Eva
EnciCato
(En hebreo hawwah)
Nombre de la primera mujer, esposa de Adán, madre de Caín, Abel y Set. El nombre
aparece sólo cinco veces en la Biblia. En Gén., 3, 20, se relaciona
etimológicamente con el verbo que significa “vivir”: “Adán llamó a su mujer Eva
[hawwah] por ser ella la madre de todos los vivientes” La versión de los Setenta
en este pasaje dice Zoe (= vida, o dadora de vida), que es una traducción; en
otros dos pasajes (Gén., 4, 1 y 25), el nombre es transcrito Eua. Los datos
bíblicos relativos a Eva se limitan casi exclusivamente a los capítulos segundo,
tercero y cuarto del Génesis (ver ADÁN).
El primer relato de la creación (Gén., 1, “P”) expone la creación de la
humanidad en general, y afirma simplemente que fueron creados hombre y mujer. La
segunda narración (Gén., 2, “J”) es más explícita y detallada. Se representa a
Dios formando al hombre del barro de la tierra, e insuflándole en sus narices el
aliento de vida. De manera semejante, la creación de la primera mujer se
describe con imaginería pintoresca y significativa. En este relato, en el que
las plantas y los animales aparecen en escena sólo después de la creación del
hombre, la soledad de este último (Gén., 2, 18), y su fracaso en encontrar un
compañero adecuado entre los animales (Gén., 2, 20) son expuestas como la razón
por la que Dios determina crear para el hombre una compañera semejante a él. Le
hace caer en un profundo sueño, y tomando una de sus costillas, forma de ella
una mujer, que cuando es traída ante él, es reconocida enseguida como hueso de
su hueso y carne de su carne. Una discusión sobre los argumentos a favor del
carácter histórico, más o menos alegórico de esta narración estaría más allá del
objeto del presente artículo. Baste decir que siempre se ha considerado por los
comentaristas piadosos que el relato bíblico contiene, aparte de la cuestión del
origen del hombre, un significado profundo, práctico y complejo, referido a la
relación mutua entre los sexos establecida por el Creador. Así, la primitiva
institución de la monogamia está implícita en el hecho de que una mujer fuera
creada para un hombre. Eva, tanto como Adán, es objeto de un acto especial de
creación, una circunstancia que indica su igualdad natural con él, mientras que
por otro lado el ser sacada de su costado implica no sólo su papel secundario en
el estado conyugal (I Cor., 11, 9), sino que también subraya la íntima unión
entre marido y mujer, y la dependencia de esta última respecto del primero. “Por
eso deja el hombre a su padre y a su madre y se une a su mujer, y se hacen una
sola carne”.La inocencia de la recién creada pareja se indica claramente en el
versículo siguiente, pero el narrador inmediatamente procede a relatar cuán
pronto adquirieron, por su propia trasgresión, el conocimiento del bien y del
mal, y con él la sensación de vergüenza que previamente les había sido
desconocida. En la historia de la Caída, la causa original del mal es la
serpiente, que en la tradición judía posterior es identificada con Satán
(Sabiduría, 2, 24). Tienta a Eva presumiblemente como la más débil de los dos, y
ella a su vez tienta a Adán, que se rinde a su seducción. Inmediatamente sus
ojos se abren, pero en una forma inesperada. La vergüenza y el remordimiento se
apoderaron de ellos, y buscaron ocultarse de la vista del Señor.
Por su parte en la trasgresión, Eva (y la humanidad femenina con ella) es
condenada a una vida de dolor y trabajo, y a estar bajo el dominio de su marido.
Indudablemente esto último no implicaba que la condición de igualdad esencial
con el hombre fuera alterada, sino que la sentencia expresa lo que, por la
naturaleza de las cosas, era obligado que resultase en un mundo dominado por el
pecado y sus consecuencias. La natural dependencia y sujeción de la parte más
débil estaba destinada a convertirse en algo poco menos que la esclavitud. Pero
si la mujer fue la ocasión de la trasgresión y la caída del hombre, fue también
decretado por el designio divino, que iba a ser fundamental en el plan de
restauración que Dios promete ya en el acto de pronunciar su condena sobre la
serpiente. La mujer ha sufrido una derrota y sus consecuencias son infinitamente
dolorosas, pero en adelante habrá enemistad entre ella y la serpiente, entre su
descendencia y la suya, hasta que por medio de esta última en la persona del
futuro Redentor, que aplastará la cabeza de la serpiente, de nuevo será
vencedora.
De la historia subsiguiente de Eva la Biblia da poca información. En Gén., 4, 1,
leemos que parió un hijo al que llamó Caín, porque lo tuvo (literalmente,
“adquirió” o “poseyó”) por medio de Dios –esta es al menos la interpretación más
plausible de este oscuro pasaje. Más tarde dio a luz a Abel, y la narración no
registra el nacimiento de otro hijo hasta después del asesinato de Abel por su
hermano mayor, cuando ella parió un hijo y le dio el nombre de Set; diciendo:
“Dios me ha dado [literalmente, “puesto” o “designado”] otro descendiente, por
Abel a quien Caín mató”.
Eva es mencionada en el Libro de Tobías (8, 8; los Setenta, 8, 6) donde
simplemente se afirma que fue dada a Adán como ayuda; en II Cor., 11, 3, donde
se hace referencia a su seducción por la serpiente, y en I Tim., 2, 13, donde el
apóstol impone la sumisión y el silencio a las mujeres argumentando que “Adán
fue formado primero; Eva luego. Y Adán no fue seducido, sino que la mujer,
siendo seducida, cayó en la trasgresión”.
Como en el caso de otros personajes del Antiguo Testamento, muchas leyendas
rabínicas se han relacionado con el nombre de Eva. Pueden encontrarse en la
“Enciclopedia Judía”, s.v. (ver también ADÁN), y en Vigouroux, “Dictionnaire de
la Bible”, I, art. “Adán”. Son, en su mayor parte, pueriles y fantásticos, y
desprovistos de valor histórico, excepto en cuanto que sirven para ilustrar las
mentalidad de los autores judíos posteriores, y la falta de fiabilidad de las
“tradiciones” derivadas de tales fuentes, aunque a veces se apela a ellas en
discusiones críticas.
PALIS in VIGOUROUX, Dictionnaire de la Bible, II, 2118; BENNETT in HASTINGS,
Dict. of the Bible, s.v. ; Encyclopedia Biblica, s.v. Adam y Eve; GIGOT, Special
Introduction to the Study of the Old Testament, Part I, p. 162; Jewish
Encyclopedia, s.v., V, 275.
JAMES F. DRISCOLL
Transcrito por Dennis McCarthy
Para mi madrina, Eva María (Wolf) Gomezplata
Traducido por Francisco Vázquez