Primera Catequesis
PARÁBOLAS DE CONVERSIÓN Y PERDÓN
§
EL FARISEO Y EL PUBLICANO (RECONOCER NUESTRO PECADO) LC.19,
10-14
§
LOS DOS HIJOS (CONVERSION Y DES-CONVERSION) Mt.21, 28-31
§
LA HIGUERA ESTERIL (UN DIOS PACIENTE Y APREMIANTE) Lc.13,6-9
§
LOS DOS DEUDORES (AMOR CON AMOR SE PAGA) Lc.7, 36-50
§
EL SIERVO SIN CORAZON (PERDON CON PERDON SE PAGA) Mat.18,
23-35
§
LA OVEJA DESCARRIADA(UNA FIESTA EN EL CIELO Y EN LA TIERRA)
Lc.15, 4-7
§
EL HIJO PRODIGO (LA PARABOLA QUE NINGUN HOMBRE SE HUBIERA
ATREVIDO A INVENTAR) Lc.15,
11-32
Reconocer nuestro pecado.
Lucas 19, 10-14
En esta parábola del fariseo y el
publicano la parte ostentosa y “mala” la hace un hombre que según la
Ley era “bueno”, justo y cumplidor de la Ley.
La parte buena, regia, admirable,
la hace un hombre que traficaba con su oficio, un recaudador de impuestos que se
beneficiaba con las trampas y el chantaje.
Jesús presenta los hechos de tal manera que nos molesta el
hombre justo puesto odiosamente de pie ante el altar y nos resulta en cambio
agradable el hombre pecador que se golpea el pecho en el fondo del templo
reconociendo su pecado.
En la parábola del hijo prodigo, ocurre algo semejante. El hijo menor,
que abandona a su padre y malgasta sus bienes en una vida libertina, es el héroe
de esta parábola. En cambio el hijo mayor que aparentemente es bueno, que es
fiel a su padre, termina haciendo un papel mezquino.
En la parábola de la oveja
descarriada es precisamente ésta el objeto de toda la fiesta. Las noventa y
nueve no le dan al pastor tanta alegría.
En la parábola de los obreros de la viña, reciben una dura amonestación
los que han trabajado todo el día. Los otros, los últimos, fueron pagados
primero y con el mismo salario de los demás.
En la parábola del buen samaritano, el levita y el sacerdote, que llevan
una investidura sagrada, se comportan sin corazón ante el herido. En cambio el
papel de la perfecta caridad lo hace un pagano.
DESPERTAR EN NOSOTROS LA CONCIENCIA DEL PUBLICANO.
Nos presentamos como los más justos, los virtuosos y más honorables que los
demás. Aceptar que somos pecadores y que estamos en un camino de conversión
Aceptar en lo íntimo de nuestro
ser que somos pecadores.
Sin embargo, ser un “buen
publicano” implica un paso de conversión: reconocer el pecado y actuar para
vencerlo
Conversión y desconversión.
Mateo 21, 28-31
Sentido histórico de la parábola
Tiene un sentido histórico muy
preciso: la clave la da la advertencia que dirige Cristo a los sacerdotes y
ancianos del pueblo: les aseguro que los publicanos y las mujeres de mala vida
llegarán antes que ustedes al reino de los cielos.
Los dos hijos representan dos
tipos de personas: los fariseos, escribas y príncipes de los sacerdotes por un
lado; y los pecadores y publicanos por otro.
Estos, después de resistir a
Dios, se convierten y se someten a El. Los otros, diciéndose justos, no cumplen
la voluntad divina. Esta es la razon de por qué los “pecadores” precederán
a los “justos” en el reino de los cielos.
Junto al sentido propiamente histórico,
la parábola desborda otro sentido
más universal e intemporal. Y es el sentido que nace, al margen del
contexto, de la actitud en sí y por sí, asumida por los dos hijos que
protagonizan el relato de Jesús.
Los dos hijos tipifican, en
efecto, una actitud alternada de conversión y desconversión que es variante
eterna del hombre.
La mayoría de quienes se
entregan a Dios no suelen hacerlo de modo definitivo y perdurable. Con
frecuencia la vida es un tejido de conversiones y desconversiones.
Evidentemente nuestro egoismo y
debilidad nos obligan a asumir la conversión como una tarea de toda la vida.
Una tarea, humilde y valiente a la vez, en pos de Aquel que “no fue sí y no,
sino solamente sí” (2 Corintios 1,19)
Dentro de casa uno de nosotros
hay un signo de contradicción: dentro de nosotros pelean Cristo y el
Anticristo. Es decir, las exigencias del evangelio que entran en conflicto con
nuestros instintos. Con nuestros reflejos animales, con nuestras instancias biológicas.
Hay una lucha entre el amor y el desamor, entre la verdad y la mentira,
entre la justicia y la ambición.
Nadie puede elegir a Cristo sin
que Cristo se le convierta automaticamente en signo de contradicción. Acordémonos:
“No he venido a traer paz, sino espada”. Y siempre que le damos a Cristo un
lugar en nuestra vida, está El luchando con nosotros contra el Anticristo que
hay en cada uno de nosotros.
GLOSAS PARA ESTA PARABOLA:
Señor, perdóname mi último
pecado. Y perdóname también porque no será la última vez que deba pedirte
perdón.
Afortunadamente para nosotros,
Dios no cree demasiado en nuestros arrepentimientos.
No es en nuestro arrepentimiento
en el que se cree, sino en la obra de Dios.
Todo hombre es una cantera de la
gracia, Dios trabaja continuamente en ella.
LA HIGUERA ESTERIL:
Un Dios paciente y apremiante.
Lucas 13, 6-9
Esta parábola expresa a la vez
la urgencia de Dios en percibir frutos de conversión, y su tolerancia con la
planta humana que se los debe dar. Pero en este caso el acento se carga no tanto
en la paciencia de Dios cuanto en la exigencia de Dios.
Es al parecer la menos
misericordiosa de las parábolas de misericordia. Pero es muy importante para
darle dimensión y profundidad al misterio del amor y la misericordia de Dios.
No podríamos formarnos una noción completa de estos, si no los pusiéramos en
claroscuro con la santidad y la justicia de Dios. Si no mediara la posibilidad
de un castigo, la bondad de Dios y su amoroso llamado al corazón del hombre
carecerían de relieve, de dramatismo y hasta de seriedad.
La misericordia de Dios es un
atributo esencial de Dios, pero no es un Dios débil, zonzo o a la buena,
transigente, complaciente de todas las cosas.
Como personas creemos en un Dios
serio, fuerte, eficiente, que sabe corregir y amonestar, que pone medios para
obtener sus resultados y exige del hombre una contribución real para
conseguirlos. Esto es lo que pone de relieve esta parábola.
Relatos paralelos:
·
Juan advierte: “Manifiesten su conversión con obras…el
hacha está puesta en la raíz de los árboles.El árbol que no produce buen
fruto, será cortado y arrojado al fuego. Mateo.3, 8-10
·
“El árbol que no produce frutos buenos, se le corta y se
le arroja al fuego” Mateo. 7, 19.
·
“Al ver una higuera cerca del camino se acercó
a ella, pero solo encontró hojas. Entonces le dijo: Nunca volverás a
dar fruto. Y la higuera se secó de inmediato”. Mateo.21,19
Es importante para un creyente auténtico, que su relación
personal con Dios esté fundada en el amor, no en el temor al castigo eterno. El
temor al castigo no puede ser la causa del amor a Dios o de nuestra unión con
El. Dios no quiere nuestro mal, está de nuestro lado y lucha con nosotros
Amor con amor se paga
Lucas 7, 36-50
La clave de esta parábola esta
en la pregunta de Jesús: “Quién lo
amará más?
Jesús, que es el acreedor que tiene dos deudores, la
pecadora y Simón, puntualiza el modo distinto de saldar su deuda el uno y el
otro, oponiendo la actitud amorosa, ardiente de la pecadora a la remisa del
fariseo, y deduce que, habiendo demostrado mayor amor la mujer, es de suponer
que fuera como consecuencia de habérsele perdonado una deuda asimismo mayor.
Poco ama, en cambio, aquel a quien poco se le perdona,
El mensaje de la parábola puede
sintetizarse así: no se mide la situación real de un hombre frente a Dios,
solamente por los pecados –muchos o pocos- que haya cometido. Hay mucha gente
que no peca nunca o casi nunca, al menos espectacularmente, y que permanece toda
su vida en la tibieza o en la pobreza del amor de Dios. Por el contrario, los
amantes apasionados de Dios, se hallan con frecuencia entre los viejos
pecadores.
Dos personajes: un fariseo de la
burguesía, tiene la moral del hombre que vive bien, cumple la ley etc.
Representa un genero de creyente sin pasión ni vibración, es de aquellos de
quienes la Biblia dice que Dios los “vomita” de su boca porque no son ni
frios ni calientes. (Apocalípsis)
Una mujer pecadora, una amante apasionada, que representa en
cambio a quienes, de regreso de una vida desordena son capaces de amar
plenamente al descubrir el valor de lo que aman.
Perdón con perdón se paga
Mateo 18, 23-35
Esta parábola puede
encuadrarse dentro de las enseñanzas del Padre nuestro. Puede ser el
comentario a una de las últimas peticiones: “Perdónanos nuestras deudas así
como nosotros perdonamos a nuestros deudores”.
Jesús destaca en esta parábola
que la razón por la cual debemos perdonar, es porque nosotros también
necesitamos perdón. Somos pecadores. Esto nos debe llevar a una actitud de
humildad y de amor.
La penitencia es una invitación
a todos para que entremos en la dimensión del amor de Dios, de su misericordia,
de su perdón a todos por igual. No hay acepción de personas.
Las enseñanzas de Jesús nos
llevan a considerar que en el ser humano la caridad debe contar mucho más que
la justicia.
Recordemos que en un primer
tiempo era una Ley de represalia. Ver Génesis 4, 23-24. La venganza de Lemek
será “setenta veces siete”.
En un segundo tiempo la Ley de
justicia impuesta es una represalia igual: “ojo por ojo y diente por
diente”. Es la Ley mosaica del talión. Exodo 21,23
En un tercer tiempo Cristo impone
la caridad y el perdón: No hay represalia y debe haber perdon. Mateo 5, 38-39.
“Han oído que se dijo ojo por ojo y diente por diente, yo les digo…”
Escuchemos la pregunta de Pedro:
Mateo 18, 21-22. Cuántas veces debo perdonar…?
EL MANDAMIENTO DEL AMOR TIENE UNA
NOTA ASCENDENTE:
§
Amar al prójimo como a nosotros mismos Mateo.22, 35-39
§
Amar al prójimo como a Cristo Mateo.25,40
§
Amar al prójimo como Cristo nos ama a nosotros Juan.15,12
§
Amar al prójimo como Cristo ama a su padre Juan.17,21-22
Una fiesta en el cielo y en la tierra
Lucas. 15, 4-7
La conclusión de la parábola es
una fuente de esperanza para el pecador arrepentido.
Jesús nos quiere decir que la
conversión de un solo hombre a Dios es algo muy grande y valioso
Podemos decir en un lenguaje
figurado que esta conversión implica “una fiesta en el cielo”. Hay un
regocijo espiritual por una conversión. Aunque es una frase antropomórfica,
nos ilumina cómo la bondad y el amor de Dios se pueden manifestar al modo
humano de alegría como fue la del padre del hijo prodigo.
Hay una fiesta en la tierra desde
el punto de vista de que nosotros también nos alegramos de que una persona
recobre la paz espiritual y vuelva al buen camino.
A veces dudamos de los buenos
propósitos de una persona que quiera iniciar su camino de retorno al Señor.
Sin embargo aunque nos cueste trabajo creerlo, deberíamos alegrarnos y sentir
el regocijo de quienes recuperan un amigo, de añadir un puesto mas en la mesa
para compartir el pan. Es el momento de animar al hermano, de comprometerlo más,
de apoyarlo y caminar con el.
Examinemos nuestras actitudes al
respecto.
A veces pensamos que esta parábola
no es para nosotros, pero fue dicha para todos. Cada uno de nosotros debe
dejarse encontrar por el Buen Pastor, dejarse recoger por él para que nos lleve
al redil y cada uno de nosotros puede, con su conversión a Dios, provocar una
fiesta en el cielo.
La parábola que “ningún
hombre se hubiera atrevido a inventar”
Lucas. 15, 11-32
Esta parábola resume los
diversos temas y mensajes de las anteriores parábolas de conversión y perdón
que hemos visto anteriormente.
Es una radiografía de todo el
proceso de la conversión.
PRIMER TIEMPO: PECADO
1.
“Un
hombre tenia dos hijos”: Paternidad divina y fraternidad humana.
El mundo de la gracia esta
construido sobre un esquema de familia: consiste en la paternidad de Dios y en
la fraternidad de todos los hombres redimidos por Cristo.
2.
“El menor dijo a su padre: Padre, dame la parte de
la herencia que me corresponde”:
Ruptura con el padre y con
los hermanos.
Dentro del cuadro de
familia cimentado sobre la gracia, el pecado supone una ruptura con el Padre y
con los hermanos.
3.
“Y
el padre les repartió sus bienes”. Respeto a la libertad.
La conducta transigente
del padre expresa de algún modo la lógica de libertad con que gobierna Dios a
los hombres; no quiere esclavos sino hijos.
4.
“Se
fue a un país lejano”. El pecado es alejamiento de Dios.
El pecado se completa a
través de un doble movimiento: dar las espaldas a Dios y volverse a las
criaturas, entregándose al disfrute desordenado de las cosas de Dios en contra
de Dios mismo.
5.
“Malgastó
todos sus bienes”. El pecado es la ruina de todos los valores.
El pecado reporta como
triste consecuencia la quiebra y la perdida de los valores espirituales y
humanos. El hombre retrocede a actitudes de animalidad.
SEGUNDO
TIEMPO: ANGUSTIA
1.
“Comenzó
a sufrir privaciones”: Experiencia de carencia y angustia producida por el
pecado.
El pecado provoca estados
negativos de vacío y penuria que pueden causar reacciones saludables hacia la
reconquista de los valores perdidos.
2.
“Entonces
fue y se puso al servicio de uno de los habitantes”: Evasión y búsqueda de
alternativas de Dios.(alienaciones)
El primer efecto del
estado de angustia producido por el pecado puede ser embarcarse hacia nuevas
lejanías y buscar sucedáneos del bien infinito que se ha perdido.
3.
“Lo
envió a su campo para cuidar los cerdos. El hubiera deseado calmar su hambre
con las bellotas”. Esclavitud y abyección.
El pecado termina en la
esclavitud.”El que peca se hace esclavo del pecado” Juan.8,34.
4.
“Pero
nadie se las daba”: El pecado aisla, vacío y soledad.
Por mucho que se engañe
con sus evasiones, no puede el hombre recibir de los sucedaneos de Dios lo que
solo Dios puede darle. El alejamiento de Dios conduce a la nada y al hambre
total.
5.
“Entonces
volvió en sí”: De la angustia a la reflexión.
A través de las
experiencias negativas derivadas del pecado, el Padre ha ido preparando el
retorno del hijo rebelde.
TERCER TIEMPO: CONVERSIÓN
1.
“Yo estoy aquí muriéndome de hambre”. Ansia de
Dios, comienzo de conversión.
En el reconocimiento de la
propia miseria hay una ansia oculta de Dios que puede llevar a la conversión.
Esta no es aun perfecta. Es solo una disposición, que se llama atrición. El
pecador está todavía metido en sí mismo. Pero al menos ha comenzado el
proceso de conversión.
2.
“Me
levantaré e iré a mi padre”: Hacia una mejor conversión.
El proceso de conversión
sigue su curso. Ya no solo se contempla la propia miseria, se produce el
descubrimiento de Aquel que puede remediarla.
3.
“Le diré: Padre, pequé contra
el cielo y contra ti”: Es la conversión completa.
El pecador rompe
definitivamente el cerco del Yo y se abre a la otra persona: el Tú de Dios. Ya
no mira cuanto de deshonroso y negativo ha producido el pecado dentro de él
mismo, sino la ofensa hecha a Dios y la ruptura de una relación de amor con El.
4.
“No merezco
ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros”: La satisfacción
por el pecado.
Cuando la conversión es
verdadera, busca dar una satisfacción por el pecado cometido. No se quiere ya
salvar los privilegios del hijo, sino reparar el daño producido.
5.
“Entonces
partió y volvió a la casa de su padre”: Pone en ejecución su conversión
Todo se había
desarrollado hasta ahora en el plano de la intención. Ahora se pone en obra la
decisión tomada.
CUARTO
TIEMPO: ENCUENTRO
1.
“Cuando
todavía estaba lejos, su padre lo vió y se conmovió profundamente”. Dios
nos amó
primero.
El corazón de Dios, que
es siempre el primero en amar, no cambia frente al pecado del hombre, y pemanece
siempre abierto a la misericordia.
2.
“Y
corriendo a su encuentro lo abrazó y lo besó”: El encuentro de Dios y el
pecador.
La conversión es un
reencuentro vivo con una persona viva, es un gesto amoroso de Dios que busca al
pecador, lo “abrasa y le da el beso de salvación”
3.
“El joven le dijo: padre, pequé”: la confesión
del pecado.
La conversión verdadera
necesita el reconocimiento del pecado, la manifestación del mismo y el rechazo
del pecado. El sacramento de la penitencia es el término de la conversión, y
responde a la lógica y a la psicología de la conversión.
4.
“El padre dijo a sus
servidores”: Podemos ver aquí la mediación de la Iglesia y en ella la de
sus ministros, para que en
una acogida fraterna, hagan sensible y tangible el perdón concedido.
5.
“Traigan
enseguida la mejor ropa y vístanlo”: La vestidura de la gracia.
La alusión a la ropa
puede representarnos la transformación obrada
por la gracia de Dios en la conversión del pecador.
QUINTO TIEMPO: MISERICORDIA
1.
“El hermano mayor…se enojó y no quiso
entrar”: Incapacidad humana para perdonar.
Los hombres no disponemos
de tanta capacidad para perdonar como Dios. El orgullo y el egoismo nos cierran
el corazón.
2.
“Su
padre salió a rogarle”: Infinita capacidad de Dios para personar.
Dios nos invita a superar
nuestras actitudes egoístas y a asumir
una conducta generosa para con aquellos que prevaricaron.
3.
“El
le contestó: hace tantos años que te sirvo”: El fariseismo de los justos.
El egoismo se asocia al
orgullo y al recuento de los propios méritos. Jesús responde también a esto
con la parábola del fariseo y el publicano.
4.
“Nunca
me diste un cabrito para hacer una fiesta”: Exigencias a Dios
Egoismo y orgullo hacen
“planteamientos” a Dios. Jesús responde tambien a esto, con otra parábola,
la de los obreros en la viña.
5.
“Es
justo que haya alegría y fiesta, porque tu hermano estaba muerto y ha
resucitado”.
Participar en la alegría de Dios.
“Habrá mas alegría en
el cielo por un pecador que se convierta, que por noventa y nueve que no
necesitan convertirse” Lucas. 15,7 Otra parábola más para explicarlo: la
oveja descarriada.
TERCERA
CATEQUESIS
CONVERSIÓN
O RECHAZO DE DIOS
DOS
ARQUETIPOS: PEDRO Y JUDAS
Dos personajes típicos
del Evangelio.
PEDRO:
·
Hace muchas cosas. Puede decirse que gran parte del
Evangelio es un diálogo entre Jesús y Pedro.
·
Aparece mas de cien veces.
·
Pregunta, manda, interrumpe, se acobarda, niega, llora.
·
Habla bajo la inspiración de Dios y también bajo la
instigación del Maligno.
·
Es piedra de la Iglesia y piedra de escándalo a la vez.
·
Saca su espada para cortar la oreja del soldado y se
acobarda ante la criada de Pilatos
·
Hace todos los papeles del santo y todos los papeles del
pecador.
JUDAS:
·
Vivió con Jesús, escucho sus discursos, presenció sus
milagros, comió con El, lo traicionó.
·
Se dejó vencer en las tres tentaciones que Jesús rechazó
·
Probablemente Judas quisiera un Jesús que multiplicara los
panes y las monedas, que volara sobre las alas de los ángeles y que poseyera
todos los reinos de la tierra.
·
Al constatar que Jesús no aprovecha las oportunidades, lo
vende por treinta monedas , Tal vez pensó que el Maestro se libraría como lo
había hecho otras veces?
·
Cuando es consciente del drama que ha desencadenado con su
traición, se arrepiente, pero carece de la humildad y del amor suficientes para
pedir perdón y cae en la desesperación.
Analicemos
ahora el misterio de elección y de gracia, de pecado, de conversión o rechazo,
dramáticamente vivido por los dos apóstoles.
1-
DOS ELECCIONES DIVINAS.
Tanto Pedro como Judas
fueron elegidos por Cristo para cumplir una misión relevante en el reino.
“Llamó a sus discípulos y eligió a doce de
ellos a los cuales dió el nombre de apóstoles: Simón a quien puso el
sobrenombre de PEDRO…y JUDAS ISCARIOTE, que fue el traidor”(Lucas 6, 13-16)
2-
DOS MISTERIOS DE LA GRACIA.
La elección de Cristo
implicaba desde luego un misterio de gracia sobre los dos apóstoles. Sin
embargo ese misterio se abriría hacia destinos opuestos. ¿Por qué Pedro fue
iluminado por el Padre? ¿Por qué Judas no fue atraído? La respuesta puede
darla tan solo Aquel que es dueño de la gracia y escruta el secreto de los
corazones.
“Feliz de ti, SIMON, hijo de Jonás, porque no
fue la carne ni la sangre quien te reveló esto, sino mi Padre que está en el
cielo” Mat. 16,17.
“Hay entre ustedes algunos que no creen. En efecto, Jesús sabía desde
el primer momento quiénes eran los que no creían y quién era el que lo iba a
entregar. Y agregó: por eso les he dicho que nadie puede venir a mí si el
Padre no se los concede” Juan 6, 64-65
3-
DOS RESPUESTAS A LA GRACIA
Cuando el lenguaje de
Cristo se hizo “duro” a los oidos de los discípulos, Judas se sumó a los
que se distanciaron de El. En cambio Pedro dio un nuevo testimonio de fe.
“Muchos de sus discípulos se alejaron de El y dejaron de acompañarlo.
Jesús preguntó entonces a los doce: ¿También ustedes quieren irse? SIMON
PEDRO le respondió: ¿Señor, a quién iremos? Tú tienes palabras de vida
eterna. Nosotros hemos creído y estamos convencidos que eres el santo de Dios.
Jesús continuó: ¿No soy yo, acaso, el que los eligió a ustedes, los doce?
Sin embargo, uno de ustedes es un demonio. Hablaba de JUDAS, hijo de Simón
Iscariote: era él, uno de los doce, el que lo iba a entregar” Juan 6, 66-71.
4-
DOS CORAZONES Y DOS ACTITUDES ANTE EL PRÓJIMO
Mientras Pedro abría su
corazón al mensaje de amor que predicaba Cristo, Judas cerró el suyo en
hostilidad y malevolencia.
“Entonces se
adelantó PEDRO y le dijo: Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar a mi
hermano las ofensas que me haga? ¿hasta siete veces? Jesús le respondió: No
solo siete veces, sino hasta setenta veces siete.” Mat.18, 21-22+
“María, tomando una libra de perfume de nardo puro, de mucho
precio, ungió con él los pies de Jesós y los secó con sus cabellos. La casa
se impregnó con la fragancia del perfume. JUDAS ISCARIOTE dijo: ¿por qué no
se vendió este perfume en trescientas monedas de plata para darlas a los
pobres? Dijo esto no porque se interesara por los pobres, sino porque era ladrón
y, como tenía la bolsa, robaba lo que se ponía en ella. Juan 12, 3-7.
“Entonces JUDAS fue a ver a los Sumos Sacerdotes y les dijo: ¿Cuánto
me darán si se lo entrego? Y le dieron treinta monedas de plata” Mateo 26,
14-15
5- DOS
PECADOS
Pedro y Judas sintieron
angustia por su pecado. El pecado de Pedro fue de presunción y cobardía. El de
Judas, más malicioso, fue de traición premeditada.
“Jesús estaba hablando todavía, cuando llegó JUDAS, uno de los
doce, acompañado de una multitud con espadas y palos...El traidor les había
dado esta señal: Es aquel a quien voy a besar. Deténganlo. Inmediatamente se
aproximó a Jesús, diciéndole: Salve, Maestro, y lo besó. (Mateo 26, 47-49)
Jesús le dijo: Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del hombre? (lucas 22,48.
“Mientras PEDRO estaba abajo en el patio, llegó una de las
sirvientas del Sumo Sacerdote y, al ver a Pedro junto al fuego, lo miró
fijamente y le dijo; Tú también estabas con Jesús, el Nazareno. El lo negó
diciendo: No sé nada. No entiendo de qué estás hablando. Luego salió al vestíbulo.
La sirvienta, al verlo, volvió a decir a los presentes: Este es uno de ellos.
Pero él lo negó nuevamente. Un poco más tarde, los que estaban allí dijeron
a Pedro: Seguro que eres uno de ellos, porque eres galileo. Entonces él se puso
a maldecir y a jurar que no conocía al hombre del que estaban hablando”
Marcos 14, 66-71.
6- DOS
ARREPENTIMIENTOS
Pedro y Judas sintieron
angustia por su pecado. Ambos se arrepintieron. Pero Judas no traspasó el cerco
de su angustia personal. Se replegó sobre su remordimiento. Pedro en cambio
orientó su dolor hacia Cristo y se convirtió
“JUDAS, el que lo entregó, viendo que Jesús habia sido condenado,
lleno de remordimiento devolvió las treinta monedas de plata a los sumos
sacerdotes y a los ancianos diciendo: He pecado entregando sangre inocente”
Mat.27, 3-4
El Señor, dándose vuelta, miró a PEDRO, este recordó las palabras
del señor, que había dicho: Hoy, antes que cante el gallo, me habrás negado
tres veces. Y saliendo afuera. Lloró amargamente” Luc.22, 61-62.
7- DOS
FINALES.
Su replegarse sobre sí mismo y su pecado, condujo a JUDAS a la
desesperación. En cambio PEDRO, a partir del llanto saludable despertado por la
mirada de Cristo, inició un proceso de conversión que culminó en su triple
declaración de amor.
“Ellos respondieron: ¿qué nos importa? Es cuestión tuya.
Entonces él. Arrojando las monedas en el templo, salió y se ahorcó” Mat.27,
4-5
“Le pregunto por tercera vez: SIMON, hijo de Juan: ¿me amas?,
PEDRO se entristeció de que por
tercera vez le preguntara: ¿me amas?, y le dijo: Señor, tú lo sabes todo, tú
sabes que te amo” Juan 21,17.
CONCLUSION:
Pedro pecó quizás más
veces que Judas. Solamente en la noche de la pasión cometió tres pecados distintos: Un pecado de presunción “Aunque
deba morir contigo, no te negaré”. Un pecado de violencia: le
cortó la oreja a Malco. Y un pecado de cobardía: “No
conozco a este hombre”. Con todo, en
ninguno de los casos se encerró en su pecado. Más allá de su eventual
debilidad, su alma pemaneció abierta a la conversión. Quedó al alcance de
Dios. No se puso fuera del ámbito de la misericordia divina. Quiso ser
perdonado y se mantuvo en condiciones de poder serlo. Eso es lo que lo
diferencia de Judas.
"El cristianismo
corrige cuatro maneras imperfectas de concebir el pecado.
1.- La revelación
cristiana afirma que el pecado humano no consiste en el falso encuadramiento de
un ser no libre en el orden universal, como afirma el MARXISMO, sino en la mala voluntad de un ser libre.
2.- El mal no es
tampoco en último término, la imperfección de un ser libre, que puede ser
corregida por el entendimiento y la aplicación, como sugiere el BUDISMO, sino la aversión, en su sentido de apartamiento, de los
hombres y de Dios, que el hombre no puede reparar por sí mismo.
3.- La maldad
fundamental no estriba tampoco en la transgresión de una fría ley suprema,
como lo concibe el ISLAM, sino en la
violación de un amor personal.
4.- No se trata,
por fin, únicamente de un delito o falla contra el hombre, como enseña el HUMANISMO,
sino también, y siempre, de un ofensa a nuestro Creador y Redentor.
Todo esto se
encierra en la palabra cristiana “pecado”. El pecado, es, pues, una ofensa
libremente cometida contra el amor humano y divino, que el hombre no puede
reparar por sí mismo". (Catecismo
Holandés, pg.431)
Por
gentileza de
Claudio Blanco
Párroco Catedral María reina
Barranquilla Colombia