COMENTARIOS AL SALMO 11
 

1. PALABRA DE DIOS Y PALABRA DE HOMBRE

Vivo en un mundo de palabras, y acuso el cansancio y la molestia de tener que estar escuchando todo el día palabras que no dicen nada o dicen lo opuesto de lo que quieren decir, palabras que halagan y palabras que amenazan, palabras que seducen y palabras que engañan. El cumplido, la excusa, el disimulo y la mentira desnuda. Nunca acabo de saber si puedo fiarme de lo que oigo o creer lo que leo. Me siento cohibido ante la jactancia de «los labios embusteros y la lengua fanfarrona» que refiere tu Salmo: «La lengua es nuestra fuerza, nuestros labios nos defienden, ¿quién será nuestro amo?»

Y luego me vuelvo, Señor, a tu Palabra. Tu Palabra es una y eterna, tu Palabra crea y da vida. Tu Palabra me llega, firme y vivificante, en las páginas de tu Libro, en el silencio de mi corazón, en los cantos de tu liturgia y en la encarnación de tu Hijo: el Verbo que es verdad y vida frente a la mentira que es el mundo. La contemplación de tu Palabra es mi refugio y refrigerio en medio de la avalancha de palabras falsas que me inundan todo el día. Tu Palabra es mi salvación.

«Las palabras del Señor son palabras auténticas, como plata limpia de ganga, refinada siete veces».

Gracias, Señor, por la plata refinada.

CARLOS G. VALLÉS
Busco tu rostro
Orar los Salmos
Sal Terrae. Santander 1989, pág. 29