MARIA DOLORES

 

VIVIR A TOPE es el título que escogieron las dos hijas adolescentes de MARIA
DOLORES JIMÉNEZ LOZANO para expresar lo que fue para ella la vida de su madre. En
sólo 42 años pudo llenar una vida como esposa, madre, maestra, amiga, hermana. Mujer
cristiana y murciana, que murió de cáncer de mama a las nueve de la mañana del día 22
de Julio de 1991. Juan Manuel Martín-Moreno, jesuita que lleva en Murcia varios años
y acompañó espiritualmente a MARÍA DOLORES, ha escrito un precioso libro que lleva ese
mismo título. De este libro tomamos algunos párrafos de la maravillosa carta que MARÍA
DOLORES, pocos meses antes de morir, escribió a José Luis Martín Descalzo.
Recomendamos muy sinceramente la lectura de este libro.
"Tengo 42 años y desde Abril de 1989 estoy operada de un cáncer de mama. La verdad
es que mi historia no empieza ese día. Mi verdadera historia, la verdadera historia de mi
vida, empezó a finales de 1987 cuando, después de una confesión en profundidad (llevaba
muchos años sin querer contar con Dios para no comprometerme, para sentirme más libre),
sentí la paz, el perdón de Dios y de una manera impresionante me sentí profundamente
amada por El. Dios se metió ese día en mi vida "A TOPE"... Supe que había tomado
posesión de mí y experimenté por primera vez en mi vida "la borrachera de Dios" y la
enorme alegría de caminar juntos.
Pertenecemos desde entonces mi marido y yo a una comunidad carismática de Murcia:
"FONTANAR', que la lleva un jesuita, el Padre Juan Manuel Martín-Moreno. El ha sido mi
labrador, él ha preparado el terreno para que yo dejara a Jesús caer... y a mí me hiciera
feliz.
Hoy puedo decir que ya no he vivido sola, que Jesús vive conmigo y que la mayoría de
las veces vive POR MI.
Tengo dos hijas de 14 y 12 años a las que adoro; un marido al que elegía hace 16 años y
hoy lo volvería a hacer, una familia cercana (vivimos todas las hermanas y la madre en el
mismo edificio). Soy maestra 20 años en el mismo colegio estatal, donde mis compañeros
son otra familia, y tengo mi comunidad donde Dios nos ha unido y nos va transformando el
corazón.
Un año antes del cáncer me operaron de una estenosis del uréter izquierdo, y después
apareció el bulto. Sentí miedo, angustia, impotencia... Le pedí al Señor que me ayudara a
llevarlo, que yo era y soy optimista, alegre y luchadora... pero que experimentaba que esto
era mucho para mí, y que no podía sola. El me escuchó, vino A TONELADAS y sigue
viniendo. El Señor ha querido que mi Getsemaní estuviera lleno de ángeles, familia y
amigos, que en estos casi tres años me han ayudado a seguir VIVA.
Cuando me operaron yo ya le había dicho a Jesús que sí. Le había dado gracias porque
habíamos escrito la historia de mi vida juntos, era la mía y tal como estaba con unos
renglones derechos y otros torcidos, había sido NUESTRA. Detecté todo lo que había
hecho mal y acepté todas esas limitaciones que habían formado parte de mi vida.
Decidí vivir lo único real, el HOY. Sacarle el sabor a todo lo que hoy se cruzara en mi
vida, a la tarea de aprovechar ese día, y decidí que Jesús ya me iría pidiendo al amanecer
de cada mañana lo que tendría que hacer, y esperar que su gracia llenaría el día siguiente.

Mi enfermedad es totalmente clara para mí. He querido saber siempre la verdad y puedo
decirte que esa seguridad de no sentirme engañada, esa posibilidad de hablar libremente,
ese saber que no hay nada oculto detrás... a mí, en mi caso, me está ayudando a vivir y a
que los demás vivan conmigo simplemente lo que está pasando.
Mis hijas se han ido informando poco a poco. Hoy conocen mi realidad. Sé que las está
madurando quizás muy deprisa..., pero siento la alegría de contar con ellas, de hablarlo, de
sentirnos apoyadas. Sé que le piden a Dios por mí, pero tengo la enorme dicha de que
nadie ha culpado a Dios. Dios es el que nos está llevando a todos, el que nos reconforta, el
que tiene la fuerza, el que acompaña, el que esta haciendo FÁCIL... LO INFERNAL...
Nuestra vida es normal. Si yo estoy bien, salimos, entramos, viajamos... En mi casa hay
alegría, vida, inquietudes... Es maravilloso abrir las puertas de mi casa y encontrar una
familia que VIVE, y vive la alegría, la vida, los problemas del día.
(...) Puedo decir que he vivido en estos dos años y medio los mejores momentos de mi
vida. Porque ha sido VIDA, no vida. Han sido meses de DARME, de saber que era yo la que
salía, la que hablaba. Me he quitado caretas, pelos de la lengua; he abierto mi casa y mi
corazón y todos los que la han llenado, me han llenado a mí.
(...) Yo sí le pido a Jesús que me sane. Pero no con fuerza, no es lo más importante. Le
digo: "Tú sabes que quiero sanar, me gusta la vida, VIVIR; la tengo como un gran regalo
tuyo; pero tú sabes que sola ya no sé vivir. Si pudiera seguir viviendo..., tendría que ser
como ahora, cogidos de la mano, con los corazones pegados..., siendo TU solo el centro de
mi vida, manteniendo esta nueva escala de valores, abriendo tu Reino, construyendo...".
El otro día leía un caso de eutanasia en Estados Unidos. Una mujer con 45 años que
eligió morir antes que someterse a una quimioterapia. Respeté su opción. Pero levanté los
ojos al cielo y le dije a Jesús: "Gracias por tu ayuda, gracias por mi opción, gracias porque
mi vida ha visto su sentido en estos dos años, gracias por todo el amor y bondad que he
conocido, por los amigos de siempre, por los nuevos, por descubrir tu reino, por dejarme
transformar, por mi nuevo corazón, por mis nuevos valores, por los fallos que con tanta paz
he aceptado, por cada amanecer que me regalas, por los dos años y medio de vida en
familia, por mantener mi alegría, mi lucha, mis ilusiones, por sostenerme en los momentos
más bajos, por valorar las cosas pequeñas, por todo lo que he podido hacer bien y mal, y
por dejarme entrar a compartir tu Getsemaní. ¡¡GRACIAS!!".