San Simeon el estilita, un santo fuera de serie

 

   

P. Ignacio Peña

Todas las veces que imparto charlas sobre los orígenes del monacato sirio, la atención de los oyentes es acaparada por la figura de San Simeón el Estilita. ¿Cómo pudo vivir sobre una columna este santo desgreñado, año tras año, en verano como en invierno?¿Cómo fue considerado por sus coetáneos?¿Loco? ¿Santo?Y otras preguntas. Y es que la vida de San Simeón cautiva y fascina. Tanto es así que un renombrado cineasta español llevó, hace unos años, a la gran pantalla la vida del Protoestilita.

 

El santo más popular

San Simeón fue, sin duda alguna, el santo más popular de la Siria bizantina y el que ha dejado más huellas de veneraci6n: iglesias bajo su patrocinio, inscripciones, invocaciones, eulogias y bajorrelieves. El escritor eclesiástico Teodoreto obispo de Ciro le llama "la gran maravilla del universo” y los bajorrelieves de la época le representan "sicut alter Christus", como otro Cristo. Nacido hacia el año 390 en Cilicia, en la actual Turquía, después de varios tanteos de vida cenobítica y después eremítica en el norte de Siria, se estableci6 en una cabaña junto al pueblo de Telanisos. Allí se dio a la práctica de las penitencias más duras y la fama de sus proezas ascéticas suscitó la afluencia de toda clase de gente. Para evitar la curiosidad general Simeón no encontr6 otra salida que establecerse en la cima de la montaña más próxima a la cabaña, montaña que a partir de entonces será conocida por Montaña de Simeón.Allí encontr6 una columna de dos metros y medio de alta y sin pensarlo dos veces se instaló sobre ella. Corría el año 422 de nuestra era.

 

37 años pasados sobre columnas

Simeón pasó muy pronto a una columna más alta y seguidamente a una tercera y última sobre la que vivirá hasta su muerte, siempre rodeado de curiosos, peregrinos y devotos.Huelga decir que la vista de un hombre de la talla espiritual de Simeón, de pie sobre la columna, desafiando el frío y el calor, la lluvia y el granizo, atraía a curiosos y sobre todo a devotos.En efecto, si creemos al historiador Teodoreto, testigo ocular de los hechos, la columna del santo estaba rodeado de una "riada humana" de gentes procedentes no sólo de Siria, Persia y Armenia, sino también de países tan lejanos como las Galias, España, Italia y Bretaña.Los nómadas del desierto, los temibles "sarracenos" de las crónicas bizantinas, se agolpaban en tomo a la columna en grupos de 100, 200 y hasta 1.000. Pedían el bautismo y renegaban a grandes voces la idolatría.La gran ruta Ciro-Apamea, que pasaba a los pies de la montaña de Simeón, contribuyó a difundir la devoción al santo.  

 

600 soldados custodian su cuerpo

Simeón murió el 2 de septiembre del 459.Sus funerales fueron una apoteosis.Reivindicado por los pueblos de los alrededores su cuerpo fue trasportado manu militari en un carro a Antioquía.Le acompañaban Martyrios, obispo de la ciudad, y el magister militum bizantino a la cabeza de 600 soldados.Se temía que los pueblos de los alrededores se alzasen en armas para apoderarse de su cuerpo.La comitiva, llegada a la puerta de la ciudad, fue recibida por una multitud de fieles con antorchas en la mano. El cuerpo del Protoestilita fue depositado en la iglesia llamada de Constantino. Más tarde el emperador León 1 (457-474) mandó trasferirlo a la capital, Constantinopla. La "vox populi" había declarado a Simeón santo por unanimidad.

 

La basílica de San Simeón, joya del arte sirio

A los sirios no les quedó más que la columna, instrumento de la passio de San Simeón.Para honorarla y recibir a los peregrinos que no cesaban de afluir a la montaña sacra, la piedad cristiana erigió una basílica monumental. Comenzada en el año 476 fue terminada en el 490. Su planta es una feliz combinación de octógono, de 28 metros de diámetro, y de cruz griega. En el centro del octógono se encuentra la última columna del santo aéreo.Con sus 3.840 metros cuadrados de superficie cubierta, la basílica podía contener 10.000 personas. Era la más vasta y rica iglesia del Oriente cristiano, sólo comparable con Santa Sofía de Constantinopla. El historiador bizantino Evagrio la describe como "un santuario que sobrepasa a todos en esplendor y en belleza". Junto a la basílica se construyeron un monumental monasterio, una hospedería y dos bautisterios. Todo en piedra bien escuadrada.Vista la grandeza de los edificios, la delicadeza de su traza y ejecución, uno se pregunta: ¿Cómo es posible que un humilde monje haya podido justificar la erección de semejante complejo arquitectónico? No podríamos explicarlo sin tener en cuenta la popularidad del movimiento estilita en Siria. La basílica de San Simeón explica, mejor que los documentos literarios, la veneración del pueblo sirio por sus estilitas.  

 

27 de julio: fiesta del santo  

La muerte de Simeón y el traslado de su cuerpo a Antioquía y posteriormente a Constantinopla, no interrumpió la peregrinación a la montaña sacra sino que, más bien, hizo aumentar el número de visitantes, lo que aseguró la prosperidad de Telanisos, el pueblecillo situado en la falda de la montaña de Simeón. De pueblo eminentemente agrícola Telanisos se convirtió en próspera villa "turística”. En el siglo VI disponía de una envidiable infraestructura para acoger a los peregrinos: 12 hospederías, algunas monumentales, bazares, tiendas de "souvenirs" y tres complejos monásticos, cada uno con su hospedería y su iglesia, además de una iglesia parroquial el N-E de la aglomeración. El gran día de fiesta de Telanisos era el 27 de julio.Un día memorable en toda la región. Miles de personas venían en tropel variopinto de todos los puntos de Siria, se concentraban en la villa y seguidamente subían, cirio en mano, a la montaña por la monumental Via Sacra, que conserva hasta el día de hoy su trazado.

 

La peregrinación perdura hasta el siglo X

La peregrinación a San Simeón conoció su apogeo en los siglos V y VI y perduró hasta el X. La invasión musulmana del año 636 frenó, pero no detuvo, la afluencia de peregrinos y esto a pesar de la inseguridad que reinaba en la región. Lo prueban las inscripciones cúficas grabadas en las paredes del monasterio S-E de Telanisos y el testimonio del viajero árabe Yacut. Finalmente en el año 985 las huestes de Karawía, oficial del emir de Alepo, asaltaron el santuario. La mayoría de los monjes fueron pasados a espada y el resto, junto con los cristianos de los alrededores que habían buscado refugio en el recinto sacro, fueron llevados a Alepo y paseados por las calles en señal de triunfo. Después fueron vendidos como esclavos. El santuario no se repuso del desastre y la peregrinación al santuario más célebre de Siria se interrumpió. Hay que señalar que desde hace unos años a esta parte los cristianos de Alepo, ciudad que dista 30 kilómetros del santuario, organizan esporádicas peregrinaciones al santuario del Protoestilita.  

Restos de la columna del estilita

 

Los estilitas, ¿para qué?

El movimiento estilita, iniciado por San Simeón, hará sonreír a más de un incrédulo de nuestro siglo. Hay que tener, sin embargo, presente que este fenómeno carismático fue vivido en consonancia con las estructuras sociales y espirituales del hombre del siglo Y sería absurdo, por tanto, juzgarlo con criterios modernos. Que el movimiento estilita haya aportado beneficios a la sociedad de su tiempo, está fuera de duda.Los estilitas fueron instrumentos eficaces de evangelización del mundo rural.La contribución de San Simeón a la cristianización de las tribus árabes de la estepa siria no es una excepción.  

 

Este artículo es gentileza de la Revista Tierra Santa