INICIACIÓN A LA ORACIÓN


1. Aprender la oración profunda 
Uno de nuestros primeros objetivos es la oración. Fíjate en cada 
una de las palabras de este hermoso título.

-Aprender. El hecho es que la oración requiere un largo 
aprendizaje. No sabemos orar. Antes que eso, no sabemos estar 
dentro de nosotros mismos. El mundo nos enseña exterioridad. Nos 
ofrece ruido y actividades. Hay mucha gente que dice: «Yo no 
puedo estar sin hacer nada», y creen que han dicho algo laudatorio 
de sí mismos. A los jóvenes cristianos se les enseña acción, que 
muchas veces es activismo para llenar el vacío. Necesitamos 
aprender oración y aprender interioridad. Nuestra vida será 
infinitamente más rica. Y más fecunda. Porque lo que interesa no es 
la acción, sino la acción eficaz. Y ésta nace de dentro.

-Oración. Los cambios de vocabulario arrastran cambios de 
contenido. Antes decían rezar. Ahora decimos orar. Y con más 
fuerza todavía: «hacer oración». ¿Qué buscamos? Una actividad 
más interior, más personal, más espontánea que los rezos. Por eso, 
incluso cuando usamos fórmulas hechas, vamos con lentitud, 
hacemos pausas, meditamos y oramos.

-Profunda. Queremos ir más al fondo. Bajamos por la escalera 
interior y descendemos hasta el interior de nosotros mismos. Hay 
allá mundos inmensos, tan grandes como los de fuera, inexplorados 
para la mayoría de las personas. ¡Qué pobreza la de vivir en el 
exterior, o en la superficie, o a pequeña profundidad! Por vivir así 
nos privamos de la mayor fuente de felicidad, que está dentro de 
nosotros mismos, un poco abajo ciertamente. Cuando vivo en la 
superficie, soy menos, valgo menos y hago menos. La vida más 
intensa está debajo. ¿Por qué? Porque allí está el origen y el 
sentido, está Dios. Está en todas partes, pero se nos aparece 
desde nuestro interior.

Aprender la oración profunda: una bella formula, una gran 
tarea.

2. La disciplina del espíritu y del cuerpo 
ESPONTANEIDAD Realmente les suena mal a muchas personas 
la palabra disciplina. Sí, nos suena a control, medida, orden, y 
parece que todo esto va a destruir la espontaneidad, que es un 
valor indiscutible. Pero no hay nada de eso. La verdadera 
espontaneidad no es espontánea -aunque parezca paradójico- sino 
que se conquista; es preciso hacerse dueño de las propias fuerzas. 
¿Por qué hacerse dueño? Porque espontáneamente no lo somos. 
La verdadera espontaneidad nace del dominio de las propias 
energías, el cual se conquista con método y esfuerzo.
Hay una disciplina del espíritu, como hay una disciplina del 
cuerpo. Los atletas que superan marcas imposibles, lo consiguen a 
base del dominio de todos los miembros de su cuerpo. ¡Qué 
maravilla de sincronización de músculos y dosificación de energías! 
Hay también una disciplina del espíritu, que supone dominio de la 
mente y se consigue con método y esfuerzo. Hoy en día se habla de 
control mental, y se diría que es un descubrimiento moderno. Pero 
desde hace siglos existen escuelas de disciplina interior en Oriente 
y en Occidente.
La oración cabalga por esas vías. No sólo exige disciplina de la 
mente, sino también disciplina de las emociones y de las pasiones. 
Estas son como caballos salvajes que requieren doma, es decir 
control y educación; de lo contrario se desbocan, nos derriban y 
nos hieren. En cambio ¡qué maravilla de movimientos la del caballo 
domado! No pierde energía, sino que la controla.
Pero la disciplina del espíritu requiere también disciplina del 
cuerpo y del tiempo. ¿No has visto a los atletas cómo concentran su 
mente para sacar mayor rendimiento a su cuerpo? Cuerpo y espíritu 
están compenetrados. También nosotros necesitamos disciplinar el 
cuerpo, el tiempo y la vida, para adquirir la disciplina del espíritu. El 
Reino de Dios exige personas bien entrenadas.
Ahora comprenderás mejor por qué el catecumenado pone 
también medios en este sentido. Disciplina del espíritu y disciplina 
de la vida. La profundidad, la oración son plantas que florecen en 
campos cuidados.

3. Más allá de cualquier disciplina 
Pero la oración está más allá de cualquier disciplina o conquista 
personal. Esta es sólo la antesala. La oración es un encuentro con 
el Absoluto, el Inmenso, el Innombrable, el Todo; un encuentro con 
Dios. Y por lo tanto, está por encima de todos los métodos, todas 
las disciplinas y todas las técnicas. ¡Las técnicas! Ellas solas no 
conducen más que a ese «consumo del mundo interior» que 
supone su falsificación.
Dios está siempre más allá. Por eso ha habido y hay gente que, 
sin grandes técnicas, ora más, se encuentra más con Dios.
Hay algo de tembloroso y amoroso en toda buena oración. La 
disciplina del espíritu quita los impedimentos y prepara el campo. 
Pero luego está el «descenso» de Dios y el «ascenso» del ser 
humano para el encuentro mutuo. Hablamos de descenso y 
ascenso para sugerir lo incomprensible, porque Dios no está arriba 
ni abajo, sino en todo y en todos. Y, curiosamente, en ese ascenso 
humano, es Dios mismo quien, a medida que desciende, nos lleva 
hacia El, como un imán potente que se acerca.

4. Y sin embargo es fácil 
Estas sugerencias resultan quizás difíciles y oscuras. Gracias a 
Dios, la práctica es siempre más fácil. Son las explicaciones las que 
resultan difíciles.
I.a práctica es tan fácil que la han conseguido a lo largo de los 
siglos millones de personas de toda edad, condición y cultura. Es 
fácil porque Dios está cerca. Esta es la revelación más grande que 
haya podido recibir jamás un hombre o una mujer. Dios es el 
Innombrable, el Infinito, pero está cerca.
Haz la prueba cuanto antes con la siguiente oración pedagógica, 
completamente a solas. O también en grupo, ahora mismo, si 
apagáis las luces y un buen lector acierta a leerla como se debe, a 
la luz de la linterna.
Oración pedagógica, hemos dicho. La distribución de las 
palabras en cada línea no obedece solamente al sentido poético, 
sino también a razones pedagógicas. Por eso, cuando una frase tan 
breve como «Tú estás cerca», está puesta en tres líneas, no es 
para leerla como si estuviera en una, sino con pausas. «Masticando 
las sílabas», como dice la plegaria misma.
Así pues, dices «Tú» y te paras. He dicho algo tremendo. He 
llamado a Dios «tú», es decir mi otro yo. Dios es para mí más «tú» 
que cualquier otro «tú», más que ninguno. Te paras y te dejas 
emocionar. Después lees la palabra «cerca» y otra vez te paras. 
Está cerca; cerca de mí.
Luego vas nombrando las cosas ordinarias de tu vida. La oración 
trae unas, pero a ti quizás te toquen otras. Vas diciendo las de la 
formula y añades las tuyas. Pero en cada unidad o grupo de cosas 
te detienes y repites las tres enormes palabras; Tú (pausa) estás 
(pausa) cerca (pausa). Y al final, como aparece en la fórmula, 
repites: cerca, ¡cerca!, ¡cerca!, la tercera vez casi con un grito. Y te 
dejas emocionar. Después prosigues, repitiendo hasta cansarte: Tú 
- estás - cerca. Tú - estás -cerca... En este final de repeticiones 
llegarás al mayor nivel de profundidad, si has realizado bien lo 
anterior.
A veces te ocurrirá lo siguiente: «notarás que, cuando sólo estás 
en la mitad de la plegaria, empiezas a entrar en la profundidad». En 
tal caso, pasa enseguida a las repeticiones finales, que quizás no 
sean finales, sino el comienzo de un largo rato de profundidad. Esta 
oración no está escrita para recitarla toda seguida, sino como 
introducción a la oración profunda. Con ella comprobarás que es 
más fácil practicar la oración que explicarla. Pero hay que 
esforzarse: eso siempre.
Vamos, anímate, y entra en oración ahora mismo con esta 
plegaria tan simple, que viene a continuación:

Tú estás cerca.
Tú estás cerca.

estás
cerca.

Imposible decírtelo aprisa.
Es mucho alimento.
Despacio.

Masticando las sílabas.
¡Hay que masticarte!


estás
cerca.

Estás cerca siempre.
Seamos conscientes o no,
te aceptemos o no,
te lo digamos o no


estás
cerca.

Cerca en las grandes alamedas
de la vida:
en el trabajo,
en el estudio,
en la diversión.


estás
cerca.

Cerca en los momentos fuertes,
cuando la vida galopa
con frenesí:
en el disparo del amor,
en la fecunda soledad del que lo dio todo,
en el sobresalto de tener un hijo.
en el hundimiento de perderlo,
en el sosiego del hogar,
en la falta de pan para los hijos,
en la enfermedad que no acaba,
en la muerte...


estás
cerca.

Cerca en las horas cruciales
de la justicia y la libertad:
en la acción de barrio,
en el reto de la marginación,
en el pulso sindical,
en el clamor de los parados,
en la oscuridad de los diferentes,
en la difícil siembra de la fe,
en el renacer de la Iglesia de los pobres,
en el combate de las mujeres,
en la agonía de los hambrientos,
en el horror al terrorismo,
en la guerra a la dictadura
en la desigual carga contra el imperialismo,
en la lucha clandestina,
en el registro, la cárcel y la tortura,
en el pelotón de los fusilados y las balas de los acribillados,
en la palabra amordazada de la democracia popular
y en la grisácea lucha de la democracia parlamentaria.


estás
cerca.

Cerca en las horas negras,
cuando la muerte vence
y la vida muere:
en el odio,
en la revancha,
en el juego sucio,
en la soberbia,
en la dominación,
en el derroche, asesino de los pobres,
en el abuso del sexo,
en la vida vacía,
en el cansancio de la lucha,
en la huida...
¡Las horas negras
en que cerramos las puertas al hermano
y a ti!


estás
cerca
¡Cerca!
!CERCA!

Siempre.
Gratis.
A Ti no te desanima nadie...


estás
cerca.

Tu
estás
cerca.


estás
cerca.

Etc.

5. Nuestra definición de oración
Orar es escuchar y hablar con entera confianza a Aquel que sé 
que me quiere.
ORA/DEFINICION: Aprende de memoria esta definición. Es de 
Santa Teresa con pequeños retoques. Nos detenemos en algunas 
de sus palabras.

-Escucharle. Antes que yo le hable, me ha hablado Dios a mí. Me 
habló al darme la vida. Me habló al darme amor y hacerme persona. 
Me hablaba incluso antes de que yo existiera. Me está hablando 
continuamente, a través de la vida y el mundo, a través de la 
Biblia.
A menudo yo no me entero, pero El no cesa de hablarme. Habla 
dentro del corazón, no con palabras sonoras. Pero habla fuerte, 
muy fuerte y muy dulce a la vez. Por eso la oración empieza por la 
entrada dentro de sí mismo.
Es algo tremendo, increíble y emocionante que Dios se digne 
dirigirme la palabra a mí, personalmente. ¡No puede ser! Pero es. 
Es verdad. El que lo piensa dos veces, se queda anonadado, y sin 
darse cuenta entra en la estancia baja de su casa y se encuentra 
en oración.

-Hablarle. Claro: si El te habla, tú has de hablarle también. 
Háblale a Dios desde dentro de ti mismo, desde tu realidad, desde 
tu verdad, desde tu bien y tu mal. El te comprenderá. Háblale con 
silencios, con miradas, con gestos, y también con palabras.
Cuando sientas que te ha dicho algo concreto, háblale de eso 
que El te ha comunicado. Háblale poco a poco, palabra a palabra, 
sacándolas del fondo de ti mismo, como algo muy tuyo, muy 
querido, muy sentido.

-A Aquel que sé que me quiere. Es muy sugerente que esta 
definición no nombre a Dios, que es un Misterio. Alude así a su 
silencio y oscuridad. Pero enciende también una gran claridad. 
Porque sabemos muy poco de El, no le entendemos. Pero sabemos 
con seguridad que nos quiere, me quiere. Esta es la mayor 
revelación de Jesús.

-Con entera confianza. Claro, precisamente por eso, porque me 
quiere. Me quiere siempre, incluso cuando obro mal. Me escucha 
siempre, incluso cuando he obrado mal. Puedo echarme en sus 
brazos con entera confianza.

Se me ha abierto el deseo del diálogo amoroso 
contigo, Padre, y contigo, Jesús.
Quiero sentir confianza, 
como siento el suelo protector bajo los pies, 
como siento unas manos amorosas que me abrazan, 
como siento el corazón amigo que late por mi.
No necesito ser bueno para escucharte y hablarte.
Confío en Ti, estoy seguro de Ti, me echo en tus brazos.

(Aquí el catequista puede explicar los números 12-13) 

6. R-S-I: Oración profunda sin texto
R-S-I son las siglas de Relajación Sentimientos Imaginación. Esta 
oración se realiza sin ningún texto.
Es un método muy apto para lograr estas dos finalidades:
-Obtener la relajación, cortar con lo anterior, incluso con las 
obsesiones.
-Hacer oración profunda.

Exige necesariamente una de las tres posturas reinas: egipcia, 
sastre, diamante. 
Por ese motivo, no debe durar más de 20 minutos.
Vale para la oración comunitaria y la personal.
Cuando se utiliza comunitariamente, el grupo está todo el tiempo 
en silencio, bajo la guía de un monitor.
Asimismo, el aprendizaje inicial se hace con monitor.
Siempre se usa el comienzo y final señalados en el N.° 12.

7. I-C-V: Guía general para orar con un texto 
I-C-V son las siglas de Inteligencia Corazón Voluntad. A este 
método le podemos llamar también: Oración con toda la persona, 
porque pone en juego las facultades principales de la misma: 
inteligencia, corazón y voluntad.
Este método se usa en la oración particular y es muy bueno para 
cualquier texto escrito.
1.° El comienzo de la oración, como todas las veces. Consta de 
tres actos muy breves.
-Presentarse a Jesús.
-Grandes deseos de orar.
-Pedir la gracia de hacer una buena oración.
(Véase la explicación detallada en el número 12.) 

2.° El cuerpo o centro de la oración ocupa casi todo el tiempo y 
consta de tres partes.

a) Con la inteligencia: apoderarme intelectualmente del texto, 
conocerlo y poseerlo. Para ello, leerlo despacio en presencia de 
Jesús, subrayando; quedarme con las cosas esenciales. Aquí la 
palabra clave es CONOCER.

b) Con el corazón: penetrar en el texto con el corazón. Para ello, 
repasarlo de nuevo con Jesús, pero ahora con el corazón, es decir: 
fomentar el sentimiento, empaparme cálidamente del texto en 
diálogo afectuoso con Jesús, repetir frases e invocaciones tomadas 
del texto, etc. Aquí la palabra clave es SENTIR, sentir fuertemente.

c) Con la voluntad: ahora mi voluntad entra en acción, para 
expresar a Jesús mi deseo de poner en práctica el contenido de ese 
texto. Y no sólo el deseo, sin la decisión. Pedir con insistencia una 
decisión firme. Le expreso a Jesús mis dificultades, le pido ayuda 
muchas veces, y si es necesario, concreto mi propósito en uno o 
dos puntos. Aquí la palabra clave es QUERER.

Observación importante Inteligencia, corazón y voluntad van 
mezclados. En cada momento, se trata sólo de predominancia: 
predomina una u otra facultad, pero las otras dos también están en 
juego.
Siempre se empieza por la inteligencia. Pero a veces este paso 
puede durar poco, porque las ideas se ven pronto y en seguida 
empieza a funcionar el sentimiento.
El segundo paso -corazón- es muy importante, porque es el que 
mueve a la voluntad, para el cambio personal y la acción.
Al final, siempre ha de haber un rato intenso de predominio de la 
voluntad: decisión, entrega, ofrecimiento, etc.

3.° El final de la oración, como todas las veces (ver N.° 12), es 
muy breve y consta de tres actos:
-Anunciar a Jesús mi despedida.
-Recordarle mi petición inicial y darle gracias.
-Apretón de manos o abrazo.

8. I-C-V: Imaginación 
A esta guía general se le puede aplicar fácilmente la imaginación. 
Se hace después del comienzo, al entrar en el cuerpo de la oración. 
Basta formar en la mente una escena o imagen, que sea muy 
sencilla. La más sencilla es ver a Jesús que está delante de mi y me 
mira amorosamente. No es bueno entretenerse en formar escenas 
complicadas ni luchar por ver los detalles con nitidez, porque eso 
estorba a la oración. La imaginación es un medio.
El uso de una imagen tiene dos ventajas:
-Controlar la imaginación, que se marcha por ahí fácilmente, y 
tener un punto de referencia para volver a la oración después de 
las distracciones.
-Ayudarnos a centrar la oración en Jesús.

9. Personajes evangélicos, con un pasaje. (Comunitaria) 
Es un método muy bueno para orar sobre pasajes evangélicos, 
en los que aparezca por lo menos otro personaje, además de 
Jesús.
Vale sobre todo para la oración comunitaria. Pero se puede 
adaptar a la oración personal, con la supresión de la tercera y 
cuarta parte. Conviene aprender el proceso y los detalles con un 
monitor.
El comienzo y el final se hacen como en todas las oraciones (Ver 
N.° 12).
Cuando se hace comunitariamente, la duración total de esta 
oración es de unos 45 minutos o algo más. Pero la segunda parte 
no debe pasar nunca de los 20 minutos.
La distribución, aparte el comienzo y el final, comunes a todas las 
oraciones, es la siguiente:

a) Personajes. Repaso y comunicación sobre los personajes que 
aparezcan en el texto hasta llegar a Jesús. En cada personaje se 
hace:
-Momento de reflexión.
-Comunicación.
-Momento de oración.

Durante este rato no se ha de tomar ninguna de las posturas 
reinas, salvo ciertas personas muy ejercitadas, capaces de resistir 
sin cambiar hasta el final del apartado siguiente.

b) R -1, es decir: Relajación Imaginación, en absoluto silencio. Se 
procede del modo siguiente: al llegar a Jesús, hacemos solamente 
los dos primeros pasos de todos los personajes: momento de 
reflexión, comunicación. Después nos olvidamos completamente del 
grupo. Tomamos una de las posturas reinas y, como si 
estuviéramos solos, seguimos las indicaciones del monitor, para 
realizar los ejercicios R I.

-Ejercicio de relajación, por la percepción de las sensaciones del 
cuerpo.
-Imaginación y coloquio amoroso con Jesús. Para ello, me imagino 
la escena del pasaje, y me meto en la piel de uno de los personajes 
distintos de Jesús. Yo soy el ciego, el leproso, el paralítico, el 
endemoniado, el muerto, o un «Zaqueo» camuflado. Y ¡de verdad 
que los soy tantas veces! 

En este rato hay que dar mucho juego al corazón, e igualmente a 
la voluntad. También puede quedarse uno en silencio, suplicante o 
contemplando a Jesús, los rasgos de su persona vistos 
anteriormente, con el deseo de ser como El.
Recuerda: postura reina; duración máxima, 20 minutos.

c) Oración en voz alta. No se trata de comunicar algo a otros del 
grupo, aunque indirectamente haya comunicación. Cada cual 
continúa en su oración particular, sin preocuparse lo más mínimo 
del grupo, como si estuviera solo. Pero lo que hace es hablarle a 
Jesús en voz alta varias veces. Sí, cada uno, todas las veces que 
quiera, muchas veces, a su modo, sin preparar la intervención, sin 
preocuparse de quedar bien. Las intervenciones han de ser 
seguidas; no ha de haber silencios o los menos posibles. Hará falta 
motivar y educar al grupo.
Duración 5-7 minutos.
.
Postura: ninguna de las posturas reinas; cada cual la que quiera. 
Por lo cual, al llegar a este momento, el monitor invita a cambiar 
silenciosa y delicadamente de postura, sin interrumpir la 
concentración.
d) Oración en silencio. Nuevamente breve oración en silencio, 
para reposar la impresión de la oración en voz alta, que suele ser 
grande. Aquí puede actuar mucho la voluntad.
Duración: 2-3 m.

Observación. En este método también se ejercitan la inteligencia, 
el corazón y la voluntad.
-La inteligencia, sobre todo en la primera parte, letra a.
-El corazón, sobre todo en la segunda y tercera, letra b y c.
-La voluntad, junto con el corazón, y se puede dedicar más 
expresamente la cuarta parte, letra d.

10. Lectura por trozos (Comunitaria) 
Este método es una adaptación del N.° 7 (I-C-V) para la oración 
comunitaria. En vez de ejercitar la inteligencia, el corazón y la 
voluntad con el conjunto del texto, se van ejercitando sobre cada 
pequeño trozo que se lee al grupo.
Vale para toda clase de textos.
Como decíamos, está pensado para la oración comunitaria, pero 
se puede usar en la oración particular, con sólo suprimir las partes 
tercera y cuarta.
La distribución, la duración y las posturas son iguales que en el 
método de personajes evangélicos. Para la imaginación, ver a Jesús 
en el centro del grupo; me mira a mi amorosamente. (Se puede 
elegir también cualquier otra escena).

a) Lectura por trozos. En cada trozo hay momento de reflexión; 
comunicación; momento de oración.
b) R - I. Postura reina, absoluto silencio, duración máxima de 20 
m.
c) Oración en voz alta.
d) Nueva oración en silencio.
El comienzo y el final, como siempre.

11. Oración de aplicación personal Este método es también una 
adaptación de la gula general (I-C-V) del Nº 7. Sirve sobre todo para 
hacer un serio examen o revisión de la propia vida, sobre un punto 
determinado. Uno de los apartados de las guías de profundización 
suele pedir este tipo de oración.
Aparte el comienzo y el final, consta de cuatro partes, semejantes 
a las de l-C-V.

a) Con la inteligencia: Apoderarse del texto propuesto para la 
aplicación personal.
b) Con la inteligencia. Repaso profundo de mi vida, actitudes, 
comportamientos, en rela- ción con ese texto.
c) Con el corazón. Presento a Jesús el resultado de mi repaso y 
hablamos amorosamente sobre el mismo. Conviene desarrollar 
muchos afectos.
d) Con la voluntad. Le expreso a Jesús grandes deseos de 
cambio y compromiso, y sobre todo mi decisión firme. Le hablo 
también de mis dificultades, le pido ayuda, etc.

Las partes tercera y cuarta se entremezclan de tal forma, que 
pueden llegar a fundirse. Esto no es malo. No olvidemos que, en 
cada parte, se trata solamente de predominio de la inteligencia, el 
corazón o la voluntad.

12. Comienzo y final
Por razones pedagógicas, se usa siempre el mismo comienzo y 
final, con objeto de adquirir un hábito sólido.

a) Comienzo, con tres actos.
1.° Me presento a Jesús (o al Padre). Le digo que soy tal y tal, 
que quiero orar, estar con El, muy concentrado y muy unido.
2.° Le manifiesto grandes deseos de orar y aprender a orar. Se 
los verbalizo muy despacio. Trato de suscitar esos grandes deseos 
ante El.
3.° Le pido la gracia de orar bien, consciente de que la oración 
es una gracia suya.

Duración: unos 2-3 m., aunque depende de lo que dure el 
conjunto de oración.
En la oración comunitaria, el comienzo lo dirige el monitor y el 
grupo está en completo silencio.

b) Final 
1.° Decir a Jesús (o al Padre) que se me acaba el tiempo y que 
me despido.
Seguiremos juntos, aunque de otra manera.
2.° Recordarle mis deseos y petición del comienzo, y darle 
gracias por su ayuda.
Aunque no me haya salido bien, El estaba conmigo. Si por mi 
parte ha habido fe y esfuerzo, ha sido buena oración.
3.° Apretón de manos o abrazo fuerte.
Parecida duración y dirección que en el comienzo.

13. La postura 
La postura influye mucho en la concentración. Hay tres posturas 
llamadas reinas: egipcia, sastre y diamante. 
#C:\GRAFICOS\REU-02.PCX 

Cuerpo y espíritu están compenetrados. La postura influye 
mucho en la concentración, positiva o negativamente. Hay tres 
posturas llamadas reinas, que favorecen grandemente la 
concentración: egipcia, sastre, diamante. La postura ideal es la del 
loto, pero resulta más que difícil, sin un entrenamiento prolongado y 
constante.
El catequista ha de enseñar, ayudar a practicar y exigir 
cualquiera de las tres posturas citadas, en los ratos de 
concentración de las oraciones comunitarias. Cada uno debe 
practicarlas además en su oración particular. El que pueda hacer el 
loto, lo hace.
El uso de una banqueta permite la postura diamante mitigada, 
que tiene iguales o parecidos efectos.

14. Retiros 
Los grandes creyentes han practicado con más o menos 
frecuencia el retiro en alguna de sus variadas formas. El retiro 
consiste en cortar la vida ordinaria, retirarse a un lugar apartado y 
entregarse a la oración, la reflexión, etc. El silencio es la patria de 
los fuertes.
La fuerza del retiro es doble:

-En primer lugar, fuerza de vida cristiana. El retiro aumenta la 
interioridad, la ilusión, las ganas, la decisión por Jesucristo. Un retiro 
da mucho.
-En segundo lugar, fuerza pedagógica. El retiro nos enseña a 
orar más que cualquier otro medio, por las condiciones que reúne.

Si tuviéramos que dar una recomendación individual sobre el 
retiro, diríamos a cada uno lo siguiente: No demores su realización; 
apúntate a alguno cuanto antes.

15. Criterios de la buena oración 
Algunas personas sufren cuando la oración no les sale bien. 
Subrayamos la palabra «sale» para mostrar que el criterio de la 
buena oración no está en la forma en que ésta salga. Una oración 
que sale bien, puede haber sido mala oración; una oración que sale 
mal, puede ser buena oración.
Según eso, ¿cuál es el criterio para medir la buena oración? Hay 
dos criterios:
1.° La fe que has puesto 
2.° El esfuerzo que has puesto 

Cuando ha habido fe y esfuerzo, la oración ha sido buena, 
aunque haya estado atravesada de dificultades; aunque te haya 
salido mal. La calidad de la oración se mide por la fe y el esfuerzo.
Están intencionadamente subrayadas, por dos veces, las 
palabras «has puesto». Efectivamente: Todos tenemos fe, pero 
durante la oración la tenemos que poner en movimiento.

Hemos de poner también esfuerzo. ¿Qué esfuerzo?:

-Seguir cuidadosamente el método, hasta en los pequeños 
detalles, como el comienzo, el final, la postura, los subrayados.
-Rechazar la distracción y volver a la oración cuantas veces haga 
falta. Las distracciones no hacen mala una oración, sino el 
consentimiento en ellas.
-Emplear todo el tiempo, sin robar esos minutos finales que tanto 
cuestan.
-Embridar la imaginación con la escena correspondiente, aunque 
la imaginación quiera bailar por ahí.
-Evitar ese mero «estar pasivamente», que no tiene nada que ver 
con la oración.

La oración es activa, incluso el rato de relajación.
Resumiendo: dos criterios para medir la buena oración: fe y 
esfuerzo; fe en acción, esfuerzo sostenido.

16. Pequeños consejos 
a) No hagas oración en la cama, salvo cuando estés enfermo. 
Disminuye mucho el es- fuerzo. En la cama se puede orar, si se 
quiere; pero como un plus, mientras uno se duerme.
b) Haz la oración en días y horas fijas. 
c) Acostúmbrate a ratos de media hora, y no quites ni un minuto. 
Cuando te cueste resistir los 30 m., añade uno al final, para 
vencerte.
d) Usa despertador, sobre todo si lo tiene tu reloj de muñeca. Te 
quitarás la preocupación de la hora, que estorba mucho en los 
finales de la oración.
e) Ciérrate en tu cuarto, evita los ruidos y quédate con muy poca 
luz. Si no puedes estar solo en el cuarto, o te llega el sonido de la 
TV y la radio, o corres riesgo de ser «pillado» en una postura 
«llamativa», elige otra hora o busca otro lugar: un local de oración, 
una capilla solitaria, etc.
f) Antes de ponerte a orar, ten a mano todos los materiales que 
necesites: NT, texto de la catequesis, guía, etc. Evita la interrupción 
de la oración después de haberla empezado, por tener que buscar 
un material.
g) Estate lo más inmóvil que puedas (salvo cuando uses 
materiales) y no hagas ruido al respirar. Resiste incluso todo lo 
posible los pequeños escozores, que en esos momentos se notan 
más.
Los movimientos, el ruido de la respiración, etc., rebajan la 
concentración: y en la oración comunitaria, molestan a los 
compañeros.
h) En las oraciones comunitarias, pon gran cuidado en los 
cambios de postura y al tomar un libro u otros materiales, para 
hacer el menor ruido posible.
i) Las comunidades que disponen de una sala de oración, harán 
bien en no hablar nunca en ella, ni antes ni después de la oración, y 
en no utilizarla más que para orar, ni siquiera para dar avisos al 
final. Se entra y se sale en silencio.

Con constancia y paciencia todos realizaremos muchos 
progresos en oración. Y los frutos serán grandes en todos los 
sentidos, mayores de lo que pensamos, incluso en el desarrollo de 
nuestra personalidad.

17. Repaso escrito 
Al final de la oración, se hace repaso escrito de la misma.
A este fin, se lleva un cuaderno exclusivo. Este cuaderno es muy 
importante, porque va a guardar por escrito mi vida profunda. Me 
servirá para realimentarme constantemente de mis propias 
experiencias, lo cual es muy efectivo.
El repaso escrito se hace inmediatamente después de la oración. 
Se puede seguir el siguiente cuestionario.

a) Ver los criterios de la buena oración:
-Si he puesto fe.
-Si he puesto esfuerzo y en qué grado.
Ordinariamente, cuando se ha puesto esfuerzo, se ha puesto fe.

b) Ver las dificultades y cómo he luchado contra ellas.
-Dificultades que he tenido y sus causas.
-Lucha contra ellas: con cuánta energía; si he puesto los medios 
debidos, etc.
Esta lucha es lo importante, aunque no haya conseguido el 
deseado éxito.

c) Facilidades y su aprovechamiento.
-Facilidades que he tenido en esta oración, sea por el tema, sea 
por el ambiente, la situación de mi espíritu o algo que me haya 
ocurrido.
-¿He aprovechado esas facilidades? ¿Al máximo? 

d) Luces, llamadas y gracias de Dios que he recibido durante 
este rato. A veces, luces y fuerzas inicialmente pequeñas, se hacen 
grandes y decisivas por la repetición de la experiencia.

e) Detalles y concreciones, como los siguientes: comienzo y final; 
lugar; ambientación; silencio; postura; hora adecuada; tener todos 
los materiales preparados para no verse obligado a buscarlos 
durante la oración; tiempo mínimo de 30 minutos, etc.

El ejercicio repetido del repaso conduce poco a poco al hábito de 
la introspección, al conocimiento propio, al conocimiento de los 
caminos de Dios en mi vida, etc. Además, enseña a ayudar mejor a 
otros.

18. Puesta en común 0 comunicación personal 
a) En los retiros, la puesta en común de la oración personal es 
muy efectiva. También las reuniones de grupo pequeño se pueden 
dedicar a esta puesta en común, unas veces con la aplicación 
personal (que también es oración), otras con el apartado titulado 
expresamente «oración» (letra C de la Guía de Profundización).
¿Cuál es la finalidad de esta puesta en común y qué actitud 
requiere? 

-La actitud que requiere es la de estar muy activos y muy atentos 
hacia el otro.
Las personas que están pasivas durante esta puesta en común, 
actúan mal.
-La primera finalidad es la de aprender unos de otros. Por ahí 
pueden ir algunas intervenciones. Pero hace falta tener muchas 
ganas de aprender y estar en postura activa.
-La segunda finalidad es la de aconsejarnos unos a otros. Pero, 
cuidado. Aconsejar bien es difícil. Primero hace falta entender bien 
al otro por dentro. Luego, acertar en el remedio. Por lo tanto, los 
consejos se han de dar desde la situación del otro, no desde la mía, 
y tratando de acertar en el remedio. He aquí otro motivo más para 
estar muy atento durante estas puestas en común.

b) Muchas personas reciben ayuda de un acompañante o tutor 
espiritual. ¿Cómo han de ser las entrevistas con él? 

-Es conveniente leerle todas las notas de oración o un resumen 
de las mismas y ser muy sincero, aunque a veces nos cueste. Si no 
somos sinceros, no nos pueden ayudar. Por otro lado, esta 
sinceridad hace crecer mucho a la persona; desarrolla la 
transparencia y la sencillez, el afrontamiento, y el hábito de poner 
los medios debidos en Iínea recta. Dios bendice mucho esta 
sinceridad.

-El acompañante debe estar muy atento; ponerse en la situación 
del otro; entenderle y aconsejarle cuidadosamente desde ahí, no 
desde su propio yo. Pero no rehuir el afrontamiento de la realidad 
del otro, hecho con mucho cariño.
Todos estos medios hacen crecer mucho a las personas. Es 
asombroso lo que avanzan en poco tiempo los que ponen 
directamente los medios necesarios.
El evangelio nos dice que Dios se revela a los sencillos. Pero a 
veces confundimos la sencillez de ciertas formas externas. Uno de 
los signos de verdadera sencillez es el poner los medios, 
directamente, sin rodeos. La sencillez es como la linea más corta 
entre dos puntos. Dios se revela a estas personas y las bendice.


GUÍAS DE PROFUNDIZACIÓN

G U Í A N.° 1 

A. Grupo pequeño 
Comentar los números 1-2-3 de la catequesis 

B. Oración Comunitaria 
Con Mc 1, 29-38 

Breve comentario Lo que más nos interesa destacar ahora de 
este pasaje es el versículo 35: Se levantó muy de madrugada y 
salió, se marchó a un descampado y estuvo orando allí.
Este detalle que nos trae el primer evangelio escrito tiene toda la 
frescura del dato histórico primitivo y nos conserva, en su brevedad, 
la impresión que produjo en los discípulos.
Este evangelio acentúa con fuerza el asombro y los interrogantes 
que se hacen los discípulos acerca de Jesús. En este pasaje se 
notan estas características. Vemos a un hombre misterioso al que 
toda la gente le busca, que se escapa de madrugada a un 
descampado para orar. Para nosotros es una gran lección ver a 
Jesús de esa forma, a solas con el Padre.
Para orar, ocúpate sobre todo en contemplar a Jesús, todos los 
rasgos que veas en él, sobre todo el de su oración. Ponte en el 
lugar de cualquiera de los discípulos y obsérvale. Háblale con 
confianza de ti mismo y de las ganas que tienes de ser como El. Haz 
actos de confianza, de entrega, de decisión de seguirle.

G U Í A N.° 2 

A. Repaso de la catequesis 
Esta catequesis está destinada a tener mucho uso. Hay cosas 
que conviene aprender de memoria. Es lo que nos toca hacer hoy 
con los números 6-11. Es muy sencillo, sobre todo si al leer se 
subraya y se tomas notas. Así, pues, te los aprendes de memoria.

B. Aplicación personal 
Con el N.° 15 de la catequesis.
Ver los criterios por los que me he guiado hasta ahora y los que 
deben guiarme en adelante para valorar mi oración.
Ver además cuál es habitualmente mi esfuerzo en la oración: los 
pequeños detalles, como el comienzo y el final, el repaso, etc.
Ver también la fe que desarrollo ordinariamente en la oración. O 
¿suelo orar con rutina? Por supuesto, emplear el método del N.° 
11.

C. Oración
Con Le 11, 1-13 
Se entiende que, cuando Jesús dice: «Pedid y recibiréis», se 
refiere a los bienes del Reino de Dios. Comparar Lc 11, 13 con Mt 
7, 11. Donde éste habla de «cosas buenas», Lucas dice «Espíritu 
Santo».
Para orar, usar el método I-C-V (N.° 7) o la lectura por trozos (N.° 
10).

D. Otra oración 
Con Jn 4, 4-15 
Método: personajes (N.° 9) 

G U Í A Nº. 3 
A. Repaso de la catequesis 
Bolígrafo en mano, leer, hacer anotaciones, subrayar, etc., los 
números 12-18 de la catequesis. Luego comprobar mi aprendizaje 
con el siguiente cuestionario 
1. ¿Cuáles son las dos finalidades de la puesta en común de la 
oración y qué actitud debemos tener? 
2. Cinco puntos para hacer el repaso escrito de la oración. 
¿Cuáles son? 
3. Pequeños consejos. ¿Cuántos recuerdo? 
4. Hoy la oración me ha salido a medias. Comentar la expresión 
«me ha salido» y decir cuáles son los criterios de la buena oración.
5. Comienzo y final de la Oración. Cada uno de ellos tiene tres 
actos. ¿Cuáles? 

B. Aplicación personal Con el N.° 15 de la catequesis.
Ver en qué grado tiene mi oración esos cuatro puntos: 
a) escucharle, 
b) hablarle.
c) a Aquel que sé que me quiere, 
d) con entera confianza.
Usar el método del Nº. 11

C. Oración 
Oración pedagógica con el N.° 4 de la catequesis.
Seguir las instrucciones de ese mismo número.
A ver si consigues la concentración que provoca la repetición 
rítmica de unas pocas palabras.

D. Otra oración 
Con Lc 18, 1-8 
Breve explicación del pasaje 
Esta parábola toca tres puntos:

-Primero, la confianza total en Dios y su Reino, que vendrá sin 
falta. Varias frases de la parábola aluden a la inquietud de los 
primeros cristianos por la pronta llegada del Reino de Dios. Jesús 
nada dice sobre el momento de tal llegada, pero nos garantiza su 
realización, porque Dios hará justicia. Tengamos confianza en 
Dios.

-Segundo, la paciencia activa y la resistencia, en las grandes 
dificultades que encuentra el Reino de Dios para su realización. El 
mal está presente y pone obstáculos al RD. Los cristianos debemos 
trabajar con paciencia activa y orar a Dios.

-Tercero, la oración constante, que es el centro de la parábola. 
Se nos invita a confiar en Dios ante tantas injusticias, trabajar y orar 
sin cesar. La exhortación a la oración es muy fuerte.

Para expresar mejor estos tres puntos, la parábola nos presenta 
el caso de un juez sin conciencia. De esta forma la argumentación 
tiene mucha más fuerza. Jesús dice: Si incluso un juez sin 
conciencia escuchó a una pobre viuda, porque ésta fue constante 
en su petición, ¡cuánto más no oirá Dios «a sus elegidos» (es decir 
a sus creyentes queridos) y hará justicia, ¡si le gritan día y noche! 
Pero la condición final es muy importante: Si ellos le gritan día y 
noche. Hemos de ser constantes en nuestra oración. En resumen: 
confiar en Dios, trabajar sin desanimarnos, orar diariamente. 
¡Hermoso mensaje para nosotros! 

Subrayar: para explicarles que tenían que orar siempre y no 
desanimarse (v. 1), un juez que ni temía a Dios ni respetaba a 
hombre (2), viuda (3), hazme justicia frente a mi adversario (4), le 
voy a hacer justicia para que no venga a reventarme sin parar (5), 
pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos, si ellos le gritan día y 
noche? (7).

Para orar, podemos hacer aplicación personal de esta parábola y 
sus tres puntos, siguiendo el método de ese nombre, N." 11 de la 
catequesis. Demos mucho juego a los sentimientos. Oremos con el 
corazón, con entera confianza, con muchos afectos, porque Dios 
nos oye.

G U Í A N.° 4 

A. Repaso de la catequesis 
1. Leer atentamente los números 1, 2, 3, 4, 15 y anotar las 
principales ideas.
2. Memorizar los diversos métodos que trae la catequesis: 
números 6-11.

20 B. Aplicación personal 
Con el N.° 18, letra a).
Ver ante Jesús y con Jesús mi actividad, interés, atención, etc. 
durante las reuniones y las puestas en común de las oraciones, 
tanto en los retiros, como en las reuniones de grupo pequeño, en la 
comunicación de la aplicación personal, etc. El interés es un signo 
de amor. ¿Tengo yo verdadero amor? 
Ver también cómo realizo las dos finalidades señaladas.
Ver las causas y los medios que debo poner en adelante.
Utilizar el método del N.° 11.

C. Oración 
Con Mc 14, 36 y Lc 10, 22 
El fondo de la oración de Jesús 
Nuevamente vamos a contemplar a Jesús en oración. Ten a 
mano los dos versículos citados. Solamente usaremos esos 
versículos y no el resto de los pasajes.
Tomamos el primero de ellos, -Mc 14, 36-. Pertenece al pasaje 
de la oración del Huerto. Nos interesan solamente dos palabras: 
¡Abba! ¡Padre! ¿Qué palabra es Abba? El evangelio de Marcos se 
escribió en griego. Esa palabra pertenece al arameo, idioma de 
Jesús, hoy muerto, y significa «padre». Los lectores de Marcos no 
entendían ese idioma. ¿Por qué la usa, pues? Es un primer dato 
chocante. Pero hay todavía otro motivo de extrañeza y es que 
ambas palabras significan lo mismo. Algún misterio tiene que haber 
debajo de esa repetición en arameo y griego.
Efectivamente, lo hay. Los judíos tenían un respeto profundísimo 
a Dios, y nunca se hubieran atrevido a llamarle padre de forma 
personal e intima. Lo más que hacían era aplicarle ese titulo de 
forma general y colectiva, como creador y como padre del pueblo.
Pero resulta que Jesús, cuando oraba, le llamaba padre a Dios 
de una manera personal e intima. Los discípulos, al oírselo, 
quedaron desconcertados y estupefactos. Más aún, no se lo podían 
creer, porque «abba» no sólo significa «padre», sino que era un 
término infantil y cariñoso, algo así como papá, papaíto. Los 
discípulos se dieron cuenta, casi espantados, de que Jesús hablaba 
a Dios como jamás nadie lo había hecho: como si le estuviera 
viendo, palpando y besando, con la confianza total de un niño 
pequeño a sus padres.
Esta intimidad es la que explica el otro versículo que hemos 
elegido. «Mi Padre me lo ha enseñado todo; quién es el Hijo lo sabe 
sólo el Padre». La intimidad entre Dios y Jesús es total. Sólo ellos 
se conocen en toda su profundidad.
El impacto de los discípulos fue tremendo. Pero lo fue todavía 
mayor cuando Jesús les comunicó que también ellos podían llamarle 
Abba y tratarle con idéntica intimidad. Fue un día mientras Jesús 
oraba. Le miraban y le admiraban, completamente transfigurado. Al 
terminar le pidieron que les enseñara a orar. Les enseñó el 
padrenuestro, y la primera palabra era también Abba. Quedaron 
conmocionados. Ellos también podían llamarle a Dios papá, y 
hablarle con la mayor confianza.
Para entender un poco aquel impacto, tendríamos que meternos 
en el alma de un judío, tan consciente de la absoluta 
transcendencia de Dios. Dios era infinitamente lejano, y esto sigue 
siendo verdad también para nosotros; pero resulta que era también 
-y es- infinitamente cercano. Así se explica la última frase del 
segundo trozo: «y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar». Esos 
somos nosotros, los discípulos de Jesús. Este nos da a conocer de 
cerca al Padre, por lo cual podemos tener un trato intimo con El, y 
llamarle Abba, papa, papaíto.
Aquel impacto tan maravilloso produjo efecto en el vocabulario 
de los primeros cristianos. Empezaron a usar en su oración la 
palabra Abba. Y cuando se extendieron en el mundo griego, 
siguieron usándola, como una preciosa herencia de Jesús. En el 
pasaje del huerto, lo que hace Marcos es poner al lado la 
traducción, para los lectores que no entendían esta palabra, como 
si escribiera: Abba, que quiere decir Padre.
Una prueba muy emotiva de todo esto la tenemos en San Pablo, 
que no convivió con Jesús; se convirtió después de la muerte de 
éste. Y sin embargo, escribiendo en griego, usa por dos veces la 
palabra Abba, seguida de su traducción, Padre. Compruébalo tú 
mismo en Rm 8,15, dentro de un párrafo precioso (versículos 
15-17); y en Ga 4,7.
Para orar, ¿hace falta añadir algo después de lo anterior? 
Contempla largamente a Jesús, aprópiate de sus sentimientos, y ora 
con su misma palabra, repitiendo muchas veces «padre» (La palabra 
padre aplicada a Dios es simbólica. Dios es padre y madre y mucho más. Es 
amor caliente y cercano), «papá» o como quieras. El Padre te 
responderá por lo bajo: Hijo mío querido, hijo mío querido...

D. Otra oración 
Oración pedagógica con la plegaria «No tienes manos» 
siguiendo las instrucciones del N.° 4 de la catequesis.

Jesús, no tienes manos.
Tienes sólo nuestras manos 
para construir un mundo donde habite la justicia.

Jesús, no tienes pies.
Tienes sólo nuestros pies 
para poner en marcha la libertad y amor.

Jesús, no tienes labios.
Tienes sólo nuestros labios 
para anunciar por el mundo la Buena Noticia de los pobres.

Jesús, no tienes medios.
Tienes sólo nuestra acción 
para lograr que todos los hombres sean hermanos.

Jesús, nosotros somos tu Evangelio, 
el único Evangelio que la gente puede leer, 
si nuestras vidas son obras y palabras eficaces..

Jesús, danos tu musculatura moral 
para desarrollar nuestros talentos 
y hacer bien todas las cosas.

Recito la plegaria muy despacio y hago algunos gestos o me 
concentro en las manos, los pies, los labios, etc. que va citando la 
plegaria.
Puedo añadir otras partes de mi cuerpo: cerebro para pensar, 
ojos para ver, oídos para escuchar, pulmones para respirar, 
corazón para amar, etc. Le ofrezco a Jesús todo eso, para que El 
actúe a través de mí.
Recuerdo también cómo le ofrecieron una barca para hablar a la 
gente que se agolpaba para escucharle. (Ver Lc 5,1). Hoy le ofrezco 
mi barca, que es mi cuerpo con todas sus facultades.
En esta oración ha de funcionar, por encima de todo, el corazón: 
oración realmente afectuosa y sentida. Cada uno de los miembros 
de mi cuerpo, para Jesús.

G U Í A N.° 5 
A. Balance personal del mes 

Lo haces en oración, como una revisión del mes. Basta adaptar 
el método de Aplicación personal a esa revisión.
1. Revisar y anotar mis progresos durante ese mes: en oración, 
en cualquiera de las metas de mi etapa, en otros aspectos.
Ver las causas, tanto si el balance es positivo como si es 
negativo.
2. Revisar y anotar mi trabajo durante este mes en el 
catecumenado: reuniones, oración comunitaria, guías, etc.
3. Revisar y anotar la influencia de esta catequesis en mi oración 
y en mi vida.
Ver las causas.
4. ¿Me encuentro bien, me encuentro animado, a gusto, con el 
catecumenado, con los compañeros? 

B. Balance comunitario 
a) ¿Qué tal va a tu juicio la comunidad, y en concreto tu grupo 
pequeño? (Cuando decimos «qué tal va», nos referimos a la fe, la 
conversión, el compromiso, etc.? 
b) ¿Qué tal lo hacen los responsables y en concreto el tuyo? 
c) Sugerencias.

C. Oración 
Con una composición de versículos, todos del evangelio de Juan: 
14, 13-14; 15,7 y 16 b; 16, 23-25.
Breve comentario 
Primeramente, vas a escribir esos versículos, seguidos uno tras 
otro, en una hoja, para tenerlos todos juntos.
Después observa el lugar en el que están colocados. Toma el 
cap. 13 y el final del cap. 17. Estos cuatro capítulos (13-17) nos 
traen la despedida de Jesús, después de la última cena. Empiezan 
con el lavatorio de los pies y siguen con una larga conversación de 
despedida, que contiene importantes revelaciones de Jesús sobre 
su unión con el Padre, el Espíritu Santo, y su unión con sus 
discípulos, con nosotros (cap. 14-17).
Es llamativo que en el transcurso de una sola conversación 
-aunque la composición de la misma esté elaborada por el 
evangelista- aparezca hasta cuatro veces la invitación a pedir al 
Padre en nombre de Jesús.
Veamos primero la expresión «alegando mi nombre», que otros 
traducen «en mi nombre». Jesús es el mediador entre el Padre y 
nosotros. Pero no es un intermediario exterior, como puede ocurrir 
en los negocios de esta vida. Es un mediador interior: para con el 
Padre, porque está unido estrechamente a El (quien me ve a mi, ve 
al Padre, dice en 14,9); para con nosotros, los creyentes, porque 
está unido estrechamente a nosotros, como la vid y los sarmientos 
(15,1). Por lo tanto, ofrecen total garantía.
Estos versículos son una invitación a la más plena confianza. 
Con el aval de Jesús, que lo tenemos asegurado, el Padre nos 
escuchará siempre.
Son también una invitación a insistir en la petición. Tal insistencia 
no obedece a que el Padre tarde en oírnos, sino a que, mientras 
prolongamos la petición, se va transformando nuestro interior y 
queda preparado para recibir el don de Dios.
En estos mismos capítulos se habla de problemas y 
persecuciones que sufrieron los cristianos de aquella época. La 
petición a Dios es una de nuestras armas para ser seguidores de 
Jesús.
Tenemos que vencer muchas dificultades particulares: desganas, 
rechazos, desánimos, tentaciones. A todo lo cual hay que añadir los 
obstáculos que provienen del exterior: unas veces persecuciones 
-tan abundantes hoy mismo contra los cristianos en muchas partes 
del mundo-: otras veces la seducción del ambiente, que es no 
menos peligrosa. Nuestra debilidad es muy grande. Necesitamos 
orar mucho, pedir con insistencia, incluso con machaconería, como 
nos enseña la comparación del hombre que necesitaba unos panes 
por la noche (Lc 11,5) y la de la viuda que pedía justicia a un juez 
sin conciencia (Lc 18,1). Hemos de pedir luz, fortaleza, para vencer 
nuestras propias dificultades y las ambientales. Sólo con la ayuda 
de Dios podemos realizar nuestro objetivo. Pero tengamos mucha 
confianza. Y pidamos una y otra vez. Es lo que nos dice Jesús.
Para orar ahora, desarrolla estos tres puntos: la mediación de 
Jesús -vete al Padre de la mano de El-, la confianza filial, la petición 
constante. Ora con mucho sentimiento, con mucho corazón, porque 
serás escuchado, sin duda.

D. Otra oración 
Con el Salmo 26.
Sigue el método de la lectura a trozos. Detente mucho en las 
frases que te lleguen más adentro.
SALMO 26 

El Señor es mi luz y mi salvación, 
¿a quién he de temer? 
El Señor es el seguro de mi vida, 
¿ante quién he de temblar? 

Cuando me cercan los malvados, 
para devorar mi carne, 
son ellos, mis enemigos y adversarios, 
los que tropiezan y caen.

Aunque un ejército acampe contra mi, 
mi corazón no tiene miedo.
Aunque me declaren la guerra, 
yo sigo tranquilo.

Una cosa he pedido al Señor, 
una cosa estoy buscando:
vivir en la casa del Señor 
todos los días de mi vida; 
para gustar la dulzura del Señor, 
y contemplar su templo.

El me cobijará en su tienda, 
en el día de la desgracia; 
me esconderá en lo más oculto de su morada,
me levantará sobre una roca.

Mi corazón me dice: «Busca su rostro».
Sí, tu rostro busco, Señor,
no me ocultes tu rostro.

No rechaces con ira a tu sierro,
porque tú eres mi auxilio;
no me rechaces, no me abandones,
Dios de mi salvación.
Aunque mi padre y mi madre me abandonaran,
el Señor me recogería.

Señor, enséñame tu camino,
guíame por la senda llana.

Espero gozar de la bondad del Señor
en la tierra de la vida.
Espera en el Señor, ten valor y ánimo,
espera en el Señor.

INICIACIÓN A LA ORACIÓN 
Cuadernos FE Y JUSTICIA 2
Ediciones EGA. Bilbao-19872