Jehováh (Yahvéh) 
EnciCato
El nombre propio de Dios en el Antiguo Testamento; de aquí que los judíos lo 
llamaran el nombre por excelencia, el gran nombre, el único nombre, el glorioso 
y terrible nombre, el oculto y misterioso nombre, el nombre de la sustancia, el 
nombre propio, y más frecuentemente shem hammephorash, i.e., el nombre separado 
o explícito, aunque el significado preciso de esta última expresión sea materia 
de discusión (cf. Buxtorf, "Lexicon", Basle, 1639, col. 2432ss.).
Jehováh ocurre más frecuentemente que cualquier otro nombre divino. Las 
Concordancias de Furst ("Vet, Test. Concordantiae", Leipzig, 1840) y Mandelkern 
("Vet, Test. Concordantiae", Leipzig, 1896) no coinciden exactamente en cuanto 
al número de sus ocurrencias; pero en números redondos se encuentra en el 
Antiguo Testamento 6000 veces, ya sea solo o en conjunción con otro nombre 
divino. La Septuaginta y la Vulgata interpretan generalmente el nombre como 
"Señor" (Kyrios, Dominus), una traducción de Adonai - usualmente una sustitución 
de Jehováh en la lectura.
I. PRONUNCIACION DE JEHOVÁH
Los Padres y los escritores rabínicos concuerdan en representar a Jehováh como 
un nombre inefable. En cuanto a los Padres, solamente requerimos poner atención 
a las siguientes expresiones: onoma arreton, aphraston, alekton, aphthegkton, 
anekphoneton, aporreton kai hrethenai me dynamenon, mystikon. Leusden no pudo 
inducir a un cierto judío, a pesar de su pobreza, a pronunciar el verdadero 
nombre de Dios, aunque le ofreció las más tentadoras promesas. La aceptación de 
los deseos de Leusden por parte del judío no habría sido en realidad una ventaja 
verdadera para aquél; porque los judíos modernos no están seguros de la 
verdadera pronunciación del Nombre Sagrado como sus contemporáneos cristianos. 
De acuerdo a la tradición rabínica la verdadera pronunciación de Jehováh cesó de 
usarse al tiempo de Simeón el Justo quien fue, según Maimónides, un 
contemporáneo de Alejandro el Grande. En cualquier caso, parece que el nombre ya 
no fue pronunciado después de la destrucción del Templo. La Mishna hace 
referencia a nuestra cuestión más de una vez: Berachoth, ix, 5, permite el uso 
del Nombre Divino a manera de saludo; en Sanhedrin, x, 1, Abba Shaul niega 
cualquier participación en el mundo futuro a quien lo pronuncia como está 
escrito; de acuerdo a Tamid, vii, 2, los sacerdotes en el Templo (o tal vez en 
Jerusalén) pueden emplear el verdadero Nombre Divino, mientras que los 
sacerdotes en el país (fuera de Jerusalén) tenían que contentarse con el nombre 
Adonai; de acuerdo a Maimónides ("More Neb.", i, 61, y "Yad chasaka", xiv, 10) 
el verdadero Nombre Divino era usado únicamente en el santuario por los 
sacerdotes que impartían la bendición y por el sumo sacerdote el Día del Perdón. 
Phil ["De mut.nom.", n.2 (ed.Marg., i, 580); "Vita Mos.", iii, 25 (ii, 166)] 
parece sostener que aun en esas ocasiones los sacerdotes tenían que hablar en 
voz baja. Hasta aquí hemos seguido la tradición judía post-cristiana 
concerniente a la actitud de los judíos hasta antes de Simeón el Justo.
En cuanto a la temprana tradición, Josefo (Antiq., II, xii, 4) declara que no le 
está permitido tratar del Nombre Divino; en otro lugar (Antiq., XII, v, 5) dice 
que los samaritanos erigieron en el Monte Garizim un anonymon ieron. Esta 
veneración extrema por el Nombre Divino debe haber sido prevaleciente al tiempo 
en que se hizo la versión Septuaginta, porque los traductores siempre sustituyen 
Jehováh por Kyrios (Señor). Ecclus., xxiii, 10, parece prohibir únicamente el 
uso irreverente del Nombre Divino, aunque no puede negarse que Jehováh no es 
empleado tan frecuentemente en los libros canónicos más recientes del Antiguo 
Testamento como en los libros más viejos. Sería difícil determinar en qué 
momento esta reverencia por el Nombre Divino se originó entre los hebreos. Los 
escritores rabínicos derivan la prohibición de pronunciar el Tetragrammaton, 
como es llamado el nombre de Jehováh, de Lev., xxiv, 16: "Y el que blasfeme el 
nombre del Señor, agonizando déjesele morir". El participio hebreo noqedh, aquí 
interpretado como "blasfemar", es traducido como honomazon en la Septuaginta y 
parece tener el significado de "determinar", "denotar" (a través de sus vocales 
propias) en Gen., xxx, 28; Núm., i, 17; Is., lxii, 2. Aun, el contexto de Lev., 
xxiv, 16 (cf. versos 11 y 15), favorece el significado de "blasfemar". Los 
exégetas rabínicos derivan también la prohibición de Ex., iii, 15; pero este 
argumento no puede soportar la prueba de las leyes de la sensata hermenéutica (cf. 
Drusius, "Tetragammaton", 8-10, en "Critici Sacri", Amsterdam, 1698, I, p. ii, 
col. 339-42; "De nomine divino", ibid., 512-16; Drach, "Harmonic entre l'Eglise 
et la Synagogue", I, Paris, 1844, pp. 350-53 y Note 30, pp. 512-16). Lo que ha 
sido dicho explica la llamada qeri perpetuum, de acuerdo a la cual las 
consonantes de Jehováh son siempre acompañadas en el texto hebreo por las 
vocales de Adonai excepto en los casos en los cuales Adonai está además de 
Jehováh; en estos casos son sustituidas con las vocales de Elohim. El uso de una 
simple shewa en la primera sílaba de Jehováh, en lugar de la shewa compuesta en 
la correspondiente sílaba de Adonai o Elohim, es requerida por las reglas de la 
gramática hebrea que gobiernan la utilización de la shewa. De allí la pregunta: 
¿Cuáles son las verdaderas vocales de la palabra Jehováh?
Algunos eruditos han sostenido recientemente que la palabra Jehováh data sólo 
del año 1520 (cf. Hastings, "Dictionary of the Bible2, II, 1899, p.199; Gesenius-Buhl, 
"Handwörterbuch", 13th ed., 1899, p.311). Drusisus (loc.cit., 344) pone a Peter 
Galatinus como el inventor de la palabra Jehováh, y a Fagius como propagador en 
el mundo de los eruditos y comentadores. Pero los escritores del siglo 
dieciséis, católicos y protestantes (e.g. Cajetan y Théodore de Bèze), están 
perfectamente familiarizados con la palabra. Galatinus mismo ("Areana cathol. 
veritatis", I, Bari, 1516, a, p.77) pone la forma como conocida y recibida en su 
tiempo. Además, Drusius (loc.cit., 351) la descubrió en Porchetus, un teólogo 
del siglo catorce. Finalmente la palabra es encontrada incluso en la "Pugio 
fidei" de Raymund Martin, una obra escrita cerca de 1270 (ed. Paris, 1651, pt. 
III, dist. ii, cap. iii, p.448, y Note, p.745). Probablemente la introducción 
del nombre de Jehováh predata incluso a R. Martin.
No sorprende entonces que esta forma haya sido considerada como la verdadera 
pronunciación del Nombre Divino por eruditos como Michaelis ("Supplementa ad 
lexica hebraica", I, 1792, p.524), Drach (loc.cit., I, 469-98), Sier (Lehrgebäude 
der hebr. Sprache, 327) y otros.
· Jehováh está compuesto de las formas abreviadas del imperfecto, el participio 
y el perfecto del verbo hebreo "ser" (ye=yehi; ho=howeh; wa=hawah). De acuerdo a 
esta explicación, el significado de Jehováh sería "el que será, es y ha sido". 
Pero tal formación de palabras no tiene analogía en el idioma hebreo.
· La forma abreviada de Jeho supone la forma completa Jehováh. Pero la forma 
Jehováh no puede explicar las abreviaturas Jahu y Ja, en tanto que la 
abreviatura Jeho pudiera ser derivada de otra palabra.
· Se dice que el Nombre Divino está parafraseado en Apoc., i, 4, y iv, 8, por la 
expresión ho on kai ho en kai ho erchomenos, "el que será"; pero realmente 
significa "el que viene", así que después de la venida del Señor, Apoc., xi, 17, 
retiene solamente ho on kai ho en.
· La comparación de Jehováh con el latín Jupiter, Jovis. Pero esto ignora por 
completo las formas más completas de los nombres latinos Diespiter, Diovis. 
Cualquier conexión de Jehováh con el nombre divino egipcio consistente en las 
siete vocales griegas ha sido rechazado por Hengstenberg (Beitrage sur Einleiung 
ins Alte Testament, II, 204 ss.) y Tholuck (Vermischte Schriften, I, 349 ss.).
Para consultar los escritores antiguos:
· Diódoro Siculo escribe Jao (I, 94);
· Ireneo ("Adv.Haer.", II, xxxv, 3, en P.G., VII, col.840), Jaoth;
· Los heréticos Valentinianos (Ir., "Adv.Haer.", I, iv, 1, en P.G., VII, 
col.481), Jao;
· Clemente de Alejandría ("Strom.", V, 6, en P.G., IX, col.60), Jaou;
· Orígenes ("in Joh.", II, 1, en P.G., XIV, col.105), Jao;
· Porfirio (Eus., "Praep.evang.", I, ix, en P.G., XXI, col.72), Jeuo;
· Epifanio ("Adv.Haer.", I, iii, 40, en P.G., xli, col.685), Ja o Jabe;
· Pseudo-Jerónimo ("Breviarium in Pss.", en P.L. XXVI, 828), Jaho;
· Los Samaritanos (Theodoret, en "Ex. quaest.", xv, en P.G., LXXX, col.244), 
Jabe;
· Jacobo de Edessa (cf., Lamy, "La science catholique", 1891, p.196), Jehjeh;
· Jerónimo ("ep. xxv ad Marcell.", en P.L., XXII, col.429) habla de ciertos 
escritores ignorantes del griego que transcribían el Nombre Divino hebreo || | 
|| |.
El lector juicioso percibirá que la pronunciación samaritana Jabe probablemente 
es la que más se acerca al sonido verdadero del Nombre Divino; los otros 
escritos primitivos transmiten únicamente abreviaturas o corrupciones del nombre 
sagrado. Insertando las vocales de Jabe en el texto consonántico hebreo 
original, obtenemos la forma Yahvéh (Yahweh), que ha sido generalmente aceptada 
por los modernos eruditos como la verdadera pronunciación del Nombre Divino. No 
meramente está estrechamente conectada con la pronunciación de la antigua 
sinagoga por medio de la tradición samaritana, sino que permite la legítima 
derivación de todas las abreviaturas del nombre sagrado en el Antiguo 
Testamento.
II. SIGNIFICADO DEL NOMBRE DIVINO
Yahvéh (Yahweh) es uno de los nombres hebreos arcaicos, tales como Jacob, José, 
Israel, etc. (cf. Ewald, "Lehrbuch der hebr.Sprache", 7ª ed., 1863, p.664), 
derivado del imperfecto de tercera persona de modo que atribuye a una persona o 
cosa la acción de la cualidad expresada por el verbo después de la manera de un 
adjetivo verbal o un participio. Furst ha coleccionado la mayoría de estos 
nombre y llama a la forma forma participialis imperfectiva. Como el Nombre 
Divino es una forma imperfecta del arcaico verbo hebreo "ser", Yahvéh significa 
"El que es", Aquel cuya nota característica consiste en ser, o simplemente "El 
Existente".
Aquí somos confrontados con la cuestión, si Yahvéh es el hiphil imperfecto o el 
qal imperfecto. Calmet y Le Clere creen que el Nombre Divino es una forma hiphil; 
por tanto significa, de acuerdo a Schrader (Die Keilinschriften und das alte 
Testament, 2nd.ed., p.25), Aquel que trae a la existencia, el Creador, y de 
acuerdo a Lagarde (Psalterium Hieronymi, 153), Aquel que causa la llegada, Aquel 
que cumple Sus promesas, el Dios de la Providencia. Pero esta opinión no se 
mantiene con Ex., iii, 14, ni hay rastro en hebreo de una forma hiphil del verbo 
"ser"; además, esta forma hiphil es proporcionada en idiomas afines mediante la 
forma pi'el, excepto en siríaco donde el hiphil es de uso raro y tardío.
Por otra parte, Yehveh puede ser un imperfecto qal desde un punto de vista 
gramatical y la exégesis tradicional de Ex., iii, 6-16, parece necesitar la 
forma Yahvéh. Moisés le pide a Dios: "Si ellos me dijeran: ¿Cuál es su nombre 
(de Dios)? ¿Qué deberé decirles? Al contestar, Dios regresa tres veces 
diferentes a la determinación de Su nombre. Primero, Él usa el imperfecto en 
primera persona del verbo hebreo "ser"; aquí la Vulgata, la Septuaginta, Aquila, 
Teodosion y la Versión Arábiga suponen que Dios utiliza el imperfecto qal; 
solamente los Targum de Jonathán y de Jerusalén implican el imperfecto hiphil. 
Por tanto tenemos las traducciones: "Yo soy el que soy" (Vulg.), "Yo soy el que 
es" (Sept.), "Yo soy el que será" (Aquila, Tedosion), "El Eterno que no cesa" (Ar.); 
solamente los Targum arriba mencionados ven alguna referencia a la creación del 
mundo. La segunda vez, Dios usa de nuevo el imperfecto de la primera persona del 
verbo hebreo "ser"; aquí las versiones siríaca, samaritana y persa, y los Targum 
de Onkelos y Jerusalén retienen la palabra hebrea, así que uno no puede decir si 
consideran el imperfecto como la forma qal o la hiphil; la versión arábiga omite 
la cláusula completa; pero la Septuaginta, la Vulgata y el Targum de Jonathán 
suponen aquí el imperfecto qal: "El que es, me ha enviado a Uds." en lugar de 
"Yo soy, me ha enviado a Uds.": (Vulg.); "ho on me envió a Uds." (Sept.); "Yo 
soy el que es y que será, me ha enviado a Uds." (Targ. Jon.). Finalmente, la 
tercera vez, Dios usa la tercera persona del imperfecto, o la forma del nombre 
sagrado por sí misma; aquí la versión samaritana y el Targum de Onkelos retienen 
la forma hebrea; la Septuaginta, la Vulgata y la versión siríaca traducen 
"Señor", aunque de acuerdo a la analogía de los anteriores dos pasajes, deberían 
ser transcritos: "El que es, el Dios de vuestros padres,.... me ha enviado a 
Uds."; la versión arábiga sustituye "Dios". La exégesis clásica, por tanto, 
considera Yahvéh como el qal imperfecto del verbo hebreo "ser".
Aquí se presenta otra cuestión por sí misma: ¿El ser predicado de Dios en Su 
Nombre es el ser metafísico denotando nada sino la existencia misma, o es un ser 
histórico, una manifestación transitoria de Dios en el tiempo? La mayoría de los 
escritores protestantes consideran el ser implícito en el nombre Yahvéh como uno 
histórico, aunque algunos no excluyen completamente ideas metafísicas tales como 
la independencia de Dios, la constancia absoluta, la fidelidad a Sus promesas y 
la inmutabilidad en Sus planes (cf. Diver, "Hebrew Tenses", 1892, p.17). Las 
siguientes son las razones alegadas para el significado histórico del "ser" 
implícito en el Nombre Divino:
· El sentido metafísico del ser era demasiado oscuro para los tiempos 
primitivos. Aun, algunas de las especulaciones egipcias de los primeros tiempos 
son casi tan oscuras; además, no era necesario que los judíos del tiempo de 
Moisés comprendieran totalmente el significado implícito en el nombre de Dios. 
El desarrollo científico de su sentido podría ser dejado a los futuros teólogos 
cristianos.
· El verbo hebreo hayah significa más bien "llegar a ser" que "ser" 
permanentemente. Pero autoridades serias niegan que el verbo hebreo denote estar 
en movimiento más que ser en una condición permanente. Es cierto que el 
participio habría expresado más claramente un estado permanente; pero luego, el 
participio del verbo hayah es encontrado únicamente en Ex., ix, 3, y pocos 
nombres propios hebreos son derivados del participio.
· El imperfecto expresa principalmente acción de alguien que entra otra vez en 
escena. Pero éste no es siempre el caso; el imperfecto hebreo es un verdadero 
tiempo aoristo , prescindiendo del tiempo y, por tanto, mejor adaptado a los 
principios generales (Dirver, p.38).
· "Soy quien soy" parece referirse a "Estaré contigo" del v.12; ambos textos 
parecen ser aludidos en Os., i, 9, "No seré de ustedes". Pero si esto es cierto, 
"Yo soy quien soy" debe ser considerado una elipse: "Yo soy quien estoy con 
ustedes", o "Yo soy quien soy fiel a mis promesas". Esto es suficientemente 
duro; pero llega a ser inadmisible en la cláusula: "Yo soy el soy, me ha 
enviado".
Desde entonces el imperfecto hebreo aceptadamente no ha de ser considerado como 
un futuro y puesto que la naturaleza del lenguaje no nos fuerza a ver en él la 
expresión de la transición o del llegar a ser, y puesto que, además, la temprana 
tradición es bastante fija y el carácter absoluto del verbo hayah ha inducido 
aun a los más ardientes partidarios de su sentido histórico a admitir en los 
textos una descripción de la naturaleza de Dios, las reglas de la hermenéutica 
nos urgen a tomar las expresiones en Ex., iii, 13-15, por lo que valen. Yahvéh 
es El Que Es, esto es, Su naturaleza está mejor caracterizada por Ser, si en 
realidad debe ser designada por un nombre propio personal diferente del término 
Dios (Revue biblique, 1893, p.338). Las teorías escolásticas en cuanto a la 
profundidad del significado latente en Yahvéh (Yahwéh) descansan por tanto, 
sobre un sólido fundamento. Los seres finitos son definidos por su esencia: Dios 
puede definirse únicamente por ser, puro y simple, nada menos y nada más; no el 
ser abstracto común a todo y característico de nada en particular, sino por ser 
concreto, el ser absoluto, el océano de todo ser sustancial, independiente de 
cualquier causa, incapaz de cambio, excediendo toda duración, porque Él es 
infinito: "Alfa y Omega, el principio y el fin... aquél que era, es y será, el 
Todopoderoso" (Apoc, i, 8). Cf. Sto.Tomás, I, qu. xiii, a. 14; Franzelin, "De 
Deo Uno" (3ª ed., 1883, thesis XXIII, pp 279-86).
III. ORIGEN DEL NOMBRE YAHVÉH (YAHVÉH)
La opinión de que el nombre Yahvéh fue adoptado por los judíos a partir de los 
cananitas, ha sido defendida por von Bohlen (Genesis, 1835, p. civ), Von der Alm 
(Theol.Briefe, I, 1862, pp. 524-27), Colenso (The Pentateuch, V, 1865, pp 
269-84), Goldziher (Der Mythus bei den Hebräern, 1867, p.327), pero ha sido 
rechazada por Kuenen ("De Godsdienst van Israel", I, Haarlem, 1869, pp. 379-401) 
y Baudissin (Studien, I, pp. 213-18). Por los antecedentes es improbable que 
Yahvéh, el irreconciliable enemigo de los cananitas, fuera originalmente un dios 
cananeo.
Ha sido dicho por Vatke (Die Religion des Alten Test., 1835, p.672) y J.G. 
Müller (Die Semiten in ihrem Verhältniss zu Chamiten und Japhetiten, 1872, 
p.163) que el nombre Yahvéh es de origen indoeuropeo. Pero la transición de la 
raíz sánscrita, div -el latín Jupiter-Jovis (Diovis), el griego Zeus-Dios, el 
indoeuropeo Dyaus en la forma hebrea Yahvéh nunca ha sido satisfactoriamente 
explicada. El alegato de Hitzig (Volesungen über bibl. Theol., p.38) que los 
indoeuropeos proveyeron al menos la idea contenida en el nombre Yahvéh, aun si 
no originaron el nombre mismo, carece en absoluto de valor.
La teoría de que Yahvéh es de origen egipcio puede tener alguna probabilidad a 
priori, puesto que Moisés fue educado en Egipto. Sin embargo, las pruebas no son 
convincentes:
· Röth (Die Aegypt. und die Zoroastr. Gaubenslehre, 1846, p.175) deriva el 
nombre hebreo del antiguo dios-luna Ih o Ioh. Pero no hay conexión entre el 
Yahvéh hebreo y la luna (cf. Pierret, "Vocabul. Hiérogl.", 1875, p.44).
· Plutarco (De Iside, 9) nos dice que una estatua de Atenea (Neith) en Sais 
mostraba la inscripción: "Yo soy todo lo que ha sido, es y será". Pero Tholuck (op.cit., 
1867, pp.189-205) muestra que el significado de esta inscripción es 
completamente diferente de la del nombre Yahvéh.
· Los que apoyan el origen egipcio del nombre sagrado apelan a lo común. La 
fórmula egipcia, Nuk pu nuk aunque tiene el significado literal de "Yo soy yo", 
su significado verdadero es "Soy aquél que" (cf. Le Page Renouf, "Hibbert 
Lectures for 1879", p.244).
En cuanto a la teoría de que Yahvéh tiene un origen caldeo o acadio, su base no 
es muy sólida:
· Yahvéh se ha dicho sería una mera forma artificial introducida para dar 
significado al nombre del dios nacional (Delitzch, "Wo lag das Padies", 1881, 
pp. 158-64); el nombre común y popular de Dios se ha dicho habría sido Yahu o 
Yah, siendo la letra "l" el elemento divino esencial en el nombre. El argumento, 
si es cierto, no prueba el origen caldeo o acadio del nombre divino hebreo; 
además la forma Yah es rara y exclusivamente poética; Yahu nunca aparece en la 
Biblia, mientras que la forma ordinaria completa del Nombre Divino es encontrada 
incluso en la inscripción de Mesa (línea 18) que data del siglo IX a.C.
· Yahu y Yah eran conocidos fuera de Israel; las formas entran en la composición 
de nombres propios extranjeros; además, la variación del nombre de cierto Rey de 
Hammath muestra que Ilu es equivalente a Yau, y que Yau es el nombre de un dios 
(Schrader, "Bibl. Bl.", II, p. 42, 56; Sargon, "Cylinder", xxv; Keil, "Fastes", 
I, 33). Pero los nombres propios extranjeros conteniendo Yah o Yahu son 
extremadamente raros y dudosos y pueden ser explicados sin admitir dioses en 
naciones extranjeras, llevando el sagrado nombre. De nuevo, el panteón 
babilónico al presente es bastante conocido, pero el dios Yau no aparece en él.
· Entre los babilonios pre-semitas, l es sinónimo de Ilu, el dios supremo; ahora 
l con la terminación nominativa asiria llega a ser Yau (cf. Delitzsch, "Lesestücke", 
3rd ed., 1885, p.42, Syllab. A, col. I, 13-16). Hommel (Altisrael. 
Ueberlieferung, 1897, pp. 144-225 se siente seguro de que ha descubierto este 
dios caldeo Yau. Es el dios que es representado ideográficamente (ilu) A-a, pero 
ordinariamente pronunciado como Malik, aunque la expresión debería ser leída 
como Ai o la (Ya). La familia patriarcal empleaba este nombre y Moisés lo pidió 
prestado y lo transformó. Pero Lagrange señala que los judíos no creían que 
ofrecían sus hijos a Yahvéh, cuando los sacrificaban a Malik (Religion semitique, 
1905, pp. 100 ss.), Jer., xxxii, 35, y Soph., i, 5, distinguen entre Malik y el 
Dios hebreo.
Cheyne (Traditions and Beliefs of Ancient Israel, 1907, p. 63 ss.) conecta el 
origen de Yahvéh con su teoría de Yerahme'el; pero aun los críticos más 
vanguardistas consideran la teoría de Cheyne como un desprestigio para la 
crítica moderna. Otras opiniones en cuanto al origen del nombre sagrado pueden 
tranquilamente omitirse. El punto de vista de que Yahvéh es de origen hebreo es 
la más satisfactoria. Arguyendo de Ex., vi, 2-8, comentadores tales como Nicolás 
de Lyra, Tostatus, Cajetan, Bonfrère, etc., sostienen que el nombre fue revelado 
por primera vez a Moisés en el Monte Horeb. Dios declara en esta visión que El 
"se apareció a Abraham... mediante el nombre de Dios Todopoderoso; y mi nombre 
Adonai [Yahvéh] no se los mostré". Pero la frase "aparecer mediante el nombre" 
no necesariamente implica la primera revelación de ese nombre; más bien 
significa la explicación del mismo, o una manera de actuar en conformidad con el 
significado del nombre (cf. Robion in "la Science cathol.", 1888, pp. 618-24; 
Delattre, ibid., 1892, pp. 673-87; van Kasteren, ibid., 1894, pp. 296-315; 
Robert in "Revue biblique", 1894, pp. 161-81). En el Monte Horeb Dios dijo a 
Moisés que El no ha actuado con los Patriarcas como el Dios de la Alianza, 
Yahvéh, sino como Dios Todopoderoso.
Tal vez sea preferible decir que el nombre sagrado, aunque quizá en una forma 
algo modificada, había estado en uso en la familia patriarcal antes del tiempo 
de Moisés. En el Monte Horeb Dios reveló y explicó la forma exacta de Su nombre, 
Yahvéh:
· El nombre sagrado ocurre en el Génesis 156 veces; esta aparición frecuente 
difícilmente puede ser una mera prolepsis .
· Gén., iv, 26, declara que Enós "comenzó a invocar el nombre del Señor [Yahvéh], 
o como el texto hebreo sugiere, "comenzó a llamarse a sí mismo tras el nombre de 
Yahvéh".
· Jochabed, la madre de Moisés, tiene en su nombre la forma abreviada Jo (Yo) de 
Yahvéh. La existencia pre-mosaica del Nombre Divino entre los hebreos se explica 
más fácilmente por este hecho que la suposición de que el elemento divino fue 
introducido después de la revelación del nombre.
· Entre los 163 nombres propios que llevan un elemento del nombre sagrado en su 
composición, 48 tienen yeho o yo al inicio, y 115 tienen yahu o yah al final . 
Mientras que la forma Yahvéh jamás aparece en tal composición. Tal vez pudiera 
suponerse que tales formas abreviadas yeho, yo, yahu, yah, representan el Nombre 
Divino como existía entre los israelitas antes de que el nombre completo Yahvéh 
fuera revelado en el Monte Horeb. Por otra parte, Driver (Studia bíblica, I, 5) 
ha mostrado que estas formas cortas son las abreviaturas regulares del nombre 
completo. En todo caso, mientras que no es seguro que Dios revelara Su sagrado 
nombre a Moisés por primera vez, con seguridad en el Monte Horeb Él reveló que 
Yahvéh es Su nombre incomunicable y explicó su significado.
Además de las obras referidas en el texto, el lector puede consultar: RELAND, 
Deeds Excreitationum (Utrecht, 1707); SCHRADER in SCHENKEL'S Bibel Lexicon, s. 
v. Jahve; PHAT, Dict. de la Bible, s.v. Jehovah; ROBERTSON SMITH in Brit. and 
Foreign Evan. Review (January, 1876), gives a summary of recent discussion of 
the subject; OEHLER, Real-Encyclopadie, S.V. Jehova. 
A.J. MAAS 
Transcrito por Thomas M. Barrett 
Dedicado a Mary Kathryn French Barrett
Traducido por Eduardo Torres