CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA

CATECISMO 04 CEC 185-278 
FE/SIMBOLOS/CEC D/PADRE/CEC D/NOMBRE/CEC

SEGUNDA SECCIÓN

LA PROFESIÓN DE LA FE CRISTIANA

LOS SÍMBOLOS DE LA FE


185 Quien dice "Yo creo", dice "Yo me adhiero a lo que nosotros 
creemos". La comunión en la fe necesita un lenguaje común 171, 949 de 
la fe, normativo para todos y que nos una en la misma confesión de 
fe.

186 Desde su origen, la Iglesia apostólica expresó y transmitió su 
propia fe en fórmulas breves y normativas para todos (cf Rm 10, 9; 1 
Co 15, 3-5). Pero muy pronto, la Iglesia quiso también recoger lo 
esencial de su fe en resúmenes orgánicos y articulados destinados 
sobre todo a los candidatos al bautismo: 

Esta síntesis de la fe no ha sido hecha según las opiniones humanas, sino 
que de toda la Escritura ha sido recogido lo que hay en ella de más 
importante, para dar en su integridad la única enseñanza de la fe. Y como el 
grano de mostaza contiene en un grano muy pequeño gran número de ramas, 
de igual modo este resumen de la fe encierra en pocas palabras todo el 
conocimiento de la verdadera piedad contenida en el Antiguo y el Nuevo 
Testamento (S. Cirilo de Jerusalén, catech. llI. 5, 12). 


187 Se llama a estas síntesis de la fe "profesiones de fe" porque 
resumen la fe que profesan los cristianos. Se les llama "Credo" por 
razón de que en ellas la primera palabra es normalmente: "Creo". Se 
les denomina igualmente "símbolos de la fe".

188 La palabra griega "symbolon" significaba la mitad de un objeto 
partido (por ejemplo, un sello) que se presentaba como una señal para 
darse a conocer. Las partes rotas se ponían juntas para verificar la 
identidad del portador. El "símbolo de la fe" es, pues, un signo de 
identificación y de comunión entre los creyentes. "Symbolon" significa 
también recopilación, colección o sumario. El "símbolo de la fe" es la 
recopilación de las principales verdades de la fe. De ahí el hecho de 
que sirva de punto de referencia primero y fundamental de la 
catequesis. 

189 La primera "profesión de fe" se hace en el Bautismo. El 1237 
"símbolo de la fe" es ante todo el símbolo bautismal. Puesto que el 232 
Bautismo es dado "en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu 
Santo" (Mt 28, 19), las verdades de fe profesadas en el Bautismo son 
articuladas según su referencia a las tres personas de la Santísima 
Trinidad. 

190 El Símbolo se divide, por tanto, en tres partes: "primero habla 
de la primera Persona divina y de la obra admirable de la creación; a 
continuación, de la segunda Persona divina y del Misterio de la 
Redención de los hombres; finalmente, de la tercera Persona divina, 
fuente y principio de nuestra santificación" (Catech. R. 1, 1, 3). Son "los 
tres capítulos de nuestro sello (bautismal)" (S. Ireneo, dem. 100). 

191 "Estas tres partes son distintas aunque están ligadas entre sí. 
Según una comparación empleada con frecuencia por los Padres, las 
llamamos artículos. De igual modo, en efecto, que en nuestros 
miembros hay ciertas articulaciones que los distinguen y los separan, 
así también, en esta profesión de fe, se ha dado con propiedad y razón 
el nombre de artículos a las verdades que debemos creer en particular 
y de una manera distinta" (Catch. R. 1, 1, 4). Según una antigua 
tradición, atestiguada ya por S. Ambrosio, se acostumbra a enumerar 
doce artículos del Credo, simbolizando con el número de los doce 
apóstoles el conjunto de la fe apostólica (cf symb. 8). 

192 A lo largo de los siglos, en respuesta a las necesidades de 
diferentes épocas, han sido numerosas las profesiones o símbolos de 
la fe: los símbolos de las diferentes Iglesias apostólicas y antiguas (cf 
DS 1-64), el Símbolo "Quicumque", llamado de S. Atanasio (cf DS 
75-76), las profesiones de fe de ciertos Concilios (Toledo: DS 525-541; 
Letrán: DS 800-802; Lyón: DS 851-861; Trento: DS 1862-1870) o de 
ciertos Papas, como la "fides Damasi" (cf DS 71-72) o el "Credo del 
Pueblo de Dios" (SPF) de Pablo VI (1968). 

193 Ninguno de los símbolos de las diferentes etapas de la vida de 
la Iglesia puede ser considerado como superado e inútil. Nos ayudan a 
captar y profundizar hoy la fe de siempre a través de los diversos 
resúmenes que de ella se han hecho. 

Entre todos los símbolos de la fe, dos ocupan un lugar muy 
particular en la vida de la Iglesia: 

194 El Símbolo de los Apóstoles, llamado así porque es considerado 
con justicia como el resumen fiel de la fe de los apóstoles. Es el antiguo 
símbolo bautismal de la Iglesia de Roma. Su gran autoridad le viene de 
este hecho: "Es el símbolo que guarda la Iglesia romana, la que fue 
sede de Pedro, el primero de los apóstoles, y a la cual él llevó la 
doctrina común" (S. Ambrosio, symb. 7). 

195 242, 245, 465 El Símbolo llamado de Nicea-Constantinopla debe 
su gran autoridad al hecho de que es fruto de los dos primeros 
Concilios ecuménicos (325 y 381). Sigue siendo todavía hoy el símbolo 
común a todas las grandes Iglesias de Oriente y Occidente.

196 Nuestra exposición de la fe seguirá el Símbolo de los Apóstoles, 
que constituye, por así decirlo, "el más antiguo catecismo romano". No 
obstante, la exposición será completada con referencias constantes al 
Símbolo de Nicea-Constantinopla, que con frecuencia es más explícito 
y más detallado.

197 Como en el día de nuestro Bautismo, cuando toda nuestra vida 
fue confiada "a la regla de doctrina" (Rm 6, 17), acogemos el 1064 
símbolo de esta fe nuestra que da la vida. Recitar con fe el Credo es 
entrar en comunión con Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, es entrar 
también en comunión con toda la Iglesia que nos transmite la fe y en el 
seno de la cual creemos:
Este símbolo es el sello espiritual, es la meditación de 1274 nuestro 
corazón y el guardián siempre presente, es, con toda certeza, el tesoro de 
nuestra alma (S. Ambrosio, symb. 1).


CAPITULO PRIMERO

CREO EN DIOS PADRE


198 Nuestra profesión de fe comienza por Dios, porque Dios es "el 
Primero y el Ultimo" (Is 44, 6), el Principio y el Fin de todo. El Credo 
comienza por Dios Padre, porque el Padre es la Primera Persona 
Divina de la Santísima Trinidad; nuestro símbolo se inicia con la 
creación del cielo y de la tierra, ya que la creación es el comienzo y el 
fundamento de todas las obras de Dios.

Artículo 1 "CREO EN DIOS, PADRE TODOPODEROSO,
                CREADOR DEL CIELO Y DE LA TIERRA"


Párrafo I

CREO EN DIOS

199 "Creo en Dios": Esta primera afirmación de la profesión de fe es 
también la más fundamental. Todo el símbolo habla de Dios, y si habla 
también del hombre y del mundo, lo hace por relación a Dios. Todos 
los artículos del Credo dependen del primero, así como los 
mandamientos son explicitaciones del primero. Los 2083 demás 
artículos nos hacen conocer mejor a Dios tal como se reveló 
progresivamente a los hombres. "Los fieles hacen primero profesión de 
creer en Dios" (Catech. R. 1, 2, 2). 

I "CREO EN UN SOLO DIOS"

200 Con estas palabras comienza el Símbolo de 
Nicea-Constantinopla. La confesión de la unicidad de Dios, que tiene 
su raíz 2085 en la Revelación Divina en la Antigua Alianza, es 
inseparable de la confesión de la existencia de Dios y asimismo 
también fundamental. Dios es Único: no hay más que un solo Dios: "La 
fe cristiana confiesa que hay un solo Dios, por naturaleza, por 
substancia y por esencia" (Catech. R., 1, 2, 2). 

201 2083 A Israel, su elegido, Dios se reveló como el Único: 
"Escucha Israel: el Señor nuestro Dios es el único Señor. Amarás al 
Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu 
fuerza" (Dt 6, 4-5). Por los profetas, Dios llama a Israel y a todas las 
naciones a volverse a El, el Único: "Volveos a mí y seréis salvados, 
confines todos de la tierra, porque yo soy Dios, no existe ningún otro... 
ante mí se doblará toda rodilla y toda lengua jurará diciendo: ¡Sólo en 
Dios hay victoria y fuerza!" (Is 45, 22-24; cf Flp 2, 10- 11).

202 Jesús mismo confirma que Dios es "el único Señor" y que es 
preciso amarle con todo el corazón, con toda el alma, con todo el 
espíritu y todas las fuerzas (cf Mc 12, 29-30). Deja al mismo 446 tiempo 
entender que El mismo es "el Señor" (cf Mc 12, 35-37). Confesar que 
"Jesús es Señor" es lo propio de la fe cristiana. Esto 152 no es 
contrario a la fe en el Dios Único. Creer en el Espíritu Santo, "que es 
Señor y dador de vida", no introduce ninguna división en el Dios 
único:

Creemos firmemente y afirmamos sin ambages que hay un solo verdadero 
Dios, inmenso e inmutable, incomprensible, todopoderoso e inefable, Padre, 
Hijo y Espíritu Santo: Tres Personas, pero una Esencia, una Substancia o 
Naturaleza absolutamente simple (Cc. de Letrán IV: DS 800). 

II DIOS REVELA SU NOMBRE

203 A su pueblo Israel Dios, se reveló dándole a conocer su 2143 
Nombre. El nombre expresa la esencia, la identidad de la persona y el 
sentido de su vida. Dios tiene un nombre. No es una fuerza anónima. 
Comunicar su nombre es darse a conocer a los otros. Es, en cierta 
manera, comunicarse a si mismo haciéndose accesible capaz de ser 
más íntimamente conocido y de ser invocado personalmente.

204 Dios se reveló progresivamente y bajo diversos nombres a 63 
su pueblo, pero la revelación del Nombre Divino, hecha a Moisés en la 
teofanía de la zarza ardiente, en el umbral del Éxodo y de la Alianza del 
Sinaí, demostró ser la revelación fundamental tanto para la Antigua 
como para la Nueva Alianza. 

El Dios vivo

205 Dios llama a Moisés desde una zarza que arde sin consumirse. 
Dios dice a Moisés: "Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abraham, 
el Dios de Isaac y el Dios de Jacob" (Ex 3, 6). Dios es el Dios de los 
padres. El que había llamado y guiado a los patriarcas en sus 
peregrinaciones. Es el Dios fiel y compasivo que se acuerda de ellos y 
de sus promesas; viene para librar a sus descendientes de la 
esclavitud. Es el Dios que más allá del espacio y del tiempo lo puede y 
lo quiere, y que pondrá en obra toda su 268 Omnipotencia para este 
designio. 

"Yo soy el que soy"

Moisés dijo a Dios: "Si voy a los hijos de Israel y les digo: 'El Dios de 
vuestros padres me ha enviado a vosotros'; cuando me pregunten: 
'¿Cuál es su nombre?', ¿qué les responderé?" Dijo Dios a Moisés: "Yo 
soy el que soy". Y añadió: "Así dirás a los hijos de Israel: 'Yo soy' me 
ha enviado a vosotros... Este es ni nombre para siempre, por él seré 
invocado de generación en generación" (/Ex 3, 13-15). 


206 Al revelar su nombre misterioso de YHWH, "Yo soy el que es" o 
"Yo soy el que soy" o también "Yo soy el que Yo soy", Dios dice quién 
es y con qué nombre se le debe llamar. Este Nombre Divino es 
misterioso como Dios es Misterio. Es a la vez un Nombre revelado y 
como la resistencia a tomar un nombre propio, y por esto mismo 
expresa mejor a Dios como lo que El es, infinitamente por encima de 
todo lo que podemos comprender o decir: es 43 el "Dios escondido" (Is 
45, 15), su nombre es inefable (cf Jc 13, 18), y es el Dios que se 
acerca a los hombres.

207 Al revelar su nombre, Dios revela, al mismo tiempo, su fidelidad 
que es de siempre y para siempre, valedera para el pasado ("Yo soy el 
Dios de tus padres", Ex 3, 6) como para el porvenir ("Yo estaré 
contigo", Ex 3, 12). Dios que revela su nombre como "Yo soy" se revela 
como el Dios que está siempre allí, presente junto a su pueblo para 
salvarlo. 

208 Ante la presencia atrayente y misteriosa de Dios, el hombre 
descubre su pequeñez. Ante la zarza ardiente, Moisés se quita 724 las 
sandalias y se cubre el rostro (cf Ex 3, 5-6) delante de la Santidad 
Divina. Ante la gloria del Dios tres veces santo, Isaías exclama: "¡Ay de 
mí, que estoy perdido, pues soy un hombre de labios impuros!" (Is 6, 
5). Ante los signos divinos que Jesús realiza, Pedro 448 exclama: 
"Aléjate de mi, Señor, que soy un hombre pecador" (Lc 5, 8). Pero 
porque Dios es santo, puede perdonar al hombre que se descubre 
pecador delante de él: "No ejecutaré el ardor de 388 mi cólera... porque 
soy Dios, no hombre; en medio de ti yo el Santo" (Os 11, 9). El apóstol 
Juan dirá igualmente: "Tranquilizaremos nuestra conciencia ante él, en 
caso de que nos condene nuestra conciencia, pues Dios es mayor que 
nuestra conciencia y conoce todo" (1 Jn 3, 19-20). 

209
Por respeto a su santidad el pueblo de Israel no pronuncia el Nombre 
de Dios. En la lectura de la Sagrada Escritura, el Nombre revelado es 
sustituido por el título divino "Señor" ("Adonai", en griego "Kyrios"). 446 Con 
este título será aclamada la divinidad de Jesús: "Jesús es Señor". 


"Dios misericordioso y clemente"

210 2116 Tras el pecado de Israel, que se apartó de Dios para 
adorar 2577 al becerro de oro (cf Ex 32), Dios escucha la intercesión de 
Moisés y acepta marchar en medio de un pueblo infiel, manifestando 
así su amor (cf Ex 33, 12-17). A Moisés, que pide ver su gloria, Dios le 
responde: "Yo haré pasar ante tu vista toda mi bondad (belleza) y 
pronunciaré delante de ti el nombre de YHWH" (Ex 33, 18-19). Y el 
Señor pasa delante de Moisés, y proclama: "YHWH, YHWH, Dios 
misericordioso y clemente, tardo a la cólera y rico en amor y fidelidad" 
(Ex 34, 5-6). Moisés confiesa entonces que el Señor es un Dios que 
perdona (cf Ex 34, 9).

211 El Nombre divino "Yo soy" o "El es" expresa la fidelidad de Dios 
que, a pesar de la infidelidad del pecado de los hombres y del castigo 
que merece, "mantiene su amor por mil generaciones" (Ex 34, 7). Dios 
revela que es "rico en misericordia" (Ef 2, 4) llegando 604 hasta dar su 
propio Hijo. Jesús, dando su vida para librarnos del pecado, revelará 
que El mismo lleva el Nombre divino: "Cuando hayáis levantado al Hijo 
del hombre, entonces sabréis que Yo soy" (Jn 8, 28) 

Solo Dios ES

212 En el transcurso de los siglos, la fe de Israel pudo desarrollar y 
profundizar las riquezas contenidas en la revelación del Nombre divino. 
Dios es único; fuera de El no hay dioses 42 (cf Is 44, 6). Dios 
trasciende el mundo y la historia. El es quien ha hecho el cielo y la 
tierra: "Ellos perecen, mas tú quedas, todos ellos como la ropa se 
desgastan... pero tú siempre el mismo, no tienen fin tus años" (Sal 102, 
27-28). En él "no hay cambios ni sombras de rotaciones" (St 1, 17) 469, 
2086. El es "El que es", desde siempre y para siempre y por eso 
permanece siempre fiel a si mismo y a sus promesas.

213 Por tanto, la revelación del Nombre inefable "Yo soy el que soy" 
contiene la verdad que sólo Dios ES. En este mismo sentido, ya la 
traducción de los Setenta y, siguiéndola, la Tradición de la Iglesia han 
entendido el Nombre divino: Dios es la plenitud del Ser y de toda 
perfección, sin origen y sin fin. Mientras todas las 41 criaturas han 
recibido de El todo su ser y su poseer. El solo es su ser mismo y es por 
sí mismo todo lo que es.

III DIOS, "EL QUE ES", ES VERDAD Y AMOR
D/VERDAD-A/CEC

214 Dios, "El que es", se reveló a Israel como el que es "rico en 
amor y fidelidad" (Ex 34, 6). Estos dos términos expresan de forma 
condensada las riquezas del Nombre divino. En todas sus obras, Dios 
muestra su benevolencia, su bondad, su gracia, su amor; pero también 
su fiabilidad, su constancia, su fidelidad, su 1062 verdad. "Doy gracias 
a tu nombre por tu amor y tu verdad" (Sal 138, 2; cf Sal 85, 11). El es la 
Verdad, porque "Dios es Luz, en él no hay tiniebla alguna" (1 Jn 1, 5); 
él es "Amor", como lo enseña el apóstol Juan (1 Jn 4, 8).

Dios es la Verdad

215 "Es verdad el principio de tu palabra, por siempre, todos 2465 
tus justos juicios" (Sal 119, 160). "Ahora, mi Señor Dios, tú eres Dios, 
tus palabras son verdad" (2 S 7, 28); por eso las promesas de Dios se 
realizan siempre (cf Dt 7, 9). Dios es la Verdad misma, 1063 sus 
palabras no pueden engañar. Por ello el hombre se puede entregar 
156 con toda confianza a la verdad y a la fidelidad de la palabra de 
Dios en todas las cosas. El comienzo del pecado y de la caída del 
hombre fue una mentira del tentador que indujo a dudar de la palabra 
397 de Dios, de su benevolencia y de su fidelidad. 

216 La verdad de Dios es su sabiduría que rige todo el orden 295 
de la creación y del gobierno del mundo (cf Sb 13, 1-9). Dios, único 
Creador del cielo y de la tierra (cf Sal 115, 15), es el único que puede 
dar el conocimiento verdadero de todas las cosas creadas en su 
relación 32 con El (cf Sb 7, 17-21). 

217 Dios es también verdadero cuando se revela: la enseñanza que 
viene de Dios es "una doctrina de verdad" (Mi 2, 6). Cuando 851 envíe 
su Hijo al mundo, será para "dar testimonio de la Verdad" (Jn 18, 37): 
"Sabemos que el Hijo de Dios ha venido y nos ha dado 2466 
inteligencia para que conozcamos al Verdadero" (1 Jn 5, 20; cf Jn 17, 
3).

Dios es Amor

218 A lo largo de su historia, Israel pudo descubrir que Dios sólo 
tenía una razón para revelársele y escogerlo entre todos los 295 
pueblos como pueblo suyo: su amor gratuito (cf Dt 4, 37; 7, 8; 10, 15). 
E Israel comprendió, gracias a sus profetas, que también por amor Dios 
no cesó de salvarlo (cf Is 43, 1-7) y de perdonarle su in fidelidad y sus 
pecados (cf Os 2).

219 El amor de Dios a Israel es comparado al amor de un padre a 
su hijo (Os 11, 1). Este amor es más fuerte que el amor de 239 una 
madre a sus hijos (cf Is 49, 14-15). Dios ama a su Pueblo más 796 que 
un esposo a su amada (Is 62, 4-5); este amor vencerá incluso las 
peores infidelidades (cf Ez 16; Os 11); llegará hasta el don más 458 
precioso: "Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único" (Jn 3, 
16).

220 El amor de Dios es "eterno" (Is 54, 8). "Porque los montes se 
correrán y las colinas se moverán, mas mi amor de tu lado no se 
apartará" (Is 54, 10). "Con amor eterno te he amado: por eso he 
reservado gracia para ti" (Jr 31, 3).

221 Pero S. Juan irá todavía más lejos al afirmar: "Dios es 733, 851 
Amor" (1 Jn 4, 8.16); el ser mismo de Dios es Amor. Al enviar en la 
plenitud de los tiempos a su Hijo único y al Espíritu de Amor, Dios 
revela su secreto más íntimo (cf 1 Co 2, 7-16; Ef 3, 9-12); El mismo es 
una eterna comunicación de amor: Padre, Hijo y Espíritu 257 Santo, y 
nos ha destinado a participar en El.

IV CONSECUENCIAS DE LA FE EN EL DIOS ÚNICO

222 Creer en Dios, el Único, y amarlo con todo el ser tiene 
consecuencias inmensas para toda nuestra vida:

223 Es reconocer la grandeza y la majestad de Dios: "Sí, Dios 400 
es tan grande que supera nuestra ciencia" (Jb 36, 26). Por esto Dios 
debe ser "el primer servido" (Santa Juan de Arco).

224 2637 Es vivir en acción de gracias: Si Dios es el Único, todo lo 
que somos y todo lo que poseemos viene de él: "¿Qué tienes que no 
hayas recibido?" (1 Co 4, 7). "¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que 
me ha hecho?" (Sal 116, 12). 

225 Es reconocer la unidad y la verdadera dignidad de todos 356, 
360 los hombres: Todos han sido hechos "a imagen y semejanza de 
1700, 1934 Dios" (Gn 1, 26).

226 Es usar bien de las cosas creadas: La fe en Dios, el Único, 339, 
2402 nos lleva a usar de todo lo que no es él en la medida en que nos 
acerca a él 2415, y a separarnos de ello en la medida en que nos 
aparta de él (cf Mt 5, 29-30; 16, 24; 19, 23-24):

Señor mío y Dios mío, quítame todo lo que me aleja de ti. Señor mío y 
Dios mío, dame todo lo que me acerca a ti. Señor mío y Dios mío, despójame 
de mí mismo para darme todo a ti (S. Nicolás de Flüe, oración)


227 Es confiar en Dios en todas las circunstancias, 313, 2090 incluso 
en la adversidad. Una oración de Santa Teresa de Jesús lo expresa 
admirablemente:

Nada te turbe.
Nada te espante. 
Todo se pasa. 
Dios no se muda. 
La paciencia 
todo lo alcanza, 
quien a Dios tiene 2830 
Nada le falta. 
Sólo Dios basta. 1723
(poes.30)


RESUMEN 

228 "Escucha, Israel, el Señor nuestro Dios es el Único Señor..." (Dt 
6, 4, Mc 12, 29). "Es absolutamente necesario que el Ser supremo sea 
único, es decir, sin igual... Si Dios no es único, no es Dios" (Tertuliano, 
Mart. 1, 3).

229 La fe en Dios nos mueve a volvernos sólo a El como a nuestro 
primer origen y nuestro fin último; y a no preferirle a nada ni sustituirle 
con nada.

230 Dios al revelarse sigue siendo Misterio inefable: "Si lo 
comprendieras, no sería Dios" (S. Agustín, serm. 52, 6, 16).

231 El Dios de nuestra fe se ha revelado como El que es; se ha dado 
a conocer como "rico en amor y fidelidad" (Ex 34, 6). Su Ser mismo es 
Verdad y' Amor. 



Párrafo 2

EL PADRE


I "EN EL NOMBRE DEL PADRE Y DEL HIJO Y DEL ESPÍRITU 
SANTO"
D/TRINIDAD

232 189 1223 Los cristianos son bautizados "en el nombre del Padre 
y del Hijo y del Espíritu Santo" (Mt 28, 19). Antes responden "Creo" a la 
triple pregunta que les pide confesar su fe en el Padre, en el Hijo y en 
el Espíritu: "Fides omnium christianorum in Trinitate consistit" ("La fe de 
todos los cristianos se cimenta en la Santísima Trinidad", S. Cesáreo 
de Arlés, symb.).

233 Los cristianos son bautizados en "el nombre" del Padre y del 
Hijo y del Espíritu Santo y no en "los nombres" de éstos (cf Profesión 
de fe del Papa Vigilio en 552: DS 415), pues no hay más que un solo 
Dios, el Padre todopoderoso y su Hijo único y el Espíritu Santo: la 
Santísima Trinidad.

234 El misterio de la Santísima Trinidad es el misterio central 2157 
de la fe y de la vida cristiana. Es el misterio de Dios en sí mismo. Es, 
pues, la fuente de todos los otros misterios de la fe, es la luz que los 
ilumina. Es la enseñanza más fundamental y esencial en la 90 
"jerarquía de las verdades de fe" (DCG 43). "Toda la historia de la 
salvación no es otra cosa que la historia del camino y los medios por 
los cuales el Dios verdadero y único, Padre, Hijo y Espíritu 1449 Santo, 
se revela, reconcilia consigo a los hombres, apartados por el pecado, y 
se une con ellos" (DCG 47).

235 En este párrafo, se expondrá brevemente de qué manera es 
revelado el misterio de la Bienaventurada Trinidad (I), cómo la Iglesia 
ha formulado la doctrina de la fe sobre este misterio (II), y finalmente 
cómo, por las misiones divinas del Hijo y del Espíritu Santo, Dios Padre 
realiza su "designio amoroso" de creación, de redención, y de 
santificación (III).

236
1066 Los Padres de la Iglesia distinguen entre la "Theologia" y la 
"Oikonomia", designando con el primer término el misterio de la vida íntima 
del Dios-Trinidad, con el segundo todas las obras de Dios por las que se 
revela y comunica su vida. Por la "Oikonomia" nos es revelada la "Theologia"; 
pero inversamente, es la "Theologia", quien esclarece toda 259 la 
"Oikonomia". Las obras de Dios revelan quién es en sí mismo, e 
inversamente, el misterio de su Ser íntimo ilumina la inteligencia de todas sus 
obras. Así sucede, analógicamente, entre las personas humanas. La persona 
se muestra en su obrar y a medida que conocemos mejor a una persona, 
mejor comprendemos su obrar.


237 La Trinidad es un misterio de fe en sentido estricto, uno de los 
"misterios escondidos en Dios, que no pueden ser conocidos si 50 no 
son revelados desde lo alto" (Cc. Vaticano I: DS 3015). Dios, 
ciertamente, ha dejado huellas de su ser trinitario en su obra de 
Creación y en su Revelación a lo largo del Antiguo Testamento. Pero la 
intimidad de su Ser como Trinidad Santa constituye un misterio 
inaccesible a la sola razón e incluso a la fe de Israel antes de la 
Encarnación del Hijo de Dios y el envío del Espíritu Santo. 


II LA REVELACIÓN DE DIOS COMO TRINIDAD

El Padre revelado por el Hijo

238 La invocación de Dios como "Padre" es conocida en muchas 
religiones. La divinidad es con frecuencia considerada como "padre de 
los dioses y de los hombres". En Israel, Dios es llamado Padre en 
cuanto Creador del mundo (cf Dt 32, 6; M12, 10). Pues aún más, es 
Padre en razón de la alianza y del don de la Ley a Israel, su 
"primogénito" (Ex 4, 22). Es llamado también Padre del rey de Israel (cf 
2 S 7, 14). Es muy especialmente "el Padre de los 2443 pobres", del 
huérfano y de la viuda, que están bajo su protección amorosa (cf Sal 
68, 6).

239
Al designar a Dios con el nombre de "Padre", el lenguaje de la fe 
indica principalmente dos aspectos: que Dios es origen primero de todo y 
autoridad trascendente y que es al mismo tiempo bondad y solicitud amorosa 
para todos sus hijos. Esta ternura paternal de Dios puede ser expresada 
también mediante la imagen de la maternidad (cf Is 66, 13: Sal 131, 2) que 
indica más expresivamente la inmanencia de Dios, la intimidad entre Dios y 
su criatura. El lenguaje de la fe se sirve así de la experiencia humana de los 
padres que son en cierta manera los primeros representantes de Dios para el 
hombre. Pero esta experiencia dice también que los padres humanos son 
falibles y que pueden desfigurar la imagen de la paternidad y de la 
maternidad. Conviene recordar entonces que Dios trasciende la distinción 
humana de los sexos. No es hombre ni mujer, es Dios. Trasciende también la 
paternidad y la maternidad humanas 370 2779 (cf Sal 27, 10), aunque sea su 
origen y medida (cf Ef 3, 14; Is 49, 15): Nadie es padre como lo es Dios.

240 Jesús ha revelado que Dios es "Padre" en un sentido nuevo 
2780: no lo es sólo en cuanto Creador; Él es eternamente Padre en 
relación a su Hijo Único, el cual eternamente es Hijo sólo en relación 
441:445 a su Padre: "Nadie conoce al Hijo sino el Padre, ni al Padre le 
conoce nadie sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar" 
(Mt 11, 27).

241 Por eso los apóstoles confiesan a Jesús como "el Verbo que en 
el principio estaba junto a Dios y que era Dios" (Jn 1, 1), como "la 
imagen del Dios invisible" (Col 1, 15), como "el resplandor de su gloria 
y la impronta de su esencia" (Hb 1, 3).

242 Después de ellos, siguiendo la tradición apostólica, la Iglesia 
confesó en el año 325 en el primer Concilio Ecuménico de Nicea que el 
Hijo es "consubstancial" al Padre, es decir, un solo Dios 465 con él. El 
segundo Concilio Ecuménico, reunido en Constantinopla en el año 381, 
conservó esta expresión en su formulación del Credo de Nicea y 
confesó "al Hijo Único de Dios, engendrado del Padre antes de todos 
los siglos, luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado 
no creado, consubstancial al Padre" (DS 150). 

El Padre y el Hijo revelados por el Espíritu

243 Antes de su Pascua, Jesús anuncia el envío de "otro Paráclito" 
683 (Defensor), el Espíritu Santo. Este, que actuó ya en la Creación (cf 
Gn 1, 2) y "por los profetas" (Credo de Nicea-Constantinopla), estará 
ahora junto a los discípulos y en ellos (cf Jn 14, 17), 2780 para 
enseñarles (cf Jn 14, 16) y conducirlos "hasta la verdad completa" 687 
(Jn 16, 13). El Espíritu Santo es revelado así como otra persona divina 
con relación a Jesús y al Padre.

244 El origen eterno del Espíritu se revela en su misión temporal. El 
Espíritu Santo es enviado a los apóstoles y a la Iglesia tanto por el 
Padre en nombre del Hijo, como por el Hijo en persona, una vez que 
vuelve junto al Padre (cf Jn 14, 26; 15, 26; 16, 14). El envío de la 
persona del Espíritu tras la glorificación de Jesús (cf Jn 7, 39) 732, 
revela en plenitud el misterio de la Santísima Trinidad.

245 152 La fe apostólica relativa al Espíritu fue confesada por el 
segundo Concilio Ecuménico en el año 381 en Constantinopla: 
"Creemos en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del 
Padre" (DS 150). La Iglesia reconoce así al Padre como "la fuente y el 
origen de toda la divinidad" (Cc. de Toledo VI, año 638: DS 490). Sin 
embargo, el origen eterno del Espíritu Santo está en conexión con el 
del Hijo: "El Espíritu Santo, que es la tercera persona de la Trinidad, es 
Dios, uno e igual al Padre y al Hijo, de la misma substancia y también 
de la misma naturaleza. Por eso, no se dice que es sólo el Espíritu del 
Padre, sino a la vez el Espíritu del Padre y del Hijo" (Cc. de Toledo XI, 
año 675: DS 527). El 685 Credo del Concilio de Constantinopla (año 
381) confiesa: "Con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y 
gloria" (DS 150).

246 La tradición latina del Credo confiesa que el Espíritu "procede 
del Padre y del Hijo (filioque)". El Concilio de Florencia, en el año 1438, 
explícita: "El Espíritu Santo tiene su esencia y su ser a la vez del Padre 
y del Hijo y procede eternamente tanto del Uno como del Otro como de 
un solo Principio y por una sola espiración... Y porque todo lo que 
pertenece al Padre, el Padre lo dio a su Hijo único, al engendrarlo, a 
excepción de su ser de Padre, esta procesión misma del Espíritu Santo 
a partir del Hijo, éste la tiene eternamente de su Padre que lo 
engendró eternamente" (DS 1300-1301). 

247
La afirmación del filioque no figuraba en el símbolo confesado el año 
381 en Constantinopla. Pero sobre la base de una antigua tradición latina y 
alejandrina, el Papa S. León la había ya confesado dogmáticamente el año 
447 (cf DS 284) antes incluso que Roma conociese y recibiese el año 451, en 
el Concilio de Calcedonia, el símbolo del 381. El uso de esta fórmula en el 
Credo fue poco a poco admitido en la liturgia latina (entre los siglos VIII y XI). 
La introducción del Filioque en el Símbolo de Nicea-Constantinopla por la 
liturgia latina constituye, todavía hoy, un motivo de no convergencia con las 
Iglesias ortodoxas. 

248 La tradición oriental expresa en primer lugar el carácter de origen 
primero del Padre por relación al Espíritu Santo. Al confesar al Espíritu como 
"salido del Padre" (Jn 15, 26), esa tradición afirma que este procede del Padre 
por el Hijo (cf AG 2). La tradición occidental expresa en primer lugar la 
comunión consubstancial entre el Padre y el Hijo diciendo que el Espíritu 
procede del Padre y del Hijo (Filioque). Lo dice "de manera legítima y 
razonable" (Cc. de Florencia, 1439: DS 1302), porque el orden eterno de las 
personas divinas en su comunión consubstancial implica que el Padre sea el 
origen primero del Espíritu en tanto que "principio sin principio" (DS 1331), 
pero también que, en cuanto Padre del Hijo Único, sea con él "el único 
principio de que procede el Espíritu Santo" (Cc. de Lyón II, 1274: DS 850). 
Esta legítima complementariedad, si no se desorbita, no afecta a la identidad 
de la fe en la realidad del mismo misterio confesado. 

III LA SANTÍSIMA TRINIDAD EN LA DOCTRINA DE LA FE

La formación del dogma trinitario

249 La verdad revelada de la Santísima Trinidad ha estado desde 
los orígenes en la raíz de la fe viva de la Iglesia, principalmente 683 en 
el acto del bautismo. Encuentra su expresión en la regla de la fe 189 
bautismal, formulada en la predicación, la catequesis y la oración de la 
Iglesia. Estas formulaciones se encuentran ya en los escritos 
apostólicos, como este saludo recogido en la liturgia eucarística: "La 
gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios Padre y la comunión del 
Espíritu Santo sean con todos vosotros" (2 Co 13, 13; cf I Co 12, 4-6; 
Ef 4, 4-6). 

250 Durante los primeros siglos, la Iglesia formula más 
explícitamente su fe trinitaria tanto para profundizar su propia 
inteligencia 94 de la fe como para defenderla contra los errores que la 
deformaban. Esta fue la obra de los Concilios antiguos, ayudados por 
el trabajo teológico de los Padres de la Iglesia y sostenidos por el 
sentido de la fe del pueblo cristiano. 

251
Para la formulación del dogma de la Trinidad, la Iglesia debió 
crear una terminología propia con ayuda de nociones de origen 
filosófico: "substancia", "persona" o "hipóstasis", "relación", etc. Al hacer 
esto, no sometía la fe a una sabiduría humana, sino que daba un sentido 
nuevo, sorprendente, a estos términos destinados también a significar en 
adelante 170 un Misterio inefable, "infinitamente más allá de todo lo que 
podemos concebir según la medida humana" (Pablo VI, SPF 2). 


252
La Iglesia utiliza el término "substancia" (traducido a veces 
también por "esencia" o por "naturaleza") para designar el ser divino en 
su unidad; el término "persona" o "hipóstasis" para designar al Padre, 
al Hijo y al Espíritu Santo en su distinción real entre sí; el término 
"relación" para designar el hecho de que su distinción reside en la 
referencia de cada uno a los otros. 


El dogma de la Santísima Trinidad

253 La Trinidad es una. No confesamos tres dioses sino un solo 
2789 Dios en tres personas: "la Trinidad consubstancial" (Cc. 
Constantinopla II, año 553: DS 421). Las personas divinas no se 
reparten la única divinidad, sino que cada una de ellas es enteramente 
590 Dios: "El Padre es lo mismo que es el Hijo, el Hijo lo mismo que es 
el Padre, el Padre y el Hijo lo mismo que el Espíritu Santo, es decir, un 
solo Dios por naturaleza" (Cc. de Toledo XI, año 675: DS 530). "Cada 
una de las tres personas es esta realidad, es decir, la substancia, la 
esencia o la naturaleza divina" (Cc. de Letrán IV, año 1215: DS 804). 

254 Las personas divinas son realmente distintas entre sí. "Dios es 
único pero no solitario" (Fides Damasi: DS 71). "Padre", "Hijo", "Espíritu 
Santo" no son simplemente nombres que designan modalidades del ser 
divino, pues son realmente distintos entre 468 689 sí: "El que es el Hijo 
no es el Padre, y el que es el Padre no es el Hijo, ni el Espíritu Santo el 
que es el Padre o el Hijo" (Cc. de Toledo XI, año 675: DS 530). Son 
distintos entre sí por sus relaciones de origen: "El Padre es quien 
engendra, el Hijo quien es engendrado, y el Espíritu Santo es quien 
procede" (Cc. Letrán IV, año 1215: DS 804). La Unidad divina es Trina. 

255 Las personas divinas son relativas unas a otras. La distinción 
real de las personas entre si, porque no divide la unidad divina 240, 
reside únicamente en las relaciones que las refieren unas a otras: "En 
los nombres relativos de las personas, el Padre es referido al Hijo, el 
Hijo lo es al Padre, el Espíritu Santo lo es a los dos; sin embargo, 
cuando se habla de estas tres personas considerando las relaciones 
se cree en una sola naturaleza o substancia" (Cc. de Toledo XI, año 
675: DS 528). En efecto, "todo es uno (en ellos) donde no existe 
oposición de relación" (Cc. de Florencia, año 1442: DS 1330). "A causa 
de esta unidad, el Padre está todo en el Hijo, todo en el Espíritu Santo; 
el Hijo está todo en el Padre, todo en el Espíritu Santo; el Espíritu 
Santo está todo en el Padre, todo en el Hijo' (Cc. de Florencia 1442: 
DS 1331). 

256 A los catecúmenos de Constantinopla, S. Gregorio Nacianceno, 
llamado también "el Teólogo", confía este resumen de la 236 684 fe 
trinitaria: 

Ante todo, guardadme este buen depósito, por el cual vivo 84 y combato, 
con el cual quiero morir, que me hace soportar todos los males y despreciar 
todos los placeres: quiero decir la profesión de fe en el Padre y el Hijo y el 
Espíritu Santo. Os la confío hoy. Por ella os introduciré dentro de poco en el 
agua y os sacaré de ella. Os la doy como compañera y patrona de toda 
vuestra vida. Os doy una sola Divinidad y Poder, que existe Una en los Tres, y 
contiene los Tres de una manera distinta. Divinidad sin distinción de 
substancia o de naturaleza, sin grado superior que eleve o grado inferior que 
abaje... Es la infinita connaturalidad de tres infinitos. Cada uno, considerado 
en sí mismo, es Dios todo entero...Dios los Tres considerados en conjunto... 
No he comenzado a pensar en la Unidad cuando ya la Trinidad me baña con 
su esplendor. No he comenzado a pensar en la Trinidad cuando ya la Unidad 
me posee de nuevo... (Or. 40,41: PG 36,417). 


IV LAS OBRAS DIVINAS Y LAS MISIONES TRINITARIAS

257 "O lux beata Trinitas et principalis Unitas!" ("¡Oh Trinidad, luz 
bienaventurada y unidad esencial!", LH, himno de vísperas) Dios es 
eterna beatitud, vida inmortal, luz sin ocaso. Dios es amor: Padre, Hijo y 
Espíritu Santo. Dios quiere comunicar libremente 221 la gloria de su 
vida bienaventurada. Tal es el "designio benevolente" (Ef 1, 9) que 
concibió antes de la creación del mundo 758 en su Hijo amado, 
"predestinándonos a la adopción filial en él" (Ef 1, 4-5), es decir, "a 
reproducir la imagen de su Hijo" (Rm 8, 29) gracias al "Espíritu de 
adopción filial" (Rm 8, 15). Este designio es una "gracia dada antes de 
todos los siglos" (2 Tm 1, 9-10), nacido inmediatamente del amor 
trinitario. Se despliega en la obra de la creación, en toda la historia de 
la salvación después de la caída 292, en las misiones del Hijo y del 
Espíritu, cuya prolongación es la 850 misión de la Iglesia (cf AG 2-9). 

258 Toda la economía divina es la obra común de las tres personas 
divinas. Porque la Trinidad, del mismo modo que tiene una sola y 
misma naturaleza, así también tiene una sola y misma operación (cf Cc. 
de Constantinopla, año 553: DS 421). "El Padre, el Hijo y el Espíritu 
Santo no son tres principios de las criaturas, sino 686 un solo principio" 
(Cc. de Florencia, año 1442: DS 1331). Sin embargo, cada persona 
divina realiza la obra común según su propiedad personal. Así la Iglesia 
confiesa, siguiendo al Nuevo Testamento (cf 1 Co 8, 6): "uno es Dios y 
Padre de quien proceden todas las cosas, un solo el Señor Jesucristo 
por el cual son todas las cosas, y uno el Espíritu Santo en quien son 
todas las cosas (Cc. de Constantinopla II: DS 421). Son, sobre todo, las 
misiones divinas de la Encarnación del Hijo y del don del Espíritu Santo 
las que manifiestan las propiedades de las personas divinas. 

259 236 Toda la economía divina, obra a la vez común y personal, 
da a conocer la propiedad de las personas divinas y su naturaleza 
única. Así, toda la vida cristiana es comunión con cada una de las 
personas divinas, sin separarlas de ningún modo. El que da gloria al 
Padre lo hace por el Hijo en el Espíritu Santo; el que sigue a Cristo, lo 
hace porque el Padre lo atrae (cf Jn 6, 44) y el Espíritu lo mueve (cf Rm 
8, 14). 

260 1050 1721 El fin último de toda la economía divina es la entrada 
de las criaturas en la unidad perfecta de la Bienaventurada Trinidad 
1997 (cf Jn 17, 21-23). Pero desde ahora somos llamados a ser 
habitados por la Santísima Trinidad: "Si alguno me ama -dice el Señor- 
guardará mi Palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él, y 
haremos morada en él" (Jn 14, 23). 

Dios mío, Trinidad que adoro, ayúdame a olvidarme enteramente de mí 
mismo para establecerme en ti, inmóvil y apacible como si mi alma estuviera 
ya en la eternidad, que nada pueda turbar mi paz, ni hacerme salir de ti, mi 
inmutable, sino que cada minuto me lleve más lejos en la profundidad de tu 
Misterio. Pacifica mi alma. Haz de ella tu cielo, tu morada amada y el lugar 
de tu reposo. Que yo no te deje jamás solo en ella, sino que yo esté allí 
enteramente 2565, totalmente despierta en mi fe, en adoración, entregada sin 
reservas a tu acción creadora (Oración de la Beata Isabel de la Trinidad). 

RESUMEN 

261 El misterio de la Santísima Trinidad es el misterio central de la fe 
y de la vida cristiana. Sólo Dios puede dárnoslo a conocer revelándose 
como Padre, Hijo y Espíritu Santo.

262 La Encarnación del Hijo de Dios revela que Dios es el Padre 
eterno, y que el Hijo es consubstancial al Padre, es decir, que es en él 
y con él el mismo y único Dios.

263 La misión del Espíritu Santo, enviado por el Padre en nombre 
del Hijo (cf Jn 14, 26) y por el Hijo "de junto al Padre" (Jn 15, 26), 
revela que él es con ellos el mismo Dios único. "Con el Padre y el Hijo 
recibe una misma adoración y gloria".

264 "El Espíritu Santo procede del Padre en cuanto fuente primera y, 
por el don eterno de éste al Hijo, del Padre y del Hijo en comunión" (S. 
Agustín, Trin. 15, 26, 47).

265 Por la gracia del bautismo "en el nombre del Padre y del Hijo y 
del Espíritu Santo" somos llamados a participar en la vida de la 
Bienaventurada Trinidad, aquí abajo en la oscuridad de la fe y, 
después de la muerte, en la luz eterna (cf Pablo Vl, SPF 9).

266 "La fe católica es ésta: que veneremos un Dios en la Trinidad y 
la Trinidad en la unidad, no confundiendo las personas, ni separando 
las substancias; una es la persona del Padre, otra la del Hijo, otra la 
del Espíritu Santo; pero del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo una es 
la divinidad, igual la gloria, coeterna la majestad" (Symbolum 
"Quicumque ").

267 Las personas divinas, inseparables en su ser, son también 
inseparables en su obrar. Pero en la única operación divina cada una 
manifiesta lo que le es propio en la Trinidad, sobre todo en las 
misiones divinas de la Encarnación del Hijo y del don del Espíritu 
Santo.


Párrafo 3

EL TODOPODEROSO 

268 D/TODOPODEROSO/CEC: De todos los atributos divinos, sólo 
la omnipotencia de Dios es nombrada en el Símbolo: confesarla tiene 
un gran alcance 222 para nuestra vida. Creemos que es esa 
omnipotencia universal, porque Dios, que ha creado todo (cf Gn 1, 1; 
Jn 1, 3), rige todo y lo puede todo; es amorosa, porque Dios es nuestro 
Padre (cf Mt 6, 9); es misteriosa, porque sólo la fe puede descubrirla 
cuando "se manifiesta en la debilidad" (2 Co 12, 9; cf 1 Co 1, 18). 

"Todo lo que El quiere, lo hace" (Sal 115,3)

269 Las Sagradas Escrituras confiesan con frecuencia el poder 
universal de Dios. Es llamado "el Poderoso de Jacob" (Gn 49, 24; Is 1, 
24), "el Señor de los ejércitos", "el Fuerte, el Valeroso" (Sal 24, 8-10). 
Si Dios es Todopoderoso "en el cielo y en la tierra" (Sal 135, 6), es 
porque El los ha hecho. Por tanto, nada le es imposible (cf Ir 32, 17; Lc 
1, 37) y dispone a su voluntad de su obra (cf Jr 27, 5); es el Señor del 
universo, cuyo orden ha establecido, que le permanece enteramente 
sometido y disponible; es el Señor de la 303 historia: gobierna los 
corazones y los acontecimientos según su voluntad (cf Est 4, 17b; Pr 
21, 1; Tb 13, 2): "El actuar con inmenso poder siempre está en tu 
mano. ¿Quién podrá resistir la fuerza de tu brazo?" (Sb 11, 21). 

"Te compadeces de todos porque lo puedes todo" (Sb 11, 23) 

270 Dios es el Padre todopoderoso. Su paternidad y su poder 2777 
se esclarecen mutuamente. Muestra, en efecto, su omnipotencia 
paternal por la manera como cuida de nuestras necesidades (cf Mt 6, 
32); por la adopción filial que nos da ("Yo seré para vosotros padre, y 
vosotros seréis para mí hijos e hijas, dice el Señor todopoderoso" 2 Co 
6, 18); finalmente, por su misericordia infinita, pues 1441 muestra su 
poder en el más alto grado perdonando libremente los pecados. 

271 La omnipotencia divina no es en modo alguno arbitraria: "En 
Dios el poder y la esencia, la voluntad y la inteligencia, la sabiduría y la 
justicia son una sola cosa, de suerte que nada puede haber en el 
poder divino que no pueda estar en la justa voluntad de Dios o en su 
sabia inteligencia" (S. Tomás de A., s. th. 1, 25, 5, ad 1). 

El misterio de la aparente impotencia de Dios
D/DEBILIDAD/MISTERIO

272 La fe en Dios Padre Todopoderoso puede ser puesta a 309 
prueba por la experiencia del mal y del sufrimiento. A veces Dios 412 
puede parecer ausente e incapaz de impedir el mal. Ahora bien, Dios 
Padre ha revelado su omnipotencia de la manera más misteriosa 609 
en el anonadamiento voluntario y en la Resurrección de su Hijo, por los 
cuales ha vencido el mal. Así, Cristo crucificado es "poder de Dios y 
sabiduría de Dios. Porque la necedad divina es más sabia que la 
sabiduría de los hombres, y la debilidad divina, más fuerte que la 
fuerza de los hombres" (I Co 2, 24-25). En la 648 Resurrección y en la 
exaltación de Cristo es donde el Padre "desplegó el vigor de su fuerza" 
y manifestó "la soberana grandeza de su poder para con nosotros, los 
creyentes" (Ef 1, 19-22). 

273 Sólo la fe puede adherir a las vías misteriosas de la 
omnipotencia de Dios. Esta fe se gloría de sus debilidades con el fin de 
atraer sobre sí el poder de Cristo (cf 2 Co 12, 9; Flp 4, 13). De esta 148 
fe, la Virgen María es el modelo supremo: ella creyó que "nada es 
imposible para Dios" (Lc 1, 37) y pudo proclamar las grandezas del 
Señor: "el Poderoso ha hecho en mi favor maravillas, Santo es su 
nombre" (Lc 1, 49). 

274 "Nada es, pues, más propio para afianzar nuestra Fe y 1814 
1817 nuestra Esperanza que la convicción profundamente arraigada en 
nuestras almas de que nada es imposible para Dios. Porque todo lo 
que (el Credo) propondrá luego a nuestra fe, las cosas más grandes, 
las más incomprensibles, así como las más elevadas por encima de las 
leyes ordinarias de la naturaleza, en la medida en que nuestra razón 
tenga la idea de la omnipotencia divina, las admitirá fácilmente y sin 
vacilación alguna" (Catech. R. 1, 2, 13) 211. 

RESUMEN 

275 Con Job, el justo, confesamos: "Sé que eres Todopoderoso: lo 
que piensas, lo puedes realizar" (Job 42, 2).

276 Fiel al testimonio de la Escritura, la Iglesia dirige con frecuencia 
su oración al "Dios todopoderoso y eterno" ("omnipotens sempiterne 
Deus... "), creyendo firmemente que "nada es imposible para Dios" (Gn 
18, 14; Lc 1, 37; Mt 19, 26).

277 Dios manifiesta su omnipotencia convirtiéndonos de nuestros 
pecados y restableciéndonos en su amistad por la gracia ("Deus, qui 
omnipotentiam tuam parcendo maxime et miserando manifestas...", "Oh 
Dios, que manifiestas especialmente tu poder con el perdón y la 
misericordia... ", MR, colecta del domingo XXVI).

278 De no ser por nuestra fe en que el amor de Dios es 
todopoderoso, ¿cómo creer que el Padre nos ha podido crear, el Hijo 
rescatar, el Espíritu Santo santificar?