Canto Gregoriano

 

El nombre es frecuentemente tomado como un sinónimo de canto llano (q.v.), comprendiendo no sólo la música de Iglesia de la Edad Media, sino también composiciones posteriores (elaborar melodías para el Ordinario de la Misa, secuencias, etc.) escrito en un estilo similar hasta el siglo dieciséis e incluso tiempos modernos. En un sentido estricto Canto Gregoriano significa esa forma romana de canto llano tan distinta de los cantos Ambrosiano, Galileo y Mozarábico, que estaban relacionados a él, pero fueron gradualmente suplantados por él del siglo ocho al siglo once. De los cantos Galileo y Mozarábico sólo unos pocos restos permanecen, pero probablemente próximamente relacionados al canto Ambrosiano. De los más recientes, que se han mantenido en Milán hasta el día de hoy, hay dos manuscritos completos pertenecientes a los siglos trece y catorce respectivamente, y un número considerable pertenecientes a los siglos quince y dieciséis. Un manuscrito incompleto pertenece al siglo doce. Está actualmente en el Museo Británico y ha sido publicado en el quinto volumen del "Paléographie musicale". Todos estos manuscritos contienen los cantos para el Oficio y para la Misa. Los cantos del Oficio son antífonas y responsos, como en los libros Romanos. Los cantos de Misa son Ingressa (correspondiente al Introito, pero sin salmo), Psalmellus (Gradual), Cantus (Tracto), Ofertorio, Transitorium (Comunión), y, adicionalmente dos antífonas sin contraparte en la Misa Gregoriana, un post Evangelium, el otro el Confractorium. Existen, además, algunos versos del Aleluya y antífonas ante Evangelium. Musicalmente se puede notar fácilmente que las piezas silábicas son frecuentemente más simples, las piezas adornadas de mayor extensión en su melismata que en el Canto Gregoriano. Las melodías Gregorianas, sin embargo, tienen mayor individualidad y expresión característica. Si bien es muy dudable que estas melodías Ambrosianas daten del tiempo de San Ambrosio, no es imposible que ellas representen claramente el carácter del canto que se cantaba en Italia y Galia al tiempo que la cantilena romana reemplazaba las formas más tempranas. La frecuente ocurrencia de cadencias apoyadas en el cursus en todas ocasiones señala a un tiempo previo a la más reciente salida de uso en composición literaria, que está antes de la mitad del siglo siete. (Ver Gatard en "Dict. d’arch. chrét.", s.v. "Ambrosien (chant)" y Mocquereau, "Notes sur l'Influence de l'Accent et du Cursus toniques Latins dans le Chant Ambrosien" en "Ambrosiana", Milan, 1897.)

El nombre Canto Gregoriano señala a Gregorio el Grande (509-604), a quien una tradición un tanto constante atribuye un cierto arreglo final del canto Romano. Es encontrado por primera vez en los escritos de Guillermo de Hirschau, sin embargo Leo IV (847-855) ya habla de los cantus St. Gregorii. La tradición mencionada fue cuestionada primero por Pierre Gussanville, en 1675, y nuevamente, en 1729, por Jorge, Baron d'Eckhart, ninguno de los cuales atrajo mucha atención. En tiempos modernos Gevaert, Presidente de la escuela de música de Bruselas, ha tratado de mostrar, con gran cantidad de aprendizaje, que la compilación de música de Misa pertenece al final del siglo siete o el comienzo del siglo ocho. Sus argumentos conducían a una exhaustiva investigación de la interrogante, y actualmente prácticamente todas las autoridades, incluyendo, además de los Benedictinos, hombres como Wagner, Gastoué, y Frere, sostienen que la gran mayoría de las melodías de canto llano fueron compuestas antes del año 600.

Las pruebas principales de una tradición Gregoriana pueden ser resumidas así:

. . . . divino in carmine pollens
Ad vitam pastor ducere novit ovis
. . . . . . . . . . . . . . . . .
Namque Gregorii tanti vestigia iusti
Dum sequeris culpiens meritumque geris

que es: "Otorgado con divina armonía el pastor guía a su rebaño hacia la vida…así mientras sigues los pasos del santo Gregorio has ganado tu recompensa. " De acuerdo a esto se pensaba en Roma, menos de cuarenta años luego de la muerte de San Gregorio, que la más grande alabanza para un Papa amante de la música sería compararlo con su predecesor Gregorio.

GEVAERT, Les Origines du Chant Liturgigue de l'Eglise Latins (Ghent, 1890); IDEM, La Melopee Antique dans le Chant de l'eglise Latine (Ghent, 1895); MORIN, Les Veritables Origines du Chant Gregorien (Maredsous, 1890); CAGIN, Un Mot sur l'Antiphonale Missarum (Solesmes, 1890); BRAMBACH, Gregorianisch (Leipzig, 1895, 2nd ed., 1901); FRERE, Introduction to the Graduale Sarisburiense (Londres, 1894); Paleographie musicale, IV; WAGNER, Introduction to the Gregorian Melodies, Pt. I (1901, Ed. en Inglés por la canción llana y la Sociedad de Música Medieval, Londres, capítulo xi); GASTOUE, Les origines du Chant Romain (Pris, 1907), pt. II, i; WYATT, St. Gregory and the Gregorian Music (Londres, 1904).

H. BEWERUNG
Transcrito por Thomas M. Barrett
Traducido por Armando Llaza Corrales