
y tirar. El principio burgués de que cada individuo tiene que mirar por 
sí mismo no encaja con la aceptación de vínculos de lealtad personal 
ni con el concepto de gratuidad que caracteriza a las relaciones 
amorosas.
La cultura actual, nacida en la Ilustración, lo ha sometido todo a 
cálculo y razón, peso y medida, interés y beneficio, cantidad y lucro. 
En esa trama de intereses hegemónicos no hay un hogar para la 
familia. Los individuos, convertidos en átomos del todo social, son 
intercambiables como repuestos de los coches o electrodomésticos. Al 
sentido de pertenencia a un grupo familiar sustituye el éxito puntual, el 
moverse en medio de acontecimientos y situaciones para comprobar 
que se está vivo en el mercado del consumo. Todo ha sido convertido 
en un super-mercado, y no importa la naturaleza del producto, sino su 
condición fungible. El amor y el sexo, la violencia o la sensación 
exótica, todo entra por igual en el menú del consumo diario. No es 
posible la solidaridad humana entre átomos incomunicados.

8. Comunicación y familia.
COMUNICACION/FAMILIA: No hace muchos años se llevó a cabo 
un estudio de opinión sobre la problemática familiar. Era sorprendente 
la convergencia de opiniones en torno al problema familiar más 
ampliamente sentido: la incomunicación.
SOLEDAD/SUICIDIO: Es evidente que el término del proceso de exaltación del individuo para liberarle de la prisión de sus vínculos sociales nos ha conducido a un encierro todavía más insoportable, que es la prisión de la soledad. Erich Fromm llega a decir que el hombre "se volvería loco si no lograra liberarse de su prisión para unirse de una u otra forma con los demás, con el mundo exterior". Durkheim llegó a la conclusión, en su famoso estudio sobre el suicidio, de que las razones para quitarse la vida tenían una raíz común, que era la soledad, la crisis de los vínculos de solidaridad humana. Para el maestro de la Sociología francesa sólo queda la familia como reducto de solidaridad humana, pero "se han producido en la constitución de la familia cambios que no permiten la misma influencia preservadora que antes. Mientras que en otro tiempo 
mantenía a la mayoría de sus miembros en su órbita desde el 
nacimiento hasta la muerte y formaba una masa compacta, indivisible, 
dotada de una especie de perdurabilidad, hoy día sólo tiene una 
duración efímera".7 Este texto, escrito en 1897, todavía se hallaba en 
la galaxia de la letra impresa. Un nuevo mundo ha nacido con la radio 
y la televisión para el cual no hay puertas ni paredes ni ventanas para 
la comunicación exterior ni límites para la incomunicación interior.
SOLEDAD/GENTE MASS-MEDIA DESPERSONALIZACION: David 
Riesmann ha caracterizado la sociedad actual como "muchedumbre 
solitaria".8 Desde 1950, en que apareció su famoso libro, el proceso 
de incomunicación producido por la cultura técnica no ha hecho más 
que avanzar. La electrónica aplicada a las comunicaciones ha creado 
una esfera de mensajes tan anónimos como masivos y 
despersonalizados. Los medios de comunicación se han lanzado 
como poderosas industrias a la superproducción de comunicaciones 
que actúan como agujeros negros de la relación personal. Los grupos 
humanos y las familias se hallan bajo el campo gravitatorio de esas 
pantallas de comunicación que inhíben la creación de mensajes 
propios en beneficio de la realidad de segunda mano que proporciona 
la industria cultural.
El filósofo social Jürgen Habermas, máximo representante actual de 
la Escuela de Frankfurt, en sus trabajos de crítica social y cultural ha 
llegado a la conclusión de que el problema fundamental de la cultura 
radica en la "comunicación no distorsionada". Este tema se halla 
anunciado en su obra "Conocimiento e interés", pero ha sido 
ampliamente desarrollado en su "Teoría de la Práctica 
Comunicativa".9 Según él, la crisis de comunicación está en la base 
de la crisis social, y una resultante de esta crisis se halla en la 
"desinstitucionalización de las formas de relación familiar" como 
ámbito de lo privado y en una esfera de lo público modelada por los 
medios masivos de comunicación social. Habermas se atreve a decir 
que estamos ante una "amenaza provocativa, un desafío que 
cuestiona en su conjunto las estructuras simbólicas de la vida 
humana''.10 
Para los sociólogos es evidente que el hombre es el creador de su 
cultura, y ésta, a su vez, le sirve de cobijo y hogar. Algo así como si el 
pez fuese capaz de crearse el agua de su mundo vital. Peter Berger 
ha analizado magistralmente cómo a través de la comunicación 
interhumana el hombre es el arquitecto de la "construcción social de 
la realidad".11 El mismo autor ha desarrollado esta perspectiva en 
otro libro titulado "Un mundo sin Hogar" (Sal Terrae, Santander 1979). 
Su investigación sobre la sociedad actual llega a la conclusión de que 
la cultura está quedándose sin techo, al perder las estructuras 
simbólicas que la cobijan. En esta situación no son posibles proyectos 
colectivos de futuro; lo vigente es lo inmediato en todos los órdenes.
La familia es el espacio de resonancia de la problemática social y 
cultural. En ella inciden los dinamismos que conforman el todo de la 
cultura. A su vez, la realidad familiar es la base de una posible 
reconstrucción cultural. En el momento presente la institución familiar 
es el sujeto paciente de los vientos que se desataron al abrirse la caja 
de Pandora de la Cultura Técnica. Esos vientos orientados por la 
razón instrumental llevan a la deriva la agrupación familiar. ¿Es 
posible una reconstrucción de la familia desde la familia?

9 Horizontes para la reconstrucción.
El imperio de la razón instrumental, tal y como se ha descrito 
anteriormente, no se ha detenido en la puerta de lo privado. Su 
hegemonía penetra en individuos y familias, convirtiéndolo todo en 
objetos de uso y consumo. Hasta los imperativos de la moral se hallan 
a la intemperie como árboles que han perdido sus raíces.
Un proyecto de reconstrucción se ha de basar en el retorno a la 
razón comunicativa. La profesora de filosofía de la Moral y de la 
Política, Adela Cortina, ha llevado a cabo un estudio cuyo título 
sugiere las dimensiones de la empresa a realizar: "Razón 
comunicativa y Responsabilidad solidaria" 12. La autora analiza la 
obra de K. D. Apel y muestra la vía de la reconstrucción de la 
solidaridad frente a la atomización del individuo que amenaza con 
destruir cualquier intento de solidaridad. Más aún, la Cultura Técnica 
se apropia del lenguaje y de las formas de aparente comunicación, de 
tal manera que apenas queda espacio vital para los grupos de 
referencia que en los análisis sociales de Merton tienen la primacía en 
dar el sentido y razón de la acción humana. Esos grupos primarios 
vinculados por el sentido de comunicación interpersonal tienen un 
nombre: "familia".
Reconstruir la comunicación familiar es poner las bases de una 
reconstrucción cultural; es comenzar otra vez a que el pez cree el 
agua de su medio vital.

SASTRE-VICENTE
SAL TERRAE 1986/05. Págs. 339-350

....................
1. Ralf LINTON, "Introducción a la Historia Natural de la Familia", en La Familia, Ed. Península, Barcelona 1978, 5, pág. 6.
2. Ibid., pág. 7.
3 Max HORKHEIMER, "La Familia y el Autoritarismo", en La Familia, Ed. Península, Barcelona 1978, 5, pág. 194.
4. René KOENIG, Die Familie in der Gegenwart, Munich 1974, pág. 9.
5. Max HORKHEIMER, Op. cit., p. 177.
6. Erich FROMM, El Arte de Amar, Ed. Paidós, Buenos Aires 1970,
7. Emile DURKHEIM, El Suicidio, Akal/Univ., Madrid 1982, pág. 422.
8. David RIESMANN, Che Lonely Crowd, Yale University Press, New Haven 1969, 9, pág. 315.
9. Jürgen HABERMAS, Theorie des KommuniLation, Handelns. Suhrkamp, 
Frankfuct 1982, val. II, págs. 354 y 461.
10. Op. cit., val. II, p. 593.
11. P. L. BERGER Th. LUCKMANN, La construcción Social de la realidad, Amorrortu, Buenos Aires 1972, pág. 235.
12. Adela CORTINA, Razón Comunicativa y Responsabilidad Solidaria Ed. Sígueme, Salamanca 1985, pág. 276.