CATECUMENADO 8 


CRISTO ESTA EN LOS QUE LLEVAN SU PALABRA
(PROFETAS)


OBJETIVO CATEQUETICO 
* Descubrir que la experiencia de fe implica una función profética. 
* Descubrir que Cristo está en los que llevan su palabra y en ellos 
quiere ser escuchado. 

121. Atraído por la verdad y la justicia y tentado por intereses opuestos 
Cada persona puede ir descubriendo la valentía y el desinterés, que 
en determinadas ocasiones supone decir la verdad y optar por lo que es 
justo. Por otro lado, puede ir tomando conciencia de la cobardía y de los 
intereses que se ocultan detrás de cada mentira y cada injusticia. Puede 
ir experimentando que, como todo hombre, se encuentra profundamente 
atraído por la verdad y la justicia, pero profundamente tentado por 
intereses opuestos a esa aspiración. 

122. El profeta, un hombre para todo tiempo 
Desde esta experiencia se acercará mucho más a la verdadera figura 
del profeta, tantas veces deformada y reducida a la vulgar caricatura de 
un extraño adivino de otro tiempo, cuya especie ha desaparecido para 
siempre de nuestro mundo. El Concilio Vaticano II (LG 35) ha recordado 
que la Iglesia tiene en el presente una misión profética y que, por tanto, 
cualquiera de sus miembros puede participar de ella. 

123. El profeta, un hombre que vive la verdad que anuncia 
El profeta es un hombre que vive la verdad que anuncia. Más allá 
incluso de su opción por la verdad y la justicia, posibilitándola, está la 
acción de Dios en su propia vida y en medio de la historia. Esta acción 
de Dios va directamente encaminada a la conversión del hombre. Sin 
embargo, su mensaje profético irrumpe en un mundo que se construye 
sobre otros cimientos: Dios no actúa en la historia (la historia no tiene 
Señor) y, además, el hombre no puede cambiar. Esta experiencia 
universal y permanente, común, deja al descubierto la condición 
pecadora del hombre. 

124. Dios le impuisa a hablar, incluso a pesar suyo 
El profeta se siente desbordado por la verdad que anuncia. Lo hace 
incluso a pesar suyo. Así lo vive Jeremías: «La Palabra del Señor se 
volvió para mí oprobio y desprecio todo el dia. Me dije: No me acordaré 
de él, no hablaré más en su nombre; pero ella era en mis entrañas fuego 
ardiente, encerrado en los huesos: intentaba contenerlo, y no podia» (Jr 
20, 8-9). Jonás, antes de ir a Nínive a donde Dios le envía, saca un 
pasaje de barco en dirección contraria para marcharse a Tarsis (a los 
ojos de los hebreos, «el fin del mundo» entonces conocido). Jonás 
pretende sustraerse a una misión comprometida, huyendo lo más lejos 
posible (Jon 1, 1 ss). 

125. La vocación profética es irresistible. ¡Ay de mí, si no evangelizare! 
(Pablo) 
La vocación profética es irresistible. Amós pone la siguiente 
comparación: como cuando ruge el león todo el mundo teme, así cuando 
Dios habla, cualquiera profetiza (3, 8). Pablo tiene conciencia de que 
anunciar el Evangelio no es para él ningún motivo de gloria, según lo 
humano. Es algo a lo que no puede renunciar: "¡Ay de mí, si no anuncio 
el Evangelio! Si yo lo hiciera por mi propio gusto eso mismo sería mi 
paga. Pero si lo hago a pesar mío, es que me han encargado este oficio» 
(1 Co 9, 16-17). 

126. El profeta, con un puesto preciso en el pueblo de Israel 
En el pueblo de Israel, rey, sacerdote, profeta son durante largo 
tiempo como los tres ejes de la sociedad de Israel, bastante diversos 
para ser a veces antagónicos, pero normalmente necesarios los unos a 
los otros. Mientras existe un Estado se hallan profetas para iluminar a los 
reyes: Natán, Elías, Eliseo, sobre todo Isaías, y por momentos Jeremías. 
Les incumbe decir si la acción emprendida es la que Dios quiere, si tal 
política se encuadra exactamente dentro de la historia de la salvación. 

127. El profetismo puro don de Dios 
Sin embargo, el profetismo en el sentido estricto de la palabra no es 
una institución como la realeza o el sacerdocio: Israel puede procurarse 
un rey (Dt 17, 14-15), pero no un profeta; éste es puro don de Dios, 
objeto de promesa (Dt 18, 14-19), pero otorgado libremente. Esto se 
percibe bien en el período en que se interrumpe el profetismo (1 M 9, 27; 
cf. Sal 73, 9): Israel vive entonces en la espera del profeta prometido (1 
M 4, 46; 14, 41). En estas circunstancias se comprende la acogida 
entusiasta dispensada por los judíos a la predicación de Juan Bautista 
(Mt 3, 1-12). 

128. Vocación profética: indignidad, gratuidad, misión
La llamada de Dios despierta en Jeremías la conciencia de su 
debilidad (Jr 1, 6); en Isaías, la del pecado (Is 6, 5). En la conciencia de 
su indignidad, el profeta percibe mejor la gratuidad y la fuerza de Dios. 
Como después escucharía Pablo: "Te basta mi gracia: la fuerza se 
realiza en la debilidad" (2 Co 12, 9). Dios llama siempre para una misión, 
al servicio de la cual queda el profeta (Jr 1, 9; 15, 19; Is 6, 6 ss.; Ez 3, 1 
ss.). 

129. El profeta anuncia en nombre de Dios una palabra que se 
cumple. El sentido de la historia 
El profeta queda al servicio de la Palabra de Dios. Su misión viene 
definida en este importante pasaje del Deuteronomio: «Suscitaré un 
profeta de entre sus hermanos, como tú (Moisés), pondré mis palabras 
en su boca y les dirá lo que yo le mande» (Dt 18, 18). El verdadero 
profeta, dice a continuación, anuncia siempre una palabra eficaz, una 
palabra que se cumple (18, 21-22). Y así interpreta el sentido de la 
historia y de los acontecimientos desde la perspectiva más profunda, 
desde la acción de Dios. Amós ha expresado esto admirablemente: "No 
hará cosa el Señor sin revelar su plan a sus siervos los profetas" (Am 3, 
7). 

130. Los profetas, centinelas de la Alianza 
Los profetas son los centinelas de la Alianza: denuncian el pecado del 
hombre y anuncian la acción salvadora de Dios. Representan siempre la 
esperanza e invitan a la conversión: vuelta del hombre hacia Dios y hacia 
el hermano. Los profetas vigilan, pues, el cumplimiento de la Alianza y 
denuncian las claudicaciones del pueblo en el orden religioso y moral. 

131. Los profetas anuncian la salvación de Dios y su gloria 
Los profetas anuncian la acción salvadora de Dios y su gloria, el 
resplandor de un Dios vivo que actúa en medio de los hombres. Dios 
manifiesta su gloria por sus misteriosas intervenciones, sus juicios, sus 
signos (Nm 14, 22; Ex 14, 18; 16, 7). Viene en ayuda de los que confían 
en El. La gloria es entonces sinónimo de salvación (Is 35, 1-4; 44, 23). El 
Dios de la alianza pone su gloria al servicio de su amor y de su fidelidad: 
El salva y levanta a su pueblo (Sal 101, 17; cf. Ex 39, 21-29). El profeta 
sabe que su labor no es sólo anunciar el castigo. Debe edificar y plantar 
(Jr 1, 10), debe proclamar la salvación del pueblo atribulado. Dios es 
ante todo salvador. 

132. Arrebatados por el celo de la gloria de Dios 
Los profetas son arrebatados por el celo de la gloria de Dios. Isaias la 
contempia bajo el aspecto de una gloria regia (Is 6, 1 ss.). Es un fuego 
devorador, que pone al descubierto la impureza de la criatura, su nada, 
su radical fragilidad. La gloria de Dios no triunfa destruyendo, sino 
purificando y regenerando, y quiere invadir toda la tierra. Ezequiel 
proclama la libertad trascendente de la gloria, que en la época del 
destierro abandonará el templo en señal de reprobación (Ez 9-11) y que 
luego irradiará sobre una comunidad renovada por el Espíritu (36, 23 ss.; 
39, 21-29). Como el salmista, el profeta se consume de celo ante el 
olvido de la Palabra de Dios: "me consume el celo, porque mis enemigos 
olvidan tus palabras" (Sal 118, 139; cf. Sal 68, 10). Para los tiempos 
mesiánicos, los profetas anuncian que la gloria de Dios alcanzará una 
dimensión universal: "Yo vendré para reunir a las naciones de toda 
lengua: vendrán para ver mi gloria" (Is 66, 18; cf. Sal 96, 6; Hb 2, 14). 
Sobre este fondo esperanzador se destaca la figura sin apariencia ni 
esplendor (cf. Is 52, 14; 53, 2) de quien, sin embargo, está encargado de 
hacer irradiar la gloria de Dios hasta las extremidades de la tierra (cf. Is 
49, 1-6). 

133. Un culto meramente exterior, claudicación del pueblo en el orden 
religioso 
Los profetas condenan la hipocresía de una religión exterior que olvida 
la justicia y los pobres. Es en Oseas donde encontramos estas enérgicas 
palabras: "¿Qué he de hacer contigo, Efraím? ¿Qué he de hacer 
contigo, Judá? Vuestro amor es como nube mañanera, como rocío 
matinal que pasa. Por eso les he hecho trizas por los profetas, les he 
matado por las palabras de mi boca. Porque yo quiero amor, no 
sacrificio, conocimiento de Dios, más que holocaustos" (6, 4-6). 

134. "Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón..." 
En Isaías se denuncia la vaciedad de un ayuno sin sentido: «Es que el 
dia en que ayunabais, buscabais vuestro negocio y explotabais a todos 
vuestros trabajadores. Es que ayunáis para litigio y pleito y para dar 
puñetazos al desvalido» (Is 58, 3-4). Cristo confirma el veredicto del 
profeta: "Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos 
de mí" (Mt 15, 8). También El declara la inutilidad de una religión 
meramente exterior: "No todo el que me diga: "Señor, Señor", entrará en 
el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial" 
(Mt 7, 21). 

135. Transgresiones del pueblo en el orden moral 
Los profetas denuncian las transgresiones del pueblo en el terreno 
moral: los atentados contra la vida humana, la violación de la fidelidad 
matrimonial, las diferencias escandalosas entre ricos y pobres, la 
opresión que sufren los débiles, la rapacidad de los poderosos, la tiranía 
de los acreedores sin entrañas, los fraudes de los comerciantes, la 
venalidad de los jueces, la avaricia de los sacerdotes y falsos profetas, la 
tiranía de las clases dirigentes. Los profetas anuncian que «una 
sociedad así» no puede subsistir (2 S 12, 1-7; Is 3, 15; Am 2, 6-8; 8, 4-6; 
Mi 3, 11; Is 5, 8; Jr 6, 7). 

136. La persecución, condición de la existencia profética 
No es de extrañar que la palabra de los profetas de Israel tropiece con 
una resistencia violenta. Es esta una condición de la existencia profética 
que experimentaron también Cristo y sus discípulos. Es este un hecho de 
experiencia verificable hoy como ayer. Los judíos del tiempo de Cristo, en 
cuanto tales, no eran ni mejores ni peores que los demás hombres. Al no 
tolerar al profeta, el mundo está manifestando su pecado (Mt 23, 29 ss.; 
Lc 12, 1-12; 6, 26). 

137. Jesús, el profeta anunciado en las Escrituras 
Jesús aparece en medio de una corriente profética, representada por 
Zacarías (Lc 1, 67), Simeón (Lc 2, 25 ss.), la profetisa Ana (Lc 2, 36) y, 
por encima de todos, Juan el Bautista. Aunque la figura profética de 
Jesús es distinta de la de Juan (Mt 9, 14), se reconocen en él muchos 
rasgos que le sitúan en la línea de los grandes profetas: anuncia la 
salvación de Dios y la urgencia de la conversión (Mt 3, 2.8); traduce la 
ley en términos de existencia vivida (Lc 10, 29 ss.); revela el contenido 
de los "signos de los tiempos" (Mt 16, 2 ss.) y anuncia su fin (Mt 24-25); 
su indignación se dirige contra la hipocresía religiosa (Mt 15, 7) y 
anuncia un culto en espíritu y en verdad (Jn 4, 21-24). Experimenta el 
rechazo de aquella Jerusalén que había matado a los profetas (Mt 23, 37 
ss.). La muchedumbre dará espontáneamente a Jesús el título de profeta 
(Mt 16, 14; Lc 7, 16; Jn 4, 19; 9, 17). Aún más: muchos verán en él al 
profeta anunciado en las Escrituras (Jn 6, 14; 7, 40). Sin embargo, el 
misterio de Jesús desborda en todos los sentidos la tradición profética: El 
es el Mesías, el Hijo del hombre, el Hijo de Dios (cf. tema 16). 

138. Cristo está en los que llevan su palabra y en ellos quiere ser 
escuchado 
Anunciar la palabra de Cristo es anunciar la Palabra de Dios y, al 
propio tiempo, participar en su misión profética. Más aún, Cristo está en 
los que llevan su palabra y en ellos quiere ser escuchado: "quien a 
vosotros os escucha, a mí me escucha; quien a vosotros os rechaza, a 
mí me rechaza; y quien me rechaza a mí, rechaza a quien me ha 
enviado" (Lc 10, 16; cf. Mt 28, 19). Cristo actúa hoy y continúa su función 
profética en la del Pueblo de Dios (LG 12). Cristo está presente en la voz 
de su Iglesia. 
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PISTAS PARA LAS REUNIONES

TEMA 08. PROFETAS 

1) ¿Qué suponen para nosotros estas palabras: valentía, desinterés, 
opción por la verdad y la justicia? ¿Y éstas otras: cobardía, intereses, 
mentira, injusticias? 

2) "La fuerza de los hechos, las convulsiones que se gestan en las 
sociedades por la acumulación de abusos, acabará obligando a la Iglesia 
a ser más y más evangélica. Pero debemos adelantarnos proféticamente. 
En lugar de ser juguete de las fuerzas políticas de la historia, debemos 
ser profecía, luz crítica, juicio y salvación entre ellas por la original fuerza 
de Jesús". (T. CABESTRERO). Comentario en grupo. 

3) El Concilio Vaticano II (LG 35) ha recordado que la Iglesia tiene en 
el presente una misión profética y que, por tanto, cualquiera de sus 
miembros puede participar de ella. Comentario en grupo. 

4) Canciones de R. CANTALAPIEDRA: Dónde están los profetas y El 
profeta. Escuchar la canción y poner en común la reacción que suscite 
en cada uno. 

5) Comentar en grupo los nn. 123, 124 y 125.

6) Profundizar en la función de los profetas: anuncian en nombre de 
Dios una palabra que se cumple, interpretan el sentido de los 
acontecimientos y de la historia, son los centinelas de la Alianza, 
anuncian la salvación de Dios y su gloria, denuncian la vaciedad de un 
culto meramente exterior y las trasgresiones del pueblo en el orden 
moral. Comentar en el grupo los nn. 129-135. 

7) Comentar en grupo Lc 6, 26: "¡Ay cuando todos los hombres hablen 
bien de vosotros!, porque de este modo trataron los padres a los falsos 
profetas". ¿Es normal que la comunidad cristiana no sea perseguida? 

8) Jesús, el profeta anunciado en las Escrituras. Comentar el n. 137. 

9) Cristo está en los que llevan su Palabra y en ellos quiere ser 
escuchado. Comentar en el grupo Lc 10, 16 y LG 12. Experiencias 
actuales. 

10) ¿Escuchamos la Palabra de Dios como objeto de estudio o como 
palabra viva cumplida en la experiencia humana? Ver Ez 12, 28. 

11) ¿Escuchamos la Palabra de Dios por penetración directa, natural, 
como la lluvia (Is 55, 10-11), en una cierta pasividad que, por ser atenta, 
pone en juego toda nuestra personalidad? 
12) Lo que nada nos diga lo dejamos de momento. Insistimos en 
aquello que despierta o expresa vivencias transparentes, sin violencia 
voluntarista ni artificialidad. Según ello, ¿forzamos la experiencia o la 
encontramos en la escucha de la Palabra de Dios? 

13) ¿Tomamos conciencia de que ante la Palabra de Dios aparece 
toda nuestra vida en su dimensión más concentrada? Ver C. CASTRO 
CUBELLS, Encuentro con la Biblia, Ed. Cristiandad, Madrid, 1977, 67-68. 

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TEMA 8 

OBJETIVO: 
INICIACION EN LAS GRANDES EXPERIENCIAS BIBLICAS: 
DESCUBRIR LA FUNCION PROFETICA QUE IMPLICA LA 
EXPERIENCIA DE FE 

PISTA POSIBLE: LOS PROFETAS 
1 No existen. 
2 Anuncian la salvación de Dios. 
3 Denuncian la injusticia. 
4 Denunciar no es cristiano. 
5 Denuncian las diferencias escandalosas entre ricos y pobres. 
6 Y la opresión que sufren los débiles. 
7 Y el culto meramente exterior. 
8 Son necesarios. 

PLAN DE LA REUNION 
* Información: Personas, hechos, problemas...
* Pequeños grupos: ¿Qué significan para ti los profetas? 
¿Algunas experiencias actuales? 
* Puesta en común: Lo más importante. Diálogo. 
* Lectura, oración, canción.