CAPÍTULO 2


Parte segunda

ORDENACION DE LA VIDA CRISTIANA 2,1-3,11

Junto con la realización del establecimiento de las comunidades cristianas en la isla de Creta y el nombramiento de los presbíteros, en cada una de las comunidades (1,5-9), la otra misión de Tito consiste en la ordenación de la vida cristiana. Por eso debe predicar lo que está conforme a la doctrina recta y «sana», al mensaje cristiano, y mostrar cuáles son los deberes de cada estado, ante los cuales debe resplandecer el propio Tito como modelo con la realización de todo bien (2,1-10). La fuente del vigor exigido para llevar una vida cristiana es la gracia de Dios que se ha mostrado en Jesucristo (2,11-15). A continuación se exponen concisamente los deberes de los cristianos para con la autoridad y el prójimo (3,1-2). De nuevo alude el Apóstol a la misericordia de Dios, que se manifestó mediante la redención de Jesucristo en el renacimiento y renovación en el Espíritu Santo, y demuestra la posibilidad de que el cristiano, como heredero de la vida eterna, se distinga por sus buenas obras (3,3-8). Con un renovado aviso ante la falsa doctrina y una instrucción sobre el modo de comportarse con los herejes concluye el Apóstol la carta (3,9-11).

1. DEBERES DE LOS DIVERSOS ESTADOS (2/01-10).

a) La predicación de la sana doctrina (2,1).

1 Tú, en cambio, predica lo que es conforme a la sana doctrina.

Pablo ha prevenido con palabras duras contra los falsos maestros de Creta (1,10-16). En oposici6n a éstos, que predican «mitos judíos» y «preceptos de hombres», el contenido de la predicación de Tito debe ser algo que es conforme a la sana doctrina». Pablo llama a la doctrina del Evangelio, a la revelación pura y auténtica, la sana dostrina 25. Esta es la expresión perfecta de la salud espiritual y moral, ella hace surgir la vida moral sana. Por eso, todo lo que se opone a la doctrina evangélica, es enfermizo, contiene un germen de enfermedad y conduce a una vida inmoral. Por consiguiente, el contenido de la predicación de Tito sólo debe ser lo que está conforme con el Evangelio de Jesucristo. Solamente le está permitido sacar las palabras de su predicación de la revelación divina auténtica (cf. lTim 6,20; 2Tim 1,14). Así pues, todo predicador cristiano debe ceñirse en su predicación a la «sana doctrina», a la palabra de la revelación de Jesucristo. A él únicamente le está permitido conservarla con cuidado y transmitirla sin añadir ni quitar nada. Que esta palabra de la reveladón permanece pura y auténtica en la predicación eclesiástica lo garantiza el Espíritu Santo que Jesucristo ha enviado a la Iglesia (cf. Jn 16,13).

El Apóstol expone detalladamente de qué forma ha de influir la «sana doctrina» en cada uno de los estados de la vida cristiana.
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25. Sobre esta expresión en las cartas pastorales, cf. 1Tm 1,10; 2Tm 4,3; Tt 1,9; cf. también 1Tm 6,3; 2Tm 1,13; Tt 2,8.
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b) Deberes de los ancianos (2,2-3).

2 Que los ancianos sean sobrios, graves, prudentes, sanos en la fe, en la caridad, en la paciencia. 3 De igual modo, observen las ancianas un porte digno, no sean calumniadoras, ni esclavas del vino, sino maestras del bien, ...

El Apóstol comienza con los hombres ancianos, con los entrados en años, que con su carácter sentado y maduro deben mostrarse y hacerse valer en todas las situaciones difíciles de la vida por la sobriedad, la reserva y la moderación en el uso del vino, la honradez, el comportamiento humano y digno, la prudencia y el dominio de sí mismo. La actitud fundamental del cristiano: la fe, el amor y la paciencia deben aparecer de modo especial en estos hombres.

Las mujeres ancianas deben manifestar en su actitud interna y externa su perfecta dignidad como cristianas maduras. Teniendo en cuenta la dignidad del prójimo deben dominar sus lenguas y evitar toda calumnia. Extraña la severa exhortación a moderarse en el uso del vino. Quizá se hacía necesario debido a datos de experiencia personal del propio Apóstol, o acaso a un incidente especial, sobre todo teniendo en cuenta que Creta era un país famoso por sus vinos. Ellas, mediante su modo de vivir y mediante su ejemplo cristiano, deben ser maestras en toda obra buena para las jóvenes; tal es el deber de aquellas que han madurado con la experiencia de la vida. Las instrucciones del Apóstol no son otra cosa que la transmisión de las exigencias de Jesús en el sermón de la montaña: «Alumbre así vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos» (Mt 5,16).

c) Deberes de los jóvenes (2,4-7).

4 ...para que enseñen a las jóvenes a amar a sus maridos y a cuidar de sus hijos, 5 a ser prudentes y honestas, hacendosas, bondadosas, sumisas a sus maridos, a fin de que no sea difamada la palabra de Dios. 6 Asimismo, a los jóvenes exhórtalos a ser prudentes.

De las jóvenes exige Pablo que sean plenamente mujeres y madres en la familia. Él presenta una imagen luminosa de la mujer cristiana que se diversifica en su vocación de esposa, madre y ama de casa, y que incluye en sí la riqueza de un ser prudente, honesto y bueno. El amor a su esposo y a sus hijos constituyen la razón de su vida. Ella cumplirá todos sus deberes en la respetuosa subordinación a su marido. Aunque las cualidades indicadas no son virtudes exclusivamente cristianas, sin embargo el Apóstol muestra cómo debe realizarse la fe cristiana en el ámbito de la vida concreta de la mujer. Naturalmente debe tenerse en cuenta además que Pablo parte de la situación de la mujer de entonces, que no puede equipararse con la actual.

Si la mujer conduce su vida de esta forma, si ofrece ante los ojos del público pagano una auténtica imagen de la vida cristiana, entonces jamás dará ocasión a que la doctrina evangélica sea denigrada por los adversarios y enemigos del cristianismo 26; entonces nunca dará motivo a que su vida diaria, quizá dentro de un matrimonio mixto, conduzca a su esposo pagano a un juicio despectivo sobre el cristianismo, sino por el contrario podrá ser ocasión de que «si algunos se muestran rebeldes a la palabra, sin palabra alguna sean conquistados por la conducta de las mujeres» (lPe 3,1).

La exhortación a los jóvenes es concisa y breve. Pablo exige de ellos prudencia y dominio de sí mismo *. A su tendencia a engolfarse imprudente y apasionadamente en la vida y a precipitarse con frivolidad en sus peligros se contrapone el ideal del joven cristiano que se domina a sí mismo. Por tanto, todo miembro de la comunidad tiene el sagrado deber de influir ejemplarmente mediante su modo de vivir cristiano en la comunidad y a hacer honorable la doctrina cristiana a los ojos de quienes se hallan fuera del cristianismo: los judíos y los paganos.
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26. El Apóstol dirige con frecuencia a sus comunidades y discípulos exhortaciones semejantes. Cf. 1Tm 3,12; 1Co 10,32; Col 4,5; 1Tm 5,14; Tt 2,8.10.
* La segunda de estas dos exigencias no figura en el texto que ofrecemos, pero en el original griego la palabra que corresponde a prudencia (sophrosyne) incluye ambos conceptos. - Nota del traductor.
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d) Tito debe ser modelo (2,7-8).

7 Y tú, muéstrate, en todo, modelo de obras buenas, de integridad en la doctrina, de gravedad, 8 de palabra sana e irreprensible, para que los adversarios se confundan, no teniendo nada malo que decir de nosotros.

Pablo interrumpe sus instrucciones a los diversos estados y ahora se dirige al mismo Tito. Más importante que sus exhortaciones y su predicación es su propio ejemplo. Por eso debe ser modelo luminoso para toda obra buena. En su predicación debe ofrecer la pura doctrina evangélica, con limpias intenciones, con fines nobles. En esto debe mostrar una digna gravedad y anunciar únicamente la «palabra sana e irreprensible». El autor llama nuevamente a la dostrina auténtica del Evangelio «sana doctrina» (cf. 2,1), y ello, porque se apoya plenamente sobre la doctrina revelada y es «irreprensible», inatacable. De tal forma debe Tito mostrarse ejemplar en su vida ordinaria y en su predicación, que todo enemigo de dentro de la comunidad, como los herejes, pero sobre todo los de fuera de la misma comunidad, que buscan continuamente en el cristianismo una ocasión para discutir, se vean confundidos y obligados a enmudecer. De nuevo alude Pablo al buen ejemplo que Tito debe dar no solamente dentro de la comunidad sino también a los extraños (cf. 2,5). Él debe dejar brillar su luz ante los hombres y tener mucho cuidado de no dar jamás ocasión de escándalo (cf. Mt 5,16; 18,7).

e) Deberes de los esclavos (2,9-10).

9 Que los esclavos estén sujetos a sus amos y les den satisfacción sin contradecirlos; 10 que no los defrauden, sino que les sean fieles en todo para hacer honor a la doctrina de Dios, salvador nuestro.

Pablo se dirige aún a un último grupo de las comunidades cristianas, a los esclavos, que con frecuencia tenían necesidad de vivir y trabajar en un ambiente pagano y en domicilios paganos. También ellos, a pesar de su posición despreciada, tienen que cumplir una importante tarea. Es digno de notarse que (como en 1Tm 6,1-2) el Apóstol participe a su representante determinadas instrucciones precisamente por causa de los esclavos 27. Ellos deben hacer honor a la fe cristiana mediante su comportamiento, su obediencia, su bondad, su fidelidad, su lealtad y absoluta integridad en sus relaciones con sus señores, aunque sean paganos. De este modo se acreditan como redimidos de Dios, salvador y redentor nuestro 28, porque él es el último fundamento para la salvación de los hombres. «Quiso él (Dios) salvar a los creyentes mediante la predicación de la locura» (lCor 1,21). Pablo no suprime provisionalmente la relación jurídica vigente entonces entre señores y esclavos 29, él no promueve ningún movimiento social, pero asigna a los esclavos una grande e importante tarea en la comunidad: a pesar de su despreciada posición en la vida deben ser una gloria para la fe cristiana. ¿No es extraño que el Apóstol hable por tres veces del buen ejemplo de los cristianos en esta parte (2,5.8.10)? Es que la mejor defensa de la fe cristiana es siempre una vida cristiana auténtica, que brota espontáneamente de una fe sincera y sirve al prójimo con el cumplimiento fiel de los deberes y con el amor dispuesto al sacrificio.
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27. Sobre la preocupación por los numerosos esclavos en las cristiandades primitivas, cf. Ef 6,5-8; Col 3,22-25; 1Co 7,21; 1Tm 6,1-2; 1P 2,18-25.
28. Ya en el Antiguo Testamento es llamado «salvador» y «redentor»: cf. Dt 32,15; 1S 10, 19; Jdt 9,11; Sal 24(23),5.
29. Cf. Col 3,22-25; Ef 6,5-8; 1P 2,18-25; 1Co 7,21; 1Tm 6,1-2.
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2. LA GRACIA DE DlOS COMO FUENTE DE ENEGIA (2/11-15).

¿Dónde encuentran cada uno de los estados de las comunidades cristianas de la isla de Creta el vigor para realizar ese modo de vivir cristiano, tal como acaba de ser descrito por el Apóstol en 2,1-10? Pablo responde: en la gracia de Dios que ha aparecido en Jesucristo (2,11), que impulsa a los cristianos a una vida de santidad ya en este mundo (2,12). Esta vida es sostenida por la esperanza en la parusía de Jesucristo (2,13). La doble obra de la gracia de Dios es presentada como cumplimiento de la promesa del antiguo Testamento (2,14). Tito debe predicar esta buena nueva de la gracia de Dios como fuente de vigor y fuerza (2,15).

a) La gracia de Dios, revelada en Jesucristo (2,11-14).

11 En efecto, la gracia de Dios salvador se ha manifestado a todos los hombres, ...

Pablo proclama el himno de la gracia y benevolencia divinas. En la hora determinada en el plan salvador de Dios se ha revelado el amor y benevolencia divina infinita e inefable, que han aparecido en Jesucristo, el unigénito Hijo de Dios que se ha hecho hombre. Él es esta benevolencia y amor divinos en su persona divina. En él ofrece Dios a todos los hombres, sin excepción alguna, la salvación. «Porque tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo único, para que todo el que cree en él, no perezca, sino que tenga vida eterna» (Jn 3, 16). Ésta es la salud que deben alcanzar todos los hombres: la liberación de la muerte eterna, la posesión de la vida eterna. La benevolencia divina no conoce límites. Dios ofrece la salud en Jesucristo a todos los hombres sin distinción de personas, de situación social o de raza.

Este amor de Dios es incomprensible y, al mismo tiempo, definitivo para el tiempo y la eternidad; sin embargo, obliga al hombre a una decisión clara, sea que se abra o que se cierre a esta llamada amorosa de Dios.

12 ...y por ella aprendemos a renunciar a la impiedad y los deseos mundanos, y a vivir en este mundo sobria, justa y piadosamente, ...

El Apóstol describe la actividad impulsora de la gracia de Dios manifestada en Jesucristo. Esta se muestra en primer lugar de una manera negativa, en cuanto conduce a los cristianos a una ruptura radical con una vida de «impiedad» y de placeres mundanos. El bautismo cristiano, en efecto, significa el fin de una vida del hombre que se hallaba anclada en el pecado y en los placeres terrenos (cf. lJn 2,16). «Por el bautismo hemos sido sepultados con él en su muerte, a fin de que, como Cristo resucitó de la muerte para la gloria del Padre, así caminemos en novedad de vida» (Rom 6,4). Así pues, lo que ha surgido mediante el bautismo lo continúa la gracia divina, al darnos fuerza suficiente para una vida cristiana nueva, que se deja ver en tres aspectos. Con respecta al propió yo es una vida de prudencia y de disciplina, con miras al prójimo es una vida de honradez, con respecto a Dios es una vida de piedad. El hombre, sólo con sus propias fuerzas, es incapaz de llevar una vida semejante, lo podrá realizar por la fuerza de la gracia de Dios, que únicamente le proporciona la aptitud para ello. La conciencia de estar sustentado por esta fuerza de la gracia de Dios, permite al Apóstol decir confiadamente: «Todo lo puedo en aquel que me conforta» (Flp 4,13).

13 ...con la bienaventurada esperanza en la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y salvador, Jesucristo,...

Pero el cristiano no encuentra en el mundo actual la meta definitiva de su vida, vive en esperanza, su vida está sustentada por la esperanza en la venida del Señor. Así pues, aguarda la consumación de la salud venidera, y la plenitud de la salvación. Unida a la fe y al amor, esta esperanza constituye una estructura fundamental de toda vida cristiana (cf. lCor 13,13); los cristianos perseveran en la «esperanza en Jesucristo nuestro Señor» (lTes 1,3). Esta esperanza viene a ser para los cristianos «un ancla firme y segura, ... que va penetrando hasta detrás del velo» (Heb 6, 19), el ancla que el cristiano arroja en los abismos del cielo.

El gran día hacia el cual dirige sus miradas el cristiano apoyado en la «bienaventurada esperanza», es aquel en que nuestro gran Dios y salvador Jesucristo venga del cielo con el resplandor de su refulgente y poderosa majestad y reciba a los suyos en su reino, el día de la parusía. El Señor glorificado a cuya venida en regio esplendor el Apóstol dirige su mirada, es designado aquí no sólo como «nuestro salvador», «nuestro redentor», sino también como «nuestro gran Dios». El Apóstol alude continuamente en sus cartas a la esperanza como pilar básico de la vida cristiana 30. ¿Acaso no tiene vigencia para el cristiano actual, que tan fácilmente se dispone a instalarse en este mundo, que tan fácilmente se olvida de que su verdadera patria está en «los cielos», es decir, en Dios mismo (Flp 3,20), la exhortación de la carta a los Hebreos: «Mantengamos firmes la profesión de la esperanza»? (Heb 10,23).
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30. Cf. 1Co 13,13; Ga 5,5; Ef 1,15-18; 3,2; Col 1,4s; 1Ts 1,3; 5,8; 1Tm 3,13; 2Tm 2,12; Hb 3,6; 4,16; 6,18-20; 96,15-28; 10,22-24; 11,1.
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14 ...que se entregó por nosotros para rescatarnos de toda iniquidad y para purificarnos y hacer de nosotros un pueblo que fuese posesión suya y celador de obras buenas.

Jesucristo se presenta como salvador y redentor de todos los hombres mediante su entrega a la muerte. «En esto precisamente nos ha mostrado Dios su amor, en que Cristo ha muerto por nosotros cuando aún éramos pecadores» (Rom 5,8). Él entregó su vida como sacrificio expiatorio vicario por toda la humanidad que estaba desahuciada. «Pues el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida para redención de muchos» (Mc 10,45). De este modo Jesucristo realizó la obra de la redención y con ello nos libró «de toda iniquidad», del pecado que tenía aprisionada a la humanidad con su poder tiránico.

Mediante esta redención los cristianos se convirtieron en posesión suya, el pueblo de Dios de la nueva alianza. Con las palabras con que es designado en el Antiguo Testamento como propiedad de Dios el pueblo israelita, que escogido por Yahveh, con misericordia, amor y fidelidad, como pueblo de su alianza, fue llamado y purificado3l, los cristianos son presentados como el pueblo de Dios de la nueva alianza moralmente purificado, como la Iglesia santa, de la que ha tomado posesión Cristo, con amor profundo, considerándola como «una virgen santa e intachable», «sin mancha, sin arruga o cosa parecida» (cf. Ef 5,25-27). De esta forma liberados de todos los pecados, purificados y santificados en Cristo como su pueblo, los cristianos deben hacer visible su vocación y su gran dignidad mediante buenas obras. ¿Acaso no debía el mundo experimentar y captar en la nueva vida de los cristianos, fruto de la mediación de Cristo, que la gracia de Dios ofrece la redención a todos los hombres? ¿Acaso no había de conocer que únicamente la gracia de Dios es la fuente de toda fuerza para la nueva vida?
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31.Cf. Ex 19,5; Dt 7,6; 14,2; 26,18.
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b) Orden de predicar, dirigida a Tito (2,15).

15 Así es como has de enseñar, exhortar y reprender con plena autoridad. Que nadie te menosprecie.

Este mensaje de la gracia de Dios, que se ha revelado y hecho patente en Jesucristo, que es la fuente de toda fuerza para la vida cristiana, debe ser el contenido de la predicación de Tito. ¡Qué opuesta a la doctrina de aquellos «charlatanes y embaucadores» (1,10), que predican «mitos judíos» y «preceptos de hombres» (1,14), que «llevados del desco de torpe ganancia» «trastornan familias enteras» (1,11)! Tito debe entregarse a esta tarea no temerosa y tímidamente, sino con toda decisión.

¿Pero, qué es lo que significa la exhortación última: «Que nadie te menosprecie»? ¿Se halla Tito todavía en una edad juvenil (cf. 2,7), a semejanza de Timoteo (cf. lTim 4,12)? ¿Es que acaso se han ofrecido ciertas dificultades para su oficio de dirigente de la comunidad a causa de su corta edad? Es evidente que no se reciben con agrado las prescripciones y consejos provenientes de un joven. A ello se añade que, generalmente, al frente de las comunidades cristianas se encuentran ancianos. ¿O es que Tito era un hombre en algún modo torpe y desordenado? Poco sabemos de la vida de Tito para poder llegar a una certidumbre sobre esto. Pablo, con esta carta y su exhortación, con su gran personalidad y autoridad «como Apóstol de Jesucristo», apoya a su discípulo y representante, y muestra que el contenido del mensaje cristiano y su poder absoluto no recibe menoscabo en modo alguno, por la persona del predicador, ni por su juventud. Jesús había dicho a sus discípulos: «Quien a vosotros escucha, a mí me escucha; quien a vosotros desprecia a mí me desprecia; pero quien me desprecia a mí, desprecia a aquel que me envió» (Lc 10,16).