SIGUIENDO A JESÚS COMO MARÍA   

 

            “Después, Jesús bajó a Cafarnaún, acompañado de su madre, sus hermanos y sus discípulos y se quedaron allí unos cuantos días” (Jn.2, 12)

 

            María, Madre y compañera de Jesús, que bien conoces los caminos del seguimiento, pues tú también fuiste su primer discípula, poniéndote a la escucha de su Palabra, siguiéndole con perseverancia, ¡cuánta compenetración había entre tú y Jesús! Que, seguramente, en la convivencia con él, ibas comprendiendo el modo de actuar de Dios y su plan de salvación, pero Él de ti aprendería a formar y educar a los discípulos con un trato fino y delicado.

 

            Madre, tú sabes que es muy difícil seguir a Jesús sin una opción libre y voluntaria, nacida del amor, sabes bien lo que se sufre interiormente cuando externamente se le sigue pero de hecho hace mucho se ha desertado, fuiste y sigues siendo testigo de muchos que iniciaron pero que las palabras y caminos de Jesús se les hicieron duros y difíciles (Jn. 6, 66).

            Pero, gozosamente, también eres testigo, de muchos que a lo largo de la historia han reconocido que sólo a Jesús vale la pena seguir, ¿quién más sino Él tiene palabras de Vida Eterna? (Jn.6, 68), ¿quién que le ha seguido ha quedado defraudado? (Eclo.2, 10).

 

            Gracias Madre por enseñarnos lo que significa ser compañeros de Jesús, no se trata de ir detrás de él, simplemente haciendo lo que él hace, no se trata solamente de imitar, sino que se trata de caminar con Jesús, comulgando con su manera de pensar, de sentir; compenetrándonos con sus sueños, sus proyectos y secundándolos porque empiezan a ser también los nuestros, haciendo de la misión una empresa de los dos, una tarea de los dos.

 

SEGUIMOS A JESÚS PARA APRENDER A ACOMPAÑAR COMO ÉL

 

I. SEGUIMOS A JESÚS HASTA SER SEMEJANTES A ÉL.

 

¡Qué afortunados somos nosotros al haber recibido una llamada, que nos ha cambiado completamente el rumbo de nuestra vida! Podemos percibir una llamada amorosa que continuamente se vuelve a renovar, que vuelve a resonar en nuestro corazón, y si somos sencillos y delicados con Dios descubrimos que va  cada vez a más profundidad: “Ven conmigo y te haré pastor como yo”, “¿me amas? Apacienta mis ovejas” (Jn.21, 15).

 

Sí, el seguimiento es cuestión de amor, y se disfruta mucho más cuando ya hemos hecho una opción fundamental por seguir a Jesús hasta asemejarnos a Él, hasta aprender a acompañar como él. La aventura del seguimiento a Jesús la emprenden todas aquellas personas que se encuentran disponibles para responder a Dios con un “heme aquí Señor, tú me has llamado, envíame” (Is 6, 8).

 

Las actitudes de disponibilidad y apertura nos preparan para que Dios pueda contar con nosotros todos los momentos, con el deseo de aprender del Maestro y así, ir adquiriendo todas las condiciones que Jesús propone para quien le quiera seguir en su misma dedicación a la misión.

 

Seamos ambiciosos en nuestro seguimiento, soñemos alto, soñemos como Jesús, que cuando ve nuestra vida nos ve como continuadores y compañeros de su misma misión de anunciar el Reino.

Nos invita a seguirle, a vivir con Él y como Él, a hacer todo lo suyo nuestro, y como nuestra Madre, María ser compañeros fieles en todos sus caminos.

 

Fraternidad Católica Misionera Verbum Dei