La Sed de Dios es verdadero Amor

En la Tierra nos toca DESEARLE, en el Cielo POSEERLE

 

 

La mejor medida de acercamiento de un alma a Dios, no es su conocimiento de Dios ni las cosas que hace para Dios, ..., sino la necesidad que esa alma siente de Dios en su vida. Esa necesidad que puede llegar a ser extrema, tanto que el alma no pueda ya vivir sin su Dios, al que ama, necesita y llama, es la SED DE DIOS y es la mayor prueba de amor.

Esa necesidad, en contra de lo que parece, no proviene de su voluntad, sino de la voluntad de Dios quien, deseando atraerse a esa alma para sí, provoca en ella ese sentimiento de necesidad para que empiece la búsqueda.

¡Cuanta más sed! ¡NO IMPORTA LA AUSENCIA APARENTE DE DIOS! ¡Dios se esconde precisamente para que le busques con más fuerza! ¡Cuánta más sed sientes de Dios, cuánto más lo necesites, aunque gimas de dolor por su ausencia, más fuertemente te está llamando Él!.

La Sed de Dios es el mejor y mayor signo de amor y de pertenenencia y de proximidad a Dios. No el poseerle, sino el deseearle. A Dios no se le posee si no se le desea, y el desearle es poseerle. Y le posees en la misma medida que le necesitas, le deseas y le amas.

Es como el Padre que llama a su hijo con todo su amor y sus ojos sonrientes y le dice "Juanito, ven, ven, ven, ven con papá", y le llama una y otra vez, y el niño - que aún no sabe andar - se esfuerza y extiende sus bracitos y llora porque no puede llegar hasta su padre. Y el padre sonríe viendo sus esfuerzos y como gime. Y cuanto más le llama el padre más sufre (aparentemente, pues no es sufrimiento desconsolado sino esperanzado, pues el niño lucha). Este gesto de Dios hace que se active en nosotros la capacidad de desearle, de amarle, y de valernos por nosotros mismos para buscarle y encontrarle aún en medio de la aparente ausencia, aprendiendo así a vivir de la pura fe, sino necesidad de signos visibles de su presencia.

Es entonces cuando el alma aprende a andar sin "muletas", sin "carritos de ruedas" que la lleven. Aprende entonces a desplegar y a usar las poderosas alas de la fe, capaces de llegar a cualquier parte por imposible que parezca. Aprende entonces a desarrollar unas poderosas piernas espirituales capaces de andar, explorar y caminar caminos imposibles de caminar con las piernas naturales.