El
Oratorio de San Felipe Neri
EnciCato
Con este nombre se conocen a las comunidades italianas, españolas, inglesas
entre otras, que se rigen por la regla de San Felipe Neri.
La reforma del siglo XVI, a pesar de la aparente amenaza que significó para la
vida de la Iglesia, evocó una maravillosa muestra de su fecundidad Divina. Dicho
siglo vio nacer a la Compañía de Jesús, fundada por San Ignacio de Loyola; los
Teatinos por San Cayetano; los Bernabitas, por San Antonio Mª Zacarías; los
Hermanos Hospitalarios por San Juan de Dios y el Oratorio de San Felipe. La
fundación de este último se llevó a cabo en San Girolamo, en Roma, donde sus
discípulos se reunían para la instrucción espiritual. Gradualmente, estas
conferencias tomaron forma definitiva y San Felipe, ahora convertido en
sacerdote, construyó un oratorio sobre el pasaje de San Girolamo, donde se
realizaban; se cree que por eso se le dio ese nombre a la congregación. En 1564
se hizo cargo de la iglesia de los Florentinos, donde sus discípulos sacerdotes
celebraban la Misa y predicaban cuatro sermones diarios, intercalados con himnos
y devociones populares. El trabajo de once años en San Juan demostró que la
nueva congregación necesitaba una iglesia propia y vivir bajo una regla
definida. Obtuvieron del Papa la iglesia de Santa María in Vallicella, la
reconstruyeron y ahora es conocida como la Chiesa Nuova, en donde la
congregación fue erigida por Gregorio XII el 15 de julio de 1575. La nueva
comunidad debía ser una congregación de sacerdotes seculares viviendo bajo
obediencia, pero sin ningún voto que los atara. Tan especial era San Felipe en
este punto que aún si la mayoría deseara atarse por votos, la mayoría que no lo
deseara poseería la comunidad. "Habeant possideant," fueron las palabras de San
Felipe. Otra característica del instituto fue el hecho de que cada casa era
independiente y cuando se le dijo que mientras que una casa tenía apenas unos
cuantos miembros, y otra un exceso, ambas se beneficiarían de una transferencia
de individuos de la comunidad más numerosa, él contestó, "dejemos que cada casa
viva su propia vitalidad, o perezca por su propia decrepitud." El motivo
probablemente era excluir la posibilidad de que cualquier comunidad permaneciera
en estado de decadencia.
La regla, una recopilación de la forma de gobernar de San Felipe, no fue escrita
sino hasta diecisiete años después de su muerte, y fue finalmente aprobada por
Pablo V en 1612. El prepósito, superior de cada casa, es elegido por tres años
por mayoría de los padres deceniales, i.e. aquéllos que han estado diez años en
la congregación; para ayudarle en el gobierno de la congregación se eligen
cuatro diputados. Las congregaciones se unen en la Confederación de
Congregaciones, donde gobierna el procurador general, asistido por diputados
permanentes, por Italia, España, Suiza y Austria, Polonia, Inglaterra y Canadá,
Estados Unidos y otro por América Latina. Todos los asuntos de importancia grave
son decididos por la congregación en pleno, votando solo los padres deceniales.
La admisión a la congregación también se realiza por elección y el candidato
debe ser "natus ad institutum," tener entre 18 y 40 años de edad y tener los
suficientes ingresos como para mantenerse. El noviciado dura tres años y es
probablemente así de largo para probar firmemente la vocación a un instituto sin
votos. Concluyendo los tres años, si el novicio es aprobado, se convierte en un
padre trienal y miembro de la congregación, pero no tiene voto electivo sino
hasta que cumple sus diez años. La expulsión se realiza por una mayoría de dos
tercios de los votantes. A ningún miembro se le permite aceptar cualquier
dignidad eclesiástica. Se establecieron también regulaciones para el vestir,
modo de vida en la comunidad y para el refectorio. El instituto tiene tres
objetivos: oración, predicación y los sacramentos. "Oración" incluye un cuidado
especial en la realización de los oficios litúrgicos, estando los padres
presentes en coro en las fiestas principales, así como acudir a las devociones
populares diarias. Los "Sacramentos" implican su frecuente recepción, la cual
había caído en desuso en tiempos de la fundación del Oratorio. Para este
propósito, uno de los padres debe haber siempre en el confesionario y todos
estar presentes para confesar en vísperas de fiestas. La forma de dirección como
fue enseñada por San Felipe es ser amable, más que severo, y las faltas muy
graves deben ser tratadas indirectamente. "Una vez que un poco de amor logra
entrar en sus corazones," dice San Felipe, "el resto vendrá solo."
"Predicación" incluye, como se ha dicho en cuatro sermones diarios. Savonarola
ya había comparado la ineptitud de los predicadores de su época para levantar a
las almas muertas con sus fogosos argumentos y sus períodos retóricos, con los
impotentes esfuerzos de los tañedores de flauta que tocaban para revivir a la
hija de Jairo; y Bembo en la época de San Felipe reiteraba este reproche. "¡Qué
oigo en los sermones!" decía, sino al doctor Subtilis enfrentado con el Doctor
Angélico y a Aristóteles como un tercero para decidir la disputa." Los sermones
en el oratorio estaban libres de estos defectos. Eran discursos simples y
familiares; el primero una exposición de algunos puntos de la lectura espiritual
que había precedido, y por lo tanto impromptu; el siguiente sería sobre un texto
de la Sagrada Escritura; el tercero sobre historia eclesiástica y el cuarto
sobre vidas de los santos. Cada sermón duraba media hora, al cabo de la cual
sonaba una campana y el predicador se callaba de inmediato. La música, si bien
popular, era de alto nivel. Palestrina, un penitente del santo, compuso muchos
de los laudes que se cantaban. Su excelencia excitó la admiración de los
extranjeros. John Evelyn en su diario, el 18 de noviembre de 1644, habla de sí
mismo como embelesado con el sermón de un niño y los servicios musicales del
Oratorio de Roma. Animuccia, maestro de coro en San Pedro, asistía
constantemente para guiar el canto. En cercana conexión con el Oratorio está la
Hermandad del Pequeño Oratorio, una confraternidad de clérigos y laicos, primero
formados por los discípulos de San Felipe, quienes los juntaban en su cuarto
para oración mental y Misa los domingos, visitaban en turno un hospital diario y
se disciplinaban en los ejercicios de la pasión los viernes. Hacían juntos la
visita de las siete casas, especialmente en tiempo de carnaval y su devoción y
actitud de recogimiento convirtieron a muchos.
Los "ejercicios," como eran llamados los servicios en el Oratorio, encontraron
amarga oposición. Los predicadores fueron acusados de predicar una doctrina
extravagante y cuestionable, las procesiones fueron prohibidas y al propio San
Felipe se le prohibió predicar. Él obedeció de inmediato y prohibió que se
hiciera cualquier gestión en su favor. Al fin Pablo IV, tras consciente
investigación, lo mandó buscar y le permitió que siguiera desempeñando su buena
labor. Baronius dice de estos ejercicios que parecían recordar la simplicidad de
los tiempos Apostólicos; Bacci testifica la santidad de muchos bajo la cura de
San Felipe. Entre los miembros más reconocidos se encontraban Baronius, autos de
los "Anales Eclesiásticos," y del "Martirologio"; para prepararlo a dicha labor,
San Felipe lo obligó a predicar sobre la historia de la Iglesia durante treinta
años en el Oratorio; Bonzio Tommaso, autor de muchos trabajos eruditos; B.
Giovenale Ancina, prepósito del oratorio en Nápoles y posteriormente obispo de
Saluzzo, amigo cercano de San Francisco de Sales; B. Antonio Gras del Oratorio
de Fermo; B. Sebastián Valfré, el "apóstol de Turín," fundador de dicho
Oratorio. La biblioteca del Oratorio en Santa María in Vallicella es famosa por
la cantidad y calidad de su contenido, entre los cuales se encuentra el bien
conocido Codex Vallicensis. Hacia 1800 el Oratorio se continuo expandiendo por
Italia, España, Portugal, Polonia y otros países europeos; en Brasil, India y
Ceilán, el fundador fue el famoso misionero Giuseppe de Vaz.
En Francia, bajo Napoleón I el Oratorio fue deshonrado y suprimido, pero la
congregación se recuperó y, después de una segunda supresión en 1869, revivió.
Actualmente se encuentra difundida en varios países del mundo.
La Congregación del Oratorio es una Sociedad Clerical de Derecho Pontificio
(Can. 589), de clérigos y laicos que, conforme a sus constituciones, llevan una
vida común, sin votos, solo unida por el vínculo de la mutua caridad. Es una
Sociedad de Vida Apostólica (Can. 73, § 1), con personalidad jurídica (Can. 114;
741, § 1) y casa sui iuris (Can. 613, § 2) (cfr. Nº 15 de las Constituciones de
la Confederación del Oratorio de San Felipe Neri).
Las Congregaciones del Oratorio, unidas entre sí por el vínculo de la caridad,
se unen en Confederación internacional la cual fue establecida por la autoridad
Apostólica para que las Congregaciones puedan ayudarse unas a otras eficazmente,
preservando fielmente su autonomía original. (cfr. Nos. 1 y 2 de los Estatutos
Generales para la Confederación del Oratorio de San Felipe Neri)
Sitio web del Oratorio de San Felipe Neri en México (http://www.oratorio.org.mx)
H. BOWDEN
Traducido y actualizado por Antonio Hernández Baca