Exorcismo
EnciCato
El exorcismo es (1) el acto de echar o sacar demonios, o espíritus malignos
fuera de las personas, sitios u objetos que son supuestamente poseídos o
plagados por ellos, o que son suceptibles de llegar a ser víctimas o
instrumentos de su malicia; (2) el acto de usar los medios para este propósito
especialmente la solemne y autoritaria reprensión del demonio, en el nombre de
Dios, o cualquier poder superior al cual él es sujeto. La palabra que no es en
sí bíblica viene de la palabra griega exorkizo, que es usada en la traducción
griega (Gén. XXIV,3 = provoca a jurar; III (I) Reyes XXII, 16 = ordenar), y en
Mat. XXVI, 63, por el sumo sacerdote contra Cristo, "Yo te ordeno por el Dios
vivo. . ." La palabra horkizo y el sustantivo exorkistes (exorcista) aparece en
los Hechos XIX, 13, donde le último (en plural) es aplicado a unos Judíos
andantes que profesaban ser capaces de echar demonios. La expulsión por orden es
entonces el primer sentido del exorcismo, y cuando, como es en el uso cristiano,
esta orden es dada en el nombre de Dios o de Cristo, el exorcismo es
estrictamente acto o rito religioso. Mas en las religiones étnicas, y aun entre
los Judíos desde el tiempo en que hay evicencia de haber sido popular, el
exorcismo que es un acto de religión es ampliamente sustituído por el uso de
medios supersticiosos y mágicos, a lo cual los escritores no católicos muchas
veces en estos tiempos asimilan el exorcismo cristiano. La superstición no debe
ser confundida con la religión, a pesar de que gran parte de sus historias han
sido mezcladas, ni siquiera la magia blanca puede ser confundida con ritos
religiosos legítimos.
EN LAS RELIGIONES ÉTNICAS
El uso de medios de protección contra las molestias de espíritus malignos,
reales o supuestas, sigue naturalmente la fe en su existencia, y es, y será
siempre, la característica de las religiones étnicas, salvajes o civilizadas.
Sólo dos de las religiones de la antigüedad, la Egipcia y la Babilónica, caben
en este renglón. Pero no será tarea fácil, aun en el caso de estas dos
religiones, de aislar lo que toca estrictamente nuestro tema de toda la masa de
pura magia en la cual está sumergido. Los Egipcios atribuían a los demonios
ciertas enfermedades y varios tipos de males, y creían en la eficacia de los
hechizos mágicos y encantamientos para espantar o echarlos. El muerto en
especial necesitaba ser fortalecido por la magia para que pudiera hacer con
seguridad su último viaje hacia el mundo del más allá .(ver Budge, Egyptian
Magic, London, 1899). Sin embargo no hay mención de exorcismo en los documentos
Egipcios.
En el famoso caso en el cual un demonio a sido expulsado de la hija del Príncipe
de Bekthten, el ministerio humano fue sin valor y el dios Khonsu en persona tuvo
que ser mandado desde Thebes para esta misión. El demonio se retiró en forma
elegante cuando fue confrontado con el dios y éste le hizo un gran banquete
antes que se fuera "a su lugar " (op. cit. p. 206 sq.). La magia de los
Babilonios se mezclaba ampliamente con la medicina, ciertas enfermedades eran
consideradas como el efecto de posesiones demoníacas y el exorcismo era
considerado como la más fácil, sino la única forma de curarlas(Sayce, Hibbert
Lect. 1887, 310). Para este propósito se empleaban ciertas fórmulas de conjuro
por las cuales algún dios, diosa o deidad era invocado para echar al maligno y
reparar las malas consecuencias de su posesión. El ejemplo siguiente (de Sayce,
op. cit., 441 seq.) puede ser citado : " Al demonio que se apodera de un hombre,
Al demonio (ekimmu) que se apodera de un hombre, Al demonio que causa maldad, Al
demonio del mal, Conjura, Oh espíritu del cielo; Conjura, Oh espíritu de la
tierra ". Para otros ejemplos ver King, Babylonian Magic and Sorcery (Londres,
1896).
ENTRE LOS JUDÍOS
No hay en el Antiguo Testamento caso en que demonios fueron expulsados por
hombres. En el libro de Tobías, VIII, 3, es el ángel que " cogió el demonio y lo
ató en el desierto del Egypto alto "; y la instrucción previa dada al joven
Tobías (VI, 18,and 19) de quemar el corazón del pez en la alcoba matrimonial
parece haber sido un plan del mismo ángel para esconder su verdadera identidad.
Sin embargo, en la literatura judía fuera del cánon bíblico, excistían
encantamientos para exorcizar demonios que se encuentran en el Talmud Talmud (Schabbath,
XIV, 3; Aboda Zara, XII, 2; Sanhedrin, X, 1). Estos encantamientos, a veces,
estaban escritos en la superficie interior de platos de madera de los cuales hay
una colección (estimada ser de séptimo siglo A.D) conservada en el Museo Real de
Berlín; las inscripciones de la colección han sido publicadas y traducidas por
Wohlstein in the "Zeitschrift für Assyriologie" (Dic., 1893; Abril, 1894). Las
principales características de esos exorcismos judíos eran la mención de nombres
que se creía ser eficaz., por ejemplo los nombres de ángeles buenos que podían
ser usados solos o en combinación con el nombre de Dios "ÉL". En efecto, la
creencia en el mero uso de nombres ha caído desde mucho tiempo en la
superstición entre los Judíos y se consideraba más importante que se usaran
nombres appropiados, lo que ha variado con el tiempo y las ocasiones. Era, sin
duda, esta creencia supersticiosa que impulsó a los hijos de Esceva que habían
visto los exorcismos exitosos de San Pablo en nombre de Jesús a probar por su
cuenta la fórmula: "Te conjuro por Jesús a quien predica Pablo", con resultados
desastrosos para ellos (Hechos, XIX, 13). Había una creencia popular judía,
aceptada por el erudito escritor Josef, que decía que Salomón había recibido el
poder de echar demoniosa y que él había compuesto y transmitido una cierta
fórmula que era eficaz para este propósito. El historiador judío recuerda como
un cierto Eleazar, en la presencia del Emperador Vespasiano y sus oficiales,
tuvo éxito por medio de un anillo mágico aplicado a la nariz de un poseído en
echar el demonio por los hoyos de su nariz. La virtud del anillo era debida al
hecho que contenía una raíz rara indicada en la fórmula de Salomón y que era
extramadamente difícil de conseguir (Ant. Jud, VIII, II, 5; cf. Bell.Jud. VII,
vi, 3). Pero fuera de supersticiones y magia, en la respuesta de Cristo a los
Fariseos que lo acusaban de echar demonios por el poder de Belzebú, la práctica
de exorcismos entre los judíos es supuesta cuando Jesús les contesta : " y si yo
expulso demonios por el poder de Belzebú, los hijos de ustedes, ¿por el poder de
quien los expulsan? (Mateo XII, 27). No parece razonable entender esta respuesta
de Jesús como mera ironía o puro argumento ad hominen que no implicara una
admisión del hecho; al contrario, en otra parte (Marcos IX, 37-38) tenemos el
relato de una persona que no era de sus discípulos y que echaba demonios en
nombre de Él. Cristo no quiso impedirselo ni tampoco reprenderlo.
EXORCISMO EN EL NUEVO TESTAMENTO
Asumiendo la realidad de la posesión demoníaca contra la cual la autoridad de
Cristo es garantizada (ver OBSESIÓN, POSESIÓN), hay que observar que Jesús apela
a su poder sobre los demonios como una señal reconocida de su Mesianidad
(Mateo., XII, 23,28; Lucas,xi,20).
Asumiendo la realidad de la posesión demoníaca, contra la cual la autoridad de
Cristo es invocada (ver OBSESIÓN, POSESIÓN), hay que notar que Jesús utilizaba
su poder sobre los demonios como una de las señales de su Mesianidad. Él echaba
los demonios, lo declaraba él, con el Dedo de Dios o sea el Espíritu Santo, y no
como los adversarios lo suponían con el poder del príncipe de los demonios (Mt,
XII, 24, 27 ; Mc, III, 22; Lc XI, 15,19); además mostraba que no ejercitaba no
un mero poder delegado sino una autoridad personal que le era propria. Eso es
claro al ver la manera directa e imperativa con la cual ordenaba a los demonios
de partir (Mc, IX, 24; cf i, 25 etc) : " Él echaba los demonios con su palabra y
sanaba a todos los enfermos " (Mt VIII, 16) : A veces, como es el caso de la
hija de la mujer cananea, el exorcismo se hizo a distancia (Mt XV, 22 y
siguientes; Mc VII, 25). A veces también él permitía a los demonios expresar su
conocimiento de Jesús como " el Santo de Dios " (Mc I, 24) o de quejarse que ya
había venido a atormentarlos antes de tiempo, es decir antes del tiempo del
castigo (Mt VIII, 29 y siguientes; Lc VIII, 28 y siguientes). En el caso que la
posesión demoníaca fuera acompañada por alguna enfermedad, no había confusión
entre las dos realidades en la mente de Cristo o de los Evangelistas. En Lucas,
XIII, 32, por ejemplo, el Maestro distingue claramente entre la expulsión del
espíritu malo y la sanación de la enfermedad.
Cristo apoderó a sus Apóstoles y sus Discípulos para echar demonios en su nombre
cuando él estaba todavía en esta tierra (Mt. X, 1 y 8; Mc. VI, 7; Lc. IX, 1; X,
17), y a los creyentes, él prometió el mismo poder (Mc. XVI, 17). Pero la
eficacia de este poder delegado era condicional como se puede ver en el hecho de
que los Apóstoles no tuvieron siempre éxito con sus exorcismos: ciertos tipos de
espíritus, como Cristo lo explicó, pueden ser echados por la oración y el ayuno
(Mt. XVII, 15, 20; Mc. IX, 27,28; Lc. IX, 40) En otras palabras el éxito del
exorcismo por los cristianos, en nombre de Cristo, es sujeto a las mismas
condiciones de las cuales la eficacia de la oración y el uso del poder
carismático dependen. Sin embargo un éxito manifiesto ha sido promitido (Mc. XVI,
17). San Pablo (Hech. XVI, 18; XIX, 12), y sin duda, los otros Apóstoles y
Discípulos, usaron regularmente, según las necesidades, el poder del exorcismo,
y la Iglesia siguió haciéndolo sin interrupción hasta el día de hoy.
EXORCISMOS DE LA IGLESIA
Fuera del exorcismo en sentido estricto – es decir el de echar demonios de los
posesos –el ritual católico, siguiendo las tradiciones tempranas, ha retenido
variedad de otros exorcismos de los cuales vamos a hablar ahora.
(1) Exorcismo de los posesos
Lo tenemos de la autoridad de los escritores de los primeros tiempos quienes se
refieren a este tema. En los primeros siglos, no sólo el clero sino también los
laicos eran capacitados con el poder de Cristo para liberar a los endemoniados y
energúmenos, y su éxito era citado por los apologistas como prueba del origen
divino de la Religion (Justino Mártir, Apol.,6; P.G., VI, 453; Dial., 30,85;
ibid., 537,676 sq; Minutius Félix, Octav.,27,P.L.,III; Origen, Contra Celsum.,I,25;
VII,4,67; P.G., XI,705,1425,1516; Tertuliano, Apol.,22,23; P.L., I,404 sq; etc).
Es claro en todos los testimonios que ningún tipo de magia o medios
supersticiosos fueran utilisado, sino que, en los primeros siglos como en los
tiemps ulteriores, se usaba una simple y autoritaria orden dirigida al demonio
en el nombre de Dios y más específicamente en el nombre de Cristo crucificado.
Era la forma usual de exorcismo.
Algunas veces, añadiendo a las palabras, se usaba acciones simbólicas como el
soplo (insufflatio), la imposición de las manos o haciendo la señal de la cruz.
San. Justino dice que los demonios vuelan con el " toque del soplo de los
cristianos " (II Apol.,6) como de una llama que los quemara, añade San Cirilo de
Jerusalem (Cat.,XX, 3, P.G., XXXIII, 1080). Origen menciona la imposición de las
manos, y San Ambrosio (Paulinus, Vit.Ambr.,n.28,43, P.L, XIV,36,42), San Efrén
Syro (Greg. Nyss., De Vit. Ephr., P.G., XLVI,848) y otros usaban esta ceremonia
en los exorcismos. La señal de la cruz, esta corta y simple forma de expresar su
fe en el Crucificado, invocando su Divino poder, es alabada por muchos Padres
por su eficacia contra todo tipo de molestia demoníaca (Lactantius, Inst., IV,
27, P.L., VI, 531 sq.; Atanasio, De Incarn. Verbi.,n.47, P.G., XXV,180; Basilio,
In Isai., XI,249, P.G., XXX,557, Cirilo de Jerusalén, Cat.,XIII,3 col.773;
Gregorio Nazianzen, Carm. Adv.iram,v,415 sq.; P.G., XXXVII, 842). Los Padres
recomendaban que la orden y las oraciones que la acompañan fueran tomadas de la
fuente de la Sagrada Escritura (Cirilo de Jerusalén., Procat.,n.9,Col.350;
Atanasio, Ad Marcell., n.33, P.G., XXVII,45). El rito presente de exorcismo
usado por la Iglesia está en perfecta concordancia con la enseñanza de los
Padres y es prueba de la continuidad de la Tradición Católica en esta materia.
(2) Exorcismo bautismal
Desde el comienzo de la Iglesia, se ha introducido la práctica de hacer un
exorcismo a los catecúmenos como preparación al Sacramento de Bautismo. Esto no
quería decir que eran considerados como obsesos o endemoniados, sino que sólo
podían haber sido sujetos por la presencia del pecado original y de los pecados
personales en los adultos a la influencia del demonio a cuyas maniobras eran
invitados a renunciar y de las cuales iban a ser liberados por la gracia del
bautismo. El exorcismo en este caso es una anticipación simbólica de uno de los
efectos principales del sacramento de la regeneración; y además, como era usado
en el caso de los niños que no tenían pecados personales, San Agustín podía
apelar a él contra los Pelagianos como argumento acerca de la doctrina del
pecado original (Ep.CXCIV, n.46. P.L., XXXIII,890; C. Jul.III,8; P.L., XXXIV,705,
y otros lugares). San Cirilo de Jerusalén (Procat.,14, col.355) da una
descripción detallada del rito de exorcismo bautismal. Aparentemente en Oriente
la unción con óleo exorcizado forma parte del exorcismo a partir de esta
descripción. El único testigo temprano en la Iglesia Occidental que trata el
tema de la unción es le Cánon Arábico de Hipólito. La Exsufflatio, o expiración
del demonio por parte del catecúmeno, que fue alguna vez parte de la ceremonia,
era símbolo de la renuncia a las maniobras del demonio, mientras que la
Insufflatio, o expiración del Espíritu Santo por los ministros y los asistentes
sobre el candidato, simbolizaba la infusión de la gracia santificante del
sacremento. La mayoría de estas antiguas ceremonias han sido guardadas por la
Iglesia hasta nuestro tiempo en su rito del bautismo solemne.
(3) Otros exorcismos
Según la creencia católica, los demonios o ángeles caídos han retenido un gran
poder natural como seres inteligentes sobre el universo material, y usan objetos
y dirigen fuerzas materiales para sus propósitos malignos; y sobre este poder
que es en sí limitado y sujeto, por supuesto, al control de la Divina
Providencia, se cree que le ha sido permitido ejercer una influencia más amplia
debido a las consecuencias del pecado de la humanidad. Entonces los lugares y
las cosas como las personas son naturalmente posibles víctimas de la infestación
diabólica, dentro del límite permitido por Dios, y el exorcismo en este caso no
es más que una oración a Dios en nombre de su Iglesia para que sea restingido
este poder diabólico en forma sobrenatural, y una profesión de fe en su Voluntad
de que Él lo quiere hacer a favor de sus siervos en la tierra.
Las principales cosas que son formalmente exorcizadas con una bendición es el
agua, la sal, el aceite que son luego usadas en el exorcismo de personas y en
bendiciones o consagración de lugares (iglesias) y objetos (altares, ajuar
litúrgico, campanas) y que son en uso en la liturgia pública o la devoción
privada. El agua bendita, que es el sacramental con el cual los fieles tienen
más alcance es una mescla de agua y de sal; y en la oración de bendición, se le
pide a Dios que colme con poder sobrenatural de protección los que usarán con fe
estos objetos contra las asechanzas del demonio. Este tipo de exorcismo
indirecto por medio de objetos exorcizados es una extensión de la idea original
; pero no introduce nada nuevo y ha sido usado en la Iglesia desde los tiempos
los más remotos. (Ver también EXORCISTA.)
P.J. TONER
Transcrito por Listya Sari Diyah
Traducido por Jean Lacaille, pbro.