El encuentro con Natanael
Fuente: Catholic.net
Autor: P Clemente González
Juan 1, 45-51
En aquel tiempo, Felipe encuentra a Natanael y le dice: Aquel de quien
escribieron Moisés y la Ley y los Profetas lo hemos encontrado: a Jesús, hijo de
José, de Nazaret. Natanael le replicó: ¿De Nazaret puede salir algo bueno?
Felipe le contestó: Ven y verás. Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de
él: Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño. Natanael le
contesta: ¿De qué me conoces?Jesús le responde: Antes de que Felipe te llamara,
cuando estabas debajo de la higuera, te vi. Natanael respondió: Rabí, tú eres el
Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel. Jesús le contestó: ¿Por haberte dicho
que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores. Y le añadió: Yo
os aseguro: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre
el Hijo del Hombre.
Reflexión:
¿De este pueblo tan pequeño puede salir algo bueno? Estas fueron las palabras
que San Bartolomé, también llamado Natanael, dijo a Felipe, sorprendido ante la
noticia de que había un gran hombre venido desde Nazaret.
Natanael permaneció vacilante hasta que escuchó las palabras de Jesús,
alabándole. Cristo demuestra que conoce perfectamente el interior del hombre, y
por eso se permite elogiarle en público. ¿Y qué diría Jesús de nosotros? ¿Podría
repetir las palabras que dirigió al santo que hoy contemplamos? Y tú, ¿qué
opinión tienes de ti mismo?
Lo que en realidad somos está recogido en nuestra conciencia. Ella nos avisa
ante la bondad o maldad de nuestros actos, antes y después de hacerlos. Por eso,
el que actúa guiado por una conciencia recta, tiene la seguridad de llevar una
vida honrada, ante sí mismo, ante los hombres y ante Dios.
Formar una buena conciencia es gran parte del secreto de nuestro obrar. ¿Y cómo
se forma? Con criterios objetivos, válidos para todos y siempre. Por ejemplo,
los diez mandamientos son la ayuda básica para saber qué debemos hacer y qué hay
que evitar. Y una vez que hemos establecido fuertemente los principios, es
necesario mantenerse firme en ellos.