Tomás 
de Kempis
EnciCato 
Autor de la "Imitación de Cristo", nació en Kempen en la Diócesis de Colonia, en 
1379 o 1380; murió el 25 de julio de 1471. Sus padres, Juan y Gertrudis 
Haemerken, fueron artesanos; se dice que Gertrudis se ocupaba de la escuela del 
pueblo y que, muy probablemente, el padre trabajaba los metales, un oficio común 
en Kempen, de donde quizás procede el apellido Haemerken, o Haemerlein, que 
latinizado, se convierte en Malleolus (pequeño martillo). Con certeza sabemos de 
sólo dos niños, Juan, el mayor de casi catorce años, y Tomás. Tomás tenía tan 
sólo trece años cuando fue a la escuela a Deventer, en Holanda. Su hermano lo 
había precedido en ese lugar de diez o doce años y, sin duda, Tomás esperaba 
encontrarlo allí todavía. A su llegada, sin embargo, supo que él ya tenía dos 
años de haberse ido con cinco otros Hermanos de la Vida Común a fundar una nueva 
congregación de Canónigos Regulares en Windesheim, a aproximadamente veinte 
millas de Deventer, a donde entonces se dirigió y donde fue amorosamente 
recibido por su hermano que le proporcionó una carta de recomendación para el 
superior de los Hermanos de la Vida Común en Deventer, Florentius Radewyn. 
Radewyn dio una afectuosa bienvenida al joven hermano de Juan Haemerken de 
Kempen, lo acogió durante un tiempo en la casa y lo puso bajo el maternal 
cuidado de "una cierta dama noble y devota", lo presentó al rector de las 
escuelas, y pagó sus primeras cuotas, aunque el maestro le devolvió el dinero 
cuando supo de donde venía. Conocemos estos detalles de la pluma del mismo Tomás 
a partir de las biografías, escritas durante su vejez, de Gerardo Groote, 
Florentius Radewyn, y los discípulos de estos (ver "Los Fundadores de la Nueva 
Devoción", Londres, 1905). Permaneció en Deventer durante siete años, siendo de 
los primeros entre los discípulos de Radewyn, y viviendo en su casa, bajo su 
cuidado directo, gran parte de ese tiempo. Es imposible exagerar la influencia 
de esos años en la formación de su carácter. La "nueva devoción", de la que 
Deventer era entonces el foco y centro, fue el revivir en los Países Bajos del 
siglo XIV del fervor de los primeros cristianos de Jerusalén y Antioquía. Su 
inicio se debió a la ferviente predicación del Diácono Gerardo Groote, la 
ampliación de su organización a la prudencia y generosa dedicación de Florentius 
Radewyn. Sus miembros se llamaban "Hermanos y Hermanas Devotos" o bien "Hermanos 
y Hermanas de la Vida Común". No hacían votos, aunque vivían una vida de 
pobreza, castidad, y obediencia, compatible con su estado, algunos en sus 
propias casas y otros, sobre todo los clérigos, en comunidad. Se les prohibía 
pedir limosna, y de todos se esperaba que se ganaran la vida con el trabajo de 
sus manos; para los clérigos esto significaba principalmente la transcripción de 
libros y la enseñanza a los jóvenes. Ponían todos sus ingresos en un fondo 
común, a la disposición del superior; la ambición de todos era el emular la vida 
y virtudes de los primeros cristianos, sobre todo en el amor de Dios y el 
prójimo, con sencillez, humildad, y devoción. Además, en parte para proporcionar 
protectores eficaces y guías experimentados a los "Hermanos y Hermanas Devotos", 
y en parte para ofrecer un camino fácil hacia la apropiada condición religiosa 
para quienes de entre ellos que así lo desearan, Gerardo Groote concibió la idea 
de establecer una rama de la orden canónica, la cual debería siempre mantener 
las relaciones más estrechas con los miembros de la nueva devoción. Este 
proyecto fue realizado después de su intempestiva muerte, a la temprana edad de 
cuarenta y tres años, por la fundación de la Congregación de Windesheim, tal 
como se le llamó por el trozo de tierra donde se estableció el primer priorato 
(1386). Se dan estos detalles como ayuda para una mejor comprensión de la vida y 
carácter de de Kempis, un Hermano típico y ejemplar quien, durante setenta y dos 
años, fue uno de los más distinguidos Canónigos Regulares.
En Deventer Tomás demostró ser un alumno capaz, conocido por su pulcritud y 
destreza en transcribir manuscritos. Éste fue el trabajo de amor de toda su 
vida; además de sus propias composiciones, copió numerosos tratados de los 
Padres, sobre todo San Bernardo, un Misal para el uso de su comunidad, y la 
Biblia entera en cuatro grandes volúmenes que aún existen. Después de terminar 
sus humanidades en Deventer, en el otoño de 1399, con las felicitaciones de su 
superior, Florentius Radewyn, Tomás deseó la admisión entre los Canónigos 
Regulares de Windesheim en el Monte Santa Agnes, cerca de Zwolle, de cuyo 
monasterio su hermano Juan era entonces prior. El monasterio se había 
establecido tan sólo el año anterior, y aun no había ningún edificio del 
claustro, ni jardín, ni bienhechores, ni fondos. Durante su cargo, que duró 
nueve años, Juan de Kempis edificó el priorato y empezó la iglesia. Así tenemos 
la explicación del porque Tomás fue vestido de novicio hasta 1406, justo después 
de la fecha a la que el claustro fue terminado, y porque no fue ordenado 
sacerdote hasta 1413, un año después de la consagración de la iglesia. Este 
punto es importante ya que algunos escritores, en su avidez por desacreditar el 
que de Kempis sea el autor de la "Imitación", han tomado la larga duración de 
este período de prueba para insinuar que era un estúpido o algo peor. Tomás 
mismo fue, hasta algunos meses antes de su muerte, el cronista de Agnetenberg. 
El relato que él nos da sobre las luchas terrenales del priorato del Monte, su 
constante desarrollo, y su eventual prosperidad está lleno de encanto y 
edificación ("La Crónica de los Canónigos Regulares del Monte Santa Agnes", 
Londres, 1906). Estos archivos nos revelan la sencillez y santidad de sus 
hermanos religiosos. Fue elegido como Sub-prior dos veces, y una vez se le 
nombró Procurador. La razón que nos da un antiguo biógrafo por este último 
nombramiento es su amor por los pobres, lo que honora tanto a Tomás como a sus 
hermanos. Sin embargo, difícilmente podemos imaginar al autor de la "Imitación" 
como a un buen gerente de empresa, así pues, después de un tiempo, su 
preferencia por el retiro, las obras literarias, y la contemplación prevaleció 
entre los Canónigos que lo liberaron de esta carga. Utilizó la experiencia así 
ganada en un tratado espiritual, "De fideli dispensatore".
Su primer cargo como Sub-prior fue interrumpido por el destierro de la comunidad 
de Agnetenberg (1429), ocasionado por el impopular acatamiento por parte de los 
Canónigos de Windesheim de una prohibición impuesta en el país por Martín V. Una 
disputa surgió en relación con un nombramiento a la Sede vacante de Utrecht y la 
prohibición fue impuesta al país. Los Canónigos estuvieron exiliados hasta que 
se arregló la cuestión (1432). La comunidad del Monte Santa Agnes residió 
entretanto en el monasterio de Lunenkerk, al que reformaron y afiliaron a 
Windesheim. Tomás paso más de un año de este período de prueba con su hermano 
Juan en el convento de Bethany, cerca de Arnheim, a donde se le había enviado 
para asistir y reconfortar a su hermano, que estaba enfermo. Permaneció allí 
hasta su muerte (noviembre, 1432). Encontramos registro de su elección como Sub-prior, 
de nuevo, en 1448 y, sin duda, guardó este puesto hasta que, por edad y 
enfermedad, se le eximió del cargo. Eran parte de los deberes del Sub-prior el 
instruir a los jóvenes religiosos, y a este hecho debemos, sin duda, la mayor 
parte de sus tratados menores, en particular sus "Sermones a los Novicios 
Regulares" (tr. Londres, 1907). También sabemos por sus primeros biógrafos, que 
Tomás frecuentemente predicaba en la iglesia anexa al priorato. Dos series 
similares de estos sermones existen (tr. "Oraciones y Meditaciones sobre la Vida 
de Cristo" y "La Encarnación y Vida de Nuestro Señor", Londres, 1904, 1907). 
Tratan de uno de los temas favoritos de de Kempis, el misterio de nuestra 
Redención, y el amor de Jesucristo tal como se muestran en Sus palabras y obras, 
y sobre todo en los sufrimientos de Su Pasión. Personalmente se le describe como 
un hombre de mediana estatura, tez oscura y vívidos colores, de amplia frente y 
ojos penetrantes; bondadoso y afable con todos, sobre todo con los afligidos y 
los acongojados; constantemente ocupado en sus quehaceres favoritos, lectura, 
escritura, u oración; En general silencioso y recogido durante las recreaciones, 
le era difícil el expresar opiniones en asuntos mundanos, pero derramaba un 
torrente de elocuencia cuando la conversación trataba de Dios o de los intereses 
del alma. En tales momentos se excusaba con frecuencia, "Hermanos míos", decía, 
"debo ir: Alguien me espera para conversar conmigo en mi celda". Un retrato, 
probablemente auténtico, conservado en Gertruidenberg, le atribuye estas 
palabras como su lema: "In ommnibus requiem quaesivi et nusquam inveni nisi in 
een Hoecken met een Boecken" (por todas partes he buscado el descanso y no lo he 
encontrado en ninguna parte, excepto en rinconcitos con libritos). Se le instaló 
para descansar en el claustro oriental en un sitio cuidadosamente consignado por 
el continuador de su crónica. Dos siglos después de la Reforma, durante la cual 
se destruyó el priorato, sus santos restos fueron trasladados a Zwolle y puestos 
por el Principe-obispo de Colonia, Maximiliano Hendriken, en un elegante 
relicario. Actualmente son venerados en la Iglesia de San Miguel, Zwolle, en un 
espléndido monumento erigido en 1897 con subscripciones de todo el mundo y 
dedicado así: "Honori, non memoriae Thomae Kempensis, cujus nomen perennius quam 
monumentum" (Al honor no a la memoria de Tomás de Kempis, cuyo nombre es más 
durable que cualquier monumento). Es interesante recordar que el mismo 
Maximiliano Hendrik, que mostró tal celo por mantener y honorar las reliquias de 
de Kempis, también se entusiasmó con la introducción de su causa de 
beatificación y empezó a reunir los documentos necesarios; pero solo el inicio 
había sido hecho cuando murió (1688) y desde esa fecha ningún paso más se ha 
tomado. Unas palabras sobre la afirmación, antes discutida y ahora casi 
aceptada, de que Tomás es el autor de la "Imitación de Cristo". El libro fue 
primero publicado anónimamente (1418) y rápidamente muy bien recibido, copiado 
por diferentes escribanos, y atribuido a varios escritores espirituales, San 
Bernardo, San Buenaventura, Henry de Kalkar, Inocente III, Jean Charlier de 
Gerson y Juan de Kempis, entre otros. En 1441 Tomás concluyó y firmó con su 
nombre un códice que aún existe (Biblioteca Real, Bruselas, 5855-61), que 
contiene los cuatro libros de la "Imitación" y nueve tratados menores. Así bien, 
durante doscientos años ningún intento serio se hizo para desposeer de Kempis de 
su título; pero a principios del siglo XVII se inició una feroz y prolongada 
controversia con el objeto de demostrar que el autor era Jean Charlier de Gerson, 
Canciller de París, o su variante italiano, Giovanni Gerson, supuesto abad 
benedictino de Vercelli. A un momento dado un inglés, Walter Hilton, Canónigo 
Regular de Thurgarton, autor de la "Escalera (Escala) de Perfección", fue 
presentado, pero la suposición de que él podía ser el autor no se mantuvo mucho 
tiempo. Por increíble que parezca, la existencia misma de Giovanni Gerson de 
Vercelli tiene todavía que demostrarse. De Jean Charlier de Gerson se han 
establecido los siguientes hechos, que son ampliamente demostrados en obras 
tales como la de Cruise, "Tomás de Kempis," y la de Kettlewell, "La paternidad 
literaria del De Immitatione Christi". No hay un solo testimonio contemporáneo 
en favor de Gerson; ni un solo manuscrito durante su vida ni durante treinta 
años después de su muerte le atribuye la obra; la evidencia interna, el estilo, 
el tema, etc. son en todos aspectos, desfavorables. En cambio hallamos la 
paternidad literaria de de Kempis demostrada por lo siguiente: varios testigos 
contemporáneos de incuestionable autoridad, incluso miembros de su propia orden, 
designan a Tomás como el autor; manuscritos contemporáneos, incluso un códice 
con su autógrafo, portan su nombre; la evidencia interna es totalmente 
favorable. Sir Francis Cruise resume este último elemento bajo tres encabezados:
Identidad de estilo, incluyendo peculiaridades comunes a la "Imitación" y a 
otros trabajos indiscutibles de de Kempis, a saber: barbarismos, vocablos 
italianizados, modismos holandeses, puntuación rítmica sistemática, y la palabra 
devotus tal como la utilizaban, principalmente, los miembros de la nueva 
devoción; 
La "Imitación" respira el espíritu de la escuela de misticismo de Windesheim;
Esta impregnada por todas partes de las Escrituras y de los escritos de los 
Padres, sobre todo San Agustín y San Bernardo, fuentes favoritas de inspiración 
para de Kempis y sus compañeros Canónigos de Windesheim. 
La "Imitación" misma, él mas conocido y el primero en el orden del mérito de sus 
escritos originales, comprende en volumen aproximadamente un décimo de las obras 
de de Kempis. Originalmente, muchas fueron enseñanzas para los novicios y 
Canónigos más jóvenes de los cuales, como Sub-prior, Tomás estaba encargado; 
otros son tratados espirituales de aplicación más amplia y algunos de estos, tal 
como el "Oratio de elevatione mentis in Deum", en verdad se elevan a alturas 
sublimes de misticismo. Hay numerosas oraciones de grata devoción y elegantes 
himnos latinos de ritmo sencillo y tintineante rima. Una obra, de la que Tomás 
fue editor mas que autor, es una "Vida de (Santa) Lydwine, Virgen". La edición 
más completa hasta ahora de la "Opera Omnia" de de Kempis es la del jesuita 
Sommalius, publicada por Nut de Antwerp, 1607; aun éste no contiene el "Chronicon 
Montis Sanctae Agnetis", que fue editado por H. Rosweyd, S.J., y publicado en un 
volumen con el "Chronicon Windesemense" (Antwerp, 1621). De las innumerables 
ediciones de la "Imitación", sin duda, y de lejos, la más interesante es un 
facsímil del códice de 1441, publicado en Londres, 1879. Una espléndida edición 
crítica de la "Opera Omnia" fue publicada por Herder bajo la competente 
redacción del Dr. Pohl a principios del siglo XX. Quizás en este contexto 
podemos citar el entusiasmado elogio que el prior Pirkhamer dirigió a Pedro 
Danhausser, editor de la primera edición de las obras de Tomás de Kempis, 1494: 
"Nada más santo, nada más honorable, nada más religioso, nada en fin más 
provechoso para la comunidad cristiana podrá usted nunca hacer que dar a conocer 
estas obras de Tomás de Kempis".
VINCENT SCULLY
Transcrito por Marie Jutras
Traducido por Oscar Olague