Papa
San Zacarías
EnciCato
(ZACHARIAS.)
Reinó del 741 al 752. Se desconoce el año de su nacimiento. Murió en marzo de
752. Zacarías provenía de una familia griega que vivía en Calabria. Su padre-
según el "Liber Pontificalis"- se llamaba Policronio. Muy probablemente Zacarías
era un diácono de la Iglesia Romana y con ese carácter firmó los decretos del
Concilio Romano del 732. Sepultado su predecesor, Gregorio III, el 29 de
noviembre de 741, enseguida fue electo por unanimidad, consagrado y elevado al
trono de Pedro el 5 de diciembre del mismo año. Su biógrafo en el "Liber
Pontificalis" lo describe como un hombre afable y de temperamento conciliatorio,
caritativo para con el clero y todos los demás. El nuevo Papa siempre se mostró
hábil y conciliatorio en sus acciones y fue por ello que siempre tuvo éxito en
lo que emprendió. Poco después de su elección mandó informar de ello a
Constantinopla. Es de notar que su synodica (carta) no iba dirigida al patriarca
iconoclasta Anastasio, sino a la Iglesia de Constantinopla. Los enviados del
Papa también llevaban una carta para el emperador. Constantino V Copronimo había
sucedido a León III a la muerte de éste (18 junio, 741). Sin embargo, el cuñado
de Constantino, Artabasdo, en 742 se levantó en contra del nuevo emperador y se
estableció en Constantinopla, de modo que cuando el enviado papal llegó a esa
ciudad, ya encontró a Artabasdo como gobernante. Hasta el año 743 las cartas
papales se fechaban de acuerdo al año del reinado de Constantino V, pero a
partir del 744 comenzaron a apegarse al reinado de Artabasdo. No obstante, los
enviados papales nunca establecieron relaciones cercanas con el usurpador en
Constantinopla, a pesar de que este último restableció el culto a las imágenes.
Luego que Constantino V recuperó el trono los enviados del Papa le entregaron
las cartas en las que Zacarías lo exhortaba a restablecer la doctrina y la
práctica de la Iglesia con relación al culto a las imágenes. El emperador
recibió amigablemente a los nuncios y entregó a la Iglesia de Roma las
poblaciones de Nimfa y Norbia, en Italia, cuyos territorios se extendían hasta
el mar.
Al ascender Zacarías al papado, la situación de la ciudad y el ducado de Roma
era muy delicada. Luitprando, rey de los lombardos, estaba preparando una nueva
incursión al territorio romano. El Duque Trasamundo de Espoleto, con quien el
Papa Gregorio III se había aliado en contra de Luitprando, no respetó su palabra
de ayudar a los romanos a reconquistar las ciudades que habían sido tomadas por
los lombardos. Como consecuencia, Zacarías abandonó la alianza con Trasamundo y
trató de proteger los intereses de Roma y de su territorio usando su influencia
personal con Luitprando. Para ello viajó a Terni para entrevistarse con el rey
lombardo, quien lo recibió con todos los honores posibles. Zacarías obtuvo que
Luitprando devolviera las ciudades de Ameria, Horta, Polimartium y Blera, y todo
el patrimonio de la Iglesia Romana que los lombardos se habían llevado como
botín durante los treinta años anteriores. También logró una tregua de veinte
años entre el Ducado de Roma y los lombardos. Se edificó, además, a nombre de
Luitprando, una capilla dedicada al Salvador en la iglesia de San Pedro, en la
que se depositaron los documentos que amparaban dichos compromisos. De regreso
en Roma, el Papa, al frente del pueblo realizó una solemne procesión a la
Iglesia de San Pedro para agradecer a Dios por los resultados exitosos de su
empresa. A lo largo de todo ese asunto, el papa siempre aparece como el
gobernante secular de Roma y del territorio romano. Al año siguiente, Luitprando
se preparó para atacar el territorio de Rávena. El Exarca bizantino y el
arzobispo de Rávena pidieron al Papa Zacarías que interviniera. Éste primero
envió mensajeros ante el rey lombardo, pero como no tuvieron éxito, decidió
viajar personalmente a Rávena, y luego a Pavía, para hablar con Luitprando. El
Papa llegó a Pavía en la víspera de la fiesta de los santos Pedro y Pablo. En
esa ciudad celebró la vigilia y la fiesta de los Apóstoles y logró convencer al
emperador de que abandonase sus planes de ataque y devolviera el territorio que
le pertenecía a la ciudad. Poco después murió Luitprando, y Ratchis se convirtió
en el nuevo rey lombardo al derrocar al sucesor de aquél, Hildebrando. Zacarías
tenía buenas relaciones con Ratchis, rey de los longobardos quien en 749
ratificó el tratado de paz con el Ducado de Roma. Ese mismo año abdicó Ratchis
para, junto con su esposa e hija, hacer votos ante el Papa y tomar la vida
monacal.
El año 743 el Papa Zacarías realizó en Roma un sínodo al que asistieron 60
obispos. En él se publicaron catorce cánones referentes a diversos temas de
disciplina eclesiástica. El Papa abordó el asunto del impedimento matrimonial
cuando se da un parentesco en cuarto grado, respecto al cual los germanos decían
tener una dispensa otorgada por el Papa Gregorio II. Ya el año anterior el Papa
había escritos cartas al respecto a los obispos y reyes de esa provincia.
Zacarías y San Bonifacio mantuvieron una nutrida correspondencia. Este último
había celosamente organizado la Iglesia en los territorios germanos, siempre
manteniéndose en conexión con la Santa Sede. Al inicio del 742, poco después de
su elección, Zacarías había recibido una carta de Bonifacio en la que el santo
expresaba su obediencia al ocupante de la Silla de Pedro y solicitaba la
confirmación de tres obispados de reciente creación: Würzburgo, Buraburgo y
Erfurt. También solicitaba Bonifacio autorización para llevar a cabo un sínodo
en Francia encaminado a suprimir algunos abusos en la vida del clero. El Papa
confirmó las tres diócesis y comisionó a Bonifacio para asistir como legado
papal al sínodo franco, también deseado por Karlmann. En una carta posterior
Zacarías confirmó a los metropolitanos de Rouen, Reims y Sens, que habían sido
ya designados por Bonifacio. También condenó las herejías de Adalberto y
Clemente. Zacarías y Bonifacio también discutieron por carta algunos asuntos en
los que discrepaban. El sínodo franco, convocado por Pipino y Carlomán, se
realizó en 745. En él se aprobaron algunos decretos en contra de religiosos
indignos, y se reiteró la condena de los herejes Clemente y Adelberto. Bonifacio
envió un sacerdote franco a Roma para informar al Papa, quien, a su vez, celebró
otro sínodo en el palacio lateranense el 25 de octubre de 745. En este, luego de
una investigación exhaustiva, se pronunció un anatema en contra de los dos
herejes. Zacarías envió a Bonifacio las actas del sínodo, acompañándolas de una
carta personal. Pipino y los obispos francos enviaron al Papa Zacarías una lista
de preguntas concernientes a la disciplina del clero y de los fieles cristianos.
La respuesta, en la que se tocan las decisiones correspondientes a los diversos
puntos, fue enviada en 746 y comunicada a Bonifacio, para que éste las hiciera
saber a todos en un sínodo franco. El año siguiente, 747, Carlomán renunció al
trono y al mundo, y viajó a Roma, donde fue admitido por Zacarías en una orden
monástica. Al principio vivió en el monasterio de Soracte, luego en Montecasino.
Gracias a los esfuerzos de San Bonifacio, todos los obispos francos aceptaron
obedecer a la Sede de San Pedro. Zacarías también mandó cartas a los Obispos de
la Galia y Germania, y otras más a Bonifacio, como delegado papal en esa región.
Bonifacio siempre estuvo en contacto con Roma por carta o a través de
embajadores, y sometía al Papa todas las decisiones importantes. Una señal
importante del reconocimiento que los francos sentían por la gran autoridad
moral del papado es la llamada que se hiciera a la autoridad del Papa en ocasión
del derrocamiento de la dinastía merovingia. Los embajadores de Pipino, el
obispo Burkard de Würzburg, y el capellán Folrad, de San Denis, remitieron la
pregunta a Zacarías de si era correcto que alguien que no tenía genuino poder
real podía ser rey. El Papa declaró que ese asunto no le gustaba del todo y
basado en la autoridad del Papa Pipino consideró que estaba justificado el que
él se hubiera declarado rey de los francos (Cf. SAN BONIFACIO y PIPINO EL
BREVE). La actividad eclesial del Papa se extendió también a Inglaterra. Gracias
a su esfuerzo se realizó el sínodo de Cloveshove el año 747, para reformar la
disciplina de la Iglesia, siguiendo el consejo del Papa y a imitación de la
Iglesia romana.
Zacarías trabajó celosamente en la restauración de los templos de Roma, a los
que hizo cuantiosos donativos. También restauró el Palacio Lateranense y
estableció grandes terrenos como posesión (domus cultoe) de la Iglesia romana.
Trasladó la cabeza del mártir San Jorge, que había sido encontrada al reparar el
Palacio de Letrán, al templo de San Jorge en Velabro. Era muy caritativo con los
pobres, para los que periódicamente destinaba limosnas que eran distribuidas
desde el recinto papal. Enterado de que algunos mercaderes venecianos compraban
esclavos en Roma para venderlos a los sarracenos en África, el Papa los compró
todos, para que ningún cristiano fuera posesión de los paganos. En una época
conflictiva el Papa Zacarías demostró ser un sucesor de Pedro capaz, excelente,
enérgico y caritativo. También realizó estudios teológicos y tradujo al griego
los Diálogos de Gregorio Magno, dado que dicha lengua era común entonces en el
Oriente. A su muerte, Zacarías fue sepultado en San Pedro.
Liber Pontificalis, ed. DUCHESNE, I, 426-39; JAFFE, Regesta Pontificum Romanorum
(2a. ed.), I, 262-70; LANGEN, Geschichte der romischen Kirche, II (Bonn, 1885),
628-49; HEFELE, Konziliengeschichte, III, passim; NURNBERGER, Die romische
Synode vom Jahre 743 (Mainz, 1898). Cf. también la bibliografía referente a SAN
BONIFACIO y PIPINO EL BREVE.
J.P. KIRSCH
Transcrito porThomas M. Barrett
Dedicado al Papa San Zacarías
Traducido por Javier Algara Cossío