LA RELIGIOSIDAD EXTRAECLESIAL

Pistas para acompañar el pluralismo «religioso»

Jesús GARCÍA HERRERO
Sacerdote diocesano
Párroco de «La Cena del Señor»
Madrid

0. Introducción

Estimo verdaderamente acertado el dedicar un número de esta Revista Sal Terrae a analizar y valorar algunos de los fenómenos reveladores del pluralismo religioso vigente en nuestra sociedad española.

Los que estamos implicados en la pastoral activa desde la iglesia, constatamos, cada día, las múltiples sensibilidades religiosas de las personas con las que entramos en contacto. En el funeral de una parroquia de gran ciudad tenemos, probablemente, delante: algunos agnósticos, personas con una sensibilidad religiosa difusa, algunos en sintonía con la religiosidad oriental, cristianos no practicantes habituales y otros cristianos implicados en la vida habitual de la comunidad cristiana. Si fuese esto así, ¿cómo asumir tal diversidad, qué símbolos, palabras, gestos pueden resultar significativos y evangelizadores para ese conglomerado de personas?

De ahí que nos sea urgente tomar conciencia de la nueva situación, analizarla en profundidad y buscar algunas respuestas pastorales adecuadas. Junto al resto de los artículos de este número, quiero aportar mi grano de arena en este sentido.

1. Fin del monopolio religioso

Lo religioso, en nuestra sociedad, se caracteriza sin duda por su complejidad y pluralismo. De un lado, se ha extendido la secularización y el agnosticismo, especialmente entre las élites dirigentes y medios de comunicación que sostienen una interpretación de la vida en la que Dios no es relevante y la fe no tiene sentido o se reduce al ámbito de la conciencia privada, sin incidencia en lo público.

De otro lado, en esta sociedad en profunda crisis se está dando una vuelta a lo religioso como clave de interpretación de la vida y de la historia humana. Asi lo expresa uno de nuestros filósofos, ·Trías-Eugenio, representante del pensamiento laico y que viene propugnando últimamente la necesidad de tomar de nuevo en serio la religión, con expresiones como éstas:

RL/RESURGIR «Intento salir del marco asfixiante de las tradiciones universitarias académicas, en las que se mantiene el postmodernismo, tratando de captar los movimientos históricos reales que se hallan presentes en este milenio. Y ahí descubro lo que en las tradiciones académicas tiende a ocultarse por cuanto constituye, acaso, algo que no es políticamente correcto; pero que es, sin duda, el gran 'novum' de estos tiempos: el resurgir de las grandes religiones históricas. Hoy se impone reconsiderar la naturaleza y condición de la religión. Es preciso 'pensar' la religión, so riesgo de que la religión 'nos piense' en su peculiar modo extremo (según los dictados de todos los integrismos redivivos)... Es preciso salvar el fenómeno que constituye la religión: la natural o connatural orientación del hombre hacia lo sagrado; su religación congénita y estructural... Es preciso avisparse de la relevancia que este tema va cobrando en este fin de siglo, que es de hecho el fin de todo un milenio».

Desde otro ángulo de observación, el actual Nuncio de su Santidad en España, Mons. Lajos Kada, hace también esta doble constatación, tal como se refleja en una entrevista publicada en Vida Nueva (11-I-97):

«Uno tiene muy claramente la impresión de una secularización progresiva en casi toda la geografía española... Aflora, por doquier, el alejamiento de los fieles de la iglesia, la poca colaboración. Además lo más triste y preocupante es el creciente desinterés; no están contra la iglesia pero no están por la iglesia; su vida va en paralelo con ella... Sin embargo, el aumento de las sectas manifiesta un interés religioso de la gente. Van a buscar algo que no encuentran en nuestra iglesia y hay que hacer un profundo análisis para tratar de encontrar qué es lo que no reciben de nosotros y qué en cambio reciben de estas sectas».

Hoy, quizás como nunca, se está generando una producción simbólica extraordinariamente intensa y rica en la búsqueda de la construcción de sentido para la existencia. De ahí la restauración de las religiones ancestrales en nombre de la conservación del medio ambiente y del respeto a las culturas, y la proliferación de las corrientes pentecostales aun en la Europa descreída.

El filósofo francés Michel Serres afirmaba hace unos días en Le Monde: «Hace 30 años, cuando hablaba a mis alumnos de política me escuchaban, cuando les hablaba de religión se reían. Ahora ocurre lo contrario».

A partir, pues, de la realidad del pluralismo simbólico, religioso (y también filosófico, ético, cosmovisional...) que existe hoy en España, que incluye a su vez un gran pluralismo al interior de la iglesia sobre su forma de percibirse y de relacionarse con la sociedad, constatamos el hecho evidente de que la iglesia católica no tiene ya el monopolio de lo religioso, ni de lo simbólico y tampoco de lo ético. De ahí nuestras dificultades de adaptación a la nueva situación en medio de una invisible religión emergente. Se podría afirmar que no hay crisis de creencias o de demandas religiosas, sino incapacidad de las Instituciones religiosas para responder a una enorme cantidad de personas en búsqueda de sentido, situadas en la complejidad de la cultura actual.

2. Aproximaciones al fenómeno del pluralismo religioso

Desde mi presencia en la tarea pastoral de una parroquia de la zona norte de Madrid, quiero aportar algunas experiencias de aproximación a esa realidad del pluralismo religioso que aflora en nuestros ambientes concretos.

2.1. Desde el acompañamiento humano y espiritual a las familias de los difuntos

Supone uno de los momentos importantes de nuestra actividad pastoral en los barrios populares. Las familias que pierden un ser querido viven una situación dura y difícil; carecen de referencias o rituales para poder afrontar, con sentido, el momento fuerte de la muerte y de la despedida de los suyos. Por eso la importancia de poderles aportar nuestras convicciones de fe y nuestros rituales reveladores de pistas, orientaciones sobre la muerte y el más allá de este horizonte. Pero ¿cómo hacerlo para adaptarse a las situaciones tan diversas a las que tenemos que responder?

En este sentido en los últimos seis meses me ha tocado acompañar en las despedidas del difunto, en los tanatorios, estas diversas situaciones significativas:

* Al hijo y sus 40 amigos acompañantes, que forman un grupo ostensiblemente agnóstico en el barrio. Con ocasión de la muerte del padre, cristiano practicante, me pidió la celebración de la Eucaristía en el tanatorio para despedir a su padre como a él le hubiese gustado. Me enfrenté con el desafío de transmitir algún mensaje significativo para aquellos aparentemente no creyentes, pero que estaban profundamente afectados por la muerte del ser cercano. De hecho quedaron profundamente agradecidos, cuestionados en sus aparentes seguridades, con algunas pistas sugerentes para orientarse en el tema de la muerte.

* En otra ocasión una mujer del barrio, procedente del ámbito cristiano y actualmente en la órbita del budismo, acompañada a su vez por un grupo de amigas que han seguido sesiones de enseñanza budista me pidió igualmente la celebración de una Eucaristía de despedida para su madre que acababa de morir en una Residencia de ancianos. Me lo formuló así: «te pido que des gracias a Dios junto al cuerpo de mi madre que le ha servido de vehículo en este mundo».

* Finalmente en otras ocasiones me han pedido la Eucaristía en el tanatorio creyentes implicados activamente en el ámbito parroquial, acompañados de un grupo numeroso de miembros de la comunidad parroquial.

Las personas, desde esas tres sensibilidades aludidas, estaban igualmente afectadas por el dolor, llenas de inquietudes, desconsuelos y preguntas claves que plantea la muerte de los cercanos, y agradecen inmensamente el escuchar una palabra cercana, cálida que les dé alguna respuesta u orientación. ¿Pero cómo encontrar las lecturas bíblicas y extrabíblicas adecuadas, el gesto y la palabra oportunos para, apoyados en nuestra rica tradición, expresar algo significativo para sensibilidades humanas y religiosas tan dispares? ¿O es que, al final, los grandes interrogantes, los sentimientos profundos, los símbolos básicos y las grandes tradiciones religiosas son más bien universales? ¿Y cómo equiparnos los presbíteros para estas importantes tareas: desde rituales monocordes y rígidos, desde teologías muy uniformes, o desde el rico venero de nuestra tradición creyente con una gran capacidad de percibir el momento, asumir las sensibilidades religiosas emergentes y de traducir nuestros contenidos a los lenguajes de los otros?. El desafío de la «inculturación» no es solamente para los misioneros en otros mundos, sino para comunicar el testimonio de la fe cristiana en las nuevas coordenadas culturales de nuestro tiempo.

2.2. Debate ínter-religioso acerca de las preguntas actuales sobre Dios

Es curioso notar cómo las diversas corrientes religiosas emergentes en nuestra sociedad tienen su fiel reflejo en un barrio de gran ciudad. En éste existen pequeños grupos significativos en conexión con el Zen, con la Meditación trascendental, de creencia en los extraterrestres... y que con uno u otro motivo conectan con el ámbito parroquial. ¿Cómo estar abiertos a ellos y hacerse eco de sus peculiares sensibilidades?

En el curso 94-95, hicimos desde la parroquia un intento de reflexión conjunta con representantes de esos diversos grupos. Después de unas primeras reuniones de contacto, decidimos plantear conjuntamente un debate abierto, en el Centro Cultural del barrio, con el tema: «Preguntas sobre Dios, hoy». Esas preguntas fueron formuladas previamente desde los diversos grupos implicados y desde los seminarios de Religión de los dos Institutos de enseñanza del barrio. Un intento de respuestas se concretó en una Mesa Redonda a la que asistieron 120 personas, y en la que se aportaron pistas desde el Islam, desde el Zen, desde la filosofía y desde la teología.

El esfuerzo resultó verdaderamente fecundo. Nos hicimos eco de Ibn Arabí que afirmaba: «se llega a Dios sólo por el amor universal y la misericordia divina»; también de S. Agustín: «mal te buscaba fuera ya que estabas dentro», y de Goethe: «si quieres andar en lo infinito, marcha por lo finito de todas las direcciones»; aprendimos también del «encuentro de Emaús» que lleva de la ceguera a la luz y de la depresión a la alegría.

Concluíamos que la experiencia de Dios es comunión, esto es, saber vivir en esperanza, justicia y amor.

2.3. Seminario sobre las sectas

En el pasado mes de octubre tuve la oportunidad de participar en varias sesiones con expertos en el tema de las sectas. Recojo aquí algunas de las aproximaciones que allí se apuntaron, que atañen a nuestro tema y me parecen sugerentes:

* El fenómeno social de las sectas se enmarca dentro de uno más amplio que denominamos religioso. La actitud religiosa del hombre y de la mujer pone de manifiesto la inquietud que les mueve hacia el Misterio en cuanto relacionado con una dimensión trascendente.

* Cuando fracasan las escatologías y las utopías, el ser humano Intenta establecer, de nuevo, la autenticidad de su propia existencia al margen de cualquier tipo de implicación pública.

* Las personas inmersas en una cultura interactiva pueden caer en el espejismo de esperar soluciones inmediatas y mágicas a todos los problemas, incluso los trascendentes, sin tener en cuenta que lo humano, lo vivencial, no es inmediato sino reflexivo y por tanto lento.

* Los estudios sociológicos evidencian la existencia de unas actitudes religiosas no satisfechas o deficientemente cubiertas.

* Asistimos a la pérdida del monopolio religioso de las iglesias y por tanto a una cierta subjetivización de la religión que se ha extendido a contextos muy plurales.

* La crisis de identidad religiosa que padece el mundo ha aumentado, en contra de todo pronóstico, el interés por la búsqueda. La natural tendencia hacia el misterio sigue su implacable curso y se acentúa el deseo de desvelar el sentido de la propia vida.

* Se ha abierto un nuevo espacio religioso presidido por el desconcierto y la desorientación religiosa, la emocionalidad, la atracción por lo sobrenatural esotérico o exótico de otras culturas, la vuelta a lo genuinamente religioso y experiencial de lo sagrado, la necesidad de novedad reiniciática, la credulidad acritica, y a lo que es sociológicamente más determinante, la búsqueda -consciente o no- de estructuras de identidad individuales, grupales -sectarias o institucionales- sustitutorias de significados últimos.

* Mientras las religiones occidentales han dado prioridad a los conceptos y las ideas, las nuevas formas de espiritualidad han rescatado ciertas técnicas antiguas que permiten una participación corporal más activa del individuo, y no como un atractivo más, sino como una aportación física a la totalidad del ser que repercute en lo psíquico y en lo espiritual.

* Deberia desterrarse la consideración del miembro de un Movimiento Religioso Independiente como un ser, en principio, engañado, manipulado o víctima. Más bien debería ser calificado como «buscador espiritual», en el que se dan experiencias de tipo religioso.

* El desafío que tiene nuestra sociedad democrática y pluralmente religiosa es el de ser capaces todos, teórica y prácticamente, de expresar y vivir la diferencia en igualdad de cara al que a todos nos trasciende -Dios- y de cara a nosotros mismos.

3. Pistas para caminar

En medio de este panorama religioso tan plural con variados Movimientos Religiosos Independientes, y cuando nuestros mismos fieles están contaminados de las nuevas sensibilidades religiosas (ecología, integración corporal, atractivo de lo oriental...) ¿qué posibles actitudes debemos adoptar, por qué caminos transitar?

3.1. Abrir los ojos, dejarse interrogar, descubrir los aspectos positivos de la nueva situación

En este sentido creemos desacertado el planteamiento inicial de un Folleto recién editado por una Diócesis española para promocionar las «Misiones Populares Renovadas». Establece este punto de partida: «Los agentes de pastoral estamos preocupados, hoy, por el porvenir de la fe en nuestras parroquias y otros ámbitos cristianos de cara al milenio que viene... Asistimos a una crisis de fe que constatamos en el descenso de la práctica dominical; en el aumento de los católicos no practicantes; en la desafección a la iglesia y a la parroquia; en los cristianos cuya religiosidad se limita a un sincretismo sentimental; en la pérdida de valores éticos; en la pérdida de la conciencia moral, etc..»....

Esta visión resulta radicalmente pesimista, desconocedora de la realidad religiosa rica y plural que hemos venido describiendo y escasamente evangélica; como si Dios no estuviese presente y actuante entre las personas, antes de que nosotros les comuniquemos nuestra fe y se adhieran a ella.

3.2. Como mínimo, nos debemos el respeto mutuo entre los diversos grupos religiosos en el contexto de nuestra sociedad democrática

No vale considerar a los otros adeptos como engañados o manipulados, sino como diferentes o buscadores por otros caminos. Necesitamos aprender a convivir junto a otras personas que tienen su propia historia y su propio camino de fe y de humanidad.

3.3. Intentar pasar del coexistir o de la polémica al diálogo

Para ello es preciso superar los malentendidos, la autosuficiencia, el etnocentrismo, el miedo a las minorías alternativas. Iniciar posibles encuentros desde la fe cristiana que respeta otras tradiciones o modos de creer. Desde nuestra parroquia intentamos poner continuos gestos en este sentido. Por ejemplo: hemos cedido el uso gratuito de un local parroquial para las reuniones de un grupo de la Iglesia menonita, implicada en el trabajo con jóvenes drogadictos en el barrio.

3.4. Superar los peligros de fundamentalismo, integrismo, posturas a la defensiva que tientan a todas las iglesias ante la sensación de pérdida de terreno, de tener que compartir el campo que fue propio con otros movimientos religiosos considerados espúreos

Hemos de aprender a vivir en una sociedad sin parcelas de poder, pero siendo capaces de sugerir un cierto sentido, un fuego, una luz.

3.5. Entender la misión, la nueva evangelización, desde el paradigma ecuménico indispensable para el siglo XXI

No sólo evangelizamos nosotros, sino también hemos de dejarnos evangelizar por otras tradiciones, inquietudes religiosas portadoras de valores evangélicos, que son y están dispuestas a seguir siendo distintas. Este encuentro fecundo marcará la historia de lo que queda de milenio y de las primeras décadas del próximo siglo.

3.6. En Occidente se ha instaurado una cultura totalmente abierta, exótica, atraída por el arte y las civilizaciones arcaicas y religiones lejanas, a la búsqueda de sentido, de refugio, de serenidad

Tenemos el desafío de elaborar una civilización planetaria para atender a un hombre más complejo, más sensible, más cansado y carente de coraje. El nuevo concepto de pecado tiene que ver con la separación, la irresponsabilidad, la angustia, la tentación de suicidio, la muerte de las almas en el Norte (por falta de sentido) y la muerte de los cuerpos en el Sur (por falta de justicia y de pan).

Ante estas situaciones, ¿cuál puede ser nuestra aportación específica?:

* Nuestra propia tradición entendida no solamente como memoria del pasado sino como fidelidad creadora en tensión hacia el futuro.

* La fuerza de la gratuidad, Dios, la santidad, la celebración litúrgica que no sirven para nada a los ojos del mundo, nos otorgan, en realidad, el sentido y la fuerza. Necesitamos comunidades eucarísticas en las que se realice la metamorfosis del poder en servicio, del tener en ofrenda y compartir; capaces de un lenguaje celebrativo que cobra densidad en la belleza de la música y en el silencio de la adoración; con una palabra no de posesión o fascinación sino que suscita la comunión.

* Nuestro Dios es un Dios encarnado, sufriente, liberador, que nos comunica su Espíritu y mete la esperanza en la opaca historia humana.

Nuestro gran secreto es que Cristo ha resucitado y todos en El estamos llamados a vivir para siempre. Los rostros de los que hemos amado, perdido, incluso matado... quedarán en El definitivamente transfigurados. El nihilismo contemporáneo es un lugar privilegiado para testimoniar la resurrección.

Necesitamos profundizar en la línea de una teología del Espíritu y hacer la experiencia fundamental de un Jesús totalmente subyugado por el Dios Unico y Verdadero que es Amor.

* Hemos de reencontrar la unión entre el Sacramento del altar y el sacramento del hermano, con una actitud de «no violencia» activa, inventiva que multiplica la vida y la amistad.

* También tenemos que encontrar, a la luz del evangelio, el «sentido del cosmos»: el mundo en permanente creación ha sido confiado a la responsabilidad del hombre, no para su posesión o destrucción.

En la tradición bíblica, cada vez que parece todo perdido surge un resto fiel que permite la metamorfosis. Ser este resto es hoy nuestra vocación cristiana para hacer de humus, fermento, grano de mostaza, para que florezca una iglesia de comunión, corazón viviente de una civilización de comunión.

SAL-TERRAE 1997, 3. Págs. 221-229