Rosa
de Lima, Santa
EnciCato
Virgen, patrona de América, nacida en Lima, Perú el 20 de abril de 1586; murió
allí el 30 de agosto de 1617. En su Confirmación, en 1597, tomó el nombre de
Rosa, porque, cuando niña, su cara había sido vista transformada por una rosa
mística. Cuando era niña destacaba por su gran reverencia y pronunciado amor
hacia todas las cosas relacionadas a Dios. Esto tomó tal posesión de ella que
desde entonces su vida la consagró a la oración y mortificación. Tenía una
intensa devoción hacia el Niño Jesús y Su Madre Bendita y pasaba largas horas
ante su altar. Era escrupulosamente obediente y de labor incansable, progresaba
rápidamente a través de la atención que prestaba a la instrucción que le
brindaban sus padres, a sus estudios, y a su trabajo doméstico, sobre todo con
la aguja. Después de leer sobre Santa Catalina de Siena decidió tomar a la santa
como modelo para su vida. Empezó ayunando tres veces por semana, además de
severas penitencias secretas, y cuando se veía tentada por la vanidad, cortaba
su hermoso cabello, llevaba ropa tosca, y maltrataba sus manos con arduo
trabajo. Todo este tiempo ella tenía que enfrentarse con las objeciones de sus
amigos, el ridículo de su familia, y la censura de sus padres. Pasaba muchas
horas frente al Santísimo Sacramento, a quien recibía diariamente. Finalmente
decidió hacer un voto de virginidad, e inspirada por amor sobrenatural, adoptó
medios extraordinarios para cumplirlo. Tuvo que combatir la oposición de sus
padres, quienes deseaban que se casara. Durante diez años su lucha continuó y
finalmente obtuvo, por paciencia y oración, el consentimiento de sus padres de
continuar con su misión. Al mismo tiempo grandes tentaciones atacaban su pureza,
su fe y su constancia, causándole insoportable agonía de mente y desolación de
espíritu, impulsándola a mortificaciones más frecuentes; pero diariamente
también, Nuestro Señor se manifestaba a sí mismo, fortaleciéndola con el
conocimiento de Su presencia y consolando su mente con la evidencia de Su Divino
amor. El ayuno diario fue seguido pronto de la abstinencia perpetua de carne, y
esta, a su vez, por el consumo único de la comida más tosca, apenas suficiente
para sobrevivir. Sus días estaban llenos de actos de caridad y servicio. Su
puntada y bordado exquisitos le ayudaban a mantener su casa, y sus noches
estaban consagradas a la oración y a la penitencia. Cuando su trabajo se lo
permitía se retiraba a la pequeña gruta que había construido, con la ayuda de su
hermano, en su pequeño jardín, y allí pasaba sus noches, en soledad y oración.
Superando la oposición de sus padres, y con el consentimiento de su confesante,
le permitieron posteriormente convertirse, prácticamente, en una reclusa en esta
celda, salvo por sus visitas al Santísimo Sacramento. A la edad de veinte años
recibió el hábito de Santo Domingo. Después de esto reduplicó la severidad y
variedad de sus penitencias a un grado heroico, usando constantemente una corona
de espinas de metal, ocultada por rosas, y una cadena de hierro sobre su
cintura. Podía permanecer días sin probar alimento alguno, salvo un trago de
hiel mezclado con hierbas amargas. Cuando ya no podía estar de pie, buscó reposo
en una cama construida por ella, de vidrio roto, piedra, restos de recipientes,
y espinas. Ella admitía que el pensamiento de acostarse en ella le hacía temblar
de miedo. Este martirio de su cuerpo duró catorce años sin interrupciones, pero
no sin consuelo. Nuestro Señor frecuentemente se le revelaba e inundaba su alma
con paz y alegría, a tal punto que podía permanecer en éxtasis cuatro horas.
Ella le ofrecía al Señor en estas ocasiones todas sus mortificaciones y
penitencias en expiación por las ofensas contra Su Divina Majestad, por la
idolatría de su país, por la conversión de pecadores, y por las almas del
Purgatorio. Muchos milagros siguieron a su muerte. Fue beatificada por Clemente
IX, en 1667, y canonizada en 1671 por Clemente X, la primera americana en
recibir tal honor. Su fiesta se celebra el 30 de agosto. Es representada usando
una corona de rosas. Hansen, Vita Mirabilis (1664), Spanish
by PARRA. EDW. L. AYMÉ
Transcrito pot Michael T. Barrett
Dedicado a Joann Smull
Traducido por Armando Llaza Corrales