Sociología
EnciCato
Las aspiraciones de la sociología (socius, socio, compañero; logos, ciencia) a
un lugar en la jerarquía de las ciencias están sujetos a una variada
controversia. Se ha alegado que no hay un problema definido para una ciencia de
la sociología, ninguna característica de la sociedad humana que no esté ya
cubierta en las ciencias sociales ya establecidas. Adicionalmente, se ha
argumentado que mientras que el futuro puede ofrecer oportunidades para una
ciencia como la sociología, su condición actual deja mucho que desear. Más
todavía, entre los mismos sociólogos abundan las discusiones y desacuerdos sobre
los objetivos, problemas y métodos de la ciencia. Más alla de esta confusión en
los círculos científicos, también se originan malos entendidos por el hábito
popular de confundir sociología con filantropía, ética, caridad y ayuda, reforma
social, estadística, problemas municipales, socialismo, saneamiento ambiental,
criminología y política. Difícilmente puede esperarse que no ocurran diferencias
de opinión cuando los miembros de la academia se empeñen en describir en
términos simples los complejos procesos sociales; en acomodar una vasta variedad
de datos históricos y contemporáneos en clases lógicas rígidamente delimitadas,
y en demarcar para fines de investigación secciones de la realidad que de hecho
se traslapan en cientos de puntos. A pesar de todo, los esfuerzos que se hacen
para crear una ciencia sociológica han conducido a resultados notables. A estas
tarea han sido atraidas mentes de altísimo nivel y se ha producido literatura de
alto grado de excelencia; las ciencias afines se han visto profundamente
afectadas por el nuevo punto de vista que la Sociología ha fomentado; y la
enseñanza de la ciencia ha logrado un reconocimiento indisputado en las
universidades del mundo.
La ciencia económica tiene por objeto investigar las formas, relaciones y
procesos que ocurren entre los hombres en sus esfuerzos conjuntos para proveer
de manera inmediata o de manera mediata a sus necesidades físicas; esta ciencia
se ocupa de los fenómenos resultantes de la producción, distribución y consumo
de la riqueza. La ciencia de la política se ocupa de las relaciones sociales
estables que resultan de los esfuerzos de unidades sociales soberanas para
mantener su integridad en el transcurso de sus relaciones internas y externas, y
para promover el progreso humano; el Estado es la institución alrededor de la
cual se centran estas actividades. Por consiguiente, los ropajes que adopta la
soberanía, los procesos de cambio que ocurren entre estos, y las cambiantes
funciones del gobierno constituyen problemas centrales en este campo de
investigación. La ciencia de las religiones busca describir las relaciones
sociales estables que ocurren colectivamente cuando los hombres en forma
colectiva se esfuerzan en entender las leyes que rigen sus relaciones con un Ser
Supremo y en ajustar su adoración y conducta a Su suprema voluntad. La ciencia
del derecho se ocupa de los principios, relaciones e instituciones por medio de
los cuales el estado soberano define, dirige y sanciona las más importantes
relaciones entre el individuo y la colectividad. La ciencia de la ética tiene
por objeto la exposición de los principios y sanciones por medio de los cuales
toda conducta humana, tanto individual como social, se ajusta al fin supremo del
hombre o, en el sentido cristiano del término, a la voluntad de Dios. La ciencia
de la historia, que asume la ley de la continuidad en la sociedad humana, se
empeña en examinar todo el panorama de la historia humana para descubrir y
describir de una manera amplia los procesos de cambio que han ocurrido en las
relaciones sociales, cualquier clase que ellas sean. Cada una de estas ciencias
sociales es analítica o descriptiva, pero en su completo desarrollo debería
tener un lado normativo o directivo. Para decirlo en lenguaje técnico, debería
ser teleológica. La función completa de cada una de ellas debería incluir el
establecimiento de un propósito para la conducta humana y debería ofrecer
dirección hacia él, lo cual modificado por la posición de cada uno en relación
con las demás personas.
Algunos sociólogos se empeñan en establecer su ciencia como algo lógicamente
antecedente de todas las mencionadas anteriormente. De acuerdo con este punto de
vista, la sociología debería ocuparse de las fases generales de los procesos de
la asociación humana y debería suministrar una introducción a las ciencias
sociales especiales. Otros se esfuerzan en colocarla como la síntesis filosófica
de los resultados obtenidos por las ciencias sociales especiales; bajo este
punto de vista tendría alguna semejanza con la filosofía de la historia. Gidding
incluye ambas funciones en su descripción de la ciencia. En sus "Principles of
sociology" dice: "En tanto que, en el sentido más amplio de la palabra, la
Sociología abarca toda la ciencia de la sociedad y es coextensiva con la
totalidad del campo de las ciencias sociales, en un sentido más restringido y
para los propósitos de un estudio universitario y de exposición general, se
puede definir como la ciencia de los elementos y primeros principios sociales
.... Sus principios de largo alcance son los postulados de las ciencias
especiales y, como tales, coordinan el cuerpo total de generalizaciones sociales
y los articulan en un gran conjunto científico"(p.33).
Hay una tendencia general hacia el establecimiento de un interés único dominante
en los grupos sociales. Períodos de equilibrio inestable usualmente son seguidos
por épocas constructivas en las cuales algún interés social tiende a dominar.
Este es el caso lo mismo cuando los grupos sociales son primitivos y aislados
que cuando son altamente organizados y progresistas. Como base de la unidad
social puede servir ya sea la preocupación por la alimentación, el mantenimiento
del grupo frente a una invasión, la sed de conquista encarnada en un líder o el
establecimiento del Reino de Dios en la Tierra. En cualquier caso, la tendencia
de los grupos sociales hacia la unidad es prácticamente universal. En estados
más primitivos de la civilización el proceso es relativamente simple, pero hoy
en día, cuando las diferencias de clima, raza, ambiente, tipo y lugar son
superadas por el progreso en el transporte, en los viajes, las comunicaciones y
la industria, el proceso es extremadamente complejo. Las instituciones
políticas, las lenguas y las tradiciones raciales ya no limitan el horizonte del
pensador. Hoy todos los estados están sumergidos en la visión más global de la
humanidad. Todas las culturas, civilizaciones, siglos, todas las guerras y
armamentos, todas las naciones y costumbres se presentan delante del estudioso
de la sociedad. Orígenes hasta ahora ocultos aparecen expuestos a su mirada
confundida. Interpretaciones venerables por su antigüedad y poderosas por el
mismo hecho de que hasta ahora habían recibido aceptación sin ningún
cuestionamiento son barridas y remplazadas por explicaciones más
recientes.Docenas de ciencias sociales fluyen con impaciencia torrencial,
arrojando sus resultados a los piés del estudioso. Miles de mentes están
atareadas día y noche en la recolección de datos, en ofrecer interpretaciones y
buscar interrelaciones. Las ciencias sociales se han visto tan sobrecargadas de
datos y tan confundidas por las variadas interpretaciones, que tienden a
escindirse en ciencias subsidiarias separadas con la esperanza de que la mente
pueda así escapar a sus propias limitaciones y encontras ayuda para su poder de
generalización. Los factores y procesos económicos son estudiados más
industriosamente que nunca, pero se ha encontrado que ellos tienen implicaciones
vitales que no son económicas. Los hechos políticos, religiosos, educativos y
sociales han sido encontrados saturados de significados hasta ahora
insospechados, los cuales la misma ciencia es incapaz de manejar en cada caso
particular.
En esta situación, se presentan tres líneas generales de trabajo:
Hay necesidad de un estudio cuidadoso de los hechos sociales comunes y
corrientes desde un punto de vista más amplio que el que alienta cada ciencia
social particular.
Los resultados obtenidos al interior de las diferentes ciencias sociales y entre
ellas deberían reunirse en interpretaciones generales.
Es necesaria una filosofía social que retome los resultados establecidos de
estas ciencias y los estructure, por medio del poder cohesivo de la metafísica y
de la filosofía, en un intento de interpretación del curso global de la sociedad
humana misma.
El Profesor Small describe la situación de esta manera: "Necesitamos una
explicación genética, estática y teleológica de la vida humana en sociedad; una
explicación en la que uno se pueda apoyar como base para una filosofía de
conducta. Para lograr derivar dicha explicación sería necesario llevar a cabo un
programa de análisis y síntesis del proceso social en todas sus fases".
En conjunto, el tratamiento sociológico de los hechos sociales es mucho más
amplio que el que se encuentra en las otras ciencias sociales y, por
consiguiente, sus interpretaciones son más comprensivas. Se hace un esfuerzo en
seguir el punto de vista social para estudiar los hechos sociales en el contexto
total de sus relaciones orgánicas. De este modo, por ejemplo, si el sociólogo
estudia el asunto del sufragio femenino, éste aparece como una fase en un
movimiento mundial. El sociólogo se remonta a través de la historia disponible
de todos los tiempos y civilizaciones en el intento de rastrear el cambiante
lugar de la mujer en la industria, en el hogar, en la educación y ante la ley.
Mirando hacia el horizonte y hacia atrás hasta donde las paralelas se unen en la
perspectiva de la historia, el sociólogo se esfuerza en descubrir todas las
relaciones del movimiento sufragista que nos confronta en la actualidad y trata
de interpretar su relación con el progreso del género humano. En este empeño,
descubrirá que las tasas de nupcialidad y de natalidad, el movimiento por el
acceso de la mujer a la educación superior, las demandas de igualdad social y
política, no son hechos sin relación entre sí, sino que están orgánicamente
conectados en los procesos que tienen su centro en la posición de la mujer en la
sociedad humana. El estudiante de economía, de política, de ética o de derecho,
estará directamente interesado en fases particulares del proceso. El sociólogo,
en cambio, intentará llegar a una visión omnicomprensiva que le permita
interpretar la totalidad del movimiento en sus relaciones orgánicas con procesos
históricos y actuales. De la misma manera, no importa que el problema se refiera
a la democracia, o a la libertad, a la igualdad, a la guerra, armamentos o
arbitraje, a los impuestos de aduana o invenciones, a la organización de los
trabajadores, a la revolución, a los partidos políticos, a la concentración de
la riqueza o a losconflictos entre las clases sociales, el sociólogo se empeñará
en descubrir sus implicaciones más amplias y su lugar en los procesos sociales
de los cuales hace parte.
El método empleado en la sociología es primordialmente inductivo. En algunas
épocas han predominado los métodos etnológicos y biológicos, pero su dominio ha
disminuido en los años recientes. La sociología sufre en gran medida por su
incapacidad, hasta el momento, de establecer una base satisfactoria para la
clasificación de los fenómenos sociales. Aunque se ha prestado mucha atención a
este problema, los resultados alcanzados todavía dejan mucho que desear. El
punto de vista general que se tiene en la sociología, en contraste con los
puntos de vista particulares de las ciencias sociales especiales, hace que este
problema de clasificación sea particularmente difícil y que la ciencia sufra por
la masa misma de material indiscriminado que las actividades investigativas y
académicas han sacado a la luz. En consecuencia, el proceso de observación e
interpretación ha sido algo incierto y los resultados han estado sujetos a
discusiones vehementes. El problema fundamental para la sociología consiste en
descubrir e interpretar las coexistencias y las secuencias entre los fenómenos
sociales. En su estudio de los orígenes y el desarrollo histórico de las formas
sociales, la sociología necesariamente hace uso de métodos etnológicos. Acude en
forma amplia a métodos comparativos en su intento de correlacionar fenómenos
relacionados con el mismo proceso social, bajo la forma en que se presentan en
diferentes tiempos y lugares. El método estadístico es de la mayor importancia
en la determinación cuantitativa de los fenómenos sociales, mientras que la
tendencia prevaleciente a mirar la sociedad desde un punto de vista psicológico
ha conducido al método general de análisis psicológico. Los esfuerzos por
desarrollar una sociología sistemática de una manera deductiva no han conducido
a resultados indisputados aunque en amplios sectores prevalece la hipótesis
evolutiva. La gama de métodos que hallan representación entre los sociólogos
podría ilustrarse bastante bien entre los escritores norteamericanos mediante
una comparación de los trabajos de Morgan, Ward, Giddings, Baldwin, Cooley, Ross,
Sumner, Mayo-Smith y Small.
En la medida en que la sociología moderna se ha desarrollado por el lado
filosófico, ha sido naturalmente incapaz de permanecer libre de metafísica. En
este aspecto muestra una marcada tendencia al agnosticismo, al materialismo y al
determinismo. "Sería un hombre muy temerario", decía el Profesor Giddings en un
discurso ante la American Economic Association en 1903, "quien hoy en dia,
después de haber recibido una cabal formación académica sobre lo mejor del
acervo de conocimientos históricos, se atreviera a proponer una filosofía de la
historia en términos de ideas divinas o a rastrear el plan de un Ser
Todopoderoso en la secuencia de los eventos humanos. Por otra parte, las
interpretaciones caracterizadas como materialistas ... están día a día ganando
serio respeto". Aun en el caso en el que la ciencia ha sido confinada al papel
más humilde de observación e interpretación de hechos y procesos sociales
particulares, sus adeptos han sido incapaces de abstenerse de hacer supuestos
ofensivos a la perspectiva cristiana de la vida. Teóricamente, los hechos
sociales pueden ser observados como tales, sin necesidad de incorporar
consideraciones filosóficas. Pero la observación social que ignora la
interpretación moral y social de los hechos y procesos sociales es
necesariamente incompleta. Uno tiene que tener algún criterio de interpretación
cuando interpreta, y uno tiene siempre tendencia a la interpretación. De esta
manera resulta que aún la sociología descriptiva tiende a hacerse directiva o a
ofrecer interpretaciones, y al hacerlo, con frecuencia adopta un tono con el
cual el cristiano no puede estar de acuerdo. Si, por ejemplo, el sociólogo
propone una familia estandarizada con un número limitado de hijos en nombre del
progreso humano, por implicación está asumiendo una actitud hacia la ley natural
y la ley divina que es completamente repugnante a la teología católica. De la
misma manera, cuando interpreta el divorcio solamente en su relación con un
supuesto progreso social y encuentra poca o ninguna falta en él, está dejando de
lado momentáneamente la ley del matrimonio dada por Cristo. También cuando
estudia la relación del Estado con la familia y con el individuo, o las
relaciones entre la Iglesia y el Estado, el sociólogo entra en contacto directo
con los principios fundamentales de la filosofía social católica. Cuando estudia
los fenómenos religiosos de la historia, no puede el sociólogo evadir la toma de
una actitud hacia los títulos privativos del cristianismo en su interpretación
de los hechos de su historia. De esta manera sucede que la sociología, no
solamente en su lado filosófico sino también en el lado de la observación,
interpretación y dirección social, tiende a adoptar un tono que con frecuencia
es ajeno la filosofía católica y con la misma frecuencia le es antagónico. El
profesor Ward le prohibiría a la sociología pura el tener cualquier cosa que ver
con la dirección de la conducta humana. Él dice, por ejemplo, en su "Pure
Sociology": "Todas las consideraciones éticas, en cualquier sentido por amplio
que se tome para esta expresión, tienen que ser ignoradas por el tiempo
presente, y la atención concentrarse en el esfuerzo de determinar lo que en
realidad es. La Sociología Pura no tiene nada que ver con lo que la Sociología
debería ser ni con ninguna clase de ideales sociales. Ella se confina
estrictamente al presente y al pasado, dejando que el futuro se ocupe de sí
mismo". Pero asigna a lo que él llama Sociología Aplicada la función de dirigir
la sociedad hacia sus ideales inmediatos. Dice: "El asunto del que se ocupa la
Sociología Pura es el estudio de lo que se ha logrado, el de la Sociología
Aplicada es el mejoramiento. La primera se relaciona con el pasado y el
presente, la última con el futuro". La sociología difícilmente puede evitar la
interpretación y la dirección de la conducta humana y, por consiguiente,
difícilmente puede esperarse que evite tomar posiciones definidas en relación
con la perspectiva cristiana de la vida.
La sociología moderna tiene la esperanza de llegar a la metafísica por medio de
la observación e interpretación sistemáticas de los hechos y procesos sociales
presentes y pasados. Desde la perspectiva cristiana de la vida, sin embargo, las
ciencias sociales son guiadas por una metafísica y una filosofía sancionadas.
Esta filosofía se deriva, no de inducción sino de la Revelación. Esta visión de
la vida accepta desde un principio como de origen divino los preceptos morales y
sociales enseñados o reafirmados por Cristo. Por lo tanto, mira a lo real en
gran medida desde el punto de vista de lo ideal, y juzga lo primero a la luz de
lo segundo. Por supuesto que no olvida en ningún momento que la observación
sistemática de la vida y que el conocimiento de sus procesos son esenciales para
entender y aplicar los preceptos divinos y para el establecimiento de los
ideales espirituales sancionados que profesa. Pero la filosofía social cristiana
no derivó, por ejemplo, su doctrina de la hermandad entre los hombres por medio
de la inducción, sino que la recibió directamente de los labios de Cristo. Y las
consecuencias de ese principio cristiano en la historia humana son
incalculables. La visión cristiana de la vida no confunde lo absoluto con lo
convencional en la moralidad, aunque en la literatura de la cristiandad se hace
a veces mucho énfasis en lo relativo. Una sociología cristiana, por
consiguiente, sería una que llevaría siempre consigo la filosofía de Cristo. No
podría ella mirar con indiferencia los variados y complicados procesos sociales
en medio de los cuales vivimos y nos movemos. En toda su actividad de estudio e
interpretación de lo que sucede en la vida --que es en gran medida la función de
la sociología-- nunca renuncia a su preocupación por lo que debería ser, sin
importar qué tan clara o qué tan difusamente sea percibido ese "debería". En
tanto que la sociología moderna anda en la búsqueda de leyes descriptivas para
explicar los deseos humanos y se empeña en clasificar los intereses humanos y
dar cuenta de las funciones sociales, en ésto busca meramente cambios,
uniformidades e interpretaciones, sin que le preocupe ninguna clase de
vinculación de éstas con la ley divina. La actuación de la sociología cristiana,
por el contrario, está motivada en primer lugar por la preocupación sobre la
relación de los cambios sociales con la Ley y la Revelación de Dios. Ella
clasifica los procesos, instituciones y relaciones como correctas o incorrectas,
buenas o malas, y ofrece a los hombres leyes directivas para la voluntad humana
y criterios distintivos de valuación social bajo los cuales debería gobernarse
la conducta social. La Economía, en la forma como se desarrolló bajo la
influencia cristiana se relacionaba en gran medida con la búsqueda de la
justicia en las relaciones entre los hombres con referencia a la propiedad, y no
tanto con la evolución de la propiedad en sí misma. Todos los intentos que se
hacían para correlacionar e interpretar los fenómenos económicos eran inspirados
primordialmente por la búsqueda de la justicia y por la esperanzas de mantener
las relaciones industriales dentro del marco de la justicia tal como se entendía
ésta. La ciencia política tal como se desarrolló bajo la influencia cristiana,
nunca perdió de vista la sanción divina de la autoridad civil. El estudio de las
formas y cambios de gobierno, a pesar de lo poco que en ese entonces eran
comprendidos los procesos subyacentes, nunca se apartó gran cosa del pensamiento
del estado como un fenómeno natural y cristiano y del ejercicio de su autoridad
como un poder delegado de lo alto. De este modo, sin importar de cuál de las
ciencias sociales se tratara, rudimentaria debido a la visión estática de la
sociedad que predominaba, cada una se desarrolló a partir del estudio y la
aplicación de los principios morales y sociales derivados de la Revelación de
Dios y presentados al creyente por medio de la Iglesia. El gran énfasis puesto
en nuestros días de maravillosas investigaciones y de visiones globales de los
procesos sociales hace que parezcan crudos esos intentos primitivos de construir
una ciencia social; sin embargo, esos intentos se desarrollaron orgánicamente a
partir de su contexto histórico y retienen para todos los tiempos títulos de
legitimidad no despreciables. Hay una vasta cantidad de material sociológico
disperso aquí y allá en los tratados teológicos y morales de la literatura
cristiana que todavía conserva su valor en nuestro tiempo. Los esfuerzos de la
sociología actual para clasificar los deseos y los intereses fundamentales
humanos parecen haber sido anticipados de una manera modesta en el trabajo de
los escolásticos medievales. Los tratados teológicos sobre los actos humanos y
su moralidad revelan una muy práctica comprensión de la influencia del ambiente
objetivo y del subjetivo sobre el carácter. Los tratados sobre el pecado, sobre
las virtudes, sobre el buen ejemplo y el malo tocan constantemente sobre los
hechos y procesos sociales tal como se entendían entonces. La corriente
principal de todo este trabajo no era, sin embargo, mostrar los procesos
sociales como tales, ni buscar leyes todavía desconocidas, sino habilitar al
individuo para descubrirse a sí mismo en los procesos sociales y para mantener
su conducta de acuerdo con sus ideales.
Hay alguna confusión al hablar de la sociología de este modo por cuanto
aparentemente se hace más referencia a la dirección moral que a la
investigación. Las relaciones entre todas las ciencias sociales son muy
estrechas. Los resultados establecidos en los campos de las ciencias sociales
tendrán siempre la mayor importancia para la ética cristiana. ella tiene que
retomar los resultados indisputados de la investigación social y a veces ampliar
sus propias definiciones. También tiene que reformular derechos y obligaciones
en términos de nuevas relaciones sociales y ajustar su propio sistema a muchos
de los resultados que puede aceptar de manos de los espléndidos esfuerzos
intelectuales dedicados a los estudios sociales. Bouquillon (q.v.), quien fue un
distinguido teólogo, se lamentaba de no haber prestado suficiente atención a los
resultados de la investigación social moderna. Se puede encontrar una
ilustración en el problema de la propiedad privada, que es un centro de tormenta
en las vida moderna y es el objeto del más agudo estudio desde el punto de vista
de las ciencias sociales. Como Suum cuique (a cada uno lo suyo) puede designarse
a la ley de justicia que está detrás de todos los cambios sociales y ha sido
sancionada para todos los tiempos. Pero los procesos sociales que cambian de
tiempo en tiempo el contenido del suum no pueden ser ignorados. Todos los días
pueden observarse cambios en las formas de propiedad y las variadas
consecuencias de no lograr obtenerla y de tenerla en exceso. Es innegable que la
ética tiene entre sus funciones la de enseñar las sanciones de la propiedad
privada y defenderlas, pero tiene que estar dispuesta a aprender el significado
sociológico de la propiedad, la significación de los cambios en sus formas y las
leyes que gobiernan dichos cambios. Esto es en gran medida el trabajo de otras
ciencias sociales. La ética tiene que proclamar los derechos naturales
inviolables del individuo a la propiedad privada bajo ciertas formas. Tiene que
proclamar las perniciosas consecuencias morales que pueden fluir de ciertas
condiciones de propiedad, pero fracasaría en su elevada misión a menos que en su
trabajo ético indispensable tome en cuenta los resultados establecidos de la
investigación social. Los complejos problemas de la propiedad exigen el trabajo
conjunto de la economía, la ética, la sociología, la política, y cada una de
estas ciencias tiene mucho que aprender de las otras. Y de la misma manera, así
el problema tenga relación con la familia cristiana, con las relaciones entre
las clases sociales, el altruismo, la modificación de las formas de gobierno o
el cambiante estatus de la mujer, la representante de la visión cristiana de la
vida no puede ni por un momento ignorar los resultados de estas ciencias
sociales particulares.
En los días modernos se han establecido relaciones más estrechas entre la ética
cristiana y la sociología. Las condiciones sociales modernas con sus rápidos
cambios, acompañadas por el desasosiego ético y filosófico, han planteado un
desafío que la Iglesia cristiana tiene que enfrentar sin vacilación. La Iglesia
Católica no ha dejado de hacer oír su voz de una manera definida en estas
circunstancias. La Escuela de la Reforma Social Católica, que ha alcanzado un
desarrollo tan espléndido en el continente europeo, representa la simpatía más
estrecha entre la vieja ética cristiana y las investigaciones sociológicas
posteriores. Los problemas de pobreza vistos en sus relaciones orgánicas con la
organización social como un todo, los problemas y desafíos planteados por la
clase trabajadora industrial moderna, la demanda de una ampliación de las
definiciones de la responsabilidad individual y social para enfrentar los hechos
del poder social moderno de la clase que sea, la reafirmación de los derechos de
los individuos, son temas que han sido afrontados por este movimiento cristiano
integral moderno con los resultados más felices. Se ha producido una abundante
literatura en la cual la ética cristiana toma ampliamente en cuenta las
investigaciones sociales modernas, y las teorías así formuladas han creado un
movimiento de mejora social que está jugando un notable papel en la historia
actual de Europa.
Puesto que todas las ciencias sociales se ocupan del mismo hecho complejo de la
asociación humana, es apenas de esperarse que las ciencias más antiguas tengan
en su literatura mucho material que a la larga pasa al acervo de las más
recientes. En consecuencia, se encontrará abundante material sociológico a lo
largo de la historia de las otras ciencias sociales. La palabra "sociología"
procede de Augusto Comte, quien la usó en su curso de filosofía positiva para
designar una de las secciones de su esquema de las ciencias. Spencer sancionó el
uso de la palabra y le dio un sitio permanente en la literatura usándolo sin
reservas en su propio sistema de filosofía. Él acometió la explicación de los
cambios sociales como fases en el gran proceso incluyente de la evolución. La
sociedad era concebida como un organismo; la investigación y la exposición se
regían en gran medida por la analogía biológica. Schaeffle, Lilienfeld y René
Worms fueron exponentes posteriores de este mismo punto de vista. Escuelas más
recientes de sociología se han emancipado del predominio de la analogía
biológica y se han vuelto hacia los aspectos etnológicos, antropológicos y
psicológicos de los grandes problemas involucrados. Se han hecho repetidos
intentos por descubrir el principio unificador fundamental que permita
clasificar y explicar todos los procesos sociales, pero ninguno de estos
intentos ha logrado aceptación general. La corriente hoy en día se dirige
preponderantemente en la dirección de los aspectos sicológicos de la asociación
humana. En los Estados Unidos se puede considerar a los profesores Giddings y
Baldwin como los representantes de esta corriente. Aparte de estos intentos de
desarrollar una sociología sistemática o filosófica, escasamente se encuentra
algún aspecto de la asociación humana que no esté en la actualidad bajo
investigación desde el punto de vista sociológico. Está fuera de discusión que
esta actividad en un campo de tan grande interés para el bienestar del género
humano es muy prometedora para el progreso de la humanidad. Aun hoy en día los
hombres de estado, maestros de religión, educadores y líderes de movimientos de
mejora social no dejan de aprovechar los resultados de la investigación
sociológica.
(Véase Iglesia, Ética; Psicologia; y artículos sobre las otras ciencias
sociales.)
Los siguientes libros de texto resumen el campo de la sociología desde varios
puntos de vista: WARD, Outlines of Sociology (Nueva York, 1898); DEALY,
Sociology (Nueva York, 1909); GUMPLOWICZ, Outlines of Soc. (tr. MOORE), pub. por
Amer. Acad. of Soc. and Pol. Sc. (1899); GIDDINGS, Elem. of Soc. (Nueva York,
1898); BASCOM, Sociology; BLACKMAR, Elem. of Soc. (Nueva York, 1905);
STUCKENBERG, Sociology (Nueva York, 1903).
Los siguientes tratados generales se enfocan hacia presentar el nuevo punto de
vista sociológico: Ross, Social Control (Nueva York, 1901); IDEM, Soc.
Psychology (NuevaYork, 1908); COOLEY, Soc. Organization (Nueva York, 1909);
SMALL, General Soc. (Chicago, 1905); IDEM, Meaning of Social Science (Chicago,
1910); McDOUGAL, Soc. Psychology (Londres); BALDWIN, Social and Ethical
Interpretations (Nueva York, 1902); KIDD, Soc. Evolution (Nueva York, 1894).
Tratados sistemáticos: SPENCER, Principle, of Soc.; SCHAEFFLE, Bau und Leben des
sozialen Korpers; LILIENFELD, Gedanken über die Sozialwissenschaft der Zukunft
(5 vols., Mitau, 1873); LETOURNEAU, La sociologie, tr. TRALLOPE (París, 1884);
TARDE, The Laws of Imitation, tr. PARSONS (Nueva York, 1903); SIMMEL, Soziologie
(Leipzig, 1908); WARD, Pure Soc. (Nueva York, 1903); IDEM, Applied Soc. (Nueva
York, 1906); GIDDINGS, Principles of Soc. (Nueva York, 1899); IDEM, Inductive
Soc. (Nueva York, 1901).
Publicaciones periódicas: Annales de l'inst. interna. de soc.; Rev. intern. de
soc.; American Jour. of Soc.
Pueden encontrarse discusiones sobre la naturaleza y relaciones de la sociología
en las Actas de las reuniones de las asociaciones de ciencias económicas,
históricas y políticas y el los libros de texto de las varias ciencias sociales.
Para una discusión de la ciencia desde un punto de vista católico, véase SLATER,
Modern Sociology en el Irish Theo. Quart., VI, nos. 21, 22.
WILLIAM J. KERBY.
Transcrito por Douglas J. Potter
Traducido por Jorge Lopera Palacios
Dedicado al Sagrado Corazón de Jesús