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Nuestro concepto de Dios debe ser constantemente renovado «Anclar nuestra mente en una gracia pasada es perderse gracias futuras El Dios que conocí ayer no será necesariamente el que se me revelará mañana. No te alimentes de memorias. Las memorias están muertas, mientras que Dios no es Dios de muertos, sino de vivos. Dios es eternamente nuevo. Acércate a él dispuesto a ser sorprendido. Convéncete de que no lo conoces y de que puedes traer hoy un rostro distinto del que tú te imaginas. No pongas en lugar de Dios la imagen de Dios que tú te has elaborado en el pasado: eso es idolatría espiritual. Repite la oración: 'Señor, líbrame de todos los conceptos pasados que he formado de ti'. Lo que hemos de hacer al acercarnos a Dios es recoger todos los conceptos pasados que de él tenemos, almacenarlos en la bodega de nuestra mente, y luego acercarnos a Dios, conscientes de que estamos cara a cara con un Dios cercano y a la vez desconocido, infinitamente sencillo e infinitamente complejo. Sólo si estamos abiertos de par en par a cada instante, se nos revelará el desconocido, y se nos revelará tal como es hoy a nosotros tal como hoy somos. Tenemos que aguardar con la mente y el corazón abiertos, sin intentar darle forma a Dios o encerrarlo en conceptos e imágenes; y sólo entonces podemos llamar a la puerta».

Anthony Bloom, arzobispo ortodoxo

 



2. ¡OH, TÚ, EL MÁS ALLÁ DE TODO!

«¡Oh Tú, el más allá de todo!,
¿cómo llamarte con otro nombre?
No hay palabra que te exprese
ni espíritu que te comprenda.
Ninguna inteligencia puede concebirte.
Sólo tu eres inefable,
y cuanto se diga ha salido de ti.
Sólo tu eres incognoscible,
y cuanto se piense ha salido de ti.
Todos los seres te celebran,
los que hablan y los que son mudos.
Todos los seres te rinden homenaje,
los que piensan y los que no piensan.
El deseo universal, el gemido de todos,
suspira por ti.
Todo cuanto existe te ora,
y hasta ti eleva un himno de silencio
todo ser capaz de leer tu universo.
Cuanto permanece,
en ti solo permanece.
En ti desemboca el movimiento del universo.
Eres el fin de todos los seres;
eres único.
Eres todos y no eres nadie.
Ni eres un ser solo ni el conjunto de todos ellos.
¿Cómo puedo llamarte,
si tienes todos los nombres?
¡Oh Tú, el único a quien no se puede nombrar!,
¿que espíritu celeste podrá penetrar
las nubes que velan el mismo cielo?
Ten piedad, oh Tú, el mas allá de todo:
¿como llamarte con otro nombre?».

Himno atribuido a San Gregorio Nacianceno


3. ÉL VIENE, VIENE SIEMPRE

¿No oíste sus pasos silenciosos?
El viene, viene, viene siempre.
En cada instante y en cada edad,
todos los días y todas las noches,
él viene, viene, viene siempre.
He cantado muchas canciones y de mil maneras;
pero siempre decían sus notas:
"El viene, viene, viene siempre".
En los días fragantes del soleado abril,
por la vereda del bosque,
él viene, viene, viene siempre.
En la oscura angustia lluviosa
de las noches de julio,
sobre el carro atronador de las nubes,
él viene, viene, viene siempre.
De pena en pena mía,
son sus pasos los que oprimen mi corazón,
y el dorado roce de sus pies
es lo que hace brillar mi alegría.

R. TAGORE


4.
El misterio de Dios sobrepasa cualquier idea nuestra, y precisamente por esto "se puede expresarlo de muchas maneras". Porque Dios es el bien supremo del hombre y nada escapa a la seriedad de su juicio sobre la historia humana. Y, sin embargo, el Dios de Jesucristo es tan amable y paciente que respeta la libertad y está atento a la fragilidad humana, porque conoce nuestro corazón "y sus caminos tortuosos y difíciles".

Es tan distinto de nosotros, que quiere revelarse indistintamente a cada hombre; es tan misericordioso que va en busca de uno solo de los que se pierden y se alegra cuando lo encuentra. El Dios de Jesucristo ama tan infinitamente al hombre, y lo manifiesta con indecible amor en la "parábola" del costado herido del Crucificado.

CARDENAL MARTINI