Éfeso
EnciCato
Una sede arzobispal titular ubicada en Asia Menor, se dice que fue fundada en el
siglo XI A.C. por Androclo, hijo del rey ateniense Codros, con la ayuda de
colonos jónicos. Su moneda data de antes del años 700 A.C., el periodo durante
el cual se acuñaron las primeras monedas. Después de pertenecer sucesivamente a
reyes de Lidia, a los persas y a los descendientes sirios de Alejandro Magno,
pasó, luego de la batalla de Magnesia (190 A.C.), a los reyes de Pérgamo, el
último de los cuales, Attalus III, legó su reino al pueblo romano (133 A.C.).
Fue en Éfeso donde Mitrídates (88 A.C.) firmó el decreto ordenando la muerte de
todos los romanos de Asia, en dicha masacre murieron 100 mil personas. Cuatro
años más tarde, Sula, de nuevo dueño del territorio, asesinó en Éfeso a todos
los líderes de la rebelión. Desde el año 27 A.C. hasta poco después del año 297
D.C., Éfeso fue la capital de la provincia proconsular de Asia, una dependencia
directa del Senado Romano. Aunque de escasa importancia política, Éfeso fue
conocida por su amplio comercio.
Muchos personajes ilustres nacieron en Éfeso, por ejemplo los filósofos
Heráclito y Hermodoro, el poeta Hiponax, el pintor Parrasius (todos en el siglo
VI o V B.C.), el geógrafo Artemidoro, y otro Artemidoro, astrónomo y charlatán,
ambos en el segundo siglo de la era cristiana, y el historiador y ensayista,
Jenofonte. Éfeso debía su gran renombre al templo de Artemisa (Diana en la
mitología romana), el cual atraía multitud de visitantes. Su primer arquitecto
fue el cretense Kersifrón (siglos VII a VI A.C.) pero fue ampliado más adelante.
Estaba situado a orillas del río Selino y los habitantes de sus alrededores
tenían derecho de asilo. Este edificio, que fue visto como una de las siete
maravillas del mundo antiguo, fue incendiado por Heróstratos (356 A.C.) la misma
noche en la que nació Alejandro Magno, y fue reconstruido después, casi en las
mismas proporciones, por el arquitecto Dinócrates. Se dice que su construcción
duró 120 años, pero de acuerdo con algunos historiadores, pudieron haber sido
220. Tenía más de 120 metros de largo y 60 de ancho y descansaba sobre 128
pilares de 18 metros de altura. Fue despojado de sus riquezas por Nerón y
finalmente destruido por los godos (262 D.C.)
A través de los judíos fue como el cristianismo se introdujo inicialmente en
Éfeso. La comunidad original estaba bajo el liderazgo de Apolo (I Cor., i, 12).
Eran discípulos de San Juan Bautista y habían sido convertidos por Aquila y
Priscila. Luego llegó san Pablo, quien estuvo en Éfeso durante tres años para
establecer y organizar la nueva iglesia; acostumbraba enseñar en la escuela o
sala de lectura del retórico Tirano (Hch, xix, 9) y allí realizó muchos
milagros. Eventualmente se vio obligado a partir, como consecuencia de la
sedición provocada por el orfebre Demetrio y otros fabricantes de exvotos para
el templo de Diana (Hch, xv111, 24 sgs.; xix, 1 sgs.).
Un poco más tarde, de camino a Jerusalén, san Pablo envió por los ancianos de la
comunidad de Éfeso para que fueran a Mileto, donde les brindó una conmovedora
despedida (Hch, xx, 17-35). La iglesia de Éfeso fue encomendada a su discípulo
san Timoteo, un nativo de la ciudad (I Tim, 1, 3; II Tim, 1, 18; iv, 12). La
epístola de san Pablo a los Efesios probablemente no fue dirigida sólo a ellos;
pudo haber sido una circular enviada por él a diferentes iglesias. La
permanencia y muerte del apóstol san Juan en Éfeso no son mencionadas en el
Nuevo Testamento, pero son atestiguadas tan pronto como a finales del siglo II
por San Ireneo (Adv. Haer., III, iii, 4), Polícrates, Obispo de Éfeso (Eusebio,
Hist. Eccl., V, xxi), Clemente de Alejandría, el “acta Joannis”, y un poco más
adelante por Justino y los montanistas. La tradición bizantina siempre ha
señalado a Éfeso como la ciudad donde se encuentra la tumba del profeta. Otra
tradición, que puede ser confiable, aunque más antigua, hace de Éfeso el
escenario de la muerte de santa María Magdalena. Por otro lado, la opinión de
que la Santísima Virgen murió allí no tiene fundamento en ningún testimonio
antiguo; el texto citado con frecuencia es un escrito ambiguo del Concilio de
Éfeso (431), que quiere decir simplemente que en Éfeso había una iglesia de la
Virgen en aquella época. (Ver Rancia en “Expositor”, Junio de 1905, también sus
“Siete Ciudades de Asia”). Más aún, se ha sabido por Eusebio (Hist. Eccl. V,
xxiv) que las tres hijas del apóstol san Felipe fueron sepultadas en Éfeso.
Cerca del año 110 san Ignacio de Antioquía, habiendo sido recibido por
mensajeros de la Iglesia de Éfeso en Esmirna, envió una de sus famosas siete
epístolas a esa ciudad. Durante los primeros tres siglos Éfeso fue, junto con
Antioquía, el principal centro de la cristiandad en Asia Menor. En el año 190 su
obispo, San Polícrates, convocó a un concilio para considerar la controversia
pascual y se declaró a favor de la práctica Cuartodecimal; sin embargo, la
Iglesia de Éfeso pronto estuvo de acuerdo en este particular a la práctica de
todas las otras iglesias. Parece cierto que el sexto canon del Concilio de Nicea
(325), confirmó para Éfeso su jurisdicción eclesiástica sobre toda la “diócesis”
o el territorio civil de Asia Menor y, por lo tanto, sobre las once provincias
eclesiásticas; en todo caso, el segundo canon del Concilio de Constantinopla
(381) reconoció formalmente esta autoridad. Pero Constantinopla ya estaba
reclamando la primacía sobre las iglesias del Este y trataba de anexar las
iglesias de Tracia, Asía y El Ponto. Para resistir estos abusos, Éfeso hizo
causa común con Alejandría. De esta manera, encontramos al obispo Memnon de
Éfeso aliándose con San Cirilo en el Tercer Concilio Ecuménico, sostenido en
Éfeso el año 431 en condenación al nestorianismo, y otro obispo, Esteban,
apoyando a Dióscoro en el llamado “concilio ladrón” (Latrocinium Ephisinum) de
149, el cual aprobó la herejía de Eutiques. Pero la resistencia de Éfeso se
sobre impuso en el Concilio de Caicedonia (451), cuyos famosos 28 cánones
colocaban a las 28 provincias eclesiásticas de El Ponto, Asia y Tracia bajo la
jurisdicción del Patriarca de Constantinopla. De aquí en adelante, Éfeso fue la
segunda metrópoli del Patriarcado de Constantinopla, nunca recobró su pasada
posición, a pesar del concilio de 474 en donde Pablo, el Patriarca Monofisita de
Constantinopla restauró sus antiguos derechos. La influencia egipcia fue la
responsable de la fortaleza ganada por el monofisismo en Éfeso duran el siglo
sexto; el famoso cronista eclesiástico, Juan de Asia, era entonces uno de sus
obispos. En aquellos días, la ciudad de Éfeso gobernaba sobre 36 obispados.
Justiniano, quien imitó a Constantino al despojar a la ciudad de muchas obras de
arte para adornar Constantinopla, construyó allí una magnífica iglesia
consagrada a san Juan; la cual se convirtió muy pronto en lugar de peregrinaje.
Éfeso fue tomada por los árabes en los años 655 y 717. Más tarde se convirtió en
la capital de los tracios. Durante el periodo iconoclasta dos obispos de Éfeso
sufrieron martirio, Hypatius en el 735 y Teófilo en el siglo noveno. En la misma
ciudad el fiero general Lacanodracon ejecutó 38 monjes del monasterio de
Pelecete en Bitinia y a otros partidarios de las santas imágenes. En 899 Leon el
Sabio transfirió las reliquias de santa María Magdalena a Constantinopla. La
ciudad fue capturada en 1090 y destruida por los turcos selyúcidas, pero los
bizantinos lograron recuperarla y reconstruirla en las montañas cercanas
alrededor de la iglesia de san Juan. A partir de entonces fue llamada Hagios
Theologos (el teólogo santo, es decir san Juan el Divino), o, en turco, Aya
Solouk (para los griegos, el apóstol san Juan es “el teólogo”); los franceses
llaman a la ciudad Altelot y los italianos Alto Luogo.
A comienzos del siglo XIII su arzobispo, Nicolás Mesarites, tuvo un papel muy
importante en la conferencia entre los griegos y los latinos. La ciudad fue
nuevamente saqueada por los turcos en los primeros años del siglo XIV, luego por
los mercenarios catalanes pagados por los bizantinos, y de nuevo por los turcos.
La iglesia de san Juan fue transformada en mezquita, y la ciudad fue gobernada
por un emir turco, quien sostuvo un pequeño comercio con occidente, pero no pudo
mantener más al obispo griego. Una serie de obispos latinos gobernaron la sede
desde 1318 hasta 1411. La ruina de Éfeso fue completada por Tamerlán en el año
1403 y por cerca de medio siglo de guerras civiles entre sus líderes turcos.
Cuando en el concilio de Florencia de 1439 Marco de Éfeso (Marcus Eugenicus) se
mostró tan altanero hacia los latinos, él era pastor de una villa miserable,
todo lo que quedaba de la gran ciudad, a la cual llamó Plinio alterum lumen
Asiae, o el segundo ojo de Asia (Hist. Nat., V, xxix; también Apoc., ii, 5; cf.
W. Brockhoff, “Ephesus vom vierten christlich. Jhdt. bis seinem Untergang:, Jena,
1906).
Actualmente, Ayasoluk tiene tres mil habitantes, todos griegos. Está situada en
caza de Koush Adassi , en el vilayato de Aiden o Esmirna, aproximadamente a 80
kilómetros al sur de Esmirna, sobre la vía férrea Esmirna-Aidin . Las ruinas de
Éfeso en la planicie pantanosa e insalubre abajo de la villa. Existen las ruinas
del templo de Artemisa , el anfiteatro, con capacidad para 25 mil espectadores,
el estadio, el gran gimnasio, y la “Iglesia Doble”, probablemente la antigua
catedral, una de cuyas naves fue dedicada a la Santísima Virgen, la otra a san
Juan, donde tuvieron lugar los concilios de 431 y 449. EL Arzobispo griego
reside en Manisa, la antigua Magnasia.
Wood, On the Antiquities of Ephesus having relation to Christianity in
Transactions of the Society of Biblical Archeology, VI, 328; Idem, Discoveries
at Ephesus (London, 1877); Falkener, Ephesus and the Temple of Diana (London,
1862); Arundell, Discoveries in Asia Minor (London, 1834), II, 247-272; Barclay-Head,
History of the Coinage of Ephesus (London, 1880); Guhl, Ephesiaca (Berlin,
1843); Curtius, Ephesos (Berlin, 1874); Benndorf, Forschungen in Ephesos (Vienna,
1905); Chapot, La province Romaine proconsulaire d'Asie (Paris, 1904); Gude, De
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statu Ephesiorum ad quos scripsit Paulus (Hanover, 1733); Le Camus in Vig., Dict.
de la Bible, s.v. Ephese; Zimmermann, Ephesos im ersten christl. Jhdt. (Berlin,
1894): Lequien, Oriens christianus (Paris, 1740), I, 671-694; Brockhoff, Studien
zur Gesch. der Stadt Ephesos (Jena, 1905); Weber, Le guide du voyageur a Ephese
(Smyrna, 1891); Buerchner, Ephesos in Pauly-Wissowa, Real-Encyc., s.v.; Ramsey,
The Seven Cities of Asia (London, 1907).
S. VAILHÉ
Traducido por Mauricio Acosta Rojas