Las grandes preguntas


La pregunta sobre Dios

La pregunta sobre Dios sigue estando de actualidad. Sigue interesando. Es una cuestión que interpela desde siempre al hombre, que planea sobre él desde que es consciente de su propia existencia, desde que empieza a pensar y se interroga sobre su origen, su destino final y sus motivaciones.

¿Por qué creer? ¿Para qué? ¿Está el creyente mejor preparado ante los grandes problemas de la vida y de la muerte? Este libro trata de dar respuesta a esas y otras muchas preguntas. Pretende aportar un poco de luz a un problema tan vital como eterno. Una luz procedente del sentido común, de lo que enseñan el entendimiento y el corazón, para ayudar al hombre a encontrar respuestas que le hagan vivir con paz y esperanza.

 

¿Cuál es el camino hacia la felicidad?

La vida humana es una cuestión abierta, un proyecto en constante desarrollo. La pregunta es: ¿Cómo llevar a buen término ese proyecto? ¿Cómo se aprende el arte de vivir? ¿Cuál es el camino que lleva hacia la felicidad?

Los creyentes estamos convencidos de que en Dios se encuentra la respuesta a esas preguntas fundamentales. Transmitir la fe es, por tanto, mostrar ese camino hacia la felicidad, enseñar el arte de vivir.

La pobreza más profunda –ha escrito Joseph Ratzinger–, es la incapacidad de alegría, el tedio de la vida considerada absurda y contradictoria, que lleva a la incapacidad de amar, la envidia, el egoísmo, el odio, la avaricia..., a todos los vicios que arruinan la vida de las personas y del mundo. Ante todo eso, hace falta redescubrir a Dios y al Evangelio, porque si no se acierta en el arte de vivir, lo demás tampoco funciona bien.

 

Ser creyente no significa ser crédulo

A nadie le gusta que le engañen –decía Platón–, y eso es una prueba más de que existen la verdad y la falsedad.

Luchar por encontrar la verdad es un instinto connatural a todo ser humano. La grandeza del hombre radica en que podemos decidirnos por la verdad y por el bien, y así construir nuestra vida a la luz de la sabiduría y la libertad.

El cristianismo irrumpió en la historia hace veinte siglos, ofreciendo una nueva luz que pronto alcanzó un desarrollo extraordinario. La fe cristiana establecía una sólida conexión entre la verdad y el bien, que se reclamaban y apoyaban mutuamente. Además, defendía al débil frente al poderoso, pues proclamaba que todos los hombres tienen el mismo derecho a la verdad, que tienen igual libertad y dignidad. La fe cristiana mostraba al corazón humano sus esperanzas y posibilidades de bondad. Impulsaba a cada hombre a esclarecer la verdad, que no es propiedad de nadie, sino que es superior a todos e ilumina la vida de todos.

El creyente no puede ni debe
tener miedo a la razón,
ni a la verdad,
provenga de donde provenga.

Es cierto que el misterio que rodea a la fe desborda la capacidad del hombre. Pero eso no significa que no podamos reconocerlo, ni que todos los acercamientos a ese misterio sean igualmente válidos, ni que no haya en la historia signos claros de su presencia, ni que las acciones del hombre sean todas igualmente buenas o malas.

Son interrogantes que siempre interesan a las personas que se conceden tiempo para pensar. Estas páginas pretenden abordar algunos de ellos, seleccionados de entre las cuestiones de mayor actualidad en nuestra época.

Gentileza de http://www.interrogantes.net para la
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