EL EVANGELIO DE TACIANO

(Diatessaron)

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Habiendo muchos intentado poner en orden la historia de las cosas que entre nosotros han sido certísimas, como nos lo enseñaron los que desde el principio lo vieron por sus ojos, y fueron ministros de la palabra, me ha parecido también a mí, después de haber entendido todas las cosas desde el principio con diligencia, escribírtelas por orden, oh muy buen Teófilo, para que conozcas la verdad de las cosas en las cuales has sido enseñado.

El Verbo de Dios

I 1. En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.
2. Éste era en el principio con Dios.
3. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que es hecho fue hecho.
4. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
5. Y la luz en las tinieblas resplandece. Mas las tinieblas no la comprendieron.

El sacerdocio de Zacarías

II 1. Hubo, en los días de Herodes, rey de Judea, un sacerdote llamado Zacarías, de la suerte de Abdías, y su mujer, de las hijas de Aarón, llamada Isabel.
2. Y eran ambos justos delante de Dios, andando sin reprensión en todos los mandamientos y estatutos del Señor.
3. Y no tenían hijos, porque Isabel era estéril, y ambos eran avanzados en días.
4. Y aconteció que, ejerciendo Zacarías el sacerdocio delante de Dios por el orden de su vez, conforme a la costumbre del sacerdocio, salió en suerte a poner el incienso, entrando en el templo del Señor.
5. Y toda la multitud del pueblo estaba fuera, orando, a la hora del incienso.
6. Y se le apareció el ángel del Señor, puesto en pie, a la derecha del altar del incienso.
7. Y se turbó Zacarías al verlo y cayó temor sobre él.
8. Mas el ángel le dijo: Zacarías, no temas, porque tu oración ha sido oída, y tu mujer Isabel te parirá un hijo, y llamarás su nombre Juan.
9. Y tendrás suma alegría y muchos gozarán de su nacimiento.
10. Porque será grande delante de Dios, y no beberá vino ni sidra, y estará lleno del Espíritu Santo, aun desde el vientre de su madre.
11. Y a muchos de los hijos de Israel convertirá al Señor Dios de ellos.
12. Porque él irá delante de Él con el espíritu y la virtud de Elías, para convertir los corazones de los padres a los hijos, y los rebeldes a la prudencia de los justos, y para aparejar al Señor un pueblo apercibido.
13. Y dijo Zacarías al ángel: ¿En qué conoceré esto? Porque yo soy viejo, y mi mujer avanzada en días.
14. Y, respondiendo, el ángel le dijo: Yo soy Gabriel, que estoy delante de Dios, y que he sido enviado a hablarte, y a darte esa buena nueva.
15. Y he aquí que estarás mudo, y que no podrás hablar, hasta el día que lo por mí dicho sea hecho, por cuanto no creíste a mis palabras, las cuales se cumplirán a su tiempo debido.
16. Y el pueblo estaba esperando a Zacarías, y todos se maravillaban de que se detuviese en el templo.
17. Y, saliendo, no les podía hablar. Y entendieron que había visto visión en el templo. Y él les hablaba por señas, y quedó mudo.
18. Y fue que, cumplidos los días de su oficio, se vino a su casa.
19. Y, después de aquellos días, concibió su mujer Isabel, y se encubrió por cinco meses, diciendo: Porque el Señor me ha hecho así en los días en que miró para quitar mi afrenta entre los hombres.

El ángel Gabriel habla a María

III 1. Y, al sexto mes, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazareth, para que visitase a una virgen, desposada con un varón que se llamaba José, de la casa de David. Y el nombre de la virgen era María.
2. Y, entrando el ángel adonde ella estaba, le dijo: ¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo y bendita eres entre las mujeres.
3. Mas ella, cuando lo vio, se turbó de sus palabras, y pensaba qué salutación fuese aquélla.
4. Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia cerca de Dios.
5. Y he aquí que concebirás en tu seno, y parirás un hijo, y llamarás su nombre Jesús. este será grande, y será llamado hijo del Altísimo, y le dará el Señor Dios el trono de David, su padre. Y reinará, en la casa de Jacob por siempre, y de su reino no habrá fin.
6. Entonces María preguntó al ángel: ¿Cómo ocurrirá eso? Porque yo no conozco varón.
7. Y, respondiendo, el ángel le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la virtud del Altísimo te hará sombra, por lo cual lo que de tu vientre nacerá será llamado Hijo de Dios. Y he aquí que Isabel, tu parienta, también ha concebido hijo en su vejez, y está en el sexto mes de su embarazo, ella, llamada la estéril, porque nada es imposible para Dios.
8. Entonces María dijo: He aquí la esclava del Señor. Hágase en mí según tu palabra. Y el ángel partió de ella.
9. En aquellos días, levantándose María, fue a la montaña con prisa, a una ciudad de Judá, y entró en casa de Zacarías, y saludó a Isabel.
10. Y aconteció que, como oyó Isabel la salutación de María, la criatura saltó en su vientre, y ella fue llena del Espíritu Santo.
11. Y exclamó a gran voz: Bendita eres entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre. ¿Y de dónde que la madre de mi Señor venga a mí? Porque he aquí que apenas llegó la voz de tu salutación a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Y bienaventurada la que creyó, porque se cumplirán las cosas que le fueron dichas de parte del Señor.
12. Entonces María dijo: Engrandezca mi alma el Señor, y mi espíritu se alegre en Dios, mi Salvador. Porque ha mirado a la bajeza de su sierva, y he aquí que, desde ahora, me llamarán bienaventurada todas las generaciones, por haberme hecho grandes cosas el Omnipotente. Y santo es su nombre, y su misericordia va de generación en generación a los que le temen. Él hizo valentía con su brazo, y esparció a los soberbios del pensamiento de su corazón, y quitó a los poderosos de los tronos, y levantó a los humildes, y a los ricos envió vacíos, y recibió a Israel su siervo, acordándose de la misericordia, como habló a Abraham y a su simiente para siempre.
13. Y se quedó María con Isabel como tres meses, y después se volvió a su casa.

Nacimiento de Juan el Bautista

IV 1. Y a Isabel se le cumplió el tiempo del parto, y dio a luz un hijo.
2. Y oyeron los parientes y los vecinos que Dios había hecho con ella grande misericordia, y se alegraron en grado sumo.
3. Y aconteció que al octavo día vinieron para circuncidar al niño, y lo llamaban por el nombre de su padre, Zacarías.
4. Y, respondiendo, su madre dijo: No, sino Juan será llamado.
5. Y le advirtieron: ¿Por qué? Nadie hay en tu parentela que tenga ese nombre.
6. Y hablaron por señas a su padre, para que dijese cómo lo quería llamar.
7. Y, pidiendo la tablilla, escribió en ella: Juan es su nombre. Y todos se maravillaron.
8. Y luego fue abierta su boca y su lengua, y habló, bendiciendo a Dios.
9. Y recayó gran temor sobre los parientes y los vecinos de ellos, y en todas las montañas de Judá fueron divulgadas aquellas cosas.
10. Y todos los que las oían las conservaban en su corazón, diciendo: ¿Quién será este niño? Y la mano de Dios estaba con él.
11. Y Zacarías, su padre, fue lleno de Espíritu Santo, y profetizó, diciendo: Bendito sea el Señor Dios de Israel, que ha visitado y redimido a su pueblo, y que alzó un cuerpo de salvación en la casa de su siervo David. Él habló por boca de sus santos profetas, que fueron desde el principio, y nos salvó de nuestros enemigos, y cargó su mano sobre todos los que nos aborrecieron. E hizo misericordia con nuestros padres, y se acordó de su santo pacto, del juramento que juró a Abraham, que nos había de dar, y que, sin temor y librados de nuestros enemigos, lo serviríamos en santidad y en justicia, delante de él, todos los días nuestros. Y tú, niño, profeta del Altísimo serás llamado, porque irás ante la faz del Señor, para aparejar sus caminos, dando conocimiento de salud a su pueblo, para remisión de sus pecados, por las entrañas de misericordia de nuestro Dios, con que nos visitó de lo alto el Oriente, para dar luz a los que habitan en tinieblas y en sombras de muerte, y para encaminar nuestros pies por camino de paz.
12. Y el niño crecía, y se fortalecía en espíritu, y estuvo en los desiertos hasta el día que se mostró a Israel.

Genealogía y natividad de Jesús [No versículos 1 - 33]

V1. Libro de la generación de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham.
2. Abraham engendró a Isaac, e Isaac engendró a Jacob, y Jacob engendró a Judá y a sus hermanos.
3. Y Judá engendró de Thamar a Phares y a Zara, y Phares engendró a Esrom, y Esrom engendró a Aram.
4. Y Aram engendró a Aminadab, y Aminadab engendró a Naassón, y Naassón engendró a Salomón.
5. Y Salomón engendró de Rachâb a Booz, y Booz engendró de Ruth a Obed, y Obed engendró a Jessé.
6. Y Jessé engendró al rey David, y el rey David engendró a Salomón de la que fue mujer de Urías.
7. Y Salomón engendró a Roboam, y Roboam engendró a Abia, y Abia engendró a Asa.
8. Y Asa engendró a Josaphat, y Josaphat engendró a Joram, y Joram engendró a Osías.
9. Y Osías engendró a Jostam, y Jostam engendró a Achâz, y Achâz engendró a Ezequías.
10. Y Ezequías engendró a Manasés, y Manasés engendró a Amén, y Amén engendró a Josías.
11. Y Josías engendró a Jechônias y a sus hermanos, en la transmigración de Babilonia.
12. Y. después de la transmigración de Babilonia, Jechônias engendró a Salathiel, y Salathiel engendró a Zorobabel.
13. Y Zorobabel engendró a Abiud, y Abiud engendró a Eliachim, y Eliachim engendró a Azor.
14. Y Azor engendró a Sadoc, y Sadoc engendró a Achim, y Achim engendró a Eliud.
15. Y Eliud engendró a Eleazar, y Eleazar engendró a Mathán, y Mathán engendró a Jacob.
16. Y Jacob engendró a José, marido de María, de la cual nació Jesús, el cual es llamado el Cristo.
17. De manera que todas las generaciones, desde Abraham hasta David, son catorce generaciones y, desde David hasta la transmigración de Babilonia, catorce generaciones y, desde la transmigración de Babilonia hasta el Cristo, catorce generaciones.
18. Y al Cristo Jesús se le creía hijo de José, que fue hijo de Elí.
19. Que fue de Mathat, que fue de Leví, que fue de Melchí, que fue de Janna, que fue de José.
20. Que fue de Mattathias, que fue de Amós, que fue de Nahum, que fue de Esli.
21. Que fue de Naggai, que fue de Maat, que fue de Mattathias, que fue de Semel, que fue de José, que fue de Judá.
22. Que fue de Joaana, que fue de Rhesa, que fue de Zorobabel, que fue de Salathiel.
23. Que fue de Neri, que fue de Melchi, que fue de Abdi, que fue de Cosam, que fue de Elmodan, que fue de Er.
24. Que fue de Josué, que fue de Eliezer, que fue de Joreim, que fue de Mathat.
25. Que fue de Leví, que fue de Simeón, que fue de Judá, que fue de José, que fue de Jonán, que fue de Eliachim.
26. Que fue de Melea, que fue de Mainán, que fue de Mattatha, que fue de Nathán.
27. Que fue de David, que fue de Jessé, que fue de Obed, que fue de Booz, que fue de Salmón, que fue de Naasón.
28. Que fue de Aminadab, que fue de Arám, que fue de Esrom, que fue de Phares.
29. Que fue de Judá, que fue de Jacob, que fue de Isaac, que fue de Abraham, que fue de Thara, que fue de Nachor.
30. Que fue de Saruch, que fue de Ragau, que fue de Phalec, que fue de Heber.
31. Que fue de Sala, que fue de Cainán, que fue de Arphaxad, que fue de Noé, que fue de Lamech.
32. Que fue de Mathusala, que fue de Enoch, que fue de Jared, que fue de Maleleel.
33. Que fue de Cainán, que fue de Enós, que fue de Seth, que fue de Adán, que fue de Dios.
34. Y el nacimiento de Jesucristo ocurrió así: Que, estando María, su progenitora, desposada con José, antes que cohabitasen, se encontró haber concebido del Espíritu Santo.
35. Y José, su marido, que era justo, no quiso, infamarla, y se propuso abandonarla secretamente.
36. Y, cuando en ello pensaba, he aquí que el ángel del Señor le apareció en sueños, y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a tu esposa bajo tu protección, porque lo que en ella se ha engendrado del Espíritu Santo es.
37. Y parirá un hijo, y llamarás su nombre Jesús, porque salvará a su pueblo de sus pecados.
38. Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el Señor al profeta, que vaticinó: He aquí que la virgen concebirá, y parirá un hijo, y llamarás su nombre Emmanuel, que, declarado, es: Dios con nosotros.
39. Y, despertando José del sueño, hizo como el ángel del Señor le había ordenado, y recibió a su mujer.
40. Y no la conoció hasta que parió a su hijo primogénito, al cual, conforme al mandato del ángel, puso el nombre de Jesús.
41. Por aquellos días Augusto César promulgó un edicto para que toda la tierra fuese empadronada.
42. Este empadronamiento primero se llevó a cabo en la época en que Cirino era gobernador de la Siria.
43. E iban todos a empadronarse, cada uno a su ciudad.
44. Y José, por cuanto era de la casa y familia de David, subió a la ciudad de éste, llamada Bethlehem, de Judea, desde la de Nazareth, de Galilea, llevando consigo, para ser empadronado, a María, su esposa, la cual se hallaba encinta.
45. Y, aconteció que, estando ellos allí, se cumplió el tiempo en que a María le tocaba dar a luz.
46. Y parió a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, por no haber encontrado lugar para ellos en el mesón.

Aparece el ángel a los pastores

VI 1. Y había, en aquella comarca, varios pastores, los cuales velaban y hacían centinela nocturna sobre su grey.
2. Y, de improviso, el ángel del Señor apareció ante ellos, y los cercó con un resplandor de luz divina, lo cual los llenó de sumo temor.
3. Entonces el ángel les dijo: No temáis, porque he aquí que vengo a daros una nueva de grandísimo gozo para todo el pueblo, y es que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es el Cristo o Mesías, Señor Nuestro.
4. Y sírvaos de señal que hallaréis al niño envuelto en pañales y reclinado en un pesebre.
5. Y, al punto mismo, se dejó ver con el ángel una multitud de los ejércitos celestes, que alababa a Dios, clamando:
6. Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad.
7. Y, luego que los ángeles se apartaron de allí, y volaron al cielo, los pastores se dijeron los unos a los otros: Vayamos a Bethlehem, y seamos testigos de este prodigio que acaba de suceder, y que el Señor nos ha manifestado.
8. Y caminaron a toda prisa, y hallaron a María, a José, y al niño reclinado en el pesebre.
9. Y, viéndolo, se certificaron de todo lo que se les había dicho de aquel niño.
10. Y todos los que conocían el suceso se maravillaron igualmente de lo que los pastores les contaban.
11. María, empero, guardaba todas estas cosas dentro de sí, confiriéndolas en su corazón.
12. Y los pastores se volvieron, sin cesar de alabar y de glorificar a Dios por todas las cosas que habían visto y oído, según se les había anunciado.

Jesús es llevado por sus padres a que lo circunciden

VII 1. Y, pasados los ocho días legales para circuncidar al niño, llamaron su nombre Jesús, nombre que el ángel le había puesto, antes que hubiese sido concebido en el vientre de su madre.
2. Y, cumplido asimismo el período de la purificación de María, conforme a la legislación mosaica, lo llevaron a Jerusalén, para presentarlo al Señor. Porque escrito está en su santa ley: Todo varón que naciere el primero me será consagrado.
3. Y llevaron su ofrenda de un par de tórtolas o dos palominas, como ordena también la ley del Señor.
4. Y, en aquella sazón, había en Jerusalén un hombre justo y piadoso, llamado Simeón, el cual esperaba la consolación de Israel. Y en Simeón moraba el Espíritu Santo, y éste le había revelado que no moriría sin haber visto al Cristo.
5. Inspirado por él, fue al templo. Y al entrar el niño Jesús con sus padres, para practicar lo prescrito por la ley, Simeón lo tomó en sus brazos, y bendijo a Dios, diciendo: Ahora, Señor, saca en paz de este mundo a tu siervo, según tu promesa, porque mis ojos han visto tu salvación, que has aparejado, en presencia de todos los pueblos, como luz para ser revelada a los gentiles, y como gloria de tu pueblo de Israel.
6. Y su padre y su madre estaban maravillados de las cosas que de Jesús se decían.
7. Y Simeón bendijo a entrambos, y advirtió a María: Este niño que aquí ves está destinado para ruina y para resurrección de muchos en Israel y para ser digno de contradicción. Y una espada, de ti misma salida, atravesará tu alma, para que sean manifestados los pensamientos de muchos corazones.
8. Vivía también entonces la profetisa Ana, hija de Phanuel, de la tribu de Aser, ida allí en edad avanzada, y que había vivido siete años con su marido desde su virginidad.
9. Y era viuda de hasta ochenta y cuatro años, que no se apartaba del templo, sirviendo a Dios de noche y de día con ayunos y con oraciones.
10. Ésta, pues, sobreviniendo en la misma hora, alababa igualmente al Señor, y hablaba de él a todos los que, en Jerusalén, esperaban la redención de Israel.
11. Mas, cumplidas todas las cosas que la ley del Señor mandaba, María, José y Jesús regresaron a Galilea, a su ciudad de Nazareth.

Los magos que llegaron de Oriente

VIII 1. Y, como fue nacido Jesús en Bethlehem de Judea, en días del rey Herodes, he aquí que unos magos vinieron del Oriente a Jerusalén, y preguntaron: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el Oriente y venimos a adorarlo.
2. Y, oyendo esto, el rey Herodes se turbó, y toda Jerusalén con él.
3. Y, convocados todos los príncipes de los sacerdotes y los escribas del pueblo, inquirió de ellos dónde había de nacer el Cristo.
4. A lo que contestaron: En Bethlehem de Judea. Porque escrito está por el profeta. Y tú, Bethlehem, de tierra de Judá, no eres muy pequeña entre sus príncipes, porque de ti ha de salir un conductor, que guiará a Israel, mi pueblo.
5. Y entonces Herodes, llamando a los magos, averiguó de ellos el tiempo de la aparición de la estrella.
6. Y los envió a Bethlehem y les dijo: Id allá, y preguntad con diligencia por el niño.
7. Y, después que lo halléis, hacédmelo saber, para que yo también lo adore.
8. Y ellos, en oyendo al rey, se fueron, y la estrella que habían visto en Oriente iba ante ellos, hasta que, llegando, se situó sobre donde estaba el niño.
9. Y, viendo la estrella, se regocijaron grandemente.
10. Y, entrando en la casa, vieron al niño con su madre María.
11. Y, prosternándose, lo adoraron, y abrieron sus tesoros, y le ofrecieron oro, incienso y mirra.
12. Y, habiéndoles sido dicho en sueños que no volviesen a Herodes, regresaron a su país por otro camino.

Huida a Egipto de Jesús con sus padres José y María

IX 1. Y he aquí que cuando hubieron partido, el ángel del Señor se apareció en sueños a José.
2. Y le dijo: Levántate, y toma al niño y a su madre, y huye a Egipto.
3. Y estáte allá mientras yo no te diga otra cosa, porque ha de suceder que Herodes buscará al niño para matarlo.
4. Y él despertó, y tomó al niño y a su madre, y se fue a Egipto.
5. Y estuvo allí hasta la muerte de Herodes, para que se cumpliese lo que fue dicho por el Señor, cuando el profeta dijo: De Egipto llamé a mi Hijo.

Herodes ordena matar a todos los niños pequeños

X 1. Y Herodes, como se vio burlado de los magos, se enojó mucho.
2. Y mandó matar a todos los niños que había en Bethlehem y en sus términos, de dos años para abajo, según había oído a los magos.
3. Y entonces se cumplió la profecía de Jeremías, que dijo:
4. Oyóse voz en Ramá, y lloros y gemidos y lamentos.
5. Y Raquel lloró a sus hijos, y no quiso ser consolada, porque perecieron.

Jesús vuelve de Egipto

XI 1. Y he aquí que, muerto Herodes, el ángel del Señor apareció en sueños a José en Egipto.
2. Y le dijo: Levántate, y toma al niño y a su madre, y vete a la tierra de Israel.
3. Porque muertos son los que querían la muerte del niño.
4. Y él se levantó, y tomó al niño y a su madre, y vino a tierra de Israel.
5. Y, oyendo que Arquelao había sucedido en Judea a Herodes, su padre, temió ir allá.
6. Mas fue amonestado en sueños, y se fue al país de Galilea.
7. Y vino, y habitó en la ciudad que llaman Nazareth.
8. Para que se cumpliese lo que habían dicho los profetas de que había de ser llamado Nazareno.

Jesús en el templo de Jerusalén

XII 1. Y el niño crecía y se fortalecía, y se llenaba de sapiencia.
2. Y la gracia de Dios era sobre él.
3. Y sus padres iban todos los años a Jerusalén para las fiestas de Pascua.
4. Y, cuando él tenía doce años, subieron ellos a Jerusalén, según su costumbre en las fiestas.
5. Y, pasados los días, volvieron. Y el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin saberlo sus padres.
6. Y, creyendo que iba con todos, anduvieron un día, y lo buscaban entre sus parientes.
7. Mas no lo hallaron, y volvieron a Jerusalén a buscarlo.
8. Y sucedió que a los tres días lo hallaron en el templo, sentado entre los doctores, oyéndolos y preguntándoles.
9. Y todos los que lo oían se pasmaban de su inteligencia y de sus contestaciones.
10. Y ellos quedaron admirados, y su madre le dijo: Hijo, ¿por qué has hecho esto?
11. He aquí que tu padre y yo te hemos buscado con tristeza.
12. Y él les dijo: ¿Por qué me buscabais? ¿No sabéis que en los asuntos de mi Padre me conviene estar?
13. Mas ellos no entendieron lo que les decía.
14. Y descendió con ellos, y vino a Nazareth, y les estaba sometido. Y su madre guardaba todas estas cosas en su corazón.
15. Y Jesús crecía en sabiduría y en edad y en gracia para con Dios y para con los hombres.

Aparece Juan el Bautista en Israel

XIII 1. Y en el año quinto del imperio de Tiberio César, siendo Pilatos gobernador de Judea, y Herodes tetrarca de Galilea, y su hermano Felipe tetrarca de Iturea y de la provincia de Traconite, y Lisania, tetrarca de Abilinia, y, siendo Anás y Caifás sumos sacerdotes, llegó palabra del Señor sobre Juan, hijo de Zacarías, en el desierto.
2. Y anduvo por toda la tierra de los alrededores del Jordán, predicando el bautismo de la penitencia para la remisión de los pecados, y diciendo: Arrepentíos, que el reino de los cielos se ha acercado. Porque éste es aquel de que dijo el profeta Isaías: Aparejad el camino del Señor, y enderezad sus veredas. Todo valle se henchirá, se bajará todo monte y toda colina. Y los caminos torcidos se harán rectos, y los ásperos se verán allanados, y toda carne verá la salvación de Dios. Y el que habla vino por testigo, para dar testimonio de la luz, a fin de que todos creyesen por él. No era él la luz, sino que vino para dar testimonio de la luz. Y el que lo envió era la luz verdadera, que ilumina a todo hombre que viene a este mundo. En el mundo estaba y el mundo fue hecho por él, y el mundo no lo conoció. A lo suyo vino, y los suyos no lo recibieron. Mas a todos los que lo recibieron, y creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios. Los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de voluntad divina. Y aquel Verbo fue hecho carne, y vimos su gloria, que lo es del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.
3. Y Juan dio testimonio de él, y clamó, diciendo: este es aquel del que yo aseguraba que, aunque venía tras de mí, existía antes que yo, y de cuya plenitud tomamos todos, y gracia por gracia. Porque la ley por Moisés fue dada, mas la gracia y la verdad por Jesucristo fue hecha. A Dios nadie lo vio jamás, y el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él lo declaró.
4. Y Juan andaba vestido de pelos de camello y con un cinto de cuero alrededor de sus lomos. Y comía langostas y miel silvestre. Y salía a él Jerusalén, y toda Judea, y toda la provincia de alrededor del Jordán, en cuyo río eran bautizados todos los que confesaban sus pecados.
5. Mas, viendo él a muchos de los fariseos y de los saduceos, que venían a su bautismo, les decía: Generación de víboras, ¿quién os enseñó a huir de la ira que vendrá? Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento, y no comencéis a decir en vosotros mismos que tenéis a Abraham por padre. Pues yo os digo que puede Dios despertar hijos a Abraham aun de estas piedras. Ahora, ya también la segur está puesta a la raíz de los árboles, y todo árbol que no hace buen fruto es cortado, y echado en el fuego.
6. Y las turbas lo interrogaban, diciendo: ¿Qué haremos, pues?
7. Y él les respondió: El que tenga dos túnicas dé una al que ninguna posee, y el que tenga qué comer haga lo mismo.
8. Y vinieron también los publicanos, y le preguntaron: ¿Qué haremos, maestro?
9. Y él les contestó: No exijáis más de lo que os está ordenado.
10. Y asimismo le preguntaron los soldados: Y nosotros ¿qué haremos?
11. Y él repuso: No causéis extorsión a nadie, ni calumniéis, y contentaos con vuestras pagas.
12. Y el pueblo estaba en expectación, y todos pensaban de Juan, en sus corazones, si sería el Cristo.
13. Mas los judíos enviaron de Jerusalén sacerdotes y levitas, que preguntaron a Juan: Tú, ¿quién eres?
14. Y confesó, y no negó, mas dijo: No soy el Cristo.
15. Y le preguntaron: ¿Quién eres entonces? ¿Eres Elías? Y dijo: No lo soy.
16. Y le dijeron: ¿Eres profeta? Y dijo: No.
17. Y le dijeron: ¿Quién eres entonces?
18. Porque hemos de decirlo a los que nos enviaron. ¿Qué dices tú de ti?
19. Y contestó: Yo soy la voz que dama en el desierto: Preparad el camino del Señor, según dijo Isaías profeta.
20. Y los enviados lo eran de los fariseos.
21. Y le preguntaron: ¿Por qué, pues, bautizas, si no eres el Cristo, ni Elías, ni profeta?
22. Y Juan contestó, y dijo: Yo os bautizo con agua, en penitencia.
23. Mas viene en pos de mí aquel de quien no somos dignos de desatarle el calzado.
24. Y él os bautizará con Espíritu Santo y con fuego.
25. Porque en su mano está su aventador, y aventará su era.
26. Y guardará la paja en su hórreo, y hará arder la paja en un fuego inextinguible.
27. Y decía otras muchas cosas, y evangelizaba al pueblo.
28. Y era en Bethania, tras el Jordán, donde Juan bautizaba.

Juan bautiza a Jesús

XIV 1. Entonces vino Jesús de Galilea al Jordán, para que Juan lo bautizase.
2. Mas Juan se resistía, diciendo: ¿Cómo he de bautizarte yo, que debo ser bautizado por ti?
3. Y Jesús le contestó, y le dijo: Sin embargo, nos conviene cumplir con toda justicia.
4. Y como todo el pueblo se bautizaba, también Jesús fue bautizado.
5. Y al salir del agua, oró, y vio abrirse los cielos, y el Espíritu Santo, en forma de paloma, descendió sobre él.
6. Y hubo una voz del cielo que decía: Tú eres mi hijo directo, en quien me complazco.
7. Y Juan lo atestiguó, diciendo: Vi al Espíritu Santo, que bajaba del cielo como una paloma, y se posó sobre él.
8. Y yo lo desconocía, mas el que me envió a bautizar con agua me dijo: Aquel sobre quien vieres descender y permanecer el Espíritu es quien bautiza con Espíritu Santo.
9. Y yo lo vi y atestiguo que es el Hijo de Dios.

Jesús es tentado en el desierto por el demonio

XV 1. Y entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo.
2. Y, habiendo ayunado cuarenta días y cuarenta noches, tuvo hambre.
3. Y llegó el tentador, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, haz que estas piedras se conviertan en pan.
4. Y él respondió: Escrito está que no sólo de pan vive el hombre, mas de toda palabra que sale de la boca de Dios.
5. Y el diablo lo llevó a la ciudad santa, y lo puso sobre las cúpulas del templo.
6. Y le dijo: Si eres Hijo de Dios, tírate abajo.
7. Porque escrito está: Él te enviará sus ángeles, y te alzarán con sus manos, para que tus pies no toquen las piedras.
8. Mas dijo Jesús: También está escrito: No tentarás al Señor, tu Dios.
9. Y otra vez el diablo lo llevó a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo, y su gloria.
10. Y le dijo: Todo esto te daré si, postrado, me adoras.
11. Y dijo Jesús: Vete, Satanás.
12. Porque está escrito: A Dios, tu Señor, adorarás, y sólo a él servirás.
13. Y, consumadas todas las tentaciones, el diablo se fue de él por algún tiempo.
14. Y los ángeles llegaron y lo servían.

Juan reconoce en Jesús al Mesías

XVI 1. Y otro día estaban allí Juan y dos de sus discípulos.
2. Y vieron a Jesús, y dijo Juan: He aquí el cordero de Dios, que quita los pecados del mundo.
3. Y los dos discípulos, al oír hablar así a su maestro, se fueron con Jesús.
4. Y, viendo Jesús que lo seguían, les dijo: ¿Qué buscáis?
5. Y ellos le dijeron: Maestro, ¿dónde habitas?
6. Y les dijo: Venid, y ved.
7. Y vinieron, y vieron dónde moraba, y se quedaron con él aquel día, porque era casi la hora décima.
8. Y Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que habían oído a Juan, y los dos hermanos se fueron con Jesús.
9. Y Andrés, habiendo encontrado a su hermano Simón, le dijo: Hemos hallado al Mesías, que quiere decir el Cristo.
10. Y lo llevó a Jesús. Y Jesús le dijo: Tú eres Simón, hijo de Jonás.
11. Y serás llamado Cephas, que quiere decir piedra.

Felipe y Nataniel se unen a Jesús

XVII 1. Y al otro día quiso ir Jesús a Galilea.
2. Y halló a Felipe, y le dijo: Sígueme.
3. Y Felipe era de Bethsaida, la ciudad de Andrés y de Pedro.
4. Y Felipe encontró a Nataniel, y le dijo: Hemos hallado a aquel de quien Moisés habló en la ley, y de quien también hablaron los profetas.
5. Es Jesús, el hijo de José, de Nazareth.
6. Y dijo Nataniel: ¿Puede salir algo bueno de Nazareth?
7. Y Felipe le dijo: Ven y ve.
8. Y Jesús vio venir a Nataniel, y dijo: He aquí un verdadero israelita sin engaño.
9. Y Nataniel le dijo: ¿De dónde me conoces?
10. Y respondió: De antes que Nataniel te llamara; cuando estabas bajo la higuera, te vi.
11. Y Nataniel repuso: Maestro, tú eres el Hijo de Dios y el rey de Israel.
12. Y Jesús le dijo: ¿Porque te dije que te vi bajo la higuera crees? Mayores cosas verás.
13. Y añadió: En verdad, en verdad os digo que de aquí en adelante veréis el cielo abierto, y a los ángeles de Dios descender sobre el Hijo del hombre.
14. Y Jesús, en virtud del Espíritu, volvió a Galilea.
15. Y su fama se extendió por todas las regiones inmediatas.
16. Y enseñaba en las sinagogas, y era glorificado por todos.

Jesús lee en la Sinagoga los libros de Isaías

XVIII 1. Y vino a Nazareth, donde había sido criado.
2. Y según su costumbre, entró el sábado en la Sinagoga, y se levantó para leer.
3. Y le trajeron el libro del profeta Isaías y lo abrió.
4. Y encontró el lugar en que estaba escrito: El Espíritu del Señor es sobre mí.
5. Porque me ha elegido para dar buenas nuevas a los pobres, y para sanar a los quebrantados de corazón, y para predicar la libertad de los cautivos, y para devolver la vista a los ciegos, y para anunciar el año grato del Señor.
6. Y, enrollando el libro, lo dio al ministro. Y los ojos de todos, en la Sinagoga, estaban fijos en él.
7. Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura en vuestros oídos.
8. Y les dijo: El tiempo es llegado
9. Arrepentíos, y creed en el Evangelio, porque el reino del cielo está próximo.

Pedro, Andrés, Juan y Jacobo siguen a Jesús

XIX 1. Y junto a la mar de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés, que echaban las redes en el mar, porque eran pescadores.
2. Y les dijo Jesús: Venid conmigo, y os haré pescadores de hombres.
3. Y ellos dejaron sus redes, y lo siguieron.
4. Y, más adelante, vio a Jacobo Zebedeo, y a Juan, su hermano, hijo del Zebedeo, y los llamó.
5. Y ellos dejaron a su padre en el barco y las redes que remendaban, y se fueron con él.
6. Y estando junto al lago de Genezareth, las gentes iban allí para oír la palabra de Dios.
7. Y vio dos barcos que estaban junto a la orilla, y los pescadores habían salido de ellos y lavaban sus redes.
8. Y entrando en uno de estos barcos, que era de Simón, le pidió que lo desviase un poco de tierra.
9. Y desde el barco adoctrinaba a las gentes.
10. Y, cuando hubo callado, dijo a Simón: Pon la proa al largo y echa las redes para pescar.
11. Y Simón, contestando, le dijo: Maestro, toda la noche hemos trabajado, y nada hemos recogido.
12. Mas, porque me lo dices, echaré la red.
13. Y, habiéndolo hecho, capturaron tanta cantidad de pescado, que la red se rompía.
14. Y llamaron a los compañeros del otro barco, y vinieron, y llenaron de pesca las barcas tanto, que se sumergían.
15. Y, esto viendo Simón Pedro, se prosternó ante Jesús.
16. Y decía: Sepárate de mí, Señor, que soy un pecador.
17. Porque él y toda su gente estaban temerosos por la gran pesca que habían conseguido.
18. E igualmente Jacobo y Juan, hijos del Zebedeo, que eran compañeros de Simón.
19. Y Jesús dijo a Simón: No temas, que desde ahora pescarás hombres.
20. Y sus discípulos creyeron en él.
21. Y condujeron a tierra los barcos, y lo dejaron todo, y lo siguieron.

Jesús llama al publicano Mateo

XX 1. Y después de estas cosas, salió. Y vio a un hombre llamado Mateo, que estaba sentado en el banco de los tributos públicos.
2. Y le dijo: Sígueme.
3. Y él, dejando todas las cosas, lo siguió.

Juan contesta a los que le dicen que también bautiza Jesús

XXI 1. Y Jesús vino con sus discípulos a tierra de Judea, y estaba allí con ellos, y bautizaba.
2. Y Juan bautizaba también en Enon, junto a Salim.
3. Porque había allí abundancia de aguas, y muchos venían, y eran bautizados.
4. Y entonces Juan no había sido aún encarcelado.
5. Y entre los discípulos de Juan y los judíos hubo disputa acerca de la purificación.
6. Y fueron a Juan, y le dijeron: Rabí, el que estaba contigo tras el Jordán, y del que diste testimonio, he aquí que bautiza, y todos van a él.
7. Y Juan contestó y dijo: Nada puede el hombre recibir, si no le fuere dado por el cielo.
8. Vosotros sois testigos de que dije: No soy el Cristo, sino el que ha de venir antes que él.
9. El que tiene la esposa es el esposo.
10. Mas el amigo del esposo, que lo oye, se goza grandemente de la voz del esposo, y así este gozo mío es cumplido.
11. Él debe crecer y yo disminuir.
12. El que viene del cielo es sobre todos.
13. Y lo que vio y oyó esto testifica, y ninguno recibe su testimonio.
14. Y quien recibió su testimonio, ése signó que Dios es verdadero.
15. Porque el que Dios envió las palabras divinas habla, porque no da Dios el Espíritu por medida.
16. El Padre envió al Hijo, y todo lo puso en su mano.
17. Y quien cree en el Hijo tiene la vida eterna.
18. Mas quien no cree en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios será sobre él.
19. Y Jesús oyó que los fariseos habían sabido que él hacía más discípulos que Juan.
20. Mas él no bautizaba, sino sus discípulos.
21. Y cuando Juan fue preso, dejó Judea y se fue a Galilea.
22. Porque entendió que Juan había sido preso.
23. Y dejó la ciudad de Nazareth, y vino y habitó en Cafarnaum, villa marítima en los confines de Zabulón y de la tierra de Nephtalim.
24. Para que se cumpliese la profecía de Isaías.
25. Que dijo: Tierra de Zabulón y de Nephtalim, camino del mar, tras el Jordán, Galilea de gentiles.
26. Y el pueblo, que erraba en tinieblas, vio una gran luz.
27. Y la luz alumbró a los que estaban en región y sombra de muerte.

Jesús elige doce discípulos y pronuncia el Sermón de la Montaña

XXII 1. Y anduvo Jesús por toda Galilea, y enseñaba en las sinagogas.
2. Y predicaba el Evangelio, y sanaba todas las enfermedades del pueblo.
3. Y su fama corrió por toda la Siria.
4. Y le trajeron a todos los enfermos, y a los lunáticos, y a los poseídos de los demonios, y los curaba.
5. Y lo siguieron muchas gentes de Galilea, y de Decápolis, y de Jerusalén, y de Judea, y de la otra orilla del Jordán.
6. Y viendo venir a las gentes, subió al monte, y se sentó.
7. Y llamó a doce discípulos, y los denominó apóstoles.
8. Y eran Simón, a quien llamaba Pedro, y Andrés, su hermano.
9. Y Jacobo, hijo de Zebedeo, y Juan, hermano de Jacobo, a quien puso el nombre de Bonanerges.
10. Y Felipe, y Bartolomé, y Mateo y Tomás.
11. Y Jacobo, hijo de Alfeo, y Simón, a quien llamaba Zelotas.
12. Y Judas Jacobos y Judas Iscariote, que fue el traidor.
13. Y abriendo la boca, y elevando los ojos a los cielos, los adoctrinaba, y les decía:
14. Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.
15. Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán la tierra.
16. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.
17. Bienaventurados los que han hambre y sed de justicia, porque ellos serán hartos.
18. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos conseguirán misericordia.
19. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
20. Bienaventurados los pacíficos, porque serán llamados hijos de Dios.
21. Bienaventurados los que padecen persecución por la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.
22. Bienaventurados cuando os maldijeran, y cuando os persiguiesen y vituperasen en vuestro perjuicio, a causa de seguir al Hijo del hombre.
23. Gozaos y alegraos, que grande es vuestra recompensa en los cielos.
24. Porque así persiguieron a los profetas que fueron antes que vosotros.

Increpación de Jesús

XXIII 1. Mas ¡ay de vosotros, ricos, que tenéis vuestro consuelo!
2. ¡Ay de vosotros los hartos, porque seréis hambrientos!
3. ¡Ay de los que ahora reís, porque lloraréis!
4. ¡Ay de los que sois bendecidos, porque así hacían los padres de los hombres con los falsos profetas!
5. Yo os digo a vosotros lo que oís:

Jesús llama a sus discípulos la sal de la tierra

XXIV 1. Vosotros sois la sal de la tierra.
2. Y si la sal se evaporase, ¿con qué se salará?
3. Porque entonces no valdrá más para nada, sino que será echada fuera y hollada de los hombres.

Jesús llama a sus discípulos la luz del mundo

XXV 1. Vosotros sois la luz del mundo.
2. Y la ciudad que está sobre el monte no se puede esconder.
3. Ni se encienda una lámpara para ponerla bajo el almud, sino sobre el candelero, para que alumbre a todos los de la casa.
4. Ilumine así vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a nuestro Padre, que está en los cielos.
5. No he venido a abolir la Ley, sino a cumplirla, conforme a los profetas.
6. Porque en verdad os digo, que, mientras no perezcan el cielo y la tierra, ni una iota ni una tilde perecerán de la Ley.
7. Y esto, hasta que se consumen todas las cosas.
8. Quien incumpliera uno de estos mandamientos mínimos mínimo será llamado en el reino de los cielos.
9. Mas quien los cumpliera y enseñare será llamado grande en el reino del cielo.
10. Y os digo que, si vuestra justicia no es mejor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.

Jesús condena la ira

XXVI 1. Oísteis que fue dicho a los antiguos: no matéis.
2. Porque aquel que matase será culpado.
3. Mas yo os digo que cualquiera que se airase contra su hermano será culpado en el juicio.
4. Y quien dijese a su hermano: Raca, será culpado en el consejo.
5. Y quien le dijese: Necio, será castigado con el fuego de la gehenna.

Jesús habla de la ofrenda ante el altar, cuando se tiene deuda pendiente

XXVII 1. Y cuando lleves tu oferta al altar, y recuerdes que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu oferta ante el altar y ve a reconciliarte primero con tu hermano.
2. Y entonces vuelve y ofrece tu presente.
3. Reconcíliate pronto con tu adversario, cuando vayas con él por el camino.
4. Porque no acontezca que el adversario te lleve al juez, y el juez al alguacil y seas puesto en prisión.
5. Que en verdad te digo que no saldrás de allí hasta no haber pagado el último cuadrante.

Jesús condena el adulterio y la concupiscencia

XXVIII 1. Oísteis que fue dicho a los antiguos: No adulterarás.
2. Mas yo os digo que cualquiera que mire a una mujer con concupiscencia, ya adulteró con ella en su corazón.
3. Y si tu ojo derecho pudiera serte causa de escándalo, sácatelo.
4. Porque vale más que perezca un solo miembro tuyo que no que todo tu cuerpo sea echado al infierno.
5. Y si tu mano derecha te fuese causa de escándalo, córtatela, y échala fuera de ti.
6. Porque es mejor que se pierda uno de tus miembros que no que todo tu cuerpo sea arrojado al infierno.

Jesús condena el repudio

XXIX 1. Fue dicho también: Quienquiera que repudie a su mujer déle carta de repudio.
2. Mas yo os digo: Cualquiera que repudie a su mujer, no siendo por causa de fornicación, hace que ella adultere.
3. Y quien desposare a la repudiada comete adulterio.

Jesús condena el perjurio y el juramento

XXX 1. Oísteis que fue dicho a los antiguos: No perjuraréis.
2. Sino que cumplirás tus juramentos al Señor.
3. Mas yo os digo: No juréis nunca.
4. Ni por el cielo, que es el trono de Dios, ni por la tierra, que es el escabel de sus pies.
5. Ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran rey.
6. Ni por tu cabeza jurarás, porque no puedes de uno de tus cabellos blancos hacer uno negro.
7. Y no sea vuestro hablar más que: Sí, sí; y: No, no.
8. Porque lo que exceda de esto malo es.

Jesús condena la ley del talión

XXXI 1. Oísteis que se dijo: Ojo por ojo y diente por diente.
2. Mas yo os digo: No resistáis al mal.
3. Y al que te golpeare la mejilla derecha, preséntale también la otra.
4. Y al que quisiera llevarte a juicio para quitarte tu ropa, dale también el manto.
5. Y al que te hiciese andar cargado durante mil pasos, acompáñalo dos mil.
6. Al que te pidiere, dale. Y al que te tomare prestado, no se lo vuelvas a pedir.
7. Haced con los hombres lo que quisierais que ellos hicieran con vosotros.

Jesús ordena a sus discípulos devolver bien por mal

XXXII 1. Oísteis que se dijo a los antiguos: Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo.
2. Mas yo os digo: Amad a vuestros enemigos.
3. Bendecid a los que os odian y orad por los que os persiguen y os calumnian.
4. Para que seáis hijos de vuestro Padre, que está en los cielos.
5. Porque él hace salir el sol para malos y buenos, y hace llover sobre justos e injustos.
6. Porque si amáis a quienes os aman, ¿qué recompensa mereceréis?
7. ¿No hacen también lo mismo los publicanos?
8. Y si hacéis bien a los que os hacen bien, ¿qué gracia tendréis? ¿No hacen acaso igual los pecadores?
9. Y si prestáis a quien os lo puede devolver, ¿qué mérito hacéis con ello?
10. Porque también los pecadores hacen lo mismo, para recibir otro tanto.
11. ¿Qué hacéis de más deseando salud a los que os la desean?
12. Así que habéis de hacer el bien a vuestros enemigos y amarlos.
13. Y prestar sin esperar nada por ello.
14. Y grande será así vuestro galardón.
15. Porque seréis hijos del Altísimo, que es benigno para los malos e ingratos.
16. Sed misericordiosos, porque vuestro Padre es misericordioso.
17. Procurad ser perfectos, como lo es vuestro Padre celestial.

Jesús exhorta a hacer limosnas recatadamente

XXXIII 1. No hagáis vuestra justicia ante los hombres, para ser vistos por ellos.
2. Porque entonces no tendréis gracia ante vuestro Padre, que está en los cielos.
3. Y cuando repartas limosnas, no hagas sonar trompetas ante ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y plazas.
4. Porque lo hacen para ser honrados de los hombres.
5. Y os digo en verdad que ya recibirán su merecido.
6. De modo que cuando hagas limosna, que tu mano izquierda ignore lo que hace tu mano derecha.
7. Para que tu limosna sea en secreto, porque tu Padre ve en secreto, y él te recompensará.

La oración del perfecto cristiano

XXXIV 1. Y cuando ores, que no sea como los hipócritas, que gustan de orar, en las sinagogas y sobre los guardacantones de las calles.
2. Porque yo os aseguro que ya tendrán su pago.
3. Tú ora en tu habitación, y con tus puertas cerradas, y tu Padre, que ve en lo escondido, te dará pública recompensa.
4. No seáis extensos al orar, como los gentiles, que piensan que por más hablar serán más oídos.
5. No seáis, pues, como ellos, porque vuestro Padre sabe, sin que se lo pidáis, lo que os es preciso.
6. Y los discípulos le dijeron: Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos.
7. Y él les dijo: Cuando oréis, decid así:
8. Padre nuestro que estás en los cielos.
9. Santificado sea tu nombre.
10. Venga a nosotros tu reino.
11. Hágase tu voluntad en el cielo y en la tierra.
12. El pan que nos es necesario dánoslo hoy.
13. Y perdónanos nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores.
14. Y no nos hagas caer en la tentación, mas líbranos del mal.
15. Porque si perdonáis a los hombres sus delitos, los vuestros os serán perdonados por el Padre celestial.
16. Mas si no perdonáis a los hombres, tampoco el Padre os perdonará a vosotros.

Jesús aconseja a sus discípulos ayunar ocultamente

XXXV 1. Y cuando ayunéis, no lo hagáis como lo hacen los hipócritas.
2. Porque ellos demacran sus rostros para parecer ayunantes. Y os digo que, en verdad, ya habrán de recibir lo que merecen.
3. Mas tú, cuando ayunes, unge tu cabeza y lava tu rostro.
4. Para no dar a entender que ayunas, más que a tu Padre, que está en secreto, y ve en lo escondido, y te recompensará.
5. Vended lo que poseáis y dad limosnas.
6. Y creaos en el cielo los tesoros que no se pierden.

Jesús exhorta a sus discípulos a no crearse tesoros en la tierra

XXXVI 1. No atesoráis tesoros en este mundo, porque el óxido y la polilla los destruyen.
2. Cread vuestros tesoros en el cielo, donde no hay orín ni insecto que los demunda.
3. Porque donde se encuentre tu tesoro, estará tu corazon.
4. Tus ojos son las lámparas de tu cuerpo. Si tus ojos son claros, todo tu cuerpo será brillante.
5. Mas si tus ojos fuesen oscuros, todo tu cuerpo será tenebroso.
6. Conque si lo que es luz en ti es tinieblas, ¿qué tinieblas no serán las que lo son?

Jesús dice a sus discípulos que nadie puede servir a dos señores

XXXVII 1. Nadie puede servir a dos señores.
2. Porque amará al uno y odiará al otro, o al uno despreciará y al otro se allegará.
3. No es posible servir a Dios y a Mammón.

Jesús exhorta a despreciar las necesidades del vestido y del alimento

XXXVIII 1. Y os digo, en verdad, que no os preocupáis por lo que habéis de comer o por lo que habéis de vestir.
2. ¿No es la vida más que la comida? ¿No es más el cuerpo que la ropa?
3. Ved los pájaros del cielo: No siembran, ni siegan, ni almacenan.
4. Y vuestro Padre celeste los alimenta. ¿No sois vosotros mejores que ellos?
5. ¿Quién de vosotros podrá, por más que se atormente, añadir un solo codo a su estatura?
6. ¿Por el vestido os desveláis? Ved los lirios del campo.
7. Ellos crecen y no trabajan ni hilan.
8. Y os digo que ni aun Salomón, con toda su gloria, fue vestido como ellos.
9. Y si Dios hace esto con las plantas del campo, que están destinadas al horno, ¿qué no hará con vosotros?
10. No tengáis, pues, cuidado, y digáis: ¿Qué comeremos, y qué beberemos, y qué haremos?
11. Porque esto todos lo preguntan, y nuestro Padre sabe lo que vosotros necesitáis.
12. Mas buscad el reino de Dios y su justicia, y lo demás se os dará por añadidura.
13. No os afanáis, pues, por el día de mañana.
14. Porque el día de mañana traerá su fatiga. Basta a cada día su propio afán.

Jesús aconseja a sus discípulos no condenar para no ser condenados

XXXIX 1. No juzguéis, para no ser juzgados.
2. Porque así como juzguéis, os juzgarán.
3. No condenáis y no se os condenará.
4. Perdonad y seréis perdonados.
5. Dad y se os dará. Medid bien y bien os medirán.
6. ¿Por qué miras la paja en el ojo de tu hermano y no ves la viga en el tuyo?
7. ¿Y cómo, hipócrita, dirás a tu hermano: Deja que te quite la paja de tu ojo, si no ves la viga en el tuyo?
8. Quita primero la viga de tu ojo, y entonces serás bastante para sacar la paja del ojo de tu hermano.
9. No echáis lo santo a los perros, ni las margaritas a los puercos, para que no las huellen y vuelvan y os destruyan.

Jesús habla de la puerta estrecha y de la puerta ancha

XL 1. En verdad os digo: Pedid y recibiréis, llamad y se os abrirá.
2. Porque el que pide recibe, y el que busca halla, y al que llama se le abrirá.
3. ¿Quién de vosotros, si vuestro hijo os pidiera pan, le dará una piedra?
4. ¿Y si le piedese un pez le dará una serpiente?
5. Pues si vosotros, que sois malos, hacéis buenas dádivas a vuestros hijos, ¿qué no hará vuestro Padre que está en los cielos?
6. ¿No dará buenas dádivas a quienes se las piden?
7. Haced, pues, a los hombres lo que queráis que hagan con vosotros.
8. Porque así lo dispusieron la ley y los profetas.
9. Entrad por la puerta angosta, porque ancha es la puerta y ancho el camino que lleva a la perdición.
10. Y los que los siguen son muchos.

Jesús da consejos contra los falsos profetas

XLI 1. Guardaos de los falsos profetas.
2. Porque se os acercarán vestidos de ovejas, mas por dentro son lobos rapaces.
3. Y por sus frutos los conoceréis. Porque no es buen árbol el que da malos frutos, ni árbol malo el que da buen fruto.
4. El hombre bueno del tesoro de su corazón saca el bien.
5. Y el hombre malo del mal tesoro de su corazón saca el mal, porque de su abundancia habla su boca.
6. Todo árbol que no ofrece buenos frutos se corta y se echa al fuego.
7. Conque así, por sus obras los conoceréis.

Jesús anuncia que no todo el que clama: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos

XLII 1. No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos.
2. Sino el que cumpliese la voluntad de mi Padre, que está en los cielos.
3. Porque muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor.
4. ¿No profetizamos en tu nombre, e hicimos milagros y lanzamos demonios?
5. Y entonces les diré que nunca los conocí.
6. Apartaos de mí, hacedores de iniquidades.

Parábola del hombre que edificó sobre arena

XLIII 1. A todo el que me oye y cumple lo que digo, lo compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre roca.
2. Y cayó lluvia, y vinieron riadas, y vientos, y la casa no cedió, porque estaba cimentada sobre piedra.
3. Y al que me oye y no me cumple, lo compararé a un hombre necio, que edificó su casa sobre arena.
4. Y vinieron lluvias, y vientos, y riadas, y la casa cedió, con gran ruina.
5. Y cuando Jesús acabó de decir estas palabras, las gentes se admiraban de su doctrina.
6. Porque adoctrinaba al modo de quien tiene potestad, y no como los escribas y los fariseos.

Jesús da potestad a sus doce discípulos para expulsar demonios y para curar enfermedades

XLIV 1. Y muchas gentes enfermas vinieron a él.
2. Y convocó a sus doce discípulos y les dio potestad para lanzar demonios.
3. Y para curar toda enfermedad y toda dolencia.
4. Y los envió a predicar el reino de Dios y les dijo: No iréis por el camino de los gentiles.
5. Y no vayáis a ciudad de samaritanos, sino recoged las ovejas descarriadas del pueblo de Israel.
6. Predicad y decid: El reino de los cielos se aproxima.
7. Curad enfermos, purificad leprosos, resucitad muertos, echad demonios.
8. Y pues de gracia recibís el don, dadlo de gracia.
9. No recojáis oro ni otro metal en vuestras bolsas.
10. Ni llevéis alforjas, ni dos túnicas, ni bordón.
11. Porque el que trabaja merece su alimento.
12. En cualquier ciudad o aldea en que entraseis, averiguad quién hay digno en ella, y permaneced en su casa.
13. Curad los enfermos que haya allí.
14. Y entrando, saludad, diciendo: Paz sea con vosotros.
15. Y si los de la casa fuesen dignos, vuestra paz será con ellos.
16. Mas si no fuesen dignos, la paz volverá a vosotros.
17. Y donde no os recibiesen, ni oyesen vuestras palabras, salid de allí.
18. Y sacudid el polvo de vuestros pies en testimonio.
19. Porque os digo en verdad que el día del juicio el castigo será más pesado para ellos que para los de Sodoma y Gomorra.
20. He aquí que os envío como a ovejas entre lobos.
21. Sed prudentes como serpientes y sencillos como palomas.
22. Precaveos de los hombres, porque os juzgarán en sus consejos y os azotarán en sus sinagogas.
23. Y aun os llevarán los gentiles ante reyes como testimonio, por mi causa.
24. Mas cuando os lleven a las sinagogas y ante magistrados y autoridades, no os angustiéis por lo que habéis de decir.
25. Porque en aquel momento os será comunicado lo que debéis hablar.
26. Y no hablaréis vosotros, sino el Espíritu de vuestro Padre, que estará en vosotros.
27. Y el hermano entregará al hermano a la muerte, y el padre al hijo.
28. Y los hijos es rebelarán contra los padres y los harán morir.
29. Y todos os odiarán por causa mia.
30. Mas quien persevere hasta el fin será salvado.
31. Y cuando os persiguiera en aquesta ciudad, huid a estotra.
32. Porque os digo en verdad que no acabaréis todas las ciudades de Israel, que no venga el Hijo del hombre.
33. El discípulo no es más que su maestro, ni más el siervo que su señor.
34. Basta al discípulo imitar a su maestro y al siervo imitar a su señor.
35. Si al padre de la familia llamaron Belcebú, ¿cómo no han de llamar a los de su casa?
36. No los temáis, pues. Porque nada hay oculto que no haya de ser rebelado.
37. Lo que os digo en tinieblas, decidlo en plena luz, y lo que oís al oído predicadlo desde las azoteas.
38. Porque yo os digo, amigos míos: No temáis a quienes matan los cuerpos.
39. Porque no pueden matar las almas.
40. Mas temed a quien puede perder las almas y los cuerpos en la gehenna.
41. Dos pájaros pueden venderse por un cuarto. Y sin embargo, ni uno cae a tierra sin la voluntad de vuestro Padre.
42. Porque hasta vuestros cabellos están contados. No temáis, pues, porque más valéis vosotros que los pájaros.
43. A todo el que se me confiese ante los hombres, yo lo confesaré ante mi Padre, que está en los cielos, y ante sus ángeles.
44. Y al que me negare ante los hombres, en esta generación adúltera y pecadora.
45. Yo lo negaré ante mi Padre, que está en los cielos y ante sus ángeles.
46. Y el Hijo del hombre lo confundirá, cuando venga en la gloria de su Padre con sus ángeles.
47. Porque no he venido a poner paz en la tierra, sino espada.
48. Y dividiré los hombres y las casas.
49. He venido a hacer a los hombres enemigos de sus padres, y a las hijas enemigas de sus madres.
50. Y a las nueras de sus suegras, y a los hombres de sus casas.
51. Quien ama a sus padres más que a mí no es digno de mí.
52. Y quien no carga con su cruz y me sigue no es digno de mí, ni puede ser mi discípulo.
53. Quien ganare su vkja la perderá, y quien la perdiese por mi causa la recuperara.
54. Quien a vosotros os recibe a mí me recibe.
55. Y quien me recibe recibe al que me envió.
56. El que recibe profeta en nombre de profeta la gracia de profeta recibirá.
57. Y el que recibe justo en nombre de justo gracia de justo obtendrá.
58. Y quienquiera que a uno de estos minúsculos diese un solo vaso de agua fría os digo que no dejará de ser recompensado.
59. Y cuando Jesús hubo adoctrinado así a sus discípulos, se fue a predicar y a enseñar en las ciudades.
60. Y sus discípulos predicaban, y obraban penitencias, y expulsaban demonios, y ungían, y sanaban.

Conversión del agua en vino en las bodas de Caná en Galilea

XLV 1. Y al tercer día, celebrábanse unas bodas en Caná de Galilea.
2. Y la madre de Jesús estaba allí.
3. Y Jesús y sus discípulos fueron convidados también a la boda.
4. Y como faltaba vino, la madre de Jesús llegó y le dijo: No tienen vino.
5. Y dijo Jesús: ¿A qué vienes, mujer? Aún no ha llegado mi hora.
6. Y su madre dijo a los sirvientes: Haced lo que él os mande.
7. Y había allí seis recipientes de piedra para agua, según la costumbre de purificación de los judíos.
8. Y hacían cada uno como tres cántaros. Y les dijo Jesús: Llenadlos de agua.
9. Y llenáronlos hasta arriba, y dijo Jesús: Llevadlos al que dirige los servicios.
10. Y éste gustó el agua, que estaba vuelta en vino, y no sabía de dónde era, aunque sí los sirvientes.
11. Y llamó al esposo, y le dijo: Todos dan el buen vino primero, para dar el peor cuando los asistentes están embriagados.
12. Mas tú has guardado el buen vino hasta ahora.
13. Y así manifestó primero su gloria Jesús en Caná de Galilea.

Jesús cura a un leproso

XLVI 1. Y cuando descendió Jesús del monte, muchas gentes lo seguían.
2. Y un leproso se llegó, y se arrodilló, y le dijo: Señor, si tú quieres, puedes purificarme.
3. Y Jesús dijo: Quiero, sé puro.
4. Y la lepra se fue de él y quedó limpio.
5. Y Jesús dijo: No cuentes esto a nadie, mas muéstrate a los sacerdotes, y ofrenda lo que Moisés preceptúa, en testimonio.
6. Mas cuando marchó, comenzó a publicar y divulgar el hecho, de modo que Jesús no podía entrar abiertamente en la ciudad.
7. Sino que había de estar en lugares desiertos, pero de todas partes venían a él.

Jesús cura al siervo del centurión

XLVII 1. Y entróse en Capernaum, y un centurión se llegó y le rogó, diciendo:
2. Señor, un siervo mío yace en casa paralítico.
3. Y dijo Jesús: Yo iré y lo curará.
4. Y contestó el centurión: Señor, yo no soy digno de que tú entres bajo mi techo.
5. Sino que basta tu palabra para que mi siervo sea curado.
6. Porque, aunque yo soy un hombre de poca autoridad, basta mi palabra para que mis soldados obedezcan.
7. Y si digo: Id, van, y si digo: Venid, vienen. Y si digo: Haced, hacen.
8. Y Jesús lo oyó admirado, y dijo: Declaro en verdad que no he visto tanta fe en Israel.
9. Y digo que vendrán muchos de oriente y de occidente, y se sentarán con Abraham, e Isaac, y Jacob, en el reino de los cielos.
10. Y quienes son hijos del reino serán arrojados a las tinieblas exteriores, y allí será el llorar y el rechinar de dientes.
11. Y dijo Jesús al centurión: Vete, y será hecho, puesto que tú has creído.
12. Y el centurión volvió a su casa, y su siervo fue curado.

Jesús cura de fiebre a la suegra de Pedro

XLVIII 1. Y yendo Jesús a casa de Pedro, vio a su suegra que yacía con fiebre.
2. Y él extendió su mano y la fiebre desapareció.
3. Y ella se levantó y los atendía.

Jesús resucita a un difunto

XLIX 1. Y después de esto, bajó a la ciudad de Naim.
2. E iban con él sus discípulos y gran muchedumbre.
3. Y cerca de la puerta de la ciudad hallaron un difunto que sacaban afuera.
4. Y era hijo único de su madre, que era viuda, y con ella venía mucha gente de la ciudad.
5. Y el Señor, cuando la vio, tuvo misericordia y le dijo: No llores.
6. Y se acercó al ataúd y se pararon los que lo portaban.
7. Y dijo: Mancebo, levántate.
8. Y se levantó el que había muerto, y principió a hablar.
9. Y todos tuvieron gran temor, y glorificaban a Dios, diciendo: Un gran profeta ha surgido entre nosotros, y Dios ha visitado a su pueblo.
10. Y la fama de esto corrió por toda Judea y por las comarcas cercanas.

Jesús cura a los enfermos para que se cumpla la profecía de Isaías

L 1. Y cuando fue de tarde, le trajeron muchos endemoniados.
2. Y arrojó a los demonios con su palabra y sanó a los enfermos.
3. Para que se cumpliese lo que profetizó Isaías:
4. Él recibió nuestras enfermedades y tomó nuestras dolencias.
5. Y viendo Jesús muchas gentes en torno suyo, mandó ir al otro lado.

Un escriba se acerca a Cristo

LI 1. Y un escriba se acercó y le dijo: Maestro, te seguiré adonde fueres.
2. Y dijo Jesús: Las zorras tienen cubiles y los pájaros del cielo nidos.
3. Mas el Hijo del hombre no tiene ni aun donde reclinar su cabeza.
4. Y dijo a los demás: Seguidme.
5. Y uno le contestó: Señor, permíteme primero ir a enterrar a mi padre.
6. Y contestó Jesús: Seguidme, y dejad que los muertos entierren a sus muertos.
7. Y otro le dijo: Señor, te seguiré si antes me permites renunciar a lo que hay en mi casa.
8. Y Jesús dijo: Ninguno que tome el arado y retroceda sirve para el reino de Dios.

Jesús manda a las olas y a la tempestad

LII 1. Y entró en una barca y sus discípulos lo siguieron.
2. Y se hizo en el mar un gran movimiento y las olas anegaron el navío.
3. Mas él dormía. Y sus discípulos lo despertaron.
4. Diciéndole: Señor, sálvanos, que perecemos.
5. Y él les dijo: ¿Por qué temáis, hombres de poca fe?
6. Y levantándose, mandó al mar y a los vientos.
7. Y cesaron los vientos, y el mar se tranquilizó.
8. Y los hombres se admiraron, y decían: ¿Quién es éste a quien obedecen el mar y el viento?

Jesús hace entrar a los demonios en una manada de puercos

LIII 1. Y llegaron a la ribera opuesta de Galilea, que es el país de los gergesenos.
2. Y cuando salieron a tierra, les vinieron al encuentro dos endemoniados, que llegaban de los sepulcros.
3. Y tenían un aspecto espantoso y nadie podía ir por aquel camino.
4. Y estaban endemoniados hacía mucho tiempo.
5. Y no tenían casa, ni ropa, sino que andaban por los sepulcros.
6. Y nadie los podía atar, ni aun con cadenas.
7. Porque muchas veces habían sido encadenados y puestos en grillos.
8. Mas ellos rompían grillos y cadenas y nadie los podía domar.
9. Y día y noche andaban por los sepulcros, e iban por los montes dando gritos, e hiriéndose con las piedras.
10. Y viendo a Jesús de lejos, corrieron y lo adoraron.
11. Y dando una gran voz, dijeron: ¿Qué tenemos contigo, Jesús, Hijo de Dios altísimo?
12. ¿Has venido a atormentarnos antes de tiempo?
13. Y Jesús dijo: Espíritus inmundos, salid de estos hombres. ¿Qué nombres tenéis?
14. Y contestaron: Legión.
15. Porque habían entrado en ellos muchos demonios.
16. Y le rogaron que no los echase de aquella comarca, para no caer en el abismo.
17. Mas cerca de allí había muchos puercos pastando.
18. Y los demonios dijeron: Si nos expulsas, permítenos ir a esos puercos.
19. Y Jesús les dijo: Id.
20. Y ellos salieron y entraron en los puercos, y con gran ímpetu se precipitaron en el mar.
21. Y en el mar se ahogaron unos dos mil. Y los que guardaban los puercos huyeron.
22. Y fueron a la ciudad, y contaron lo que había ocurrido con los demonios en el campo.
23. Y salieron los ciudadanos, y fueron a ver qué era lo que había hecho Jesús.
24. Y llegaron, y vieron a los que habían estado poseídos, sentados y vestidos, y en su juicio cabal, y temieron.
25. Y le rogaron que saliese de su territorio.
26. Y cuando Jesús entraba en la embarcación, los que habían estado poseídos le rogaron que los dejase ir con él.
27. Mas él no lo permitió, y les dijo:
28. Id a vuestra casa, con los vuestros.
29. Y contad lo que ha hecho el Señor con vosotros, y la misericordia que ha tenido.
30. Y se fueron a Decápolis, y empezaron a pregonar lo que Jesús había hecho, y los hombres se admiraban.
31. Y Jesús cruzó las olas, y se fue a su ciudad.

Curación de un paralítico

LIV 1. Y he aquí que trajeron en una cama a un paralítico.
2. Y querían ponerlo ante Jesús.
3. Mas no podían, por la gente que lo rodeaba.
4. Y subieron a un tejado, y descubrieron las tejas, y por allí bajaron el lecho del paralítico hasta Jesús.
5. Y viendo Jesús su fe, dijo al paralítico: Confía, hijo.
6. Porque tus pecados te son perdonados.
7. Y los escribas y fariseos comenzaron a pensar: Éste dice blasfemias.
8. ¿Porque quién más que Dios puede perdonar los pecados?
9. Mas Jesús conoció sus pensamientos.
10. Y contestando a ellos, dijo: ¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones?
11. ¿Qué es más fácil de decir: Tus pecados te son perdonados, o: Levántate y anda?
12. Y para que veáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra para perdonar los pecados, digo al paralítico:
13. Levántate, toma tu lecho, y vete a tu casa.
14. Y el paralítico se levantó, y tomó el lecho, y se fue a su casa, glorificando a Dios.
15. Y todos fueron maravillados, y glorificaban a Dios.
16. Y sentían gran temor, y decían: Gran milagro vimos hoy.
17. Y alababan a Dios, que tal potestad dio a los hombres.

Jesús cura a un ausente

LV 1. Y después de esto vino a Caná de Galilea.
2. Y era allí donde había convertido el agua en vino.
3. Y estaba allí un régulo, cuyo hijo estaba enfermo en Cafarnaum.
4. Y oyó que Jesús había venido de Judea a Galilea.
5. Y fue a él, y le rogó que bajase y sanase a su hijo, porque estaba en la agonía.
6. Y dijo Jesús: Si no veis signos y prodigios, no creéis.
7. Y el régulo le dijo: Señor, ven antes que mi hijo muera.
8. Y Jesús le dijo: Vete.
9. Porque tu hijo vive.
10. Y el hombre creyó en la palabra de Jesús, y se fue.
11. Y cuando llegaba, sus siervos llegaron a él, y le dijeron: Tu hijo vive.
12. Y él preguntó a qué hora se puso mejor.
13. Y le dijeron: Ayer, a la hora séptima, remitió la fiebre.
14. Y el padre comprobó que era aquella la hora en que Jesús le dijo: Tu hijo vive.
15. Y creyó él y todos los de su casa.

Jesús convive con Leví y es criticado por los escribas y los fariseos

LVI 1. Y vino Jesús y convivió con Leví en su casa.
2. Y estando sentado a su mesa, vinieron muchos publicanos y pecadores.
3. Y comían y bebían con Jesús y con sus discípulos.
4. Porque eran muchos los que lo seguían.
5. Y viendo los escribas y fariseos que comía y bebía con pecadores y publicanos, dijeron a sus discípulos:
6. ¿Cómo es que vuestro maestro bebe y come con pecadores y con publicanos?
7. Y Jesús oyó, y dijo: No necesitan médico los sanos, sino los enfermos.
8. Misericordia quiero y no sacrificio.
9. Porque no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores.
10. Y ellos le dijeron: Los discípulos ayunaban y hacían oblaciones, como los fariseos.
11. ¿Cómo es que tus discípulos no ayunan?
12. Y dijo Jesús: ¿Pueden los convidados a una boda, cuando el esposo está con ellos, ayunar?
13. No pueden ayunar mientras el esposo está con ellos.
14. Mas ya vendrán días en que no esté el esposo, y ayunarán.
15. Y les hizo esta otra comparación:
16. Nadie remienda ropa vieja con paño nuevo.
17. Porque el remiendo tiraría de lo viejo y sería mayor la rotura.
18. Nadie pone vino nuevo en odres viejos.
19. Porque el vino nuevo rompe los odres, y el vino se derrama, y los odres se pierden.
20. Mas el vino nuevo en odres nuevos ha de guardarse.

Los fariseos piden a Cristo un signo de su poder

LVII 1. Y los escribas y fariseos le contestaron diciendo:
2. Maestro, queremos ver un signo tuyo.
3. Y él respondió, y les dijo: Mala y adulterina es la generación que pide señal.
4. Mas no le será dado otro signo, sino el del profeta Jonás.
5. Porque así como Jonás estuvo en el vientre de la ballena tres días y tres noches, así estará el Hijo del hombre tres días y tres noches en el corazón de la tierra.
6. Y los hombres de Nínive se levantarán en el día del juicio, y condenarán a esta generación.
7. Porque ellos se arrepintieron cuando les predicó Jonás.
8. Y he aquí a quien es más que Jonás.
9. La reina del Sur se levantará en el día del juicio y condenará a esta generación.
10. Porque vino del confín de la tierra para oír la sabiduría de Salomón.
11. Y aquí hay quien es más que Salomón.
12. Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, anda por sitios secos, buscando reposo, y no lo halla.
13. Y dice: Me volveré a mi casa, de la que salí.
14. Y vuelve, y la halla vacante, barrida y adornada.
15. Y entonces toma otros siete espíritus aún peores, y entran, y habitan allí.
16. Y las cosas últimas del hombre son peores que las primeras, y así ha de ocurrir a esta generación perversa.

Una mujer ataba, entre la muchedumbre, el vientre que llevó a Jesús

LVIII 1. Y cuando esto hubo sido dicho, una mujer dio voces entre la gente.
2. Y decía: Bendito sea el vientre que te llevó, y los pechos en que mamaste.
3. Y él contestó: Benditos más bien los que oyen la palabra de Dios, y la cumplen.

Anuncian a Jesús que su madre y sus hermanos lo quieren ver

LIX 1. Y cuando estaba hablando a las gentes, su madre y sus hermanos estaban fuera, y le querían hablar.
2. Y uno le dijo: Ahí están tu madre y tus hermanos, y quieren verte.
3. Y él contestó: ¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?
4. Y extendiendo la mano hacia sus discípulos, dijo: Éstos son mi madre y mis hermanos.
5. Porque todo el que hiciese la voluntad de mi Padre, que está en los cielos, y mi hermano, y mi hermana, y
mi madre.

Jesús cura a una mujer de un flujo de sangre y resucita a la hija de Jairo, príncipe de la Sinagoga

LX 1. Y, cuando hubo hablado así, vino un príncipe de la sinagoga, que se llamaba Saivo.
2. Y lo adoró, y le dijo: Mi hija va a morir.
3. Ven y pon las manos sobre ella, y sanará.
4. Y Jesús salió con él y con sus discípulos.
5. Y he aquí que vino una mujer que padecía un flujo de sangre hacía doce años.
6. Y había ido a muchos médicos, y ninguno la podía curar.
7. Sino que había gastado cuanto tenía y cada vez estaba peor.
8. Y llegó por detrás de Jesús y tocó su vestido.
9. Porque decía: Con sólo tocar su vestido seré sanada.
10. Y el flujo de sangre se secó y sintió en su cuerpo que estaba libre de aquella plaga.
11. Y Jesús sintió la virtud que había salido de él.
12. Y dijo: ¿Quién me ha tocado?
13. Y todos lo negaron, y Pedro dijo: Maestro, la turba te oprime, y tú preguntas: ¿Quién me ha tocado?
14. Y Jesús contestó: Alguien me ha tocado.
15. Porque he sentido salir fuerza de mi.
16. Y miraba alrededor para ver quién había sido.
17. Y entonces la mujer, temiendo, se puso a sus pies, y dijo lo que había hecho, y que había sido sanada.
18. Y él le dijo: Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz, y queda sana de tu dolencia.
19. Aún estaba hablando, cuando vinieron al príncipe de la sinagoga y le dijeron: Tu hija ha muerto ya; no molestes más al maestro.
20. Y Jesús, oyendo esto, dijo al príncipe de la sinagoga: No temas.
21. Sino cree, y será salvada.
22. Y no permitió que fuesen con él más que Pedro, y Jacobo, y Juan, hermano de Jacobo.
23. Y llegó a casa del príncipe de la sinagoga, y vio allí que estaban llorando y gimiendo.
24. Y entrando les dijo: ¿Por qué lloráis?
25. La muchacha no ha muerto, sino duerme.
26. Y ellos se reían, diciendo que sí estaba muerta.
27. Y él hizo salir a todos, y sólo dejó al padre y a la madre de la muchacha, y a los que estaban con él.
28. Y entró donde estaba la muchacha, y dijo: Talitha, cuni, que quiere decir: Muchacha, levántate.
29. Y la muchacha resucitó y anduvo. Y tenía doce años.
30. Y todos sintieron el más grande asombro; mas él les encargó que nadie lo supiese. Y pidió de comer.

Jesús cura a dos ciegos

LXI 1. Y dos ciegos llegáronse a Jesús, y clamaban, diciendo:
2. Señor misericordioso, hijo de David.
3. Y Jesús les dijo: ¿Creéis que puedo haceros ver?
4. Y ellos dijeron: Creemos, Señor.
5. Y él los tocó, diciendo: Hágase lo que creéis.
6. Y sus ojos fueron abiertos.
7. Y Jesús les dijo: Ved de no decir esto.
8. Mas ellos lo publicaron por todas partes.
9. Y le presentaron a un mudo, que estaba poseído de un demonio.
10. Y arrojó al demonio que estaba alojado en el mudo.
11. Y la gente se admiró, y decía: Nunca se vio esto en Israel.
12. Sin duda que éste es hijo de David.

Los fariseos acusan a Jesús de estar poseído del diablo

LXII 1. Mas los fariseos decían: Por Belcebú, príncipe de los demonios, echa fuera los demonios.
2. Mas él los entendió, y les dijo: Si algún reino está dividido, no puede subsistir.
3. Y si Satanás se dividiese contra sí mismo, no podría subsistir.
4. Nadie puede saquear al valiente entrando en su casa, a no ser que antes ate al valiente y entonces entre en su casa.
5. Quien no está conmigo está contra mi.
6. Y yo os digo que todos los pecados y blasfemias les serán perdonados a los hombres.
7. Mas no las blasfemias contra el Espíritu Santo.
8. Y será perdonado quien blasfeme contra el Hijo del hombre.
9. Mas quien blasfeme contra el Espíritu Santo no será perdonado ni en este siglo, ni en el futuro.
10. O haced bueno el árbol y buenos los frutos, o haced malo el árbol y malos los frutos.
11. Porque por los frutos conoceréis el árbol.
12. Generación de víboras, ¿cómo podéis hablar bien, si sois malos?
13. Porque de la abundancia del corazón habla la boca.
14. El hombre bueno aprovecha bien el buen tesoro.
15. Mas el hombre malo usa mal el mal tesoro.
16. Porque os digo en verdad que de toda palabra inútil que hablen los hombres les será exigida cuenta en el día del juicio.
17. Y tus palabras te justificarán o tus palabras te condenarán.

Marta recibe a Jesús en su casa

LVIII 1. Y entró en una aldea, y una mujer que se llamaba Marta lo recibió en su casa.
2. Y tenía una hermana llamada María.
3. Y María se sentaba a los pies de Jesús, y oía su palabra.
4. Y Marta, mientras tanto, se ocupaba en muchas faenas.
5. Y vino y dijo: Señor, ¿no ves cómo mi hermana me deja servir sola? Dile, pues, que me ayude.
6. Y dijo el Señor: Marta, muy ocupada estás, y con tus muchos quehaceres estás turbada.
7. Mas una cosa sola es necesaria, y María eligió la parte que no le será quitada.

Juan, desde la cárcel, envía emisarios a Jesús

LXIV 1. Y Juan, estando en la cárcel, oyó los milagros que hacía Jesús.
2. Y le envió dos de sus discípulos, diciendo: ¿Eres tú el que había de venir?
3. ¿O hemos de esperar a otro?
4. Porque curaba muchos enfermos, y daba vista a los ciegos, y expulsaba espíritus malos.
5. Y él contestando les dijo: Decid a Juan lo que veis y oís.
6. Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpios, los sordos oyen.
7. Y los muertos son resucitados, y les es anunciado a los pobres el Evangelio.
8. Y bienaventurado es el que no se escandaliza de mí.
9. Y cuando se fueron, Jesús empezó a hablar de Juan a las gentes:
10. ¿Qué fuisteis a ver al desierto? ¿Una caña que el viento agita?
11. ¿Qué fuisteis a ver? ¿Un hombre lujosamente vestido?
12. Mas los que llevan vestidos preciosos están en casa de los reyes.
13. ¿Qué salisteis a ver? ¿Un profeta?
14. Pues yo os digo que más que un profeta.
15. Porque de éste es de quien está escrito: Yo envío ante ti mi mensajero, que preparará tu camino.
16. En verdad os digo que entre los nacidos de mujer no hubo otro mayor que Juan el Bautista.
17. Mas el que es el menor en el reino de los cielos, es mayor que él.
18. Desde el tiempo de Juan el Bautista hasta ahora, al reino de los cielos se hace fuerza, y los violentos lo arrebatan.
19. Porque todos los profetas, y la Ley, hasta Juan, profetizaron.
20. Si queréis recibir, éste es Elías, el que había de venir.
21. Y quien tenga oídos que oiga.
22. Mas, ¿a qué compararé esta generación?
23. Semejantes son a niños que se sientan en las plazas.
24. Y gritan a sus compañeros: Os tocamos la flauta, y no danzasteis. Os plañimos, y no os lamentasteis.
25. Vino Juan, que no comía ni bebía, y dijeron: Tiene demonio.
26. Mas vino el Hijo del hombre que come y bebe.
27. Y dicen: He aquí un hombre glotón y bebedor de vino, amigo de publicanos y pecadores.
28. Mas la sabiduría está justificada por sus hijos.

Jesús increpa a las ciudades en que había hecho milagros

LXV 1. Y entonces empezó a reprender a las ciudades en que había hecho milagros.
2. Porque no se había arrepentido. Y decía:
3. ¡Ay de ti, Chorazaim! ¡Ay de ti, Bethsaida!
4. Porque si en Tiro y Sidón se hubieran hecho los prodigios que se han hecho en vosotras, cilicios y ceniza hubieran hecho penitencia.
5. Os digo en verdad que Tiro y Sidón serán más perdonadas, en el día del juicio, quevosotras.
6. Y tú, Cafarnaum, que hasta el cielo fuiste exaltada, ¿hasta qué infierno serás descendida?
7. Porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que se han hecho en ti, hubiera permanecido hasta ahora.
8. Digo, en verdad, que la tierra de los sodomitas será más perdonada, en el día del juicio, que tú.

Jesús elige otros setenta y dos discípulos

LXVII 1. Y el Señor eligió otros setenta y dos discípulos.
2. Y los enviaba delante de sí, de dos en dos, a toda ciudad o lugar a que había de ir.
3. Y les decía: Quien os oye me oye. Quien os recibe me recibe.
4. Y aquel que os rechaza me rechaza.
5. Y volvieron con júbilo, diciendo: Señor, hemos expulsado demonios en nombre tuyo.
6. Y él les dijo: Yo veía a Satán como un rayo cayendo del cielo.
7. Yo os doy potestad de pisar las serpientes y los escorpiones.
8. Y sobre todas las fuerzas del enemigo, sin que nada os dañe.
9. No os gocéis con que los espíritus os estén sometidos.
10. Antes regocijaos de que vuestro nombre esté escrito en el reino de los cielos.
11. Y en esta hora se exaltó el Espíritu Santo. Y dijo:
12. Yo te alabo, Padre y Señor del cielo y de la tierra.
13. Porque escondiste estas cosas a los sabios y prudentes y las has revelado a los ignorantes.
14. Porque así, Padre, te plugo.
15. Todo me es entregado de mi Padre.
16. Y nadie sabe quién es el Hijo, más que el Padre.
17. Ni quién es el Padre, más que el Hijo.
18. Y aquel a quien el Hijo se lo quisiese revelar.
19. Y se volvió a sus discípulos y les dijo:
20. Venid a mí todos los que trabajáis y yo os aliviará.
21. Tomad mi yugo sobre vuestras almas con corazón humilde.
22. Porque mi yugo es leve.
23. Y quien venga a mí, y no haya dejado a sus padres y a sus hijos y a sus hermanos, no puede ser mi discípulo.
24. Porque quien no cargue con su cruz y me siga no puede ser mi discípulo.
25. Y el que no renuncie a cuanto posee no puede ser mi discípulo.

Los fariseos reprenden a los discípulos de Jesús

LXVIII 1. Y un sábado, pasando Jesús por un campo sembrado, sus discípulos arrancaban espigas y las comían, frotándolas con las manos.
2. Y algunos fariseos les dijeron: ¿Por qué hacéis lo que no es lícito en sábado?
3. Y Jesús les contestó: ¿No habéis leído lo que hizo David cuando él y los que lo acompañaban tuvieron hambre?
4. Porque entró en la casa de Dios y tomó los panes de la proposición.
5. Y él y los que lo acompañaban comieron lo que sólo era lícito comer a los sacerdotes.
6. Y les dijo: El Hijo del hombre es Señor del sábado.
7. ¿No habéis leído en la Ley que los sábados en el templo los sacerdotes profanan el sábado y no tienen delito?
8. Pues yo os digo que algo mayor que el templo está aquí.
9. El sábado se ha hecho para el hombre y no el hombre para el sábado.

Jesús cura en sábado, en la Sinagoga, a un hombre que tenía una mano seca

LXIX 1. Y otro sábado entró en la sinagoga y enseñaba.
2. Y había allí un hombre que tenía seca la mano derecha.
3. Y los escribas y fariseos miraban a Jesús.
4. Por ver si curaba en sábado y poder acusarlo.
5. Mas Jesús conoció lo que maquinaban y dijo al hombre que tenía la mano seca:
6. Levántate y sal aquí en medio. Y él lo hizo.
7. Y Jesús dijo: Yo os pregunto: ¿Es lícito en sábado hacer el bien o hacer el mal?
8. ¿Salvar una vida o perderla?
9. Y miró a todos y dijo al hombre: Extiende tu mano.
10. Y él la extendió y su mano quedó curada.
11. Y Jesús dijo a los fariseos: ¿Qué hombre de vosotros, que tenga una oveja, y en sábado le cayera en un pozo, no la sacará? ¿No es mejor un hombre que una oveja?
12. Lícito es, en sábado, hacer el bien.
13. Y ellos tuvieron gran ira, y dialogaban sobre lo que podrían hacer con Jesús.
14. Y Jesús lo sabía y se apartó de allí.
15. Y lo seguían muchos y los curaba.
16. Y les decía que no lo relatasen.
17. Para que se cumpliese lo que profetizó Isaías, cuando dijo:
18. He aquí mi siervo predilecto, el que he escogido, para que en él se recree mi espíritu.
19. Él anunciará el juicio a los gentiles.
20. Mas no discutirá, ni clamará, ni se oirá por las calles su voz.
21. La caña cascada no quebrará y el pabilo humeante no apagará.
22. Hasta que no salga con victoria del juicio.
23. Y en su nombre tendrán esperanza las gentes.

Jesús sube al monte a hacer oración

LXX 1. Y cuando Jesús hubo dicho esto, fue a orar al monte.
2. Y toda la noche estuvo elevando oraciones a Dios.
3. Y cuando lo hubo efectuado, llamó a sus discípulos.
4. Y saliendo de casa, fueron junto al mar.
5. Y había congregadas muchas gentes. Y Jesús entró en una barca, y les habló en parábola, diciendo:

Parábola del sembrador

LXXI 1. He aquí que el sembrador salió a sembrar.
2. Y parte de la simiente cayó en el sendero y fue pisada.
3. Y las aves del cielo vinieron y la devoraron.
4. Y otra parte cayó en sitios pedregosos, donde había poca tierra.
5. Y ésta brotó en seguida, por la poca profundidad que tenía de tierra.
6. Más salió el sol y se agosté, porque no tenía raíz.
7. Y otra parte cayó entre espinos y los espinos la ahogaron:
8. Mas otra parte cayó en buena tierra.
9. Y dio fruto, al ciento por uno, y al sesenta por uno, y al treinta por uno.
10. Y clamó diciendo: Quien tenga oídos, que oiga.

Parábola del trigo y la cizaña

LXXII 1. Y les propuso otra parábola, diciéndoles:
2. El reino de los cielos es semejante al hombre que sembró buena simiente en su campo.
3. Mas cuando dormían los hombres, vino su enemigo
4. Y sembró cizaña entre el trigo y se fue.
5. Y cuando creció la hierba y fructificó, surgió también la cizaña.
6. Y los siervos del padre de la familia llegaron y dijeron: Señor, ¿no sembraste buena simiente? ¿Cómo es, pues, que tiene cizaña?
7. Y él les dijo: Un hombre enemigo nuestro ha hecho esto.
8. Y los siervos le dijeron: ¿Quieres, pues, que vayamos y la quitemos?
9. Y él les dijo: No, no sea que arrancando la cizafla arranquéis también el trigo.
10. Mas dejadlo crecer todo y, cuando llegue la siega, yo diré a los segadores:
11. Recoged primero la cizaña y atadla en manojos, para quemar.
12. Y recoged el trigo en el granero.

Parábola del grano de mostaza

LXXIII 1. Y les propuso otra parábola, diciéndoles: El reino de los cielos es como un grano de mostaza, que un hombre sembró en su huerto.
2. Y es el más pequeño entre todos los granos de simiente.
3. Mas cuando crece, se hace tan grande, que los pájaros del cielo vienen y anidan en sus ramas.

Parábola de la levadura

LXXIV 1. Y aún les dijo otra parábola: El reino de los cielos es semejante a la levadura que tomó una mujer y escondió en tres medidas de harina, hasta que todo quedó fermentado.
2. Y Jesús habló así por parábolas a las gentes.
3. Y no les hablaba sin parábolas.
4. Para que se cumpliese lo que vaticinó el profeta, que dijo: Abriré mi boca con parábolas, y diré cosas escondidas desde la fundación del mundo.
5. Y los discípulos llegaron y le dijeron: ¿Qué nos has querido decir en parábolas?
6. Y él les respondió: El misterio del reino de los cielos os es dado a vosotros, pero no a los demás.
7. Y a ellos les hablo en parábolas, para que viendo no vean, y oyendo no oigan, ni entiendan.
8. Para que se cumpla la profecía de Isaías: Oyendo no oísteis y viendo no visteis.
9. Dichosos vuestros ojos que ven, y vuestos oídos que oyen.
10. Porque de cierto os digo que muchos profetas y justos, pudiendo ver, no vieron, y pudiendo oír, no oyeron.

Explicación de la parábola del sembrador

LXXV 1. Habéis oído la parábola del sembrador.
2. El que oye y no ve es el de junto al camino.
3. Y el diablo viene y quita lo que fue sembrado en su corazon.
4. Y el que oyó con gozo es la simiente que cayó en un pedregal.
5. Y como no tenía raíces, cedió a las tribulaciones y persecuciones.
6. Y la que cayó entre espinas son los que oyeron, mas son solicitados de los cuidados del siglo y fue en ellos sofocada la palabra.
7. Mas la que cayó en buena tierra es la que oyó y entendió la palabra, y perseveré, y obtuvo ciento por uno, y sesenta por uno, y treinta por uno.

Explicación de la parábola del trigo y la cizaña

LXXVI 1. Porque el reino de Dios es así:
2. Si se siembra bien, y se vigila constantemente, primero germina el grano.
3. Y crece la hierba, y luego la espiga, y al fin ésta se llena de fruto.
4. Y, despedidas las gentes, Jesús vino a casa.
5. Y sus discípulos le dijeron: Explícanos la parábola de la cizaña del campo.
6. Y él les contestó: Quien siembra la buena simiente es el Hijo del hombre.
7. Y el campo es el mundo y la buena simiente son los hijos del reino de los cielos.
8. Y la cizaña son los hijos del malo y el que la sembró es el diablo.
9. Y la siega es el fin del mundo, y los segadores, los ángeles.
10. Y el Hijo del hombre enviará sus ángeles, y tomarán de su reino todos los escándalos.
11. Y los pondrán en el camino ardiente y allí será el crujir de dientes y el lloro.
12. Y los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre.
13. El que tenga oídos para oír que oiga.

Parábola del tesoro escondido, de las perlas y de la red

LXXVII 1. El reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en el campo.
2. Y cuando un hombre lo halla, vende todo lo que tiene y compra aquel campo.
3. Y es semejante al mercader que busca buenas perlas.
4. Y hallando una perla preciosa, vendió cuanto tenía y la compró.
5. Y es igualmente el reino de los cielos como la red que, lanzada al mar, recoge toda clase de pescados.
6. Y cuando está llena, la saca, y se eligen los peces buenos, y se echan fuera los malos.
7. Y esto pasará en la consumación de los siglos.
8. Porque vendrán los ángeles y apartarán a los malos de los justos.
9. Y los pondrán en el lugar del fuego y allí será el llanto y el rechinar de dientes.
10. Y les preguntó: ¿Entendéis? Y ellos dijeron: Entendemos.
11. Y él les dijo: Por eso es que todo escriba docto en el reino de los cielos, es como un padre de familia que saca de su tesoro cosas nuevas y cosas viejas.
12. Y cuando Jesús hubo dicho estas parábolas, se fue de allí.

Jesús enseña en la Sinagoga y los judíos se indignan contra él

LXXVIII 1. Y vino a su país y enseñaba en la sinagoga.
2. Y decían: ¿Dónde adquirió esta sapiencia y los prodigios que obra?
3. ¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María?
4. ¿Y no es su padre José, y sus hermanos Jacobo, y José, y Simón, y Judas?
5. Y ¿no están sus hermanos con nosotros? ¿De dónde ha sacado todo esto?
6. Y se escandalizaban de él.
7. Y él les dijo: Sin duda que me diréis: Médico, cúrate a ti mismo.
8. Haz aquí, en tu tierra, alguna de las cosas que hemos oído que has hecho en Cafarnaum.
9. Mas os digo en verdad que nadie es profeta en su patria, ni en su casa.
10. Y no hizo allí muchos milagros, a causa de la incredulidad de ellos.
11. Y les dijo: Os digo en verdad que muchas viudas había en Israel en los días de Elías.
12. Cuando el cielo fue cerrado por espacio de tres años y medio, y hubo gran hambre en toda la tierra.
13. Mas a ninguna fue enviado Elías, sino a una viuda de Sarepta de Sidón.
14. Y muchos leprosos había en Israel en tiempo de Eliseo.
15. Y ninguno fue limpio, sino el sirio Naaman.
16. Y cuantos estaban en la sinagoga se llenaron de ira.
17. Y se levantaron y lo sacaron de la ciudad.
18. Y lo llevaron a la cumbre del monte en que está edificada la ciudad, porque querían despeñarlo.
19. Mas él pasó por entre ellos y se fue.

Herodes hace degollar a Juan

LXXIX 1. Y en aquel tiempo el tetrarca Herodes hizo encarcelar a Juan.
2. A causa de Herodías, mujer de su hermano Felipe, que él tenía consigo.
3. Porque Juan había dicho a Herodes: No te es lícito tenerla.
4. Y Herodes quería matar a Juan.
5. Mas no podía, porque temía al pueblo, que consideraba profeta a Juan.
6. Y así Herodes, queriendo matarlo, temía, y lo sabía varón justo y santo, y lo oía con agrado.
7. Mas celebrándose el natalicio de Herodes, estaban con él los príncipes y tribunos, y otros notables de Galilea.
8. Y entró la hija de Herodías, y danzó, y agradó a todos.
9. Y dijo Herodes a la muchacha: Pídeme lo que quieras y te lo daré.
10. Y aun le juró: Porque te daré lo que me pidas, hasta medio reino mío.
11. Y ella salió y dijo a su madre: ¿Qué pedirá?
12. Y ella dijo: La cabeza de Juan Bautista.
13. Y la muchacha entró y dijo: Quiero que me des en un plato la cabeza de Juan Bautista.
14. Y el rey se contristó por el juramento y por los que estaban en la mesa.
15. Mas hizo degollar a Juan en la cárcel, y trajeron la cabeza en un plato, y la dieron a la muchacha, y ella la llevó a su madre.
16. Y sabiéndolo sus discípulos, recogieron su cuerpo y lo pusieron en un sepulcro.
17. Y fueron a decírselo a Jesús.
18. Y Herodes oyó la fama de Jesús.
19. Porque unos decían que era Juan el Bautista, y por eso obraba milagros.
20. Y otros que era Elías, o alguno de los profetas antiguos, que había resucitado.
21. Y Herodes dijo: A Juan Bautista lo degollé yo. ¿Quién será éste que hace tales cosas? Y quería verlo.
22. Y Jesús, cuando lo oyó, embarcó en una lancha, y se fue a un sitio desierto.
23. Y muchas gentes fueron allí e iban a pie desde las ciudades.
24. Y Jesús tenía misericordia y curaba a los que estaban enfermos.

Jesús obra el milagro de la multiplicación de los panes y de los peces

LXXX 1. Y cuando llegó la tarde, los discípulos llegaron y le dijeron:
2. Despide a las gentes, para que vayan a comer a las aldeas cercanas, porque aquí estamos en un lugar desierto.
3. Y dijo Jesús: No necesitan irse; dadles de comer vosotros.
4. Y Felipe contestó: Ni aun doscientos denarios de pan bastarían para darles de comer.
5. Y Jesús dijo: ¿Cuántos panes tenéis?
6. Y Andrés, hermano de Simón Pedro, dijo: Cinco panes y dos peces tiene un niño que está aquí. ¿Cómo los vamos a repartir entre tantos?
7. Y dijo Jesús: Haced recontar la gente. Y se colocaron por partidas de ciento y de cincuenta.
8. Y Jesús miró al cielo, y tomó los panes y los peces y los bendijo.
9. Y los distribuían a los discípulos y los discípulos los distribuían a las gentes.
10. Y todos comieron hasta quedar hartos.
11. Y con los restos se llenaron doce canastos. Y los que comieron fueron en número de cinco mil, aparte de las mujeres y los niños.
12. Y mandó a sus discípulos que lo precedieran, yendo en el barco a Bethsaida, mientras él despedía a las gentes.
13. Y aquellos hombres, viendo la señal que Jesús había dado, decían: En verdad, éste es el profeta que había de venir al mundo.
14. Y entendiendo Jesús que iban a venir para arrebatarlo y hacerlo rey, huyó.
15. Y despidió a la gente y huyó a un monte, solitario, para orar.

Jesús anda sobre las aguas y libera a Pedro, que se sumergía

LXXXI 1. Y cuando llegó la tarde, él estaba solo en tierra y la barca en medio de la mar.
2. Y los vientos eran contrarios. Y viendo fatigados a sus discípulos, que bogaban, a cosa de la cuarta vigilia de la noche, fue hacia ellos andando sobre el mar, porque quería precederlos.
3. Y viéndolo que andaba sobre la mar, ellos fueron turbados y clamaban, diciendo: Fantasma es.
4. Mas él dijo: Tened confianza. No temáis, porque soy yo.
5. Mas Pedro le dijo; Señor, sí eres tú, haz que yo vaya a ti sobre las aguas.
6. Y él le dijo: Ven.
7. Y bajando Pedro del barco, andaba sobre las aguas para ir a Jesús.
8. Mas viendo la fuerza del viento, temió. Y empezó a hundirse.
9. Y dio voces, diciendo: Señor, sálvame.
10. Y Jesús extendió la mano, y le dijo: Hombre de poca fe, ¿por qué has dudado?
11. Y cuando llegaron a la embarcación, cesó el viento, y la nave se acercó a la tierra a que iban.
12. Y los que estaban en el barco vinieron y lo adoraron, diciendo: En verdad eres el Hijo de Dios.

Jesús llega a la tierra de Genezaret. Murmuraciones de los judíos

LXXXII 1. Y llegaron al país de Genezaret y entraron en puerto.
2. Y empezaron a recorrer las comarcas, y de todas partes le traían enfermos.
3. Y a todos los que tocaba quedaban curados.
4. Y al otro día, la gente que estaba a la otra orilla, como vio que no había allí más que una barca, y que Jesús no había entrado en ella, sino que sus discípulos se habían ido solos.
5. Y que otras embarcaciones habían llegado a Tiberíades, hasta el sitio en que habían comido los panes después de dar gracias al Señor, entraron en las barcas y fueron a Cafarnaum buscando a Jesús.
6. Y encontrándolo allí dijeron: Rabí, ¿cómo viniste?
7. Y Jesús les dijo: Os digo en verdad que no me buscáis por los signos que visteis, sino por el pan que comisteis y lo hartos que os quedasteis.
8. No trabajéis por la vida perecedera, sino por la que permanece y que el Hijo del hombre os dará, porque para eso lo señaló Dios.
9. Y dijéronle: ¿Cómo haremos las obras de Dios?
10. Y Jesús contestó: Creed en el que Dios ha enviado.
11. Y le dijeron: ¿Qué obras y signos haces tú para que creamos en ti?
12. Nuestros padres comieron el maná en el desierto, según está escrito.
13. Pan del cielo les dio a comer.
14. Y Jesús les replicó: De cierto os digo que Moisés no os dio a comer el pan del cielo.
15. Sino que es mi Padre el que el pan del cielo os da.
16. Porque el pan de Dios es aquel que descendió del cielo y da vida al mundo.
17. Y ellos dijeron: Señor, danos siempre ese pan.
18. Y Jesús dijo: Yo soy el pan de vida, y quien viene a mí no tendrá hambre, y quien cree en mí no tendrá sed jamás.
19. Mas yo os he dicho que, aunque me habéis visto, no creéis.
20. Cuanto el Padre da a mí viene. Y al que viene a mi no lo rechazo.
21. No he descendido del cielo para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado.
22. Y ésta es la voluntad de mi Padre, que me envió.
23. Que todo el que vea al Hijo y tenga fe en él goce vida eterna.
24. Y yo lo resucitará en el último día.
25. Y murmuraban entre sí los judíos, diciendo: ¿Cómo ha dicho que es el pan que desciende del cielo?
26. Y decían: ¿No es éste el hijo de José, cuyos padres nosotros conocemos?
27. ¿Cómo dice entonces que desciende del cielo?
28. Mas respondió Jesús: No murmuréis.
29. Ninguno puede venir a mí si el Padre que me envió no lo acercare.
30. Y yo lo resucitará en el último día.
31. Porque está escrito en los profetas: Y serán todos enseñados de Dios.
32. Con que todo el que al Padre oyó y aprendió viene a mi.
33. Nadie ha visto al Padre, sino el que viene de Dios.
34. Os digo en verdad que el que cree en mí tendrá vida eterna.
35. Porque yo soy el pan de vida.
36. Vuestros padres comieron el maná en el desierto y están muertos.
37. Mas este pan que desciende del cielo será para que no muera el que lo coma.
38. Yo soy el pan vivo que descendió del cielo y quien coma este pan vivirá eternamente.
39. Y este pan que yo doy es mi carne, que daré por la vida del mundo.
40. Y los judíos discutían entre sí, diciendo: ¿Cómo puede darnos éste su carne a comer?
41. Y Jesús dijo: Os digo en verdad que, si no comierais la carne del Hijo del hombre y no bebierais su sangre, no tendréis vida en vosotros.
42. Mas quien coma mi carne y beba mi sangre tendrá vida eterna y yo lo resucitará en el postrero día.
43. Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida.
44. El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él.
45. Porque como yo vivo por el Padre, el que me coma vivirá por mí.
46. este es el pan descendido del cielo.
47. Y no como el maná que vuestros padres comieron. Y están muertos.
48. Mas quien coma este pan vivirá eternamente.
49. Esto dijo Jesús en la sinagoga, enseñando en Cafarnaum.
50. Y muchos discípulos que lo oían dijeron: Duras son esas palabras, ¿quién puede oírlas?
51. Y sabiendo Jesús que sus discípulos murmuraban, dijo: ¿Por qué esto os escandaliza?
52. ¿Y si vieseis al Hijo del hombre ascender adonde estaba antes?
53. El espíritu es el que da vida; la carne no aprovecha nada.
54. Las palabras que, os he dicho son espíritu y vida. Mas hay entre vosotros quienes no creen.
55. Porque Jesús sabía desde el principio quiénes eran creyentes y quiénes serían traidores.
56. Y dijo: Os he dicho por eso que ninguno puede venir a mí si no le fuese concedido por el Padre.
57. Desde entonces, muchos de sus discípulos se retractaron y ya no iban con él.
58. Y Jesús dijo a los doce: ¿Queréis también iros vosotros?
59. Y dijo Simón Pedro: ¿A quién hemos de ir, Señor?
60. Porque tus palabras son de vida eterna.
61. Y nosotros sabemos y creemos que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo.
62. Mas Jesús le contestó: ¿No he elegido yo doce y aun hay un diablo entre ellos?
63. Y hablaba de Judas Simón Iscariote, el que lo había de entregar y que era uno de los doce.

Un fariseo se asombra de que Jesús no se lava antes de comer

LXXXIII 1. Y un fariseo le rogó que comiese con él y Jesús entró.
2. Y el fariseo meditó entre sí cómo Jesús no se lavaba antes de la comida.
3. Mas el Señor le dijo: Vosotros, los fariseos, el exterior del plato y del vaso limpiáis.
4. Mas vuestro interior está lleno de iniquidad.
5. ¡Oh, necios! ¿Quién hizo lo de fuera no hizo también lo de dentro?
6. Mas dad limosnas y todo os será limpio.

Los fariseos se escandalizan viendo comer a los apóstoles sin lavarse las manos

LXXXIV 1. Y estando en Jerusalén, varios escribas y fariseos vieron que los discípulos comían pan sin antes lavarse las manos.
2. Y dijeron a Jesús: ¿Cómo es que tus discípulos transgreden las tradiciones?
3. Porque no se lavan las manos cuando comen pan.
4. Mas Jesús, contestando, les dijo: ¿Y por qué vosotros transgredís el mandato de Dios con vuestra tradición?
5. Porque Jesús dijo: Honra padre o madre y muera quien los maldiga.
6. Mas vosotros decís: Quinquiera que dijese al padre o la madre: es ofrenda mía ante Dios aquello con que pudiera valerte, no viene obligar a honrar a sus padres, ni conocerlos.
7. Y así habéis violado el mandato de Dios con vuestra tradición.
8. Porque los fariseos y todos los judíos, si no se lavan mucho las manos antes, no comen.
9. Y cuando vienen de la calle, no comen si no se lavan.
10. Y lavan asimismo los vasos, y los jarros, y los lechos.
11. ¡Hipócritas! Bien profetizó de vosotros Isaías.
12. Cuando dijo: Este pueblo me honra con sus labios, mas su corazón está lejos de mí.
13. Y en vano me honran enseñando doctrinas y mandamientos humanos.
14. Porque con la tradición humana habéis invalidado los mandamientos divinos.
15. Y llamó a sí a las gentes, y dijo: Oíd y entended.
16. No lo que entra en la boca contamina al hombre.
17. Y sus discípulos llegaron y le dijeron: Los fariseos se han ofendido oyendo tus frases.
18. Mas él contestó: Toda planta que no plantó mi Padre celestial será desarraigada. Déjalos.
19. Porque son ciegos que guían a otros ciegos. Y todos caerán en el hoyo.
20. Y Pedro le pidió: Explícanos esta parábola.
21. Y Jesús contestó: ¿No entendéis vosotros tampoco?
22. Que cuanto entra en la boca va al vientre y es expulsado.
23. Mas lo que sale de la boca sale del corazón y esto sí contamina al hombre.
24. Porque del corazón salen los malos pensamientos y las muertes.
25. Y los adulterios y fornicaciones, y los robos, y las blasfemias, y los falsos testimonios.
26. Y esto es lo que contamina al hombre.
27. Mas comer pan sin lavarse las manos no contamina.

Jesús atiende a una mujer sirio fenicia

LXXXV 1. Y fue Jesús de allí a Tiro y Sidón.
2. Y una mujer cananea, que era gentil, y de raza sirofenicia, clamaba, diciendo:
3. Señor, hijo de David, ten piedad de mí.
4. Porque mi hija está poseída de un demonio.
5. Mas él no contestó. Y llegando sus discípulos, le dijeron: Despídela.
6. Porque viene clamando detrás de nosotros.
7. Y él contestó, y dijo: Yo no soy enviado sino para las ovejas descarriadas del predio de Israel.
8. Mas ella vino y le adoró, diciendo: Señor, óyeme.
9. Y él dijo: No está bien quitar el pan de los hijos para dárselo a los perros.
10. Mas ella contestó: Señor, los perros comen de las migas que caen de la mesa de sus amos.
11. Y Jesús contestó: Mujer, grande es tu fe. Hágase como lo pides.
12. Y su hija quedó curada en aquel instante.

Jesús cura a un sordomudo

LXXXVI 1. Y dejando los términos de Tiro, vino por Sidón al mar de Galilea, en mitad de las tierras de Decópolis.
2. Y le trajeron un sordomudo y le pidieron que le impusiese la mano.
3. Y lo separó de las gentes y le puso los dedos en los oídos, y escupió, y tocó su lengua.
4. Y mirando al cielo, dijo: Ephatha, que significa: Ábrete.
5. Y se abrieron sus oídos y se soltó su lengua y hablaba.
6. Y le dijo que no lo contasen, mas cuanto más lo decía, lo publicaban más.
7. Y decían admirados: Todo lo hace bien.
8. Porque hace oír a los sordos y hablar a los mudos.

Jesús y la samaritana

LXXXVII 1. Y Jesús vino a una ciudad de Samaria, que se llama Sichar.
2. Y Jesús se sentó junto a la fuente de Jacob, que está en la posesión que dio Jacob a su hijo José.
3. Porque estaba cansado del camino. Y era como la hora sexta.
4. Y una mujer de Samaria vino a sacar agua. Y Jesús dijo: Dame de beber.
5. Y dijo la samaritana: ¿Cómo siendo tú judío me pides de beber a mí, que soy samaritana?
6. Porque los judíos no se tratan con los samaritanos.
7. Y Jesús respondió, y le dijo: Si tuvieses el don de Dios y supieses quién es el que te dice dame de beber, tú pedirías de él el agua viva.
8. Y la mujer dijo: Señor, hondo es el pozo, y tú no tienes con qué sacar. ¿En dónde, pues, tienes el agua viva?
9. ¿Eres tú más que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo del que él bebió, y sus hijos, y sus ganados?
10. Respondió Jesús y dijo: Todo el que bebe esta agua volverá a tener sed.
11. Mas quien beba el agua que yo doy no tendrá sed nunca.
12. Porque el agua que yo le dé será un agua que brote eternamente.
13. Y le dijo la mujer: Señor, dame esa agua, para que no tenga sed, ni venga acá a sacarla.
14. Y dijo Jesús: Ve, busca a tu esposo y ven con él.
15. Y la mujer contestó: No tengo esposo.
16. Mas dijo Jesús: Bien dijiste. Porque cinco esposos has tenido y el que ahora tienes no es tu esposo.
17. Y dijo la mujer: Señor, me pareces profeta.
18. Nuestros padres adoraron en este monte y los judíos dicen que es en Jerusalén donde hay que orar.
19. Y dijo Jesús: Créeme, mujer, que llega la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre.
20. Vosotros adoráis lo que no sabéis y nosotros lo que sabemos, porque la salvación viene de los judíos.
21. Mas viene la hora de adorar al Padre en espíritu y en verdad.
22. Porque así quiere el Padre que lo adoren.
23. Dios es Espíritu, y los que lo adoran en espíritu y verdad es preciso que lo adoren.
24. Mas dijo la mujer: Sé que ha de venir el Mesías, que dicen el Cristo.
25. Y cuando venga nos aclarará todas las cosas.
26. Y le dijo Jesús: Yo lo soy, que te hablo.
27. Y en esto llegaron sus discípulos, y se asombraron de verlo hablando con una mujer.
28. Mas ninguno le dijo: ¿Qué hablas con ella?
29. Y la mujer dejó su cántaro, y fue a la ciudad, y dijo a los hombres:
30. Venid y veréis un hombre que me ha dicho cuanto he hecho.
31. ¿No será éste el Cristo?
32. Y salieron de la ciudad y vinieron a él.
33. Mientras tanto, los discípulos le decían: Maestro, come.
34. Y él les dijo: Yo tengo una comida que comer que vosotros ignoráis.
35. Y los discípulos se decían: ¿Le habrá traído alguien de comer?
36. Mas Jesús les dijo: Mi comida es que haga la voluntad del que me envió y ejecute su obra.
37. ¿No decís vosotros: cuatro meses faltan para la siega?
38. Pues yo os digo: Alzad los ojos y ved las regiones que ya están a punto para la siega.
39. Y el que siega cobra salario y recoge fruto para vida eterna.
40. Y para que gocen el que siembra y el que siega.
41. Porque en esto no miente el dicho: Que uno siembra y otro recoge.
42. Yo os envío a segar lo que no labrasteis.
43. Porque otros labraron y vosotros vais a entrar en sus labrantíos.
44. Y muchos de la ciudad creyeron en él, por la palabra de la mujer, que decía: Me ha dicho cuanto he hecho.
45. Y vinieron los samaritanos, y le pidieron que se quedase allí, y estuvo otros días.
46. Y muchos otros creyeron por su palabra.
47. Y decían a la mujer: Ya no creemos por lo que tú has dicho.
48. Sino porque lo hemos oído, y sabemos que es en verdad el Cristo, salvador del mundo.

Jesús cura en Jerusalén a un hombre que llevaba enfermo treinta y ocho años

LXXXVIII 1. Y llegadas las fiestas de los judíos, fue Jesús a Jerusalén.
2. Y allí hay una piscina que se llama Bethsaida y que tiene cinco pórticos.
3. Y en ellos había muchos enfermos, ciegos, cojos y paralíticos, que estaban esperando el movimiento del agua.
4. Porque un ángel del Señor descendía cada cierto tiempo y movía el agua.
5. Y el primero que entraba en el agua, después que se movía, quedaba curado de la enfermedad que padeciese.
6. Y había allí un hombre que llevaba treinta y ocho años enfermo.
7. Y Jesús lo vio tumbado y supo que hacía mucho que estaba enfermo.
8. Y le dijo: ¿Quieres curar?
9. Mas él le contestó: Señor, no tengo quien me meta en el estanque cuando el agua se revuelva.
10. Y antes que yo llegue, otro ha entrado.
11. Mas Jesús le dijo: Levántate, toma tu lecho, y anda.
12. Y el hombre se alzó, y tomó su lecho, y se fue curado. Y era aquel día sábado.
13. Y los judíos dijeron a aquel hombre: Es sábado, no te es lícito llevar esa carga.
14. Y dijo él: Quien me curó me dijo: Toma tu lecho, y anda.
15. Y ellos le preguntaron: ¿Quién te dijo: Toma tu lecho, y anda?
16. Mas él no sabía quién fuese, porque Jesús se había separado de allí.
17. Y luego lo encontró Jesús en el templo, y le dijo: Sanado eres.
18. Pero no peques más, no te ocurra algo peor.
19. Y el hombre fue y dijo a los judíos que era Jesús quien lo había curado.
20. Y los judíos perseguían a Jesús, porque hacía estas cosas en sábado.
21. Y Jesús les contestó: Yo obro cuando obra mi Padre.
22. Y los judíos lo persiguieron más entonces.
23. Porque quebrantaba el sábado y llamaba a Dios su Padre, igualándose a él.
24. Mas Jesús les contestó: En verdad, en verdad os digo que nada puede el Hijo hacer, si no es lo que viese hacer al Padre.
25. Y todo lo que él hace, lo hace el Hijo también.
26. Porque el Padre ama al Hijo, y le muestra cuanto hace, y más obras le mostrará, para que os maravilléis.
27. Y así como el Padre vivifica a quienes quiere, así el Hijo también a los que quiere da vida.
28. Porque el Padre a nadie juzga, sino que todo el juicio dio al Hijo.
29. Para que los hombres honren al Hijo como habían de honrar al Padre.
30. Y quien no honra al Hijo, no honra al Padre, que lo envió.
31. Y en verdad os digo que quien oye mi verbo y cree tiene vida eterna.
32. Y no será condenado, sino que pasará de la muerte a la vida.
33. Porque ésta es la hora en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios y los que oigan vivirán.
34. Y así como el Padre tiene vida en sí mismo, dio poder al Hijo de tener en sí mismo vida.
35. Y le dio potestad de juzgar, en cuanto es el Hijo del hombre.
36. Mas no os asombréis, porque viene la hora en que los que están en las tumbas oirán su voz.
37. Y los que obraren bien resucitarán en la vida y los que no resucitarán a la condenación.
38. Nada hago por mí: Como oigo, juzgo.
39. Y mi juicio es justo, porque no es según mi voluntad, sino según la voluntad de mi Padre.
40. Si yo testimoniase de mí, mi testimonio no sería verdadero.
41. Mas otro testimonia de mí y su testimonio verdadero es.
42. Porque enviasteis a Juan y atestiguó la verdad.
43. Mas yo no tomo testimonio del hombre.
44. Sino que os digo esto para que os salváis.
45. Porque él era antorcha ardiente que alumbraba.
46. Pero yo tengo testimonio mayor que el de Juan.
47. Porque las obras que el Padre me dio para que cumpliere atestiguan que el Padre me ha enviado.
48. Y quien me envió me testimonia.
49. Nunca oísteis su voz ni visto su parecer.
50. Ni tenéis su palabra en vosotros, porque no creéis a su enviado.
51. Investigad las Escrituras.
52. Porque en ellas creéis tener la vida eterna y ellas dan testimonio de mí.
53. Y si no queréis venir a mí, no tendréis vida.
54. Mas no recibo gloria de los hombres, porque os conozco y sé que no amáis a Dios.
55. Porque he venido en nombre de mi Padre y no me aceptáis.
56. Y si otro viene en su propio nombre, a ése recibiréis.
57. ¿Cómo podáis creer? Porque aceptáis la gloria humana y no buscáis la que viene de Dios.
58. No he de acusaros ante el Padre. Porque os acusará Moisés, en quien esperáis.
59. Pues si creyeseis en Moisés, creeríais en mí.
60. Porque yo soy de quien él escribió.
61. Y pues que no creéis en sus escritos, ¿cómo habéis de creer en mis palabras?

Nuevo milagro de los panes y los peces. Jesús aconseja a sus discípulos guardarse de la mala levadura de los fariseos

LXXXVIX 1. Y otra vez llegáronse a él muchas gentes.
2. Y Jesús reunió a sus discípulos, y dijo: Me da lástima esta gente que me sigue con perseverancia hace tres días.
3. Porque no tienen qué comer y no quiero despedirlos en ayunas, para que no desmayen en el camino.
4. Y dijeron los discípulos: ¿De dónde sacaremos, pues que estamos en el desierto, pan para hartar a tanta multitud?
5. Y Jesús preguntó: ¿Cuántos panes tenéis?
6. Y ellos contestaron: Siete, y unos pocos pececillos.
7. Mas Jesús mandó a las gentes recostarse en tierra.
8. Y tomó los panes y los peces, y dio gracias, y los repartió a sus discípulos, y ellos a la gente.
9. Y todos comieron y se hartaron, y aún sobraron siete espuertas llenas.
10. Y eran los que comieron cuatro mil hombres, sin contar las mujeres y los niños.
11. Y los despidió, y embarcó, y vino a tierra de Magdalá.
12. Y sus discípulos se habían olvidado de coger panes, y no tenían más que un pan en la barca.
13. Y él les dijo: Guardaos de la levadura de los fariseos y de la levadura de Herodes.
14. Mas ellos disputaban entre sí y decían: No tenemos pan.
15. Y Jesús los oyó y les dijo: ¿Por qué decís que no tenéis pan?
16. ¿Aún está tan endurecido vuestro corazón que no ven vuestros ojos ni oyen vuestros oídos?
17. ¿Acaso no recordáis? Cuando partí los cinco panes entre cinco mil, ¿cuántos canastos sobraron? Y ellos dijeron: Doce.
18. Y cuando fueron siete panes entre cuatro mil, ¿cuántas espuertas sobraron? Y ellos dijeron: Siete.
19. Y él les dijo: ¿Cómo no entendáis que no os hablaba de pan, sino de la levadura de los fariseos y de los saduceos?
20. Y entonces comprendieron que no les hablaba de la levadura de pan, sino de la doctrina de los saduceos y fariseos.