San
Gregorio II, Papa
EnciCato
(reino del 715 al 731)
Quizás el más grande de los grandes papas que ocuparon la silla de San Pedro
durante el siglo VIII, romano, hijo de Marcelo y Honesta. Sus contemporáneos en
el Oeste lo conocían como Gregorio, el Hijo o el Menor. En el Este lo confundían
con Gregorio I (autor de los "Diálogos") y lo conocían como "Dialogus". No se
conoce el año de su nacimiento, pero desde muy joven demostró interés por la
Iglesia y el Papa lo puso en la "schola cantorum". Se le nombró subdiácono y
sacellarius (pagador y limosnero) de la Iglesia Romana por Sergio I. Se le
confió el cuidado de la biblioteca papal y tiene el honor de ser el primer
sacellarius papal o bibliotecario que hoy conocemos por su nombre propio. Cuando
era diacono había dado tales indicios de carácter y de una privilegiada
inteligencia que el Papa Constantino lo escogió para discutir los cánones del
Quincuagésimo sexto Concilio con el truculento tirano Justiniano II. La
confianza del Papa no fue mal ubicada. El diácono Gregorio, con sus admirables
respuestas, resolvió toda dificultad elevada por el emperador. Una de las
primeras tareas que Gregorio atendió cuando llega al papado el 19 de Mayo de
715, fue la reparación de las murallas de Roma. No fue la última vez que los
lombardos, los viejos enemigos de los romanos, atacaron la ciudad y ahora un
nuevo enemigo se presentaba. El Mediterráneo rápidamente se convertía en un lago
de sarracenos, y se temía que los musulmanes trataran descender sobre la misma
ciudad eterna de Roma. Gregorio había logrado buen progreso con la reparación
cuando varias causas se combinaron con una devastadora inundación del río Tíber
para evitar que se completase. A través de su pontificado Gregorio no falló en
auscultar con ansiedad el movimiento de los sarracenos, y se le reconoce el
haber enviado muestras de estimulo a los líderes francos que repelían su avance
en las Galias.
En el primer año de su pontificado recibió una carta de Juan, Patriarca de
Constantinopla. Dirigida a "la sagrada cabeza de la Iglesia", verdaderamente era
una apología por haberse mostrado aceptante de Philippieus Bardanes en lo
referente al monotelismo. Gregorio también recibió a varios distinguidos
peregrinos durante su pontificado. Entre los muchos peregrinos anglo-sajones que
fueron a Roma durante su pontificado, los más famosos fueron el abad Ceolfrido y
la reina Ina, de los cuales uno llevo al Papa el famoso Códice Amiatino y el
otro fundó la "Schola Aglorum". El duque Teodo I de Baviera también fue a rezar
en Roma, e indudablemente también para obtener más predicadores del Hospel para
su país. Entre los que Gregorio despacho para la conversión de Baviera estaba
San Corbibiano, quien se convirtió en uno de los apóstoles alemanes. Pero el
gran apóstol de Baviera, y generalmente de Alemania, fue San Winfrido o
Bonifacio, como posteriormente se le llamó. Ansioso por predicar a los infieles,
fue a Roma y Dios "movió al Pontífice de la gloriosa Sede" a cumplir sus deseos.
Envió a Bonifacio "a las salvajes naciones de Alemania", mandándole con la
innegable autoridad de San Pedro: "ve y predica las verdades de ambos
testamentos". Gregorio continuamente observó y estimulo la obra de Bonifacio. En
722 lo consagró Obispo e interesó al famoso Carlomagno en sus obras. Gregorio
fue un gran patrón de las ordenes monásticas. Cuando murió su madre, convirtió
su mansión familiar en un monasterio y fundó o restauro otros tantos. Entre
otros que ayudo en restaurar esta la famosa Abadía de Monte Casino. Durante el
principio de su pontificado, Gregorio estuvo en buenos términos con los
lombardos. Su rey formó sus leyes bajo su influencia; pero sus duques, con o sin
el consentimiento del rey, envolvieron la península tomando partes del imperio
Griego. El exarca griego de Ravena fue incapaz de eludir el avance lombardo, por
lo que Gregorio apeló a Carlomagno y a los francos. Carlomagno no hubiese ido,
pero mayor conmoción en Italia de la que pudiese provocar su llegada, fue la
publicación allí de los decretos del emperador griego, León II, conocido como el
Isáurico o Iconoclasta (727). Los italianos previamente habían sido enardecidos
por su intento de cargarlos con extraordinarios impuestos. A pesar de los
intentos de oficiales griegos para matarle, Gregorio se opuso al emperador en
sus intenciones tributarias y en sus indebidas interferencias en el dominio de
la autoridad eclesiástica. Entonces fue la oportunidad para los lombardos.
Cuando el exarca trató de obligar al Papa a obedecer los decretos imperiales,
ellos fueron sus defensores. Casi todos los distritos bizantinos en Italia se
tornaron contra el emperador, y el Papa hasta pudiese haber elegido otro
emperador para oponérsele. Cuando todo se veía perdido para la causa bizantina
en Italia, Eutiquio, el último exarca, confabulo para separar los lombardos del
lado del Papa y moverlos en su contra. El exarca iba a ayudar Liutprando, el rey
lombardo, a traer los casi independientes duques lombardos de Benevento y
Spoleto en total sumisión a su autoridad y Liutprando lo ayudaría poniendo al
Papa de rodillas. Pero la influencia personal de Gregorio sobre Liutprando fue
capaz de disolver esta anormal alianza, y devolvió el trato del exarca
proveyéndole tropas (al rey) para detener una rebelión contra la autoridad
imperial.
Sobre los esfuerzos de Gregorio contra el emperador iconoclasta y sus
representantes en Italia, ciertos asuntos dudosos aquí se han omitido. Por
ejemplo, se sabe que durante el 730 Ravena cayó brevemente a manos de los
lombardos y que por los esfuerzos del Papa y de los venecianos fue recuperada y
permaneció por uno o dos años más como parte del imperio bizantino. Sin embargo,
no se conoce si fue Gregorio II o Gregorio III el que rindió este importante
servicio a León III. Probablemente lo fue Gregorio II alrededor del 727, aunque
posiblemente las dos cartas de condenación que supuestamente Gregorio II envió a
León III hayan sido genuinas. Si fuesen autenticas, entonces no solo seria
cierto que Ravena fue tomada por los lombardos cerca del 727, sino que también
la autoridad temporal e independiente de los papas ciertamente comenzó con
Gregorio II y que él fue conciente de la misma. Posteriormente cuando
historiadores griegos aseveran que Gregorio "separó a Roma a Italia y a todo el
Oeste de la subordinación política y eclesiástica" del imperio Bizantino,
simplemente exageran su oposición a los impuestos ilegales del emperador y a sus
edictos iconoclastas. A pesar de toda provocación, Gregorio nunca se desvió en
su lealtad al iconoclasta emperador, pero según su obligación se opuso a los
esfuerzos de destruir un articulo de la fe católica. Por las cartas, que envió a
todas partes, aviso contra las enseñazas del emperador, y en el Concilio de Roma
(727) proclamó la verdadera doctrina sobre el culto a las imágenes. Apoyó según
mejor pudo a San Germanio, Patriarca de Constantinopla, en su resistencia al
"evangelio de León", y amenazó con destituir a Anastasio, quien remplazó al
santo en la Sede de Constantinopla, si el no renunciaba su herejía. Gregorio
reconoció al Patriarca de Foro, Julio (Cividale) y al Patriarca de Grado como
sucesores conjuntos a la original Sede Metropolitana de Aquilea, por tal razón
ambos prelados vivieron en paz algún tiempo.
Gregorio murió en Febrero, siendo enterrado en San Pedro el 11 de Febrero de
731. Se le honra como Santo en Roma y en otros catálogos.
Liber Pontificalis (Paris, 1886), I, 396 sqq., ed. DUCHESNE; PAUL THE DEACON, in
Mon. GERM. Hist.; Scripores Longob.;BEDE; THEOPHANES; JOHN THE DEACON OF VENICE.
etc.; Letters of ST. BONIFACE in Mon. Germ. Hist.; Epp., III; HEFELE, History of
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1896), VI; BURY, History of the Later Roman Empire; HIRSCH, Il ducato di
Benevento, Italian tr.; MALFATTI, Imperatori e Papi; BRUNENGO, I primi Papi Ree
Pultimo dei Re Longobardi; DUCHESNE, The Beginnings of the Temporal Sovereignty
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Constantinople; MANN, Lives of the Popes in the Early Middle Ages (London,
1902), I, Pt. II.
HORACE K. MANN
Transcrito por Janet van Heyst
Traducido por Anónimo de Borinquen