TESTIMONIOS DOMINICOS

Fray Vicente de Couesnongle (1916-1992)

LXXXIII Sucesor de Sto. Domingo. Elegido Maestro General en el Capítulo de Madonna dell'Arco (1974) presidió la Orden hasta 1983. Puso en marcha las cuatro líneas de Evangelización en fronteras o prioridades como características de la Orden. Acerca de una de ellas: "catequesis en un mundo descristianizado" hizo en cierta ocasión esta jugosa reflexión:

Contemplación de la calle. Digo de la calle, no en la calle. No se trata de pasearse distraído en medio de la multitud, sino de tener una mirada atenta sobre todo lo que nos rodea: estas personas, sus rostros, su caminar, la pobreza de sus vestidos o la insolencia de su peinado. La "contemplación de la calle" es saber buscar, adivinar lo que no se ve: fracasos, sufrimientos, aspiraciones. Es descubrir poco a poco lo que todo esto significa en la vida de todos estos hombres, de todas estas mujeres, de estos jóvenes, para sí mismos y a los ojos de Dios. La "contemplación de la calle" - que también puede ser la contemplación de los periódicos, de la radio, de la televisión- sabe hacer siempre actual la mirada a la vez divina y humana de Cristo -el más contemporáneo de todos los hombres-, sobre la muchedumbre, los enfermos, todos los que están poseídos por el mal: el dinero, las injusticias, una sexualidad exacerbada, el poder sin freno, el odio. En esta muchedumbre, ¿Quién es Magdalena, Zaqueo, los publicanos, el sacerdote y el levita que van de Jerusalén a Jericó?; ¿cúales son los que están ávidos de escuchar a Jesús, quizás aún sin tener conciencia de Él?.

Antes de ir a la calle, debemos en la fe, mirar a Cristo, escucharlo, hacer silencio con El. En la calle descubriremos entonces muchas cosas que de otro modo se nos habrían escapado. No hay "contemplación de la calle" si antes no sabemos encerrarnos en nuestra celda, La "contemplación de la calle", la "contemplación de la celda": el apóstol de hoy debe ser capaz de la una y de la otra, y alimentar la una con la otra en un intercambio ininterrumpido.

A imitación de lo que es Cristo mismo en su ser y en su oración, esta contemplación debe ser el punto de unión privilegiado, en nuestra vida, entre la fe y el mundo. ________________________

Fray Aniceto Fernández (1895 - 1981)

LXXXII sucesor de Santo Domingo en el gobierno de la Orden, entre los años 1962-74. A él le correspondió dirigir la Orden durante el Concilio Vaticano II, y las iniciales reformas subsiguientes. Promulgó el nuevo L. C. O. Presentamos ahora un texto suyo relativo a la predicación dominicana en tiempos de cambio.

La Orden ha sido fundada con el fin de evangelizar el mundo tal como se encuentra, en continua gestación de sí mismo. Cerrar los ojos sobre lo que sucede, ceder a un sentimiento de miedo, no afrontar abiertamente estas cuestiones, sería una infidelidad al espíritu de Santo Domingo. Especialmente en los momentos más importantes de la historia de la Orden, este espíritu ha sido revivido por muchos de nuestros hermanos como contemporáneos conscientes de la situación del mundo en que vivían, permitiéndoles ser testimonios eficaces del Evangelio. Por no citar más que algunos, cuyos centenarios nos preparamos a celebrar, ahí están Santo Tomás de Aquino y Fr. Bartolomé de las Casas, grandes genios porque han sido, en gran parte, hombres de su tiempo. Lo que equivale a decir que sin una toma de conciencia de nuestro propio tiempo es imposible anunciar la Palabra de Dios en un lenguaje -de palabras, pero también de vida- que nuestros contemporáneos puedan entender.

Lenguaje de la vida: vivir de un modo que sea significativo para los que nos ven y ejemplar para nuestros hermanos, -ya se trate de nuestra vida comunitaria, de los consejos evangélicos que hemos profesado, de la celebración de la Liturgia de las Horas, de la oración privada, del estudio o de la observancia regular (Const. Fund. § IV).-

Lenguaje de las palabras: Es la manera de presentar el mensaje evangélico para que sea entendido sin que pierda su identidad. Se plantea a este propósito el modo de actuar, y de una manera más general el problema de las prioridades apostólicas. ________________________

San Alberto Magno

Expresión del cariño y devoción con que en la Orden de Predicadores se alaba a la Virgen María, es este texto de San Alberto sobre el “Privilegio según el cual la Bienaventurada Virgen es llamada Estrella del Mar”

“Indagaremos primeramente si este nombre le corresponde en sentido propio o figurado. Concluiremos afirmando que el término lo utilizaremos en sentido propio.

La naturaleza propia de las cosas espirituales es ser luz; en consecuencia, en sentido propio puede asemejarse a la de las estrellas por su brillo. De allí que la bienaventurada Virgen se denomine Estrella del Mar.

Esta estrella es la más alta y la última de la Osa Menor: nada conviene mejora la que ocupa la más alta dignidad y es la última en humildad. Esta estrella atrae al hierro; la Virgen, por su infinita misericordia, atrae hacia el cielo a los pecadores empedernidos. La estrella guía a los navegantes y Ella conduce al puerto de salvación a todos los náufragos. La estrella se coloca contra el viento norte y Ella esta siempre inclinada hacia los pecadores. De lo que precede resulta claro que muchas de las propiedades de esta estrella convienen tan sólo a la Virgen, y por esa se la denomina estrella del mar. Hay otras propiedades de esta estrella que se ajustan tan solo a Ella.

¿Cuáles son las propiedades en las que se encuentra esta similitud? Existe la posibilidad de considerar en la estrella su sustancia, su calidad, su posición, su estado, su efecto. Su sustancia es celestial, incorruptible y fuente de luz; y la bienaventurada Virgen tiene su conversación en los cielos, su cuerpo es incorruptible, y es fuente de luz por la generación de su Hijo.

En calidad la estrella es superior, más luminosa y útil; La Virgen es superior en dignidad a todos, más gloriosa en virginidad, más útil en fecundidad.

Su posición es suprema en el polo más alto del amor de Dios, en el extremo de nuestra ignominia de la que Ella nos protege y en el último grado de la humildad.

El estado de esta estrella es casi sin movimiento, sin inclinación y sin error, y la Virgen no manifestó signos de inconstancia, de caída en el pecado y de error por ignorancia.

El efecto de esta estrella es triple: atrae el hierro, expande luz, dirige a los navegantes. Así la Virgen María atrae a los pecadores, ilumina a los penitentes, dirige a los inocentes. Asimismo, salva de caer en el pecado, esclarece en la justicia, dirige hacia la gloria. También atrae a los iniciados, ilumina a los que progresan dirige a los perfectos y a los perseverantes.

Resulta de esto que el privilegio de la bienaventurada Virgen es ser llamada Estrella del Mar.” 
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Beato Angélico

Los grandes pintores hablan más con los pinceles y colores que con las palabras. Fray Juan Angélico de Fiésole, más conocido como Beato Angélico, es uno de ellos. El Papa Pío XII comenta así su predicación:

“La exposición que hace de los temas es sencilla y lineal, modelada al estilo de los mismos evangelistas. Sus personajes revelan siempre una intensa vida íntima, que transfigura los rostros, los gestos, sus actitudes. Narrando y describiendo al pueblo los misterios divinos se manifiesta como el atento “predicador” tal como realmente lo es: busca provocar en un primer momento por los elementos descriptivos y decorativos una admiración inmediata, para a continuación, hablar serenamente a la intimidad de las almas. Por una parte busca inculcar las verdades de la fe, persuadiendo los ánimos con las formas su de belleza; por otra parte se propone inducir a los fieles a la práctica de las virtudes cristianas, proponiendo modelos amables y atrayentes. Por esta segunda finalidad su obra se transforma en un mensaje perenne de cristianismo viviente, y a la vez, también, un mensaje profundamente humano que se apoya sobre la fuerza , trascendente al hombre, de la misma religión. Por esta fuerza todo hombre que se pone en contacto directo con Dios y sus misterios, se transforma a semejanza de Dios en su santidad, belleza y bienaventuranza: se hace, pues, un hombre que refleja el designio original de Dios sobre él. El pincel de Fray Angélico da vida de este modo a un tipo de hombre-modelo, no diverso de los ángeles, en el cual todo es equilibrado, sereno y perfecto: es el modelo de hombres y de cristianos, quizá poco frecuente en las actuales condiciones de vida terrena, pero que deben ser propuestos como modelos a la imitación del pueblo.” ________________________

Fray Antonio de Montesino

Había transcurrido poco más de un año desde la llegada de los dominicos a “La Española”, cuando durante la celebración del Cuarto Domingo de Adviento, Fray Antonio Montesino predicó su famoso sermón en defensa de los indios arguyendo a las conciencias de los encomenderos y repartidores con éste interrogatorio:

“¿Con qué derecho, con qué justicia tenéis en tan cruel y horrible servidumbre aquestos indios? ¿Con qué autoridad habéis hecho tan detestables guerras a estas gentes que estaban en sus tierras mansos y pacíficos, donde tan infinitos de ellos, con muertes y estragos nunca oídos, habéis consumido? ¿Cómo los tenéis tan opresos y fatigados sin dalles de comer y sin curallos de sus enfermedades? ¿Éstos no son hombres? ¿No tienen ánimas racionales? ¿Esto no entendéis? ¿Esto no sentís? ¿Cómo estáis en tanta profundidad de sueño tan letárgico? Tened por cierto que en el estado en que estáis no os podéis salvar más que los moros o turcos que carecen y no quieren la fe de Cristo”.

Consta documentalmente que estuvieron como invitados al sermón el almirante Diego Colón, los oficiales reales, letrados y gran número de encomenderos, que sacudidos por la predica esperaban una retractación solemne. Con esta esperanza acudieron al siguiente sermón, pero en vano. Fray Antonio de Montesino, tomando como punto de partida la cita del Libro de Job “Sacaré de lejos mi saber y vindicaré la justicia de mi Hacedor. Cierto no son falaces mis razones, te habla un profundo conocedor” prosiguió:

“Tornaré a referir desde su principio mi conciencia y verdad que el domingo pasado os prediqué, y aquellas mis palabras, que así os amargaron, mostraré ser verdaderas”.

La autoridades enfurecidas fueron al convento de los dominicos a pedir responsabilidades, pero Fray Pedro de Córdoba, el Prior, les contestó:

“Que lo que había dicho aquel padre, había sido de parecer, voluntad y consentimiento suyo y de todos..., y con mucho consejo y madura deliberación se había determinado que se predicase como verdad evangélica y cosa necesaria a la salvación de todos los españoles y los indios de esta isla..., que eran predicadores de la verdad y que no creían deservir al Rey, sino que pensaban que les daría las gracias”. ________________________

Madre Ascensión Nicol Goñi

Primera misionera en la Amazonía Peruana y cofundadora de las Misioneras Dominicas del Rosario, nos deja escrito tras los Ejercicios Espirituales de 1933 esta preciosa descripción de lo que fue su vida: la del alma que vive de la pura fe de amor constante.

“El alma que se ofrece como víctima, es como si dijera a Dios: Aquí me tienes para cumplir tu voluntad; heme aquí para sufrir, para amar, para inmolarme, callar, no desear cosa alguna fuera de Ti.”

“Un alma víctima es un alma que se entrega sin reserva y que no tiene elección propia; pronta a todas las luchas, a todos los sufrimientos; alma que no tiene interés propio, vida propia. Su vida es la de la pura fe de amor constante.”

“Es alma que huye de mirarse a sí misma, ni tenerse en cuenta para nadie; alma amable, apacible, bajo la acción de Dios; alma divinizada: la voluntad de Dios puede obrar libremente en ella, como si se tratara de un ser inanimado. Esa alma es para Dios objeto de goce y alegría. Puede hacer de ella lo que agrade a su querer, en cambio sólo le devolverá amor. Será otro Cristo, sus acciones serán como gotas de sangre que al caer sobre las almas, pondrán de relieve la obra de la Providencia.” 
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Fray Bartolomé de Carranza

Víctima de envidias de sus enemigos, perseguido y acusado injustamente, fray Bartolomé Carranza, Arzobispo de Toledo, es una de las grandes figuras dominicanas del siglo XVI. Presentamos una pasaje de su Breve Declaración del Ave María.

“La otra forma de orar, usada y aprobada por la Iglesia, es el Ave María. Esta decimos que ordenó la Iglesia, porque a las palabras con que el Ángel y Santa Isabel saludaron a Nuestra Señora, añadió otras con que les dio forma de oración; pero se puede decir con verdad lo que dice San Bernardo, que fue compuesta en el cielo por el Espíritu Santo, y vino de allá ordenada casi toda ella. Esta forma de hablar con Nuestra Señora le es a ella muy grata y le place mucho, porque la representamos aquel soberano misterio de la Encarnación del Hijo de Dios y la renovamos aquel inmenso gozo que tuvo cuando fue saludada del ángel San Gabriel y de Santa Isabel, cuando por obra del Espíritu Santo concibió al Redentor del mundo, porque diciendo nosotros el Avemaría, hacemos lo que ellos hicieron y la refrescamos la memoria de tan soberano beneficio. Así mismo place mucho a todos los cortesanos del cielo oír esta salutación del ángel y renovar la memoria del beneficio de la Encarnación del Señor; porque por este medio han venido ellos a los lugares que allá tienen.

En la otras formas de orar hablamos con Dios; en ésta hablamos con la Virgen María, porque después de Dios, entre las criaturas, ángeles y hombres, ella es la primera y más principal en todo: en santidad y dignidad, por ser Madre del Hijo de Dios y tener la gracia del Espíritu Santo con más cumplimiento que otra criatura alguna, y la gloria en el cielo a la medida de tan alta dignidad. Y por esto, Ella es nuestra principal Abogada sobre todos los Ángeles y Santos.” ________________________

Fray Bartolomé de Las Casas

Defensor de los Indios y de los negros su práctica pastoral con los españoles y con los indios fue verdaderamente radical, aunque su intención fuera en favor tanto de unos como de otros. Así recomendaba el Obispo de Chiapas a los dominicos que llegaban a su diócesis antes de desembarcar en Campeche:

"En cierto sentido este doliente, la república indiana, es herida y maltratada por el demonio con la idolatría de los naturales y la codicia y tiranía de los españoles. Vuestras Paternidades son sus médicos y vienen a curarla: el aceite, la blandura, el amor, la compasión las lágrimas y quebrantamientos de corazón ténganlo para los naturales, para estos miserables indios, escandalizados sujetos y cautivos con injusticia. El rigor, el escocimiento, la entereza y constancia cristiana guárdenla para los españoles para hacerles restituir lo mal llevado, para que cesen en no hacer mal y procuren obrar bien; y de esta suerte serán médicos y prójimos de esta república que se compone de estos dos géneros de gente, procurando por diferentes modos la salvación de los unos y de los otros." ________________________

Santa Catalina de Siena

Actual y enjundiosa resulta la reflexión que sobre la justicia hace la santa al senador de Siena Andrés Cavalcabuoi.

“Creo que nadie puede poseer esta virtud si antes no vive santamente, apartándose del amor propio, del amor a sí mismo, y de todo placer humano. Por eso procura agradar a los mundanos y no se preocupa de agradar a Dios. En él no puede existir la justicia por no poseerla él, como queda dicho. Por tanto injustamente, llega a ser devorador de la carne del prójimo por avaricia, deseo de dinero o por ruego de los hombres. Por eso vemos muchas veces que éstos observan la justicia solamente con los pobres, lo cual frecuentemente es injusticia, pero no con los grandes, o sea, con los que tienen algún poder. Todo viene del amor propio y de agradarse a sí mismo. Por no ser justo, no posee la verdadera y santa justicia. No pone la mirada en la ciudad de su alma sino sólo en el cuerpo miserable, buscando únicamente cómo puede gozar, empleando el tiempo lascivamente, lleno de soberbia, pompa y vanidad, todo lo cual le causa la muerte. Pero a la pobrecita alma que debe ser templo en el que Dios more por la gracia, la ha convertido en templo del demonio a cuyas manos la entrega y la ha entregado y sometido por el pecado, que es la nada.

Como no pone la mirada en sí, nunca la pondrá sobre la ciudad temporal de la que fuese señor. Por eso no atiende al bien universal sino únicamente a sí mismo o al bien particular, que es su propio placer o el provecho que le proporcione.” ________________________

Santa Catalina de Siena 
A mediados del siglo XIV, y de una gran familia (eran veintitrés hermanos) surge la señera figura de nuestra Santa seglar, miembro de la Tercera Orden Dominicana. Es pues natural que pueda hablarnos de la vida de familia, así lo hace en su carta a la Señora Pantasilea, esposa de Ranuccio da Farnesse.

“Elevad del mundo vuestro afecto y deseo poniéndolo en Cristo crucificado, que es firme y estable, que nunca falla ni os puede ser quitado si vosotros no queréis. No digo con esto que no permanezcáis en el mundo o en el estado de matrimonio todo lo que queráis, que no gobernéis a vuestros hijos y demás familia en conformidad con las exigencias de vuestra posición, sino que viváis con orden y no desordenadamente.

Dad honor y gloria a Dios poseyendo las cosas del mundo, marido, hijos, riquezas y todo placer, como algo prestado y no como propio, porque, como queda dicho, eso falla y no lo podéis poseer a vuestro gusto sino prestado, según plazca a la Bondad divina. Obrando así, no haréis de los hijos ni de otra cosa un dios, sino que todo lo amaréis en razón de Dios, y consideraréis lo demás como una nada; despreciaréis el pecado y amaréis la virtud.

A los hijos alimentadlos en las virtudes y en los dulces mandamientos de Dios, porque no basta que la madre y el padre los alimenten en cuento al cuerpo; eso lo hacen también los animales. Deben alimentar el alma con la gracia de su poder, reprendiéndoles y castigándolos por los defectos que cometieren, Haced que con frecuencia se confiesen, oigan la misa cada mañana, o por lo menos los días preceptuados por la Santa Iglesia. Así seréis madre del cuerpo y del alma. Estoy cierta de que, si tenéis verdadero conocimiento de Dios lo haréis; pero que sin ese conocimiento, no lo conseguiréis.” ________________________

Fray Damian Byrne, OP. (1929 - 1996)

LXXXIV Maestro de la Orden de Predicadores. Durante su gobierno animó la vida de toda la Familia Dominicana con sus cartas y escritos. Ofrecemos aquí una de sus reflexiones sobre la predicación en nuestra Orden.

“En mis visitas por las diferentes partes del mundo, he constatado que quienes se hallan en mayor dificultad son los que proclaman el Evangelio con mayor fuerza y los que viven la vida evangélica con mayor entrega. A causa de su situación, su predicación tiene una resonancia y un impacto mucho mayor que la de quienes predican en ambientes de comodidad y seguridad. Tal vez será difícil que se den buenos predicadores en un pueblo que no sufre o no está oprimido. Debemos de hallarnos frente a problemas importantes para que el Evangelio sea proclamado con vigor. El Primer Mundo tiene problemas graves con que luchar, pero la auto complacencia y una falsa seguridad pueden cegar fácilmente al predicador para que no vea su urgencia. El Evangelio es la Buena Nueva a los pobres. Cuando compartimos nuestra suerte con los pobres y oprimidos nos convertimos en destinatarios de su Evangelio; la predicación nace entonces de un profundo compromiso con el pueblo, un compromiso que inspira una palabra de respuesta a sus necesidades. Nuestra misión es proclamar más frecuentemente la esperanza del Evangelio y predicarlo hasta el límite, incluso cuando nosotros no lo encarnamos completamente. Como Domingo, no somos profetas de perdición o desgracia. Domingo, como Jesús, no anunció malas noticias, sino la Buena Nueva, siendo un profeta de esperanza. Tampoco fue un moralista que amenazase castigos o crease sentimientos de culpa. El fue -y es- el maestro espiritual que devuelve la esperanza a los que se hallan oprimidos por la pena o por el sentimiento de culpa.”
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Fray Diego de Hojeda

Entre los siglos XVI y XVII vive Fray Diego de Hojeda, autor de la Cristiada, poema al que pertenecen estos preciosos versos sobre el deseo de abrazar la cruz de Cristo en los momentos difíciles de la existencia.

““Dame, Señor, que cuando el alba bella
el cielo azul de blancas nubes orne,
tu cruz yo abrace, y me deleite en ella,
y con su ilustre púrpura me adorne;
y cuando la más linda y clara estrella
a dar su nueva luz al aire torne,
mi alma halle el árbol de la vida,
y a ti, su fruto saludable, asida.”

“Y cuando el sol por la sublime cumbre
en medio esté de su veloz carrera,
La santa luz, con su divina lumbre
más ardiente que el sol, mi pecho hiera;
y al tiempo que la noche más se encumbre
con negras plumas en la cuarta esfera,
yo a los pies de tu cruz, devoto y sabio
tus llagas bese con humilde labio.”

“Cuando el sueño a los ojos importante
los cierre, allí tu cruz se me presente,
y cuando a la vigilia me levante,
ella tu dulce cruz me represente:
cuando me vista, vista el rutilante
ornato de cruz resplandeciente,
y moje, cuando coma, en tu costado
el primero y el último bocado.”

“Cuando estudie en el arte soberana
de tu cruz, la lección humilde aprenda;
y en ese pecho, que dulzura mana,
tu amor sabroso y tierno comprehenda;
y toda gloria me parezca vana,
si no es la que en tu cruz ame y aprenda;
y el más rico tesoro, gran pobreza,
y el deleite mayor suma vileza.”
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Beato Francisco Coll y Guitart

Predicador de toda Cataluña, Misionero Apostólico, amigo de San Antonio María Claret, en plena exclaustración del siglo XIX, funda la Congregación de las Hermanas Dominicas de la Anunciata a la que dará en su regla el espíritu inconfundible de Domingo de Guzmán:

“Queridas Hermanas, ante todo atended a vosotras mismas, y en segundo lugar a la instrucción de las niñas... La caridad bien ordenada comienza por uno mismo: esto es, debéis cuidar primeramente vuestra santificación... Un fuego produce otro fuego, una luz otra luz. Así también en las cosas del espíritu: Para enseñar a otro la humildad, se debe ser humilde; para enseñar la caridad, debe practicarla primeramente el que la ha de enseñar... los hombres creen más fácilmente lo que ven los ojos que lo que escuchan por los oídos. Cristo nuestro Señor, comenzó a enseñar el camino del cielo ante todo con las obras y después con las palabras.”

“Por esto, la vida de las Hermanas debe ser vida de oración. La oración es como fuego respecto del hierro. Éste, cuando esta frío , es duro y dificultoso de labrar, pero cuando se pone al fuego se reblandece y toma fácilmente la forma que desea darle el artífice. Así nuestro duro corazón es incapaz de sujetarse a la observancia de la ley santa del Señor; Pero con el fuego de la oración se inflama, se enternece, se vuelve dócil y blando, por el influjo de la gracia que se le comunica en la oración. Por esto os recomiendo y os vuelvo a recomendar, amadas hermanas: no dejéis la oración.” 
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Santo Domingo de Guzmán

Fray Constantino de Orvieto (S. XIII), en su Narración sobre Santo Domingo, escrita por mandato del Maestro de la Orden Fray Juan Teutónico, presenta esta semblanza espiritual:

“El venerable Padre y hombre de Dios Domingo era de tanta honestidad de costumbres, y tan fervoroso en todo lo que hacía, que nadie que observara detenidamente su vida podía poner en duda que era un vaso de honor y de gracia, una taza guarnecida con piedras preciosas. En todo demostraba una valiente ecuanimidad, excepto cuando era más fuerte la compasión y la misericordia. Y puesto que un corazón alegre resalta en el rostro, en su bondad externa proyectaba su belleza interior. Y a pesar de que su rostro estaba siempre alumbrado por la claridad de su sonrisa demostrando una conciencia limpia, la luz de su semblante nunca quedaba baldía. Esta cualidad seducía a todos de tal manera que, sin ningunas dificultad los conquistaba y nada más mirarle le querían. A la hora de las resoluciones estaba tan atento creyendo siempre que era Dios quien decidía, que a penas una sola vez o nunca rectificó una palabra pronunciada con justa deliberación. Dondequiera que se encontrase, bien de camino con sus compañeros, bien en la posada con el posadero y su familia, bien con gente importante, príncipes o prelados, de sus labios brotaban siempre palabras edificantes acompañadas de muchos ejemplos con los que persuadía a quien le escuchaba para amar a Cristo y despreciar lo mundano.

Su conversación diaria estaba siempre llena de temas santos, porque las palabras de aquel cuyo corazón estaba siempre pendiente del cielo no se desprendían de sus labios por casualidad. En todas partes, con palabras y obras se comportaba como un hombre evangélico. De día, nadie como él en trato siempre honesto y amable con sus frailes y compañeros. De noche, nadie como él tan diligente en las vigilias y oraciones.” 
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Maestro Eckard

En la edición de las "Divinas Instituciones de Taulero", traducidas por el Lic. D. Francisco de Cubillas, Madrid 1669, señala éste como Juan Taulero mezcla entre sus obras "algunas de excelentes y Santos Varones de su tiempo, declarando a cada uno por dueño de lo que le prestaba". Presentamos ahora un pasaje de la segunda Institución del Maestro Eckard, de las dos incluidas en el citado libro, sobre la conformación con la Voluntad de Dios.

"Dios es un bien sobresencial; que en cada una de las criaturas está más interior, y presente, que ellas a sí mismas; y ninguna contra su voluntad, ni un momento puede subsistir: por lo cual es de gran lástima, la de aquellos, que siempre resisten a la Divina Voluntad; y que siempre quisieran, si les fuera posible, hacer la suya propia. Éstos tienen una paz como la de los que están en el infierno. Al espíritu desnudo, Dios, y la paz siempre corresponden presencialmente en lo adverso y prospero. Siendo verdaderamente cierto, que asiste presente aquel, que hace o permite y es todas las cosas. ¿Quién, pues, podrá hacer que el dolor, la molestia o la aflicción que acomete sea grave para aquel que en ellas mira a Dios, halla a Dios, goza de la voluntad de Dios e ignora la propia suya? Los tales son aquí, y en el otro siglo tienen el Reino de los Cielos y reciben de Dios mucha secreta consolación.

Finalmente cualquier cosa que les venga, o no les venga; cualquiera que Dios en las criaturas hace, o deja de hacer; todo para ellos se convierte en bien; por lo cual, la gloria, la alabanza, la honra, la virtud, sea al Sumo y Altísimo Dios por los infinitos siglos de los siglos. Amén, Amén, Amén" ________________________

Fray Enrique Domingo Lacordaire

El P. Enrique Domingo Lacordaire fue el restaurador de la Orden de Predicadores en Francia en el siglo XIX. Fueron celebérrimas sus conferencias en la catedral de Notre Dame de París.

“Si me preguntas porqué he preferido la Orden de Predicadores, responderé que es la más conforme a mi naturaleza, a mi inteligencia y a mi fin; a mi naturaleza, por su gobierno; a mi inteligencia, por sus doctrinas; a mi fin, por sus medios de acción que son principalmente la predicación y la ciencia sagrada. Acaso también me pregunten porqué he preferido restablecer una Orden antigua más bien que fundar una nueva. Dos cosas responderé: Primero, la gracia de fundador de Orden es la más elevada y más rara que Dios otorga a sus santos, y yo no la he recibido. En segundo lugar, si Dios me concediese el poder crear una Orden religiosa, estoy seguro que, tras muchas reflexiones, nada descubriría de nuevo más adaptado a nuestro tiempo y a sus necesidades que las Constituciones de Santo Domingo. Sólo tiene de antiguo su historia; y en verdad, no vería yo motivo para torturar la inteligencia por mero gusto de ser de ayer.” 
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Fray Enrique Domingo Lacordaire

El genio de Fr. Enrique Domingo Lacordaire, restaurador de la Orden de Predicadores en Francia, captó como pocos el carisma dominicano. Su “Memoria para la Restauración de la Orden de Predicadores en la Cristiandad”, escrita en su madurez, será pauta para la reforma de las Constituciones de la Orden pedida por el Vaticano II.

“¿Qué es lo esencial de la Orden de Santo Domingo? ¿En qué consiste? ¿Cada frase, cada palabra de las Constituciones forma parte de ella? Nosotros no podíamos pensar que cada palabra de las Constituciones formase parte de la esencia de nuestra Orden. La metafísica, de acuerdo con el buen sentido, ha distinguido siempre en los seres, la esencia y el accidente, lo principal y lo accesorio. Declarar que en un cuerpo físico o moral, todo es esencia, es declarar que una rama es el árbol, y que no se puede cortar la rama sin cortar el árbol: lo cual es un claro absurdo.

Mas, puesto que hay en la Orden de Santo Domingo, como en todas las cosas, la esencia y el accidente, ¿dónde debíamos pensar que estaba la esencia?, o ¿nos estaba permitido buscarla para definirla? Evidentemente sí, en las Constituciones mismas de la Orden, en lo que la Orden afirme de sí misma por sus leyes, su fundador y sus antepasados, e su primera palabra que es esta: "Sabemos que nuestra Orden desde el principio fue instituida especialmente para la predicación y la salvación de las almas, y que con todo esmero nuestro empeño debe dirigirse principalmente y con todo ardor a que podamos ser útil a las almas de los prójimos" (Prólogo).

Esta palabra tan neta no dejaba lugar a dudas, y el comentario que hemos citado lo dejaba menos todavía: "la esencia de la orden de Santo Domingo es la salvación de las almas por la doctrina y la predicación, mediante las observancias monásticas claramente determinadas por las Constituciones, y una jerarquía electiva en todos sus grados". Definición fácil de descomponer en sus términos, y que nos da la salvación de las almas como fin, la doctrina y la predicación como medios principales, las observancias monásticas como medios subordinados, y la jerarquía electiva como medio de gobierno.” ________________________

Beato Francisco de Capillas

En la primera mitad del siglo XVII transcurre la vida de Fray Francisco de Capillas, Protomártir de China, a donde llegó a la misión de Fogán en 1642. Seis años más tarde inmolará su vida en testimonio de su fe. De su permanencia en la cárcel es la siguiente carta al P. García, testimonio vivo de la alegría en el sufrimiento, en la que comparando su cuerpo con un borriquillo dice:

“Ahora, por estar matado en las traseras, vengo con él en lo que quiere; pero en estando bueno, pardiez que le tengo que echar la carga de buena manera; no sea que se haga perezoso y, cuando le quiera otra vez zurrar la badana, respingue.

¿Qué tenéis envidia, viejo? Vuestro San Martín os vendrá, como a mí me ha venido este año en su octava.

Regoldorios, pocos hay, pero hay conformidad, a Dios gracias... El Señor haga de su hostia lo que quiera: si quiere tenerme aquí toda la vida, estaré muy contento, y si quiere llevarme consigo, estaré más.... No tengo a esta cárcel por tribulación por estar en ella como si estuviera en la iglesia; pero por ser de suyo motivo de sufrimientos, por eso el Señor se acerca más. Estoy aquí como en San Pablo de Valladolid, sin que me tire nada y con mucho gusto, por saber que estoy aquí por Jesucristo.” 
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Beato Francisco de Posadas

En la segunda mitad del siglo XVII y comienzos del XVIII la predicación del Beato Francisco de Posadas llegó a toda Andalucía. Fraile humilde, austero y penitente, nos ofrece en la Carta del Esposo este texto sobre la oración:

“La oración es comida que sustenta, conversación que regala, trato que entretiene y sueño dulce donde el alma descansa. ¿Pues cómo no la tenéis? ¿Cuál estáis sin oración? Díganlo vuestras obras que salen disparatadas como las del que no come ni duerme...

Dice el Señor: ¿Cómo os trato Yo en la oración? ¿Acaso no os oigo? ¿No os regalo? ¿No os enternezco? ¿No os perdono?... ¿No inflamo vuestras voluntades? ¿No regalo vuestras memorias? ¿No endulzo vuestras almas? ¿No purifico vuestras conciencias?... Pues, ¿por qué no me tratáis?... Ea, venid y tratadme, que soy como las flores, que cuanto más se tratan y manosean os sueltan mayor fragancia.

Si queréis sentir mis olores, venid y tratadme, no me dejéis de la mano, y veréis cómo camináis al olor de mis fragancias, como lo hacen las esposas...

Orad, que si sois malos, Yo os haré buenos; si tibios, os pondré fervorosos; si imperfectos, hallaréis la perfección...Orad, orad y conoceréis lo que soy para vosotros”. ________________________

Fray Francisco de Vitoria

La Sociedad de Naciones, la proclamación y tutela de los derechos del hombre, se enseñan en la Universidad de Salamanca por Fray Francisco de Vitoria en el siglo XVI, 400 años antes de que tuvieran cuerpo estas realidades. He aquí algunas de sus redacciones:

“El derecho de gentes no sólo tiene fuerza por el pacto y convenio de los hombres, sino que tiene por sí mismo fuerza de ley, Y es que el orbe todo, que en cierta manera forma una república, tiene poder de dar leyes justas y a todos convenientes, como son las del derecho de gentes. De donde se desprende que pecan mortalmente los que violan los derechos de gentes, sea de paz, sea tocantes a la guerra. Y en los asuntos graves, como en la inviolabilidad de los legados, ninguna nación puede darse por no obligada por el derecho de gentes, pues éste viene conferido por la autoridad de todo el orbe.”

“Los indios tienen sus derechos a permanecer en su religión y a que nadie los coaccione físicamente para abrazar una fe distinta”.

“ El hombre tiene por naturaleza un derecho de sociabilidad y comunicabilidad natural, por el que puede recorrer las diversas regiones de la tierra y permanecer algún tiempo en ellas, sin que ninguna autoridad pueda impedírselo, si no causa perjuicio a esas regiones o a sus habitantes”.

“El hombre tiene derecho al libre comercio, es decir, a comerciar con otros hombres, aunque pertenezcan a una región o sociedad distintas de la suya, siempre que no haya perjuicio para éstas o para sus individuos”.

“El hombre tiene derecho a la ciudadanía y al domicilio en una ciudad o país por razón de su nacimiento o de haber tomado consorte en él o por otras razones o costumbres por las que los hombres suelen hacerse ciudadanos; este derecho nadie puede impedírselo, con tal que no sólo goce de los privilegios, sino que también soporte las cargas, que sean comunes a los otros ciudadanos”. 
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Fray Francisco de Vitoria

Entre los textos inéditos del famoso dominico se encuentra el titulado “Preceptos de que se debe ayudar el buen predicador” en el que ya en siglo XVI hace las siguientes observaciones, que pensamos nunca han perdido su actualidad.

“El predicador grandemente debe procurar que tenga buena gracia, la cual consiste en la pronunciación y gestos y meneos , altos y bajos de la voz y lo de manos, que el latino llama acción. Y para acertar en esto, guárdese mucho que ninguna cosa destas sea falsa, forzada, y postiza, ni hecha aposta; porque no hay cosa que más estrague la buena gracia y eficacia de los sermones que la falsa y fingida acción, como vemos por experiencia en algunos predicadores deste tiempo que por miedo de no ir fríos y desgraciados , comienzan a predicar a grandes voces con un fervor simulado de fuera sin tenerle dentro, y así lo hacen en todo el sermón, gritando de rato en rato, agora venga a propósito, hora no. Ha de trabajar el predicador en que el fervor, acción y encarescimiento que mostrase de fuera lo tenga de dentro en el ánimo, y le salga de ella, de suerte que agora sea poca, agora mucha, esta que fuere sea verdadera y natural. Y para conseguir esto, el cuidado que lleva de hacer muchos gestos, póngala en buscar sentencias esogidas y delicadas, y después que las tuviere trabaje de entendellas bien, así que forme conceptos distintos y claros y limpios; y así formados busque palabras para significar y echar fuera los conceptos que tiene en el alma, y pierda cuidado de dar voces y hacer gestos, porque cuando dixere alguna cosa grande, si la siente, ella le alterará, y sin otra cosa en su mano ni mirar en ello le hará alzar la voz y hacer gestos y meneos conformes con la pasión que entonces le ocurriere.” ________________________

Beato Enrique Seuze

La figura del Beato Enrique, junto con el maestro Eckard y Juan Tauler, sobresale en la escuela dominicana de espiritualidad denominada “de los místicos renanos”.

He aquí un pasaje de su Testamento del Amor o Regla del Amor:

“Estad bien convencidos, hijitos, que tal debe ser el esfuerzo en las buenas obras, tal nuestro trabajo ante Dios. Tened, pues variedad de obras, pero unidad de alma. Se recibe más abundantemente la gracia en el tiempo y la gloria en la eternidad cuando nuestro esfuerzo se pone en las manos de Dios que cuando se apoya en una obra externa de perfección, aunque nos parezca santa y grande.

Cultivad todas las virtudes que os sea posible, pero no queráis poner en ellas la confianza sino solamente en Cristo.

¿Queréis sentir al Señor? Ejercitaos en la intimidad y el recogimiento dentro de vosotros mismos.

¿Queréis recibir una nueva iluminación y una nueva gracia de Dios? Aprended a conocer sus dones y a dar gracias a Dios por cada don que de él recibís.

¿Queréis que Dios viva en vosotros y vosotros en Dios en el tiempo y luego en la eternidad? Aprende a morir a vosotros mismos, porque la vida excelente del alma está escondida en la muerte progresiva de la voluntad natural. Esta muerte es la que nos hace seguir a Cristo, despojado y desnudo; despojados y desnudos nosotros en el gozo y en el dolor y en cualquiera cosa que nosotros elijamos, en la que podamos cosechar gozos y dolores.

Esta es la norma más sencilla, que os separéis diligentemente de las cosas temporales. Purificad con sabiduría las apariencias de las creaturas. Elevaos sin desviaciones al cielo con Cristo. Mortificad vuestra naturaleza con discreción pero con firmeza. Sed Dulces en la humildad y seréis capaces de conocer la verdad entera. Nada más por ahora. ¡Seguid bien!”.

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Beato Enrique Seuze

El beato Enrique Seuze en una carta a una hija espiritual nos advierte de la necesidad constante de luchar contra la tibieza en el camino de la vida espiritual.

“Hija mía, no hay nadie que a veces no caiga de algún modo en la tibieza; por esto es preciso trabajar seriamente para conseguir una renovación de sí mismo, como el fénix que se renueva en el fuego, como el ciervo y la astuta serpiente que acostumbran aquel a renovar sus cuernos, ésta su piel cuando se hace muy gruesa. La montaña es alta, el camino tortuoso, no basta un solo salto para llegar a la cumbre, muchos mayos tendrán que transcurrir aún. Aquel que retrocede ante la superioridad del ejercito enemigo y no vuelve a la carga luego con valor, es un cobarde caballero. No os asustéis, pues la lucha es propia de buenos en esta tierra miserable. ¿Queréis saber cómo debe operarse esta renovación? Os lo voy a decir.

Conozco un fraile predicador, que había pasado por olas muy fuertes, y creía haber perdido toda seriedad y toda piedad; entró dentro de sí mismo y dijo: "oh Dios mío, ¿qué me sucedió?, he caído sin darme cuenta. Vamos ánimo, y pongámonos a trabajar para adquirir un nuevo bien, puesto que se perdió el antiguo".

Empezó a mortificase, a castigar su cuerpo, a alejarse del mundo, a trabajar seriamente, a guardarse de sí mismo; habiendo hallado nuevas oraciones, trabajó noche y día hasta que hubo reconquistado el antiguo fervor en una vida del todo divina, y de nuevo se vio inflamado de una piedad sincera. Si desfallecía, volvía a empezar de nuevo. Y esto le sucedió un número indecible de veces.

Ved; hija mía; la Sabiduría eterna os lo enseña por la boca de San Bernardo que dice:El punto que distingue a los elegidos de los réprobos, es que los réprobos no se levantan, mientras que los elegidos se levantan sin cesar. Pues nadie puede permanecer inmóvil aquí abajo.”

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Venerable Humberto de Romans

Cuarto sucesor de Santo Domingo de Guzmán como Maestro General de la Orden de los Frailes Predicadores dejó una producción literaria amplia y variada en la que se trasluce una preocupación intensa por los problemas de su tiempo y de la iglesia. Presentó al Capítulo General de la Orden la obra completa de la "Liturgia dominicana": una auténtica joya artística y litúrgica.

Cómo debe ser la obediencia

“Para que vuestra obediencia sea agradable a Dios todopoderoso, procurad que sea pronta sin dilación; devota sin desdén; voluntaria sin contradicción; sencilla sin discusión, ordenada sin desviación, alegre sin turbación, fuerte sin pusilanimidad; universal sin excepción y perseverante sin interrupción.”

Sobre la utilidad de la pobreza

“Conformaos, hermanos carísimos, con una vida pobre. Rechace vuestro corazón los bienes pasajeros. Si tenéis con vosotros a Cristo, sois ricos, aunque carezcáis de todo lo temporal; y sin él, seréis pobres y necesitados, aun poseyendo todas las riquezas del mundo. Sea él vuestro tesoro, ya que sólo él puede llenar los deseos de vuestro corazón, y sin él todo terreno es vaciedad. Por lo mismo, si por la pobreza pasáis hambre, sed o desnudez, y si habéis de soportar incomodidades, sea él quien con su inmensa dulzura compense sobradamente todas las incomodidades que por él abandonasteis.”

Tres modos de incontinencia

“De tres modos se puede pecar contra la castidad: con el pensamiento, con el placer satisfecho y con el consentimiento y complacencia en la tentación. La Sagrada Escritura nos presenta figurativamente los tres cuando, al narrar el pecado de nuestros primeros padres, hace intervenir en escena a tres personajes: la serpiente, la mujer y el hombre. (Gen.3,1ss.) Sea, pues, nuestro corazón por medio de la castidad, trono de marfil, lecho florido, fuente límpida, huerto cerrado, paraíso ameno, arca decorada interior y exteriormente, y un frasco lleno con la fragancia de las virtudes.”

(Carta a los religiosos sobre los tres votos)

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Fray Jerónimo Savonarola

Derrotado en su agotadora lucha contra el mundo, torturado y condenado a muerte, el controvertido fraile dominico pone en la misericordia divina toda su esperanza mientras esperaba su ajusticiamiento. Las últimas palabras que escribió en su celda de la prisión expresan este precioso testimonio:

¿Por qué, pues, colmado de tantas gracias, has llegado a ser por tu orgullo y tu deseo de gloria, un escándalo para el universo? ¿Por qué al caer no has sido deshecho? ¿No es acaso porque el Señor te ha alargado su mano? ¿Y por qué lo ha hecho? ¿Por qué ha vuelto tu corazón hacia sí? ¿Por qué te ha impulsado a la penitencia? ¿Por qué te ha consolado? ¿No es acaso para purificarte, rehabilitarte por su gracia, conducirte a la vida eterna? Estas no son ilusiones o imaginaciones forjadas por ti, son divinas inspiraciones.

“In te, Domine, speravi”. Por estas palabras mi corazón fue en tal medida consolado, que, no pudiendo retener más mi alegría, comencé a cantar: El “Señor es mi luz y mi salvación, ¿A quien temeré?“ Y desecho en lágrimas, arrojándome a los pies del Señor, añadí: ¡Oh, Señor!, aun cuando ellos alcen contra mi sus ejércitos, mi corazón no se conmoverá, pues vos sois mi fuerza y mi refugio, y a causa de vuestro nombre me guiaréis y me sustentaréis. 
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Beato Jordán de Sajonia

Es el primer sucesor de Santo Domingo en el gobierno de la Orden Dominicana. En los quince años que rigió la Orden como Maestro General (1222-1237) multiplicó el número de frailes y conventos: de 30 a 300 y de 300 a 3.000 respectivamente. Fue el gran suscitador de vocaciones.

“Muchas veces os he dicho que las mortificaciones corporales valen para bien poco y que es muy fácil pasarse de la justa medida en las vigilias, en las abstinencias y en las lágrimas. En cambio, en la virtud, como la humildad y la paciencia, la benignidad y la obediencia, lo mismo que la caridad y la modestia, nunca pueden crecer demasiado. Por eso os exhorto que abundéis más en todas. Porque habéis de saber que en esta vida nada hay tan perfecto que no pueda perfeccionarse cada vez más, hasta que lleguemos felizmente a donde no hay nada defectuoso, donde cada uno seremos colmado de tan gran perfección que no necesitemos más, ya que nuestra suficiencia vendrá de Dios o, mejor, será sobreabundantemente el mismo Dios que será todo en todos, laudable y glorioso por los siglos de los siglos. Amen.”

(Carta de Sor Diana) 
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Fray José Álvarez “el Apaktone” (1890-1970)

A lo largo de este siglo que termina, surcó los ríos de la selva peruana la señera figura del P. José Álvarez el "Apaktone" (papá anciano) como fue nominado por el compañero indígena que le defendió. Pacificador de los pueblos amazónicos, él mismo nos dejó escrito su testimonio de una vida entregada a las misiones en una hojita que encontramos en su libro de rezos.

“Recibí el Orden Sacerdotal el 26 de Julio de 1916. Canté la primera Misa el 4 de Agosto de 1916. Llegué al Perú el 21 de Enero de 1917. Las circunstancias de mis primeros encuentros con los nativos fueron el estado de beligerancia, hostilidad y persecución que desde tiempo inmemorial tenían con ellos los caucheros e industriales; choques y odios a muerte de unas tribus con otras debido a lo cual se había creado un estado de miedo y aborrecimiento pavoroso hacia ellos, y la menor idea de internarse en la selva, morada de las tribus, para llevarles un mensaje cristiano era, si no utópico, sí considerado arriesgadísimo. Llegué hasta ellos y fue tal el asombro que les causó al verme, a mí, solo entre ellos, hablándoles en su lengua, que logré lo que nadie había soñado, calmar odios, allanar miles de dificultades e ir planeando las bases de pequeñas misiones. Los primeros contactos fueron con los de la tribu Huaraya; siguió la Toyeri e Iñapari y en 1940 emprendimos las exploraciones al río Colorado con los hasta entonces "feroces" Mashcos. En mis planes, con el auxilio de Dios, no habrá cambios jamás. Como buen soldado siempre en la brecha, o aquí en Lima curándome de mis quebrantos, pero siempre alerta a la voz de mando que me ordene o me permita volver a mis bosques al lado de mis hijos de la selva, mis princesas y sarnositos; o aquí al lado de Santa Rosa en donde siempre he encontrado a manos llenas medios espirituales y materiales para seguir mis planes misionales mientras el Señor me dé vida.” Fr. José Álvarez, O.P. ________________________

Fray José Álvarez “el Apaktone” (“Papá Anciano”)

El más grande misionero de las selvas peruanas en el presente siglo, condecorado por los gobiernos peruano y español, escribía así en 1921 al director de la revista "Misiones Dominicanas del Perú"

“M.R.P. Director de la Revista "Misiones Dominicanas del Perú".

Mi querido y respetado Padre:

Aquí me tiene de nuevo en San Lorenzo, de regreso de mi larga excursión a través de las fronteras del Perú y Brasil, que duró tres meses y medio.

Vengo muy otro del que he salido.- Las desgracias, los contratiempos, los sufrimientos de alma y de cuerpo, o lo que es igual, la experiencia de lo que es la vida del misionero, me han cambiado. Nuestro destino pide una resignación grandísima.- Eso de ver agotados todos mis esfuerzos, frustradas mis esperanzas y mis dorados ensueños y mis más fervientes entusiasmos sin realización sensible y exterior, más o menos satisfactoria, Ud. comprende mi querido Padre, que es para dejar el alma sumergida en amarguras y quebrantado el corazón.

Sin embargo, no crea que esta fase dolorosa de mi vida, por la que ahora estoy pasando, sea un estado de abatimiento, no: es solo de dolorosa tristeza; de total desconfianza en mis propias fuerzas, y de abandono absoluto en la providencia divina.- En el Padre de las misericordias, que nos ha creado a todos, sin distinción de razas ni pueblos, igual salvajes que civilizados, para gozar junto a El la eterna e inmarcesible dicha de los bienaventurados.

¿Qué provecho me pudiera venir de la desconfianza ante el resultado de mis inútiles esfuerzos? Mejor haré en recordar y adorar los inescrutables designios de la sabiduría de Dios, que conduce todas las cosas a sus últimos fines por caminos totalmente desconocidos a nuestros pobres alcances. En orar y sacrificarme porque solamente la oración y el sacrificio salvan el mundo: esperando con fe absoluta y total resignación la hora señalada por la voluntad de Dios para ver el resultado de nuestras oraciones y el fruto de nuestros esfuerzos, contemplando en la gloria del cielo la eterna felicidad de los que hoy llamamos nuestros desventurados hijos del desierto. Este será nuestro último triunfo y nuestra mejor recompensa.” ________________________

Fray Juan González Arintero

Nace Fray Juan en 1860 en Lugueros, pueblo de la montaña leonesa. Formado al calor de la discusión entre partidarios y contrarios a las tesis de Darwin, su pensamiento sufre una transformación desde el antidarwinismo a la construcción de la "Evolución mística", su obra cumbre. A esta obra pertenece este pasaje sobre el progreso individual en la edificación común.

”Que cada uno procure ser perfecto en su orden y en el fiel desempeño de todas sus funciones y con esto llegará al grado y forma de santidad a que está destinado y contribuirá en lo posible a la edificación común. El verdadero progreso individual siempre influye muy eficazmente en el colectivo; y es una vana quimera el intentar uno grandes reformas sociales, que de él no dependen, mientras descuida lo que está en su mano, que es la propia reformación, con lo cual, por lo pronto habría impedido no pocos males y dado algunos buenos ejemplos. Que se reformen y perfecciones muchos miembros de una sociedad y muy luego empezará a sentirse el beneficio de esa reforma. Cuando un alma aspira de veras a la perfección cristiana, siempre arrastra con su ejemplo y lleva en pos de sí muchas; y tantas más cuanto más eficaces son esos ejemplos, cuando mayor sea la configuración de esa alma con los padecimientos del Salvador, como dice Santa Teresa, (Vida c. 11) Y mejorando con eso toda la Iglesia, ese progreso colectivo redundará a su vez en el de todos sus miembros y muy particularmente en el de quien lo provocó. Déjense, pues, todos llevar de la acción e inspiración de Dios, que en cada momento les determina lo que entonces deben hacer o padecer para irse reformando y configurando a imagen del hombre nuevo (Ef 2,15) y realizar así plenamente los adorables designios de la Providencia. Déjense penetrar por la unción del Espíritu Santo, que los ablandará y suavizará y fortalecerá, haciéndolos dóciles a la voz de la verdad y firmes en practicarla.” ________________________

Fray Juan Tauler

Este místico dominico del siglo XIV señaló muchos caminos para nuestro crecimiento como personas, así en su sermón en la fiesta de la Ascensión del Señor, nos muestra el camino para encontrar la paz.

“No son pocos los que quieren ser testigos del Señor de la paz, mientras todo les va conforme a sus deseos. Quieren de buena gana ser santos, pero sin trabajo, sin tedio, sin tribulaciones, sin perjuicios. Desean, pues, conocer a Dios, saborearlo, sentirlo, pero sin amargura. Si efectivamente deben trabajar, si les produce amargura, tristeza, tinieblas y arduas tentaciones, si Dios se les esconde y se ven desprovistos de consuelos interiores o exteriores, al instante se desvanecen sus buenos propósitos. No son los verdaderos testigos que el Señor exige.

¿Quién hay que no busque la paz, quién que no quiera tener la paz en todo lo que hace? Y, sin embargo, este modo de buscar esta paz debe sin duda ser descartado. Debemos esforzarnos en tener paz en todo tiempo, incluso en las adversidades con no poco esfuerzo. De ahí debe nacer la verdadera paz, estable, segura. Verdaderamente cualquier otra cosa que busquemos, o queramos será un engaño. Si, en cambio, nos esforzamos, en cuanto nos sea posible, en estar alegres en la tristeza y mantenernos tranquilos en la turbación, sencillos en complicación y alegres en la angustia, entonces seremos verdaderos testimonios de Dios y de nuestro Señor Jesucristo.

A tales discípulos el mismo Cristo vivo y resucitado de entre los muertos auguraba la paz. Éstos en su vida terrena nunca encontraron una paz externa; pero se les dio una paz esencial, la verdadera paz en las tribulaciones, la felicidad en los insultos, la vida en la muerte. Se alegraban y exultaban cuando los hombres los odiaban, cuando los entregaban a los tribunales, cuando eran condenados a muerte. Tales son los verdaderos testigos de Dios.” 
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Fray Louis Joseph Lebret

Entre las figuras de este siglo que termina, destaca el P. Lebret, baluarte de una espiritualidad militante enraizada en la categoría de solidaridad a la que ve como un acto político de la misericordia. Autor del primer borrador de la Populorum Progressio, llevó hasta los confines del mundo la urgencia del desarrollo como nuevo nombre de la paz, a la que entregó día a día su vida, como testimonia su misma oración:

PO-LEBRET

““Hay hoy demasiados sabios, demasiados prudentes.
Siempre calculando, siempre midiendo.

¡Pensad que pasaría si tuvieran que romper con su mundo,
si sus padres supiesen 
que nunca alcanzarían una posición honorable, 
si tuviesen, aunque fuese por poco tiempo, 
que vivir en la inseguridad!

¡Oh Dios! Envíanos locos,
de los que se comprometen a fondo,
de los que se olvidan de sí mismos, 
de los que aman con algo más que con palabras,
de los que entregan su vida de verdad y hasta el fin.

Danos locos, chiflados, apasionados,
hombres capaces de dar el salto en la inseguridad, 
hacia la creciente incertidumbre de la pobreza;
que acepten diluirse en la muchedumbre anónima
sin pretensiones de colgarse una medalla, 
no utilizando sus cualidades 
mas que en provecho de sus gentes.

Danos locos Señor,
locos del presente,
enamorados de una forma de vida sencilla,
liberadores eficientes de los que no cuentan para nadie, 
amantes de la paz,
puros en su corazón, resueltos a nunca traicionar,
capaces de aceptar cualquier reto, 
de acudir donde sea,
libres y obedientes,
espontáneos y tenaces, 
tiernos y fuertes.”

Fundador en 1941 del movimiento Economía y Humanismo nos presenta también este texto, viva expresión de la compasión dominicana.

“Amadlos hasta que no podáis soportar que sean tan infelices... Vuestro papel no puede ser sólo el de consolarles abandonándolos en sus necesidades cuando vosotros tenéis cubiertas las vuestras... La falta de higiene en sus casas, su dieta defectuosa, la pésima educación de sus hijos, sus huidas hacia adelante, es necesario que todo lo que les empobrezca os desgarre a vosotros mismos”.
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San Luis Bertrán

Vive nuestro Santo en el siglo XVI, Maestro de Novicios y Estudiantes y misionero en Colombia nos dejó en su Tratado de la dignidad de los apóstoles y predicadores apostólicos, esta invitación al Amor de Dios:

“Al cabo tres linajes de amistad pone Jesucristo en el Evangelio: el primero el de él a los hombres. Y prueba ser esta amistad verdadera y que no le faltó hebilleta para ser tal, porque dio su vida, porque descubrió sus secretos, porque no habrá cosa que pidamos que no lo haga como leal amigo, que no sabe negar nada. Y particularmente prueba ser verdadero amigo de sus apóstoles, pues los puso en negocio de tanta importancia, como es salvar almas, fruto que siempre dura.

El segundo linaje de amistad es de unos a otros, de hombre a hombres, Y este amor y amistad pídela por justicia y obligación, pues para eso nos amó él, para que nos amasemos con verdadero amor y amistad.

El tercer linaje de amistad es de los hombres a Dios y éste resuélvese en que obedezcamos , en que hagamos lo que él nos manda: Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando. (Jn 15,14)

Y para entender bien esto es menester entender que hay amistad de superior a inferior, y de igual a igual, y de inferior a superior. Y como la amistad es comunicación de bienes, en estas tres amistades es de diferente manera. La hay de superior a inferior es hacerles mercedes. Y esto es lo que dice Cristo: lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé (Jn 15,16) Yo os di mi vida, mi sangre y un oficio tan alto como es convertir almas. Y entre los iguales es que se comuniquen entre sí, se amen, y se socorran. Y esto es lo que dice: Que os améis unos a otros como yo os he amado. (Jn 15, 12) La que hay de inferior a superior es obediencia y servicio. Y esto es lo que dice: Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando. (Jn 15,14)“
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Fray Luis de Granada

Inspirado representante de la espiritualidad renacentista, nos ofrece en su “Guía de pecadores” este comentario ante la muerte de los justos:

“Los justos no tienen por qué temer la muerte, antes mueren alabando y dando gracias a Dios por su acabamiento, pues en él acaban sus trabajos y comienza su felicidad. Y así dice San Agustín sobre la epístola de San Juan: el que desea ser desatado y verse con Cristo no se ha de decir de él que muere con paciencia, sino que vive con paciencia y muere con alegría.

Así que el justo no tiene por qué entristecerse ni temer la muerte; antes con mucha razón se dice de él que muere cantando como cisne , dando gloria a Dios por su llamamiento. No teme la muerte porque temió a Dios, y quien a este Señor teme, no tiene más que temer. No teme la muerte porque temió la vida; porque los temores de la muerte efectos son de mala vida. No teme la muerte porque toda la vida gastó en aprender a morir y en aparejarse para morir; y el hombre bien apercibido no tiene porque temer a su enemigo. No teme la muerte porque ninguna otra cosa hizo en la vida sino buscar ayudadores valedores para esta hora, que son las virtudes y buenas obras. No teme la muerte porque tiene al juez granjeado y propicio para este tiempo con muchos servicios que le ha hecho.

Finalmente no teme la muerte, porque al justo la muerte no es muerte, sino sueño; no muerte sino mudanza; no muerte sino último día de trabajos; no muerte sino camino para la vida y escalón para la inmortalidad; porque entiende que después de la muerte pasó por el veneno de la vida, perdió los resabios que tenía de muerte y cobró dulzura de vida.” ________________________

San Melchor García-Sampedro

En 1821 nace nuestro mártir en Cortes, Quirós - Asturias. Desarrolla su misión en Viêt-Nam, donde sufrirá cruel martirio en 1855, meses después de su consagración episcopal. Testimonio de su entrega generosa al servicio al Evangelio es esta carta que escribe a sus padres en la que no falta algún rasgo de buen humor a pesar de la persecución:

“Inolvidables padres y hermanos:

Con el temor de escribir a muertos y en la confianza de que cuando reciban esta - si alguno vive- lo estaré yo también, pasaré gustoso la noche dando cuenta de los exquisitos trabajos: Persecución cruel, hambre extremada y guerra civil, son los tres azotes con los que el Señor nos regala.

No tenemos un día de paz... Así va uno envejeciendo (17 años) y mis barbas, cansadas de un país tan ingrato, se caen a puñados; yo tampoco cuido de su suerte. Las ganas de comer jamás me abandonan, son leales a pesar de estar en un punto en donde nada abunda tanto como el hambre, ellas me siguen a doquiera y resisten los fuertes ataques de nuestros muchachos. Muchas veces había oído hablar del hambre, pero jamás había visto los estragos que hace este año. Los niños en peligro de muerte serán más de vintidós mil. Es una cosa digna de elogio ver a los cristianos ir por los pueblos en busca de niños enfermos. Hay personas que están dos meses fuera de casa a la caza de estos párvulos.”
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Práxedes Fernández García Orden Seglar Dominicana

Nació en Sueros (Mieres, Asturias) el 21 de julio de 1886 y muere en Oviedo, por causa natural, durante el asedio de la ciudad, el 6 de octubre de 1936. Su proceso de beatificación se tramita en Roma en la Sagrada Congregación para las Causas de los Santos. No ha dejado más escritos que cuarenta y siete cartas a su hijo cuando se formaba para dominico. Pero en ellas brilla, junto a su elevado espíritu cristiano y su celo apostólico, la solicitud por su familia y su sensibilidad religiosa. De ellas entresacamos estos textos:

Carta del 6 de noviembre de 1933

“A la Sagrada Familia, a la que tu escogiste como patrona de tu vida religiosa, es a la que rogué siempre me diera acierto para educaros bien. Y veo que me lo concede.

Estoy llena de satisfacción porque los tres hijos vais por muy buen camino, pues ¿qué mayor felicidad y contento puede haber para los padres que ver a sus hijos con una carrera y bien educados? Esta es la misión que tenemos que cumplir en este mundo los padres.”

Carta del 8 de mayo de 1936

“No te puedes dar idea de la gran alegría que me dio tu carta en la que me felicitabas por la Pascua de Resurrección. Es la fiesta más hermosa para mi, pues ya que Cristo pasó tanto por nosotros pecadores hasta expirar en la cruz, precisamente por eso no se puede describir la inmensa alegría que reina en nuestros corazones en esta fiesta, a la par de la satisfacción y el contento de su santísima Madre después de haber sufrido tanto por su santísimo Hijo. Todo cuanto nos preparemos y molestemos para celebrar esta fiesta es poco”. ________________________

Santo Tomás de Aquino

El Doctor Angélico en su Exposición sobre el Credo nos muestra como Jesucristo en la cruz es el modelo de todas las virtudes:

La pasión de Cristo basta para servir de guía y modelo a toda nuestra vida. Pues todo aquel que quiera llevar una vida perfecta no necesita hacer otra cosa que despreciar lo que Cristo despreció en la cruz y apetecer lo que Cristo allí apeteció. En la cruz hallamos el ejemplo de todas las virtudes.

Si buscas un ejemplo de amor: “Nadie tiene más amor que el que da la vida por sus amigos” (Jn 15,13). Esto es lo que hizo Cristo en la cruz. Y, por esto, si él entregó su vida por nosotros, no debemos considerar gravoso cualquier mal que tengamos que sufrir por él.

Si buscas un ejemplo de paciencia encontrarás el mejor de ellos en la cruz. Dos cosas son las que nos dan la medida de la paciencia: sufrir pacientemente grandes males, o sufrir, sinrehuirlos, males que podrían evitarse. Ahora bien, Cristo en la cruz sufrió grandes males y los soportó pacientemente, ya que en su pasión “no profería amenazas; como cordero llevado al matadero, enmudecía y no abría la boca” (Hch 8,32). Grande fue la paciencia de Cristo en la cruz: “Corramos en la carrera que nos toca, sin retirarnos, fijos los ojos en el que inició y completa nuestra fe: Jesús, que, renunciando al gozo inmediato, soportó la cruz, despreciando la ignominia” (Heb 12,2).

Si buscas un ejemplo de humildad, mira al crucificado: él, que era Dios, quiso ser juzgado bajo el poder de Poncio Pilato y morir.

Si buscas un ejemplo de obediencia, imita a aquel que se hizo obediente al Padre hasta la muerte: “Si por la desobediencia de uno -es decir, de Adán- todos se convirtieron en pecadores, así por la obediencia de uno todos se convertirán en justos” (Rom 5,19).

Si buscas un ejemplo de desprecio de las cosas terrenas, imita a aquel que es “Rey de reyes y Señor de los señores, en quien está encerrados todos los tesoros del saber y el conocer” (Col 2,3), desnudo en la cruz, burlado, escupido, flagelado, coronado de espinas, a quien, finalmente, dieron a beber hiel y vinagre.

No te aficiones a los vestidos y riquezas, ya que “se repartieron mis ropas” (Mt 27,35); ni a los honores, ya que él experimentó las burlas y azotes; ni a las dignidades, ya que “le pusieron una corona de espinas, que habían trenzado” (Mt 27,29); ni a los placeres, ya que “para mi sed me dieron vinagre“ (Jn 19,28-29).
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Santo Tomás de Aquino
ESTUDIANTE/CONSEJOS

La Iglesia honró a Santo Tomás de Aquino con el título de Patrono de los Estudiantes Católicos. He aquí los consejos que el Doctor Angélico da a sus patrocinados para alcanzar el saber:

“Ya que me preguntas, carísimo hermano en Cristo, cómo debes estudiar para adquirir el tesoro de la ciencia, mi consejo es el siguiente.

No te lances de pronto al mar, sino acércate por los riachuelos, porque a lo difícil se ha de llegar por lo fácil. Te mando que seas tardo para hablar y para ir a distracciones; abraza la pureza de conciencia; date a la oración; procura permanecer en tu celda, si quieres entrar un día en el templo del saber; sé amable con todos; no te preocupes de lo que hacen los demás; no tengas demasiada familiaridad con nadie, pues la excesiva familiaridad engendra desprecio y roba tiempo al estudio; huye sobre todo de perder el tiempo; imita a los santos y a los buenos; guarda en la memoria todo lo bueno que oigas, sin reparar en quién lo dijo; trata de entender cuanto leas y oigas; cuando tengas alguna duda, aclárala; acumula cuantos conocimientos puedas en el arca de tu mente, como quien trata de llenar un vaso; no busques lo que sea superior a tus fuerzas.

Si sigues estos pasos producirás copiosas ramas y frutos en la viña del Señor. Cúmplelo y alcanzarás lo que deseas.” ________________________

Santo Tomás de Aquino

Son los Opúsculos Teológicos de Santo Tomás auténticas guías para meditación. Ofrecemos ahora su reflexión sobre Cristo modelo para que sigamos sus huellas.

“Cristo eligió padres pobres, pero perfectos en la virtud; llevó una vida pobre, para que nadie se gloriase solamente en la nobleza del linaje o de las riquezas de la familia; vivió privado de dignidades para apartar el hombre de un apetito desordenado de honores; soportó trabajos, hambre, sed y sufrimientos corporales, de forma que los hombres no se retrajeran del bien de la virtud, por dedicarse a los placeres y delicias a causa de la dureza de esta vida. Soportó, finalmente, la muerte para que nadie abandonara la verdad por miedo a la muerte; eligió la forma de muerte más reprobable, la muerte de la cruz, para que nadie temiera, como digan de vituperio, la muerte por la verdad. Fue, por tanto, conveniente que el Hijo de Dios hecho hombre sufriera la muerte, para que así su ejemplo animara a los hombres a la virtud. Para que se realice lo que dice Pedro: "Padeció por nosotros, dejándonos un ejemplo para que sigamos sus huellas". Este modo de actuar era necesario para la salvación del hombre a fin que los hombres aprendieran a no confiar soberbiamente en sí mismos, sino en Dios.”
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San Vicente Ferrer

En el año 1350 nace en Valencia el más prestigioso predicador de su Tiempo: San Vicente Ferrer. En uno de sus sermones nos presenta a Cristo Resucitado como modelo de toda condición humana.

“Después de la Resurrección Cristo se presenta a sus discípulos y amigos bajo tres semblanzas o figuras. En primer lugar bajo la forma de peregrino, luego bajo la forma de jardinero y finalmente bajo la forma de mercader. Expresando así las tres formas de vida que había tenido en este mundo: fue peregrino en el tiempo que pasó en la tierra, fue jardinero en su predicación y fue mercader en su pasión.

Mirad cómo se puede resumir toda la vida de Cristo y de ello se deduce que también nosotros debemos ser como peregrinos en nuestra forma de vida, jardineros en nuestro trabajo y mercaderes en saber perseverar.

Este mundo es, en efecto, como una casa con dos puertas: una para entrar y otra para salir, es decir: el nacimiento y la muerte. Y que nadie se haga ilusiones, pues absolutamente todos nos encontramos en el mundo como peregrinos y viajeros. Por tanto no debemos ocuparnos de cosas inútiles , justamente como tampoco los peregrinos se preocupan de lucir vestidos preciosos, ni se fijan en naderías, sino solamente en lo necesario...

Debemos también ser como jardineros, pues cada uno de nosotros tiene un campo, su cuerpo, es decir, la vida presente. Por ello cada cual debe estar atento y ver si se dan malas hierbas, es decir, la soberbia y otros vicios, para desarraigarlos con la azada del discernimiento y plantar en su lugar la humildad y las demás virtudes.

Finalmente debemos actuar como mercaderes previsores, perseverando en una vida santa, para que al término de nuestro viaje, cuando el alma se separe del cuerpo, podamos entrar en la vida del cielo. Cristo es el comprador, el hombre el revendedor, el ángel de la guarda el mediador. Y el ángel preguntará: ¿Qué ofreces a Cristo para obtener la gloria? Y el buen religioso responderá: "toda mi vida que he pasado observando en profesión" Y Dios se mostrará satisfecho de este precio.”
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Monseñor Ramón Zubieta y Les

El 4 de julio de 1913, el Papa Pio X crea el Vicariato Apostólico del Urubamba y Madre de Dios, nombrando como primer Vicario a Monseñor Ramón Zubieta. Su vida es expresión de la total entrega a la misión, como indicará a la M. Ascención Nicol, cofundadora con él de la Congregación de las Misioneras Dominicas del Rosario, en un pasaje de su amplísima correspondencia con ella.

“Veo que Dios me quiere santificar a toda costa; siento la gracia a raudales y bien la necesito para sufrir ciertos golpes, que son ¡¡verdaderamente mortales!!... Sólo deseo ocuparme de las Misiones y correspondencia, y pasar los ratos que pueda delante del Santísimo, mi único consuelo en esta vida de padecimientos.

"No hagamos caso de las apreciaciones de los hombres, que ni nos pueden premiar, ni castigar con algo que merezca la pena; las criaturas nada nos pueden dar, ni nada podemos esperar más que ingratitudes de todas ellas. Sólo Dios sabe apreciar nuestras acciones, y no tiene pasiones que le puedan cegar para no ver las cosas tal cual son.

No os hablo de la oración de quietud, de unión, etc., eso queda para los espíritus contemplativos, tranquilos y sosegados; mi alta templada en los sufrimientos de toda clase de tribulaciones se contenta con unirse a Dios, cumpliendo su divina voluntad, aún a costa de todos los padecimientos: se contenta con ver a Dios en todo y actuar sus designios con una fe ciega en Él y en sus obra; siempre dispuesta a dar la vida por Dios y la salvación de las almas que Él redimió con su preciosa sangre. Mil veces la he expuesto a peligros inminentes, si Dios no la ha aceptado y me ha sacado del fondo del río, Él sabrá por qué lo hace. El sacrificio estaba hecho.”

DOMINICOS