EL SERMÓN DEL MONTE 3


Juan Mateos sj


Contenido:

Presentación
1 - La opción personal por la justicia
2 - Para entender las Bienaventuranzas
3 - Los que eligen ser pobres
4 - Dichosos los que sufren

5 - Los sometidos
6 - Los que tienen hambre y sed de justicia
7 - Los que prestan ayuda
8 - Los que trabajan por la paz
9 - Los que viven perseguidos
10 - La sal de la tierra
11 - El cumplimiento de la Ley
12 - La verdadera piedad

13 - El Padre Nuestro (1» parte)
14 - El Padre Nuestro (2» parte)
15 - No sean como los hipócritas
16 - La mota en el ojo ajeno
17 - La confianza en la oración
18 - Los peligros de la comunidad
19 - Conclusión: Coloquio sobre el Sermón del Monte



13. EL PADRE NUESTRO (1· parte)

"Ustedes recen así: Padre nuestro del cielo..."
Ya empieza una oración comunitaria: "Padre nuestro". Aunque la 
diga un individuo está hablando en nombre de su comunidad. Además, 
no aparece el nombre de Dios. No ha aparecido en todo lo que hemos 
visto: siempre aparece el de "Padre", que es el nombre cristiano de 
Dios. Dios es palabra que sirve para todas las lenguas y esos nombres 
han sido asumidos por los cristianos, de una manera u otra: el "theos" 
griego lo usaban los griegos paganos y después lo usó la traducción 
griega del Antiguo Testamento. Pero eso no es lo específico cristiano. 
Lo cristiano es que Dios es Padre, el que por amor comunica su propia 
vida, no el que manda, ni el que impone su voluntad. No el que 
impone, sino el que potencia al hombre.
Ya en el Antiguo Testamento se usaba algunas veces para Dios el 
nombre de "padre", pero con significado completamente distinto: allí el 
padre es la figura de la autoridad. Además, se suele decir "el Padre del 
pueblo". Pero este Padre, al que podemos llamar también "mío", de 
cada uno de nosotros, porque a cada uno le ha comunicado su 
Espíritu, es algo nuevo. Este nombre de "padre" funda una nueva 
relación con Dios. No el Dios sentado en el trono del cielo, dando 
mandamientos a los hombres, dirigiendo el mundo. Son falsas ideas de 
Dios que Jesús ha venido a cambiar. "Padre", entendido como hemos 
visto, nos cambia completamente el concepto de Dios y nuestra 
relación con él.
Hay gente a quien le resulta enormemente difícil llamar a Dios 
"Padre" pues, debido a su experiencia familiar negativa, tienen malas 
asociaciones con esa palabra. Les suena al autoritario, al déspota, al 
opresor. Pero aquí es otra cosa distinta: es el que comunica su propia 
vida, no otra, y ésa es la señal de su amor. Y esa vida se llama el 
"Espíritu". Por eso, la comunidad que reza el Padre Nuestro es una 
comunidad que posee el Espíritu; si no, no lo puede rezar. La palabra 
Padre se la dirige a una persona con la que se tiene una experiencia 
particular: a un señor mayor, venerable, dignísimo, yo puedo llamarle 
"señor", pero no "padre", pues con él no tengo ninguna experiencia 
personal, ni me ha dado la vida. Por el contrario, el que llama "Padre" 
a Dios es porque tiene la experiencia de la vida que Dios le ha dado, la 
del Espíritu. Si no se tiene tal experiencia, no se le puede llamar a Dios 
"Padre": sería una palabra vacía. Y ¿cómo sabemos esto?: por una 
experiencia interna , pero que está convalidada por una experiencia 
externa. ¿Qué es lo que ha dicho Jesús en las Bienaventuranzas? 
"Dichosos los que trabajan por la paz -por la felicidad de los hombres- 
porque a ésos los llamará Dios hijos suyos" : la comunidad que llama 
"Padre" a Dios, no sólo tiene la experiencia interna de que Dios es su 
Padre, sino que además está dedicada al trabajo por la felicidad de 
los hombres, los que trabajan por la paz, en su sentido amplio, como 
vimos. Porque el ser cristiano tiene siempre el doble aspecto: la 
experiencia interior y la praxis externa. Si nos limitamos a la experiencia 
interior el Espíritu queda mutilado, porque él se entrega y, si nosotros 
no nos entregamos, acabamos por formar cenáculos de almas 
escogidas: y eso no es el cristianismo. Pero, si nos entregamos a una 
actividad sin una experiencia interna, somos unos activistas, que nos 
vaciaremos y nos quemaremos, por falta de apoyo interior. La 
actividad tiene que ser la expansión de la experiencia interior. Tiene 
que nacer de ahí. Y, además, en comunidad: porque es el amor de la 
comunidad el que nos sostiene ante la falta de amor que vamos a 
encontrar y la falta de respuesta en nuestro trabajo...Y no importa que 
no sepamos hacer la síntesis desde el principio, pero sin los dos 
aspectos no estamos todavía en la plenitud de nuestra vocación 
cristiana.
Padre nuestro "del cielo". 
"Del cielo" no significa distancia, sino excelencia, como dije. Como 
Jesús dirá más tarde en Mateo: "No llamen a nadie Padre sobre la 
tierra" : este "Padre" suprime todo padre de la tierra, no en cuanto que 
ha sido transmisor de la vida, ni en cuanto que se le debe respeto y 
amor, sino en cuanto a ser modelo y transmisor de una tradición. En la 
cultura judía, el padre es la figura de la autoridad y el que transmite a 
los hijos la tradición recibida, o sea, la ideología del sistema; es, 
además, el modelo para el hijo, y la gloria de un hijo es el parecerse a 
su padre. Pues en la comunidad cristiana ya no hay eso, ni esa figura 
de autoridad y de modelo. Esto es lo que pasó con Jesús: que no tuvo 
padre terreno, y por eso él propone el mensaje de Dios con toda su 
pureza, sin estar condicionado por ninguna cultura, ni por la Historia de 
su pueblo: esto se traslada ahora a los discípulos. Nosotros tenemos 
que renunciar a nuestro padre terreno, a una tradición, a un modelo 
humano: nuestro modelo es nuestro Padre del cielo y la tradición que 
recibimos es el Espíritu, el amor que él nos comunica. Por eso este 
"Padre" excluye toda otra figura de padre, ya sea carnal o cualquier 
otro modelo o autoridad que se transmita por doctrina. El Padre del 
cielo no es autoritario, sino que comunica vida.
Por eso en la comunidad cristiana no se admite el poder de dominio, 
ni la tradición transmitida, la tradición antigua. Ya hay una nueva 
tradición: el Espíritu, que es una praxis, el amor sentido y el amor 
ejercitado: ésa es la tradición, y no hay otra. Todas las tradiciones de 
palabras son secundarias. Los cristianos del siglo IV, o del X, o de este 
siglo, podemos expresar nuestra experiencia con palabras más o 
menos acertadas, con fórmulas más o menos inteligentes: es 
secundario cómo lo expresamos; lo importante es que tengamos la 
experiencia y la praxis de amor. Esa es la tradición en la Iglesia. Cada 
siglo ha querido anunciar eso de una manera, pero todas las 
formulaciones son relativas. ¿Por qué los evangelistas usan tantos 
símbolos y tantas figuras?: por lo difícil que resulta expresar una 
experiencia. Y por eso usan tanta poesía: porque la poesía es lo que 
está más cercano a la experiencia, lo que más sugiere: el concepto no 
sugiere nada, el concepto es seco, pero la poesía no. Aquí podríamos 
decir: "Padre nuestro excelente", pero decimos "Padre nuestro del 
cielo" , y la resonancia de la palabra cielo, que es resonancia poética, 
es infinitamente mayor que la de un adjetivo como "excelente".
Y ahora empiezan las peticiones. La comunidad cristiana va a orar, 
va a pedir, y primero pide por "su misión en el mundo". La oración es 
expresión de amor; cuando uno pide por algo, es porque eso le 
interesa; y, en el caso de la comunidad, la expresión del amor se 
concreta primero en la Humanidad entera, no en la comunidad misma: 
así ocurría en la antigua "Oración de los Fieles", que ahora empieza 
pidiendo por la Iglesia. No debe ser así: primero, por el mundo, por la 
paz, los hombres y, después también, por la comunidad. Interesa 
primero el mundo y después nuestra comunidad, porque el amor es 
universal. Así nos lo enseña el Señor.
1· - "Proclámase ese nombre tuyo"
Esto es lo que decimos ordinariamente por "santificado sea tu 
nombre". El "nombre" es una expresión semítica que designa a la 
persona en cuanto es designable: si decimos "Antonio", no sólo es un 
sonido, sino una persona que designo y que yo conozco: se me ha 
manifestado y por eso se le puede nombrar. El "nombre" de Dios es 
Dios mismo, en cuanto es conocido. Y ¿cómo es conocido Dios?: por 
su acción en la Historia: así es como se ha hecho conocer en toda la 
historia antigua. Aquí, viniendo después de la invocación "Padre", ya 
sabemos cuál es ese nombre: sabemos bien, quién es ese Dios, 
manifestado en la Historia y que se va a seguir manifestando: "ese 
Dios es el Padre". Por lo tanto, "tu nombre" es "ese nombre tuyo" que 
acabamos de pronunciar.
"Santificar" es otro hebraísmo, un verbo que se usa en la primera 
carta de Pedro y que significa "reconocer": reconocer algo que es 
excelente, eminente (por eso tiene la raíz de la palabra 'santo'), pero 
no significa "santificar". Nadie puede santificar el nombre de Dios: no 
podemos hacer santo su nombre. Eso tiene otro sentido, aunque no 
nos damos cuenta porque estamos acostumbrados a decirlo. Es una 
mala traducción del latín, traducido a su vez del griego, que está 
inspirado en esa categoría semítica. Como dije, en el Antiguo 
Testamento, significa 'reconocer algo eminente': así en la 1» Pedro se 
dice "reconozcan a Jesús como señor en el fondo de su corazón para 
evitar el miedo" (se dirige a unos cristianos perseguidos). Es decir, 
reconozcan una realidad sublime. Por tanto, aquí es reconocer a Dios 
como Padre, con este sentido de reconocer algo excelente y, por 
tanto, se puede poner el verbo proclamar. "Proclámese ese nombre 
tuyo" es la primera petición.
Así que, lo que pide la comunidad cristiana en primer lugar, es que 
la Humanidad llegue a conocer que Dios es Padre. Y esto ¿cómo se 
hace?: por la labor de la comunidad. "Ustedes son la luz del mundo" , 
dice en el cap. 5: "que vean el bien que hacen y glorifiquen a su Padre 
del Cielo" : éste es el paralelo. Será proclamado que Dios es Padre 
cuando la comunidad actúe en bien de la Humanidad, como Dios 
actúa. Aquí se están pidiendo dos cosas: que la Humanidad vaya 
teniendo conciencia de la realidad de Dios (que no es el soberano 
déspota e impositivo), y que esa experiencia se haga universal. Es la 
utopía realizada en la comunidad y por realizar en la Humanidad. Pero 
¿de qué depende eso?: del trabajo de la comunidad: ésta se 
compromete a trabajar y pide al Padre que le ayude. Primera 
preocupación de la comunidad: "la misión", no la comunidad misma, 
sino su misión en medio del mundo.
2· - "Llegue tu Reinado"
Esta petición se suele traducir por 'venga a nosotros tu reino', pero 
ese 'nosotros ' ni está en el latín ni en el griego. Además, eso daría a 
entender que la comunidad que esto reza no está todavía en el Reino, 
lo cual es falso: porque ya ha recibido el Espíritu, puede llamar a Dios 
"Padre" y, por tanto, está en el Reinado de Dios. Lo que se pide es 
que "llegue su Reinado a los que no lo conocen", pues el Reino son 
los hombres. Tenemos siempre la pequeña utopía realizada y la gran 
utopía por realizar. Lo que se pide es: que esta experiencia que 
tenemos de tu Espíritu, que es la manera de ejercer tu Reinado, se 
vaya comunicando a la Humanidad entera.
Este fallo de la traducción española es muy grave, porque supone 
que el Reinado de Dios no ha llegado todavía. Pero el Reinado de 
Dios es algo actual, como vimos en las Bienaventuranzas: empieza 
aquí con la opción por la pobreza, y es la comunidad la que dice ahora 
"llegue tu Reinado" con vistas a la Humanidad entera. Y ¿cómo llega 
ese Reinado? Ya se ha dicho cuál es la puerta: la primera 
bienaventuranza, pasar de una sociedad de poder y rivalidad a otra de 
solidaridad, renunciando a la acumulación de dinero para hacer una 
sociedad solidaria: lo que se pide en el Padre nuestro es que los 
hombres vayan aceptando ese mensaje, cambiando su escala de 
valores y que el dinero vaya dejando de ser el dios del mundo. Cosa 
que se ha de hacer a través de la comunidad. De modo que, con esta 
petición, la comunidad se compromete y pide ayuda al Padre.
3· - "Realícese en la tierra tu disignio del cielo"
Se trata de lo mismo: de que la Humanidad vaya recibiendo el don 
de Dios. La traducción conocida es "hágase tu voluntad así en la tierra 
como en el cielo": otra traducción defectuosa. La palabra griega que 
se traduce por 'voluntad' lo mismo significa la voluntad de un individuo 
que voluntad referida a la Historia. Pero aquí se refiere sólo a la 
Historia: y esto, en castellano, ya no se llama voluntad sino 'designio': 
es el designio de Dios sobre la Historia humana.
"Hágase" es "realícese": "realícese tu designio" . Después entran 
dos términos: cielo y tierra. El designio es un concepto que contiene en 
sí dos momentos: el de la decisión y el de la ejecución; como en un 
proyecto, está el momento de la confección y el de la ejecución. Lo 
que Mateo nos está diciendo es: 'tu proyecto se ha decidido en el cielo 
y tiene que realizarse en la tierra'. De manera que 'realícese tu 
designio en la tierra, como está decidido en el cielo' y, poniéndolo de 
una forma más elegante: "realícese en la tierra tu designio del cielo" .
Dios tiene un designio para la Humanidad, para la plenitud humana, 
para que la sociedad corresponda a lo que es el ser profundo del 
hombre, que es para lo que Dios la ha creado. Y aquí se pide que eso, 
que está perfectamente concebido en el cielo -en Dios mismo-, se 
realice en la tierra. Y ¿cómo se realiza?: de nuevo, con el trabajo de la 
comunidad. El Señor está con nosotros, nos da su Espíritu, y nosotros 
ponemos todo lo demás: los ojos, el talento, cuanto tenemos para que 
ese proyecto se realice.
Siempre se había pensado, incluso los católicos, que Dios destina la 
felicidad para la otra vida, pues aquí sólo hay sufrimiento, como si Dios 
fuera un dios de dolor y muerte, que nos recompensará en la otra vida. 
Pero no es esto lo que el Evangelio dice. Dios quiere que el hombre 
sea feliz siempre . Con esa frase el Señor derriba la idea de que la 
felicidad es para el mundo futuro.
Vemos que estas tres primeras frases son equivalentes: 1·: que la 
Humanidad reconozca al verdadero Dios, al Padre; 2·: que tu Reinado 
llegue a la Humanidad entera, que vaya aceptando el mensaje de 
Jesús que da acceso al Reinado; y 3·: que ese designio tuyo del cielo 
se realice en la tierra. Esta es la primera parte del Padre nuestro: tu 
nombre, tu reinado, tu designio. El plan de Dios sobre la Humanidad 
-"ésos serán saciados" -, realizado por la comunidad, "los que trabajan 
por la paz" . Las Bienaventuranzas están reflejadas en el Padre 
nuestro. Como no puede ser menos, por la coherencia del evangelista 
y, detrás de éste, de Jesús. La coherencia absoluta de los evangelios 
viene de la profundidad de su experiencia: el que tiene una experiencia 
profunda de algo, no se equivoca al hablar, sabe lo que quiere decir y 
lo dice.


14. EL PADRE NUESTRO (2· parte)

Esta segunda parte ya no habla de Dios, sino de la comunidad 
cristiana. Por eso dice "nuestro pan, nuestras deudas, no nos dejes 
caer, líbranos del mal" . En la primera parte se daba "la misión", que 
era lo principal. En esta segunda, se habla de la comunidad, que es la 
base de la misión: la comunidad tiene que estar en perfecto estado 
(por así decirlo) para realizar su misión.
"Nuestro pan del mañana dánoslo hoy"
Ahora decimos "el pan nuestro de cada día dánoslo hoy": esta frase 
está muy mal traducida. El "cada día" está traducida de la versión de 
Marcos del latín, y está hecha por san Jerónimo de una palabra griega 
que él no sabía lo que quería decir; y, hasta tal punto no lo sabía que, 
cuando traduce el 'Padre nuestro' de Mateo, traduce por 'nuestro pan 
supersustancial'; y, cuando traduce a Lucas pone 'nuestro pan 
cotidiano o nuestro pan de cada día'; estaba tan dudoso que traduce 
la misma palabra de dos formas distintas en un evangelio y en otro. 
¿Cómo resolvemos nosotros el significado de esta palabra?
San Jerónimo mismo nos cuenta en cada una de sus cartas que ha 
encontrado en el evangelio de los Hebreos -que era un evangelio 
escrito en lengua aramea- la traducción de esta palabra, y la 
traducción era "mahah", que significa "mañana", el día de mañana. Ya 
hay una pista. La palabra griega 'epiousion' es una palabra nueva. 
Orígenes, del s. III , griego de lengua, tiene un tratado sobre el Padre 
nuestro y dice: "Esta es una palabra que parece que han inventado los 
evangelistas". Esto hay que entenderlo: la han inventado en su forma 
de adjetivo, porque 'al día siguiente', en griego, se decía 'tepious' = el 
día que viene. De manera que sólo el adjetivo 'epiousion' es el 
inventado por los evangelistas, como decía Orígenes, pero el 
significado está claro: mañana, el día de mañana. De modo que, por 
el arameo por un lado, y por el griego, por otro, aparece que es 
"nuestro pan del mañana". Además, hay otro argumento, que es 
definitivo: la iglesia de Egipto, la iglesia copta, tiene traducciones en su 
antigua lengua copta -que se encuentra en cinco dialectos, de los que 
el principales es el 'bohair '-; pues, bien el evangelio copto dice 
"nuestro pan del mañana". Como esa lengua ya no se habla, está 
traducida al árabe, y así lo dicen los egipcios cristianos de hoy, que 
rezan en árabe, "nuestro pan del mañana"; cosa que les extraña, pues 
no saben por qué tienen ellos esa diferencia con el resto de los 
cristianos. Pero es la única lengua que conserva la traducción exacta.
Nuestro pan, no de mañana, sino del mañana: no del día siguiente, 
pues Jesús dirá "no se preocupen del mañana": es un mañana más 
lejano, el de la vida futura: el pan es sinónimo de alimento, de 
banquete, es el banquete de la vida futura, la unión, la alegría y la 
felicidad (expresión que usa Jesús para significar la vida futura): pues 
que esa unión y alegría que se proponen para la vida futura sean 
realidad hoy: "nuestro pan del mañana dánoslo hoy" : la unión de la 
comunidad, el Reinado de Dios, prometido para después de la muerte 
de Jesús. De modo que lo primero que hay que pedir para la 
comunidad es que sea comunidad de amor, alegría, amistad, unión: 
porque es el gran testimonio delante de los hombres.
"Y perdónanos nuestras deudas, que también nosotros perdonamos 
a los que nos ofenden"
Es una causal: perdónanos, porque también nosotros perdonamos. 
La única petición que lleva una condición. El motivo es que también 
nosotros perdonamos". Si no perdonamos, no hay perdón. ¿Por qué?
"Perdonar" es otra manifestación de amor: perdona porque ama. 
Los que se cierran al amor, negándose a perdonar, no pueden recibir 
el amor que Dios les ofrece. Cerrarse al amor con los demás significa 
cerrarse al amor que Dios quiere dar. El amor es unívoco: el que no 
sabe amar, no puede recibir amor. La primera manifestación de amor 
en la comunidad era el 'amor interior ' , la segunda es 'el amor de 
perdón'. Y de éste no dice que sea dentro de la comunidad 
exclusivamente, no se limita a los miembros; perdón mutuo y fácil entre 
los miembros, y también para los de fuera, de modo que se vea que la 
comunidad es el núcleo de donde irradia el amor. Y, no es que Dios no 
quiera perdonarnos, es que no puede, porque somos incapaces de 
recibir amor, porque no tenemos sitio para el amor.
"Y no nos dejes ceder a la tentación, sino líbranos del Malo"
Aquí hay un peligro, que es la tentación: cualquiera, porque no 
lleva artículo. Hay un peligro para la comunidad, y se pide a Dios que 
no nos deje ceder a esa tentación y que nos libre del Malo. Para 
interpretar este verso hay que ver si Mateo ha hablado antes de 
"tentación". Y ha hablado una sola vez: cuando está Jesús en el 
desierto. De manera que la tentación genérica, cualquier tentación, 
está en relación con el desierto, donde se habla del "tentador". Según 
Mateo, Jesús pasa en el desierto cuarenta días y cuarenta noches sin 
comer, ayunando y, al final, siente hambre. Estos cuarenta días y 
noches hay que tomarlos como una cifra tradicional, como un 'período' 
de tiempo: como se dice de Moisés y Elías que habían estado ese 
tiempo en el desierto, lo que quiere decir Mateo, es que Jesús no es 
inferior a ellos; como Mateo tiene muy en cuenta el Antiguo 
Testamento, quiere dejar claro que la figura de Jesús no tiene nada 
que envidiar a la de Moisés y Elías. Bien, pues después, en ese 
extremo estado de ayuno, Jesús vence la tentación. Hay tres 
tentaciones, que son las mismas que se van a presentar luego a la 
comunidad cristiana. Por eso tenemos que comentar las tentaciones 
de Jesús al comentar el Padre nuestro.
Primera tentación de Jesús: se le acerca el 'tentador ', el 'Malo', y le 
dice: "Si eres hijo de Dios, haz que estas piedras se transformen en 
pan" . Y Jesús le contesta: "No sólo de pan vive el hombre, sino de 
cualquier palabra que sale de la boca de Dios" . Y dice "el hombre" ç, 
no Jesús, ni el Mesías, sino cualquier hombre. Las frases con que 
contesta Jesús están tomadas del Deuteronomio y se aplican a 
cualquier hombre. ¿Cuál es la propuesta del tentador?: que Jesús 
utilice sus cualidades, sus poderes, su excelencia, en beneficio propio, 
sin tener en cuenta el plan de Dios : por eso Jesús le responde con el 
plan de Dios: ¡cuidado! , que no se trata sólo de comer, hay un plan 
divino, el hombre no vive sólo de pan, sino de lo que Dios diga 
también: el hambre propia no es el único elemento a tener en cuenta, 
sino cuál es el designio de Dios en este momento.
De modo que la primera tentación es el ateísmo práctico, no tener 
en cuenta el plan de Dios sobre los hombres y sobre Jesús, sino 
satisfacer la necesidad propia, usando para propio beneficio las 
cualidades que se tienen. Pero, primero es el plan de Dios, y luego... 
ya veremos si conviene hacer eso o no. Y esa tentación, prescindir del 
plan de Dios o ateísmo práctico, puede venirle a la comunidad. Como 
está dotada de muchas cosas, porque tiene el Espíritu, las puede usar 
para su propio provecho y prestigio, y no para ponerlas al servicio de 
los demás.
Además, como en este episodio habla de 'panes', está en relación 
con la llamada 'multiplicación' y reparto de los panes: no se satisface el 
hombre con milagritos, usando esa cualidad para su propio provecho, 
sino compartiendo los panes, que es como viene la saciedad de todos 
y la abundancia. Esto está en la línea de la primera bienaventuranza: 
el compartir es el designio de Dios, no el usar los dones para el propio 
beneficio.
Segunda tentación de Jesús: En el evangelio de Mateo el diablo lo 
lleva al alero del templo y le dice: "Échate abajo, porque está escrito 
que los ángeles cuidarán de ti, te cogerán en volandas y tu pie no 
tropezará contra ninguna piedra". El alero del templo era sitio donde, 
según las fantasías del judaísmo del tiempo, se había de manifestar el 
Mesías. Ese desconocido que debía venir echaría desde allí su 
proclama al pueblo, pondría en marcha su milagrería para vencer a los 
paganos, haría el juicio, etc. De manera que, lo que se le propone a 
Jesús, es una manifestación mesiánica esplendorosa, aún más, 
asombrosa: porque dejarse caer en el patio del templo, delante de la 
gente, es digno de prestigio. Pero Jesús le dice: "No tentarás al 
Señor tu Dios" . ¿Qué tentación es ésta? Por un lado, la del prestigio, 
del relumbrón, de la apariencia (peligros de la comunidad cristiana); 
por otro, es la irresponsabilidad. "No pasa nada, Dios se encarga de 
las consecuencias". Y no se encarga. "Tú tírate abajo, que ya está 
escrito que los ángeles te llevarán en volandas". Pues esté escrito o 
no lo esté, eso no es verdad: eso es el providencialismo infantil. "Nada, 
nada, Dios lo arregla todo". Y no lo arregla. Porque nosotros somos los 
responsables de nuestras acciones, conducta y actividad como 
comunidad cristiana. El Señor está siempre con nosotros, pero no 
podemos hacernos irresponsables. "No, eso no cuenta; lo que cuenta 
es lo que Dios hace": no es verdad, cuentan las dos cosas; Dios no 
trabaja sin el hombre, y el hombre no construye sin Dios. Y esto es lo 
que el Señor dice en los cuatro evangelios: "Sin mí no pueden hacer 
nada" . Pero él no va a hacerlo: él ha hecho lo suyo y ahora nos toca a 
nosotros. Hay una canción que dice: "Dios no tiene brazos, pero 
nosotros le damos los nuestros; Dios no tiene pies, pero nosotros 
caminamos por él". Está la colaboración de Dios, su fuerza, su Espíritu, 
pero la responsabilidad es también nuestra. La comunidad no puede 
ser atea -como dice la primera tentación-, pero tampoco puede ser 
irresponsable, infantilmente providencialista y, mucho menos, 
relumbrona.
La tercera tentación de Jesús es la más grande. El diablo se lo lleva 
a un cerro altísimo y le muestra en un momento todos los reinos del 
mundo con su gloria. La gloria es el esplendor. La gloria significa todo: 
riqueza, poderío militar, económico, etc. Y ya no le llama 'hijo de Dios' , 
porque lo que le está proponiendo es que deje de serlo. Pero le dice: 
"Todo esto te daré, si me rindes homenaje" . Le dará todos los 
pueblos, será el emperador universal. Eso era lo que se pensaba 
entonces: el Mesías judío debía ser el emperador universal. Había 
varias concepciones del Mesías, pero la más común en tiempo de 
Jesús era que el Mesías sería el rey de Israel y, además, sometería, a 
todos los pueblos paganos, que serían sus súbditos. Y el diablo le 
dice: "Con eso tienes seguro el triunfo, el poder, el dinero, la gloria, el 
esplendor; todos irán detrás de ti. La gente lo que espera es eso: un 
Mesías poderoso, rico. De modo que te aseguro la eficacia del 
Reinado de Dios. Así todo el mundo lo aceptará, pero con una 
condición: que me rindas homenaje" . Y Jesús le contesta: "Vete, 
Satanás, porque está escrito: al Señor, tu Dios, rendirás homenaje y a 
él sólo prestarás servicio" . Con esto está diciendo que, intentar 
propagar el Reino de Dios por medio del dinero, del poder, del 
dominio, del prestigio, es servir a Satanás, no a Dios.
Eso se ve clarísimo aquí y es Satanás quien lo propone. El 
programa de Jesús es precisamente lo contrario, como lo ha 
expresado su bautismo, que está inmediatamente antes. El está 
dispuesto a dar la vida con tal de salvar a la Humanidad. Dar la vida: 
no apoderarse de la vida de los demás, sino dar la suya para ayudar al 
hombre a salir de su situación. Pero el diablo lo que dice es que nada 
de dar la vida, que lo que le corresponde es la gran gloria, el ser rey 
del mundo.
Aquí están las dos concepciones para la comunidad cristiana y para 
cada cristiano en particular. Y para la Iglesia actual. ¿Cómo 
pretendemos propagar el Reinado de Dios? ¿dando la vida por los 
demás? o ¿dominando con el dinero, el poder, el prestigio, etc?. Pues, 
ya sabemos la respuesta: la primera es la única que lleva al Reinado 
de Dios, la segunda lleva al de Satanás: y Satanás, en el evangelio, es 
el símbolo del poder. El poder es tentador, porque crea la ambición del 
poder y todo hombre se siente atraído por la ambición y el deseo de 
dominio. Todo lo que sea poder, ambición de poder, deseo de 
dominar, está en el campo de Satanás: y éste es el enemigo, el 
adversario del hombre y, por lo tanto, de Dios. Los evangelistas 
traducen ese antiguo lenguaje en el que Satanás (que aparece por 
primera vez en el libro de Job) es un nombre común, que significa el 
adversario en un juicio, el contrincante delante del juez: de ahí se 
traslada a esa 'entidad' que aparece en el libro de Job como un 
ministro que forma parte de la corte divina, que no se fía de los 
hombres y "arremete" contra ellos delante de Dios. Esa figura de 
Satanás deja más tarde de estar en la corte divina, y bajo el influjo de 
los persas -que tenían dos principios: el del bien y el del mal-, 
convierten a Satanás en el principio del mal, mientras que Dios es el 
principio del bien. Es otra concepción distinta. No se atreven los judíos 
a hacer lo de los persas, el poner a los dos principios al mismo nivel (el 
dios del bien y el dios del mal), y ponen a Satanás como subordinado, 
pero la concepción judía responde a eso.

Los evangelistas aceptan el símbolo, pero le cambian el sentido. 
Dicen: ¿Quién es verdadero y auténtico enemigo del hombre, el que lo 
destroza, le impide el desarrollo y crecimiento como hombre, el dominio 
del hombre sobre el hombre: éste es el Satanás: por eso es el 
TENTADOR. Los antiguos símbolos cambian de sentido.
Esta es la tentación para la comunidad cristiana. Por eso "líbranos 
del Malo": el "malo" es el poder. Y aquí, en este último binomio: "no nos 
dejes ceder a la tentación, sino líbranos del Malo" está contenida la 
última bienaventuranza: "dichosos los que viven perseguidos por su 
fidelidad, porque ésos tienen a Dios por Rey" . Aquí se trata del 
sistema: el malo son los sistemas del poder, que no pueden tolerar la 
existencia de una comunidad alternativa de este género, que está 
negando los valores fundamentales de una sociedad injusta. Y, 
entonces, viene la tentación porque, no sólo es la persecución abierta, 
sino también la seducción para que los cristianos pasen a adoptar otra 
vez los valores de la sociedad.
Y ahora, después del Padre nuestro, el Señor insiste sobre el 
perdón, por lo importante que es: "Pues si perdonan sus culpas a los 
demás, también su Padre del cielo les perdonará a ustedes. Pero, si 
no perdonan a los demás, tampoco su Padre perdonará sus culpas". 
Esto lo anuncia como hecho. La razón es la que hemos visto antes: el 
que no es capaz de amar, es incapaz de recibir amor. El Padre no 
puede darle su amor, porque está cerrado a él.
OJO FALTA

15. NO SEAN COMO LOS HIPOCRITAS

"Cuando ayunen..."
Ya hemos visto el Padre nuestro, que es una sección del Sermón de 
la Montaña, donde Mateo habla de las tres obras del fariseísmo: 
limosna, oración y ayuno. Ya vimos la limosna y la oración -donde está 
incluido el Padre nuestro- y siempre estamos en lo mismo: "No hagan 
como los hipócritas que lo que buscan con la fama de santidad es 
tener prestigio y dominio sobre el pueblo".
Ahora nos queda el ayuno. Mateo es el único evangelista que 
habla del ayuno, porque se enfrenta al ambiente fariseo. Pero el punto 
de vista de Mateo es el amor . La limosna no se da por exhibicionismo, 
sino por amor a la persona necesitada: por eso es en secreto. La 
oración -como ya hemos visto- significa petición y se hace a Dios por 
amor. El mismo Padre nuestro es una expresión de amor a la 
Humanidad entera (las tres primeras peticiones) y a la comunidad 
(para que esté a la altura que le corresponde). Y, por último, el ayuno, 
que también puede ser una expresión de amor. Aquí no se trata del 
ayuno que pudiéramos llamar higiénico: el que se hace para tener la 
cabeza despejada o para adelgazar. Se trata de un ayuno que tiene 
alguna relación con el prójimo. En este caso el ayuno es expresión de 
tristeza, que significa solidaridad con un dolor o con una muerte, 
porque ayunar en este sentido, es acercarse a la muerte. Como el 
alimento es el factor indispensable para la vida, la renuncia al mismo 
significa que renunciamos, de algún modo, a esa vida y nos acercamos 
a la muerte. Por eso, cuando hay un dolor grande, una desgracia 
grande, por solidaridad y amor a esas personas, expresamos nuestro 
dolor ayunando, como podemos hacerlo llorando: "yo me hago 
solidario con ese dolor de muerte, renunciando un poco a lo que a mí 
me da la vida": ese sentido tiene. Pero no se trata de exhibicionismo, 
sino de demostración íntima de amor, que la ve el Padre, porque todo 
lo que sea amor que sentimos en el corazón, y que es el que nos lleva 
a actuar de determinada manera, viene de él, ya que el Padre es 
amor. Leyéndolo así se entiende este pasaje del ayuno.
"Cuando ayunen..." No dice que hay que ayunar. Si uno quiere 
ayunar... Cuando ayunen. Por supuesto, excluye todo ayuno 
obligatorio: es algo puramente voluntario.
"...no se pongan cariacontecidos, como los hipócritas, que se afean 
la cara para ostentar ante la gente que ayunan"
De hecho, cuando estaban de ayuno, no se afeitaban, ni se 
peinaban, ni se lavaban; iban desastrados para que la gente notara 
que estaban ayunando.
"Ya han recibido su recompensa, se lo aseguro"
¿Qué buscaban? ¿la gloria de la opinión de la gente?: pues ya la 
tienen.
"Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la 
cara, para no ostentar tu ayuno ante la gente, sino ante tu Padre que 
está en lo escondido, y tu Padre, que ve lo escondido, te 
recompensará" 
La recompensa es siempre en Mateo la comunicación con Dios. 
Dios se comunica. El que eso hace en secreto (pues exteriormente 
está más contento que nunca) por amor a alguien, inmediatamente 
consigue una mayor comunicación divina, ya que está en sintonía con 
el Señor. Esta es la recompensa.
Con esto acabamos la sección de las tres obras de piedad, en la 
que Jesús fustiga violentamente la hipocresía farisea. Naturalmente, 
entre los fariseos había de todo: gente mejor y gente peor, pero como 
tenían como dominador común la fidelidad a la Ley, poniéndola por 
encima del hombre, aunque hubiera gente buena, supeditaban el 
hombre a la Ley, y con esto tenían una escala de valores inversa. Pero 
para Jesús el hombre está por encima de todo, es el valor supremo, no 
hay ley que se ponga por encima, ni se puede hacer daño a nadie en 
nombre de ley alguna.
Este legalismo es lo que los evangelios destacan de los fariseos. 
Eso pasa también hoy, que hay gente muy buena, pero si se examina 
el fondo y se les pregunta "¿qué es lo que más vale: la ley o el 
hombre?", dirán que la ley. Lo que ocurre es que ese caso extremo se 
presenta raramente pero, en última instancia, ellos estarían a favor de 
la ley. Eso se nota mucho cuando hay jerarquía: suelen sacrificar al 
hombre para salvar la ley. Eso es lo ordinario. Porque la ley es la que 
les da seguridad, la que permite mantener el orden: que un individuo 
se fastidie es menos grave que el que se venga abajo el orden que yo 
mantengo. Y aquí está la gran revolución del Evangelio: que el hombre 
es un valor tan supremo que no hay nada que se le pueda poner por 
encima. Pero es un principio que no lo aguanta ninguna sociedad: es 
sólo posible dentro de la sociedad nueva, del Reino de Dios, del grupo 
cristiano.

16 - LA PELUSA EN EL OJO AJENO

Como ya vimos la última parte del capítulo 6 (vv. 19-34), al hablar 
de la primera bienaventuranza, pasamos ahora a lo que nos queda del 
Sermón de la Montaña. Son avisos a la comunidad cristiana. El Sermón 
está dirigido, en primer lugar, a los discípulos, a los que han hecho la 
opción por Jesús.
"No juzguen y no serán juzgados, porque les van a juzgar como 
juzguen ustedes y, la medida que usen, la usarán con ustedes" (7,1)
Tenemos siempre la cuestión del amor. "Juzgar" se refiere a un 
juicio condenatorio: condenar a otra persona, de tal forma que puedas 
llegar a interrumpir la comunicación con ella. Aquí dice que Dios se 
porta con nosotros como nosotros nos portamos con los demás. "No 
juzguen y no les juzgarán" : si ustedes aceptan a la gente, Dios les 
acepta a ustedes . "Y la medida que usen la usarán con ustedes": la 
misma. ¿Qué quiere decir eso?: que nosotros podemos recibir el amor 
del Padre en la medida en que nosotros demos amor a los demás: si 
nosotros nos cerramos al amor, no podemos recibir el amor del Padre: 
y cerrarnos al amor es condenar a una persona, juzgarla de esa 
manera severa, como hacían los fariseos, que decían "éste es un 
impuro, un descreído, uno que no cumple la Ley, que no tiene religión 
y con él no se puede tener contacto". Pues esto se dice a la 
comunidad cristiana. Puede haber actitudes dentro de ella que sean 
parecidas a las de los fariseos. Y sabemos la tendencia que tenemos a 
juzgar y condenar a los demás: es cosa, desgraciadamente, muy 
espontánea eso de criticar por dentro. Se manifestará o no luego, pero 
creo que todos podemos confesarnos del juicio espontáneo negativo. 
Si eso se lleva a la práctica, interrumpe la relación con el otro y, 
entonces, mala cosa: el Señor comenzará también a distinguir en ti y 
no te aceptará como eres, ya que tienes también muchos lados 
negativos. Y no es que Dios se proponga hacer eso, sino que el que 
se cierra al amor con los demás, no puede, no tiene capacidad para 
recibir amor. La 'cantidad' de amor que debemos recibir está en 
función de la que demos. "La medida que usen la usarán con ustedes" 
. Por eso, aunque sea una tendencia muy común, que llevamos dentro 
como un lastre, hay que irla desechando: no juzguemos 
negativamente.
"¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no 
reparas en la viga que tienes en el tuyo? o ¿cómo vas a decirle a tu 
hermano 'deja que te saque la mota del ojo' con esa viga en el tuyo? 
Hipócrita, sácate primero la viga de tu ojo; entonces verás claro y 
podrás sacar la mota del ojo de tu hermano"
La "viga" es la falta de amor. Ese es el gran defecto: cuando uno 
tiene esa perspectiva maldita para ver lo que son los demás, esa 
intuición malvada, esa mala actitud, que supone una total falta de 
amor. Porque la lucidez esa no va más que al acto mismo o a lo que a 
mí me choca en el acto de otra persona, sin considerar las 
circunstancias, el temperamento, la ocasión, tantas cosas que hacen 
cambiar la naturaleza, incluso, del acto mismo. Esta falta de amor es la 
viga en tu ojo y por ella tú no puedes ver las cosas como son, ya que 
el verdadero conocimiento se tiene a través del amor, no sólo a través 
de la cabeza. El que no ama no conoce: no conocemos a una persona 
si no la amamos. Cuando la queremos, entonces empezamos a 
conocerla de verdad. Hay que guardarse de esto: la viga en el ojo es 
la falta de amor. Y tú, que no tienes amor y no ves las cosas como son, 
¿cómo te atreves a reprochar un defecto a otra persona?: el defecto 
grande lo tienes tú, el defecto mortal de no tener amor. Y pone la 
palabra "hipócrita" en paralelo con los fariseos: de modo que hay 
peligro también de fariseísmo en la comunidad cristiana, de los que se 
creen buenos y van a corregir a los malos. No se puede corregir a 
alguien poniéndose uno en el papel de bueno: eso es muestra de 
superioridad y falta de amor, porque el amor iguala. Lo que hay que 
hacer es tener un amor mayor, porque sólo a través del amor podemos 
hacer juicios.
El segundo peligro de la comunidad cristiana es el juicio implacable 
estilo fariseo. Y ¿cómo podemos nosotros sabernos buenos mientras 
los demás son malos?: no hay más que un criterio, el de la Ley; 
cuando hay una norma clara, se juzga todo con la regla en la mano 
-sea la de Moisés, sean las de ahora-, basta con un texto que sea 
norma de moralidad, bondad y maldad: todo está clarísimo. Y, si es un 
texto al que le damos valor divino, como los fariseos, que tenían claro 
quién era bueno y malo, pues la ley estaba dada por Dios para que la 
cumplamos: como yo la cumplo, soy bueno, y el que no, es malo. Ya 
está dividida la Humanidad en dos partes: en cuanto hay ley, se acabó 
la solidaridad humana. Por eso, Jesús lo primero que dice es "fuera la 
ley, las normas de moralidad, bondad y maldad; hay bondad y maldad, 
pero están dentro y se ven por las obras, no por atenerse a normas: el 
que muestra amor y obras de amor, no hay más". Por eso, aquí, al 
decir "hipócritas" -aludiendo a los fariseos- quiere expresar que 
también dentro de la comunidad puede haber esas fidelidades a 
códigos, a leyes, a reglamentos con los que uno se siente tan seguro, 
puesto que es observante. Y de la observancia, en sí misma, no dice 
nada Jesús: lo que hay que hacer es practicar el amor. Y la práctica 
del amor muchas veces tiene que saltarse la ley, porque las leyes 
pueden ser, y son a menudo, un impedimento para la verdadera 
práctica del amor.
"No den lo sagrado a los perros, ni les echen sus perlas a los 
cerdos, no sea que las pisoteen y, además, se vuelvan y los destrocen 
a ustedes"
Los perros y los cerdos eran animales impuros. Este perro no tiene 
nada que ver con el perro nuestro doméstico: era un animal 
vagabundo, que comía carroña; y el cerdo ya sabemos que, en la 
cultura judía, era el animal impuro por antonomasia. Y dice: "no den lo 
sagrado a los perros" : esto es un aviso de cautela. El cristiano vive el 
mensaje de Jesús, experimenta el amor del Padre y quiere eso para la 
Humanidad entera. Naturalmente, él no excluye de su amor a nadie, 
pero tiene que ser prudente: debe saber que no todo se puede decir a 
todo el mundo. "Lo sagrado" es lo de Dios. "Sus perlas" es lo mismo, 
pero desde el punto de vista nuestro. Lo sagrado es lo que pertenece 
a Dios y nuestras perlas son nuestro tesoro. Perlas indica el gran 
valor: la experiencia de Dios, del Espíritu, el nuevo amor, la nueva 
entrega : y eso no se puede echar a los animales impuros. En Mateo 
está el corazón limpio o puro, y el impuro. El corazón limpio, el de las 
Bienaventuranzas, es el que no tiene segunda intención contra nadie 
y actúa completamente abierto: nunca habrá que temerle zancadilla ni 
mala jugada; es la persona perfectamente coherente con su interior, la 
transparente que, como no tiene mala intención, no busca su propio 
interés. En cambio, los que tienen el corazón impuro actúan con mala 
intención; los que causan males a los demás por buscar su propio 
interés, provocan injusticias, hacen daño. Porque ya la pureza no está 
en observar la Ley, en tocar lo prohibido: está dentro del corazón. 
Estar limpio o sucio -tener acceso a Dios o no tenerlo- es algo que 
está dentro del corazón. Si el hombre está abierto a su prójimo, no 
busca intereses bastardos, está en sintonía con Dios: y el que los 
busca, no está.
Esas personas, que están positivamente en actitud contraria al 
mensaje de Jesús, que no pueden tolerar el mensaje -porque toca 
intereses suyos-, los que no pueden aguantar una propuesta como la 
del Evangelio, a ésos no hay por qué proponérselo. No hay que decir: 
"yo digo a todo el mundo lo que pienso": pues, no señor, no hay por 
qué. La comunidad cristiana está dispuesta a aceptar la persecución 
por su modo de vida, que provocará una molestia mayor o menor 
dentro de la sociedad (cosa que puede llegar a la persecución violenta 
o, al menos, a ser una cuña); pero lo que no tiene que hacer es 
provocar eso por imprudencia, ni intentar convencer a gente que se 
sabe que está en actitud completamente contraria y de modo 
consciente. Hay otro dicho en el evangelio de Mateo, que dice: "Sean 
cautos como serpientes e ingenuos como palomas" : se decía que la 
serpiente, cuando la apaleaban, escondía la cabeza (la parte más 
vital) y por eso tenía fama de prudente. Es decir, no hay que provocar 
situaciones extremas. "No den lo sagrado a los perros, ni echen sus 
perlas a los cerdos, no sea que las pisoteen y, además se vuelvan y 
les destrocen a ustedes" . Primero, que no van a apreciar nada: lo que 
para ustedes es un valor supremo, para ellos es despreciable. No se 
puede proponer el mensaje para que se rían: tiene que ser a gente 
que tenga cierta disposición a recibirlo, pero no a los que van a 
despreciarlo. Es demasiado sagrado y valioso para eso. Además, es 
que, como eso "toca a lo vivo", puede ser que se vuelvan contra 
ustedes y los destrocen. No hay por qué provocar la persecución.

17. CONFIANZA EN LA ORACION

Otro aviso a la comunidad: la confianza en la oración.
"Pidan y se les dará, busquen y encontrarán, llamen y les abrirán; 
porque todo el que pide recibe, el que busca encuentra y al que llama 
le abren" (7,7s)
Esto es la absoluta confianza. Esta es la oración de petición, que es 
de la que trata el Evangelio. De manera que, por parte del Padre, está 
claro que está dispuesto a dar todo lo que le pidamos. Y ésta es la 
confianza que hemos de tener cuando pedimos algo.
"O es que, si a uno de ustedes le pide su hijo pan ¿le va a ofrecer 
una piedra? O, si le pide un pescado, ¿le va a ofrecer una serpiente? 
Pues si ustedes, aunque sean malos, saben dar cosas buenas a sus 
hijos ¡cuánto más su Padre del cielo se las dará a los que se las 
piden!"
Aquí tenemos la frase "Padre del Cielo" , que es la del Padre 
nuestro. Se refiere a los que tienen experiencia de que Dios es su 
Padre, de que son hijos de Dios. ¿Quiénes?: "...Los que trabajan por 
la paz, porque a ésos los va a llamar Dios hijos suyos" . Estamos 
siempre en el contexto de los que tienen experiencia de la paternidad 
de Dios: la comunidad comprometida, y es la que puede tener una 
confianza total en que el Padre está de su parte. Porque, si nosotros 
más o menos malos -al lado del Padre del cielo todos estamos por 
debajo del nivel- sabemos dar cosas buenas a nuestros hijos, cuánto 
más nuestro Padre del cielo dará lo que se le pide. Estamos, por tanto, 
en un ambiente de misión. Eso pasa también en el evangelio de Juan, 
donde en el Sermón de la Cena, insiste mucho en "pidan lo que 
quieran, que se les dará" , pero siempre en el ambiente de misión, 
cuando queremos las cosas para hacer el bien en la difusión del 
Reino. Como el Señor y el Padre son miembros de la comunidad, y lo 
característico de la comunidad es compartir, ellos comparten su 
potencia.
La cuestión es hasta qué punto nosotros tenemos confianza y hasta 
qué punto eso sirve para propagar el Reinado de Dios. Pero no 
tengamos empacho en pedir. Aquí hay que evitar dos extremos: el del 
milagrismo y el del escepticismo. No hay que ser milagristas, 
esperando que Dios lo arregle todo; pero tampoco completamente 
escépticos, porque el Señor ayuda cuando se pide con una necesidad 
real, en bien de la gente. Y lo que tenemos que tener siempre 
presente, los que trabajamos en actividades cristianas, es que nunca 
estamos solos: nuestro trabajo se hace en equipo, el Señor y nosotros. 
El, siempre colaborando, no sustituyendo; no toma nuestro lugar, pues 
el Señor no anula a nadie. Pero, como miembro de nuestra comunidad 
y compañero de vida, trabaja con nosotros y, aunque no podemos 
medir lo que es suyo y nuestro, evidentemente hay un tino, un acierto, 
hay algo nuevo que nos indica que estamos colaborando con él. Eso 
es algo de lo que deberíamos ir tomando cada vez más conciencia, a 
cualquier nivel: lo mismo en la enseñanza, en la comunidad de base, 
en el compromiso social, en el estudio, en todo. Cuando estamos 
trabajando por la Humanidad, siempre el Señor está con nosotros 
ayudando: es una ayuda discreta, pero real, y la iremos notando si 
tomamos conciencia de ello.
"En resumen: todo lo que querrían que hicieran los demás por 
ustedes, Háganlo ustedes por ellos, porque eso significan la Ley y los 
Profetas"
Esta es una regla general que engloba todo lo que ha dicho hasta 
ahora. Ha considerado el Antiguo Testamento como profecía, en aquel 
pasaje que ya vimos de "no piensen que he venido a echar abajo la 
Ley y los Profetas" : aquella profecía magnífica del Reinado de Dios se 
cumplirá. Aquí la considera como código moral y la resume en esta 
frase sola. Si estrujamos el contenido moral del Antiguo Testamento, lo 
que sale es eso: todo lo que querrían que hicieran los demás con 
ustedes, háganlo ustedes con ellos. Y esta regla no es lo mismo que la 
regla negativa que se proponía en el judaísmo, que decía : "No hagas 
con los demás lo que no quisieras que hicieran contigo". Esta es la 
regla de la convivencia: ¿qué es lo que no me gusta, que me pinchen 
los llantas?: pues yo no pincho llantas. Jesús le da la vuelta por 
completo (a esto le llaman los ingleses "la regla de oro"). La actitud es 
totalmente diferente, que es la iniciativa del hombre. No estamos 
viendo a qué estamos obligados según la Ley, sino que todo lo que 
desearíamos que hicieran con nosotros, tenemos que hacerlo con los 
demás. Y así son enormes las posibilidades de hacer el bien: es la 
iniciativa contínua. No es que yo lo hago, si me lo hacen a mí, sino que 
es completamente desinteresado: en el caso en que se encuentra esa 
persona ¿qué me gustaría que me hicieran?: pues eso es lo que yo 
tengo que hacer. Una persona desconsolada, enferma, desvalida, con 
hambre, sin vivienda, etc.: qué desearía yo que hicieran si me 
encontrara en ese caso. O sea, ponerse en el lugar del otro.
Jesús dice que esto significan la Ley y los Profetas. Es decir, él no 
viene a proponer una moral muerta, viene a dar un Espíritu y, con ese 
Espíritu, esto va a ser posible. De hecho, la regla que saca el Antiguo 
Testamento es "Amarás a tu prójimo como a ti mismo" , pero el Señor 
le da una vuelta de rosca más, porque esto es una igualdad en la que 
no sacrifico nada de lo mío por el otro: el otro como yo, pero no 
renuncio a lo mío por él. El Señor le da una vuelta de tornillo más y 
dice: "no depende de lo que tú tengas, sino de lo que tú querrías: 
¿qué es lo que te gustaría que hicieran contigo?: eso es lo que tú has 
de hacer, lo hagan o no lo hagan". Esto saca de todo egoísmo 
individual y pone al servicio de todos. Pero esto es posible con el 
Espíritu, es entrega, es una entrega con el Espíritu.


18 - LOS PELIGROS DE LA COMUNIDAD

Termina esta pequeña sección, vienen ahora unos avisos de 
peligros para la comunidad.
"Entren por la puerta angosta; porque ancha es la puerta y amplia 
la calle que llevan a la perdición y muchos entran por ellas. ¡ Qué 
angosta es la puerta y qué estrecho el callejón que llevan a la vida! Y 
pocos dan con ellos" (7,13s)
Aquí está hablando de una ciudad, que tiene una gran puerta que 
da a la avenida principal, y por allí entra toda la población. Pero en la 
muralla de la ciudad hay una puerta pequeñita, que no dice Jesús que 
sea difícil entrar por ella, nada difícil, lo que pasa es que nadie se da 
cuenta de que está ahí. Hay que salirse de la masa que va hacia la 
puerta principal para entrar por esa puertecilla que lleva a un callejón. 
Pero por ahí está la vida . "Pocos dan con ella" . O sea, aquí uno no 
puede dejarse llevar: para ser cristiano se necesita una opción 
personal y salirse de la corriente. La puerta está ahí, pero ni se dan 
cuenta; aunque es pequeñita, por ahí se va a la vida, y no hay 
dificultad.
En Lucas hay otra comparación que dice: "Forcejeen para abrirse 
paso por la puerta estrecha, porque les digo que muchos intentarán 
entrar y no podrán" . Allí es difícil, pero estamos en Mateo y aquí no 
hay dificultad; lo que pasa es que todo el mundo va tan encandilado 
con la gran manifestación que todos se dirigen hacia la puerta 
principal; y hay que salirse de la manifestación y buscar el callejón. 
Vemos una vez más la personalización que hay en el Evangelio: cómo 
Jesús siempre apela a la decisión y a la responsabilidad de la persona. 
La masa no es el Evangelio, pues éste necesita una opción personal 
que nos saca de la masa.
"¡Cuidado con los profetas falsos, ésos que se les acercan con piel 
de oveja, pero por dentro son lobos rapaces: por sus frutos los 
conocerán; a ver, ¿se cosechan uvas de las zarzas o higos de los 
cardos?
El profeta falso es uno que se presenta hablando en nombre de 
Dios, que propone doctrinas que son de Dios, pero esas doctrinas son 
falsas: se presentan con una apariencia suave, con palabras dulces, 
se acercan con piel de oveja; pero por dentro son lobos rapaces, van 
al grano, a lo suyo, a pesar de todas sus palabras. Aquí hay dos 
concepciones del actuar de las personas. Dice Jesús: "¿Se cosechan 
uvas de las zarzas o higos de los cardos?
"Así, los árboles sanos dan frutos buenos; los árboles dañados dan 
frutos malos"
Para los fariseos, las obras, el actuar, formaban la actitud del 
hombre. Jesús dice que no: las obras, el actuar no son más que el 
reflejo de la actitud interior; la actitud existe, y nuestras obras son el 
reflejo, la consecuencia, el efecto, la concreción de esa actitud. Por 
eso, un árbol que está dañado no puede dar más que frutos malos, y 
un árbol que está sano dar frutos buenos. Quiera o no quiera, porque 
no sale otra cosa. Y por eso un espino no da higos, ni una zarza uvas, 
porque no les sale de dentro, porque están hechos para otra cosa.
"Un árbol sano no puede dar frutos malos, ni un árbol dañado dar 
frutos buenos, y todo árbol que no da fruto bueno se corta y se echa al 
fuego. Total, que por sus frutos los conocerán"
Esto del árbol, que se corta y se echa al fuego, lo había ya dicho 
Juan el Bautista en el Evangelio de Mateo, cuando dice: "El hacha está 
ya tocando la base de los árboles, y todo árbol que no da buen fruto 
será cortado y echado al fuego". ¿Qué significa esto del Bautista? El 
hablaba contra los fariseos y significaba 'los que no aceptaban la 
enmienda que proponía, es decir, los que no renunciaban a la 
injusticia'. Los fariseos, que eran los religiosos observantes, en el 
fondo no renunciaban a la injusticia: su vida era una injusticia, 
dominando al pueblo. Y Jesús avisa de que se puede presentar gente 
de la misma calaña en la comunidad, gente que no ha aceptado el 
mensaje, aunque venga con muchas protestas de ortodoxia y 
afirmando que dicen lo que Dios quiere. A pesar de sus buenas 
palabras, esa gente es destructora, porque no ha aceptado las 
Bienaventuranzas: buscan el dinero, son sucios de corazón, no se 
preocupan por el bien de los demás, no prestan ayuda, van a su 
interés: por fuera son pura ortodoxia: falsos profetas.
Y añade: "Por sus frutos los conocerán" . ¿Qué producen?. Aquí 
podemos ir un poco más al fondo. El hecho de que, lo que una 
persona produce no sea más que el reflejo de lo que lleva dentro, 
quiere decir que, si una persona -hable como hable, se inspire en lo 
que se inspire- lo que produce es tristeza, escrúpulos, miedo, 
inseguridad, desencanto, etc., esto, por mucho que lo adorne, no 
puede ser de Dios. Vemos que está hablando de "fruto": lo mismo que 
antes decía que un padre le da a su hijo pan y otro le da pescado -que 
producen vida en la persona-, aquí también se trata de "frutos", de 
algo que produce vida: de modo que el individuo que, con su 
presencia, no produce vida es un falso profeta. El que ahoga la vida, la 
impide, crea malestar, lleva a todo lo contrario de la libertad, la vida, la 
alegría o el amor, con sus palabras o hechos, ése no es de Dios, por 
muy profeta y observante que se presente. Porque lo que hace no es 
más que reflejo de lo que lleva dentro. Aquí un matiz de apreciación 
subjetiva: la impresión que causa una persona en un ambiente: si esa 
impresión lleva a mayor alegría, libertad, amor, etc., eso es de Dios; lo 
contrario, no. Porque Dios es el que da la vida, y lo que se oponga a la 
vida, no puede ser del Padre.
"No basta decirme ¡Señor, Señor!, para entrar en el Reino de Dios; 
no, hay que poner por obra el designio de mi Padre del cielo"
O sea, la piedad no basta; no es que sea mala. Hay que poner por 
obra el designio de Dios. ¿Cuál?: lo ha dicho en el Padre nuestro: 
"realícese en la tierra tu designio del cielo" : la extensión del Reino de 
Dios en la Humanidad: el trabajo por la paz, la felicidad del hombre. No 
bastan palabras devotas, sino una actividad real para hacer el bien al 
hombre. No basta la piedad para formar parte de la comunidad, pues 
esa piedad puede ser verdadera o falsa. Las experiencias interiores de 
consuelo, alegría, comunicación con Dios, perdón, etc., pueden ser 
verdaderas o ilusorias. ¿Cuándo sabemos que son verdaderas?: 
cuando se traducen en conducta de amor al hombre. Hay gente de 
mucha oración y devotísima, pero si eso no se traduce en una entrega 
y acción, no vale nada. No basta decir ¡Señor, Señor!
"Aquel día muchos me dirán: ¡Señor, Señor, si hemos profetizado en 
tu nombre, y echado demonios en tu nombre y hecho muchos 
prodigios en tu nombre! Y, entonces, yo les declararé: nunca les he 
conocido. ¡Lejos de mí los que practican la iniquidad! "
Es lo mismo de antes: el que hace muchas cosas extraordinarias, 
pero no las hace por amor a los demás, sino por interés suyo. Dice 
Jesús "nunca les he conocido" : no tengo nada que ver con ustedes, a 
pesar de su apariencia cristiana; eso no sirve porque no iba movido 
por el amor, no estaba en la dirección del designio de Dios.
Siempre volvemos al fondo del corazón: se pretende la limpieza del 
corazón, que se manifiesta en una actividad completamente 
transparente en favor de los demás; si no, Jesús lo rechaza por 
viciado.
"En resumen: todo aquel que escucha estas palabras mías y las 
pone por obra se parece al hombre sensato que edificó su casa sobre 
roca"
La casa representa al hombre mismo: uno construye su vida sobre 
roca, inamovible. Aquí aparece el éxito o fracaso individual del 
cristiano: fundar sobre roca. Después vendrá la Iglesia, que estará 
fundada sobre la roca, que es la fe en Jesús, la adhesión a él. Esto es 
el éxito o fracaso del individuo, de la vida individual, y lo otro será el 
éxito de la comunidad cristiana: por eso están en paralelo.
"Cayó la lluvia, vino la riada, soplaron los vientos y arremetieron 
contra la casa, pero no se hundió, porque estaba cimentada en la 
roca"
Alude con esto a las persecuciones y dificultades.
"Y todo aquel que escucha estas palabras mías..."
Todos las escuchan, unos y otros; pero la diferencia está, no en 
escuchar o no escuchar, sino en llevar a la práctica o no llevarlas, 
cumplir las Bienaventuranzas o no cumplirlas.
"...y no las pone por obra, se parece al necio que edificó su casa 
sobre arena: cayó la lluvia, vino la riada, soplaron los vientos, 
embistieron contra la casa y se hundió. ¡Y qué hundimiento tan 
grande!"
La ruina del hombre. Porque no basta decir ¡Señor, Señor!. Jesús 
no quiere admiradores, sino seguidores . El que le sigue es el que 
construye sobre roca, y eso no lo tumba nadie. El que sólo escucha y 
admira es un necio que, en cuanto llega la dificultad, se viene abajo.
"Al terminar Jesús este discurso, las multitudes estaban 
impresionadas de su enseñanza, porque les enseñaba con autoridad, 
no como sus letrados. Y, al bajar del monte, lo siguieron grandes 
multitudes de gente"

19. CONCLUSION: 
COLOQUIO SOBRE EL SERMON DEL MONTE

Cuando la tentación de los panes, parece que Jesús está pasando 
hambre de verdad.
Eso es metafórico y sólo aparece en Lucas: es hambre de 
entregarse; por eso el pan que le ofrece el Malo no le sirve, el suyo sí 
que le sirve.

¿Podemos esperar que el Reino de Dios llegue a su plenitud al fin 
de los tiempos, por intervención divina o, simplemente, por evolución? 

En los evangelios no se anuncia ninguna intervención divina 
milagrosa o espectacular. La historia la va haciendo el hombre, con el 
Espíritu de Dios. El hombre ha sido hecho dueño de su vida, y la 
comunidad cristiana dueña de su vida y actividad. No es el Señor el 
que está diciendo continuamente lo que tenemos que hacer, sino que 
colabora con nosotros. La cosa es tan nuestra como suya. Es una 
evolución, como el mismo Señor nos lo dice en la parábola del grano 
de mostaza o en la de la levadura. Las parábolas son de desarrollo, 
algo progresivo. Que eso llegue a la Humanidad entera yo creo que no 
depende de Dios, sino de nosotros y, no sólo de nosotros, sino de la 
libertad humana, pues si los hombres no aceptan...No creo que se 
pueda pensar en un estado definitivo y perfecto en este mundo, 
porque la libertad del hombre siempre puede decir que no. Por tanto, 
sería ilusorio que algún día toda la Humanidad esté entregada a este 
ideal. Nadie nos garantiza que alguno no diga que no. Una plenitud 
total, una sociedad completa- mente nueva en este mundo no parece 
factible. Al menos, los evangelios no hablan de eso, sino de que este 
Reinado de Dios, que se va realizando aquí, pasa a través de la 
muerte y va teniendo su estado definitivo más allá.

¿Hay algún fundamento escriturístico que apoye el milenarismo?
Eso está tomado de Apocalipsis, pero es un libro puramente 
simbólico y no se puede hacer una lectura histórica de ello. Por 
ejemplo, los evangelios, que son narraciones en las que hay un 
segundo sentido teológico, nunca hablan de eso. Por eso, Dionisio de 
Alejandría, en el s. III, excluyó el Apocalipsis del canon de los libros 
inspirados. Ante el milenarismo, Dionisio dijo que no podía ser el 
Apocalipsis un libro verdadero, y lo excluyó, como ha estado excluido 
en el Oriente hasta el s. IX. El Apocalipsis es un libro muy bueno, pero 
simbólico, por lo que hay que interpretarlo todo.

¿Cómo habría que interpretar el pecado en los Evangelios?: porque 
siempre se nos ha dicho que el pecado es una transgresión de las 
leyes de los Diez Mandamientos.
Se pueden dar varias formulaciones de lo que es el pecado. Una de 
ella es "la injusticia". Cuando habla el Bautista de su bautismo "en 
señal de enmienda, para obtener el perdón de los pecados", eso es la 
injusticia. Pero hay otra formulación más profunda, que es la de Juan. 
Para él el proyecto de Dios es que el hombre tenga la plenitud de vida. 
Por lo tanto, el pecado es "suprimir la vida" en cualquier momento, en 
sí mismo, en los demás. Y, como vida significa libertad y amor, como 
base, todo lo que sea suprimir eso -o hacer el contra-amor, el odio, la 
opresión- eso es pecado. Esta es la formulación más profunda que yo 
he encontrado en el Nuevo Testamento. Y "pecado" quiere decir que 
eso va contra el plan de Dios, que contradice lo que Dios quiere. Y 
también, hacia los demás: toda opresión, toda injusticia. Dice Jesús: 
"...el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo" : no hay más 
que un pecado: es esa actitud a reprimir o suprimir la vida: y de esa 
actitud interior nacen los actos concretos, que se llaman los pecados. 
Los pecados ya no son actitud. La actitud es el pecado, y desde esa 
actitud, en cada circunstancia particular, irán saliendo injusticias 
concretas males y daños concretos. Y vida es amor, libertad, 
solidaridad. Pecado es suprimir eso.
Por el contrario, enfrente de ese pecado está el amor: el 
mandamiento de Jesús, que es el Espíritu. El quita el pecado del 
mundo dando el Espíritu, que es libertad y amor. Actitud opuesta a la 
del pecado: suprimir vida - comunicar vida. Y, de ese amor, que es el 
mandamiento, salen los mandamientos de Jesús: ¿cuáles?: nunca los 
nombra, claro! Esa actitud irá actuando ante las exigencias concretas 
de la realidad, y esa exigencia de la realidad se convierte, para el que 
ama, es un mandamiento.

¿Se puede hablar de "adultez cristiana" en aquellas personas que 
voluntariamente entran en una comunidad religiosa y se someten a un 
código duro de conducta, anulando a veces su propia libertad? ¿Y se 
puede decir "no hago esto", aunque esté en el reglamento?
Pregunta importante. Ha habido una interpretación un poco 
peculiar en esto de la obediencia, religiosa o eclesiástica. Jesús nunca 
habla de obediencia: esa palabra no aparece en ninguno de los cuatro 
evangelios. Aparece el verbo "obedecer", pero referido a un demonio, 
al mar, a la higuera, nunca a los hombres. No entra en el vocabulario 
de Jesús, como es natural, porque él viene a proponer una sociedad 
de iguales, y no puede haber uno que mande más que otro.
La vida monástica, de la que deriva la vida religiosa, no es 
propiamente cristiana: es anterior al cristianismo; existía en la India, 
entre los judíos y en otras partes. Y entonces "se bautiza" esa vida de 
algún modo, y se toman categorías que no son específicamente 
cristianas, entre ellas eso de la sumisión a un superior. Recordemos 
que Jesús dice a sus discípulos "Les conviene que yo me vaya" , 
precisamente por eso; o sea, 'mientras esté yo aquí, ustedes nunca 
actuarán con su propia responsabilidad, porque mi presencia física es 
demasiado; les conviene que yo me vaya, porque entonces actuarán 
por el Espíritu que les voy a dar, y eso es de ustedes; su adultez exige 
que yo me vaya'.
Pero dentro de la órdenes religiosas eso se ha interpretado de 
diferentes maneras. Por ejemplo, un autor jesuita italiano, Gallardi, del 
s. XVI, escribió: "para el profeso no existen las reglas": no está sujeto a 
ninguna regla. Este autor, que es un espiritual muy conocido en la 
Compañía de Jesús, había comprendido que quizá, en la época de la 
formación, era necesario, pero que, cuando el hombre llega a su 
adultez- que sería la profesión religiosa- tiene que actuar por su 
espíritu interior. De manera que, aun dentro de una orden tan estricta 
como es la Compañía (San Ignacio se convirtió en "doctor de la 
obediencia") se entendía esto así. Hoy la cosa cambia. Muchas de 
esas órdenes se han fundado en una época en la que la jerarquización 
social era un fenómeno tan introducido en cada uno de los individuos, 
que se pensaba en esas categorías y no se podía pensar en otras. 
Por ejemplo, San Benito nace en una época de una anarquía total en 
Europa, que se está deshaciendo con la invasión de los Bárbaros, 
hasta el punto de que el Papa toma el gobierno de Italia, porque 
aquello era un caos; y, claro, ante esa situación, la reacción es que 
tiene que haber alguien que tome el mando. Ignacio de Loyola era un 
hombre que había sido militar y, sin embargo, cuando escribe los 
Ejercicios no habla de obediencia allí. Y, cuando funda la Compañía, 
en el primer grupo de los compañeros en París, no hay ninguno que 
sea superior. Van a Roma y allí le quieren imponer que tengan un 
superior, y se pasan quince días pensando si conviene o no conviene. 
Es decir, que la cosa no estaba nada clara para Ignacio y sus 
compañeros. Luego, como Roma era completamente jerárquica, 
aceptaron. Pero ellos no tenían la intuición inicial de eso para la 
Compañía de Jesús.
De manera que es una cosa delicada. En el Evangelio la formación 
no se hace a través de la disciplina. Eso está clarísimo en aquella 
pregunta que le hacen a Jesús: "los discípulos de Juan el Bautista y los 
discípulos de los fariseos ayunan" , tienen una disciplina, les imponen 
unos ayunos periódicos que tienen que observar en días precisos, 
tienen días de oración establecidas, etc., "pero tus discípulos no 
tienen nada de eso" . Es decir, tú no eres un maestro espiritual serio. 
Y Jesús contesta: Mi presencia significa alegría y el ayuno es signo de 
tristeza; por tanto, mientras yo esté aquí, no hay ayuno. "¿Cómo 
pueden ayunar los amigos del esposo mientras el esposo está con 
ellos?" . Se entiende que es la fiesta de la boda, el banquete, y ¿quién 
va a ayunar en una fiesta de bodas?. De manera que aquí lo que hay 
es alegría, libertad absoluta y una adhesión incondicional a Jesús: y 
esa adhesión a Jesús es la que lo canaliza todo, pero no se impone. 
Cada uno, según las necesidades que experimente para la eficacia de 
su misión, sabrá de lo que tiene que privarse o a lo que tiene que 
obligarse. Son las autodisciplinas que uno se impone para la mayor 
eficacia, no porque eso me ponga mejor con Dios. De modo que, en 
función de la misión que cada uno tiene, pero nunca por una disciplina 
impuesta desde fuera. Afortunadamente, creo que la cosa está 
cambiando, gracias al influjo de la sociedad que nos circunda. 
Aumenta el sentido de la libertad y la autodeterminación, y va entrando 
en los noviciados. Hay que enfocar la formación, no por la represión, 
que es la disciplina, sino por la canalización de la amistad o adhesión a 
Jesús. Todo lo demás se canaliza por ahí y no se reprime la vida. La 
vida cristiana en su expresión máxima (si es que hay máximos en este 
punto) tiene que ser de alegría, comunicación, facilidad; y ocurre que 
muchas personas, que se han sometido a grandes accesis y 
disciplinas, no presentan este aspecto; ¿qué pasa?: que algo falla; 
que ese Espíritu no les ha llevado al desarrollo a que normalmente 
lleva el Espíritu; ¿a qué se debe?: a esa represión.

Creo que es recíproca esa tentación: por parte de la sociedad 
injusta que trata de influir en el cristianismo para que se integre en sus 
valores; y, por parte de la comunidad, que muchas veces pretende 
que, los que no son cristianos, lo sean a la fuerza.
Efectivamente, "hemos metido la pata" en la historia muchas veces, 
ejerciendo el dominio sobre los demás, como en el caso de las 
Cruzadas, el ir a quitar la vida por defender unos lugares: ¿qué 
importa un sitio, al lado de la vida de un hombre?. Además, en el 
Apocalipsis se dice: " La ciudad, ésa que en lenguaje profético se 
llama Sodoma y Egipto -Sodoma, la ciudad maldita, y Egipto, la ciudad 
de la opresión- donde fue crucificado el Señor de la gloria": eso es 
Jerusalén para la comunidad, de modo que no hay tanta devoción por 
los lugares santos; ya no hay lugares santos; lugar santo es donde 
está el Señor y eso es todo el Universo.

¿Hemos hecho los cristianos una ruptura con la sociedad injusta?
Muchos cristianos no lo hemos hecho; además, nunca nos lo han 
dicho. Mucha gente, que no es cristiana oficialmente, está 
descubriendo esa ruptura ahora. Hay muchos grupos alternativos, no 
cristianos, que rompen con el consumo y la ambición. Y es lo que 
tenemos que hacer. Hay unas connivencias entre la Iglesia (o partes 
de la Iglesia), el poder civil y los intereses económicos de la sociedad 
capitalista. Y muchos es que ni saben que eso no se puede hacer. Por 
eso, yo no me meto en la conciencia de los demás; pero nosotros ya 
vamos sabiendo, y vamos constituyendo grupos con esa ruptura, esa 
nueva realidad, esa calidad de vida, con plenitud, alegría y amistad. Y, 
por supuesto, si no se debe ejercer el poder fuera, mucho menos 
dentro de la comunidad; que también hay tentaciones, aunque sea 
ridículo el pretender erigirse sobre cuatro gatos.
Por cierto, si uno es cristiano, no puede aceptar la palabra 
"superior": en la comunidad cristiana nunca hay "superiores", sino 
iguales. Se puede poner alguien el primero de la fila, pero no encima. 
Los antiguos fundadores se llamaban "prepósitos" , el que está 
delante, pero no encima. Luego se inventó la palabra superior. Si el 
Señor se pone a nuestro nivel, e incluso por debajo, ¿quién se va a 
poner por encima?

Si el amor de Dios no nos transforma el corazón ¿podremos amar, 
sobre todo al enemigo?
El mismo paso de ser cristiano es que Dios nos cambia, aunque 
hay una opción libre del hombre antes de todo. Como hizo Jesús: él se 
bautiza, y eso quiere decir "estoy dispuesto incluso a dar la vida por 
los hombres, por librarlos de la injusticia y la opresión". Y, ante ese 
compromiso, viene el Espíritu. Esto nos pasa a nosotros, no con la 
intensidad de Jesús. Pero, si lo hacemos, ya está todo hecho: tenemos 
el testimonio del amor dentro, y ya con eso amamos a los enemigos y a 
quien sea.

Pero eso es muy difícil: puedo decir que sí, y cambiar luego.
Eso pasa a todos. Lo del amor a los enemigos, que lo dice Mateo, 
es la manera de parecerse al Padre. Mateo cambia en este punto la 
doctrina de la perfección. La perfección aparece en la evangelios sólo 
dos veces, y las dos en Mateo. Los demás no hablan de eso, porque a 
Jesús no le interesa. Mateo lo pone porque está atacado por los 
fariseos y ellos ponen la perfección en la observancia de la Ley. 
Mateo le cambia el sentido y dice: "Sean perfectos, como es perfecto 
su Padre del cielo" . ¿Cómo es perfecto Dios?: porque ama a los 
buenos y a los malos, manda la lluvia sobre los justos e injustos, hace 
salir el sol sobre unos y otros; porque Dios no discrimina: éste es el 
Padre del cielo. Por lo tanto, la perfección ya no está en observar 
ninguna ley, sino en ser capaz de tener un amor que no discrimine. 
Ahora, el amor tiene muchos grados: una cosa es el amor "de afecto", 
que es superior, más perfecto, y otra el amor a "un enemigo": el Señor 
no puede mandar que sintamos por éste cariño volcánico. ¿Qué 
significa, entonces, el amor?: no desearle mal, desearle bien y echarle 
una mano, si se presenta; no incluye la afectividad, porque sobre los 
sentimientos no manda nadie. En la acción sí hay libertad, y ahí es 
donde tiene que notarse. 

En esas otras comunidades, no cristianas, que cuestionan la 
sociedad ¿se manifiesta también Dios?
Habría que verlas: si realmente se quieren y se entregan a los 
demás ahí esta el Espíritu de Dios. El amor procede de Dios, esté 
donde esté, se sepa o no se sepa. Eso lo dice Juan en la primera 
carta: Dios es amor y todo amor procede de él. Que lo sepa o le llame 
"Dios" es secundario.

¿Cómo se dejó Jesús llevar al alero del Templo?
Es una forma de expresión, son imágenes del evangelista para 
describir las tentaciones; así es mucho más vivo y sugerente, y se 
queda mejor en la memoria. El mismo Satanás es una figura.

¿Se podría poner la "capacidad de perdonar" como termómetro del 
amor?
Si no perdono no estoy en sintonía con el Padre, pero en todo esto 
hay un crecimiento, no hay leyes, sino direcciones hacia el crecimiento: 
tenemos que aprender a querer, y no se aprende en un día. El Espíritu 
de Dios nunca fuerza la libertad del hombre: si uno, cuando tiene un 
defecto, lo justifica y no lo reconoce, jamás podrá quitárselo. Es la 
autojustificación de nuestros defectos lo que impide al Espíritu que 
vaya penetrando y eliminándolos para la convivencia.

El pobre no puede elegir, lo que puede hacer es aceptar su 
pobreza.
El que es pobre no lo es por elección, sino por necesidad 
sociológica; pero ese tipo de pobre puede decir: "aunque pudiera ser 
rico, no quiero; quiero incorporarme a este grupo, donde se vive 
esto".

¿Cómo pretendemos que el Evangelio tiene como destinatarios a 
los pobres?
Hay que ofrecerles la comunidad, donde pueden ser pobres de otra 
manera; sigue siendo pobre, pero ya no sufre las consecuencias de su 
pobreza anterior, que eran la miseria y la dependencia. Y tiene que 
optar por eso, si quiere ser destinatario de las promesas.